21.- Némesis
Kyle.
No sé lo que está pasando conmigo, ni porqué mi esposa parece tener muchísima relación con eso. Ha pasado una semana desde que Aria consiguió que nos infiltrásemos en el celular de Henry Anderson, una semana en donde obtuvimos muchísima más información de la que siquiera pudimos considerar.
Bueno, eso es lo que pasa cuando guardas toda una vida dentro de tu celular, desde conversaciones con otras mujeres con las que evidentemente tiene una aventura, hasta movimientos inusuales y sospechosos a cuentas de bancos extranjeros.
Conseguimos acceder a un par de computadoras que estaban vinculadas con el celular, y es así como en cuestión de siete días, puedo hacer mi primer movimiento.
—¿Vas a vaciarle la cuenta del banco? —Aria arquea la ceja.
He conseguido que comparta conmigo su hora de almuerzo, parecía renuente pero ahora no parece incómoda, o enojada. Se ha pedido una hamburguesa acompañada de unas papas fritas y una soda, una combinación de comida en lo absoluto saludable, pero que ella parece estar disfrutando mucho.
—No —sonrío —le dejaré un dólar.
Cuando una carcajada brota de sus labios, me permito absorberla. Es un sonido alegre, natural y... genuino. Las esquinas de sus ojos se arrugan mientras echa la cabeza hacia atrás, claramente divertida por mi comentario.
—Va a volverse loco —dice entre risas —desearía ver su rostro cuando se de cuenta de que gran parte de su dinero ha desaparecido.
Tomo el vaso de jugo y le doy un sorbo antes de hablar. Ella sigue mis movimientos, y soy muy consciente de la forma en la que me observa, retengo la sonrisa y le permito admirar tanto como desea.
—Eso es lo que ocurre cuando confías todo tu poder en simples billetes. Un movimiento en falso y todo puede esfumarse. Cuando tu poder se basa en el dinero, y alguien te lo arrebata, te quedas sin nada.
—¿Cuál es tu poder, entonces? —ladea la cabeza, curiosa por conocer la respuesta.
Apoyo la espalda en el respaldo de mi silla.
—Tengo dinero, claro, y mucho —sonrío cuando ella resopla —pero también tengo inversiones, mi dinero está funcionando sin que yo tenga que mover ni un solo dedo. Tengo propiedades, muchísimas que con venderlas recuperaría gran parte de mi capital, pero sobre todo...tengo aliados. Eso, Aria, eso puede salvarte la vida.
—Creí que no confiabas en nadie.
—Solo en las personas correctas —corrijo —en aquellas que sé que darían la vida por mí. Aquellas que sin dudar vendrían en mi rescate, son pocas...pero valiosas.
—¿Tú realmente crees que mi abuelo no tiene eso? Conoce muchísimas personas, tiene contactos...
—Claro, lo sé. —Me inclino hacia adelante —tiene gente, por supuesto, pero son personas que con ofrecerles algunos miles de dólares más, cambiarán de bando. Eso no es lealtad, querida, eso es conveniencia, te cobijas bajo la protección del más poderoso hasta que encuentras a alguien mejor.
Sé bien lo que piensa cuando sus ojos se desvían de mí un segundo, es exactamente lo que está haciendo. Sé claramente lo que pretende, sé que eligió estar a mi lado porque ahora soy quien más protección le da, confío en ella, y es por eso que tengo que asegurarme que nadie pueda darle lo que yo le ofrezco.
—¿No crees contraproducente contarme tus secretos de alianzas?
Una leve risa me invade.
—Eres inteligente, sé que los usarás bien.
Una sonrisa crispa sus labios, soy consciente de como poco a poco parece bajar esa barrera entre nosotros, lo cierto es que no sé como debo considerarlo, nuestra relación nunca podrá ser la de un matrimonio normal, y sé que tampoco debo acostumbrarme a su presencia en mi vida porque cuando el momento llegue, ella debe irse.
Debe permanecer lejos de mí y de mi familia, así como lo estuvo todo este tiempo.
Cuando terminamos de almorzar, ella vuelve a sus actividades y yo trato de concentrarme en lo que sea, excepto en el hecho de que mi esposa comienza a meterse en mi mente como una maldita cinta que se reproduce una y otra vez, sin parar.
Decido quedarme más tiempo del habitual en la oficina así que Aria vuelve sola a la casa, y yo lo hago cerca de la media noche. No espero encontrar a nadie aguardando por mí así que cuando llego a mi hogar y encuentro a Ceci esperándome con una taza de café, no sé muy bien que esperar.
—Nana —sonrío —creo que hace mucho que dejaste de esperarme despierta.
—Bueno, eso es porque nada hasta ahora ameritaba que tuviera que pescarte pata poder conversar.
—Sabes que siempre tengo tiempo para mi —me acerco sospechando el rumbo que tomará esta conversación —pero si esto es sobre Aria...
—Claro que es sobre Aria —dice con un tono algo rudo —siéntate.
Ceci es la única mujer, luego de mi madre claro está, a la que le permitiría darme órdenes. No me doy el lujo de desobedecer, así que camino hasta una de las bancas, y me acomodo.
—Eres bueno haciéndome creer que las cosas mejoran, ¿no es cierto?
—No sé de que hablas, sinceramente.
—Vuelves a llegar tarde, creí que eso había sido solucionado.
Resoplo. Hago el ademán de bajarme pero ella me detiene.
—Ahora ya sabe la verdad, ¿qué es lo que pasa? —luce genuinamente preocupada —mi niño, Aria es la mujer que siempre quisiste...
—Basta, Ceci, basta —cierro los ojos y la aparto de mí —agradezco tu preocupación, sé que aprecias a Aria, lo sé muy bien, pero hay límites que no debes cruzar y mi relación con mi esposa es uno de ellos.
—No, no voy a ignorar esto como todos lo hacen —advierte señalándome —ella sabe la verdad, la tienes de tu lado, ¿no crees que es momento de que modifiques esa venganza que tanto tiempo te ha consumido?
Sonrío sin querer hacerlo.
—¿Y qué? ¿Juego a la familia feliz con la nieta del hombre que mató a mi padre? ¿Cómo puedes pedirme algo como eso? ¿Tienes idea del infierno que sería?
—¿Qué acaso esto no es un infierno ya? Has convertido esta casa en un infierno desde el momento en el que la trajiste, la has hecho llorar, esa chica ha sufrido por causa tuya y a pesar de todo, aún hace lo que le pides aunque eso significa traicionar a los suyos. Sí, tienes razón, cometieron actos horribles pero, ¿acaso tu hubieses traicionado a Johnson aún sabiendo algo terrible sobre él?
No es necesario hablar para conocer la respuesta. Johnson tenía mi lealtad, sin importar lo que hiciera.
—Ella va a ser más feliz lejos de mí —mi voz baja hasta ser casi un susurro —hace seis años no tenía idea de lo que su familia haría, no tenía ni siquiera idea de la tragedia que se avecinaba, yo sé que ella no es la culpable, Ceci, lo tengo bien claro. Pero, ¿Cómo miro a esa mujer por el resto de mi vida sin recordar lo que perdí?
Un silencio cae sobre nosotros, tan pesado, tan incómodo.
—Sé que piensas que soy cruel con ella, y tal vez tienes razón. Pero no quiero hacer que ella crea algo que no es.
—¿Vas a decirme que no la aprecias?
—Es porque lo hago, que no debe permanecer aquí más tiempo del que es necesario.
No espero por tener una respuesta, no me permito aguardar. La esquivo y camino con rapidez hacia la habitación, huyendo de lo que significa quedarme ahí y admitir algo que no sé en lo absoluto.
Abro la puerta con lentitud, la oscuridad me recibe, la silueta de mi esposa se roba mi atención. Un nudo me aprieta tan fuerte la garganta que creo que no puedo respirar.
No soy un buen hombre, y probablemente he sido un hijo de puta con la persona equivocada, pero esto, el que ella desee irse, el que esté tan decidida a alejarse de mí...es lo mejor para los dos.
Lejos del odio, del rencor, y de una venganza que, si no se aleja lo suficiente, terminará por consumirla también.
