Prólogo
Lazos Rotos🌕
~Prologo~
—¿Por qué? ¡Maldita sea!
Hinata no se defendió de los duros golpes que caían sobre ella, sólo mantuvo sus brazos cubriendo su cabeza.
Ella merecía este castigo...
Un pequeño sonido lastimero dejó su boca cuando sintió el tirón de cabello, pero se mantuvo pasiva, recibiendo cada golpe y tirón. Necesitaba el dolor físico para poder experimentar ese dolor que sabía que sentía ella en su interior.
— ¡Defiéndete!—, rugió ella por encima de su cabeza, para luego empujarla.
Aún así, cuando su cuerpo golpeó el duro suelo se quedó allí, sin moverse. Los golpes siguieron llegando, unos dolían más que otros, podía sentir su cuerpo magullado quejarse con cada contacto. El golpe en su nuca hizo que puntos aparecieran en su visión, sus dedos dolían por llevarse lo peor de la paliza, sus brazos estarían llenos de moretones por días, sino meses.
Hinata jamás esperó la punzada en su espalda, así que un leve sonido brotó de sus labios cuando esté se metió en su carne. Ella no parecía estar contenta aún, el filoso material dejó su carne para volver a hundirse, una y otra vez. Calor y dolor abarcó toda su espalda, sólo escuchándose en el desierto bosque el jadeo fuerte y salvaje de ella a su espalda y su llanto casi silencioso.
Finalmente se detuvo o ella se había desmayado, no sabía a ciencia cierta. El dolor atravesó su cuerpo desde la espalda, hasta sus pies y cabello. Parpadeó, intentando librarse de las lágrimas que caían sin fuerza por sus ojos. Le costaba respirar, ella observó los árboles alzarse frente a ella, la oscuridad y la tranquilidad del bosque sería su sepultura.
¿Ella tendría que haberse defendido?
Su cuerpo luchaba por tomar la próxima respiración mientras no podía mover nada de su cuerpo a excepción de sus párpados. Estos estaban cada vez más pesados, y quiso dejarse guiarse por la inconsciencia.
Pero un extraño sonido la obligó a abrir los ojos..
Entre los árboles lo vió, una magnífica creatura se acercaba con cautela hacia ella. Hinata parpadeo, dándose cuenta que era un lobo grande y parecía receloso de acercarse lo suficiente. Ella no tenía miedo, después de todo iba a morir a sus 15 años. Apuñalada hasta el cansancio por ella...
Hinata perdió la consciencia..
Pero lo último que vió fue a ese lobo acercarse lentamente, con su mandíbula abierta, sus grandes caninos al descubierto.
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