11.- Precios y consecuencias
Kyle
Dominick me observa con total diversión.
—Deja de mirarme así —exijo.
—¿Así como? —se acomoda mejor y le da un sorbo al vaso de licor que sostiene en una de sus manos.
—Como si de pronto Kyle se hubiese convertido en una criatura de lo más extraña —Josh sonríe y se acomoda al costado de Dominick. —Aunque es cierto, verlo en faceta de esposo es algo nuevo, ¿o no?
—Oh, cierren la boca los dos —me quejo —no sé porque acepto estas salidas con ustedes si sé perfectamente las intenciones que tienen.
Mis amigos se ríen, Dominick se incorpora para conseguir cambiarse de asiento y quedar a mi costado, resoplo con molestia. Es como si de cierta manera, el hecho de casarme con Aria hubiese cambiado absolutamente toda la percepción que mis amigos y conocidos tenían sobre mí.
¿Es que acaso el matrimonio es algo que te cambia tanto?
Una cosa es no tener fe en el matrimonio, otra muy distinta que sea una desgracia convertirse en un esposo.
—¿Qué tal ha resultado ser la nueva señora Beckham? —la sonrisa burlona de Dominick me molesta más de lo que debería.
—No planeo discutir los detalles de mi matrimonio contigo —espeto —así que será mejor que cambies de tema.
Josh se ríe claramente divertido de la frustración de Dominick al no obtener información alguna sobre mi matrimonio, y cuando me encuentro su mirada, parece algo satisfecho de ser el único con el que me permito compartir información.
Decidí aceptar la invitación de Dominick luego de salir del trabajo, lo cierto es que no tengo muchas ganas de encontrarme ahora mismo con mi esposa. No cuando cada que la miro con esos sencillos y cortos camisones para dormir, la cabeza parece querer explotarme al punto de sentir una necesidad de obligarla a ser mía.
Recuerdo sus palabras, la manera en la que parecía tan segura que no despierta nada en mí. ¿Cómo podría no hacerlo? Tendría que ser un idiota castrado para no sentir la molestia en mi miembro cada que sale del baño con esas simples y finas telas que dejan ver claramente sus pezones y más piel de la que puedo resistirme.
—Kyle —parpadeo saliendo de mis pensamientos.
—¿Qué?
—Celeste hará una cena, un evento para los socios, ¿asistirás?
—¿Por qué no me lo dijo? —arrugo la frente —sabe bien que cualquier actividad que involucre a los socios se me debe informar. A veces creo que se toma demasiadas atribuciones.
—Bueno, es una de las accionistas principales, claramente puede tomarse atribuciones.
—Como dejar que la fotografíen junto a ti y no molestarse porque la prensa la considere tu amante.
Resoplo, me incorporo del asiento y miro a ambos con irritación.
—Celeste no es mi amante, y lo que la prensa crea en realidad me tiene sin cuidado. Ella sabe perfectamente que toda cuestión relacionada con las empresas, se me debe informar de manera inmediata.
Dominick se encoje de hombros, se incorpora también y comprueba la hora en el reloj que tiene alrededor de la muñeca.
—Bueno, pues ya has sido informado —sonríe —supongo que nos vemos.
No dice mucho, apenas y eleva la mano en señal de despedida y sale de la casa. Josh se incorpora, camina hasta colocarse a mi lado y cruza los brazos sobre su pecho.
—¿Has pensado en tu plan?
—Sí —lo miro —debe comenzar pronto. Los Anderson están con la guardia baja, creen que mi matrimonio con Aria ha aplacado mi sed de venganza pero no es así. El hecho de que me hayan entregado a su hija no significa absolutamente nada, no cambia lo que hicieron.
—¿Has pensado en lo que pasará luego de que tu venganza finalice?
Fijo mi atención en el fuego, en la madera que se consume, en las partículas elevándose antes de consumirse. Desde el momento en el que Benjamín entró ofreciéndome a su hija como acuerdo de paz, supe lo que pasaría.
Aria no forma parte de la ecuación, no asesinaré a una mujer que se convirtió en mi esposa. Si es lo suficientemente leal a mí, puedo considerar darle la vida que se merece, una tranquila, lujosa y acomodada vida lejos de mí y de mi familia.
Pero lo que ocurrirá con la suya...
—Va a odiarme —murmuro —aunque en realidad ya lo hace. Sus sentimientos no sufrirán cambios, solo se incrementarán. No será un problema para mí.
—¿Qué pasará con tus hijos? ¿Con los herederos que tu madre espera?
Giro por completo hacia Josh.
—No los habrá. Mi madre en realidad odiaría a alguien que comparta la sangre de los Anderson con la de los Beckham. Prefiero ahorrarles a los bebés el sufrimiento de no ser deseados. Fanny seguramente será capaz de darle los herederos que pida, estará tan de acuerdo conmigo de que ningún hijo de Aria será bienvenido.
—Si sabes que no solo serán hijos de Aria, ¿cierto? Serán tus hijos también.
—Llevarán su sangre —replico acabándome el contenido del vaso de licor que sostengo —es suficiente para que considere no tenerlos.
Dejo el vaso de cristal a un lado, miro a mi amigo una última vez antes de salir. Él, como todos, saben lo que ocurrirá una vez que la promesa que le hice a mi padre se cumpla.
Aria podrá ser blanco de mi bondad, pero toda su familia...lamentará el fatídico día en el que decidieron traicionarnos.
Cuando llego a casa, espero todo, excepto encontrar un auto que reconozco a la perfección.
El auto de Henry Anderson.
Si tenía un poco de tranquilidad antes de entrar a la casa, ahora se ha esfumado por completo. La ira corre por mis venas conforme empujo las puertas de manera y me encuentro con Ceci.
—Ky...
—Dime que no se ha atrevido a meter a esa gente a mi casa —exijo apretando los dientes —dime que mi mujer no ha hecho eso.
—Intenté explicarle que no era buena idea pero...
La esquivo, ignoro lo que dice y pronto la dejo atrás, las voces en la cocina captan toda mi atención y pronto me estoy encaminando hacia ahí, siento la furia correr por mis venas, la ira cruda centrarse en mi pecho mientras empujo la puerta que separa la cocina del pasillo y... me detengo.
Aria esta riendo, tan sincera, tan genuina. Henry no está aquí, pero su esposa sí. Una mujer con la misma cabellera rubia que Aria, ambas se encuentran una frente a la otra, mi esposa tiene una sonrisa como probablemente nunca le he visto y luce relajada, tanto que por un instante me permito admirarla. Admirar su delgada silueta que ahora reluce con el top que porta, y sus piernas tonificadas que definitivamente me dejan saber que debió pasar muchas horas en el gimnasio.
Su cabello está recogido en una coleta descuidada pero sigue luciendo tan malditamente hermosa.
¿Hermosa? Joder, no. Aria es hermosa pero eso no debería significar absolutamente nada.
—Lamento interrumpir.
Mi esposa se sobresalta, su cuerpo se tensa y la sonrisa desaparece. Por el contrario, su abuela permanece tranquila, girándose lentamente antes de encararme.
—La misma costumbre que mi esposo, aparecerse como sombras sin hacer un solo ruido.
—Kyle, espero que no haya problema con que mi abuela esté aquí —Aria se baja del asiento en el que está y se aproxima —vino de visita y creí que...
—No tienes que explicarme nada —la firmeza de mi voz la hace callar —señora Anderson, no quiero ser grosero...
—No, en lo absoluto —la mujer hace un ademán con la mano y sonríe —no tienes que fingir conmigo, Kyle, aprecio más la sinceridad que la hipocresía.
Mis manos se cierran en puños, dejo de mirar a la mujer para centrar mi atención en mi esposa. Tiene una mirada suplicante, rogando en silencio porque no haga nada. No planeo hacerlo, la esposa de Henry en realidad no tuvo nada que ver, pero es igual de culpable como Aria.
Aunque probablemente si mi esposa es lo suficientemente obediente, pueda permitir que ambas sobrevivan a mis planes.
—Entonces debe de saber que mientras yo esté aquí, me gustaría no tener que presenciar estos encuentros.
Antes de que pueda responder, Aria se adelanta diciendo algo sobre lo mucho que le agradó ver a su abuela y llevándosela de mi vista antes de darme la oportunidad de asegurarme que mis palabras le han quedado claro.
Permanezco en la cocina, sintiendo la molestia crecer mientras intento recuperar la compostura que esa familia me arrebata con tanta facilidad, para cuando Aria vuelve, estoy casi seguro de que puedo hablar con ella sin estallar.
—Lo siento —es lo primero que dice —no creí...pensé que llegarías mucho más tarde. Ella ya casi se iba y yo...
—No quiero a nadie de tu familia aquí.
—Kyle...
—Una cosa es que tolere tu presencia, y otra muy distinta que tenga que tolerar a toda tu maldita familia —la encaro, Aria se mantiene en su lugar conforme me acerco, eleva la barbilla para no perder el contacto visual y sonrío ante su aparente fortaleza. —No quiero volver a verlos bajo mi techo. Estás advertida.
La esquivo, las palabras de Josh vienen a mi mente.
Esto se me va a salir de las jodidas manos si no comienzo a actuar pronto.
Aria no me sigue, no es probable que lo haga así que voy hasta la habitación y marco el numero de la persona a la que menos pensaba llamar.
—Kyle —su voz produce tanta repulsión en mi como antes.
—Henry, creí haber dejado en claro que ningún Anderson era bienvenido en mi hogar.
—Es curioso, porque tienes a mi nieta bajo tu techo.
Una risa brota de mis labios, sacudo la cabeza y me apoyo contra el balcón.
—Tu nieta ya no es una Anderson —le recuerdo —es una Beckham ahora.
—No lo creo, ella sabe bien lo que es.
Mis dedos se envuelven con firmeza alrededor del teléfono.
—Sabes porqué acepté este matrimonio, ¿o no, Henry?
Silencio.
—Sabes bien porque convertí a Aria en mi esposa. Tú, mejor que nadie, sabe como es que esta guerra comenzó. Y lo mejor, sabes bien como acabará.
—Odiaría tener que dejar a mi nieta viuda —su voz confiada me produce nauseas. Parece que creen que el poder nunca se les será arrebatado.
—Sí, yo también odiaría eso porque, ¿sabes que es lo que pasará con ella si yo muero?
Otro silencio.
—En el momento en el que yo muera, Henry, su vida se volverá un infierno. tengo hombres que se la llevarán antes de que puedas rescatarla, no estaré para impedir que hagan con ella lo que quieran, estaré muerto después de todo.
—Kyle...
—Y sí, seguramente antes de matarme quieras llevártela, ponerla a salvo, pero déjame decirte algo...la encontrarán. Y creo que odiarías verla sufrir, sabes bien lo que les pasa a las mujeres que se quedan sin la protección de sus esposos, sobre todo...cuando no tienen hijos que puedan rogar por su vida.
No hay respuesta. Sonrío satisfecho.
—Te dije que me vengaría, Henry. Esto solo está comenzando.
Cuelgo la llamada sin esperar una respuesta, aún estoy apretando el teléfono tan fuerte que tengo que obligarme a mí mismo a recomponerme, a recobrar la calma, el control.
Para cuando Aria entra, ya estoy en la cama, fingiendo que no acabo de tener una amenazante conversación con su abuelo, la escucho meterse a la cama, su respiración lenta es lo único que percibo, ella es la primera en dormirse mientras yo me quedo en vela, considerando todos los precios que serán pagados una vez que mi venganza se haya consumado.
Aria
El hecho que de mi abuela haya venido de visita no vuelve a ser mencionado por Kyle. Y en realidad, eso es algo que me alivia. Sabía que no sería buena idea el mantener a mi familia bajo el mismo techo pero la soledad a veces resulta tan abrumadora que el ver a mi abuela en la puerta con las galletas que solía prepararme cuando era pequeña, fue más de lo que pude tolerar y olvidé todas las consecuencias que su presencia podía traer.
Sin embargo, mi esposo parece haberlo olvidado.
Ahora, me ha arrastrado a una cena de negocios, cena en donde él insistió que deberíamos presentarnos ambos, pero a la que definitivamente me arrepiento de venir porque:
Motivo número uno, la anfitriona no es nada más que Celeste York.
Y segundo, todos en la mesa parecen tener una curiosidad inmensa por saber acerca de nuestro matrimonio, sé que Kyle ha intentado desviar la atención hablando de negocios pero inevitablemente esta vuelve a nosotros.
Resulta ser que la cena fue para dar la bienvenida a dos nuevos socios, Bea y Ron Collins. Una pareja joven que ha invertido muchísimo dinero, según palabras de Kyle, en el nuevo desarrollo de un auto en el que la empresa de Kyle se encuentra trabajando.
—Así que Aria, ¿en serio vas a reservarte los detalles de este sorprendente hecho? —Celeste nos mira con diversión —¿no planearon una luna de miel?
—En realidad no —trato de mantenerme lo más serena que puedo —Kyle tenía demasiado trabajo, y yo tengo en pausa mi carrera así que decidimos que lo mejor era quedarnos en casa y disfrutar de nuestras primeras semanas como matrimonio, ¿cierto, querido?
Siento la penetrante mirada de Kyle sobre mí. Cuando me atrevo a mirarlo, tiene una sonrisa en los labios, tan maliciosa como de costumbre.
—Cierto, Aria ha querido abandonar el modelaje así que estamos en un periodo de descanso.
Mi mano se aprieta contra la tela de mi vestido, en realidad el termino "abandonar" no es el correcto, no cuando fue él quien me obligó a renunciar.
—Bea me hubiese asesinado si no le hubiese dado la luna de miel por Europa —dice Ron con una sonrisa —ustedes parecen ser una pareja bastante peculiar.
¿Peculiar? Bueno, nos odiamos, él quiere asesinar a mi familia y probablemente a mí también así que el termino peculiar en realidad nos define bien.
—Mucho más cuando sus familias no son precisamente amigas entre sí, ¿no es cierto?
—Celeste —el tono que Kyle usa es firme, tan autoritario pero ella no se inmuta.
—Supongo que a veces el amor es más fuerte —suelta una risa divertida —¿qué opinan ustedes?
Ron parece no saber muy bien que decir, pero Bea me sonríe y extiende la mano hasta colocarla sobre la mía, la cual ni siquiera me he percatado de que se encuentra hecha un puño.
—Ron y yo nos odiábamos cuando nos conocimos —suelta una risa divertida —él en realidad me consideraba demasiado molesta a insoportable y yo lo catalogué como un patán. Apenas y podíamos estar cerca el uno del otro, hasta que un día alguien nos obligó a trabajar juntos, de eso dependía nuestro puesto en la empresa en la que estábamos, así que lo hicimos. Y créeme, a veces el odio no se transforma en amor, a veces solo te das cuenta de que en realidad no odias a la persona, que nunca la has odiado.
—A veces solo hace falta que alguien te obligue a abrir los ojos —Ron me dedica un guiño, luego sonríe hacia Kyle —ya lo he dicho, son una pareja peculiar.
No encuentro que responder, mi mente se queda en blanco y me quedo con la sonrisa que Bea me sigue obsequiando, luego, ellos mismos son los encargados de cambiar el tema y hacer como si absolutamente nada pasó.
La cena pasa con éxito, Bea y Ron se despiden e intercambiamos números para poder mantener el contacto, Bea dice que me llamará para poder tomar algo y una parte de mí se siente aliviada de comenzar a encontrar amistades en esta "nueva vida".
—Te alcanzo enseguida —murmuro hacia Kyle cuando nosotros vamos de salida —tengo que pasar al baño antes.
—Te espero en el pasillo —dice sin mirarme por más tiempo del necesario.
Asiento, me da la espalda y yo me refugio en el interior del sanitario. Observo mi reflejo, opté por un sencillo pero elegante vestido de satín rojo, la tela se me ajusta y llega hasta la mitad del muslo, el escote es menos pronunciado pero sigue dejando la curva de mis pechos un poco a la vista. Mi cabello sigue tan liso como cuando salimos de casa, y apenas tengo que retocarme con un poco de polvo para eliminar el brillo.
Tomo esos escasos minutos lejos de Kyle para recomponerme, las palabras de Bea siguen sonando en mi mente y sonrío a mi reflejo porque es demasiado fácil hablar de amor cuando no te encuentras en un matrimonio con un hombre que ha repetido una y otra vez lo mucho que te detesta.
Hubiese sido sencillo si lo que hay entre nosotros fuese un simple prejuicio, un mal juicio sobre el otro, pero no. Estoy segura de que lo que existe entre mi familia y al suya, es mucho más fuerte.
Decido salir del baño cuando considero que ya he pasado mucho tiempo ahí, sin embargo, cuando lo hago...quiero volver dentro.
Celeste está frente a Kyle, en realidad frente a él no es la descripción, está pegada a él. Una de sus manos se encuentra subiendo por la curva de su cuello, la otra, juguetea con la corbata. Y él...él le está jodidamente sonriendo.
Le sonríe como a mi nunca me ha sonreído, un gesto coqueto, casi natural. Sus labios se mueven diciendo algo a lo que ella ríe y lucen como una pareja perfecta. Mi pecho se aprieta y la respiración se me corta, pero recuerdo mis palabras...recuerdo aquello que le dije...recuerdo que prometí que no me dejaría humillar otra vez.
Así que camino hasta ellos, ninguno se sobresalta cuando llego, exceptuando al cambio en el rostro de mi esposo, no parece haber culpa o arrepentimiento.
—Lamento interrumpirlos, pero tenemos que irnos, Kyle.
—Estoy segura de que puedes irte sola en el auto, Kyle y yo tenemos un par de negocios que tratar.
Mis manos se aprietan.
—Celeste, no necesito que menciones a los negocios para justificar que quieres tener sexo con mi esposo —parpadea, claramente sorprendida por lo directo de mis palabras —como le dije a Kyle, no me interesa si te lo coges o no, mientras no manchen mi imagen, puedes tirártelo las veces que quieras.
Luego miro a Kyle.
—Y sí, soy perfectamente capaz de volver en el auto sola.
No espero una respuesta, me doy la vuelta y me alejo, mis pasos sonando contra las losas perfectamente pulidas, mi corazón golpeando con fuerza contra mi pecho. No he conseguido ni siquiera ver la salida cuando una mano firme se envuelve alrededor de mi muñeca.
—Suéltame —exijo sin mirar de quien se trata porque sé perfectamente quien es.
—Él que da las órdenes soy yo —sisea con la molestia en la voz.
Me giro, él se detiene. Elevo el mentón, me encuentro con sus fríos ojos celestes mirándome con intensidad.
—La escena del pasillo fue completamente innecesaria.
—¿Escena? No hice ninguna escena —finjo una sonrisa —pero parece que eres tan malo para mantener tus promesas, me ofreciste fidelidad a cambio de mi lealtad y ¿qué es lo que haces? Dejas que ella te arrincone en un pasillo, te juro Kyle que si alguien toma una foto y la publica...
—Nadie va a tomar ninguna fotografía, y deja de hablarme en ese tono...
—¿O qué? —me libero de su agarre —estoy harta de no recibir nada de ti.
De pronto me siento frágil, vulnerable.
—Me exiges más y más y tú no me das a cambio absolutamente nada. Quieres que me ponga de tu lado asegurándome que me darás protección, pero he descubierto que eres un mentiroso, Kyle Beckham...y que tú palabra no vale absolutamente nada.
Las lágrimas nublan mi visión pero consigo retenerlas mientras atravieso el restaurante con dirección a la salida. Supongo que Kyle ya ha pedido los autos porque lo reconozco, no me molesto en voltear aún cuando escucho la voz de mi esposo llamándome, abro la puerta trasera justo cuando Kyle grita:
—¡Aria esa no es nuestra! ¡Detente!
Antes de que pueda hacer algo, alguien tira de mí. La puerta se cierra, ahogo un grito cuando un par de manos me sujetan llevándome al interior, y luego el paño contra mi rostro impidiéndome respirar.
Mi corazón martillea con furia contra mi pecho, el pánico creciendo en mi interior antes de que la calma llegue, y todo se vuelva negro.
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¿Es demasiado pronto para el drama? ¡Prepárense que apenas comienza!
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