Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Shiota Nagisa - Assassination Classroom

Contracorriente

Ir contra la corriente en Kunugigaoka era casi un pecado, era digno del aislamiento social. El miedo de ser un fracasado como los de la clase E, de no ser suficiente, siempre la carcomía por dentro, porque no creía que se debería excluir a todo un grupo de estudiantes de sus actividades usuales, pero allí no importaba lo que creía sino lo que aparentaba.

Y aparentar desagrado cuando su amigo había sido degradado a la clase E en el último semestre del año pasado resultaba tan fácil, que le arrancaba el corazón del pecho por el asco que sentía de sí misma. Después de todo, era una regla tácita que el resto de los estudiantes, al dirigirse a la escoria de la escuela, no pudieran ser amables, tan solo remarcando insultos. Pero ella creía que ignorarlos resultaba más cruel porque aún no superaba la mirada que Nagisa le había dirigido cuando intentó saludarla el primer día de clases.

Se sentía tan culpable y débil de carácter, que no podía evitar odiarse. Mirarse al espejo, andar con el rostro en alto, se le hacía cada vez más difícil. Sin embargo, al ver las sonrisa de Nagisa divirtiéndose en la clase E, todos con un aire más ligero y diferente, una llama de esperanza y resolución se había encendido en su corazón. Si le pedía perdón, quizás podrían volver a ser como antes, pero el problema radicaba en trazar un plan para escabullirse del edificio principal para atravesar la montaña que rodeaba el complejo de la clase E.

Empezaba a flaquear ante la idea de ser descubierta y el problema en el que se metería, pero espabiló cuando una mano se posó suavemente sobre su escritorio. Extendió la hoja de sus calificaciones con un movimiento prolijo.

—¿En qué piensas?

La voz de Asano siempre era un arrullo, pero ella no podía evitar notar el siseo que arrastraban sus palabras, esperando castigar a alguien de ser necesario.

—Bajaste tus notas en inglés y japonés, si las comparamos con las del año pasado; y aun así conseguiste estar entre los diez mejores en promedio. Sin embargo, espero que te mantengas consistente.

—No va a bajar de ahí —farfulló, queriendo golpearse por la voz aguda que se le escapó.

Sin embargo, inglés y japonés eran materias que siempre estudiaba con Nagisa, y desde que no estaba con él le costaba concentrarse en ellas.

—Eso espero. —Asintió—. No quiero que ni un solo estudiante de la clase E llegue a los primeros lugares.

—¿Te sientes amenazado? —cuestionó sin pensarlo, mordiéndose la lengua cuando sus ojos conectaron y los de él refulgieron con un brillo peligroso.

—No —atajó con voz rotunda—. Pero a los perros es mejor tenerlos vigilados y con la correa corta.

Quiso reponer algo, pero bajó la cabeza al no poder seguir sosteniéndole su mirada tan indescifrable. Respingó cuando él le dio una palmada en el hombro.

—Bien hecho.

Se encogió en el asiento. ¿De qué servía tener buenas notas si era una decepción como humana?

Calculó el tiempo que le tomaría sortear todo el sendero que llevaba hasta la clase E, hablar con Nagisa y regresar al campus principal. Decidió que lo mejor sería fingir alguna molestia, ir a la enfermería y escaparse de allí por la ventana. La idea sonaba tan prometedora como terrorífica, pero ya se había decantado por hacer eso y, si no se era fiel a sí misma, ¿cómo podría serlo con los demás?

Escaparse de la enfermería había sido más fácil de lo que esperaba. Al tener un récord inmaculado y ser conocida por su buen comportamiento, se había ganado la confianza y aprecio de los profesores, y eso bastaba para que bajaran la guardia a su alrededor.

El sendero que llevaba a la clase E se le antojaba tan difícil de cruzar como el Everest, o quizás alguna selva en una isla desierta considerando el calor y la humedad. ¿Cómo rayos hacían ellos para trepar todas esas escaleras corroídas por las tempestades del clima? Pero eso no la desanimaría, no cuando, con cada paso, estaba más cerca de llegar a su destino.

