La Familia Real
El poderoso conjuro de la princesa la transportó a ella y al grupo al Patíbulo del Desierto, sitio en donde Abel los estaba esperando. Zelda se sintió un poco agotada debido al esfuerzo empeñado, cosa que preocupó a Link.
- ¿Estás bien, Zelda? – preguntó preocupado.
A Link le alarmó el ver que su esposa estaba sudando helado y respiraba agitada, sin embargo, esta se recompuso pronto para no seguir preocupando a nadie.
- No te preocupes, es normal por el hechizo que he realizado, pero ya estaré mejor. - respondió cansada.
- ¿Segura? – preguntó la Sheikah.
- Si, Impa. Sigamos el camino.
- No puedo creer que llegamos tan rápido al Patíbulo del Desierto... y es cierto lo que se dice... este sitio es tétrico, se respira la muerte. – comentó Ravio.
- Aquí fueron ejecutados los más peligrosos delincuentes de Hyrule desde hace muchos años... ya no quiero que mi hijo siga aquí. Sigamos. – dijo Link.
El grupo se adentró a la mazmorra, sabiendo que dentro de la misma les esperaban muchas dificultades. Link daba por hecho que Abel iba a darles un "cálido recibimiento", sin embargo, al igual que en el pasado no iba a dejarse vencer, mucho menos ahora que estaba acompañado.
Los jóvenes pasaron las arenas movedizas sin problema y sin ni un anfitrión a la vista, hasta que llegaron al salón principal. El guerrero pensó que talvez, al derrotar al jefe principal o a Ganondorf, los monstruos habían sucumbido, pero luego se dio cuenta que estaba equivocado.
- ¡CUIDADO!
El grito de Ravio alertó a todos. Un gran grupo de Stalfos comenzó a salir por todas las grietas de las paredes del templo y también de las arenas esparcidas por del piso. Los hombres desenvainaron sus espadas para derrotarlos, mientras que Zelda e Impa hicieron lo mismo con sus respectivas armas.
El primero en atacar fue Link, quien de un sólo espadazo cortó la cabeza del primer ente que se le cruzó, causando que los huesos de este caigan desparramados al suelo.
- ¡Ravio, una bomba! ¡Rápido! – pidió Link.
- ¡Ahí va!
El guerrero de pelo morado sacó de su alforja una gran bomba y la lanzó hasta donde se encontraban el despojo de huesos, el que explotó al primer contacto. Por esa parte ya tenían la situación controlada, pero aún les quedaban muchos Stalfos más.
- ¡Link, cuidado! – gritó Zelda.
Otro saco de huesos, desde las alturas, estuvo a punto de decapitar al guerrero con su gran arma, sin embargo, un rayo de luz lo fulminó en su totalidad. Zelda fue la causante de acabar con la vida del malévolo ser.
- Gracias, princesa.
- No es nada...
- ¡Son demasiados! ¡Nos costará mucho acabar con todos! – expresó Ravio, desesperado.
- ¡Link, Zelda, adelántense! Ravio y yo nos detendremos a estos monstruos, ustedes deben avanzar y rescatar a Noah.
- ¡Pero Impa...!
Otro Stalfo estuvo a punto de dañar a la princesa, pero Impa lanzó unas cuantas dagas hacia él, destruyendo así sus intenciones. No podía permitir que nada malo le pase a Link y a Zelda, pues eran los únicos que podían detener Abel y rescatar a Noah.
- ¡Ustedes dos, váyanse! – ordenó Impa.
- ¡No los dejaremos con el problema! – dijo Link.
- ¡Ni hablar! – continuó Zelda.
- ¡NO! La meta principal es que rescaten a su hijo. ¡No pierdan el tiempo con tonterías como esta! – expresó Ravio.
- Tranquilos, Ravio y yo somos suficientes para detenerlos. ¡Vayan!
La pareja al inicio se quedó dudando, sin embargo, decidieron hacer caso. La prioridad en ese momento era su hijo, y no podían perder el tiempo con monstruos de menor categoría.
- ¡Cuídense, por favor!
Link y Zelda se alejaron del grupo y subieron las escaleras que los llevaría hacia donde estaba Abel, quien impaciente los esperaba.
...
Link y Zelda pudieron llegar al Circo del Espejo con muchas dificultades, pues ambos no podían usar la rueda juntos. Inicialmente, la princesa quiso usar sus poderes y teletransportarse a la entrada, pero el joven no se lo permitió, pues aun necesitaba recuperarse del conjuro inicial. Al final el guerrero pudo utilizar su gancho para que los lleve al camino.
- ¡Vaya, llegaron las visitas! Pasen adelante, que los espera un gran recibimiento. – expresó el villano con falsa cordialidad.
Zelda se retorció al escuchar la voz de Abel llamándolos, tanto que por un momento titubeó en continuar, sin embargo, su esposo la tomó de la mano y la animó.
- Mientras estemos juntos, nada va a salir mal. – dijo el guerrero, uniendo su frente con la de ella.
La princesa sonrió al sentirse apoyada, luego de eso se volvió a armar de valor y continuó su recorrido. Ambos subieron las escaleras hacia el Circo del Espejo y fue ahí que lo vieron... a su peor enemigo. Abel sonreía sereno, como si nada le preocupara, lo que aterró enormemente a Zelda, pues temió que algo le hubiera hecho a su pequeño. Fue ahí que perdió el control.
- ¿¡De qué tanto te ríes, maldito!? ¡Devuélveme a mi hijo! – gritó desesperada.
- ¿Qué pasó, princesa? Parece que perdiste la compostura.
- ¡CÁLLATE, BASTARDO! Hemos venido a recuperar a nuestro hijo y a devolverte al sitio al que perteneces... al infierno. – reclamó Link, herido por la pena de su esposa.
- Infierno es lo que pienso darles en este momento, mocosos insignificantes. ¿Quieren ver a su engendro? ¡Miren lo tierno que se ve!
El hombre apareció delante de la pareja la esfera de energía en la que se encontraba encerrado el bebé, quien estaba dormido y con cara de mortificación. Abel lo tenía sometido a un sinfín de pesadillas para mantenerlo angustiado.
- Su hijo sigue vivo, pero viviendo increíbles pesadillas... las mismas que están a punto de tener ustedes.
Abel, sin previo aviso, lanzó un orbe de energía hacia la pareja, quien por fortuna pudo esquivarla a tiempo. Link se enfureció ante eso, por lo que sacó su arco y le lanzó una flecha hacia su dirección, cuidando que esta no toque a su hijo. Para su disgusto, el villano pudo evadirla. En pocos segundos, el monstruo se encontraba al mismo nivel de Link y Zelda, riendo sonriendo macabramente.
- ¿Eso es todo lo que tienes? Jugar al héroe conmigo no te ayudará en na...
El villano no esperó lo siguiente que ocurrió, mucho menos de quién. Zelda le había callado la boca con uno de sus poderosos orbes de luz, el que le impactó de lleno en el pecho. Abel terminó tumbado en una de las paredes del Circo del Espejo, muy adolorido; sin embargo, eso no fue lo más impactante que sintió... observó su pecho y vio como la negrura de su piel se iba tornando blanca, lo que significaba que la oscuridad lo estaba abandonando, y todo por la luz emanada por la joven. Esto fue suficiente para que se le bajaran los humos y se enfurezca.
- ¡ESTÚPIDA! – gritó enfurecido.
Fúrico, le devolvió la agresión, pero la joven la esquivó, causando que el monstruo se distraiga con ella y Link pueda preparar el siguiente ataque. El joven aprovechó la situación y volvió a sacar una flecha, pero esta vez adjunta a una bomba para lanzársela directo a la cabeza; pensaba que ahí podría derrotarlo.
- ¿Crees que con eso vas a derrotarme, mocoso? – preguntó irónico.
