Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Armin Arlert - SnK

Azul esperanza

La espuma del mar juguetea entre los dedos de sus pies, y en la lontananza el océano y el cielo apenas se separan por una tenue línea ondulante que se recorta de a ratos. El sol le tuesta la piel, pero a Armin le gusta el aroma salino entrelazado con el del sol.

El agua le hace cosquillas en las plantas de los pies y arrastra una caracola tan pequeña como su dedo índice. La devuelve al mar con un ligero empujón.

Tiene los pantalones arremangados al igual que la camisa y en su regazo descansa un libro. Lo llevó para comparar los dibujos con la realidad y con sus sueños. Las perlas que refulgen en el mar brillaban más de lo que su activa imaginación hubiera podido recrear, y el poco mérito de las ilustraciones en tonos marrones, en acuarelas emborronadas. No se cansa de esa visión y, realmente, los pocos años de vida que le quedan le gustaría pasarlos allí, entre el ocio y la lectura, lejos del mundo más allá del océano que se cae a pedazos.

Se mira el pulgar donde la piel es más clara y se delinea en la forma de sus dientes. Es la cicatriz que se le ha empezado a formar desde que usa su poder de titán en pro de Paradis. Es como la que debería tener Eren si no fuera porque Armin está averiado y solo esa pequeña marca se niega a regenerarse con sus poderes de titán, y supone que es alguna clase de protesta silenciosa porque aborrece ese pode, porque cargar con el peso de la vida de tantas personas lo enloquece, si ya de por sí es difícil manejarse con solo la suya. Con una sonrisa agridulce recuerda esa época donde sus pensamientos eran tan revolucionarios, como si realmente tuviera el poder para cambiar algo, que su rebeldía se volcaba en su cabello siendo un completo incordio, y con la buena recortada para el entrenamiento para ser soldado, sus sueños de sublevación murieron.

Pero, sí, el mundo en las proximidades de Paradis y con los titanes exterminados era casi idílico, exceptuando los tratados de comercio y paz —sí, claro, paz...— que ofrecen los dirigibles y las embarcaciones que ahora se pasean por la isla, y no puede olvidarse del rencor que carcome a Eren desde adentro, soltándoles ideas de exterminar a todos los que se yerguen en el horizonte. Jean y Connie no lo toman en serio, pero a Armin se le revuelve el estómago porque conoce a Eren, se atreve a decir, más que a sí mismo —y quizás es igual para su amigo—.

Ni siquiera la incertidumbre de su destino en cada misión fuera de las murallas lo abruma tanto como lo que verían más allá de toda esa masa cian. Siente que se viene un desastre indefectible y la imagen le produce pesadillas. Y por eso acude al mar, con su rugido y con las olas rompiendo contra sus piernas y empapándole el trasero, y se imagina yéndose con la marea a ultramar a una isla donde solo estarían él, libros y comida, y ella.

Un suspiro se escapa de sus labios y se caldea en el aire. Soñar no le cuesta nada, lo mantiene ignorante de sus preocupaciones, pero no puede estarse toda la vida haciendo la vista gorda. Tiene que enfrentarlos y devorarlos —o dejar que lo devoren—. Se dispone a pararse cuando nota una figura acuclillada a su lado con la vista tan perdida en el horizonte como él; sin embargo, ella reacciona y le curva los labios.

—Te traje un cambio de ropa —dice, mostrándole una camisa y un pantalón hermosamente decolorados por dejarse descuidadamente al sol.

Sin embargo, ambos fijan las pupilas en cómo las chispas del agua deshaciéndose entre sus piernas salpican en la tela, y se paran como resortes, siendo abatidos por risas nerviosas.

—Estabas tan concentrado viendo el horizonte, que me pregunté qué veías y no pensé que también iba a mojarlo.

—Solo se humedeció por partes. Seguro que cuando me lo ponga y este un poco al sol se seca.

—Podrías resfriarte... Aunque no sé si eso es mejor a imaginar el castigo del Capitán si te ve entrar mojado al cuartel.

—Lo segundo —repone sin pensarlo, tan solo imaginando la mirada acribilla-almas de Levi y que, en ese preciso instante, debía estar presintiendo que alguien hablaba a sus espaldas—. Pero gracias. No lo había considerado cuando decidí quedarme sentado a la orilla sin darme cuenta de que la marea estaba subiendo.

—Sé que lo que diré es muy trillado, pero debo señalar lo obvio afirmando que no es normal de ti perderte en tus pensamientos. ¿Hay algo que te preocupe?

—No es nada —niega suavemente, pasándose los dedos por el cabello que resulta ser una aleación entre el oro y la seda, y a ella no le importa que lo último ni siquiera sea un metal.

—Eso suena a que es todo o, al menos, demasiado —replica, emprendiendo el camino de regreso al cuartel que habían construido cerca de la dársena. Nada ostentoso, quizás muy rústico, pero termina siendo su hogar, un refugio, para los días venideros.

Armin curva los labios. Ni siquiera entiende por qué le mintió cuando es obvio que ella siempre reconocerá sus señales. Sin embargo, no quiere atosigarla hablándole de la guerra que se les viene encima ni de las decisiones extremas que deben tomar, y tampoco de que Eren le preocupa tanto que podría destrozarle el alma con una palabra. No quiere señalar lo obvio cuando está consciente de que ella no es tonta y sabe lo que implica haberse liberado de las murallas.

—Aún está soleado —comenta, viendo cómo los brillantes ojos de océano de Armin se oscurecen por segundos para simular un mar tormentoso, y vaya que está dispuesta a naufragar en ellos, pero no es tiempo de pensar en eso—, ¿qué te parece si te cambias y vamos a dar un paseo?

Armin procesa toda la oración y parece solo prestarle atención a la primera parte. Enrojece hasta que hay un evidente contraste entre los colores de su cara, entre el cian, el dorado y el carmín, y ella solo sonríe y se da la vuelta.

—No espiaré~

Cuando está con Armin y él se vuelve el manojo de nervios que suele ser, no puede evitar pensar en el paso del tiempo y en cómo el destino se empeñó en unirlos de la forma más inverosímil. Después de todo, parecía casi imposible que un cadete del calibre de Armin se fijara en ella, una simple mucama que había tenido la suerte de conseguirse un trabajo en los cuarteles del Cuerpo de Exploración. El trabajo era pesado cuando se tenía a Levi con las pupilas cual fusiles clavadas en la espalda, cuidando cada uno de sus movimientos hasta darle la silenciosa aprobación de que podía estar sola mientras limpiaba con empeño. Pronto sus deberes pasaron de solo limpiar a servir la comida, y con ello tuvo que aprender a defenderse de las manos sueltas de algunos cadetes, aunque no era como si no supiera empuñar bien un cuchillo, considerando que es una paria de la sociedad, aunque por suerte no ha terminado en la Ciudad Subterránea. Luego, por alguna clase de mérito cuasi divino, Hange Zoe le pidió a Moblit que buscara a alguien que se encargara de la biblioteca y, por ende, de los múltiples registros que albergaba sobre misiones e información recabada.

Y fue allí donde lo vio, con los ojos de cielo devorando palabras cuando se suponía que debía estar durmiendo después del arduo entrenamiento, el cabello de miel enmarcándole las pálidas mejillas, y su posición pétrea, como si no moverse y ocupar el mínimo espacio posible lo haría invisible frente a ella. Lo ubicó de inmediato: era el más bajo de los cadetes recién reclutados, de constitución menuda y facciones tan suaves que podría ser confundido con una chica si no se le prestaba atención.

Suspira ante la reminiscencia de las titilantes llamas de una vela casi extinta y el juego de sombras sobre el apuesto rostro de Armin. En silencio, agradece haberle hablado cuando lo hizo porque ahora estaban ahí, con sus corazones aunados en la parsimonia que solo sus miradas confidenciales pueden contener.

Armin le dice que ya está listo, pero no se ahorra una mirada suspicaz porque sabe muy bien que a ella nada le hubiera costado echarle un vistazo indecoroso. A pesar de que se avergüenza, se siente orgulloso de que ella lo vea con esos ojos deseosos, pero solo un poquito para no sentirse tan sucio. Se encaja la ropa cuidadosamente doblada entre el brazo y la cintura y extiende la mano en su dirección para invitarla a hundir los pies en la arena.

Sus dedos se entrelazan con naturalidad y ella capta un ligero sonrojo complacido en las mejillas de Armin, asegurándose una vez más que resulta ser adorable. Sus manos se balancean al son de sus pasos y solo admiran la arena nívea, recordándose que no es nieve por el sol ardiendo a sus espaldas.

—Me gusta la falda que cargas hoy —dice con sinceridad, pero la voz se le rompe de lo nervioso—. Aunque me gusta cómo te queda todo lo que te pones.

—¿Y cuando no tengo nada puesto?

Armin mete aire por los dientes como si el comentario lo hubiera apuñalado, ladea el rostro hacia el mar, pero las orejas las tiene ruborizadas. Dice:

—También.

—Lo tendré en mente —canta a modo de broma—. ¿Cuánto crees que falte para la guerra? Quiero decir, es obvio que la guerra existe desde hace años, pero cuándo crees que repercutirá realmente en los ciudadanos... Apenas se está reconstruyendo lo que se perdió en el muro María, y la reina se está encargando de controlar la situación en la Ciudad Subterránea. Una guerra...

—Podría provocar una guerra civil aquí —completa, bajando la mirada como si ya estuvieran condenados—. Está cerca, pero no sabría decirte cuándo será... He pensado en el desencadenante y... —Agita la cabeza, no quiere pensar en quién es el detonante más probable.

—Entiendo —dice, deteniéndose y acariciándole la cabeza para tranquilizarlo, admirando los últimos centímetros que había crecido.

—A veces me pregunto si... —Hunde la cabeza más en los hombros y niega.

—¿Si no debería estar buscando un mejor partido que tú que al menos viva hasta que seamos ancianos? —lee su mente y Armin desvía la mirada, culpable—. Trece años más a tu lado era mejor que ninguno más, considerando que te arrojaste al Colosal. Además, me considero muy afortunada de estar a tu lado, y no hay garantías de que sobrevivamos a todo lo que está por venir. Prefiero vivir este instante contigo y llevármelo a la eternidad de la muerte, o lo que sea que haya más allá.

Armin la mira, conmovido por sus palabras sinceras, por hablarle sin ambages y hacerlo sentir seguro entre sus inseguridades. Se le ocurre algo que leyó en alguna novela hace ya varios años cuando era niño, que en su momento le pareció cursi e irracional. Imagina a un Armin chiquito cuestionándole con su lengua afilada lo que está a punto de decirle.

—Me gustaría proponerte algo y de ti depende aceptarlo o no, no importa lo irracional que sea.

Ella curva una ceja con interés, fijándose en cómo un cálido arrebol le colorea las mejillas en el que se ha convertido en su color favorito desde que lo vio en una de sus muchas veladas de conversaciones en la biblioteca.

—No sé si haya algo más allá de esta vida, que esté precedido por la muerte, pero si la hay, si es un mundo mejor que este, si no hay alguien más con el que quieras compartir esa otra vida, prométeme que nos buscaremos.

—¿Y entonces?

—Entonces, nos enamoraremos y volveremos a hacernos esta promesa cuando seamos ancianos, después de vivir una vida plena.

Ella sonríe, ladeando el rostro para controlar las lágrimas jocosas que están a punto de traicionarla. Le encantaría poder decirle que vivirían esa vida en esa ocasión, pero hacerlo es iluso por todos los obstáculos, que ninguno pidió, que se presentan frente a sí. Se acerca y apoya la cabeza en su pecho, aspirando su sutil aroma a jabón y a sol y a la dulzura del primer amor. Armin le rodea la espalda y apoya el mentón en su coronilla, fascinado por cómo siempre encajan.

—Aun cuando nos olvidemos, te encontraré —asegura ella—. No hay nadie más con quién quisiera vivir otra vida que no seas tú. Siempre eres tú, Armin.

El corazón se le desboca y siente como si un aluvión de hilos de oro del sol y el canto del mar se hubieran puesto de acuerdo para darle el valor para decirle eso. Exponer su corazón tan frágil y que lo aceptaran siempre lo consideraría una de las sensaciones más maravillosas que ha podido experimentar.

Ella se separa solo un poco, lo suficiente para que puedan verse a la cara. Armin le dedica una mirada llena de adoración y ternura, y ella esboza una sonrisa que se desdibuja bajo los rayos del sol. Se acercan lentamente, atraídos por una fuerza magnética que les revuelve las entrañas hasta juntar los labios en un beso casto, repartiéndose caricias allá donde sus manos puedan tocar, siempre tenues como en un tacto etéreo.

A Armin no le gusta comparar sus emociones con animales porque está consciente de la ciencia que hay detrás de ellas, pero piensa en mariposas en el vientre aleteando hasta elevarlo para poder surcar el cielo y huir por un instante de sus tormentosos pensamientos. Y aun cuando se separan para contemplarse, la sensación persiste y le sonríe con cariño.

No necesitan decirse nada más, así que emprenden el camino de vuelta. Una mágica tarde les basta para poder volcarse en sus respectivos deberes. Con una promesa que trasciende esa vida, sus miedos al indefectible caos del futuro se aplacan lo suficiente para estar dispuestos a enfrentarlo juntos.

¡Muchas gracias por leer!

N/A: Admiro a las personas que escriben en tiempo presente, a mí me cuesta esta vida y la otra xD Así que me disculpo si hay alguna incongruencia por allí.

Definitivamente, Armin es el personaje de SnK del que se me hace más fácil escribir. Quisiera hacer algo con Eren, pero creo que no lo haré hasta que acabe el manga. Por cierto, ¿qué les pareció el inicio de esta última temporada del anime?

Para la siguiente ocasión, creo que traeré a Kambe Daisuke de Balance: Unlimited, o a Zuko de Avatar.

Espero que estén pasando un lindo día, independientemente de si celebran Navidad o no ^^

Con eso dicho, nos leemos el siguiente año (probablemente). Hasta eso, tengan unos excelentes últimos días del año.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro