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Alphonse Elric - Fullmetal Alchemist

Tres besos en tres actos

Había costumbres que desarrollaron naturalmente. Disfrutando del silencio y de la confidencialidad de sus miradas, de la complicidad que rezumaban cuando estaban juntos y que databa de hacía mucho tiempo.

Aún recordaba el primer beso que Alphonse le había dado. Eran niños y no paraban de ocurrir tragedias aun cuando se había anunciado que la guerra contra los ishvalanos terminó. Sin embargo, su padre no regresó y tan solo entregaron su reloj de alquimista, no hubo cadáver, no hubo féretro y su madre lucía como si le hubieran partido el corazón en dos.

Fue así como su tío decidió que se fueran a vivir a Dublith con él. Realmente no quería dejar Resembool porque allí estaban sus amigos, estaban los Rockbell y los Elric y todo lo que conocía.

No era justo que a tan cortas edades supieran lo que implicaba la guerra, la muerte y sus consecuencias. Sin embargo, Edward le lanzó una mirada condescendiente, Winry apretó su mano con empatía y Alphonse hizo lo mismo con su otra mano. Se despidieron, orgullosos de no haber llorado, aunque ninguno podría asegurar lo contrario durante la noche, bajo el refugio de sus cobijas.

Se sorprendió cuando, a horas de la madrugada, mientras preparaban el auto que los llevaría a la estación del tren. Se encontró con Alphonse bajo el pórtico de su casa, vestía un pijama y se frotaba los ojos en un fútil intento de difuminar el sueño.

—Promete que nos volveremos a ver —dijo él, sus ojos dorados resplandeciendo con intensidad.

—Bueno... —Ella jugó con los tirantes de su overol—. ¡Espero que sí! La siguiente vez que nos veamos, ¡me aseguraré de reconocerte! ¡No te olvidaré, Al!

—¡Yo tampoco! —El niño sonrió y dio un paso decisivo al frente, aunque flaqueó cuando escuchó la voz de su mamá llamándolo—. Hasta eso, ¡cuídate mucho!

La niña respingó cuando Alphonse depositó un pueril beso en su frente y luego le sonrió como quien comete una travesura.

—¡Nos volveremos a ver!

Por supuesto, el mundo era un pañuelo, tan pequeño, que se encontraron en el cuartel general de los alquimistas en Ciudad Central de nuevo. Ella llevaba los insumos médicos entre sus brazos cuando sintió un ligero tirón en su pecho y tuvo que detenerse. En un pasillo, al fondo, apenas iluminado por un foco titilante, había una armadura gigantesca que creía haber visto alguna vez en un sótano.

Se acercó y se inclinó hacia el sujeto con curiosidad. Su corazón dio un traspiés extraño y dijo:

—¿Alphonse?

—¿Eh? —Los pequeños ojos brillantes de la armadura parecieron repasar su rostro hasta soltar una interjección de sorpresa y reconocimiento.

—¡Al! No pensé encontrarte por aquí —dijo la chica con entusiasmo.

—¡Ni yo a ti! —Él alzó la mirada hacia ella, su voz sonando jocosa—. Han pasado muchos años.

—Sí y tú... ¿Has cambiado mucho?

Alphonse se rio y se apresuró a explicarle. Planeaba ir al grano, pero cuando ella se sentó a su lado y lo observó como en antaño, con sus ojos concentrados en él, se descubrió desahogando todo lo que había ocurrido desde su partida, desde la muerte de su madre hasta acompañar a su hermano como alquimista para recuperar su cuerpo. Se percató de los ligeros cambios en su expresión, de cómo sus manos agarraron las metálicas de él a pesar de que era un cascarón vacío. Se fijó en su rostro, que se había definido más, en sus ojos diáfanos, en la curvatura de su nariz, en el color de sus labios...

—Los humanos no somos solo componentes químicos, aunque veo la lógica de Ed allí —comentó ella con un suspiro—. ¿Sabes? Como estoy entrenando para hacerme médico de la milicia, tengo acceso a otro tipo de libros distintos a los alquimistas, ¡quizás podría encontrar algo útil!

—Sería de mucha ayuda. —Alphonse se fijó en la forma en la que se aferraba al guantelete—. Nosotros siempre andamos de un lado para otro, así que podrías...

—Se lo enviaré a Winry o a la oficina del coronel Mustang, que es el inmediato superior de Ed.

—Está bien, pero...

—Discúlpame, Al, creo que perdí la noción del tiempo —dijo ella, sacando el reloj de su padre para ver la hora—. Me llamarán la atención si no llevo esto de inmediato. Últimamente, han llegado demasiados militares heridos y siempre necesitan insumos extra.

—De acuerdo, igual, fue un gusto hablar contigo. Me sorprendió que me reconocieras, pero me alegra que hayas mantenido tu promesa.

—Me la pusiste difícil por un instante, pero solo fui mi intuición. —Ella le sonrió e iba a alejarse, pero se detuvo sobre sus pasos para inclinarse sobre él y depositar un beso en el yelmo—. ¡Cuídate, Al! ¡Saluda a Ed de mi parte!

—Mantengamos el contacto —susurró él, anonadado.

No podía sentir calor, ni frío, ni los latidos de su corazón, pero había algo en su alma, en su espíritu, una sensación que no comprendía, como alborozo en su estado más primitivo, una alegría que trascendía su entendimiento y que, de tener lágrimas, lo hubiera hecho llorar.

La observó marcharse una vez, sin saber que en el presente tendría la oportunidad de despertar a su lado y de llenarle el rostro de tantos besos que ella correspondía entre risas, sus piernas entrelazadas y sus dedos acariciando la piel ajena con cuidado.

—¡Al, buenos días!

—¿Descansaste?

—En tus brazos siempre concilio el sueño espectacularmente. Eres el mejor remedio para una guardia ajetreada.

—Me alegra ser de ayuda. —Él la contempló y se sonrojó al percatarse de que ella también lo estaba admirando, quizás pensando, al igual que él, lo afortunada que era de estar juntos—. ¿Quieres desayunar algo en especial?

—¿A ti?

Alphonse curvó los labios mientras los colores se le subían al rostro. Se inclinó solo un poco y depositó un beso en su frente, a pesar de que tenía el cabello alborotado y besó más cabello que piel. Tan rápido como inició el contacto, se alejó para evitar tentaciones.

—Hoy viene mi hermano con su familia, así que tendré que negarme. Aunque en la noche...

—Ah, ahora sí piensas en las posibilidades —repuso ella, echándose la frazada por encima—. ¡Tostadas con mermelada!

—Y me aseguraré de preparar tu jugo favorito a modo de disculpa.

—Claro, sobórname. Aunque acepto tu propuesta.

—La ley de equivalencia de intercambio nunca falla.

Alphonse la abrazó por encima de las sábanas mientras ella reía para después levantarse. Se percató de que ella regresó a dormir y sonrió. Cada desgracia de su vida la había tomado como un aprendizaje y, al final del día, sentía que todo había valido la pena tan solo para disfrutar de la cotidianidad a su lado.

¡Muchas gracias por leer!

N/A: Nunca había escrito nada de FMA  y aquí estoy, incursionando en este fandom y sintiéndome extrañamente cómoda. Para ustedes, ¿qué versión les gusta más: la del 2003 o Brotherhood? En lo personal, prefiero la del 2003 donde muchas decisiones de los personajes tenían grandes consecuencias y se usaba la alquimia desde un enfoque más químico. Brotherhood lo vi hace uno o dos años y me gustó el desarrollo de personajes, aunque hubo algo en la trama que no me convenció... Y sí, yo no tengo líos con Conqueror of Shamballa, me encantó que viajaran a este mundo después de recuperar sus cuerpos, pueden funarme xD

El prompt de este día era "beso en la frente". Cuando me puse a pensar a quién podría usar para este OS, se vino a mi mente la escena del beso con Al en su armadura y tenía que escribirlo jaja

En otras noticias, me puse a jugar Love and Deepspace y es mi nueva obsesión, vino a suplir al Obey me! xD

Espero que tengan dulces sueños con sus husbandos.

¡Cuídense! >.<

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