Un poco más allá de la mitad del trayecto, decidió sentarse para tomar aire. A pesar de que el campus principal daba la oportunidad de unirse a clubes deportivos de alto rendimiento, ningún miembro de la clase A podía darse el gusto porque eso podría afectar su rendimiento académico, por lo tanto, sus condiciones físicas eran un poco precarias. Y ella no era la excepción, si quería cumplir las expectativas, debía estudiar, a pesar de que no era consciente de los lejos que estaba de llegar a sus propios límites.

Continuó escalando, inhalando el fresco aroma a eucalipto y el aire purificado por los árboles. Se sentía diferente al campus principal, que mantenía el aire puro y fresco a través de máquinas, al punto de que la opresión de su pecho de desanudaba de a poco. Ahora entendía un poco más por qué los miembros de la clase E eran capaces de divertirse de ese modo y, quizás, los envidió.

Cuando por fin divisó el destartalado edificio, tomó una bocanada de aire y limpió el sudor de su frente. Desde hacía varios metros su corazón había empezado a latir desbocado, y no sabía si era por el ejercicio o por los nervios, casi podía sentir cómo su valor de esfumaba de a poco. Conocía a muy pocos de los miembros de la clase E. Quizás rezaría por encontrarse con Isogai, él era un buen chico, así que seguramente la ayudaría; pero también le daba miedo encontrarse con Terasaka. Intentó dejar de ponerse excusas y avanzó.

Recorrió los primeros peldaños a la entrada, cuando escuchó algo extraño. Antes de atravesar el dintel, su curiosidad la superó y se dirigió a la vuelta de la esquina de la construcción. La risa, supuso, sonaba perturbadora. Asomó la cabeza con cuidado, procurando controlar los latidos desbocados de su corazón.

Lo primero que vio fue una revista con una chica de pechos descomunales, pero eso no fue lo que realmente la sorprendió, sino la criatura rosada que estaba hecha un ovillo leyéndola —¿las revistas de esa índole siquiera se leen?—. Sus ojos se encontraron y a ella le dio algo cuando la criatura con tentáculos en vez de manos se tornó de color amarillo, secretando una extraña mucosidad. Su garganta estaba atenazada, y la única forma en la que podía destensarla era gritando.

Separó los labios, metiendo aire, pero el grito murió contra la mano de alguien que la había atajado desde atrás tan furtivamente que ni siquiera lo había sentido.

—No grites —pidió, alarmado—. Soy Nagisa, (T/N).

Ella no podía despegar los ojos del pulpo de color grisáceo y una expresión rarísima; sin embargo, asintió levemente. Nagisa la soltó poco a poco hasta que ella pudo alejarse un paso.

—Ven. —Shiota tomó su mano—. Koro-sensei, usted también.

La chica se dejó guiar por su compañero, pensando en cómo había llamado a esa criatura y, sobre todo, qué demonios era. Además, por qué estaba leyendo una revista erótica en el colegio para después ponerse a murmurar sobre lo avergonzado que estaba mientras se cubría el rostro y este cambiaba a un extraño color rosado.

Sin embargo, reparó en el agarre firme de la mano de Nagisa, no mucho más grande que la de ella, y también cómo sus palmas parecían estar más rasposas de lo que recordaba. Su espalda, que siempre se había mostrado frente a ella tan frágil, había adquirido matices más fornidos, pero sin perder su figura esbelta. Sus ojos la tentaron a seguir por derroteros más bajos, pero se abstuvo de hacerlo cuando notó la presencia de la criatura extraña a su lado, cubriéndose la boca con una sonrisa sardónica, dejando escapar un "nurufufu". Se sintió enrojecer y prefirió concentrarse en el hecho de que cada vez se adentraban más en el bosque.

—(T/N), ten cuidado. —Nagisa giró sobre sus talones para ayudarla a pasar por encima de un tronco.

—Me alegra saber que mis estudiantes son caballeros. —La cabeza de Koro-sensei se tornó anaranjada y un aro rojo se marcó en su cara.

—Koro-sensei, debería más bien preocuparse por lo que esto implica —suspiró Nagisa, procurando no dejarse llevar por las palabras de su profesor.

—Que una estudiante me haya visto leyendo ese tipo de cosas es una tragedia. ¡Qué vergüenza! ¡Qué vergüenza!

Nagisa le dirigió una mirada de disculpas a la chica, quien aún no se recuperaba del asombro que le generaba el profesor. Él soltó su mano suavemente, mientras se preguntaba qué hacía ella, una estudiante de la clase A, por esos rumbos.

—¿Quién... es usted? —cuestionó suavemente, procurando mantener la calma. Si Nagisa los había llevado ahí, era porque era seguro.

—Oh. Qué falta de respeto no haberme presentado. —Sonrió enormemente, pero no la asustó tanto—. Puedes decirme Koro-sensei, soy profesor de la clase E. Tú debes ser (T/A) (T/N), ¿cierto?

—¡S-sí! ¿Cómo lo supo? —Alzó las cejas sorprendida.

—Siempre te has mantenido en los mejores diez estudiantes de secundaria.

—Oh... —Asintió y bajó la cabeza—. Uhm... Mucho gusto, Koro-sensei. —Le sonrió, extendiendo su mano.

El profesor la recibió con uno de sus tentáculos, agitando su mano suavemente. Nagisa se sorprendió por la capacidad de adaptación de su compañera; como nunca había tenido que verla en una situación similar —como si se pudieran conocer criaturas del tipo de Koro-sensei todos los días—, nunca había podido ser testigo de ese lado de ella.

—¿Puedo preguntar qué es usted? ¿Es un alienígena? ¡¿Va... Va a abducir a los estudiantes de la clase E?!

—¿Qué dices? —Rio Nagisa—. Solo es nuestro profesor, no le prestes atención al resto.

—Pero si es un reptiliano, eso explicaría por qué nunca va al campus —dijo, frotándose la barbilla.

—Creo que te llevarías muy bien con Fuwa —comentó Nagisa, agitando la cabeza—. A pesar de eso, no puedes decirle a nadie de Koro-sensei. Y, Koro-sensei, debería disculparse.

—Es cierto, Nagisa. —Su cara volvió a mostrar un círculo—. Esa no es la actitud de un profesor. Prometo que reflexionaré. —Sacó un pañuelo y se limpió algunas lágrimas.

—Y seguro mañana Okajima le pondrá una trampa con revistas y no sé resistirá... —repuso Nagisa—. Además, ¿por qué no pudo oler a (T/N)?

—Tengo la nariz tapada.

—¿Nariz? —preguntó la chica, quien se había limitado a pasar la mirada de uno a otro.

—Pareciera que no tengo, pero...

—Aquí vamos de nuevo. —Nagisa se cubrió el rostro, sin entender por qué tenía que lidiar con eso.

—... ¡son estas! —Señaló los orificios de su nariz, una espiral verde se marcó en su rostro, mientras reía.

—¡Oh!

—¡¿En serio te sorprende?! —exclamó Nagisa, incrédulo.

—Es una forma de vida diferente a los humanos y me está dejando verlo y explicándome su anatomía. Es normal que me emocioné. —Hizo un mohín.

Nagisa solo agitó la cabeza con una sonrisa admirada, viendo cómo su profesor estaba en modo engreído por ser adulado un poco. Sin embargo, la mirada que le lanzó a Koro-sensei bastó para que entendiera el mensaje.

—Nurufufu. —Rio con las mejillas sonrojadas—. Creo que viniste a hablar con Nagisa. Será mejor que los deje solos.

—También es muy perceptivo y amable. —Asintió asombrada.

Nagisa soltó una risa nerviosa, sin poderse creer la primera impresión que Koro-sensei había dejado en la chica. Sin más dilaciones, él desapareció de sus vistas con su Mach 20.

—¡Y tiene supervelocidad! ¡Es como un superhéroe!

Un superhéroe que va a hacer que la Tierra explote, quiso agregar Nagisa, pero ya tenían suficientes problemas con que ella lo hubiera visto. Mientras mantuviera el secreto, no habría problemas; y él sabía que podía confiar en ella.

De repente, cuando el silencio los invadió, se percataron de lo incómoda que se había tornado la situación. Nagisa aún recordaba los saludos ignorados a finales de año; y ella no dejaba de culparse por dejarse llevar por las apariencias y los logros, por aquello que Kunugigaoka de esmeraba tanto en enseñarles, mermándoles el compañerismo. Sin embargo, lo que Nagisa recordaba con más ahínco eran los brillantes días de su amistad. Sin dejarse aturullar por el repentino silencio, se sentó en el tronco y la invitó a ella para que lo acompañara.

—¿Qué te trae por aquí? Está tácitamente prohibido que los del campus principal vengan para acá —preguntó con suavidad, coaccionándola para que hablara.

—Pues... Solo... —Bajó la cabeza, y agradeció que Nagisa esperara varios minutos pacientemente hasta que ella tuviera el valor para hablar—: Solo quería pedirte disculpas por ser tan mala amiga...

—¿Eh? No, no tienes que... —Desvió la mirada, buscando alguna manera para leerla y responder de acuerdo con eso—. Quizás yo también hubiera hecho lo mismo.

—Eso no justifica mi actitud —espetó, inflando las mejillas—. Dejarme llevar por lo que los demás piensen de mí no es correcto. Es difícil ignorar las opiniones ajenas y más en este colegio. Y no creo que tú me hubieras ignorado de terminar aquí; eres mejor que yo.

—Eso no es cierto. —Le sonrió levemente, impresionado por su sinceridad—. Eres mucho mejor que yo en otras cosas, yo simplemente sigo la corriente para evitar problemas.

—Tener buenas notas, sin ser una buena persona no vale nada... —Agitó la cabeza, obcecada en su idea mientras Nagisa le regalaba una de sus sonrisas apaciguadoras—. Quiero intentar ser una mejor persona, pero en la clase A es difícil.

Shiota no dijo nada. Se limitó a asentir con aquiescencia, sus ojos denotando cierta pizca de orgullo.

—Así que en serio lo siento por haberte ignorado. Entenderé si consideras que nuestra amistad está rota, yo...

—Tenemos mucho por aprender aún, (T/N). Apenas tenemos catorce años y toda una vida por delante para equivocarnos y corregirlo. —Nagisa se sentía un poco mal diciendo eso cuando sabía que en marzo del otro año el planeta podía estallar, pero era lo que realmente pensaba, así que estaba bien—. Y... —Bajó la mirada unos segundos, pero luego la dirigió a ella, sonriéndole con afabilidad—. Y me gusta pensar que los amigos están ahí para guiarnos por el camino correcto. Eres mi única amiga del campus principal y si bien ambos hemos errado, eso no tiene por qué obstaculizar nuestra amistad.

La chica parpadeó, como si fuera testigo de una epifanía que se convertía en una verdad absoluta. Tenía razón. Aún tenían un amplio margen para equivocarse y la cuestión era percatarse, solucionarlo y seguir adelante con la certeza de que no volverían a fallar en lo mismo.

—Veo que estar aquí te ha sentado bien. Te ves diferente —comentó luego de unos minutos.

Nagisa alzó las cejas y agitó la cabeza.

—No creo. Karma es testigo de ello, y Sugino, que tengo que presentártelo, también se encarga de recordármelo.

—Lo digo en serio. Hasta cambiaste tu peinado. —Señaló sus coletas—. Me gusta cómo te quedan, aunque tu otro estilo te daba cierto aire de samurái errante. —Rio, extendiendo la mano hasta acariciar algunas hebras de su cabello—. Seguro que pronto vas a poder cortártelo.

—Esperemos que mamá lo acepte.

—Lo hará —aseguró, devolviendo su mano a su regazo—. Me alegra poder hablar contigo de nuevo.

—Lo mismo digo. Tenemos que ponernos al día de muchas cosas. Aunque me estaba preguntando cómo está la situación con tus padres.

—Están bien —asintió—. He estado hablando más con ellos sobre lo que quiero hacer en el futuro para ablandar el terreno. Ya sabes que, con mis calificaciones, esperan que estudie algo socialmente importante, pero no estoy segura de querer hacerlo. Quiero poder relajarme y, sobre todo, estudiar algo que me apasione. Aunque aún me falta descubrir qué es... Ojalá que para finales del año lo sepa.

Nagisa la escuchaba atentamente. A pesar de las dudas, a él siempre le pareció que (T/N) tenía la habilidad de seguir adelante y enfrentarse al futuro cuando se le presentara, tomándose su tiempo. La admiraba por su capacidad de adaptación, a pesar de que era eso lo que le complicaba romper las reglas. De hecho, le había sorprendido verla allí cuando salía del edificio, aunque quizás lo dejó aún más estupefacto el haberse recompuesto después de ver a Koro-sensei.

Sus ojos viajaron a su cabello. La luz se reflejaba sobre él y cambiaba su color a tonalidades más claras en un patrón moteado. Fue en un capricho luminoso por el suave movimiento de las hojas que se dio cuenta del pequeño insecto correteando en su cabeza. Se acercó con cautela, pero apenas se percató de lo que hacía cuando ella se encogió solo un poco.

—¿Nagisa?

—Ah... Lo siento, es que tienes un insecto en el cabello y quería tratar de quitártelo sin que te dieras cuenta.

—¿Un bicho? ¿Es feo? No, no me digas, solo quítalo, por favor. —Cerró los ojos con fuerza.

Nagisa soltó una breve carcajada. A pesar de que lo intrigó el hecho de que ella sí se había percatado de su usual sigilo y habilidad para no dejar entrever sus intenciones —su sed de sangre—, se apresuró a deshacerse del animal. Sin embargo, este se escabulló de entre sus dedos y Nagisa tuvo que inclinarse hacia ella, prolongando más su cacería.

—¿Ya? —Abrió los ojos cuidadosamente tan solo para encontrarse con la barbilla de curvaturas delicadas y los labios rosados de Shiota.

Por un segundo, mientras Nagisa le quitaba el insecto con un movimiento rápido, notó en sus ojos celestes, siempre tan tranquilos como el mar antes de una tormenta, adoptar un matiz más certero, más peligroso, que le envío escalofríos por todo el cuerpo. Se preguntó qué lo había hecho desarrollar esa mirada que, solo en otra ocasión, había creído ver. Más que preocupación, sintió intriga porque la clase E parecía ser más que los vilipendios de los demás.

Nagisa bajó la mirada para encontrarse a tan solo centímetros del rostro de su amiga. Ambos se miraron con sorpresa, mientras el calor de sus cuerpos irradiaba y se entremezclaba con el verano y con el otro. Sin embargo, más que la intimidad que pudieran compartir en ese pequeño espacio, lo que los desconcertó fue el vuelco de sus corazones, como si acabaran de lanzarse al abismo con la certeza de que el otro estaría allí para atraparlo y propulsarlo hacia la luz. Esa emoción tan intensa los desconcertó, pero, al mismo tiempo, los tentó a querer saber qué había más allá.

Se alejaron hasta quedar a una distancia prudente, sus mejillas estaban sonrojadas y apartaban la mirada del otro. Ninguno sabía qué decir respecto a lo sucedido, pero también creían que ese no era el momento porque aún debían entender qué estaba pasando.

El suave carraspeo de Nagisa cortó el silencio enrarecido.

—Por cierto, ¿cómo hiciste para venir hasta acá? Calculando la hora en la que llegaste, al inicio del almuerzo, no corresponde con que hayas... Espera. Te...

—Fingí enfermarme en el periodo anterior al almuerzo para ir a la enfermería y fugarme. Ya sabes que nadie sospecharía jamás de mí.

—¡¿Qué?! —Nagisa saltó hasta terminar parado, alarmado—. ¡Si se enteran de que te fugaste y llaman a tus papás...! Vamos, te acompaño de regreso.

—Tranquilo, en serio no es nada. Vine sabiendo las posibles consecuencias, no te preocupes.

—Igual, vamos. No quiero que te metas en problemas —pidió, regalándole una de sus sonrisas amables—. Si Karasuma-sensei se entera de que viste a Koro-sensei no sé qué pueda pasar, así que es mejor no arriesgarnos.

La intriga de (T/N) crecía aún más, pero decidió seguir a Nagisa por un sendero diferente, asegurándole que era más corto que el principal, aunque un poco menos seguro, pero ella confiaba en él y había descubierto que había desarrollado reflejos felinos. Sin embargo, fiel a su promesa, prefirió no decir nada.

Hablaron todo el camino. Nagisa le contó lo bien que le estaba yendo en sus clases y cómo Koro-sensei los había ayudado a superar el complejo de inferioridad que nacía al pertenecer a esa clase. Sin embargo, ella podía notar que algo lo conflictuaba, a pesar de su sonrisa tenue. Después de todo, decir que todo estaba bien cuando no era así era una de las peores costumbres de su amigo, pero no quería sacarlo a colación, prefería disfrutar de esos instantes de conversación ligera.

En algún punto, regresaron al sendero principal y continuaron descendiendo por la montaña. Estaban preparados para despedirse cuando ambos se percataron de los ojos agudos observándolos.

—Buenas tardes, Akabane. —(T/N) se apresuró a hacer una leve reverencia—. Nos vemos, Nagisa. —Le sonrió, sin poder ocultar la alegría reflejándose en el arrebol de sus mejillas.

Karma apenas le dedicó un breve saludo, ojeando a Nagisa con una sonrisa socarrona.

Nagisa dejó escapar un suspiro contento, pero se recompuso al notar la mirada de Karma sobre él.

—¿No te vas a saltar este periodo? —cuestionó, siguiéndolo por las escaleras desgastadas.

—Karasuma ya me advirtió que no podía saltarme Educación física por días seguidos.

—¿Hasta qué punto lo llevaste para que aceptara eso? —Rio suavemente.

—Ah, pero aquí lo que me intriga eres tú, Nagisa. —El aludido curvó una ceja, suspicaz al notar el brillo ladino en sus pupilas—. Las tienes haciendo fila, ¿eh?

—¡¿Qué rayos dice, Karma?! —chilló, avergonzado.

Antes de que Nagisa pudiera empujarlo, Karma saltó hacía un arbusto. Ambos se sumieron en una persecución mientras Karma soltaba comentarios que no hacían más que acrecentar el sonrojo de Nagisa. Y, a pesar de la vergüenza bullendo en su pecho, Nagisa quería atesorar ese sentimiento porque sabía que, varios años después, se convertiría en el comienzo de los días más felices de su vida.

¡Muchas gracias por leer!

N/A: Me volví a ver el anime hace unos días para encontrarme con la grata sorpresa de que varias de sus enseñanzas calaron tan profundo en mí que terminé adoptándolas a mi vida jajaja

Hay tantos personajes memorables en esta serie, que no me decantaba por quién empezar. Así que terminé escribiendo sobre Nagisa porque su personaje me encanta. Me gustó lo tierno que quedó; espero les haya gustado~

No pensé que me iba a gustar tanto escribir sobre Koro-sensei, pero disfruté describir su cambio de colores. La próxima vez que escriba para AC, creo que lo haré sobre Asano o Karma ^^

¡Tengan un lindo día y cuídense mucho!

¡Nurufufu! >.<

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro