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Zenitsu Agatsuma - Kimetsu no Yaiba

Oídos agudos

Ser un Kakushi era más difícil de lo que esperaba. Sin embargo, había aplicado al puesto porque quería ser de ayudar a los Asesinos de Demonios. Sabía de antemano que no sería buena como asesina, puesto que carecía del talento innato de su amigo. Aparte de cuidar que su amigo no terminara muriendo, algo le decía que su alma gemela estaba enlistada entre las tropas de los Asesinos de Demonios. El marcador de seguridad en su muñeca cambiaba tan constantemente a "peligro" y a "letal", que no había otra explicación. A menos que su alma gemela fuera un miedoso sin remedio, puesto que el marcador funcionaba respecto a la noción de peligro del otro.

A veces, entre sus ajetreadas tareas, se hallaba pensando en cómo sería esa otra persona. La avasallaba la incertidumbre cada vez que se preguntaba si conseguirse con su alma gemela realmente cambiaría algo, o siquiera si llegaría a encontrarla. Después de todo, en esos tiempos de guerra, era natural simplemente enamorarse de alguien más y seguir adelante. El misticismo de las almas gemelas se iba perdiendo en el corazón de las personas, hasta que había personas que no tenían ningún rastro de poseer una, o quizás simplemente la situación los había obligado a ser ciegos al platonismo envolviendo el concepto.

Solo despertaba de su ensoñación cuando Aoi le daba un ligero golpecito en la cabeza, pidiéndole que se concentrara porque tendrían huéspedes. Después de todo, la Mansión de las Mariposas no se atendería sola.

Sin embargo, la alarmaron varios gritos furiosos y otros de esfuerzo. Corrió a ver qué ocurría y en qué podía ayudar. Ni siquiera sé sorprendió al ver que su amigo, aunque a veces creía que él no la veía así, era el que estaba revolviéndose entre el agarre de los otros Kakushi. Eran escoltados por el Pilar del Agua, Tomioka, y, después de dirigirle una reverencia por deferencia, se apresuró al grupo de tres chicos malheridos.

Sus ojos conectaron con los del que estaba más consciente, que parecía buscar frenéticamente algo; pero lo ignoró y se apresuró a Inosuke, reclamando con puños y patadas débiles. La sangre escurriéndose por debajo de su máscara la preocupó.

—Inosuke —llamó, tomándole los brazos para que se calmara—, deja de moverte, ¿quieres?

El joven pareció reaccionar a su voz. Lo cierto era que Inosuke nunca había manejado bien los grupos de desconocidos por la desconfianza salvaje que había aprendido durante su crianza, pero, al menos, sabía que podía confiar en ella, en Tanjiro, en Zenitsu, y en la viejita amable que los había atendido anteriormente. Así que se dejó hacer, desconectando la mente del dolor recalcitrante en sus músculos, en su piel, y en su misma quintaesencia.

La chica se fijó en la caja que cargaba Tomioka en la espalda, y se fijó en cómo el chico de cabello rojizo le pidió a los Kakushi que lo transportaban que lo dejaran. Por los cuarteles generales corrían muchos rumores, pero ella procuraba ignorarlos para no ser metiche. Sin embargo, uno simplemente no podía olvidar al chico y a su hermana demonio. Sus miradas se encontraron, y ella se preguntó a qué se debía la sorpresa que vislumbró en sus ojos, pero, sin importarle nada más, él continuó corriendo hacia Tomioka hasta que uno de los Kakushi lo dejó inconsciente y amarró sus muñecas.

—(T/N), ayúdanos, por favor —pidió Goto.

La chica tan solo agitó la cabeza, y es que nadie nunca quería lidiar con las actitudes raras de Inosuke; ni siquiera sabía cómo, después de convertirse en los nuevos reclutas de los Asesinos de Demonios, habían podido mantener una conversación inteligible. Junto a un grupo, se dedicaron a atender a los dos jóvenes. Se sorprendió al ver las heridas de su cuerpo, los huesos rotos bajo el tacto, sus quejidos, las magulladuras de su rostro. ¿Contra qué habían peleado para terminar en ese estado?

Luego de atender a Inosuke, ayudó a vendar las heridas de Kamado Tanjiro cuando regresó, cediendo por fin al cansancio, pero claramente más calmado.

:-:

¿Qué era eso?

Sus oídos captaban sus propios latidos fuera de su cuerpo, con su peculiar ritmo golpeteándole las costillas y ahora también los tímpanos. El movimiento de las personas deslizándose por el tatami rápidamente consiguió que abriera los ojos. Escuchaba a Tanjiro y a Inosuke, con sus pausadas respiraciones dormidas y el peculiar timbre de sus corazones. Reconocía la cantarina voz de la mujer que lo había salvado. Pero lo perturbaba el latido anexo a su corazón.

Con el cuerpo resentido todavía, consiguió pararse. Con cuidado, deslizó el shoji y se asomó por el pasillo. Tanteó los tatamis hasta acercarse al sonido que le hacía eco a su propio bombeo.

¿Y si era su doble? ¿Se moriría? ¿Qué pasaría con dos Zenitsu en el mundo? ¿La naturaleza sería capaz de soportar tanta belleza —tal caos—?

Unos pasos se acercaron a la pantalla corrediza y su corazón se aceleró, mientras el otro también lo hacía para calmarse de a poco.

—¿Qué rayos...? —susurró una voz femenina.

Lo primero que Zenitsu vio cuando se abrió la puerta fue la marca en la muñeca de la chica que ponía "en peligro". La joven paró en seco, apenas alzando la mirada para encontrarse con la de él.

—Oh —soltaron ambos, sintiendo cómo algo florecía en sus pechos tan cálidamente que los desconcertó.

Zenitsu no tardó en bajar la mirada, en busca de alguna palabra que lo hiciera lucir así fuera un poco genial. Sus dedos aún lucían amorfos y la confusión en el rostro de la chica no le permitía poder pronunciar palabra. Su mirada era firme, con una severidad que lo asustó sobremanera. ¿En serio ella era su alma gemela? ¿Alguien capaz de hacerle flaquear las piernas de esa manera?

—Discúlpame —pronunció, pasándolo de largo al escuchar un quejido por parte de Inosuke.

Ella se detuvo para intentar decirle algo, pero ella estaba tan confundida como él. Así que solo apretó los labios y reanudó su marcha. Zenitsu soltó el aire que había estado conteniendo, mientras se esfumaban todos sus sueños infantiles sobre el amor a primera vista que se sentía al encontrar a un alma gemela, porque era obvio que a ambos los había arrollado el desconcierto. No recordaba todas las veces que había soñado con pedirle matrimonio y que ella aceptara sin dilaciones; pero, ciertamente, por su primera impresión, no estaba seguro de querer hacerlo con esa chica de ojos tan fieros.

La veía rondar la Mansión de las Mariposas de vez en cuando, pero prefería evadirla, dándole tiempo para concentrarse en su entrenamiento —que ya quería dejar—. No fue hasta que Tanjiro despertó y lo abordó en el engawa que decidió contarle a alguien sus preocupaciones.

—Zenitsu, no sé si fueron ideas mías, pero creo que pude oler a tu alma gemela. Si es que eso tiene sentido —habló con entusiasmo, porque a él también le fascinaba un poco toda la mitología tras la leyenda, porque sus propios padres habían sido almas gemelas—. ¿Acaso...?

—Sí... —suspiró, bajando la cabeza y dejándose caer al filo del engawa, columpiando las piernas.

El jardín central ornamental se extendía frente a ellos, con un discreto puente atravesando un riachuelo, y el árbol de cerezos extendiendo sus ramas para abrazarlo todo bajo su sombra. La vista y el sonido del shishi-odoshi lo reconfortaba un poco. Tanjiro lo miró preocupado.

—¿Eh? ¿Pasó algo?

—Pues... —Zenitsu giró a verlo dramáticamente, con las lágrimas bajándole por las mejillas en cascadas inhumanas—. ¡Es aterradora! Todo este tiempo pensé que sería una chica frágil, que me quisiera, y estuviera dispuesta a tener una familia conmigo. Pero ella es tan seria y nunca la he visto sonreír, y...

