25.- Explosiones
Kyle.
Mi mente es un jodido caos.
No puedo pensar con claridad, me he pasado los últimos siete días intentando convencerme de que puedo continuar con mi plan, pero es imposible.
Y todo se lo debo a ella.
Apenas he dormido y mi rostro comienza a evidenciar el cansancio, Josh está preocupado, puedo verlo por la manera en la que intenta saber que es lo que ocurre conmigo, pero es difícil expresarlo cuando ni yo mismo sé que es lo que pasa.
—Ellas están bien —la voz de Antoni Lombardi al otro lado de la línea me deja sentir tan solo un poco de alivio —no te preocupes por nada, aunque me causa cierta curiosidad, ¿desde cuando hay alguien detrás de ti intentando asesinarte?
Sonrío.
—Desde más tiempo del que puedes imaginar.
Escucho su risa al otro lado.
—Sabes que puedes venir a Italia si lo requieres, tenemos muy buena seguridad aquí. Para ti y para tu esposa, lo que me hace cuestionar el porque no fuimos invitados.
Es mi turno de reír.
—Es complicado, agradezco el gesto, Antoni, de verdad. Estaré en deuda contigo.
—Bueno, mi hijo acaba de cumplir la mayoría así que si pudieras conseguir un auto exclusivo, sería genial.
—Dalo por hecho, incluso puedo enviar uno para tu hija.
—No, no —retengo la risa cuando reconozco el tono protector —Giana es más...delicada.
—¿Delicada? —arqueo la ceja —eso me suena a un padre que no quiere dejar que su hija expanda las alas, ¿no es verdad?
La risa ronca se me contagia.
—¿Cómo es que desviamos el tema? No hablaré de mi paternidad. Aunque, si vinieras a Italia tal vez podríamos charlar, sabes que si necesitas cualquier otra cosa, solo tienes que decirnos.
—Lo aprecio, ahora solo necesito que ellas estén bien.
—Lo estarán, no tengas dudas.
Las voces al otro lado de la línea me dejan saber que se ocupará pronto, así que me despido y cuelgo la llamada. Ahora, con la información de que mi madre y mi hermana están seguras, tengo un peso menos en los hombros.
Aunque eso no quiere decir que me sienta mejor.
Creo que no podré sentirme de nuevo así, al menos no hasta que este asunto esté terminado.
Suelto un suspiro y me apoyo contra el respaldo de mi asiento. Apenas elevo la mirada, el malestar vuelve cuando Celeste ingresa a la oficina.
—¿Qué quieres, Celeste? —no estoy de humor para tolerar su presencia.
—Tenemos una reunión en quince minutos con Ron y Bea, estarán aquí para aprobar el lanzamiento del nuevo automóvil.
—Estoy seguro de que puedes conducir esa reunión —me incorporo —hazte cargo de lo que haga falta, de cualquier forma, Ron y Bea están satisfechos, seguro lo aprobarán.
—De acuerdo, como quieras.
No se molesta en decir nada más, compruebo que no tenga ningún otro compromiso antes de salir de la oficina. No creo que mi productividad sea la adecuada estando en un estado de nula concentración, sin embargo, cuando cruzo por el área de diseño, sé que definitivamente voy a terminar perdiendo la jodida cabeza.
Aria esta ahí, parece concentrada en algo que se muestra en la pantalla, está aquí aún cuando fui claro, ella no saldría de casa. Ya no tenía un lugar aquí.
Mis pasos se vuelven rápidos hasta entrar al área, ella voltea, si esperé ver alguna reacción por su parte, no la hay.
—Señor Beckham —los demás empleados me saludan, respondo con un asentimiento y me dirijo a mi esposa.
—Querida, ¿puedes venir conmigo un segundo?
—Me encantaría, pero estoy ocupada aquí —mi mandíbula se tensa —seguro podemos hablar a la hora de...
No la dejo hablar. La tomo del brazo y sonrío falsamente hacia los demás empleados mientras tiro de Aria.
—Lo lamento, se las devuelvo en un segundo.
—¿Qué crees que haces? —exclama con un grito ahogado cuando llegamos a la oficina, ha tenido la decencia de no hablar mientras veníamos hacia aquí.
—¿Qué crees que haces tú aquí? Creí ser claro, tú ya no trabajas en mi empresa.
—Sí, te escuché bien, pero no voy a quedarme encerrada en casa —responde con firmeza —soy más productiva aquí y...