Ceci no vuelve a insistir en el tema, pero en realidad, también está enojada conmigo y lo sé cuando apenas y me dirige la palabra el par de días siguientes. Pese a lo mucho que significa para mí, ahora tengo un asunto más importante por resolver.
El primer paso de mi plan.
Tan pronto como mi celular se ilumina con el nombre de Josh en la pantalla, sé que está hecho.
—Listo —su voz satisfecha al otro lado me hace sonreír —los Anderson se volverán locos cuando se den cuenta de que sus cuentas de banco principales han sido hackeadas.
—Es seguro que con esto, se den cuenta de lo que hicimos.
—Pero será demasiado tarde porque ya tenemos suficiente —lo escucho reír al otro lado —debo admitir que al inicio no tenía fe, pero has sabido sorprender, como siempre.
—Debería ofenderme porque mi mejor amigo no confíe en mis planes.
—Oh, bueno, es que debes de admitir que de los dos, el que tiene la mente maestra soy yo.
Me rio, sostengo el teléfono contra la oreja mientras desvío mi atención a la computadora. Un par de toques se escuchan contra la puerta del despacho y la puerta se abre, Aria asoma la cabeza por la abertura y sonrío.
—Te llamo luego, Josh.
—Aria —se desliza al interior, lleva unos jeans combinados con un top blanco, es probablemente lo más relajada que la he visto lucir, su cabello se encuentra recogido en una coleta alta que se mueve con cada paso que da, y luce extrañamente...alegre.
—Hola, no voy a quitarte mucho tiempo.
—¿Ocurre algo?
Se acerca hasta el escritorio, toma asiento en la silla que tengo enfrente y desliza un sobre por la madera.
—Trajeron una invitación para ti esta mañana, el mensajero dijo que es para una gala benéfica, no sabía que había tantas y tan recurrentes.
Examino el sobre.
—¿Invitación solo para mí? —ladeo la cabeza —aquí dice señores Beckham, por lo que te incluye.
—Si, bueno, no estaba segura de si deseabas llevarme como tu acompañante.
—¿Llevarte como mi...? ¿Qué tontería es esa? Eres mi esposa, no mi acompañante.
Resopla, su alegría se va para ser sustituida con una mirada de fastidio.
—Bueno, la última gala benéfica no te importó que fuese mucho tu esposa, dijiste que no estabas seguro de querer que nos viesen juntos —baja la vista un segundo —en todo caso, da igual, tengo compromisos y...
—Pues cancélalos —casi ordeno —porque irás conmigo. Aquí dice que es baile de máscaras, inspirados en el Olimpo. Así que, deberás ser creativa.
Soy consciente de como sus comisuras se elevan, como sus gestos vuelven a tornarse alegres y esto es justamente lo que Ceci no entiende.
—De acuerdo —asiente incorporándose —¿te parece bien si salgo con Lauren? Necesito ir de compras.
Niego, antes de que pueda salirse, la llamo. Ella vuelve, tomo la billetera y extiendo hacia ella una de las tarjetas de crédito.
—¿Necesitas que compre algo para ti?
—Por Dios, Aria —me río —es para que la uses, compra todo lo que necesites con la tarjeta, y no es discusión, si no recibo las notificaciones de compra, créeme, voy a enojarme.
—¿Vas a enojarte por que no quise gastar tu dinero?
—Exactamente. Ahora, necesito trabajar.
Asiente con rapidez, pero su sonrisa permanece. Cuando se ha marchado, me desplomo contra el asiento y cierro los ojos. Algo está ocurriendo, lo sé, puedo sentirlo, su presencia en esta casa ha dejado de ser algo tolerable, y ahora resulta...agradable.
Me he acostumbrado a ella y eso es algo que debo corregir.
Aria nunca será feliz en esta casa, no es algo que Ceci entienda, ni yo mismo entiendo como es que llegamos a este punto, pero debo de arreglarlo, la cuestión es... ¿realmente deseo hacerlo, o prefiero arriesgarme y llegar al final sin importar las consecuencias?
Aria.
No fue complicado encontrar mi atuendo para la gala benéfica, en realidad, me bastó con buscar en internet algunas inspiraciones, para poder decidirme.
Lauren también asistiría a la gala, así que la ayudé a diseñar su propia máscara antes de concentrarme en la mía. Tuve que recurrir a mi amiga para que fuese a buscar el vestido adecuado, los vestidos más elegantes se quedaron en casa, y considerando todo lo que ha ocurrido, realmente no quiero arriesgarme a poner un pie dentro.
—Creo que has escogido bien —Ceci me ayuda a colocarme el vestido —vas a impresionarlo.
—¿Lo crees? —me recrimino al instante, no sé supone que deba importarme si Kyle se impresiona o no.
—Definitivamente. Serás la mujer más hermosa de la gala.
Me observo en el espejo, el vestido rojo vino se ajusta perfectamente a mi silueta, le he añadido con demasiada prisa un par de cadenas que funcionan como tirantes caídos. El vestido es liso, la tela es casi satinada pero el intenso del color le da un aspecto de elegancia y sexualidad con la que me siento como una autentica diosa.
He hecho ondas en mi cabello más pronunciadas de lo que normalmente suelo llevarlo y tengo un maquillaje en tonos dorados que Ceci dijo es perfecto para el color de mis ojos. Llevo unos pendientes de oro largos, y unos brazaletes de oro blanco acompañado de mi anillo de compromiso.
Los zapatos, la única compra que hice en la tarjeta de Kyle, tiene unas tiras de diamantes que se entrelazan alrededor del pie, la abertura que el vestido tiene en la pierna derecha permite lucirlo sin inconveniente, y cuando al fin Ceci trae la máscara, sonrío con satisfacción.
He tomado un diseño básico de una máscara normal de mitad de rostro, pero la he modificado muchísimo. El color dorado resalta, un par de alas a los costados se dejan ver y luego una especie de corona en la parte superior de la frente.
Némesis.
La diosa de la justicia, la venganza, el equilibrio y el balance.
Venganza.
Realmente creo que fue una elección acertada, tomando en cuenta el aura que nos envuelve a Kyle y a mí.
Me quito la máscara y compruebo la hora, debería bajar, Kyle debe estar listo conociendo lo puntual que es así que Ceci me entrega el pequeño bolso dorado, y me acompaña a bajar. Cuando estoy a la mitad de las escaleras, Kyle repara en mi presencia.
Está enfundado en un imponente traje negro, completamente negro. Su cabello se encuentra peinado hacia atrás de una manera tan perfecta y tiene un broche de oro en la solapa del traje dejando claro a quien representa.
Hades. Dios del inframundo.
No he visto su máscara, la sostiene en una mano mientras me admira. Mi corazón se acelera cuando noto como sus ojos me recorren, no sé si es un movimiento instintivo, pero lleva la mano hasta el cuello del traje y tira levemente de él. Su rostro sigue serio, impasible, pero sus ojos reflejan el enorme deseo que no puede ocultar.
—Estás preciosa —admite en un susurro —tan impresionante.
—Tú luces tan imponente como siempre. Hades, una buena elección.
Él da un paso atrás, examinándome, y sonríe.
—Némesis —le informo antes de que él pueda hablar.
Una risa brota de sus labios, sus ojos se estrechan mientras toma mi mano y se inclina hacia adelante.
—Excelente elección.
Sus labios se encuentran con los míos tan rápido que apenas puedo reaccionar, cuando se aparta, sonríe más al darse cuenta de mi trance.
—No los hagamos esperar, querida.
Con eso, tira de mí y me conduce fuera de la casa.
No veo la máscara de Kyle hasta que llegamos al lujoso salón en el que se llevará a cabo la gala. Es una máscara a mitad del rostro, completamente negra pero con una especie de bordados en oro en las esquinas. En la parte superior, tal y como la mía, tiene una especie de corona que le da un aspecto de realeza que seguramente quiere transmitir.
Soy consciente de que captamos la atención apenas ingresamos, Kyle me sostiene de cerca, sonriendo a las personas que se acercan a saludar. Comparado a la última vez que me presenté públicamente con Kyle, esta vez me siento cómoda. El agarre que ejerce en mi brazo es suave, y cuando me mira a través de la máscara, noto que él también se siente más cómodo que la última vez.
Saludamos a los que se nos acercan y pronto encuentro a Bea, quien optó por inspirarse en Artemisa y porta una máscara tan impresionante como estoy segura de que pesada. Estas veladas suelen ser algo aburridas si no tienes la compañía adecuada, así que cuando me encuentro con Lauren, se la presento a Bea y la conexión entre las tres parece inmediata.
Kyle dice que tiene que atender un asunto con un hombre al que no reconozco, y se aleja dejándome con Bea y Lauren.
—Le he dicho a Ron que tiene que valorar mi presencia en estas reuniones porque cuando este chiquitín comience a creer, no querré salir de la cama.
—¿Y qué ha dicho él al respecto?
—Que entonces tampoco él saldrá de la cama —sonrío con ternura —a veces realmente creo que me llevé el premio mayor.
La habitual música del primer baile suena, Ron se acerca casi de inmediato por lo que Bea se aparta para ir a la pista en donde las primeras parejas comienzan a formarse.
—Que sorpresa que Kyle no haya venido a reclamar el primer baile —Lauren arquea la ceja.
Volteo, recorro la estancia con la vista pero no logro encontrarlo, ni siquiera alguien remotamente parecido. Un hombre se acerca tocando el hombro de Lauren y ella me mira, como si dudase en ir o no.
—Ve, Kyle seguro vendrá en un seguro.
Los observo alejarse, la música continúa y me veo en la necesidad de apartarme cuando las parejas comienzan a llenar el espacio. Hago un inútil intento de encontrar a Kyle, ¿por qué parece que tiene la habilidad de desaparecer en los momentos en los que se requiere?
—No puedo dejar que una dama sola en el primer baile. —Me sobresalto cuando escucho la voz a mis espaldas, me toma un par de segundos reconocerlo detrás de la máscara, Christian. —¿Me concederías esta pieza?
Hace una especie de reverencia que me roba una sonrisa, entonces recuerdo a Kyle. Por unos segundos, ruego porque aparezca, un último vistazo a la sala me deja saber que no está ni siquiera cerca.
—Claro —deslizo mi mano sobre la de Christian. Él me recibe con una sonrisa y pronto nos dirigimos a la pista, la música es suave, los leves susurros de las conversaciones a nuestro alrededor se complementan bien con la tonada.
—Supongo que Kyle te ha perdido —dice mientras nos movemos al compás. —aunque no puedo concebir que deje a su esposa sola en el primer baile.
—Bueno, no es como que signifique mucho para nosotros —me encojo de hombros aunque lo cierto es que claro que significa el hecho de que mi esposo me deje abandonada en medio de una sala.
—No debería decir esto pero espero que tu abuelo acabe con él pronto, no deberías estar tolerando estar cerca de él.
—No es tan malo como parece —objeto —me trata mejor que mi padre, eso es seguro.
—No puedes hablar en serio —se ríe —tal vez no te golpea como tu padre, Aria, pero no son necesarios los golpes para hacer daño. Ahora, por ejemplo, está seguramente follando con Celeste en el pasillo de la terraza y tú estás aquí, bailando con otro hombre.
Seguramente follando con Celeste.
Me detengo, el rostro de Christian cambia.
—Mierda, no quise...
Me aparto, lo escucho llamarme una vez antes de perderme entre las parejas que continúan bailando, mi corazón late con furia al recordar sus palabras. No razono muy bien lo que estoy haciendo, simplemente me aparto de la multitud tratando de mantener el control, intentando desesperadamente que realmente Christian no tenga razón.
Encuentro la puerta que da al pasillo de la terraza, la música se desvanece cuando se cierra detrás de mí y solo escucho el sonido de mis tacones, me quito la máscara con un movimiento rápido y solo me detengo...cuando escucho su voz.
—¿Me trajiste aquí para esto? —suena levemente irritado —joder, Celeste, más vale que tengas algo importante que decir.
—¿Tienes un mejor sitio al cual ir?
