Kurapika - HxH
Momentos compartidos
—¿Podrías dejar de babearte por tu propia novia?
—¡Yo no...!
Kurapika entornó los ojos de forma acusatoria hacia Leorio. Enderezó la espalda y cerró el libro que estaba leyendo con la dignidad de la realeza.
—"Babearse" es un término demasiado burdo para "contemplar".
—Ah, no me vengas con tecnicismos. —Leorio resopló, divertido.
Desde que su amigo se había conseguido una novia, llevaba de mejor manera sus inocentes bromas y comentarios. Así que era un avance colosal, digno de quedar marcado en la historia, de entrar en el libro de récords.
—Es la verdad, solo la miro porque la belleza debe ser admirada. No soy un animal como para babearme, Leorio. Que tú seas así de primitivo es, lamentablemente, un asunto aparte.
Leorio gruñó, distinguiendo el fulgor bromista en las pupilas de Kurapika. No se atrevió a reponer nada porque había notado que el brillo jovial de sus ojos había regresado; no sabía qué gracias estaba obrando esa chica, pero estaba surtiendo efecto. La sonrisa de Kurapika era algo que ni él, ni Gon, ni Killua habían logrado preservar por demasiado tiempo.
A Kurapika le encantaba sentarse y analizar cada uno de sus gestos. En ese momento, hacía una competencia de salto de cuerda con Gon y Killua, que estaban maravillados por su resistencia.
Recordaba que fue ella la que le propuso que salieran, y siguió insistiendo a pesar de las múltiples veces en las que él la había rechazado. Hasta que él no pudo continuar engañándose a sí mismo. No al descubrir que quería estar junto a ella más de lo que había imaginado, no cuando estuvo a punto de perderla entre sus brazos. Sin darse cuenta, se había convertido en alguien indispensable, en una parte de su mundo que no sabía qué sería de él desapareciera.
Lo que más apreciaba de su relación era saber que contaba con una amiga, una compañera, alguien que le había asegurado que permanecería a su lado. Y le gustaba eso, la certeza de no estar solo, de buscar refugio entre sus brazos, de compartir miradas confidenciales y, en ocasiones, escuetos besos que le hacían revolotear el vientre. Sabía que juntos estarían bien, que, por una vez, el futuro le parecía prometedor.
Cuando caía el ocaso en tono cálidos, tan cálidos como las risas de sus amigos, se despidieron para poner rumbo cada uno por su lado. Kurapika aceptó la mano que su novia le ofreció y entrelazó sus dedos despacio. Le gustaba la sonrisa exultante que se esbozaba en sus labios por gestos tan pequeños, así que estaba empecinado en complacerla en todo lo racionalmente justificable.
Para reunirse con sus amigos en York New, habían tenido que alquilar una habitación en un hotel y, por la temporada alta, era una con una sola cama. A Kurapika le parecía muy trillada la situación, y aún más preocuparse por semejantes trivialidades, pero lo cierto era que estaba nervioso.
La había besado unas cuantas veces, aceptaba que ella se recostara de su cuerpo mientras leían o veían películas, pero nunca habían dormido juntos. De hecho, Kurapika jamás había pasado la noche en su casa, pese a tener una llave, porque consideraba que era inapropiado.
—¡Tus amigos con muy divertidos! Me habías hablado de ellos, pero al fin tener la oportunidad de conocerlos, me hizo comprender por qué los quieres tanto —comentó ella mientras balanceaba sus manos, saltándose los adoquines de colores en un juego que solo ella entendía.
—Sabía que se llevarían bien. Creo que dejaste encantado a Gon. Ten cuidado. —Kurapika tiró de su mano al notar que se tropezaría con un desnivel.
—Gracias. —Ella le sonrió—. Gon es divertido, pero Killua es muy competitivo y es mal perdedor. Aunque no pude hablar casi con Leorio, te vi conversando con él y creo que puedo entender por qué se llevan bien.
Kurapika apartó la mirada, avergonzado. No podía creer que ella lo hubiera visto en su momento más bajo discutiendo con Leorio. Ella rio entre dientes y se adelantó un par de pasos cuando divisó el hotel. No tardaron en llegar al edificio ni en poner rumbo a la habitación.
—¡Voy a bañarme! —anunció ella con una pila de ropa entre los brazos—. No recuerdo la última vez que sudé tanto, en serio que cada vez que superaba a Killua, me obligaba a saltar la cuerda de nuevo...
—De acuerdo, yo prepararé algo para cenar.
Kurapika parpadeó cuando ella depositó un beso en su mejilla. Sintió su corazón acelerarse, pero mantuvo la calma y preparó un par de parfaits con lo que habían comprado para pasar los días en York New. Al cabo de unos minutos, su novia salió con el cabello húmedo y un pijama con motivo de osos zorro que él le había obsequiado.
Ambos se sentaron en el sofá a comer, con música de fondo, mientras conversaban sobre el día. A Kurapika le gustaba esos momentos de reflexión y que, pese a que ella daba la impresión de ser distraída, realmente la chica analizaba lo que la rodeaba y era muy acertada con sus comentarios. Además, pese a tener vastos conocimientos en diversas áreas y de ser sobresaliente en su trabajo, no era presumida y siempre estaba dispuesta a escuchar a los demás para llegar a un consenso. Se sentía cómodo hablando con ella hasta sobre las nimiedades de la cotidianidad. Sentía que, juntos, podían hallar un balance sin precedentes.
Decidió irse a bañar después de que terminaron de cenar, a la par que los nervios por compartir la cama empezaban a hacer mella en él. No recordaba la última vez que había compartido su cama, su memoria más reciente se remontaba a Pairo, y eso había sido muchísimos años atrás. De hecho, lo sorprendía haber sido tan afortunado de tener un sitio para dormir él solo.
Realmente no entendía lo que lo preocupaba. Creía que era algo muy íntimo, pero ella era su novia, eran amigos y confiaban en el otro, así que no debería haber problema. ¿O tal vez le preocupaba hacer algo indebido? Alardeaba de su buen autocontrol, pero nunca se sabía. ¿O quizás le daba ansiedad imaginar que pudiera patearla, o algún olor corporal, o cualquier cosa vergonzosa que pudiera hacer entre sueños?
De hecho, le daba un poco de miedo estar tan vulnerable junto a alguien...
—Si quieres, puedo dormir en el sofá —se decantó por decir Kurapika apenas salió del baño y se la encontró arreglando la cama.
—Hay suficiente espacio para ambos; la cama es ridículamente grande —repuso ella, curvando una ceja—. Además, no hay más sábanas para que te arropes y el sofá estaba bastante duro. Se supone que nos tomaríamos vacaciones del trabajo para relajarnos, no para regresar con una lumbalgia...
Kurapika apartó la mirada porque sabía que ella tenía razón.
—¿Te preocupa algo? —dijo ella y curvó los labios—. No haré nada indebido. Si quieres, ¿hasta puedo dormir dada la vuelta? Dormiré en el borde. Casi no me muevo, así que será como si durmieras solo.
Kurapika la observó unos segundos, suspiró y se acercó a ella. Acunó sus manos con suavidad y dijo:
—Deberías enojarte un poco, ¿sabes? Eres demasiado permisiva conmigo.
—No me quiero arriesgar. Quiero decir, me costó mucho que aceptaras salir conmigo. Luego tomar tu mano, abrazarte y besarte... Definitivamente, no me quiero arriesgar. Además, si te sientes cómodo yendo a este ritmo, yo no tengo problemas.
—Es que dormir juntos es una estupidez y estoy haciéndolo un problema. Ni siquiera estoy seguro de lo que me preocupa.
—Tengo tres opciones. —Ella le sonrió, divertida, y él curvó una ceja, intrigado—. La primera: tienes miedo de que ronques. La segunda: te preocupa que hables dormido. La tercera: te asusta tirarte un pedo.
—¡¿Qué demonios?! —chilló Kurapika, sonrojándose—. No sé cómo puedes ser así de...
—¿Vulgar? —Ella se carcajeó ante la mirada de reproche de su novio y volvió a besarlo en la mejilla—. Son preocupaciones bastante lógicas y humanas, si me preguntas.
—¿Y a ti no te molesta nada de eso?
—Son procesos naturales, así que no. Además, sé que no ronco. Eso es una ventaja.
—Yo tampoco ronco —murmuró Kurapika, una sonrisa crepitando en sus labios.
Ella lo llevó a la cama y Kurapika se sorprendió cuando lo metió bajo las frazadas y lo arropó. Tampoco recordaba la última vez en la que alguien le había deseado buenas noches con un beso en la coronilla. Fiel a su palabra, ella se metió bajo la sábana del otro lado.
—Descansa, Kurapika. Mañana tenemos un largo día por delante.
Kurapika no le respondió, aturdido por el retumbar de su corazón en los tímpanos. Estaba siendo inmaduro. Estaba dejando que su inexperiencia e inseguridades lo superaran y, lo cierto, era que se sentía un poquito patético por ello. Además, ella le había ofrecido demasiado, mucho más de lo que él le había entregado, y a veces se descubría cuestionándose qué podía hacer por ella, qué quería él con esa relación, hasta dónde estaba dispuesto a llegar.
Se quedó contemplando el techo un instante y, de soslayo, se fijó en la figura de su novia hecha un ovillo, dándole la espalda. Le gustaba mucho, la quería de una forma que no se creyó capaz jamás, no con el antecedente de la venganza que lo consumía a cada paso de antaño. Muchas veces se había sentido indigno de amar, pero lo estaba superando. Así que decidió tener un poco de valor y le dijo:
—¿Estás despierta?
—Sí. ¿Pasa algo? Nadie se va a dormir al sofá —susurró, amodorrada.
—¿Puedo abrazarte?
—¿Eh? —Ella ladeó un poco el rostro y sonrió—. ¿Al fin eres incapaz de resistirte a mis encantos?
—Nunca he sido capaz de eso —repuso él, muy serio.
—Mentiroso —musitó y soltó una suave carcajada—. Claro que puedes abrazarme, Kurapika.
Kurapika se mordió el labio inferior y alzó un poco la sábana para deslizarse sobre el colchón. Se sorprendió por lo cálido que era su cuerpo y aún más cuando, al pasar un brazo por su cintura, sus cuerpos parecieron encajar. Desde la curvatura de sus piernas, hasta sus brazos y sus troncos. Kurapika sintió que pudo respirar de nuevo cuando ella acomodó el brazo sobre el de él y entrelazó sus dedos.
—¿Mejor?
Kurapika, sintiéndose osado, depositó un beso en su nuca y sonrió cuando ella ahogó un gritito.
—Mucho mejor.
El corazón se le calmó de a poco hasta que pudo conciliar el sueño. A su lado descubría facetas de sí mismo que desconocía y, si bien lo hacía lento, disfrutaba de todo el proceso. Sabía que aún tenían un largo camino por recorrer, pero tenía la certeza de que el final de su historia, sea cual fuera, los dejaría satisfechos.
¡Muchas gracias por leer!
N/A: No me pregunten si esto es AU o en el mismo universo de HxH porque ni yo lo sé xD Este OS me dio más problemas del que me imaginé cuando decidí escribirlo jaja Pero aquí está y siento que quedó bien.
Por una vez, reprimí el impulso de hacer demasiada introspección en Kurapika y sus traumas xD
Nos leemos mañana~
¡Cuídense!
¡Osu! >.<
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