—No te quiero aquí —mi tono sale duro y ella parpadea, su fortaleza parece debilitarse un segundo pero se recompone.
—Pues lo siento mucho, porque no voy a irme.
—Aria...
—No voy a irme —sentencia con mayor firmeza —te deje en claro la noche en que discutimos que no dejaría que me trates de esa forma otra vez. Solo estoy cumpliendo mis palabras.
Los recuerdos de esa discusión se cuelan por mi mente, sumándose a la forma en la que tuvimos sexo también. No me doy cuenta de que estoy apretando los puños con fuerza hasta que siento las uñas clavarse en mis palmas.
—Si no tienes nada más que decirme, tengo que volver a trabajar.
—¿Qué pretendes, Aria? —me acerco a ella, no se mueve, permanece con la mirada firme y el mentón elevado —juegas sucio, y quieres fingir que no hiciste nada, me desobedeces y ahora aún tienes el descaro de venir a mis empresas como si te pertenecieran. Fui indulgente contigo pero no me provoques, Aria.
—¿Qué harás? ¿Sacarme? ¿Decirles a tus guardias que me echen? ¿O me encerrarás de nuevo en la habitación?
Doy un paso hacia atrás, su repentina actitud retadora me confunde pero en el fondo...me agrada más. Los últimos siete días no hemos hablado mucho, luego de dejarle en claro como actuaríamos a partir de esa noche, creí que lo había entendido. Creí haber sido claro.
No se había presentado a la empresa, hasta ahora.
No hemos hablado mucho, en realidad, trato de fingir que su existencia no me importa aunque es evidente que lo hace. Es la jodida razón por la cual me siento un maldito Zombi.
—No voy a dejar que de nuevo me hagas invisible, Kyle.
Corta la conversación dándome la espalda, el primer impulso que tengo es ir tras ella pero me contengo, la observo salir de la oficina y solo cuando la puerta se cierra, y me quedo solo, descargo mi furia con todo lo que se encuentra en el escritorio.
Los papeles vuelan, los lápices caen y una fuerte maldición brota de mis labios. ¿En qué punto todo se complicó? ¿Cómo es que ella ha obtenido el suficiente poder como para desestabilizarme?
Celeste parece sorprendida al verme ingresar a la reunión, pero luego de la conversación con Aria necesito algo más importante para mantener mi mente ocupada. Y lo consigo, durante las siguientes tres horas consigo olvidarme de mi esposa, mi mente se mantiene ocupada tratando de explicarle a Ron el lanzamiento y los beneficios que traería consigo, hemos adelantado la fecha del lanzamiento y ellos parecen algo renuentes con la decisión.
Sin embargo, al final de la reunión, consigo que ellos estén de acuerdo. Ron me ofrece tomar algo mientras nuestras esposas parecen lo suficientemente entretenidas como para prestarnos atención.
Decidimos ir a uno de los establecimientos cercanos para conversar, Bea dice que llevará a Aria hasta la casa pero no acepto sin antes asignarles un par de guardias.
—¿Está todo bien entre ustedes? —casi quiero resoplar cuando eso es lo primero que Ron pregunta —escucha, Kyle, sé que no somos amigos ni mucho menos, pero...si quieres hablar sobre algo...
—Estoy bien, Ron, pero agradezco el gesto. —Lo interrumpo antes de que pueda continuar con la oración.
—Bueno, sé que los problemas en el matrimonio son difíciles de compartir —le da el primer trago a su vaso de alcohol —pero no voy a presionar —eleva las manos y sonríe —yo detesto que me presionen cuando alguien quiere saber sobre mis problemas con Bea.
Una risa se escapa de mis labios.
—Pareciera que ustedes nunca tienen problemas.
—Créeme, los tenemos más de lo que puedes imaginar. Y ahora con el embarazo... —una sonrisa suave se filtra en sus labios —creo que me viene bien tener un tiempo solo para mí de vez en cuando.
Le doy un largo trago a mi propio vaso, el alcohol me quema en la garganta lo que me roba un corto gruñido.
—Vaya, parece que los problemas son grandes, ¿eh? —vuelvo a mirar a Ron —si no quieres compartirlos, necesitaremos mucho de esto.
—A veces creo que fue un error casarme con ella —las palabras salen de mi boca antes de que pueda procesar lo que estoy diciendo, la sonrisa se va de su rostro mientras cae en cuenta de que he hablado en serio.
Ron deja el vaso a un lado y gira el cuerpo hacia mí.
—¿Te arrepientes de haberte casado con Aria? —parece incrédulo a sus palabras —escucha, Kyle, creo que todos hemos tenido el pensamiento cuando una discusión fuerte se nos viene encima pero...no lo creemos en serio. Así que tengo que preguntarte...
—No lo sé, Ron —cierro los ojos por un par de segundos.
Es como si tuviese una bomba dentro del pecho que ha llegado a la cuenta final, como si los segundos se hubiesen acabado y ahora la explosión fuese inevitable. Caigo en cuenta de que en realidad no tengo muchas personas a las cuales compartirles lo que ocurre conmigo, Josh a pesar de ser mi mejor amigo...no es completamente imparcial. Sé que hablar con alguien que no tiene ni idea de lo que ocurre es lo que necesito, pero atreverme a hacerlo...
Permanezco varios segundos en silencio hasta que al fin puedo reunir la valentía para hablar.
—Creo que no estoy preparado para una mujer como ella.
Mis propias palabras pesan sobre mis hombros, creí que decirlo sería como una liberación pero ahora se siente como una condena.
—¿Qué quieres decir?
—Hay personas que no deben estar juntas, y creí que Aria y yo podríamos ser la excepción pero con cada día que pasa solo confirmo que me equivoqué. Casarnos fue un error y sé que aunque lo solucione, nada volverá a ser lo mismo.
Mi atención se centra en el vaso de cristal, en los hielos golpeándose unos a otros mientras lo sacudo.
—¿No has tenido ese pensamiento de que pudiste haber hecho todo de una mejor manera pero decidiste seguir a tu corazón?
La risa de Ron me hace mirarlo, se mantiene sonriendo mientras observa su argolla de matrimonio.
—Todo el tiempo, pero, ¿quieres saber mi secreto? Sé que soy más feliz si sigo a mi corazón que a mi jodido cerebro, si le hubiese hecho caso, ahora Bea y yo no estuviésemos esperando a nuestro hijo, creo que las decisiones que tomamos son por algo, es difícil entenderlo cuando estas en medio del caos, pero cuando todo pasa...siempre entiendes el porqué.
Me siento un poco patético expresando mis penas en un bar, pero es como si necesitara lanzarlo fuera de mí, o voy a volverme loco.
—Escucha, Kyle, no sé que es lo que haya pasado entre ustedes pero si elegiste a Aria para ser tu esposa, fue por una razón ¿cierto? —extiende la mano para colocarla sobre mi hombro —la escogiste por algo, solo tienes que recordar el porqué.
Cuando termina de hablar, se gira hacia el mesero y pide otra ronda de alcohol. Mi autocontrol no forma parte de mí hoy así que acabo más borracho de lo que esperé.
Siempre he escuchado que las penas se ahogan con alcohol, pero parece que las mías solo se vuelven más fuertes, y mis sentimientos más intensos, no tengo idea de como es que llego a casa pero cuando lo hacemos, escucho una clara discusión.
—Lo siento, no esperaba que...
—¿Emborrachaste al esposo de Aria? —esa voz claramente es de Bea —Dios, Ron, ¿no pudieron beber como dos adultos responsables?
—Shht, no griten —pido con las palabras arrastradas —mi esposa no va a enojarse, ¿cierto, querida?
—Oh, aquí vamos de nuevo —escucho el fastidio en la voz de Aria —gracias por traerlo, Ron. No hay problema, Bea. Supongo que pueden ser muchachos irresponsables de vez en cuando.
Ron no se va hasta que ayuda a Aria a llevarme a la habitación, trato de despabilarme, no puedo entender nada de la conversación que mantienen, y antes de lo que me gustaría, ella está de regreso.
—Borracho, grandioso, Kyle.
Arrugo la nariz en un gesto de desagrado.
—No te comportes como mi madre.
—Oh, créeme, no tengo ninguna intención de comportarme como tu madre —dice con molestia —dormiré en la habitación de invitados esta noche.
Cuando la miro recoger las sabanas de la cama y tomar la almohada, me incorporo intentando detenerla.
—No, tú no...—mi equilibro es una mierda así que termino dando algunos traspiés antes de caer de bruces al suelo.