Tanjiro curvó los labios, palmeándole la espalda para consolarlo cuando sus palabras se convirtieron en un montón de balbuceos ininteligibles. Se dispuso a hablar con su voz cálida y sus latidos reconfortantes, todo eso para calmarlo, y Zenitsu reafirmó que Tanjiro era demasiado bueno para ese mundo, tan bueno que a veces le asqueaba.

—Míralo así, no la has visto sonreír porque siempre lleva puesto el cubrebocas de su uniforme —puntualizó suavemente—. No la conoces bien, así que no deberías juzgarla tan rápido.

—... ¿Tú crees?

—¡Dale una oportunidad! Seguro que se llevan bien.

—Pero me da miedo —chilló, moqueando sin pudor alguno sobre el haori de Tanjiro.

—Es una Kakushi. Está encargada de cuidarnos y curarnos, alguien así no puede ser malo. Además, su aroma era gentil.

—¿Alguien que sepa lidiar con Inosuke puede ser gentil? —musitó Zenitsu incrédulo.

El repentino silencio de Tanjiro y su leve sonrisa, sumado a su mirada fija y sin pestañear, esperando pacientemente a que se retractara por sus palabras, alarmaron a Zenitsu.

—¡Oh, claro! Tú eres muy amable y puedes tratar con él.

—El hecho de que Inosuke confíe en ella, es indicativo de que es buena.

—Me pregunto cómo se conocieron. ¿Cuál será su historia?

—¿Acaso estás celoso? —bromeó Tanjiro, codeándolo amistosamente.

—¡Claro que no! —negó, desviando la mirada para no tener que ver la sonrisa de Tanjiro diciéndole que a él no podía engañarlo.

Regresó la mirada al jardín, prestándole atención a una simple hoja deslizándose por el aire y posándose sobre el agua, siguiendo la corriente hasta perderse de su vista. Podía escuchar a Tanjiro y a Nezuko, sus latidos tan familiares y cálidos, pero respingó cuando escuchó el eco de su propio corazón, sabiendo de antemano de quien se trataba. Miró a su amigo en busca de ayuda, sabiendo de antemano que él ya la había olfateado.

—¿Es en serio? —musitó la chica, atravesando el shoji—. Buenas tardes, Tanjiro, Zenitsu.

El último volvió a brincar, ensordecido por sus propios ruidos cardíacos. Tanta ansiedad no debería ser buena para la salud.

—Necesito hablar contigo, Zenitsu —profirió con más brusquedad de la que pretendía.

Tanjiro entendió la indirecta y se puso en pie, vocalizando un "dale una oportunidad" mientras inclinaba la cabeza respetuosamente y se marchaba para continuar con su entrenamiento. Zenitsu bajó la mirada, apretando tan fuerte sus manos que los nudillos se le tornaron blancos. Dio otro salto cuando ella se sentó cuidadosamente a su lado.

—Y, bien, ¿qué es lo que te tiene "en peligro"? —le mostró su muñeca, donde ponía su percepción de la situación.

—¡N-no es eso, en serio! —negó, dejándose abrumar por la ansiedad.

—Puedes hablar conmigo. Bueno, no nos conocemos y el hecho de que seas mi alma gemela no implica que debas hacerlo... Pero me gustaría que confíes en mí.

—¿Eh? ¡¿Eh?! —chilló, por fin viéndola, sorprendido—. Es cierto. Necesitamos conocernos, pero, siendo sincero, me asustas. ¡Mucho!

—¿Disculpa? —dijo, su voz sonando un poco hastiada.

—¡Lo siento!

—O-oye, cálmate... —dijo, notando cómo el marcador en su muñeca cambiaba a "letal"—. No voy a hacerte nada.

—Seguro estás decepcionada de que sea yo tu alma gemela. Yo... Yo...

—De hecho, no. —Se encogió de hombros—. Me gustaría conocerte y ser amigos. Inosuke tiene muy buenos instintos, así que debes ser mejor de lo que tú crees. Además, debo reconocer que admiro que seas el único usuario de la Respiración del Rayo.

—No es nada... Apenas sé usar una postura.

—Y aun así has derrotado a todos los demonios que se te ha asignado acabar —repuso, alzando una ceja—. Oh, mira, ha cambiado a "seguro".

—Tu marcador siempre está en "seguro", nunca me he tenido que preocupar por ti, realmente.

—Pero tú has sido una montaña rusa desde muy temprana edad —bromeó.

—¡Es que me cayó un rayo! Y desde entonces todo cambió para mí —exclamó dramáticamente.

—¿Y eso es bueno o malo?

—No lo sé. —Se encogió de hombros, notando cómo sus músculos se iban relajando.

Prestándole atención, le gustaba su voz sin inflexiones. Atravesaba sus oídos como una lenta ola, convirtiéndose en espuma que le cosquilleaba en el pecho y creaba burbujas que lo llenaban de alegría. Empezaba a descubrir que ella era mejor que su primera impresión, y eso lo tranquilizó un poco.

—Uhm... ¿Por qué estabas molesta el día que nos vimos? —se atrevió a preguntar.

—Porque creía que eras un Asesino de Demonios, y me sorprendió que mi muñeca estuviera "en peligro" cuando se suponía que todos estaban en los cuarteles... Y luego me enojó ver que eras tú, asustado por no sé qué.

—Lo siento. —Se rascó la nuca, soportando lo directa y honesta que era—. Es que escuchaba el eco de mi corazón, y pensaba que era mi otro yo, y me iba a morir. ¡¿Y sabes que es morir a tan corta edad?! ¡¿Sin haberme casado?!

—¿Eh? ¿El eco de tu corazón? —Parpadeó, confundida y preocupada, tal vez se había golpeado la cabeza, y por eso estaba medio estúpido.

—¿No lo sabes? Tengo oídos muy agudos. —Curvó los labios, casi orgulloso de ese rasgo—. Puedo escuchar cómo nuestros corazones casi siempre están en sincronía.

—Oh... —soltó, impresionada. Curvó los labios—. Eso suena muy bonito. Nuestros corazones y nuestros marcadores en las muñecas. Al final, nos unen más cosas de lo que creíamos.

Zenitsu notó la sonrisa reflejándose en sus ojos y separó los labios, hablando antes de pensar:

—¿Te puedes quitar el cubrebocas?

—Ay, cierto —exclamó, apresurándose a desamarrarse las tiras fijadoras de su mascarilla—. Siempre olvido quitármela, me he acostumbrado a llevarla todo este tiempo por el trabajo.

El ocaso había transcurrido mientras hablaban. Casi llegando a su fin, con los últimos rayos solares acariciando sus pieles y tiñendo todo de un reconfortante color naranja alegría, Zenitsu observó su rostro. Se fijó en el arrebol en sus mejillas, la fina curvatura de sus labios, su nariz, sus pómulos, su mandíbula y cómo todo el conjunto la hacía ver muy linda. Sin poder contenerse y, por primera vez, sintiendo que era lo realmente correcto, dijo:

—Oye, ¿quisieras casarte conmigo?

La joven alzó las cejas, sorprendida. El sonrojo se acentuó más sobre su piel y dejó deslizar una sonrisa, una carcajada escapándose por sus labios.

—¿Qué cosas dices...? Pero, quizás, puedas proponérmelo cuando nos conozcamos mejor.

Entonces, Zenitsu le sonrió, mientras agradecía haberse dado una oportunidad para hablarle. Aún tendrían mucho tiempo para conocerse y aunar sus lazos, pero Zenitsu ya se encontraba deseando descubrir cuáles serían los sonidos que teñirían de colores sus conversaciones.

¡Muchas gracias por leer!

N/A: Cuando leí sobre esta idea para un soulmate, me dije a mí misma que debía escribir sobre KnY. Además, esta es la primera vez que escribo algo con este AU y siento que quedó bien ^^

Por lo general, tengo problemas cuando un manga ha terminado y tengo que romper el canon, pero me sorprendió que este no fuera el caso xD

Cuando escribí la pequeña intervención con Tanjiro, me gustó tanto que, muy probablemente, el siguiente OS que escriba para KnY será con él jajaja Aunque me divertí mucho con Zenitsu, es tan expresivo y dramático.

En fin, nos leemos pronto~

¡Espero tengan un magnífico día! >.<

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