🦋15. 🦋
Lev colgó en cuanto Steve Williams accedió a encontrarse con él en el club y se guardó el distorsionador de voz en el bolsillo de su chaqueta.
Lograr que cayera en la trampa había sido un juego de niños.
En realidad, él pensaba que era uno de los esbirros de Mijaíl, para quien había trabajado en el pasado.
Sí, el gran empresario no era tan respetable ni tan honesto como le había hecho creer a su familia.
Guardaba terribles secretos que debían pesarle en la conciencia, a juzgar por lo asustado que se escuchaba.
Y su pánico era el afrodisiaco favorito de Lev. Nada lo excitaba tanto como el miedo que provocaba en sus víctimas.
Ansiaba que llegara el momento de tenerlo a su merced, lo cual –si todo sucedía según lo planeado– ocurriría pronto.
Pero entretanto, se las había ingeniado para salir a buscar un poco más de diversión antes de hacer aquella llamada.
Sabía que Nikolai no se separaría de Annika, pues después de las revelaciones de la otra noche había estado un tanto inestable, así que se ofreció a ocuparse él mismo de ser el cebo para su vecino.
Y había picado el anzuelo.
Caminó por el bosque sin prisas hasta que la oscuridad se volvió tan densa que a duras penas podía ver por dónde iba.
Depositó el saco en el suelo y encendió su linterna, a la espera.
Sabía que las fieras que allí habitaban no tardarían en acudir al olor de la sangre fresca.
Y así fue.
Lev sonrió. La naturaleza siempre seguía su curso.
Aquel sicario de Kozlov no debería haber sido tan estúpido como para pensar que podría seguirlo sin que él se percatara de ello.
No tuvo ningún problema para acabar con él, de hecho fue insultantemente fácil.
Pero sabía que enviarían a más.
Y que la próxima vez no sería un novato, ni estaría solo.
Aquello era simplemente para tantear el terreno.
Un oso pardo fue el primero en llegar. Se acercó y olió lo que le había dejado.
Lev permaneció a una prudente distancia, fumando un cigarro mientras contemplaba la escena con fascinación.
El animal empezó a devorar su cena ante su atenta mirada.
Era mucho más efectivo que molestarse en lanzar los restos al lago o enterrarlos. Tampoco le apetecía tener que quemarlos o disolverlos en cal viva.
Le gustaba pensar que al menos, de ese modo estaba contribuyendo a la cadena alimenticia y todo eso.
No se dio ninguna prisa por volver.
Sabía que era más que probable que Alex estuviera esperando a que regresara.
Esa chica era terca.
Llamó a su hermano y en cuanto descolgó fue directo al grano.
—Está hecho.
Su respuesta no se hizo de rogar.
—Bien, ¿te han seguido?
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