Justo cuando la flecha iba a impactarlo, Abel la tomó entre sus manos y la lanzó de regreso a su contrincante. Link la esquivó casi por completo, pues lamentablemente, justo cuando esta tocó el suelo, explotó muy cerca de su pierna, causándole una herida leve pero dolorosa.
- ¡Link! – se angustió la princesa.
En ese momento, Abel apareció una lanza oscura en sus manos y la lanzo en dirección hacia el guerrero para que le penetre el corazón, aprovechando que se encontraba vulnerable.
- ¡Cuidado, Link!
El joven reaccionó a tiempo levantando su escudo, rebotando así el ataque de su adversario. Abel no se había esperando algo como eso. La lanza cayó directo en su brazo derecho, perforándoselo, y no solamente provocándole una gran herida, sino también cambiando su color de negro a blanco. El villano descubrió que a medida que su tonalidad cambiaba, se debilitaba más y más. Debía hacer algo pronto, sino a ese paso iba a ser derrotado. Se dio cuenta que estaba atacando desde el camino equivocado, pues a los seres de luz se los disminuía por otra manera.
- Podemos quedarnos por toda la eternidad luchando, miserable... pero no vas a derrotarnos. – dijo Link, enojado.
- Ya estás acabado... así que si te queda algo de dignidad, devuélvenos a nuestro hijo y muere con dignidad.
El hombre no dijo nada, los miró fijamente con suma seriedad hasta que una sonrisa macabra se dibujó en su rostro y comenzó a reírse a carcajadas. Su risa era tan fuerte que tomaba el ambiente de todo el lugar, perturbando mucho a todos los presentes, incluyendo al bebé, que mostraba más muecas de desespero.
- Simplemente estaba calentando... ahora es momento que conozcan mi verdadero poder. – dijo Abel.
El hombre dio dos palmadas, causando que todo se torne oscuro en el ambiente. Ni Link ni Zelda podían verse el uno al otro, lo que comenzó a desesperarlos.
- ¡Link! ¡Link! ¿Dónde estás?
- ¡Zelda! ¡Zelda!
Ambos se escuchaban las voces lejanas, por lo que la angustia comenzó a crecer, acompañado de una debilidad inexplicable. Poco a poco comenzaron a quedarse dormidos, cayendo en el abismo del infierno de sus pesadillas.
...
Link abrió los ojos lentamente, descubriendo a su alrededor la oscuridad. No estaban Zelda, Noah, y mucho menos Abel, sólo lo negro lo rodeaba. Por un momento pensó que todo había terminado, que estaba muerto, sin embargo, cambió de opinión cuando sintió el dolor de cuerpo invadiéndolo y sus heridas sangrantes. No tenía idea en dónde se encontraba.
- ¿Zelda?
Link llamó a su esposa con la esperanza que le respondiera, pero su voz nunca le llegó. Con el pasar del tiempo lo fue invadiendo la desesperación, pensando que algo malo le había ocurrido. ¿Había fracasado en la batalla? ¿Abel se había salido con la suya? No comprendía nada, sólo que se sentía muerto en vida... al parecer el peor de sus miedos se había cumplido.
- Todo es tu culpa...
Link escuchó la voz de Abel hablándole, llena de deleite y satisfacción. El joven caminó por el vacío en el que se hallaba tratando de encontrarlo, pero su trayecto sólo lo llevaba a la nada, mientras el villano sólo reía. El guerrero se descontroló.
- ¡Sal de donde estés, bastardo! – ordenó enfurecido.
- ¿No te has dado cuenta que esto es tu culpa? Si no hubieras abandonado a tu princesa desde el principio, nada de esto hubiera pasado. Encima de eso fracasaste en esta batalla, dándome la victoria a mí.
- ¡Cállate!
- Parece que ahora el papel de héroe te quedó grande.
El guerrero sintió como su alma se destrozaba al escuchar semejantes palabras. Recordó la vez cuando su ahora esposa lo había alejado, y cuando se enteró de toda la verdad se había sentido el más miserable, pues de haber visto más allá de su mentira, le hubiera evitado tanto dolor. No pudo en ese tiempo, pues sólo se dedicó a retorcerse en su amor propio herido, mientras su amada sufría terriblemente por su perdida y el afrontar sola la llegada de un hijo.
Se sintió un canalla.
El joven, mientras las lágrimas resbalaban por sus mejillas, comenzó a desmoronarse en el suelo, a medida que su energía se desvanecía. El villano estaba logrando su objetivo, debilitarlo de la manera más cobarde para así ganar la batalla. No tenía tiempo de peleítas absurdas, más se deleitaba torturando a sus enemigos y verlos agonizar.
Link se sentía derrotado, sin esperanzas. Le había fallado a su familia... le había fallado todos.
...
Cuando ella despertó, también se vio rodeada de oscuridad. Inicialmente no recordaba nada, hasta que el vacío en su alma le mostró todo. Se levantó del suelo y buscó a Link por todos lados, pero el negro la rodeaba, sin un ápice de claridad presente. No importaba por cual dirección caminara, siempre se encontraba con lo mismo. Sintió terror, mucho miedo, hasta que comenzó a percibir una presencia, pero no la que esperaba.
- ¿Cómo te sientes, princesa?
- ¡Abel! ¿A dónde me has traído? ¿Dónde están Link y Noah? – preguntó alarmada.
- Eso que importa... de todas maneras no volverás a verlos.
La princesa sintió un espasmo en su pecho al haber escuchado eso, sin embargo, se mantuvo fuerte para no darle gusto a su enemigo. Él se dio cuenta de eso y con más razón continuó.
- ¿Qué se siente ser la culpable de todo?
- ¿De qué hablas, maldito canalla? ¡Dime dónde están Link y Noah! – preguntó con más énfasis.
- No volverás a verlos... y todo es tu culpa.
- ¿Mi culpa?
- Así es, por tu falso orgullo y egoísmo. En primer lugar, hiciste sufrir a quien decías querer, mintiéndole que no lo amabas y ocultándole un hijo como si fuera una cosa, y eso lo debilitó tanto que no pudo soportar esta batalla.
- ¿Cómo te atreves a decirme eso? ¡Tú eres el culpable de todas las desgracias que me han ocurrido! – reclamó la princesa.
- Si tú no hubieras alejado a Link de ti, tu hijo siempre hubiera estado seguro. No fuiste capaz de protegerlo porque eres débil, así como tampoco pudiste hacer nada para evitar que tus padres murieran. ¿No te das cuenta? Eres una inútil, y cuando intentas hacer las cosas por ti misma sólo ocurren desgracias. No puedes hacer nada por nadie.
La joven desfallecía con cada lastimera palabra del monstruo, las tomó y le dio la razón. Desde pequeña, a pesar de demostrar lo contrario, siempre se sintió débil y vulnerable. No pudo evitar la muerte de sus padres, tampoco la invasión a su reino por parte de Zant y Ganondorf, y mucho menos proteger a su esposo e hijo. No valía para nada.
- ¡CÁLLATE, NO SIGAS! – pidió llorando.
- Sabes que es verdad... todo lo que se cruza por tu camino expira. Y no puedes evitarlo.
Con cada lágrima derramada, con el terror infundado, la princesa se debilitaba cada vez más. ¿De qué servía para ella luchar con todas sus fuerzas si al final lo terminaba arruinando? Lastimó a su amado, le quitó el derecho a su hijo de estar cerca de su padre para que lo protegiera, y ahora se veían reflejadas las consecuencias.
Si alguna vez tuvo esperanza, esta se desvaneció de un sólo golpe.
El villano reía sin cesar, sintiéndose triunfador mientras observaba desde las sombras a la pareja agonizando. No tuvo que usar la fuerza física para derrotarlos, sino la emocional, en eso se especializaba más que nada. Ya estaba en posición para aniquilarlos por completo, para luego hacer lo mismo con Noah...
Sin embargo, no esperó lo que ocurrió después.
Una luz comenzó a brillar en medio de toda esa oscuridad, causando que Abel sienta como si miles de cuchillos le atravesaran el cuerpo. Aquella energía, para su desgracia, estaba reflejándose directamente en la pareja, lo que para el villano fue inaudito.
- ¿¡Qué es todo eso!?
En las alturas, justo encima de la cabeza de Abel, apareció un triángulo dorado, pero no era ni el de Link ni el de Zelda. El fragmento del Poder se había manifestado para salvar a los portadores de sus compañeros, y brindarles así las armas para derrotar a su enemigo.
Poco a poco la pareja se fue restableciendo, mientras sentían como la energía regresaba a su cuerpo, pero además de eso, podían sentir más que nunca el amor de su hijo. Ahora lo comprendían. Noah también estaba luchando junto a ellos y fue el encargado de devolverles la fuerza que les faltaba, brindándoles su fragmento.
Aunque no podían verse, Link y Zelda se sentían más cerca que nunca, y a la vez de su hijo. Sentían como sus fragmentos se separaban de sus cuerpos y se unían al del Poder, para así invocar el deseo que los unía... derrotar a su enemigo.
La Trifuerza cumplió su deseo, y comenzó a iluminar la Espada Maestra de Link, cosa que Abel observó espantado. Lo mismo pasó con el arco de Zelda, quien tomó una de sus flechas y la lanzó al aire para acabar con toda la oscuridad que los rodeaba, mostrando así la cara del villano. El negro de su piel estaba a punto de desvanecerse, del resto iba encargarse el guerrero.
- No puede ser...
El terror en su rostro no le inspiró ninguna simpatía: los había hecho sufrir dolores indecibles, y tenía que pagar por ello con intereses.
Empuñando su espada con mano firme, Link comenzó a correr hacia Abel, que finalmente salió de su estupor e instintivamente intentó cubrirse cuando el joven alzó la espada sobre su cabeza para bajársela encima. Cruzando ambos brazos bloqueó el corte, y este rebotó encima de ellos.
- ¡Argh! – exclamó al sentir el impacto de la hoja sagrada.
Sin detenerse, Link comenzó a lanzar una serie de estocadas rápidas, que Abel trató desesperadamente de evitar, o desviar con sus manos. Cada vez que hacía contacto con la hoja sentía un dolor agonizante. Y fue entonces que se percató de algo más.
- Mis manos... esto es...
Horrorizado, vio que las marcas de cortes que habían dejado los ataques de Link estaban haciendo mucho más. En las zonas donde hizo contacto, los cortes habían provocado que su piel perdiera su tinte oscuro, y empezara a aclararse. Y no sólo donde había cortado, sino que parecía expandirse lentamente, amenazando.
- ¡EEAAARRGHH!
Abel estaba tan paralizado por el horror de lo que estaba viendo, que se quedó inmóvil hasta que sintió el filo clavarse sobre la parte superior su brazo, y reaccionó demasiado tarde, lanzando un agonizante grito de dolor.
En ese instante, Link podría haber matado a su adversario con una sola estocada directo al pecho o decapitándolo, pero por dentro se sentía tan furioso, que su único pensamiento era hacerlo sufrir por todas y cada una de las atrocidades que cometió. Así, tras arrancar la espada del brazo, le dio otra hacia uno de sus costados, intencionalmente evitando partes vitales, pero asegurándose de hacer un corte profundo, y más importante aún, muy doloroso.
- ¿Qué... qué es lo que me estás haciendo? – preguntó el villano, impactado.
Link sacudió la espada hacia un lado, y se colocó en guardia. Nunca en su vida había sentido tanto odio por nadie.
- Eso fue por matar a los padres de Zelda...
- ¡Chiquillo insolente!
Su siguiente movimiento, imprudente como fue, fue alargar los brazos para materializar lanzas oscuras en ambos, tratando de usarlas para empalarlo. Link rodó por debajo del ataque y dándose la vuelta, ejecutó un corte elevado que le marcó una línea por toda la espalda. Abel volvió a gritar, apenas alcanzando a sujetarse el hombro donde la hoja sagrada dejó de hacer contacto.
- Eres un... ¡AGH!
De nuevo se vio interrumpido, esta vez por un ataque imprevisto. Una flecha sagrada acababa de enterrársele en la parte inferior de la espalda. El efecto fue tan agonizante como con la Espada Maestra, con la diferencia de que continuó mucho después. A la distancia, Link y Abel vieron a la joven princesa empuñando su arco. Link no necesitaba estar cerca para saber que su amada le dirigía una radiante sonrisa de determinación.
- ¡No te distraigas, mocoso! – exclamó Abel, alzando una de sus lanzas para clavársela encima.
Sin tardanza, Zelda le envió otra flecha, que esta vez le dio directo en la rodilla. Al detener el ataque en seco, Link se aprovechó para darle una estocada en el codo del brazo que tenía levantado. El golpe envió una corriente de dolor hasta la mano que sujetaba la lanza, haciendo que esta cayera a espaldas de Abel. Instantáneamente, todo el brazo hasta el codo se le tornó blanco, y cayó flácido y sin vida.
- Eso fue por usarme para amenazarla, y por hacernos caer en tus mentiras.
- Cómo... ¿cómo es posible? – dijo Abel tratando de comprender. – ¿¡Cómo es posible que tengan tanto poder!?
Con la pierna que aún le quedaba buena, Abel saltó hacia atrás y usó su otra mano para arrojar su lanza oscura. Link la repelió de un tajo, y en un arranque de desesperación el oscuro ser comenzó a arrojar una tras otra, mientras las partículas de oscuridad iban abandonando su cuerpo gradualmente para su gran horror. A medida que él se debilitaba, parecía que Link se volvía todavía más fuerte.
Cuando no pudo evitar que se acercara más, Link le dio una estocada a su rodilla buena, y con ello le inutilizó ambas piernas. Ya sin poder permanecer de pie, Abel cayó arrodillado, y no pudo más que atinar a ver como su enemigo volvía a alzar su espada en alto para bajársela sobre el hombro, intencionalmente golpeando la articulación para máximo dolor con el impacto.
- ¡AARRGHH!
Hasta ese momento, Link había utilizado muchos golpes que, en un combate real, habrían bastado para desarmar o incapacitar al adversario. Cualquiera de ellos por sí solo habría sido bastante doloroso, pero suficiente para derrotar a un oponente sin necesidad de matarlo ni hacerlo sufrir más de la cuenta.
Sin embargo, en ese momento sólo había una idea fija en la mente del joven héroe. El ser que se encontraba frente a él, de rodillas, a punto de ser derrotado pero todavía vivo, sin duda merecía la muerte, pero no sin antes sufrir en carne propia todo el dolor que les infligió a él, a su amada... y al hijo nacido del amor de ambos.
- Nada de lo que hiciste tiene perdón. Pero tu peor error, fue usar a nuestro hijo como prenda de rescate. En otras circunstancias ya habría acabado con tu miserable existencia. Pero por eso, sólo por eso, mereces sufrir más, mucho más...
Mirando como quedaban ligeros parches en el cuerpo de Abel, Link concentró sus estocadas en cada uno de ellos, para hacerlas desaparecer. Abel no podía verlo, pero sí sentirlo, sentir como la oscuridad lo abandonaba, y era reemplazada por la luz. Esa abominable luz... se sentía humillado, desnudo y desprotegido. ¿Cómo pudo haber fallado?
Al final, y cuando Link se cansó de atormentarlo, la espada sagrada lo atravesó de lado a lado por el pecho. Link la retiró e intencionalmente lo pateó para hacerlo caer hacia atrás, mientras las pocas partículas de oscuridad restantes salían de él, como polvo que se disolvía en el aire.
- Dime... ¿cómo se siente? ¿Cómo se siente que tu vida penda de un hilo y esté a punto de terminar? – preguntó Link con sonrisa arrogante.
- No... ¿cómo pude... fallar? ¿De dónde sacaron... todo ese poder...?
- Alguien como tú jamás lo entenderá... pero todo se acabó para ti.
- ¿Se... acabó? No me hagas... reír, mocoso. Aunque me... hayas vencido... hay muchos otros como yo... si no es ahora... algún día otros vendrán... por su pequeño No... ¡AGH!
Previendo la intención, la Espada Maestra se hundió en la garganta de Abel, cortándole su última palabra junto con sus cuerdas vocales.
- Nunca... pronunciarás su nombre otra vez, maldito.
Abel apenas pudo emitir un quejido ahogado, y sus ojos empezaron a apagarse, hasta que la vida desapareció de ellos por completo. Las últimas partículas de oscuridad que quedaban en él terminaron de disolverse en el aire, y pronto el resto de su cuerpo hizo lo mismo, desapareciendo sin dejar rastro alguno.
Por fin, todo su tormento, y el causante que lo había provocado, se había terminado.
- ¡Link!
Zelda logró reencontrarse con Link, lo abrazó con fuerza para luego besarlo apasionadamente en la boca, demostrando su amor y al mismo tiempo miedo de perderlo. El joven le correspondió de la misma manera, agradeciendo a las Diosas que pudo acabar con el mayor martirio de su amada e hijo.
- Por fin todo ha terminado, mi amor. Gracias por habernos salvado. Por siempre ser mi héroe. – dijo Zelda, emocionada hasta las lágrimas.
- Tú y Noah me salvaron a mí, pues son mi vida entera y sin ustedes jamás hubiera podi...
En ese momento, el camino del Circo del Espejo se despejó más para ellos, y fue ahí que la esfera que contenía a su hijo comenzó a desvanecerse. Noah había despertado y se sentía contento, las pesadillas para él habían terminado y sólo estiraba sus pequeños brazos para que sus amados padres lo carguen. Zelda corrió como si su vida dependiera de ello lo tomó entre sus brazos mientras lloraba sin control, Link se le unió a los pocos segundos. Creyeron que su familia se iba a desvanecer para siempre, pero gracias al valor de cada miembro, salieron de la oscuridad.
- ¡Link, Zelda!
Los jóvenes voltearon y se encontraron con Impa y Ravio, quienes se veían agotados y con ligeras heridas, pero con rostro de victoria por lo acontecido. Los Stalfos con los que lucharon infinitamente se desvanecieron apenas Abel fue aniquilado.
- ¡Noah! ¡Estás bien! – gritó Impa mientras lo acariciaba.
- Todo gracias a Link.
- ¡Nada de eso! Gracias a todos nosotros, pues cada uno tuvo un papel importante en esta misión. – corrigió el guerrero.
- Es cierto. Impa, Ravio, muchas gracias por todo el apoyo. – dijo Zelda.
- Nosotros no hicimos nada, los héroes aquí son ustedes tres, la Familia Real. – dijo Ravio.
- La Familia Real que hace honor a su nombre, pues ha salvado el reino de otra futura ruina. Gracias a los tres.
- Lo haría miles de veces si es necesario, tanto por el reino como por mi familia. Mi hogar es lo más valioso que tengo, ya lo perdí una vez y no me volverá a pasar. – dijo Link, emocionado.
- Ni yo, junto a Link y Noah me he vuelto más fuerte, y a partir de ahora siempre será así... es momento de irnos. Antes de regresar al palacio, iremos a la Arboleda Sagrada a devolver la Espada Maestra. Ahora que ha cumplido su misión, debe retornar a su eterno descanso hasta que la volvamos a necesitar.
Zelda invocó el mismo poder que los llevaría a la Arboleda Sagrada, pero esta vez no se iba a sentir exhausta, sino inmensamente feliz de saber que su hijo estaba fuera de peligro, que su familia volvía a estar unida.
...
El grupo llegó a su lugar de destino, y como se planeó, Link devolvió la sagrada arma a su descanso, no sin antes agradecerle por haberle brindado su fuerza una vez más, y manifestándole su deseo de volverla a empuñar. Varios recuerdos volvieron a su mente ante eso, unos incluían a Midna y otros momentos que en su vida actual no había vivido, pero que se la hacían sumamente familiares.
Se mantuvo pensativo unos minutos, luego depositó la espada en su pedestal y se despidió de ella hasta la próxima vez.
Link se dirigió con su familia y amigos a la salida de la Arboleda Sagrada y siguieron su camino hasta el Templo del Bosque. Una vez que llegaron, se encontraron con una situación que, aunque iban a enfrentar tarde o temprano, no estaban preparados para hacerlo en ese momento.
Todo el Consejo Real los estaba esperando, listo para pedir cuentas sobre el matrimonio que se realizó sin que ninguno de ellos lo consintiera... y sobre el fruto de aquella unión.
Al parecer las duras pruebas aun no terminaban...
...
Comentarios finales:
Un gusto volver a saludarlos, mis queridos lectores, a los antiguos (si es que siguen por aquí) y a los nuevos, a los que les doy la bienvenida. Han sido alrededor de 8 meses de ausencia en esta página, tanto como escritora, y algo menos como lectora, pues a mis escritores favoritos, algunos de ellos a amigos, si les he leído las historias, pero aun así me he atrasado mucho y les pido una disculpa, pero ahora que he regresado me pondré al día con todos, pues la motivación perdida ha regresado lenta, pero segura.
¿A qué se debió tanta ausencia? El principal problema es una falta de motivación tremenda por cambios que se han presentado en mi vida. En primer lugar en Abril de este año comencé a laborar después de 5 meses que estuve sin hacerlo, tengo una jefatura y 6 personas a mi cargo, y llevarlos al camino correcto de sus labores ha sido complicado debido a su resistencia, pero con perseverancia lo he logrado. Sinceramente es el trabajo que siempre soñé tener y mi jefa nueva me ha dado el apoyo que ningún otro me había dado nunca. Siempre me enfoco en eso positivo, pero la fortaleza que me toca tener ante la toxicidad y las malas intenciones es fuerte, sobre todo porque soy la coordinadora más joven de todas. Cuento con 27 años mientras el promedio en edad de mis pares es de los 40 años y con más de 10 años en la empresa. Aún sigo en proceso de adaptación y sé que cada día será mejor, pero esa fue una de las razones por la que me alejé de la escritura. Otros motivos son personales, de todo tipo, perdidas de personas que creí siempre estarían conmigo, y otros que sólo viven para hacer daño, y todo eso me deprimió, y fulminó la chispa de la motivación. Poco a poco me he recuperado, y es por eso que ahora traje para ustedes el penúltimo capítulo de esta historia tan importante para mí, que espero les haya gustado.
Agradezco todo el apoyo de los amigos que me estuvieron animándome todos estos meses tan complicados y esperando pacientemente mí regreso. Muchas gracias a Fox McCloude en este retorno, pues lo que leyeron a partir de que la Trifuerza cumplió el deseo de la Familia Real, hasta la el golpe final de Link, la ha redactado él, pues es excelente en lo que es narrar batallas, tanto físicas como emocionales. Yo me enfoco más en lo último, pero con su complemento le dio el toque que esperaba, una pelea más psicológica y manipuladora que física. Me siento contenta.
Mi corazón me dice que a partir de este momento no tardaré en actualizar, pues tengo muchas ideas en mi cabeza que quiero seguir y que los problemas personales no deben intervenir, pues son parte de mí y deben fluir para los lectores que me han esperado y siempre tienen buenos comentarios o retroalimentaciones para mis escritos.
Agradezco mucho por la paciente espera, y una vez más me disculpo por la ausencia.
La siguiente actualización que viene es "Pasión entre las Sombras", la que dará un giro totalmente inesperado a lo que tenía planeado, y también espero sea de su gusto.
Nos vemos pronto ^^
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