Capítulo dos.
Si, tendría toda una semana en la casa ante la pelea que habia creado.
Y justamente debía ser esa semana. ¡Esa semana donde mi dulce hermanita había declarado que encontraría un novio! Y lo peor es que el solo hecho de imaginarme a Kagome con otro me hacia vomitar.
—Joder —Caminaba de un lugar a otro en mi enorme cuarto mientras pensaba en que hacer.
En una de esas idas y vueltas observe la foto de nuestros padres. Era increíble el parecido que había entre mi padre y yo. Prácticamente era su clon.
Ambos teníamos los ojos dorados y la piel un tanto morena. Un cabello largo y plateado hasta nuestra cadera y ni hablar de nuestra altura. De mi madre solo había obtenido la nariz y algunos lunares en el cuerpo.
Era una diferencia enorme cuando veíamos a Kagome. Ella tenía los ojos café y el cabello negro como la misma noche. Su cuerpo, para su edad, estaba bastante desarrollado y era algo pequeña.
Distinta a mi madre quien era algo alta y delgada. No se, quizás era normal y alguien de nuestra familia tenía un cuerpo tan glorioso como el de Kagome.
—Si tan solo supieran... —Deje salir un suspiro de dolor y aprete la fotografía sobre mi pecho.
Buscando calmar ese vacío que se hallaba dentro de mi al no poder confesar mis sentimientos.
—Dios —Algunas pequeñas lágrimas cayeron por mis mejillas algo rojas. —Ayudame... permíteme ver a Kagome como lo que es... mi hermana menor.
Nadie tenía idea de cuantas veces habia suplicado a Dios el poder olvidar estos sentimientos que parecían quemarme por dentro. Pero nada, nada de lo que hacia me permitía olvidar a Kagome.
Llegue a la cama para tirarme en ella e intentar olvidar todo lo referente a Kagome. Pero con forme lo intentaba más pensaba en ella.
—Este amor es una enfermedad. —Suaurre y quede profundamente dormido.
En ese instante Kagome entró al cuarto de su hermano mayo viéndolo dormido con la foto de su familia en los brazos.
Algo de ella se movió al verlo en ese estado y no puedo evitar caminar con lentitud hasta su lado. Acarició sus mejillas algo húmedas por sus recientes lágrimas y quiso abrazarlo.
—No me gusta discutir con InuYasha. —Confesó con claras intenciones de llorar. —Pero ya no soy una niña. —Tomó asiento al lado de su hermano. —¿Cuando vas a entenderlo hermanito? —Le preguntó moviendole un mechón de su rostro.
—Mmm... —Alejo nerviosa sus manos. —Kagome... mi amor...
Quizás cualquier hermana se asustaría al escuchar a su hermano decirle de aquella forma. Pero para ella era normal, su hermano solía hablarle de forma dulce y cálida en momentos especiales.
—Beso... besame...
Bueno, ya aquello no era tan normal y pronto sin saber porque sus mejillas se sintieron calientes.
Pensó en que se trataba de un beso en la frente así que se acercó más para depositar sus pequeños labios en la frente de su hermano.
—Te demostrare que no soy una niña.
Luego de ese día mi dulce hermanita quiso demostrarme que no me necesitaba. Haciendo sola sus tareas y evitando hablarme cuanto pudiese.
Odiaba eso, me estaba haciendo pedazos, y en más de una ocasión me encontré frente a su puerta a punto de perder mi dignidad y verla.
Pero no, no lo hice.
Debía ser fuerte ante ella y no dejarme vencer ante sus niñerías. Además, ¿que otra opción tenía? Estaba suspendido durante una semana así que no podía hacer mucho más que esperar hasta poder regresar a la escuela.
Y en ese cortísimo lapso de tiempo Kagome, mi hermanita y amor de mi vida, se hacía novia del peor tipo en toda la escuela, Sesshomaru.
Sin yo saberlo ambos habían comenzado a salir. Claro que note sus tardanzas pero como estábamos peleados no le discutía ni 'intentaba' meterme en su vida.
Fue entonces cuando volví a la escuela y todos me lo contaron. Quise ir en busca de Sesshomaru y partirle la cara con mis manos pero no lo hice.
¡Maldita sea! Kagome estaba acabando conmigo y ella no tenía idea de eso.
—¡Calmate InuYasha!
Sillas, libros, papeles, todo lo que encontré mi alcance salió volando ante la furia y los celos. Hice pedazos absolutamente todo a mi alrededor.