—Mierda, ¿estás bien? —creo que estoy borracho, pero no tanto como para no sentir dolor.
—Creo que me he partido un diente
Espero escuchar de nuevo sus palabras molestas pero lo que obtengo es una risa divertida. La siento tirar de mi cuerpo, ayudándome a incorporarme. Cuando lo consigue, me empuja con ligereza hacia la cama otra vez.
—Por suerte, tus dientes siguen bien —dice divertida —ahora, no me sigas, no quiero que en serio te partas un diente...o algo peor.
Cuando se aleja, me incorporo de nuevo. Ella se detiene cuando lo nota, me tambaleo un poco pero esta vez tengo mejor suerte para mantenerme de pie.
—¿Por qué haces todo tan difícil? —inquiero arrugando las cejas —solo debías...solo debías hacer lo que te pidiera.
—No voy a discutir contigo en este estado —dice con firmeza —lo olvidarás todo por la mañana.
—No lo creo —me acerco hasta ella y Aria se aproxima cuando cree que voy a caer otra vez.
—Por Dios, Kyle, solo quédate aquí —dice con exhasperacion —parece que ambos somos malos para hacer lo que el otro pide.
Se rinde cuando parece darse cuenta que no tengo intención alguna de volver a la cama. La escucho suspirar y se aparta algunos pasos, sus ojos se posan en los míos, y de nuevo siento la maldita sensación de tener que liberar todo lo que llevo dentro.
—No hagas esto —pide cuando nota que tengo la intención de hablar —no ahora. No quiero discutir contigo estando ebrio, no quiero discutir contigo de nuevo.
Parece agotada y eso me obliga a callar.
—Sólo...sólo quédate aquí.
Con eso sale de la habitación dando un portazo, y por primera vez, hago lo que dice.
A la mañana siguiente, tengo una gran resaca.
La cabeza me duele y la luz que consigue colarse por las cortinas abiertas me produce un malestar mucho mayor. Cuando al fin puedo abrir los ojos y acostumbrarme a la luz, estoy solo en la cama.
Giro la cabeza hacia el reloj, es fin de semana, por lo que no me preocupo por no presentarme a la empresa, me dejo caer de nuevo sobre las almohadas con un gruñido y aprieto los párpados.
Los recuerdos vuelven, al parecer, no estaba tan borracho como para olvidar mi conversación con Aria, pero si esperé que los sentimientos se fuesen junto con el alcohol...estoy muy equivocado.
Sigo sintiéndome en caos. Y no lo entiendo.
No me levanto enseguida, permanezco varios minutos más sobre el colchón lamentando mi existencia junto con el dolor de cabeza, hasta que al fin decido bajar.
Ceci es la única a la que encuentro en la cocina, me mira con una sonrisa divertida, igual que siempre que me descubre una resaca.
—¿Café?
—Por favor.
Sirve una taza y la desliza hasta que queda frente a mí. Tomo asiento en el banco y apenas me he acomodado, cuando su voz se escucha. Aria entra diciéndole algo a Ceci sobre las nuevas flores en el jardín, se calla en el momento exacto en el que repara que me encuentro aquí.
—Creo que iré a ver esas nuevas flores —dice mi nana lanzándonos una mirada que puedo entender bastante bien.
Cuando nos quedamos solos, creo que Aria va a irse, pero por el contrario, toma una taza y se sirve un poco de café.
—Aria...—mi voz brota lenta, casi cautelosa.
Cuando voltea, me encuentro con la misma mirada que me dio hace horas. Descubro entonces que es su método para callarme, ella no quiere escuchar nada de lo que tengo por decir y por primera vez...es como si yo necesitara decir algo, cualquier cosa.
—¿Qué es lo que pasa contigo? —es lo primero que pregunta.
Buen cuestionamiento, porque ni siquiera yo lo entiendo. Quiero responder pero es como si de alguna forma todo en mi interior se hubiese cerrado de pronto, tenso la mandíbula tratando de comprender que carajos ocurre conmigo.
Hace unos meses, cuando esto comenzó, no pude considerar que estaría en este punto. Creí que ella me sería indiferente, creí que podía conseguir cualquier cosa de mi esposa... y me equivoqué.
—No tengo una jodida idea —confieso —pero creo que...
—¡Cuidado!
