Sentimientos al descubierto
Zelda's POV – tres meses después
Lentamente Hyrule ha ido recuperando la paz que le fue arrebatada por Zant y Ganondorf, y a pesar que aún queda mucho trabajo para hacer de este reino un lugar más próspero, me siento complacida de ver que los habitantes pueden vivir con mayor tranquilidad.
Hace tres meses que se celebró el acto de honor para nombrar a Link como Primer Caballero del reino, evento en el que aproveché a felicitarlo no sólo por su invaluable labor al habernos salvado de la perpetua oscuridad, sino también por haberse convertido en el Capitán de la Guardia Real del palacio, cargo que ha desempeñado increíblemente a pesar de su corta edad.
También aproveché el momento para darle una conmemoración a "La Resistencia", grupo conformado por cinco personas cuyos ideales se basan en la lucha a favor la libertad y la justicia del pueblo. Sin darse a notar, fueron de gran ayuda para el restablecimiento de la paz en Hyrule.
A Telma, la dueña de la tasca donde se reunían a planear las estrategias para cumplir con sus objetivos, la premié nombrando su negocio como patrimonio cultural de Hyrule, título que la hizo sentir completamente complacida. Era lo menos que podía hacer debido a que no deseó aceptar ninguna retribución económica.
Moy fue otro miembro que no sólo ayudó a Link en la búsqueda de los fragmentos del espejo crepuscular, sino que también era como un padre para él, pues junto con su esposa lo criaron y cuidaron cuando sus progenitores murieron; esa razón fue más que suficiente para que se gane mi completa admiración. Al igual que con Telma, me sorprendió que no haya aceptado ninguna recompensa, más bien me pidió que esos fondos los destine para mejorar la calidad de vida en Ordon, lo que no dudé en hacerlo inmediatamente.
Otro miembro al cual admiro inmensamente es a Auru, el mayor de todos. Mi aprecio no sólo se debe a la ayuda que le brindó a Link para llegar al Desierto Gerudo, sino que también fue mi mentor en la infancia, uno de los mejores no sólo a nivel académico, sino por su calidad personal.
Al igual que los demás, no aceptó ninguna retribución, sin embargo, yo no iba a permitir que no sea recompensado, por esa razón lo nombré Ministro de Educación del reino, cargo que aceptó honrado, pues gracias a sus vastos conocimientos en la administración académica realizaría grandes obras para los habitantes en ese ámbito.
Finalmente me enfoqué en los miembros más jóvenes, Shad y Salma. Antes de entrevistarme con ellos, me enteré por Auru que ambos deseaban irse a estudiar al extranjero, y por esa razón, sabiendo que se negarían a recibir dinero, les ofrecí esa oportunidad. Al inicio dudaron en tomarla, pero luego de convencerlos, aceptaron; además, sé que en el fondo se sentían felices de viajar juntos, pues mi mentor me indicó que entre ellos existía cierta atracción sentimental, a pesar que siempre se dedicaban a negarlo. Espero que este viaje les ayude a esclarecer y aceptar sus sentimientos, ya que ese es un lujo que no muchos tienen derecho a darse... y eso lo sé mejor que nadie.
Desde la celebración del acto de honor, me dediqué a realizar múltiples eventos de suma importancia, como celebrar los velorios de las personas que fallecieron durante la invasión, así como apoyar a sus familias para que salgan adelante en todos los ámbitos. Sé que el dinero no les regresará a sus seres queridos, pero eso es lo menos que puedo hacer por ellos, pues reconozco que parte de todo lo ocurrido fue mi culpa, a pesar que ellos mismos, viviendo el dolor de la pérdida, se encargaron de indicarme que no me sienta responsable; sin embargo, eso no me ayuda a reducir las llagas de mi conciencia.
Por un lado recibía el apoyo de mi pueblo, pero por otro las cosas no eran iguales. Los ministros y consejeros, en cada reunión que celebrábamos, se encargaban de lanzarme indirectas, indicando que todo lo ocurrido en la invasión era causa mía, pues no entendían cómo pude rendirme a la primera oportunidad que el Tirano de las Sombras me amenazó. Lo único que hice, y sigo haciendo hasta ahora, es mostrar la máscara de mi indiferencia, y con toda firmeza y seriedad les digo que esos son asuntos por los que no les debo ninguna explicación, ya que todo lo hice por mi reino y lo volvería a hacer si fuera necesario. Sé que las pérdidas humanas y materiales fueron grandes, pero estas no se comparan a la miseria que hubiéramos vivido si cedía a las artimañas de Zant. No me arrepiento de ello, a pesar que reconozco que en la soledad de mi alcoba, algunas veces, estallé en llanto debido a la presión que sentía por sus palabras.
Desde que murieron mis padres he aprendido a cargar con mis penas sin decírselas a nadie. La única persona con la que puedo mostrarme tal cual soy, es Impa, quien no es sólo mi consejera principal, sino también representa el papel de la madre que perdí.
Aunque debo reconocer que existe otro motivo que no me permite derrumbarme... la venida de Link al palacio trajo grandes cambios a mi vida.
Al inicio creí que sólo eran ideas mías, que todo se debía al gran nexo que tuve con Midna cuando compartimos nuestras almas... pero con el paso del tiempo me di cuenta que todo era ocasionado por mí, por mi corazón y los recuerdos encerrados en mi memoria desde tiempos inmemoriales.
Toda esta historia tiene su inicio desde que, alguna vez, fui llamada por otro nombre... Hylia, aquella Diosa que renunció a su divinidad para renacer en un nuevo mundo y reencontrarse con su héroe elegido, quien luchó hasta su último aliento para erradicar el mal que amenazó la tierra hace milenios. Pocos, por no decir nadie, conocen esa leyenda, sin embargo, todo estuvo más claro en mí desde que empecé a convivir con Link; a pesar de desconocer si él siente lo mismo que yo.
Cuando pude ordenar mis pensamientos y mis sentimientos, descubrí que una de las razones por las que nombré a Link Primer Caballero del reino y Capitán de la Guardia Real no se debían tanto al gran despliegue de valor que tuvo al enfrentar a Ganondorf y salvarnos, sino que todo fue realizado por la extraña necesidad de tenerlo cerca.
Fue en ese momento que me di cuenta del enamoramiento que él había causado en mí. Eso ocurrió en mis pasadas vidas, y ahora ha regresado superando las barreras del tiempo.
¿Amor a primera vista? Puede ser, pues esto que siento ha estado encerrado en mi alma desde hace milenios. Simplemente estaba dormido, esperando la llegada de su dueño para despertar por completo.
Desde que lo conocí, cuando se encontraba bajo su transformación de lobo, sentí un cariño muy especial por aquella criatura, pero cuando que me salvó de las garras de Ganondorf en su verdadera forma me pareció un hombre sumamente atractivo. Me perdí en sus intensos ojos azules, en sus fascinantes y masculinas facciones, pero sobre todo, lo que más me enamoró de él, fue su hermoso corazón, el que he conocido cada día más ahora que se encuentra instalado en el palacio, pues en algunas ocasiones hemos conversado de muchos temas interesantes, haciéndolo, claro está, con la debida cautela, porque ni él ni yo queremos que se desate un mal entendido, ya que los consejeros son muy maliciosos, sobre todo con lo que me concierne.
De todos los pretendientes que me han presentado para casarme, Link ha sido el único hombre, que sin pertenecer a ese grupo, me ha estremecido por completo.
...
En estos momentos me encuentro en mi balcón contemplando la luna llena, también puedo ver a los soldados retirándose a sus habitaciones a descansar. Link se despide cordial de cada uno de ellos; todos los admiran, pues en sólo meses los ha entrenado maravillosamente, sin olvidar su encantadora personalidad.
Desde la lejanía no pude dejar de observarlo, uniformado con su sayo verde, hombreras de plata y capa azul, atuendo que, sin duda alguna, le asentaba de maravilla. Impa mandó a hacer varias réplicas de sus ropajes de héroe para que los use en sus entrenamientos, pues sabía que con ellos se iba a sentir cómodo al moverse, de esa manera cuidando los originales, los que significaban mucho para él... y para mí.
Seguí observándolo ensimismada, hasta que mi acto se vio interrumpido por el sonido de la puerta. Di la orden de pasar y presencié la llegada de mi consejera.
- Princesa, es hora que vaya a la sala de juntas a reunirse con el ministro Abel y el resto de los consejeros, pues desean conversar con usted de algunos asuntos para seguir con las obras del reino. – dijo con seriedad.
- Impa, sabes que cuando no estemos frente a los demás puedes llamarme por mi nombre. – dije, dándole una sonrisa.
- Disculpa, Zelda. A veces lo olvido.
- No te preocupes. En este momento iré a la sala de juntas.
Luego de aquellas palabras, me dirigí inmediatamente a reunirme con el ministro Abel, hombre al que no soportaba ver ni en pintura. Sabiendo eso, una vez más, me enmascaré de indiferencia para no ponerme en evidencia ante él y poder sobrellevar tan pesada reunión, pues aparte de hablar sobre asuntos gubernamentales, iba a tocarse otro tema al que le tenía completo rechazo y repulsión.
...
Una vez acabada la reunión, me dirijo a mis aposentos a descansar.
Esta superflua vida es algo que me asfixia y me ahoga entera. Puede ser que tenga todas las comodidades, pero no soy feliz, por no decir que carezco de aquella sensación.
Cuando llegué a la esquina adyacente a mi alcoba, me sorprendí enormemente al encontrarme con la persona que rondaba mis pensamientos hace unas horas. Mi seriedad fue aplacada por una cálida sonrisa.
- Buenas noches, princesa.
- Buenas noches, Link. Recuerda que en estos momentos nos encontramos solos. – contesté, tratando de fingir seriedad.
- Tienes razón, Zelda, lamento mucho mi olvido. ¿Cómo estás? – preguntó avergonzado.
- Estoy bien, solo un poco agobiada por una reunión que tuve hace un momento.
- ¿Ocurrió algo? – cuestionó, preocupado.
- Tranquilo, nada malo ha ocurrido... sólo que veces quisiera tener una vida normal, sin tantas presiones. – dije, riéndome irónicamente.
A pesar de intentar disimularlo, Link notó incomodidad en mis palabras.
- Entiendo que estés presionada, pero siéntete satisfecha con todo lo que has logrado. Lo que tú haces por tu reino es digno de admirar, eres una mujer llena de cualidades únicas.
Con esas palabras me sonrojé. Había oído ese tipo de frases miles de veces, pero jamás con tal sinceridad y admiración.
Aquella acción también provocó que me ponga sumamente nerviosa, pues no quería que note el carmesí de mis mejillas. Fue entonces, que sin darme cuenta por donde pisaba, estuve a punto de caer al suelo, pero de inmediato todo fue evitado por Link, quien me tomó en sus brazos con fuerza.
Nuestros labios están cercanos, casi al punto de rozarse. Él también está sonrojado mientras sus intensos ojos azules se pierden en los míos. Tal cercanía me permite aspirar el exquisito perfume de su piel, aroma tan varonil que me enloquece los sentidos.
- Zel... Zelda, ten cuidado. – dijo, evadiendo mi mirada.
- Gracias, Link. No me fijé por donde pisaba. – contesté avergonzada.
Una vez que salimos de nuestro trance, nos despedimos con una reverencia. Hubiera deseado con toda mi alma que tan maravilloso agarre dure una eternidad.
...
Una vez acostada en mi cama me costó conciliar el sueño, pues recordar lo cerca que tuve a Link, mirando esos hermosos y azulinos ojos que me hacen vibrar el corazón, me estremecía enormemente.
Esa cercanía hizo que nazcan otra sensaciones que creía desconocidas, cosas que para mí eran deleites prohibidos e inalcanzables, pues a pesar de estar unidos por el destino de las Diosas, nuestros mundos eran opuestos, sin referirme a las diferencias sociales.
Él es un espíritu libre, podía amar a quien quisiera; en cambio yo le pedía a las Diosas todos los días que no llegara otro pretendiente a cortejarme, pues el Consejo Real quería obligarme a casarme a toda costa para establecer enriquecedoras relaciones con poderosos reinos. Como siempre me decían ellos, en especial el despreciable Sir Abel, "el amor es un lujo que una futura reina y protectora de su pueblo, no puede darse en lo absoluto".
...
Comentarios finales:
Como podrán darse cuenta la pareja ha reconocido para sí mismos los sentimientos que tiene el uno por el otro, los que estuvieron dormidos hasta que se encontraron. Sin embargo, saben perfectamente que el peso de sus diferencias sociales es un gran impedimento para ellos.
Todo esto se debe al poderoso destino que los une como elegidos por las Diosas, vigente desde tiempos inmemoriales.
¡Saludos cordiales!
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