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Capítulo Uno.

Lunes.

Aquel lunes camine aún algo dormido hasta el cuarto de Kagome para despertarla ya que la chica siempre dormía hasta tarde.

El aroma de su cuarto invadió todo mi ser haciéndome sentirme hipnotizado. Odiaba sentirme así, sentir que en cualquier momento cometería una locura.

-Kagome, cariño, es hora de levantarse. -Me senté a su lado moviendo un poco sus hombros.

Escuche un leve quejido y sonreí ante tanta dulzura. Kagome solo era una niña, bueno, ante mis ojos no, pero para todos los demás si.

Nunca había tenido novio y no por falta de pretendientes. Simplemente no había llegado el correcto y agradecía por eso.

El solo pensar que sus labios serían besados por alguien más que no fuese yo me daba asco.

-No quiero, unos minutos más. -Pidió y le acaricie con dulzura su mejilla.

-Vamos mi amor -Abrió sus ojos pesadamente y arrugó la frente molesta.

No solía ser rudo con ella ni nada parecido. Por el contrario, era demasiado cariñoso ya que le atrevía a decirle mi amor o cariño en ocasiones especiales.

Se levantó bostezando y con su cabello revuelto haciéndola verse adorable.

-Buenos días InuYasha. -Pronunció con aquellos pequeños labios.

-Buenos días -Le sonreí -es hora de ir a la escuela.

-No quiero ir -Me hizo saber y suspiro cansado.

-Kagome, sabes que no puedes faltar. -Me observo con tristeza. -Oh vamos, no me mires así. -Tome su rostro con mis manos. -Si fuese por mi... te dejaría quedar pero sabes como es papá.

Su rostro se sentía realmente suave entre mis manos. Entonces pensé, ¿seria igual su cuerpo? Esa idea hizo que mi cuerpo comenzara a calentarse.

-Esta bien -Miro un tanto decaída a las blancas sábanas.

Iba a irme, ese era mi fin cuando observé sus labios nuevamente. Pequeños, rosados y entre abiertos listos para recibir un beso.

Un escalofrío recorrió mi espalda conforme acercaba mi rostro a ellos. Esperando que mis labios tocasen los suyos en una leve caricia.

Parecía que lo lograría, realmente pensé que era el momento.

-InuYasha, ¿que haces? -Escuché y levanté la vista viendo sus ojos llenos de miedo.

Fue eso, esa mirada llenada de temor lo que me hizo buscar en mi cabeza una excusa para salir de aquella situación.

-Iba a darte un beso. -Confesé para tocar su mejilla y levantarme. -¿Que pensaste? ¿que haría algo más?

Intenté parecer lo más normal posible. Pronto ella sonrió apenada y con las mejillas un tanto rojas.

-Perdoname -Se disculpó.

Salí de su cuarto con el corazón latiendo como un maníaco.

-Debo controlarme. -Me dije con aquella respiración agitada.

Luego de desayunar ambos nos dirigimos a la escuela. El chófer nos abrió la puerta y luego de despedirnos entramos.

Acompañe a mi hermana hasta su primera clase y luego caminé hacia la mía.

Cuando entre pude divisar a Miroku, mi mejor amigo, coquetear con una chica de cabellos rojos. Tome asiento luego de saludarlo y saque mi móvil observando la cantidad de mensajes que Kikyo, mi novia, me había dejado.

-¿Como es posible que me haya enviado cincuenta mensajes en un día? -Me pregunte algo irritado ante tantas preguntas y reclamos.

-¿Que? -Escuché esa voz repugnante. -¿tu noviecita otra vez? -Apague el móvil y mire de quien se trataba. -¿O quizás una de tus tantas novias? -Burló y me mantuve callado.

Explotaría en algún momento.

-Ese no es tu problema Sesshomaru. -Contestó Miroku molesto también.

-Habló con el dueño del circo, no con los payasos. -Miroku se levantó dispuesto a buscar pelea pero lo detuve.

-Dejalo, esta sangrando por la herida. -Conteste seguro. -Es el segundón de la escuela, ¿que más puedes pedir? -Reí y todo el salón me acompaño.

-Por el momento. -Reconoció bastante molesto ante lo grave de su voz. -Pero pronto seré el primero. Y voy a quedarme con todo. -Sonreí de forma burlona para darle la espalda. -Con tu popularidad y sobre todo con tu sabrosa hermana.

Miroku me observó preocupado y me gire para verlo.

-¿Que dijiste? Repitelo. -Rete ante la mirada atenta de mis compañeros.

-Inuyasha basta -Mi mejor amigo intentó agarrar mi brazo pero lo aleje bruscamente.

-¿Eres sordo? ¡Repite lo que dijiste imbécil! -Sesshomaru sonrió.

-¿Que voy a ser el más popular? O... ¿que voy a quedarme con tu rica hermana?

Se escuchó un puñetazo y el cuerpo de Sesshomaru caer al suelo.

Realmente me importaba muy poco que fuese el más popular. Aquello me valía un demonio. Lo que no podía aceptar era ese tono asqueroso con el que se refería a Kagome.

El tampoco se dejó y me golpeó en el estómago haciéndome escupir algo de sangre. Así había comenzado una pelea en la cual ambos dejamos salir nuestra evidentemente rivalidad.

-¡No vuelvas a hablar de Kagome en ese tono! -Comencé a golpearlo en el rostro una y otra vez. -¡No tienes derecho a siquiera mencionar su nombre!

Sesshomaru siempre había Estado en nuestras vidas, desde niños. No se porqué, pero el muy infeliz había ido a las mismas escuelas que mi hermana y yo.

Siempre estaba cerca, ya fuese en reuniones familiares o en fiestas. El infeliz SIEMPRE estaba ahí. Y eso me tenía harto.

-¡InuYasha! ¡ya basta! ¡dejalo! -Escuche a lo lejos la voz de Kagome.

No, no quería dejarlo, en ese momento yo solo quería golpearlo hasta el cansancio.

-¡Eres un infeliz InuYasha Taisho! -Exclamó recibiendo otro golpe de mi parte. -Por un momento pensé que acabaría con el. Pero ella me detuvo.

Sus pequeños brazos rodearon mi cintura y un gemido se escucho en el salón vacío.

-Ya fue suficiente hermanito. -Susurro y mire al suelo donde el bastardo guardo silencio.

Todavía estaba furioso pero solo por ella le detuve. Me levante y me gire para verla llorar con sus mejillas rojas.

Pase mis brazos por su cintura para abrazarla con fuerza. Noté como tembló cuando mi aliento chocó contra su cuello.

-Lo siento cariño -La acerque más a mim-Ese infeliz... hablaba de forma tan repulsiva sobre ti. ¡No pude soportarlo!

Sus pequeñas manos se posaron en mi espalda para subir y descender una y otra vez intentan si calmar mi notable furia.

-Ya paso -Escuche casi como un susurro.

La dichosa pelea llegó a oídos del director el cual no llamó a mi padre ante mi advertencia de irme a otra escuela y perder la gran cantidad de dinero que mi padre pagaba por tenernos allí.

Mi dulce hermana, luego de aquel cálido abrazo me había llevado a la enfermería para que alguna de aquellas antipáticas enfermeras cuidase mis heridas.

-¿Por qué lo golpeaste así? -Tome asiento en la camilla y ella me siguió.

-¿Y todavía lo preguntas? -Sonreí con ironía. -Ese maldito dijo cosas que me hicieron enojar sobre ti. -Conteste sin poder mirarla. -Tenía que protegerte, es mi deber como tu hermano mayor. -El solo hecho de decir "hermano" me causaba asco.

-Si, eso lo entiendo, pero... -Por primera vez la ví. -cuando te ví golpearlo... -Sus ojos café veían al suelo moviéndose nerviosamente. -en tus ojos... ví que deseabas matarlo...

¿Como podía explicarle aquella tonta lo que sentía? La chica nunca lo entendería, y tampoco aceptaría que la amaba. Que moría por solo un beso de sus labios y una caricia de sus pequeñas manos.

-No lo hice, nunca mataría a nadie. -Quise tranquilizarla pero dudaba que aquellas palabras fuesen suficiente.

-Deberes calmarte, lo que hiciste no está bien. Aún si era por protegerle debiste solo hablar con el. -Cerré los puños y me levante de la cama para encararla.

-¿Por que diablos lo defiendes? -La tome por los brazos. -¿Aún te gusta ese bastardo? -Sus dulces ojos estaban llenos de temor.

-¿Que dices hermanito? -La acerque a mi furioso de que encima me llamase hermano.

-Aún te gusta ese imbécil. ¿Que diablos te atrae de el?

Mi hermana comenzó a temblar y a luchar por alejarse de mi. Sus manos pequeñas apenas y mostraban fuerza ante mis brazos que parecían estar pegados a ella.

-Me estas lastimando InuYasha. -Musito con la voz algo quebrada señal de que iba a llorar.

-No quiero que lo defiendas. ¡No quiero verte cerca de el! ¡no quiero que estés cerca de ningún chico!

Observe una mirada de rabia y pronto comezó a gritarme.

-¡No tienes ningún derecho! -Me grito en cara. -¡No eres nadie para prohibirme algo! -Sentí la cara roja del coraje. -Si quiero estar con el lo haré y si quiero tener novio también lo haré!

-No me provoques Kagome. -Hable con una voz gruesa.

-No tengo miedo. -Dijo con la voz nerviosa y sonreí. -Voy a buscarme un novio. -Pose mis ojos dorados en ella. -¡Y tu no vas a prohibirme eso! -Se bajo de la cama y salió corriendo.

Así mi dulce hermanita había decidido demostrame que ella era libre. ¿Su forma? Buscarse a un bastardo que la hiciera su novia.

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