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17.- ¿Podrás soportarlo?


Aria.

Kyle no está conmigo en la cama cuando despierto, tengo un leve pinchazo en el pecho que me esfuerzo por hacer desaparecer mientras salgo de la cama y me meto a la ducha con una intención clara.

Despejar la mente de lo que ocurrió la noche anterior.

Tener sexo con el que es tu marido no debería significar un problema, pero si adquiere otro significado cuando dicho marido te detesta y ha repetido en innumerables veces que solo eres parte de un plan. Sin embargo, no puedo evitar pensar en la manera en la que sus ojos me observaron, como parecía tan embelesado por mí como si en serio significase algo para él.

—Pero bueno, eso es lo que pasa cuando tienes sexo con un hombre que luce como un Dios griego —me envuelvo con la bata de baño cuando salgo, es fin de semana, y en mi horario no está contemplado sábado ni domingo así que me tomo el tiempo para escoger un bonito atuendo (aunque sea para estar en casa), y bajo.

Me detengo a la mitad de la escalera porque: Primero, Kyle está preparando el desayuno. Y 2, lo está haciendo con solo unos pantalones cortos. Sin camiseta, mostrando los músculos de su espalda y brazos y trayendo a mi mente escenas de la noche anterior que preferiría no recordar.

—Creí que irías a trabajar —voltea sin sobresaltarse, sus ojos me escanean por un par de segundos antes de desviar la mirada.

—El golpe de tu rostro comienza a ponerse morado, ¿le pusiste algo?

Por inercia me toco el pómulo, es probablemente la vez más fuerte que mi padre me ha golpeado, aún me estremezco cuando recuerdo la dolorosa sensación de su palma contra mi piel, realmente creí que al estar fuera de su poder él dejaría de lastimarme, pero tal vez nunca se detendrá.

—No tengo nada para los golpes —me encojo de hombros —desaparecerá solo.

—Tengo un botiquín de primeros auxilios en el baño, ¿no lo has visto? Justo detrás del espejo, hay cremas para todo tipo.

Me lanza una mirada extraña mientras comienza a servir el desayuno en los dos platos que están sobre la meseta.

—Preparé café, pero también hay jugo en la nevera.

—¿Debemos tener sexo para que me prepares el desayuno?

Las palabras brotan de mis labios tan rápido que mi mente no procesa si es buena idea o no decirlo, Kyle se detiene, cierro los ojos arrepintiéndome al instante de mis palabras porque evidentemente el hecho de que hallamos follado la noche anterior, no quiere decir que de pronto, mágicamente, seamos un matrimonio normal.

Me preparo mentalmente para las palabras hirientes y crueles que está a punto de lanzar hacia mí, me atrevo a mirarlo para encontrarlo con una sonrisa divertida en los labios.

—Si todo lo que pides después del sexo es un buen desayuno, creo que puedo acostumbrarme.

La vergüenza se va, también el repentino malestar que se había instalado en la boca de mi estómago y mi cuerpo entero se relaja.

—¿Lo ves? Cuando no eres un idiota, eres agradable.

Una risa brota de sus labios, una natural, genuina. Mis labios permanecen curveados hacia arriba mientras él termina de servirnos café y toma asiento en la meseta, justo frente a mí. De este modo, tengo una visión clara de sus abdominales. Se inclina hacia adelante, apoyando el brazo contra las losas ocasionando que los músculos se tensen.

Trato de centrar mi atención en el desayuno, en los huevos revueltos y en los trozos de tocino y pan tostado que lo acompañan. No hablamos, como ya es costumbre así el silencio nos acompaña durante toda nuestra comida.

Cuando acabamos, Ceci ingresa en el momento justo para recoger los platos. No me pasa desapercibida la mirada cómplice que me dedica y la sonrisa satisfecha que tiene en los labios.

—Bueno, creo que estaré bastante ocupada hoy —me excuso levantándome —yo...

El timbre resuena por toda la casa deteniendo mis palabras, Ceci dice que abrirá la puerta antes de desaparecer del comedor y cuando lo ha hecho, me giro hacia Kyle.

—Dime que ella no escuchó todo.

Una sonrisa sarcástica es lo que obtengo como respuesta.

—Tal vez debamos ser mas silenciosos la próxima vez.

La próxima vez.

Las tres palabras giran en mi mente ocasionando un resoplido que se vuelve más fuerte ante la risa divertida de Kyle. No me molesto en comprobar quien es el que ha tocado el timbre, o si de pronto tenemos visitas.

Me escabullo hasta mi habitación y considero la idea de llamar a Lauren, una salida de amigas no me vendría nada mal, excepto que con todo el caos provocado con mi familia, no sé si sea una idea igual de buena.

—Mañana por la noche tenemos una cena —informa Kyle ingresando sin mirarme —tengo que ir a la empresa a recoger unos documentos, y luego pasaré por ti.

—¿Cena con quién?

—Amigos —deja de mirar su celular y me observa —no quiero ser la clase de esposo controlador, pero por favor no uses nada que pueda ser...

—¿Revelador e inapropiado?

—Justo eso —sonríe —¿puedes hacerlo?

—¿Bea estará ahí?

—No lo creo, no me he hecho tan cercano a Ron como para invitarlo a cenas amistosas —admite —pero sabes que si quieres cenar con ella, solo tienes que llamarla, por lo que puedo ver, se llevan bastante bien.

—Sí, es agradable. No como ciertas mujeres que prefieren pasar el rato con las esposas de otras.

Kyle me lanza una mirada que puedo entender perfectamente.

—No voy a responder a eso.

El dejo de molestia vuelve a mi pecho, eliminando el mal humor. Por la forma en la que me miró, sé que ella estará ahí. Sé bien que no puedo reclamar nada, Kyle no es precisamente un esposo ejemplar y que si yo quisiera, también podría acostarme con los hombres que deseara, sin embargo, no puedo tolerar la presencia de Celeste.

—Claro que no vas a responder a eso —mascullo con ironía.

—Aria —hago caso omiso a su llamado, me giro con el propósito de tomar mi IPad y pasar un par de horas tranquilas diseñando en el jardín, sin embargo, cuando nota que tengo la intención de marcharme, me detiene.

Su mano se envuelve alrededor de mi brazo en un agarre firme, pero que no llega a hacerme daño.

—Cuando te llamo, espero una respuesta.

—No tengo la obligación de responderte siempre —espeto tratando de librarme de su agarre.

Kyle cierra los ojos por una fracción de tiempo pero no me suelta, el suspiro que lanza es señal clara de que intenta controlarse pero no sé si lo esté consiguiendo demasiado bien.

—Celeste no significa nada, tú eres mi esposa, no ella.

—¿Y de que me sirve ser tu esposa si al final terminas cogiendo con ella? —muevo el brazo con brusquedad ocasionando que me suelte. —El título de "esposa" no significa absolutamente nada, Kyle.

Suspira con exasperación, pasa una de sus manos por su cabello consiguiendo que los mechones se revuelvan.

—Voy a dejarte esto en claro y será la única vez —dice con firmeza acercándose hacia mí —desde que te convertiste en mi esposa, no ha habido ninguna otra mujer, no me he follado a nadie más que a ti. Lo que viste la otra noche en el restaurante, no fue absolutamente nada. Si su cercanía te molesta, puedo limitarla. Pero es socia de la empresa, no puedo simplemente hacerla desaparecer.

No le doy una respuesta, ¿Cómo decirle que en realidad sus palabras no valen nada si sigue demostrando lo mismo una y otra vez? He aprendido que Kyle Beckham puede ser bastante contradictorio, recuerdo todas las veces que ha prometido algo y nunca ha cumplido.

Esta vez cuando intento irme no me detiene, me siento libre cuando salgo al jardín, gracias al cielo no ha decidido seguirme así que puedo caminar con tranquilidad hasta una parte donde hay la suficiente sombra como para tomar asiento. Antes de abrir el IPad me permito tener un momento, solo un par de segundos, para recuperar el buen humor que estuvo conmigo durante el desayuno.

¿Por qué es tan sencillo darle a alguien el poder de cambiar tus sentimientos con tanta rapidez?

Si quiero sobrevivir a esto, Kyle no debe tener ese poder sobre mí. Al final, cuando consiga lo que quiere...se olvidará de mí.

Y poniéndolo en balanza, tal vez eso es lo mejor que puede pasarme.

Kyle y yo no interactuamos mucho después de esa mañana, ¿extraño? En lo absoluto. En realidad resulta más extraño el hecho de considerar poder llevarnos bien que las discusiones que tenemos luego de cada momento.

Pese a eso, no pude librarme de la cena "amistosa". Opté por un sencillo pero elegante vestido en color beige combinado con unas zapatillas bajas. Mi cabello está trenzado debido al clima un poco caluroso que hace en el exterior y según Kyle, sería una cena al aire libre.

Trató de mentalizarme para el momento en el que esté de frente a la señorita York pero sé que no hay mucho que pueda hacer al respecto. Es decir, no voy a fingir que me agrada y que de pronto quiero ser su amiga. Sin embargo, tan pronto como Kyle llama a la puerta y esta se abre, solo encuentro a otro hombre.

—Creo que no habías conocido a Josh —dice Kyle cuando entramos —¿o me equivoco?

—No —sonrío —encantada.

—El placer es mío, Kyle habla de ti pero parece querer guardarte solo para él.

Josh es un tipo alegre, puedo verlo por la sonrisa que tiene en los labios, un gesto relajado, y porque parece que no se enoja nunca. Es de la misma complexión de Kyle, aunque unos centímetros más bajo, tiene un bronceado que le queda como el tono natural de su piel y es igual de atractivo que mi esposo.

—La comida llegará pronto, estamos en el jardín —dice señalando las puertas transparentes detrás de las que solamente distingo una pequeña mesa redonda y cerca de cuatro sillas.

—Gracias —Kyle empuja mi cuerpo levemente para hacerme avanzar, cuando nos alejamos de Josh, giro levemente hacia mi esposo —¿No dijiste que era una cena con amigos?

—No quería que estuvieses incómoda, y dije que limitaría mis interacciones con Celeste, así que solo seremos Josh, Bea, Ron, tú y yo.

—¿Los invitaste? Creí...

—Aria, realmente puedo hacer buenos gestos si me lo propongo, ¿no lo crees, querida?

Sonrío. Kyle no me devuelve el gesto pero la mirada que me dedica es por mucho la más suave y amistosa que me ha dedicado desde que nos conocimos.

Los demás invitados llegan cerca de quince minutos después, y descubro que la comida que Josh ordenó se trata de Pizza de un conocido restaurante local.

—No esperes mucho glamour cuando se trata de Josh —Kyle sonríe mientras toma una pizza sin preocuparse por coger un plato —una vez, nos hizo comer en trozos de papel recortados en medio de la playa, ni siquiera se preocupó por los cubiertos, o mantas. Simplemente nos llevó a la mitad de la arena, fue divertido, aunque creo que aún puedo recordar el sabor de la arena en la boca.

—Debió ser de lo más divertido —añade Bea —lo más divertido que he hecho ha sido escalar, realmente nunca lo hice y terminé colgándome de una piedra equivocada y cayendo cuatro metros cuesta abajo.

—Eso no es divertido, cariño —Ron le coloca la mano sobre la rodilla —fue peligroso, casi haces que sufra un infarto.

Una risa conjunta se deja escuchar.

—¿Y tú, Aria? —Bea me mira con curiosidad, le da un corto sorbo a su copa y se aclara la garganta —¿algo divertido?

—La primera vez que modelé, estaba tan nerviosa que barrí el cierre del vestido —sonrío levemente recordando la anécdota —estaba tan desesperada porque era mi turno de salir así que terminé colocándole...

—Pequeñas pinzas platas —Kyle termina la frase por mí —su espalda parecía una especie de columna de algún animal. Todos pensamos que era parte del atuendo porque lo diseñó tan bien que parecía parte del vestido.

Lo miro, ¿Cómo sabe eso? En realidad no fue algo tan sonado, las únicas personas que supieron que fueron pinzas en color plata fueron las demás chicas del vestuario. Parpadeo, recuerdo que estaba hablando antes de ser interrumpida así que me aclaro la garganta y continúo.

—El vestidor era un caos cuando llegué, todos estaban preocupados por lo que dirían de las evidentes pinzas pero luego alguien entró y dijo que fue el diseño más alabado, nos reímos mucho porque yo realmente creí que me veía fatal y mi cara en el desfile parecía como si tuviese problemas de indigestión.

Bea comienza a decir algo sobre ser una excelente diseñadora y que quiere ver el video, nos toma unos segundos encontrar el video en YouTube y mientras ellos lo miran, yo giro hacia Kyle.

—¿Cómo lo sabes? —susurro.

—Estuve ahí —su respuesta me deja más impresionada que antes. Él deja de mirarme y observa la pantalla del celular —no parecían tener esa cara, recuerdo que mi madre dijo que para ser una modelo principiante, lo hiciste bastante bien.

La forma en la que habla, como parece que en algún punto el odio nunca existió, me clava la duda mucho más profunda. ¿Cómo surgió todo eso? ¿De qué manera empezó?

—Era una adolescente, ¿Cómo lo recuerdas?

—Yo no era tan adolescente —sonríe —no importa. Fue hace tiempo, ¿no?

Cuando Bea me devuelve el celular trato de parecer interesada y participe de la conversación, pero no puedo quitarme el asunto de la cabeza. De pronto necesito entender como surgió todo el odio, quién lo comenzó, porqué se originó.

Un simple acuerdo con un mal final no tiene porqué significar que dos familias quieran asesinarse.

En el coche, mientras volvemos a casa, esta vez mi silencio es distinto. Observo por la ventana, tratando de recordar cualquier cosa sobre la relación que mi familia mantuvo con los Beckham. ¿Alguna vez fueron amigos? ¿Qué les hizo mi abuelo, mi padre?

Cuando llegamos a casa, Kyle es el primero en entrar al baño. Me desvisto en la habitación y me cambio por la bata de dormir, permanezco impaciente hasta que sale del baño y cuando lo hace, se detiene justo frente a mí.

—¿Qué pasa ahora?

—Es que no entiendo —susurro —parece como si hubo un punto en el que nunca nos odiarían. Quiero entender pero...

—Ya te dije que no tienes que entender...

—Pero quiero hacerlo, Kyle —me incorporo. Soy consciente de como su mirada me recorre, como sus ojos escanean cada rincón de mi cuerpo y sus pupilas adquieren un brillo distinto —por favor.

—No quieres —asegura —es mejor así. No tienes que saber, no tienes que entender.

Cuando cruza por mi lado, pierdo los estribos.

—¿Por qué? —grito enfurecida —¡Estoy harta de que todos me utilicen pero no sean capaz de darme honestidad! ¡Lo merezco, Kyle!

—¡Claro que no! —grita de vuelta. —No lo mereces en lo absoluto.

—Oh, así que solamente me tratas bien para el sexo, ¿no es cierto? —inquiero sintiéndome de pronto decepcionada —esto es lo que trato de decir, Kyle. No puedo...no puedo seguir así. No puedo con tu indiferencia, amabilidad, odio y empatía. No puedo con todo al mismo tiempo, estoy cansada de tratar de entender si me odias y porque al otro día eres amable. Dices que mi familia debe pagar pero no me dices el porqué. Sé que se odian pero no comprendo como es que dos personas pueden llegar al grado de querer asesinarse.

—Aria...

—Y no soy estúpida, Kyle —susurro —no pretendo que me ames, no lo deseo siquiera. Quiero que te olvides de mí cuando obtengas lo que quieres, que me dejes ser feliz, pero mientras tanto...mientras tanto deseo saber por qué.

—No.

—Kyle —mis ojos se humedecen y la desesperación me consume —por favor, te lo suplico, dime porque nos odias tanto.

Su rostro se contrae con furia, o dolor. No puedo descifrarlo, se acerca hasta tomarme por los hombros, jadeo cuando su agarre se vuelve firme, casi violento.

—Porque perteneces a una familia de asesinos.

Me suelta, lo observo con incredulidad.

—No —sacudo la cabeza —nunca hemos...es decir...

—¿Quieres saber por qué, querida? —sonríe de esa misma forma fría y cruel —bien.

Me toma del brazo, ahogo un grito cuando tira de mí rumbo a quien sabe dónde. Sus pasos son rápidos, casi corro a su lado mientras sus dedos envuelven con firmeza mi brazo, y parecen quemar en mi piel.

—¡Me haces daño! —exclamo pero a él parece no importarle. Continúa su camino, tropiezo un par de veces cosa que no lo hace detenerse, simplemente sigue y sigue hasta que llegamos a una especie de salón.

Empuja las puertas, el silencio nos recibe. Sus ojos han dejado de ser amables, ahora son salvajes, llenos de una furia que no sé si es dirigida hacia mí.

Eleva la mano y señala un punto detrás de mí, cuando giro, encuentro el retrato de dos personas, su padre, y su hermano.

—Voy a contarte una historia, Aria —su voz cruel me hace estremecer —una historia de como un hombre lleno de ambición y poder, acabó con una familia entera.

Lo siento ponerse detrás de mí, su pecho choca contra mi espalda, su mano toma mi mentón y me eleva la cabeza consiguiendo que mire directamente al retrato de enfrente.

—Ellos asesinaron a dos de las personas a las que mas amaba —dice con amargura —me los quitaron sin remordimiento, me los arrebataron aún cuando supliqué que no lo hicieran. Tú abuelo mató a mi padre, y tu padre, a mi hermano.

El horro me llena mientras las lágrimas se escapan de mis ojos, mi corazón late fuerte y rápido, mi garganta aprieta en un nudo tan fuerte que no puedo contener.

—¿Quieres la verdad? —me gira, encontrándose con mis ojos —entonces la tendrás, querida.

El frío de sus ojos me cala, me aprieta el corazón y me deja saber que, pase lo que pase, Kyle Beckham jamás va a dejar de mirarme con el odio que ahora mismo brilla en sus pupilas.

No dejará de odiarme, sin importar lo mucho que yo desee que eso suceda. 

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