1.- Un deber que cumplir.
Aria.
He intentado entender como es que llegué a este punto. Se supone que estaba bastante consciente de lo que sucedería, de cual era mi deber. Desde que tengo uso de razón se me ha educado para saber que tengo que hacer lo que sea, cualquier cosa, que nos ayude a garantizar el poder de mi familia, poder que llevan manteniendo por décadas, poder que no se permitirían perder por nada del mundo, aún cuando eso significa casar a tu única hija con tu mayor enemigo y el hombre al que más odias.
Estoy haciendo mi mejor esfuerzo para no perder el control, apretando las manos tan fuerte en mi regazo que tengo las uñas clavadas en mis palmas.
—¿Kyle Beckham? —inquiero con cautela —¿Qué acaso no es ese hombre al que odias tanto?
Mi padre se pellizca el puente de la nariz.
—Lo es —suspira —pero hemos charlado esta mañana, y hemos llegado a un "acuerdo".
Mi madre suelta una risa sarcástica.
—No, no puedes estar hablando en serio —lo señala con reproche —¿con ese hombre? ¿De verdad? Estoy seguro de que tienes una larga lista de candidatos perfectos para Aria.
—Los tengo, pero créeme, nadie puede ser mejor para Aria, que Beckham. Esta unión nos permitirá pro fin acabar con todo el maldito desastre que hemos ocasionado, puede que tal vez al fin nos dejen en paz.
—¿Acuerdo? —El rostro de mamá se enrojece con furia, estoy bastante segura de que está haciendo su mejor esfuerzo para contenerse y no decir exactamente que es todo lo que piensa sobre la decisión de mi padre. —Estoy bastante segura de que lo único que ese hombre quiere es asesinar a nuestra hija apenas la tenga bajo su poder.
Me estremezco. Dios, detesto que mis propios padres me traen como un objeto, como una maldita moneda de cambio.
—Esto se ha hecho en nuestra familia por décadas —le recuerda mi padre —y las decisiones, nunca se cuestionan.
—Eso es porque ninguno había perdido la cordura como tú —espeta mi madre con más valentía de la que alguna vez le he visto usar —has dejado de ser racional, Benjamín.
—Cuida tus palabras —advierte mi padre apretando los puños.
—Si quieres que cuide mis palabras, entonces no digas estupideces...—mamá ni siquiera tiene la oportunidad de terminar la frase.
Cierro los ojos cuando la palma de mi padre se encuentra contra el rostro de mamá.
Un silencio se instala en la sala, las respiraciones agitadas y el sonido del reloj corriendo es lo único que puede percibirse.
Miro a mis hermanos, ellos tienen la mandíbula apretada, tan enojados como mi madre pero ninguno se atreve a decir nada.
—La decisión ya ha sido tomada —la voz de mi padre brota con frialdad —y nadie va a interponerse, ni siquiera tú. ¿No estás de acuerdo? Bueno, eso no me importa ni un poco, Micaela, deberías saberlo ya.
—Bueno, pues cuando tu jodido acuerdo se vaya a la mierda, no quieras buscar más culpables.
Mi madre se va tras decir aquello, dejándome rodeada de tres hombres que evidentemente no harán nada por mí. Cuando mi padre me mira, le sostengo la mirada, aún cuando por dentro lo único que quiero es ir a esconderme.
—¿Tienes algo para decir?
—No, padre —sonrío con falsedad.
Claramente no quiero casarme con un completo extraño, mucho menos cuando el hombre es odiado por la mitad de mi familia, y la otra mitad lo quiere muerto, sin embargo, no hay mucho que pueda hacer.
En esta sociedad, cuando tus padres eligen a tu futuro marido, no hay poder en la tierra que pueda cambiar la decisión.
Muchas personas creen que los matrimonios arreglados son cosa del pasado, que ahora todas las personas tenemos la libertad de elegir a la persona con la que compartiremos el resto de nuestras vidas, o, por el contrario, quedarnos en soltería sin que eso importe.
Sin embargo, para mí no funciona así. Para las familias hambrientas de poder, nada funciona igual.
En el mundo en el que he crecido, los matrimonios arreglados son un secreto a voces. Cuando cumples los veintiún años, es el momento exacto para que tus padres se enfrasquen en una búsqueda para hallar al esposo perfecto. No hay voz, ni voto.
Lo único que debes hacer, es aceptar.
Benjamín entrecierra los ojos hacia mí. Su mirada dura escaneándome, tratando de encontrar algún signo de debilidad.
—Tal vez ella no tenga nada para decir, pero yo sí —Brent se incorpora —no voy a aceptar a ese idiota en esta familia.
Nuestro padre resopla con irritación.
—Ese hombre nos odia tanto como nosotros a él, ¿Por qué precisamente su familia ha sido tú elección? —inquiere.
—Nos odia, pero es tan poderoso como nosotros —añade mi padre.
El señor Beckham es un conocido empresario de la industria automotriz, un "soltero codiciado", según lo llama la prensa, e increíblemente atractivo. A sus treinta años se ha convertido en todo un adonis, fácilmente podría conseguirse un trabajo de modelo y seguramente sería muchísimo más rico de lo que es ahora.
Sin embargo, lo verdaderamente importante aquí, es que Kyle Beckham, odia a mi padre. Sí, literal y metafóricamente, cada significado que la palabra odiar puede tener, es la clara representación de lo que el uno por el otro siente.
Mi familia se ha dedicado por años al ramo de las empresas inmobiliarias. Hemos formado nuestro propio imperio, o bueno, en realidad ellos han formado, ya que parece ser que las mujeres de la familia lo único que debemos hacer es buscarnos esposos tan poderosos como los hombres de nuestra familia.
Sin embargo, los Beckham y los Anderson han tenido una enemistad de décadas que empezó con nuestros abuelos, un intento de asociación que en realidad terminó terriblemente mal y condenó a los Beckham a años de "ruina", o al menos, esa es la escasa información que se nos permite saber.
Aunque claro, no es como si los necesitáramos a ellos para saber. La prensa y el internet tienen cientos de teorías, una gran parte acusa a mi familia por tener un juego sucio en su primer intento de asociación, y muchos otros simplemente dicen que son negocios que resultaron mal cuando dos hombres hambrientos de poder deciden unirse.
Así que resulta sorprendente que ahora mi padre haya tomado la decisión de que su única hija mujer, se case con su mayor rival y enemigo.
Tal vez mi padre me odia y es su forma de deshacerse de mí sin levantar sospecha alguna.
Si es así, le funcionará de maravilla.
—¿Te olvidas que me apuntó con su jodida arma delante de todos en la última gala en la que estuvimos? —espeta con coraje Travis, mi segundo hermano —no puedes considerar que unirnos con esa familia sea algo sensato.
—No es sensato, pero es inteligente. Kyle Beckham quiere la paz, yo quiero lo mismo. No me conviene como enemigo, el hijo de puta cada vez se hace más poderoso, si puedo asegurarme que no nos joda...
—Que conviertas a Aria en su esposa no es ninguna garantía. Puede matarla en la noche de bodas y tu jodido acuerdo se iría a la basura.
Me estremezco al escuchar por segunda vez que Kyle Beckham puede asesinarme. ¿Es que eso no es motivo suficiente para cancelar todo eso? Eso solo me demuestra lo poco importante que soy para esta familia, carajo, debí aceptar la oferta de Lauren para mudarnos a otro continente.
—No voy a discutir mi decisión. Ya la he tomado, Beckham espera que acudamos esta noche a su casa para hacer oficial el compromiso.
—Que te jodan —Brent brama con tanta molestia como nunca antes lo he escuchado.
Mi padre guarda silencio, si no recurre a la violencia, es porque mis hermanos son tan capaces de devolverle el golpe con el doble de fuerza. Los maltratos físicos ya no funcionan con ellos.
—No cuentes con nosotros —dice —no vamos a aceptar esto. Así que tendrás que dar la cara por todos los Anderson.
Ninguno se percata de mi presencia cuando cruzan por el pasillo, casi tan cerca de mí pero sin prestarme atención. Cuando la puerta de la entrada se cierra con fuerza, volteo hacia donde mi padre aún permanece.
—Espero que valgas la pena —es todo lo que dice antes de desaparecer en el interior de su estudio, y dejarme con las palabras flotando en el aire hasta que me alcanzan, y se me clavan en el pecho.
Espero que valgas la pena.
Mis ojos se humedecen y ni siquiera entiendo por qué. Hace mucho que las palabras de mi padre dejaron de dolerme, pero la humedad en mis ojos no se debe a eso.
Sino que sé perfectamente que si valgo la pena para alguien, ese alguien no es Kyle Beckham.
Mis hermanos pese a estar en desacuerdo, no hicieron mucho para oponerse más que de palabra a la unión de mi familia con los Beckham, en realidad, también se mantuvieron firmes en su decisión de no aparecer en la cena y mi madre parece que al final lo ha aceptado por completo.
Sé que, aún así toda mi familia se opusiera, ninguno tendría la valentía para hacer algo y evitarlo. Después de todo, todos tienen sus propios asuntos que atender, sus propias familias por las cuales preocuparse.
Es así como termino aquí, en la sala de una enorme y lujosa mansión perteneciente al mayor enemigo de mi padre. Un hombre al que nunca imaginé que podría tener frente a frente.
Estamos en su recibidor, aguardando por el momento en el que el señor Beckham decida atendernos. Mi padre no está feliz de estar aquí, mi madre mucho menos, parece ser que soy la única que parece "tranquila", al estar en esta mansión.
Kyle Beckham reside en una de las zonas más lujosas de todo Washington, las mansiones que rodean las casas son tan grandes y lujosas como esta, hay autos deportivos adornando las entradas, y probablemente a mi padre le enoje más el hecho de que los Beckham destilen más poder que él.
—Solo esto faltaba —se queja mi madre —que se digne a hacernos esperar. Como si no tuviese cosas más importantes para hacer.
—Supongo que solo intenta irritar — mi padre toma una inhalación —y lo está consiguiendo el hijo de perra. Si se le ocurre hacernos esperar más tiempo...
—Anderson —las palabras de mi padre se detienen —creí que habíamos dejado las amenazas a un lado.
Me sobresalto ante la voz firme y autoritaria que se hace presente en la sala. Mi padre no parece sorprendido, sin embargo, el desagrado se filtra en su semblante. Me incorporo, dirigiendo mi atención hacia el dueño de la voz.
Kyle Beckham es impresionante, tan imponente como ningún hombre que he conocido. A sus treinta años, sus rasgos son finos, maduros. Tiene una mirada de hielo que se ajusta perfectamente al color celeste de sus ojos.
Porta un traje en color azul claro, por debajo tiene una camisa blanca con los botones superiores abiertos, y no necesita usar corbata para verse elegante. Todo en él grita glamour, el costoso reloj que porta en su muñeca izquierda reluce, captando la atención, haciendo la función para lo que fue diseñado.
Tiene la mandíbula marcada, la barba perfectamente recortada y una nariz perfilada que me causa envidia y me hace cuestionarme si es natural o es de los muchos hombres que recurren a los procedimientos estéticos porque es imposible verse así de bien.
—Así es —mi padre sonríe con falsedad.
Un silencio se instala en la sala antes de que su mirada se desplace hacia mí, sonríe, sus labios se curvan hacia arriba mientras sus ojos me recorren, hay una emoción que no reconozco y lucho por mantenerme tan erguida como puedo.
—Tu debes ser Aria —dice dando un paso hacia adelante.
Tengo el instinto de retroceder cuando sus pasos acortan la distancia y se planta con firmeza frente a mí. Extiende la mano, casi por instinto, yo lo hago igual. Su piel y la mía entran en contacto, para ser un hombre "detestable", está comportándose como todo un caballero.
Eleva el dorso de mi mano hacia sus labios y juro que si no he colapsado justo ahora, es de puro milagro. Retengo la respiración cuando sus labios tocan mi piel, él parece perfectamente consciente de los efectos que provoca porque retiene la sonrisa, mirándome con diversión.
—Un placer, señor Beckham —intento mostrarme lo más tranquila posible, como si no estuviese sosteniendo la mano del hombre que según mi familia "puede asesinarme".
Sus ojos se centran en los míos, y veo en ellos un destello de todo lo que puedo esperar. Tiene una mirada firme, maliciosa, una mirada que me muestra que sabe exactamente lo está haciendo.
—El placer es todo mío, señorita Anderson —su sonrisa se vuelve fría —¿pasamos al comedor? La cena se enfría.
Mientras camino en dirección al lujoso comedor, una sensación extraña me llena. Volteo, encontrándome con el par de ojos fríos y calculadores de mi futuro esposo.
Ahí entiendo, Kyle Beckham definitivamente sabe lo que está haciendo. Recapitulo aquello que le dije a Lauren.
¿Nadie puede ser peor que mi padre? Bueno...estaba a punto de descubrir que detrás de ese rostro de Dios griego...se encontraba sin duda alaguna...el peor de los monstros.
_____________________________________________________________________________
Hola, hola!
¿Cómo han estado? Yo he extrañado mucho estar por aquí.
Bueno, oficialmente hemos comenzado una aventura más, espero que les guste tanto como a mí y que la disfruten muchísimo.
Los días de actualización serán: Lunes, miércoles y viernes a las 6:30 pm hora méxico.
Hoy subiré dos capítulos y el siguiente será el lunes.
¡Que lo disfruten!
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro