22.- Lo que debes de hacer
Aria
Es la segunda vez que tengo sexo con Kyle. Y también es la segunda vez que luego de hacerlo, despierto sola en la cama. Los recuerdos vuelven golpeándome con una ola de brutalidad, sin embargo, esta vez no me siento avergonzada. Hay un pinchazo de arrepentimiento que trata de apoderarse de mi pecho pero no se lo permito, tengo que dejar de arrepentirme por hacer las cosas que realmente deseo.
Y sí, probablemente tener sexo con Kyle es la peor idea que pude tener, pero eso no significa que me arrepienta.
Me tomo el tiempo para tener una ducha mañanera, y colocarme un conjunto cómodo de ropa antes de bajar. Una sonrisa tira de mis labios cuando llego a la cocina, y encuentro a Kyle preparando el desayuno.
—Buenos días.
Voltea, una sonrisa ladeada se apodera de sus labios cuando me mira. Esta vez si lleva camiseta pero la tela se ajusta tan bien a su cuerpo que aún soy capaz de notar los músculos de su torso.
—Buenos días —deja de mirarme para concentrarse de nuevo en su tarea de cocinar.
—Supongo que esto será un nuevo habito, ¿cierto? —me acomodo sobre una de las bancas y lo miro moverse por la cocina.
Está haciendo Waffles, el olor llega hasta mí abriéndome el apetito, no sé si Kyle lo ha adivinado o mi estomago es demasiado ruidoso, pero al cabo de un par de minutos deja frente a mí un plato con dos Waffles y una taza humeante de café.
—Hay crema de cacahuates, de avellana y mermelada en la alacena —informa —escoge el que más te guste.
Me bajo del asiento para ir hasta la alacena, caigo en cuenta de que en todo el tiempo que he estado aquí, jamás he examinado a fondo la cocina. Ahora descubro una gran cantidad de cereales, de todo tipo, y a menos que Kyle sea un fanático de los cereales, es casi...innecesario. Pero no digo nada, tomo los tres frascos y vuelvo a mi lugar.
Kyle se toma algunos minutos antes de deslizarse en el asiento que está frente a mí. Se sirve un par de Waffles y el silencio cae sobre nosotros. No es uno incómodo, o tenso. Es solo...silencio.
—Quiero disculparme —dice de pronto haciéndome elevar la mirada —por lo de anoche.
—Pasaron dos cosas anoche —le recuerdo.
—Nunca me disculparía por tener sexo con mi esposa —aclara frunciendo las cejas —a menos que quieras...
—No —lo corto antes de que siquiera pueda sugerirlo.
Kyle sonríe, con esa estúpida sonrisa satisfecha.
—Por lo de la gala. Lamento haber arruinado la noche que te tenía ilusionada.
—No estaba...
—No intentes decirme lo contrario, porque sé que te hacía ilusión asistir. Y me disculpo por ser un idiota, por perderme el primer baile, y por arruinar la noche.
Ya se ha disculpado antes, pero esta vez sus disculpas suenan sinceras. Sus ojos se mantienen sobre los míos, recuerdo todas las palabras que dijimos hace unas horas, recuerdo mi petición, y también recuerdo claramente cual fue su respuesta.
—Creo que debemos llegar a un acuerdo —dejo a un lado mis cubiertos para poder centrarme en él —porque no quiero hacer de esto un hábito, tu siendo cruel e idiota, disculpándote, tenemos sexo y luego olvidamos la discusión. No quiero eso.
—No lo hagamos entonces.
—Te recuerdo que eres tú quien propicia todas las discusiones —objeto —acepto tus disculpas pero...
Mis palabras se detienen, me tomo un segundo para considerar el peso de mis palabras, pero estoy cansada de callarme lo que siento, de guardar silencio y aceptar todo sin chistar.
—Es muy fácil para ti disculparte, y hacer como si nada ocurrió. Lo has hecho desde que llegué a esta casa. Entiendo que esto es complicado pero...si dices que no me culpas...demuéstralo.
—Aria...
—Porque no quiero vivir en una mentira. Si no me odias, si no me culpas al igual que mi familia...quiero que lo demuestres. Prefiero vivir con la verdad, aún si eso quiere decir que me aborreces, a que me tengas envuelta en una mentira. ¿Puedes hacer eso por mí?
—Bien —asiente —si eso es lo que quieres...lo haré.
Un silencio se instala entre nosotros. Recupero mis cubiertos y continúo con mi desayuno hasta que él habla otra vez.
—Debes comenzar a cuidarte. Podemos ir con un ginecólogo para que te de un método seguro y evitar un...embarazo.
No me pasa desapercibida la tensión en su cuerpo cuando pronuncia la última palabra.
—Ayer no usamos...
—Tomaré la pastilla —lo interrumpo —no tienes que preocuparte. No seré tan estúpida como para embarazarme.
—¿Quién está a punto de comenzar una discusión ahora? —cuestiona arqueando la ceja.
Resoplo con fastidio, es frustrante la rapidez con la que mi esposo consigue desestabilizar mis emociones, quiero decir, sé bien que él no quiere hijos...hijos míos para ser especifica y si soy realista, yo tampoco debería desearlos.
—No estoy a punto de comenzar una discusión —mascullo —solo estoy diciendo que sé bien lo que no tengo que hacer.
—¿Tienes idea de lo que sería traer niños en un matrimonio como el nuestro?
—Kyle...
—Sé que eres inteligente, Aria. Así que quiero que pienses en eso, ¿qué les pasará con unos padres con una relación como la nuestra? Soy un hijo de puta pero créeme que puedo reconocer la infelicidad y no quiero condenar a seres inocentes...
Se calla cuando se percata de lo que dice, cierra los ojos y es mi turno de hablar.
—Ojalá repartieras la justicia de forma igualitaria, ¿no lo crees?
—Te haré una cita con el ginecólogo, e iremos esta tarde.
Se incorpora, no me da la opción de darle una respuesta y me deja sola en medio de la cocina. Retengo el grito de frustración, ¿Cómo es que pasamos de sonreír a maldecirnos el uno al otro?
—Dale tiempo —Ceci aparece casi como por arte de magia, con una sonrisa en los labios y la mirada cómplice —Roma no se construyó en un día.
—Comienzo a creer que es más fácil construir toda una ciudad que entender a ese hombre —espeto incorporándome.
Abandono el desayuno sobre el plato y me marcho, y juro que mientras me alejo...escucho a Ceci reír y me consuela saber que al menos hay alguien que aún puede reír en esta casa.
Esa tarde termino conociendo a la doctora Mercedes, y con una caja de píldoras anticonceptivas en mi bolso.
Kyle me acompañó aunque permaneció en silencio casi toda la consulta, incluso ahora, mientras volvemos a casa, no se ha molestado en decir ni una sola palabra.
Quiero decirle que es esto a lo que me refería esta mañana, al hecho de que a él le resulte tan sencillo ignorar mi presencia y yo tenga que lidiar con las consecuencias de su silencio.
Sin embargo, cuando llegamos a la casa, algo en él reacciona.
—Joder —masculla apenas ingresamos a la casa.
—¿Qué...? —me toma unos segundos reconocer los autos que están aparcados en la entrada. Kyle no baja enseguida, los guardias son los primeros en bajar y rodearnos antes de que mi esposo abra la puerta del auto.
—No bajes —ordena —permanece aquí.
No me da tiempo de responder, se acomoda el saco mientras avanza hasta mi padre y mi abuelo, quienes tienen a sus propias escoltas y miran a Kyle como si fuesen capaces de darle un tiro justo ahora.
No puedo escuchar lo que dicen pero es evidente que una discusión acalorada se desarrolla en el exterior. Mi pulso se dispara cuando mi abuelo hace el ademán de tomar el arma que sé que guarda en su chaqueta, pero mi esposo se adelanta.
Noto el movimiento de sus labios, la mano del abuelo deteniéndose y luego, su mirada viajando hasta el auto en el que me encuentro. Probablemente no sabía que estoy aquí, los vidrios son polarizados así que no dejan ver el interior. Confirmo mis sospechas cuando un guardia viene hacia aquí y abre la puerta del copiloto.
—Señora Beckham —me ofrece la mano y me ayuda a bajar.
Trato de mantenerme serena mientras camino hacia los tres hombres que permanecen tensos y a la defensiva, la mirada del abuelo se suaviza un poco, solo por una fracción de tiempo antes de que vuelva a tornarse tan dura y cruel como la de Kyle.
—¿La usas ahora para que no te mate? —inquiere mi abuelo —sé que fuiste tú.
—No tienes pruebas para acusarme de algo así —Kyle sonríe con tranquilidad —vuelve cuando las tengas, Henry.
—No quieras pasarte de listo conmigo —advierte el abuelo —creo que no tengo recordarte de que soy capaz.
El cuerpo de Kyle se tensa, reconozco la mirada satisfecha del abuelo cuando nota la reacción de Kyle, sabe cual es su punto débil y ahora que lo ha descubierto...
—Te hice una advertencia, ¿recuerdas? Te dije que no vinieras detrás de mí.
—Recuerdo bien esa noche, créeme. Y claro que sé de lo que eres capaz, es por eso que voy a decir esto incluso frente a Aria.
—¿Ahora la haces ser participe en esto? —mi padre habla con burla.
—Es participe desde que tú me la entregaste, Benjamín. Debió resultarte bastante molesto que no la matara, ¿no es cierto? —su mirada se desplaza hacia mí por un par de segundos —Aria, ¿le has dicho a tu abuelo lo mucho que detesto que las personas enviuden?
—¿Qué...?
—Si algo me ocurre a mí, o a ella —Kyle se coloca a mi lado —supongo que tendrás que planear el funeral de tu esposa, Henry. ¿Dónde está ella ahora? En ese spa que le gusta tanto, ¿no es cierto? Y luego se reunirá con sus amigas en un lujoso restaurante que queda exactamente a quince minutos de aquí. No lleva guardias, por lo que es convenientemente un blanco fácil.
La sangre se me hela cuando lo escucho hablar de esa forma. Su mano me envuelve la cintura y quiero alejarme porque no deseo estar en el medio de un enfrentamiento como este.
—Y yo odiaría enviudar. Vaya que sí.
Me estremezco cuando reconozco el arma de Kyle acariciarme la piel desnuda de mi brazo, ¿en qué momento la ha tomado?
—No creas que puedes venir a mi casa y amenazarme, Henry, porque no voy a tolerar de nuevo algo como esto. La próxima vez, habrá un funeral, o tal vez tres.
Se aparta, su mano se envuelve alrededor de mi brazo y tira de mí hacia la casa. Ninguno dice nada más, antes de entrar me atrevo a mirar sobre mi hombro y reconozco la mirada atormentada de mi abuelo.
Cuando la puerta se cierra y ellos se marchan, Kyle suelta una maldición y lanza el arma lejos de nosotros.
—¿Qué fue todo eso? ¿Cómo...?
—Ahora ellos piensan que puedo matarte en cualquier segundo, no van a sospechar que gracias a ti tengo toda su información —comienza a explicar —se han dado cuenta de lo que hicimos, que no tienen el dinero en sus cuentas principales, esperaba una reacción más...dramática, pero no tardarán mucho en perder el control.
—¿Cómo sabes todo eso de mi abuela?
—Gracias al teléfono de tu abuelo. Lo desactivó esta mañana, tal vez porque se ha dado cuenta que nos infiltramos por ese medio pero tengo el respaldo de todo lo que necesito. Ahora solo necesito que sigas actuando como si me tuvieses miedo.
—¿Quién dice que no lo tengo?
Una sonrisa cruza por sus labios.
—Porque no estaríamos volviendo de una cita con el ginecólogo si me tuvieras miedo —me recuerda —te dije que te mantendría fuera de todo esto, estoy cumpliendo mi palabra.
—¿Crees que mi abuela esté enterada de todo lo que mi abuelo hizo?
Cuando me mira, sé que entiende el trasfondo de mis palabras. Deja de mirarme y centra su atención en la puerta que hemos atravesado hace algunos minutos.
—No lo sé, esperaría que no, así como tú nunca...—sacude la cabeza —pero realmente no me importa si ella está enterada o no.
—Kyle...
—A la única que he perdonado, es a ti —dice y su confesión me sienta como un balde de agua fría —pero no me pidas que tenga consideración con el resto de tu familia, porque temo que acabarás decepcionada.
Se marcha dejándome sola en medio de la sala, un suspiro cansado brota de mis labios. no puedo esperar por el momento en el que esta guerra al fin acabe, cuando pueda tener de regreso la vida que merezco.
Lejos del odio, de la venganza, y del sentimiento de que sin importar lo que haga, nunca es suficiente.
Esa noche el abuelo me llama. Kyle no está en casa, parece que tuvo una reunión importante que atender y salió poco después del encuentro con mi abuelo, así que permanecí en casa e intenté fingir que no comienzo a volverme loca.
Pero estoy fracasando terriblemente.
—No es buen momento para que me llames —murmuro apenas contesto.
—Cielito, ¿estás bien? —cierro los ojos por una fracción de tiempo al reconocer su tono preocupado.
—Estoy bien.
—¿Estás sola en casa?
—¿Para que me has llamado? —inquiero intentando no sonar demasiado a la defensiva —¿quieres saber si he obtenido alguna otra información? La respuesta es no. Y con tu visita, es seguro que no me dé nada más.
—¿Tenías alguna idea de lo que haría? Se supone que estás de nuestro lado, Aria —sonrío al notar lo rápido que ha cambiado su tono —nos ha vaciado las cuentas principales, ¿tienes idea de lo mucho que nos constará sobreponernos?
—No sé de que hablas. Kyle no comparte sus planes conmigo.
—¿Por qué tengo la sensación de que sabes más de lo que siquiera estás diciendo?
—¿Por qué te mentiría? No sé nada, pero no has dejado de provocarlo, ¿crees que va a quedarse de brazos cruzados? Creí que estabas preocupado por mí pero lo que tú y mi padre hacen solo me confirma que están velando por sus propios intereses.
—Escúchame bien, Aria. Solo hay una manera de acabar con Kyle, y para eso te necesitamos.
Aprieto los párpados y quiero gritar porque estoy harta de que todos me utilicen. Estoy harta de ser un juguete, un maldito títere para todos. Al menos Kyle... al menos Kyle me dará algo a cambio. ¿Qué obtendré de mi familia? ¿Volver al infierno al que consideraba un hogar?
—No creo que me necesiten.
—Claro que te necesitamos, cielito. Porque solo hay una persona capaz de acabar con Kyle Beckham, y esa eres tú, su esposa.
—¿Cómo pretendes que lo haga?
—Tienes que matarlo.
Doy un paso hacia atrás, mi respiración se corta y creo que toda mi sangre se ha congelado. Mis latidos son feroces, fuertes, me golpean en el pecho con tanta fiereza que creo que pueden causar un agujero.
—¿Qué?
—Tienes que matar a Kyle, es la única forma de ganar.
Quiere que asesine a mi esposo, quiere manchar mis manos con la sangre de un Beckham más, solo que ahora...ellos no serán los culpables. ¿A quien querrán destruir cuando lo consiga?
A mí.
—Quieres lavarte las manos y condenarme a mí, ¿no es cierto? —mis ojos se humedecen y las lágrimas arden en mis pupilas.
Sé lo que tengo que hacer pero no sé si estoy preparada para enfrentarlo.
—Dices que eres una de nosotros, es momento de demostrarlo.
Su tono frío y autoritario me deja saber que he dejado de importarle tanto como decía, que ahora solo quiere acabar con Kyle, sin importarle si tiene que sacrificarme en el proceso.
Tomo una inhalación consiguiendo toda la valentía que necesito para decir lo que debí de haber dicho desde el primer momento. Miro al frente, mi reflejo en el espejo de devuelve la mirada, elevo el mentón y sin dudar, pronuncio la frase que puede ser mi más grande condena.
—Entonces supongo que deben dejar de considerarme una Anderson.
No espero una respuesta, cuelgo la llamada y cuando lo hago, es como si toda la fuerza se fuera de mi cuerpo. Aprieto los dientes hasta el punto que duele, mis ojos arden y me siento asqueada de esta sensación constante.
Una cosa es fingir que estoy de su lado, pero otra muy distinta asesinar al hombre que me ha dado más protección que todos ellos.
—¿Aria?
El cuerpo imponente de Kyle se mueve hacia mí, tiene el ceño fruncido mientras avanza hasta donde me encuentro.
—¿Qué te ocurre? —intento hablar pero las palabras no brotan de mis labios, la respiración se me corta y siento el peso de todo caer sobre mis hombros. —Aria, respira.
Sacudo la cabeza, mi cuerpo parece haberse sumido en un estado de desesperación. Mis pulmones me exigen oxígeno pero soy incapaz de dárselos. Sus manos se aferran a los costados de mis brazos, me apoyo en él sintiendo que estoy a punto de romperme.
Mi mente parece estar nublada, lo siento conducirme hasta la cama, siento mi cuerpo recostarse sobre el colchón y su cercanía me resulta reconfortante.
—Respira —dice colocando una mano en mi pecho —vamos, querida, respira.
Tomo una inhalación, sonríe cuando me ve hacerlo y rodea mi mano con la suya.
—Eso es, otra vez.
No sé cuanto tiempo pasa hasta que mi respiración se calma, Kyle extiende la mano trazando una caricia en mi cabello y es probablemente el gesto más delicado que ha tenido conmigo.
—¿Vas a decirme que ocurrió?
Sus ojos muestran una preocupación genuina, mantiene un gesto suave en los labios y quiero preguntarle porque viene de tan buen humor.
—Quieren que te mate.
Tarda un segundo en entender, su mirada se ensombrece, creo que va a apartarse, pero por el contrario, vuelve a acariciar mi cabello.
—¿Ahora tenemos que hacerles creer que vas a matarme?
—No —cierro los ojos —yo...
El silencio se instala entre nosotros, sintiéndose tan abrumador.
—Ellos dijeron que tenía que hacerlo para demostrar que seguía de su lado. Fingir que puedo darles información es una cosa, pero Kyle...lo que ellos quieren.... —un suspiro tembloroso brota de mis labios y él sonríe.
—Vaya que te he subestimado, ¿eh?
—No puedo hacer algo como eso —susurro —así que les he dicho que tal vez deben dejar de considerarme una Anderson.
Kyle guarda silencio por algunos segundos antes de volver a hablar con su tono firme y seguro.
—Dejaste de ser una Anderson desde el momento en el que te hice mi esposa —asegura —no dejarás de serlo nunca, tomaste tu decisión, y no importa lo que pase conmigo, no dejaré que nadie te haga daño. Es una promesa.
Se inclina hacia adelante, sus labios se encuentran con mi frente y luego...Kyle me lanza la mirada más suave que me ha dado jamás.
—Ojalá fuese tan bueno como tú, tal vez así entonces pude haber olvidado todo lo que ellos hicieron.
—Algo como eso no se olvida, no creo que pueda lograrse nunca.
—Debes saber que voy a continuar con esto hasta el final. Y entiendes lo que eso significa, ¿verdad? Sabes que tengo que matarlos, a todos.
Recuerdo sus palabras, si deja a solo uno de ellos vivo, vendrán a buscar venganza. Lo harán así como él lo está haciendo. Un hombre como Kyle no comete errores, sabe bien lo que debe hacer y no tiene cuestionamientos a la hora de apretar el gatillo.
—Es por eso que nosotros nunca podremos ser más que esto.
Sus ojos conectan con los míos y encuentro un tormento en ellos, un océano que está sufriendo la peor tormenta. Kyle Beckham carga sus propios demonios, demonios que no me corresponde eliminar.
—Haz lo que tengas que hacer.
Mi voz suena segura, probablemente nunca me he sentido más segura al decir algo como ahora. Y por la forma en la que me mira, sé que ahora ya no hay nada que lo detenga de acabar con todos aquellos que alguna vez le causaron dolor.
Kyle
Josh me observa y sé que su menté está trabajando con prisa, si hay alguien lo suficientemente bueno como para idear un plan y salir victoriosos, ese es Josh.
—¿Cómo quieres que lo hagamos?
—Rápido, y efectivo.
—Estallemos su casa con todos ellos dentro —sonríe —¿qué? Es un buen plan.
Sacudo la cabeza y me incorporo, Josh además de ser un muy buen estratega, tiene la habilidad de hacer bromas en los momentos menos oportunos.
—Quiero verlos cuando acabe con ellos —expreso —necesito mirarlos a la cara y asegurarme de que está hecho.
—Kyle...
—Es lo que mi padre hubiese querido.
—No creo que tu padre quisiera que su hijo se manchara las manos con sangre —se incorpora y aproxima hasta donde me encuentro.
El silencio que cae sobre nosotros es pesado, mantengo la mirada al frente, observando la ciudad que parece miniatura desde aquí.
—Podemos hacer que vayan a prisión, tenemos el material suficiente. Aria heredaría todo, tendrías muchísimo más dinero del que tienes ahora, podrías incluso quedarte con sus empresas.
—No quiero nada, todo el dinero que les saqueamos está a nombre de Aria, no quiero tener nada que les haya pertenecido antes. Todo su dinero es sucio, y mucho menos quiero quedarme con aquello que le costó la vida a mi padre y a Johnson.
—Tenemos que planear entonces una emboscada. Es la única manera de conseguirlo.
—Henry, Benjamín y sus hijos —comienzo a enumerar —tal vez con las mujeres podemos ser más considerados.
—¿Aria sabe que su abuela está incluida en tu lista?
Asiento. —No hay nada que pueda hacer al respecto, ninguno de ellos puede sobrevivir.
—¿Tenemos la seguridad de que ellas participaron? Es decir, Aria no sabía absolutamente nada de lo que su familia había hecho.
—Si dejamos un cabo suelto, ese cabo vendrá por venganza. Yo fui el cabo sueldo de Henry, y ahora estamos aquí.
Me atrevo a mirar a mi amigo y descubro un semblante serio, pensativo.
—¿Ahora qué piensas?
—¿No has considerado que una vez que acabes con todos ellos, puedes considerar una vida diferente a lado de Aria?
El sabor amargo vuelve a mi boca cuando el mismo tema surge, mi corazón sufre un vuelco y mi pulso se dispara.
—Amigo...
—No —la respuesta es contundente.
—Kyle, piénsalo. Cuando acabes con ellos no habrá nada que te impida hacer tu vida. Has pasado los últimos seis años planeando esta venganza, ¿y cuando la culmines? ¿Cuándo llegue el fin que harás?
Josh se aproxima aún cuando lo último que quiero es tenerlo cerca, su mano se posa en mi hombro y deja un apretón.
—Tu padre hubiese querido que seas feliz, que tengas una familia, ambos sabemos que odiaría saber que la dejaste ir.
—Es lo menos que puedo hacer por ella —admito sintiendo el conocido nudo en la garganta —jamás podría ser feliz al lado de un hombre como yo. Ella...ella es demasiado buena para mí. Nunca me perdonaría saber que la condené a una vida de infelicidad. Le prometí dejarla ir una vez que esto acabase, y es lo que haré.
—¿Y si ella no quiere irse?
Sonrío con tristeza.
—Una mujer como Aria jamás desearía permanecer al lado de un monstro como yo. No soy tan afortunado como para ser digno de su afecto.
—La has querido desde antes de toda esta locura. —su voz se escucha recordándome aquello que sé bien, como si fuese capaz de olvidarlo.
—Y probablemente lo seguiré haciendo —sentencio —pero eso no quiere decir que tenga que permanecer a mi lado. Le hice una promesa, le prometí que la dejaría ir, y aunque deje el corazón al hacerlo, lo cumpliré.
Le doy la espalda y me marcho, engorando el sentimiento que cada vez se hace más fuerte en mi pecho, convenciéndome que cuando el momento llegue seré capaz de hacer aquello que prometí.
Tal vez Aria y yo tuvimos una oportunidad antes de esta locura. Pero ¿ahora? Ahora estábamos condenados antes de siquiera haber tenido la oportunidad de tener un comienzo.
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