Avanzo, mi pecho se hunde cuando los miro, Kyle está apoyado contra una de las paredes, Celeste vestida con un revelador vestido rosa y la máscara en el suelo, sus manos se colocan sobre el pecho de Kyle.
Da un paso hacia adelante, apoyándose contra él. Ladea la cabeza y su cabello se desliza a un costado.
—Claro que tengo un mejor sitio —la toma por los hombros y la aparta —con mi esposa.
—Por favor, una esposa a la que aborreces —se burla.
Suelto un jadeo cuando Kyle la aparta con un empujón, Celeste ahoga un grito cuando su espalda golpea contra la pared.
—Si vuelves a hacer un comentario sobre mi esposa, sea bueno o malo, juro que voy a olvidar que tengo una asociación contigo y encontraré la manera de botarte. No quiero que vuelvas a acercarte a mí a menos que sea algo estrictamente profesional, es la última vez que voy a decirlo.
—¿Por qué te importa tanto, Kyle? No creas que no me he dado cuenta, la aborreces, la odias, siempre has odiado a esa familia.
—¿Por qué me importa? Porque es mi esposa, Celeste. Es mi mujer, es con quien voy a pasar el resto de mi jodida vida y estoy harto de que signifiques un problema para nosotros. Así que, o te apartas de mi camino, o yo mismo me desharé de ti.
La suelta, cuando gira con la mandíbula apretada y los ojos furiosos, me mira.
—Te perdiste el primer baile —susurro.
—Aria...
Lo esquivo, observo a Celeste y sonrío.
—¿Te quedó claro lo que mi esposo dijo?
—Son patéticos —dice antes de cruzar por nuestro lado sin dirigirnos ni una mirada. Cuando se marcha y el silencio cae, lo enfrento.
—Joder —dice cerrando los ojos —lo siento.
Lo observo, se quita la máscara y pasa la mano por el cabello.
—¿Por qué la seguiste hasta aquí?
—Dijo que quería hablar de algo privado, no me di cuenta de que el primer baile esta por comenzar.
—Claro, y sigues a la mujer que se te ha insinuado en múltiples ocasiones a un pasillo lejos de todas las personas, eso suena como una gran idea, ¿no es cierto?
—Aria...
—Tú misma lo viste, no pasó nada.
—¿Debo sentirme agradecida por eso? ¿Por qué una vez le pusiste un alto luego de todas las veces que lo hizo? No es algo que se agradece, Kyle, es algo que haces por respeto. Pero parece que no conoces esa palabra.
Me doy la vuelta dispuesta a marcharme de la gala, no he conseguido dar un solo paso cuando su mano me toma del brazo y me gira, me encuentro de nuevo con esos ojos furiosos y el rostro tenso. Su brazo me aprisiona la cintura, manteniéndome pegada a su pecho.
—¿Por qué haces todo tan jodidamente difícil? Le dejé en claro que nunca va a volver a interferir, ¿y no estás feliz? ¿Qué quieres que haga, Aria? ¿Qué quieres de mí?
—¡Quiero que seas un esposo! —me libro de él, empujándolo con mis palmas —¡Quiero que dejes de odiarme! ¡Quiero poder asistir a una gala y que no me abandones a la mitad para seguir a otra mujer!
Su rostro se contrae, mi pecho aprieta con fuerza y siento la necesidad de seguir hablando, las lágrimas me queman los ojos y no entiendo porque me afecta tanto, porque aún tengo la necesidad de que Kyle realmente sea alguien más. Un hombre distinto. Alguien que nunca podrá ser.
—Eso es lo que quiero, pero sé que no eres capaz de dármelo. Y está bien, Kyle, lo acepto. Pero no trates de fingir que realmente quieres saber mis deseos, porque no serás capaz de cumplir ni uno solo de ellos.
—Sabes bien porque no puedo dártelo, Aria.
—Sí, y soy tan ingenua al pensar que eso puede cambiar.
Esta vez no me detiene cuando me marcho, nadie parece percatarse de nuestro incidente. No me siento bien para quedarme, atravieso la sala hasta la mesa para recuperar mi bolso, no me molesto en despedirme de nadie, simplemente salgo.
—Puedes quedarte, no interrumpas tu noche por mí —expreso cuando siento la presencia de Kyle a mi costado.
—No dejaré que vuelvas sola a casa.
Quiero llorar de la frustración, quiero gritarle que deje de portarse considerado porque cuando su crueldad vuelve, duele muchísimo más.
Esperamos en silencio hasta que el auto llega, Kyle permanece al otro extremo, mirando por la ventanilla y es evidente que ninguno quiere la compañía del otro.
Cuando llegamos a casa, Ceci parece sorprendida de nuestra pronta llegada pero al ver a Kyle, se calla las intenciones de decir algo. Subo las escaleras tan rápido como los tacones me dejan, soy la primera en entrar al baño y cierro la puerta con pestillo, cuando la soledad me envuelve, me permito romperme.
Me deslizo hasta que estoy sobre las losas, mi pecho arde y la desilusión pesa sobre mis hombros. Sé que es mi culpa sentirme así, sé que no debí bajar la guardia y mucho menos debí emocionarme por esta noche.
¿Qué creí que pasaría? ¿Qué algo sería distinto?
—Aria.
Su voz al otro lado me hace sollozar más. Me cubro los labios con la mano, ahogando el sollozo.
—Aria abre la jodida puerta —ordena —porque te juro que si no la abres, voy a tirarla.
Muerdo mi labio inferior con fuerza mientras me incorporo y abro con rapidez la puerta.
—¿Qué quieres? ¿Vienes a seguir torturándome?
—Querida...
—No te atrevas a llamarme de ese modo otra vez —lo señalo —prefiero que seas cruel todo el tiempo, a que muestres esta faceta y luego me apuñales cuando menos lo espero.
Su rostro se contrae, sus cejas se fruncen y mantiene los labios apretados. Aún lleva el traje impecable pero su cabello es un desastre, como si estuviese jugueteando con él todo el tiempo. Sus ojos se oscurecen, no hay odio destellando en ellos, ni burla, no hay crueldad. Solo un sentimiento que no puedo reconocer.
—Lo siento.
El sonido sale lento, casi torturado. Toma una inhalación antes de dar un paso al frente.
—No puedo ser cruel contigo, ya no. Porque he descubierto que escucharte llorar es algo que no puedo tolerar. Lamento ser un hijo de puta, lamento haberte arrastrado a esto, no eres la culpable de lo que ocurrió y no te culpo por eso.
—Solo déjame en paz entonces —pido.
—Tampoco puedo hacer eso. Porque eres como una jodida droga. Cada día que pasa, necesito más de ti.
—Me odias, Kyle, ¿Cómo...?
Mis palabras se cortan cuando sus labios se apoderan de los míos, trato de apartarme pero no lo permite. Mi cerebro se apaga, mi razón se calla y solo siento el latido de mi corazón, siento mis oídos palpitar mientras sus labios absorben todo de mí.
No sé como salimos del baño, no sé como nuestros cuerpos caen sobre la cama, él aprisionándome y yo cayendo en sus garras otra vez.
—Kyle...
—No sé qué hacer contigo —susurra contra mis labios —eres mi némesis.
No tengo oportunidad de dar una respuesta, sus labios se roban mis palabras, sus manos me aturden, mi mente se nubla ante el deseo que siento por alguien que no debería provocarlo.
Sé que a él le pasa lo mismo, mientras la ropa desaparece, mientras Kyle parece perdido ante nuestros cuerpos rozando, sé que ambos sabemos que nada de esto está resultando como debería.
—Solo quiero que seas un esposo —susurro entre jadeos cuando él reclama mi cuerpo —por favor, Kyle.
—Seré un esposo entonces —responde jadeando contra mi oído —seré absolutamente todo lo que desees, querida.
Me entrego completa a él sabiendo que eso es probablemente lo último que debo hacer, me deshago entre sus brazos, entre sus besos, entre sus caricias y la forma dura en la que se apodera de mi cuerpo.
Me entrego a él sin importarme las consecuencias que dicha entrega pueda significar.
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