Capítulo Cuatro.
NA: Lamento si tardo tanto en actualizar. La verdad me tardo mucho en escribir pero lastimosamente estoy pasando por un cansancio visual terrible. Espero poder escribir rápido y continuar con esta historia ❤
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Kikyo estaba allí hecha una fiera esperando una contestación mia ante la escena. Pero no tenía explicación alguna. Mi intención era besar a Kagome y eso no podía negarlo.
—Te equivocas —Respondió mi hermana. —Nunca permitiría que algo así suceda. —La escuche atento. —Inuyasha es mi hermano... jamás lo dejaría hacer algo así.
Aleje mi vista de ella sintiéndome impotente. Lo sabia, sabia que nunca llegaría a nada con Kagome. Pero mi corazón no escuchaba de razones. El ingenuo todavía soñaba con un amor imposible.
—¡Por favor! —Cruzó sus brazos. —¡los ví! ¡estabas por dejarte besar!
—Suficiente Kikyo —La tome del brazo. —Para, esta escena de celos es ridícula. ¿No la escuchaste? ¡nunca haría algo así! ¡Kagome es mi.... —Tome valor para decirlo. —¡Es mi hermana!
—¡Acuestate conmigo entonces! —Exclamó y la mire nervioso.
No quería que Kagome escuchase ese tipo de cosas. Pero Kikyo no paro de hablar y soltar todo su veneno.
—Ohh, ¿no lo sabias? —Su tono de voz fue uno cínico y burlón. —Tu hermanito no es virgen, a estado con muchas chicas.
Mis ojos se fueron directamente hacia Kagome la cual parecía estar impresionada pero a la vez algo ¿decepcionada?
—Ya me canse —Tome su brazo y la lleve hacia el cuarto para cerrar la puerta de golpe. —¡¿Que demonios te pasa?! —Estaba furioso. —¡¿Por qué cojones le cuentas eso a Kagome?!
Habia dañado mi imagen frente a ella. Nunca le había dicho a Kagome que había tenido varias novias. La pequeña solo conocía a Kikyo y eso porque la muy tonta no pudo mantener la boca cerrada.
—Porque quise, ¡siempre es ella! —Grito enojada. —¡nunca hemos tenido una cita! ¡a penas y me besas en la escuela! ¡siempre pareces estar en otro lado cuando te hablo! —Comenzó a sacar todo lo que tenía dentro de ella. —¡Ah! ¡pero cuando se trata de Kagome todos son tus enemigos! —Me mantuve callado ante sus palabras llenas de verdad. —¡Soy tu novia! ¡y nunca te has peleado con nadie por mi! ¡¿crees que soy tan estúpida como para no darme cuenta?! —Mi cuerpo se tenso y la mire lleno de temor. —Lo se, se que te gusta esa estúpida.
Lo sabía, pensé que no se daría cuenta pero sí. Kikyo sabía sobre mis sentimientos hacia Kagome.
—¿Y que si es así? —La rete algo cansado. —¡¿cual es el problema de que me guste Kagome?!
Sentí una bofetada en la cara que me dejó hecho piedra. Toque aquel lugar algo caliente y la mire dispuesto a gritarle cuando ví sus ojos llenos de lágrimas.
Supe que había hablado de más. Que la había herido ante mi furia y lo mal que me sentía.
—No puedo creer... que me lo hayas confesado así. —Susurro mirando al suelo. —¿Que crees que soy? ¿una roca? ¿un papel que no siente nada? ¡¿eso crees que soy?!
—Perdoname... —Me disculpe. —Yo todavía me siento mal y no se lo que estoy diciendo. —Me senté en el borde la cama.
No sabía cómo arreglar lo que había dicho. Nada de lo que dijera serviría. Ya Kikyo lo sabia y tenía que buscar la forma de que no se lo dijera a nadie.