—¡¿Como quieres que me calme?! —Exclame agitado y con notables lágrimas en mis ojos. —¡Ya no lo soporto! —Lo mire con tristeza y cayendo al suelo. —Este amor mío... es terrible... —Hice saber angustiado. —La he amado por diecisiete años... toda mi vida... —Mi mejor amigo se agachó hasta estar a mi altura. —Y ya no puedo más.
Quise no llorar sintiéndome patetico pero aquellas lágrimas parecían no acabar.
Estaba mal. Amarla como lo hacía estaba mal. Era asqueroso. Pero mi estúpido y tonto corazón no me escuchaba.
—Tranquilo —Hizo lo posible por calmarme. —Debes alejarte de ella InuYasha. —Escuche mientras lentamente agachaba la vista. —No puedes continuar así. Si alguien más a parte de yo llega a saberlo será peor. Porque no sólo tu estarás en boca de todos, tu padre y sobre todo Kagome serán victimas de ello también.
Me aterró aquel hecho tanto que me estremeció el solo imaginarlo.
—No quiero eso... pero tampoco quiero dejarla... —Sentí esa horrible presión en mi corazón.
—No pienses solo en ti. —Luego de un rato lo mire. —Si la amas y no quieres hacerle daño... entonces alejate. Es la única forma en la que podrás intentar olvidar poco a poco.
—¿Olvidar mi amor por Kagome? —¿Acaso existía algo así? Me pregunte cuando la puerta se abrió y escuchamos aplausos.
Miramos en dirección hacia la entrada y una risa burlona junto aquellos molestos aplausos apareció ante nuestros ojos.
—Lo sabía —Terminó de aplaudir. —Por fin confirmo que estas —Observe su rostro asqueado. —enamorado de tu hermana.
Sesshomaru lo sabía.
Nos había escuchado y ahora parecía tenerme en sus manos. Yo realmente me encontraba mal como para defenderme o intentar pelear asi que Miroku habló por mi.
—¿Que carajos haces escuchando detrás de la puerta? —Molesto mi amigo se levantó encarando al tipo ese.
—Calmate —Dio un paso atrás. —Yo no he venido a pelear. La verdad es que la información que tengo es valiosa. —Saco su móvil. —He grabado todo así que ahora estas en mi manos Taisho.
Abri los ojos y nervioso me levante dispuesto a quitarle el teléfono para borrar aquella grabación.
—Borralo —Le dije removiendo mis lágrimas.
—Nada de eso. —Busco el teléfono de mi hermana. —Si te acercas voy a enviarselo a tu hermana. —Me detuve en seco apretando los puños y mandíbula.
—¿Que quieres? —Cuestionó Miroku claramente irritado.
—Ese infeliz —Me señalo. —Va decirle a su hermana que acepta nuestra relación. —Mis ojos se abrieron como dos platillos. —Él, va pedirle a Kagome que ande conmigo de forma formal. De lo contrario ella y toda la escuela sabrán tu asqueroso secreto.
Sin saber cuando corrí hacia el para golpearle la cara cuando los brazos de Miroku me detuvieron.
—No lo hagas. —Le escuche decir. —Piensa en tu hermana. —Caí al suelo lleno de impotencia sin poder hacer nada. —InuYasha lo hará, pero tu no le contaras a nadie sobre lo que escuchaste aquí. ¿Entiendes?
—No pensaba contarle a nadie si ese tipo aceptaba. —Guardo su móvil en el bolsillo. —Bueno —Comenzó a caminar nuevamente hacia la puerta. —gracias por su atención. —Burló y antes de irse me miro con cierta lastima. —Todo este tiempo te tuve algo de envidia, ¿sabes? Has tenido a todas las chicas y la atención de todos. Pero ahora —Sonrió —me das asco y lastima. —Mire al suelo mientras la furia me consumía por dentro. —Ahora tendré lo que más quieres y jamás tendrás. A tu preciosa e inocente hermana. —Mi respiración comenzó a volverse pesada. —Quizás le haga uno que otro hijo.
Sin resistirlo más corrí hacia el dispuesto a pelear pero este se había ido.
—Maldito Sesshomaru —Susurre para caer al suelo. —El muy infeliz me tiene en sus manos.
Agarre mi cabeza desesperado pero sabiendo que debía hacerlo. Debía entregarle a mi hermana.
Y eso me dolía profundamente.
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