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Slaine Troyard - Aldnoah.Zero

Luces de emergencia

Su relación había comenzado con el pie izquierdo.

Después de todo, al enterarse de quién era el talentoso tutor de reciente ingreso, gran parte de los cadetes y los profesores decidieron cesar sus actividades a modo de protesta. Pero ella no podía permitirse eso. Su familia dependía del salario que se ganaba en las Fuerzas Imperiales de Vers, así que no tenía tiempo para la xenofobia ni para juzgar a un criminal de guerra quien, no sabía cómo, había logrado que condonaran todos sus pecados. Lo cierto era que muchos acusaban a la emperatriz Asseylum de blanda, pero, con tan solo ver una de las simulaciones de Slaine Troyard, supo que esperaba que todos los cadetes y también los tutores, aprendieran algo de sus habilidades.

De a poco, fueron limando sus asperezas o, como ella prefería decirlo, abrieron los ojos ante los prejuicios. Slaine no era tan terrible. A veces pecaba de altanero cuando lo provocaban, pero la mayoría del tiempo pasaba desapercibido. Sin embargo, al ser asignados a una misma unidad, ella había podido apreciarlo un poco mejor, había visto su amabilidad, lo fácil que se le hacía corregir los errores de los demás con tacto, siempre dispuesto a tender una mano. Era intuitivo, inteligente y creativo, aunque consideraba que Inaho era mucho mejor en ello porque mantenía la cabeza fría siempre.

Así que no la molestó demasiado quedar encerrada en el casco de un catafracto con él mientras realizaban el mantenimiento. Hubo una falla en la luz, se activaron las luces púrpuras de emergencia y quedaron incomunicados con el exterior.

—Imagino que en algún punto debemos empezar a hacerles falta, ¿no? —suspiró la joven, decidiendo leerse el manual de la enorme máquina para probar suerte.

—Espero que no demoren demasiado —susurró Slaine, quien se dejó caer en la silla del copiloto al notar que ella había elegido la del piloto—. Deja de leer eso, te vas a dañar los ojos.

—Nah, no creo.

—Siempre eres tan irritantemente obstinada.

—No sabía que me tenías en tan alta estima —repuso ella, esgrimiendo una sonrisa—. Lo tomaré como un cumplido.

—Haz lo que quieras.

—No me tientes, Troyard.

—¿Tentarte con qué? —Él imitó su sonrisa torcida—. ¿Crees que no me he dado cuenta de cómo me miras?

—No me juzgues, me gustan las personas bonitas. Me gusta el color turquesa de tus ojos y la forma en la que contraste con tu cabello. Me hace pensar en el cielo, ¿sabes?

—¿En el cielo? —se burló él, sus dedos tamborileando sobre su abdomen—. Bueno, no puedo decir que me dejas indiferente.

—Vaya, me halagas. —Se rio ella—. Por un momento, pensé que me odiabas.

—Eres una de las pocas personas aquí que tolero.

—Es bueno saberlo... —Ella puso los ojos en blanco.

Ambos se quedaron en silencio. Apenas se escuchaba el tap, tap, tap, de los dedos de Slaine hasta que ella suspiró.

—No se apresuran...

—Estaremos aquí un buen rato —comentó él y se irguió sobre el asiento—. ¿Se te ocurre alguna manera de pasar el rato?

—Podríamos quitarle las hojas al manual y hacer origami, ver quién hace el avión que vuele más lejos. ¡Ah! También el tres en raya y... —Ella parpadeó y curvó los labios—. Parece que tú tienes otra idea.

—Algo así. —Slaine se levantó y caminó hacia ella hasta arrodillarse a su lado, alzó la mano y acarició su rostro—. ¿Te molesta?

—No, tienes las manos ásperas, pensé que... —Ella dejó caer los párpados cuando Slaine besó su mejilla, sin poder controlar cómo la frecuencia cardiaca se le aceleraba de a poco, al ritmo de sus caricias y sus besos.

—¿Sabes? Yo también te veo. El uniforme de pilotaje te queda muy bien.

Ella suspiró cuando sintió sus labios trazando la línea de su mandíbula y se rio.

—Pensé que eras más recatado con esto de los encuentros casuales.

—No pienso hacer nada más que besarte.

—¿Eh? Es una lástima —se quejó ella, disfrutando de lo caliente que se sentía la piel pálida de Slaine.

—Vaya, lo tendré en cuenta para otra ocasión. —Él sonrió contra sus párpados y ella se maldijo por el ligero traspiés que dio su corazón y el inesperado vuelco en su abdomen—. Eres tolerable y puede que me gustes un poco.

—¿Un poco? —Ella no quiso quedarse atrás y deslizó los dedos por sus bíceps—. En alguna ocasión te vi y pensé que querías devorarme.

—Son cosas distintas —susurró sobre sus labios y siguió con la mirada cómo ella se los humedeció—. El sexo y querer a una persona es totalmente distinto. ¿Tú qué quieres?

—Lo que me quieras dar.

Slaine se detuvo y parpadeó, sorprendido. No estaba muy seguro en qué momento había terminado por sentarse a horcajadas sobre ella mientras ella posaba las manos sobre su cintura. Se observaron unos segundos y él curvó los labios:

—Me gusta lo amable que eres.

—Y a mí cuando dejas caer tus barreras y te acuerdas de cómo sonreír.

Ella lo tomó del cuello del uniforme y lo haló hacia ella para besarlo. Slaine apoyó los brazos del espaldar de la silla y se tomó la molestia de disminuir el ritmo del beso para saborear sus labios apropiadamente, guío el movimiento de su boca y descubrió que la sinergia entre ambos era maravillosa.

Ella protestó cuando se alejó, pero fue solo un instante en el que Slaine quiso concentrarse en su expresión. No entendía qué imperaba más: el deseo o el cariño, porque nadie lo había visto nunca con una mezcla de ambas.

Y no le importaba realmente, solo quería sentir a alguien cerca.

Ella deslizó una mano por su nuca y lo besó, esta vez más demandante, con un ímpetu que hizo vibrar sus gargantas, suspirar contra sus labios, hasta disfrutar del húmedo contacto de sus lenguas. La escuchó jadear cuando deslizó una de sus manos por debajo de su blusa. Su piel ardía y sentía que se estremecía ante su tacto, vibraba en su cintura y se derretía contra su boca.

Slaine se separó solo un poco para acomodarse sobre la silla y no pudo controlar el sonrojo cuando ella lo haló por el muslo para acercarlo más. Bajo las luces de emergencia titilantes de la nave, se percató de que ella también estaba ruborizada, agitada bajo su cuerpo, esperando por qué más podía él ofrecerle. Y, por un instante, Slaine tuvo la muy estúpida idea de que podría ofrecerle la luna, iniciar una guerra por ella y cualquier otro símil bélico que atontaba su mente, así que no opuso resistencia cuando ella volvió a besarlo.

La joven no comprendía qué era eso que cimbraba bajo su piel, que se anudaba en su vientre y agitaba su corazón. Había besado a muchas personas antes, pero nunca lo había necesitado de ese modo. Le gustaba cómo Slaine captaba prontamente el mejor ángulo y era receptivo, cómo sus dedos se hundían en su cabello y sus uñas apretaban la piel de su cintura. Disfrutaba del ligero cosquilleo contra su lengua, de los mordiscos juguetones a su labio inferior, de los suspiros, de los jadeos, de su cuerpo tan, tan cerca de ella...

Quizás le gustaba más de lo que había dejado entrever, al punto en el que se había enceguecido a sí misma.

Slaine se separó y se quedó muy quieto al percatarse de que ella había tomado la mano, la que se apretaba contra su cintura y había entrelazado sus dedos. Se observaron nuevamente y Slaine pasó saliva e intentó decir algo, pero ambos respingaron al escuchar el traqueteo en la nave.

Slaine, con cuidado, regresó a su asiento y se acicaló tanto como pudo, del mismo modo en el que ella lo hizo.

—Dime que las cámaras de seguridad también están apagadas...

—¿Te preocupa eso ahora? —se burló él—. Me hubiera esperado a ir a tu habitación si no hubiera estado seguro de antemano.

—¿Hubieras...? ¿Esto era parte de tu plan?

—Mi propósito del día.

—¿Qué?

—Necesitaba desfogarme un poco con todo lo que ha estado pasando y tú también, ¿no?

—Sí, no lo niego, pero...

—¿Quieres que sigamos en tu habitación o en la mía? —Slaine se llevó un dedo a los labios cuando las luces dejaron de titilar y el casco se iluminó.

Se rio cuando notó el vehemente arrebol de la joven, pero sabía que su propuesta no moriría allí. Y una parte de él se cuestionó si quería que ese beso terminara por derrumbar los enormes muros de su corazón. Temía mostrarse vulnerable de nuevo, pero sabía que ella era paciente y lo ayudaría a dilucidar qué rayos quería con esa nueva oportunidad.

Por lo pronto, se conformaría con el codazo que ella le atinó en las costillas y la primera carcajada sincera que a él se le escapó mientras dejaban el catafracto.

¡Muchas gracias por leer!

N/A: Y diez años después de su emisión me decido a publicar algo de este anime. En 2014 me encantó Aldnoah, aunque el final sí se quedó un poco corto, yo sigo guardándolo con cariño. De hecho, tengo una historia escrita con Slaine que nunca creo que vaya a ver la luz xD

Siento que quedó un poco OoC, pero me gustó el resultado. El prompt de este día era "beso apasionado".

Tengan un lindo día~

Let justice be done, though the heavens fall! >.<

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