Su grito me toma tan de repente que apenas puedo prever lo que hace, Aria se tira sobre mí, se escuchan un par de explosiones y luego ambos caemos sobre las losas, apenas reacciono que aquello que se escucha son disparos...apenas reacciono que Ceci está afuera, que Aria está sobre mí y que ahora ambos estamos en el suelo.
—¿Estás bien? —pregunta a escasos centímetros de mi rostro.
Voy a responder que sí, cuando siento la humedad en la camisa. La aparto, la mancha de sangre me alerta de pronto, luego su voz asustada.
—Sangras, te hirieron —dice pero sé que no es así.
No hay dolor, no me han disparado a mí.
Le han disparado a ella.
Y en ese jodido momento, algo en mí deja de razonar.
Estamos en el hospital.
Hace una hora que Aria ingresó para ser atendida por la herida de bala, hace una hora que estoy en esta maldita sala intentando no asesinar a todas las personas que no me dan información y se limitan a expresar un simple "tiene que esperar".
No necesito investigar para saber quien estuvo detrás del ataque, sé perfectamente que fue Henry. He mandado a todo mi equipo de seguridad para ir tras él, he llamado a Josh para que intente averiguar como es que pudieron acercarse tanto, y también he contactado con las personas que conozco en la policía para poder tener algo, lo que sea, sobre ese hijo de puta.
Pero no hay nada.
Y yo creo que voy a perder la cabeza de la desesperación. Esa bala debió de haber sido para mí, Aria no debía interferir, ellos querían asesinarme y ahora...por esa razón...ella está en una jodida cama de hospital.
Mis recuerdos vuelven, he intentado apartarlos pero no soy lo suficientemente fuerte como para ignorarlos, hay una razón por la que odio estos sitios.
Me recuerdan la muerte, me recuerdan que fue el sitio en donde perdí a mi hermano. En donde no pudieron salvarlo.
Y ahora todo eso vuelve porque Aria está en el mismo lugar, porque si hay alguien que merece estar en esa cama, soy yo, no ella.
Y todo me está consumiendo, mis inexplicables sentimientos, mi desesperación por saber de mi esposa, y todo el mar por el que soy arrastrado y no puedo hacer absolutamente nada para salvarme.
Es como si se tratase de una bomba, una que ha explotado y lo único que queda de mí son pedazos que no puedo juntar, que no tiene sentido siquiera reconstruir.
—¿Señor Beckham? —la voz del médico me trae de regreso.
Me acerco con rapidez, él parece notar la ansiedad en mi rostro porque sonríe de una forma casi tranquilizadora.
—¿Cómo se encuentra mi esposa? ¿Está bien? ¿Está...?
—Su esposa está bien —interrumpe antes de que pueda seguir cuestionándolo.
El alivio cae sobre mí, suelto una respiración contenida y es como si mi corazón continuara latiendo, soy capaz de sentir cada latido ahora, el nudo en mi garganta aprieta con fuerza a pesar de saber que ella ya se encuentra bien, pero sé que es por otro motivo. Ahora lo sé.
—La bala solo rozó el costado izquierdo de abdomen, causó el daño suficiente como para que necesite algunos puntos, pero estará bien. No hubo impacto, así que no hay daños por los cuales debamos preocuparnos, sangró mucho por el sitio en donde la bala dañó pero no tiene que alarmarse, ella se recuperará.
—¿Quiere decir que...?
—Su esposa está fuera de peligro, señor Bekcham. ¿Quiere verla?
Apenas soy capaz de asentir, mientras me conducen hasta su habitación, siento un intenso sentimiento comerme por dentro, mi corazón palpita con fuerza, mi respiración se vuelve irregular y creo que puedo colapsar y la que tendrá que preocuparse por mí ahora será Aria.
Pero no tengo mucho tiempo para considerar esa opción, porque el doctor se detiene frente a una puerta y la abre.
Funciono casi en modo automático, camino con rapidez para adentrarme y en cuanto mis ojos la miran...la bomba estalla de forma definitiva.
Porque no la merezco, nunca lo he hecho. Ni siquiera hace seis años, y mucho menos ahora. No merezco que sea dañada por una bala que va para mí, y tampoco merezco que me mire con una sonrisa y diga:
—Debí de haber dejado que la bala te diera, ¿no es verdad?
Si, Aria, debiste de haber dejado que esa maldita bala acabara conmigo. Porque ahora que sé que es lo que ocurre conmigo, va a ser jodidamente más doloroso.
________________________________________________________________________________
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro