Kuroko Tetsuya - Kuroko no Basuke
De encajes perfectos
Pese a que el horario de prácticas había terminado, los balones seguían rebotando sobre la cancha. Los zapatos rechinaban al pivotear. La canasta se quejaba cada vez que encestaban. Se oían respiraciones agitadas, lluvias de ideas para jugadas, gruñidos y carcajadas.
La práctica del equipo de baloncesto de Seirin era impresionante y agradecía poder echar un vistazo mientras esperaba que Kuroko y Taiga se desocuparan para ir juntos a la parada del bus. Cada vez que los veía practicar, se contagiaba de su entusiasmo y perseverancia. Cada uno de ellos, hasta los menos talentosos, enfrentaban el partido con tenacidad.
Sin embargo, lo que más disfrutaba era observar la figura fantasmagórica de Kuroko maniobrando por la cancha. No lo había comprendido hasta ese momento, pero un buen pase resultaba decisivo, y más con la capacidad que tenía Kuroko para decidir la mejor jugada en el ardor del momento. Además, le gustaba la ferocidad que adquiría su mirada tranquila y la leve sonrisa que indicaba que estaba disfrutando de cada segundo sobre la cancha.
Nigou se acercó a ella, batiendo la cola mientras subía las gradas de los espectadores con agilidad. Empujó su mano con el morro y ella prefirió darle toda su atención para llenarlo de mimos y halagos. No supo cuánto tiempo estuvo en ello hasta que una mano se posó en su hombro mientras le rascaba la panza al Husky.
—Tetsuya. —Le sonrió con alegría, percatándose de que tenía el cabello húmedo—. Debiste secarte bien; yo podía seguir esperándote, ¿sabes?
—Nos pasamos de la hora —dijo, acuclillándose a su lado para unirse a las caricias.
—Siempre se pasan de la hora —repuso Riko, saludando brevemente a la joven—. A este paso voy a pedir las llaves del gimnasio de forma definitiva.
—Ya hice la solicitud —agregó Hyuga, ajustándose los lentes sobre el puente de la nariz.
—¡No se podía esperar menos del Capitán! —Izuki palmeó su espalda con alegría y pasó su mirada a la chica—. Ah, pero si es (T/N)-chan. Veo que viniste de nuevo a...
La joven hizo amago de responderle con entusiasmo, pero ladeó la cabeza cuando Kuroko interpuso su mano entre ella y su senpai. Ella le lanzó una mirada acusatoria, pero él se hizo el desentendido mientras Izuki se reía entre dientes y se iba.
Kuroko aún no superaba el primer día en el que se la presentó a todo el equipo y esos dos conectaron de inmediato. Aunque no era buena haciendo sus propios juegos de palabras, hallaba hilarante a las personas que sí lo hacían; así que se pasaron todo ese día compartiendo una sola neurona mientras se carcajeaban. Para ponerle la guinda al pastel, Izuki había admitido que su novia era muy linda, y Kuroko estaba consciente de que él no era tan apuesto como su superior.
—Tetsuya —susurró y se inclinó hacia él hasta asegurarse de que solo él la escuchara—. Sabes que te quiero solo a ti.
Kuroko desvió la mirada apenas para disimular el leve rubor en sus mejillas. Le gustaba que ella fuera honesta con sus sentimientos, pero él sentía que no podía corresponderle apropiadamente porque tenía la mente puesta en derrotar a la Generación de los Milagros. Había sido egoísta al pedirle que salieran hacía dos meses cuando sabía que no podía dedicarse a ella tanto como quería, que no sabía cómo compensar las horas de espera, que era la primera vez que estaba con alguien y no sabía cómo iniciar ningún tipo de contacto físico. Ella era paciente y comprensiva y eso solo lo hacía sentir peor; y, pese a irracional, ese era el motivo por el cual sentía que su relación peligraba cada vez que Izuki y ella hablaban.
No tardaron en recoger las pelotas y limpiar cuando ella se les unió a las tareas, hablando con entusiasmo con Furihata y Riko. Ya afuera, con el cielo empezando a teñirse de púrpura en la lontananza, Kagami leyó el ambiente —realmente Riko le dijo que lo hiciera— y habló:
—Voy a verme con Tatsu, así que no podré regresar con ustedes.
—¿En serio? —dijo Tetsuya con suspicacia por lo inusualmente nervioso que estaba su amigo.
—S-sí, ¿qué razones tendría para mentir?
—Que te vaya bien —deseó (T/N) con una sonrisa.
—Sí. Bueno, me voy por acá... —Kagami tropezó con una piedra inexistente y atravesó el portón de la escuela a trompicones.
Ella se rio y, sin escrúpulos, exclamó:
—Kagami, ¡muchas gracias!
Taiga enrojeció al haberse puesto en evidencia y la pareja rio con distintos grados de diversión. Kuroko agitó la cabeza y la invitó a que siguieran caminando.
—No sé cómo quiere que le creamos cuando Yosen está tan lejos... —reprochó Tetsuya.
—Es cierto, es tan malo mintiendo —apoyó y Kuroko vio cómo ella redujo la distancia entre ambos con un solo paso—. ¿Cómo te fue hoy? En la práctica estuviste genial. Quiero decir, siempre logras sorprenderme con tus jugadas, pero hoy te noté más entusiasmado.
Kuroko separó los labios y, como siempre, se maravilló por lo fácil que era hablar con ella. Le prestaba atención, era perceptiva con sus emociones y comentaba lo que le decía. Él hacía lo mismo por ella, pero la interrumpía menos porque le gustaba escucharla hablar y hacer notas mentales de sus manías y de los más nimios detalles que la diferenciaban de él, del resto, del mundo.
De repente, se detuvo en mitad de la acera y ella alzó las cejas, dubitativa. Kuroko señaló una tienda que vendía crepes y dijo:
—Querías probarlas, ¿verdad?
—¡Sí! Es un milagro que no haya tantas personas haciendo fila.
—¿Puedo invitarte?
Ella parpadeó, anonada por los rastros de timidez en su imperturbable novio, pero le sonrió y asintió, sin miedo de mostrarle el arrebol en sus mejillas.
—Sorpréndeme —dijo ella, imitando a Ego de Ratatouille mientras disfrutaba de la leve sonrisa que se dibujaba en los labios de Kuroko—. Voy a sentarme allá. —Señaló un banco en un parque al otro lado de la calle—. Dame tu bolso.
La joven fue tarareando una canción, extasiada porque Kuroko recordaba que se lo había mencionado en una ocasión. No le molestaba la falta de contacto entre ambos y entendía que cada uno estaba enfrascado persiguiendo sus propios sueños, pero a veces temía que Tetsuya se esfumara de repente.
Tetsuya, pese a su personalidad taciturna, tenía muchos puntos a favor como que era atento, amable y diligente. Además, le encantaba cuando hacía bromas con el rostro inmutable. Era un buen chico y quería descubrir más de él. Empezaba a querer cada una de las sutilezas que coloreaban en tonos pastel su personalidad.
Kuroko regresó al cabo de unos minutos y le tendió una crepa llena de crema con sus frutas favoritas, y ella se sintió derretir porque, una vez más, le demostraba que era importante para él.
Se sentaron uno junto al otro, apenas permitiendo que sus brazos se rozaran. Comieron en silencio hasta que fue hora de dar el veredicto.
—¿Y bien? —preguntó Tetsuya.
—Ahora entiendo el porqué de la fila. —Ella le sonrió y se señaló la comisura del labio—. Tienes restos de crema.
—¿Aquí? —Kuroko se llevó un dedo a la mejilla, pero se sorprendió cuando ella tomó su mano para indicarle el sitio. Nunca imaginó que su piel fuera tan tersa ni cálida, existía un claro contraste entre ambos.
Intentó prolongar el contacto, pero ella lo dejó ir con suavidad. Bajó la mirada, meditabundo.
—¿Te molesta?
—¿Qué cosa? —cuestionó ella, haciendo una bola con los restos de la envoltura de papel.
—Que no tengamos tanto contacto físico como otras parejas.
Ella parpadeó, sorprendida porque sacará el tema a colación, porque, de alguna forma, era consciente de ello. Dejó descansar las manos sobre su regazo, igual de pensativa.
—No me molesta porque sé que estamos ocupados con otras cosas.
—No es excusa —negó Tetsuya—. Es solo que...
—Eres mi primer novio y me pone nerviosa acortar la distancia... Al menos de forma consciente. Creo que es normal y podemos tomarlo con calma.
—Siento lo mismo —coincidió Tetsuya y curvó los labios, sintiendo cómo un peso se elevaba de su corazón—. Aunque, si no te molesta, ¿podría tomar tu mano?
—No me molesta. Nada de ti lo hace. —Ella extendió su mano hacia él con una sonrisa.
Kuroko apretó los labios, pero rodeó con sus dedos los de ella. Seguía cálida y suave. Sonrió, extasiado, y su corazón revoloteó cuando escuchó su risita burbujeante. Sus manos trazaron la piel del otro, disfrutando del terreno inexplorado, hasta que ella estrechó su palma contra la de él y, con una sonrisa traviesa, entrelazó sus dedos.
—¡Mira! Encaje perfecto. —Volvió a reírse, emocionada.
Kuroko lo supo en ese instante con una certeza arrolladora: quería ser motivo de su alegría y de su mirada enamorada. Apretó su mano con cariño y asintió. Si seguían hablando de lo que les gustaba y lo que no, descubriéndose y escuchándose, sabía que llegarían lejos en esa relación.
Quería que eso durara tanto como fuera posible.
¡Muchas gracias por leer!
N/A: Kuroko fue mi primer husbando definitivo, eso antes de que conociera a Sugawara xD Aun así, no sé por qué me siento tan insegura sobre este OS. Quizás se deba a que tengo muchísimos años sin ver el anime y siento un poco OoC a Kuroko...
En fin, espero que les haya gustado.
¡Tengan un gran inicio de semana!
¡Phantom Shot! >.<
P.D.: No sabía qué colocar xD
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