—Ahora entiendo tu comportamiento. —Escuche sin poder mirarla. —Claro, todas esas veces que me hiciste tuya luego de discutir con tu hermana. —Empezó q recordarme. —Cuando me cubrías los labios para no escucharme gemir entre tus brazos. —Cerré con fuerza los ojos algo avergonzado. —Probablemente la veías a ella, ¿verdad? Veías y escuchaba a Kagome mientras me hacías tuya una y otra vez.
De mis labios no salió nada. Ella tenía razón, toda para ser preciso y honesto. Yo no tenía fundamentos para luchar contra eso.
—¿Que piensas hacer conmigo? —Pregunto y finalmente la mire sin saber que responder. —Lo que se es enorme y como te habras dado cuenta no tengo obligación en callarme.
—Kikyo —Me levante algo nervioso. —No le cuentes a nadie sobre esto. —Tome aire y lo expulse cansado. —Esto que siento es asqueroso... y soy el único que debe vivir con este peso sobre sus hombros. —Hice saber. —Ni mi padre y mucho menos Kagome deben saber sobre esto.
Sus ojos se veían vacíos. Kikyo era capaz de revelarlo todo si quería. Y eso sería terrible.
—No diré nada a cambio de algo. —Lo sabia, sabia que me pediría algo por su silencio.
—Lo que quieras. —Sonrió de forma un tanto malévola.
—Entiendo lo del peso sobre tus hombros lo que no acepto es que te guste esa tipa. —Arrugue la cara ante lo despreciable de sus palabras. —Así que... para que yo no hable... tendrás que continuar siendo mi novio y prometerme que nunca más te acercaras a la mocosa con otra intención. —Noto mi rostro algo sorprendido y cuando quise hablar ella no me lo permitió. —Es eso o nada. Si me fallas te juro por este amor que tengo hacia ti... que hablare y todos lo sabrán.
Mantuve el silencio frustrado por no poder hacer nada. ¡Tanto ella como el bastardo de Sesshomaru me tenían en sus manos! Y no podía hacer nada.
¡Maldita sea!
Me sentía tan débil ante ellos. Si tan solo Kagome no fuese mi hermana sus amenazas no me importarían. Pero no podía decepcionar más a Kagome.
—Esta bien —Sentí como se me complicaba la voz. —Hare lo que me pides. —Sentí como el dolor de la cabeza aumentaba y las lágrimas se acumulaban en mis ojos.
Nunca podría estar con Kagome. Jamás la tendría en mis brazos y mucho menos llegaría a su corazón.
—Hazme el amor entonces. —Paso sus brazos por mi cuello. —Y aleja estas dudas de mi corazón.
No tenía ganas de eso. Realmente quería huir. Salir del país e irme lejos donde no tuviera la presencia de Kagome ni su aroma.
Al final, lo hice.
Kikyo logró acostarse conmigo a pesar de que aún me sentía mal y que mi mente estaba en otro lado. Mi cuerpo, traicionero al fin, le respondió a pesar de no quererlo y sentirme incómodo por sus abrumantes gemidos.
Sabia que lo hacia para que Kagome la escuchase y era muy probable que lo hubiese logrado.
Ya cuando pareció aburrida de que no le prestase atención agarró su ropa y se marchó del cuarto.
Me quedé allí desnudo mirando hacia el techo buscando una solución a mi problema. ¿Que debía hacer?
Amaba con locura a Kagome. Al punto de casi no poder respirar. Pero si no me alejaba este amor llegaría hasta ella. No podría continuar reprimiendo mis deseos y terminaría por cometer una atrocidad.
Entonces, de nuevo, las palabras de Miroku se escucharon en mi cabeza.
—No pienses solo en ti. Si la amas y no quieres hacerle daño... entonces alejate.
Irme parecía la única solución. Debía irme y alejarme de Kagome. No tenía otra opción.
—Piensa en ella... solo en ella Inuyasha... —Me dije mientras mis ojos volvían a llenarse de lágrimas.
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