Eres la mujer más fuerte
Noelle estaba frente a mí, su armadura de agua brillaba increíblemente en esta oscuridad, ella miraba a Ichika como si quisiera hacerla pedazos. La hermana del capitán Yami flotaba en el aire cubierta por una armadura negra que la hacía verse superintimidante, tenía una máscara, la cual me recordaba a esos demonios que enfrentamos antes en la Pica.
Todo pasó muy rápido. Vi un destello azul que cortó la oscuridad y ¡BOOM! Una explosión de agua iluminó todo el lugar. Cuando pude ver bien otra vez, Noelle e Ichika estaban peleando como locas, la lanza de Noelle chocaba contra la katana de Ichika haciendo un ruido ensordecedor.
«¿Qué haces ahí parado como idiota? Ve a ayudar a tu princesita», se burló Liebe en mi cabeza.
Estaba activando mi antimagia cuando otra explosión de agua sacudió todo. Un dragón de agua gigante apareció de la nada y atrapó a Ichika entre sus fauces. La bestia se vino en picada hacia donde yo estaba, tuve que saltar para no terminar aplastado.
— ¡¿Qué te pareció eso, presumida?! —gritó Noelle mientras aterrizaba a mi lado. Tenía esa sonrisa que siempre pone cuando está segura de que va a ganar.
Agarré a Zanma con fuerza y corté unas bolas negras que casi nos atraviesan la cabeza. ¡Eso estuvo cerca!
— ¿Eso es lo mejor que tienen? —escuché a Ichika detrás de nosotros.
¡ZAS! De repente vi a Noelle salir volando contra los bambús por una patada. Logré bloquear la que venía hacia mí con la hoja de Zanma y traté de hacerla caer atacando sus piernas, pero Ichika se movió super rápido, tanto que parecería que se convirtió en humo y apareció a mi lado. Nuestras katanas chocaron una y otra vez, pero ella era demasiado rápida. No me dejaba hacer nada más que defenderme.
«Usa la cabeza, idiota».
«¡Liebe! ¡No es buen momento!».
«¿Y las demás espadas están de adorno o qué?».
Liebe tiene razón. Me estaba limitando a usar solo a Zanma cuando tengo más espadas. Estiré mi mano y llamé a Shukuma, empuñándola en mi mano izquierda. Con las dos espadas logré hacer retroceder un poco a Ichika. «¡Eso es!». Comencé a lanzarle múltiples tajos negros con Shukuma, pero ella los esquivaba todos como si estuviera bailando.
La vi acercarse poco a poco, sus ojos comenzaron a brillar con esos rayos. «¡Mierda, viene con todo!». Intenté imitarla concentrando mi ki como nos enseñó, pero...
— Demasiado lento —su voz sonó justo a mi lado.
¡BAM! Un puñetazo me hizo caer de rodillas, pero me levanté de inmediato. Aunque podía usar todas mis espadas, tenía un objetivo claro: hacer bien el Zetten y Zanma se ajustaba mejor a la situación. «¡Vamos, concéntrate!».
Volví a empuñar a Zanma con fuerza, guardando a Shukuma, luego, me lancé contra Ichika otra vez, intentando hacer el Zetten correctamente.
— ¡Yojutsu de Oscuridad: estrella negra! —gritó ella, y de repente sentí como si un imán gigante me jalara hacia donde estaba.
— ¡Asimilación demoniaca! —respondí, liberándolo todo.
Cuando quedamos frente a frente, nuestras katanas chocaron:
— ¡Zetten! / ¡Zetten! —gritamos al mismo tiempo, pero no salió como esperaba.
Ichika aterrizó en el suelo con la misma elegancia del capitán Yami, mientras yo salí volando como un saco de papas y caí justo al lado de Noelle.
«Diablos, esto va a ser más difícil de lo que pensé».
_________________________________________________________
Apenas me estaba incorporando cuando vi a Asta salir disparado como un proyectil hacia donde yo estaba. «¡Mierda!». Por instinto, invoqué un colchón de agua para amortiguar su caída. No iba a dejar que esa desgraciada lo lastimara.
— Gracias —jadeó él, poniéndose de pie con dificultad.
— Concéntrate —le espeté sin mirarlo, apretando mi lanza con tanta fuerza que sentía como mis dedos se entumecían un poco. Mis ganas de luchar hervían en mis venas mientras miraba a Ichika.
Esta pelea no la perdería, claro que no. Con esta mujer ya era personal, se había atrevido a humillarme antes y ahora iba a pagarlo. «Te voy a demostrar que tan fuerte puede ser una Silva cuando la provocan».
Ichika se detuvo en el aire, mirándonos por arriba del hombro.
— Aunque ya sepas lanzar un Zetten —comenzó con ese tono altanero que me crispaba los nervios—, no hay ninguna posibilidad de que puedas vencerme en un enfrentamiento directo —hizo una pausa como calculada, dirigiéndose a Asta—. ¿Se llama Rey Mago, cierto? La persona de más alto estatus, al mismo nivel del Shogun, ¿no?
Vi cómo Asta fruncía el ceño, yo hice lo mismo, al tiempo que mi sangre comenzaba a hervir, ahora se estaba metiendo con Asta...
— ¡Alguien con tu determinación, sin convicción y actitud! ¡¡Nunca podrá convertirse en alguien así!!
«¡¿Cómo se atreve esta imbécil?! —sus palabras me hicieron temblar de cólera y apretar los dientes con tanta fuerza que me dolió la mandíbula. ¿Quién mierda se creía que era para hablarle así a Asta?—. ¡Esto es inaceptable!».
Antes de poder reaccionar, Ichika se lanzó como una bala hacia nosotros. «Así que quiere pelea cuerpo a cuerpo... perfecto, grave error». Por lo que había visto, estos Ryuzen no peleaban a distancia solo cuerpo a cuerpo. Mala suerte para ella, porque nosotros nos especializábamos en eso.
El destello oscuro fue directo hacia Asta. Solo sentí el chiflón de aire silbar en mi oído. Reaccioné por instinto, invocando agua no para atacar, sino para distraerla. El agua voló directo a sus ojos, y esa fracción de segundo que perdió esquivándola le dio tiempo a Asta para bloquear su ataque. Las espadas chocaron en una lluvia de chispas, mientras un aura oscura emanaba del cuerpo de Ichika, oscuridad que se desvanecía al acercarse a Asta.
Pero la muy maldita era rápida. De un movimiento que apenas pude ver, su pierna barrió los pies de Asta, haciéndolo perder el equilibrio.
— ¡Zetten! —gritó ella.
Todo pasó en cámara lenta. Vi su puño conectar con el pecho de Asta, vi su cuerpo salir disparado contra el suelo, creando un pequeño cráter. Y entonces lo vi... sangre escurriendo de su boca mientras yacía inmóvil.
Esa imagen... «No... no otra vez...». Mi mente se inundó de recuerdos: Asta cayendo del cielo, su sangre tiñendo el aire, su cuerpo destrozado en aquel tejado... «No, no, ¡NO!». Muchas emociones comenzaron a crecer en mi interior, emociones que me dejarían paralizada como una estatua, pero, no de deje llevar. Esta vez no me quedaría paralizada, sin hacer nada mientras miraba todo desde ese balcón sin actuar rápido. Esta vez...
— ¡𝘈𝘴𝘵𝘢!, ¡𝘯𝘰 𝘤𝘪𝘦𝘳𝘳𝘦𝘴 𝘭𝘰𝘴 𝘰𝘫𝘰𝘴! —𝘭𝘦 𝘴𝘶𝘱𝘭𝘪𝘲𝘶𝘦́ 𝘤𝘰𝘯 𝘭𝘢 𝘷𝘰𝘻 𝘳𝘰𝘵𝘢 𝘺 𝘩𝘶́𝘮𝘦𝘥𝘢 𝘱𝘰𝘳 𝘵𝘢𝘯𝘵𝘰 𝘭𝘭𝘢𝘯𝘵𝘰, 𝘮𝘪𝘦𝘯𝘵𝘳𝘢𝘴 𝘱𝘳𝘦𝘴𝘪𝘰𝘯𝘢𝘣𝘢 𝘭𝘢 𝘩𝘦𝘳𝘪𝘥𝘢 𝘤𝘰𝘯 𝘵𝘰𝘥𝘢 𝘭𝘢 𝘧𝘶𝘦𝘳𝘻𝘢 𝘲𝘶𝘦 𝘮𝘦 𝘦𝘳𝘢 𝘱𝘰𝘴𝘪𝘣𝘭𝘦, 𝘱𝘦𝘳𝘰 𝘯𝘰 𝘭𝘢𝘴𝘵𝘪𝘮𝘢𝘯𝘥𝘰𝘭𝘰—. ¿¡𝘔𝘦 𝘦𝘴𝘤𝘶𝘤𝘩𝘢𝘴!? ¡¡¡𝘕𝘰 𝘮𝘦 𝘥𝘦𝘫𝘦𝘴, 𝘉𝘢𝘬𝘢𝘴𝘵𝘢!!!
𝘓𝘢 𝘴𝘢𝘯𝘨𝘳𝘦 𝘯𝘰 𝘱𝘢𝘳𝘢𝘣𝘢 𝘥𝘦 𝘣𝘳𝘰𝘵𝘢𝘳, 𝘦𝘮𝘱𝘢𝘱𝘢𝘯𝘥𝘰 𝘮𝘪𝘴 𝘮𝘢𝘯𝘰𝘴 𝘱𝘰𝘳 𝘤𝘰𝘮𝘱𝘭𝘦𝘵𝘰. Quería 𝘥𝘦𝘤𝘪𝘳𝘭𝘦 𝘵𝘢𝘯𝘵𝘢𝘴 𝘤𝘰𝘴𝘢𝘴, 𝘨𝘳𝘪𝘵𝘢𝘳𝘭𝘦 𝘭𝘰 𝘪𝘥𝘪𝘰𝘵𝘢 𝘲𝘶𝘦 𝘦𝘳𝘢 𝘱𝘰𝘳 𝘥𝘦𝘫𝘢𝘳𝘴𝘦 𝘩𝘦𝘳𝘪𝘳 así, gritarle lo que siento, mis sentimientos, 𝘱𝘦𝘳𝘰 𝘭𝘢𝘴 𝘱𝘢𝘭𝘢𝘣𝘳𝘢𝘴 𝘴𝘦 𝘮𝘦 𝘢𝘩𝘰𝘨𝘢𝘣𝘢𝘯 𝘦𝘯 𝘭𝘢 𝘨𝘢𝘳𝘨𝘢𝘯𝘵𝘢, 𝘮𝘦𝘻𝘤𝘭𝘢́𝘯𝘥𝘰𝘴𝘦 𝘤𝘰𝘯 𝘮𝘪𝘴 𝘴𝘰𝘭𝘭𝘰𝘻𝘰𝘴 𝘥𝘦𝘴𝘦𝘴𝘱𝘦𝘳𝘢𝘥𝘰𝘴.
𝘋𝘦 𝘳𝘦𝘱𝘦𝘯𝘵𝘦, 𝘶𝘯𝘢 𝘴𝘰𝘮𝘣𝘳𝘢 𝘴𝘦 𝘱𝘳𝘰𝘺𝘦𝘤𝘵𝘰́ 𝘴𝘰𝘣𝘳𝘦 𝘯𝘰𝘴𝘰𝘵𝘳𝘰𝘴. 𝘓𝘦𝘷𝘢𝘯𝘵𝘦́ 𝘭𝘢 𝘷𝘪𝘴𝘵𝘢, 𝘢𝘭𝘦𝘳𝘵𝘢 𝘺 𝘭𝘪𝘴𝘵𝘢 𝘱𝘢𝘳𝘢 𝘢𝘵𝘢𝘤𝘢𝘳 𝘢 𝘲𝘶𝘪𝘦𝘯 𝘧𝘶𝘦𝘳𝘢. 𝘌𝘳𝘢𝘯 𝘥𝘰𝘴 𝘵𝘪𝘱𝘰𝘴: 𝘶𝘯𝘰, 𝘤𝘰𝘯 𝘶𝘯 𝘱𝘢𝘳𝘤𝘩𝘦 𝘦𝘯 𝘦𝘭 𝘰𝘫𝘰 𝘺 𝘤𝘢𝘳𝘢 𝘥𝘦 𝘣𝘰𝘯𝘢𝘤𝘩𝘰́𝘯; 𝘺 𝘦𝘭 𝘰𝘵𝘳𝘰, 𝘶𝘯 𝘴𝘪𝘮𝘱𝘭𝘰́𝘯 𝘤𝘰𝘯 𝘶𝘯 ridículo 𝘤𝘰𝘳𝘵𝘦 𝘥𝘦 𝘱𝘦𝘭𝘰 𝘦𝘯 𝘧𝘰𝘳𝘮𝘢 𝘥𝘦 𝘵𝘢𝘻𝘰́𝘯.
— 𝘏𝘶𝘮𝘪𝘵𝘰 —𝘰𝘳𝘥𝘦𝘯𝘰́ 𝘦𝘭 𝘥𝘦𝘭 𝘱𝘢𝘳𝘤𝘩𝘦, 𝘤𝘰𝘯 𝘷𝘰𝘻 𝘢𝘭𝘨𝘰 𝘴𝘦𝘳𝘪𝘢.
𝘈𝘯𝘵𝘦𝘴 𝘥𝘦 𝘲𝘶𝘦 𝘱𝘶𝘥𝘪𝘦𝘳𝘢 𝘳𝘦𝘢𝘤𝘤𝘪𝘰𝘯𝘢𝘳, 𝘶𝘯 𝘱𝘦𝘻 𝘨𝘪𝘨𝘢𝘯𝘵𝘦 𝘩𝘦𝘤𝘩𝘰 𝘥𝘦 𝘢𝘨𝘶𝘢 𝘦𝘯𝘷𝘰𝘭𝘷𝘪𝘰́ 𝘢 𝘈𝘴𝘵𝘢 𝘺 𝘤𝘰𝘮𝘦𝘯𝘻𝘰́ 𝘢 𝘭𝘦𝘷𝘪𝘵𝘢𝘳. «¡¿𝑄𝑢𝑒́ 𝑚𝑖𝑒𝑟𝑑𝑎?!».
— ¡¡¡𝘕𝘖 𝘛𝘌 𝘈𝘛𝘙𝘌𝘝𝘈𝘚 𝘈...!!! —𝘮𝘦 𝘱𝘶𝘴𝘦 𝘦𝘯 𝘨𝘶𝘢𝘳𝘥𝘪𝘢, 𝘭𝘪𝘴𝘵𝘢 𝘱𝘢𝘳𝘢 𝘪𝘯𝘷𝘰𝘤𝘢𝘳 𝘮𝘪 𝘮𝘢𝘨𝘪𝘢, 𝘱𝘦𝘳𝘰 𝘶𝘯𝘢 𝘮𝘢𝘯𝘰 𝘧𝘪𝘳𝘮𝘦 𝘦𝘯 𝘮𝘪 𝘩𝘰𝘮𝘣𝘳𝘰 𝘮𝘦 𝘥𝘦𝘵𝘶𝘷𝘰.
— 𝘛𝘳𝘢𝘯𝘲𝘶𝘪𝘭𝘢, 𝘦́𝘭 𝘦𝘴𝘵𝘢𝘳𝘢́ 𝘣𝘪𝘦𝘯 —𝘮𝘦 𝘢𝘴𝘦𝘨𝘶𝘳𝘰́ 𝘦𝘭 𝘥𝘦𝘭 𝘱𝘢𝘳𝘤𝘩𝘦—. 𝘌𝘴 𝘦𝘭 𝘮𝘦𝘫𝘰𝘳 𝘮𝘦́𝘥𝘪𝘤𝘰 𝘥𝘦𝘭 País 𝘥𝘦𝘭 𝘚𝘰𝘭.
— ¿País 𝘥𝘦𝘭 𝘚𝘰𝘭? —repetí 𝘤𝘰𝘯𝘧𝘶𝘯𝘥𝘪𝘥𝘢, 𝘦𝘴𝘵𝘢𝘣𝘢 𝘴𝘦𝘨𝘶𝘳𝘢 𝘥𝘦 𝘩𝘢𝘣𝘦𝘳 𝘦𝘴𝘤𝘶𝘤𝘩𝘢𝘥𝘰 𝘦𝘴𝘦 𝘯𝘰𝘮𝘣𝘳𝘦 𝘢𝘯𝘵𝘦𝘴... 𝘢𝘶́𝘯 así, 𝘯𝘰 𝘣𝘢𝘫𝘦 𝘭𝘢 𝘨𝘶𝘢𝘳𝘥𝘪𝘢. ¿𝘋𝘦 𝘲𝘶𝘦́ 𝘥𝘦𝘮𝘰𝘯𝘪𝘰𝘴 𝘦𝘴𝘵𝘢𝘣𝘢 𝘩𝘢𝘣𝘭𝘢𝘯𝘥𝘰 𝘦𝘴𝘦 𝘴𝘶𝘫𝘦𝘵𝘰?
— 𝘈𝘤𝘰𝘮𝘱𝘢́𝘯̃𝘢𝘯𝘰𝘴 —𝘧𝘶𝘦 𝘵𝘰𝘥𝘰 𝘭𝘰 𝘲𝘶𝘦 𝘥𝘪𝘫𝘰, 𝘺 𝘢𝘶𝘯𝘲𝘶𝘦 𝘶𝘯𝘢 𝘱𝘢𝘳𝘵𝘦 𝘥𝘦 𝘮𝘪́ 𝘨𝘳𝘪𝘵𝘢𝘣𝘢 𝘲𝘶𝘦 𝘯𝘰 𝘤𝘰𝘯𝘧𝘪𝘢𝘳𝘢 𝘦𝘯 𝘦𝘹𝘵𝘳𝘢𝘯̃𝘰𝘴, 𝘮𝘪𝘴 𝘰𝘫𝘰𝘴 𝘯𝘰 𝘴𝘦 𝘥𝘦𝘴𝘱𝘦𝘨𝘢𝘣𝘢𝘯 𝘥𝘦 𝘈𝘴𝘵𝘢 𝘧𝘭𝘰𝘵𝘢𝘯𝘥𝘰 𝘦𝘯 𝘦𝘴𝘦 𝘱𝘦𝘴𝘤𝘢𝘥𝘰 𝘢𝘤𝘶𝘢́𝘵𝘪𝘤𝘰. 𝘕𝘰 𝘵𝘦𝘯𝘪́𝘢 𝘰𝘱𝘤𝘪𝘰́𝘯, 𝘯𝘰 𝘴𝘪 𝘲𝘶𝘦𝘳𝘪́𝘢 𝘴𝘢𝘭𝘷𝘢𝘳𝘭𝘰.
La rabia me hervía en las venas, sentía como este sentimiento me llenaba de una fuerza que nunca había experimentado. Era como si toda mi magia estuviera respondiendo a mi furia, amplificándola, haciéndola más intensa con cada segundo que pasaba.
Sin pensarlo dos veces, le aventé mi lanza con toda la fuerza que tenía acumulada. El movimiento la agarró por sorpresa, la muy creída apenas logró esquivarla, pero su estúpida katana no corrió con la misma suerte. Mi lanza impactó directamente en ella y ambas armas salieron volando hasta quedar clavadas en uno de los bambús.
— ¡Ja! ¿Qué te pareció eso?
Me lancé hacia ella como una bala, con los puños tan apretados que sentía las uñas clavándose en mis palmas. Comenzamos un intercambio brutal de golpes donde lo estaba dando absolutamente todo. No me detuve a pensar en una estrategia, ni siquiera me importaba defenderme, solo quería hacerla pedazos. Mis puños volaban hacia su rostro, su pecho, su vientre, en una lluvia imparable de golpes. Pero, para mi desgracia, Ichika los estaba bloqueando todos, manteniéndose a la defensiva, pero no me importaba. No le daba ni un segundo para respirar.
Sentí como mi magia se concentraba en mis puños, haciéndolos brillar con un intenso resplandor azul. Cada impacto llevaba más fuerza que el anterior, y poco a poco comencé a notar cómo sus brazos temblaban al recibir mis golpes. Su rostro cambió, ese gesto presumido se transformó en una mueca de esfuerzo mientras fruncía el ceño. Vi los rayos comenzar a salir de sus ojos y supe exactamente lo que venía: un Zetten. «Bien, que lo intente. Esta vez estoy lista».
De un salto me hice hacia atrás, sabía perfectamente lo que el Zetten era imposible de esquivar a esta distancia, así que concentré toda mi magia en mi puño derecho y lo lancé al aire junto a un grito, justo delante de mí, anticipando su movimiento. «¡Vamos, maldita, ven por mí!».
Y tal como lo había previsto, un dolor agudo me atravesó el estómago cuando ella enterró su puño en mi abdomen. Pero la muy presumida no salió ilesa de esta. Mi mano se estrelló contra su rostro con toda la fuerza que tenía acumulada, destrozándole esa rara máscara que llevaba. El sonido de huesos rompiéndose resonó por todo el lugar con un satisfactorio ¡CRACK! Le había hecho pedazos la nariz y el pómulo derecho.
Sin perder tiempo, le asesté una patada de hacha directo a las costillas para alejarla de mí. Ichika retrocedió tambaleándose, escupiendo sangre igual que yo.
Mi armadura de valquiria había absorbido la mayor parte del impacto, pero aun así el dolor me estaba matando. De no haberla tenido puesta, probablemente estaría como Asta, quien seguía tendido en el suelo sin moverse. «¡Maldita sea, levántate ya, Bakasta!».
— Te lo devolví... —le escupí con desprecio, limpiándome la sangre del labio mientras observaba su rostro destrozado con satisfacción—. Además, sin tu espada no eres nada, ¿verdad?
No me respondió, solo me lanzó una de esas miradas penetrantes y desafiantes que me recordaban tanto al capitán Yami. Pero no me intimidaba. Esta pelea apenas estaba comenzando y tenía mucho más que demostrarle.
Viéndola bien, me percate de su estado:
Ichika tenía la mitad de la cara cubierta en sangre, un chorro carmesí no paraba de gotear desde su nariz partida. Cuando avanzó hacia mí, noté como temblaba ligeramente. Se agarró la cabeza con una mueca de dolor que intentaba disimular. «Parece que el golpe le hizo más daño del que aparenta». Era increíble que siguiera de pie después de que la golpeara con toda mi fuerza, esta mujer era tan terca como su hermano.
Intenté moverme, pero el dolor punzante en mi estómago me lo impedía. Cada movimiento era una tortura, como si tuviera un hierro al rojo vivo atravesándome las entrañas. «Maldita sea, ese Zetten sí que duele». Tuve suerte de asestar ese golpe. Ese dolor en mi estomago me hizo reaccionar; ya no atacaría como un animal sin estrategia, porque eso solo me llevaría a la desgracia.
La batalla no había terminado, y ella lo sabía. Con un movimiento que pretendía ser elegante pero que delataba su dolor, estiró su brazo derecho y su katana salió disparada hacia su mano como si tuviera vida propia.
«¿Así que quieres seguir, eh?». No me iba a quedar atrás. Estiré mi brazo imitando el movimiento que tantas veces había visto hacer a Asta, y usando mi magia hice levitar mi lanza hacia mí. La agarré con fuerza, ignorando el dolor que me recorría el cuerpo.
Y hablando del rey de Roma, el Bakasta apareció justo a mi lado, jadeando como si hubiera corrido hacía Hage. Temblaba ligeramente, y por su forma de moverse era obvio que el golpe que recibió lo había afectado más de lo que quería admitir. «Idiota, ¿por qué eres tan testarudo?».
— Asta, quítate —le ordené sin apartar la vista de Ichika—. Hazte a un lado. Esta es mi pelea, no intervengas.
Antes de que pudiera soltar alguna de sus típicas protestas, lo alejé con un chorro de agua. No lo suficiente para mandarlo a volar, solo lo necesario para mantenerlo a una distancia segura como espectador. No quería lastimarlo más de lo que ya estaba.
Esta pelea era mía. Era personal. Esa mujer iba a aprender que nadie, absolutamente nadie, se mete con una Silva y sale ileso. Y más importante aún, nadie lastima a Asta frente a mis ojos y se sale con la suya.
𝘛𝘦𝘳𝘮𝘪𝘯𝘢𝘮𝘰𝘴 𝘦𝘯 𝘶𝘯𝘢 𝘤𝘢𝘣𝘢𝘯̃𝘢 𝘳𝘰𝘥𝘦𝘢𝘥𝘢 𝘥𝘦 𝘣𝘢𝘮𝘣𝘶́𝘴 𝘲𝘶𝘦 𝘴𝘦 𝘢𝘭𝘻𝘢𝘣𝘢𝘯 𝘤𝘰𝘮𝘰 𝘭𝘢𝘯𝘻𝘢𝘴 𝘷𝘦𝘳𝘥𝘦𝘴 𝘩𝘢𝘤𝘪𝘢 𝘦𝘭 𝘤𝘪𝘦𝘭𝘰. 𝘌𝘭 𝘢𝘮𝘣𝘪𝘦𝘯𝘵𝘦 𝘦𝘳𝘢 𝘦𝘹𝘵𝘳𝘢𝘯̃𝘰, 𝘤𝘢𝘴𝘪 místico, 𝘱𝘦𝘳𝘰 𝘺𝘰 𝘯𝘰 𝘱𝘰𝘥𝘪́𝘢 𝘤𝘰𝘯𝘤𝘦𝘯𝘵𝘳𝘢𝘳𝘮𝘦 𝘦𝘯 𝘦𝘴𝘰. 𝘔𝘪𝘴 𝘰𝘫𝘰𝘴 𝘯𝘰 𝘴𝘦 𝘥𝘦𝘴𝘱𝘦𝘨𝘢𝘣𝘢𝘯 𝘥𝘦 𝘈𝘴𝘵𝘢, 𝘲𝘶𝘦 𝘴𝘦𝘨𝘶𝘪́𝘢 𝘧𝘭𝘰𝘵𝘢𝘯𝘥𝘰 𝘥𝘦𝘯𝘵𝘳𝘰 𝘥𝘦 𝘦𝘴𝘦 𝘦𝘹𝘵𝘳𝘢𝘯̃𝘰 𝘱𝘦𝘴𝘤𝘢𝘥𝘰 𝘥𝘦 𝘢𝘨𝘶𝘢. «𝑃𝑜𝑟 𝑓𝑎𝑣𝑜𝑟, 𝑞𝑢𝑒 𝑠𝑒 𝑟𝑒𝑐𝑢𝑝𝑒𝑟𝑒...».
— 𝘛𝘦 𝘪𝘮𝘱𝘰𝘳𝘵𝘢 𝘮𝘶𝘤𝘩𝘰, ¿𝘯𝘰 𝘦𝘴 𝘢𝘴𝘪́? —𝘭𝘢 𝘷𝘰𝘻 𝘥𝘦𝘭 𝘩𝘰𝘮𝘣𝘳𝘦 𝘥𝘦𝘭 𝘱𝘢𝘳𝘤𝘩𝘦 𝘮𝘦 𝘴𝘰𝘣𝘳𝘦𝘴𝘢𝘭𝘵𝘰́. 𝘚𝘦 había 𝘢𝘤𝘦𝘳𝘤𝘢𝘥𝘰 𝘴𝘪𝘯 𝘩𝘢𝘤𝘦𝘳 𝘳𝘶𝘪𝘥𝘰, 𝘤𝘰𝘯 𝘦𝘴𝘢 𝘴𝘶 𝘢𝘤𝘵𝘪𝘵𝘶𝘥 𝘥𝘦𝘴𝘱𝘳𝘦𝘰𝘤𝘶𝘱𝘢𝘥𝘢 𝘲𝘶𝘦 𝘮𝘦 ponía 𝘭𝘰𝘴 𝘯𝘦𝘳𝘷𝘪𝘰𝘴 𝘥𝘦 𝘱𝘶𝘯𝘵𝘢.
𝘕𝘰 𝘭𝘦 respondí. ¿𝘘𝘶𝘪𝘦́𝘯 𝘴𝘦 𝘤𝘳𝘦𝘪́𝘢 𝘲𝘶𝘦 𝘦𝘳𝘢 𝘱𝘢𝘳𝘢 𝘷𝘦𝘯𝘪𝘳 𝘢 𝘪𝘯𝘵𝘦𝘳𝘳𝘰𝘨𝘢𝘳𝘮𝘦 así 𝘱𝘰𝘳𝘲𝘶𝘦 sí? 𝘚𝘶 𝘱𝘳𝘦𝘴𝘦𝘯𝘤𝘪𝘢 𝘮𝘦 𝘪𝘯𝘤𝘰𝘮𝘰𝘥𝘢𝘣𝘢, había 𝘢𝘭𝘨𝘰 𝘦𝘯 𝘦́𝘭 𝘲𝘶𝘦 𝘮𝘦 hacía 𝘴𝘦𝘯𝘵𝘪𝘳... 𝘦𝘹𝘵𝘳𝘢𝘯̃𝘢, 𝘤𝘰𝘮𝘰 𝘴𝘪 𝘺𝘰 𝘧𝘶𝘦𝘳𝘢 𝘶𝘯 𝘭𝘪𝘣𝘳𝘰 𝘢𝘣𝘪𝘦𝘳𝘵𝘰 𝘺 𝘦́𝘭 𝘮𝘦 𝘦𝘴𝘵𝘶𝘷𝘪𝘦𝘳𝘢 𝘭𝘦𝘺𝘦𝘯𝘥𝘰.
— 𝘕𝘰𝘦𝘭𝘭𝘦.
𝘔𝘪 𝘯𝘰𝘮𝘣𝘳𝘦 𝘦𝘯 𝘴𝘶𝘴 𝘭𝘢𝘣𝘪𝘰𝘴 𝘮𝘦 𝘩𝘪𝘻𝘰 𝘥𝘢𝘳 𝘶𝘯 𝘳𝘦𝘴𝘱𝘪𝘯𝘨𝘰. 𝘔𝘦 𝘨𝘪𝘳𝘦́ 𝘣𝘳𝘶𝘴𝘤𝘢𝘮𝘦𝘯𝘵𝘦, 𝘢𝘥𝘰𝘱𝘵𝘢𝘯𝘥𝘰 𝘶𝘯𝘢 𝘱𝘰𝘴𝘵𝘶𝘳𝘢 𝘥𝘦𝘧𝘦𝘯𝘴𝘪𝘷𝘢 𝘱𝘰𝘳 𝘪𝘯𝘴𝘵𝘪𝘯𝘵𝘰.
— ¿𝘘𝘶𝘦́? ¿𝘊𝘰́𝘮𝘰 𝘴𝘢𝘣𝘦𝘴 𝘮𝘪 𝘯𝘰𝘮𝘣𝘳𝘦? —𝘦𝘹𝘪𝘨𝘪́ 𝘴𝘢𝘣𝘦𝘳, 𝘤𝘰𝘯 𝘭𝘰𝘴 𝘱𝘶𝘯̃𝘰𝘴 𝘢𝘱𝘳𝘦𝘵𝘢𝘥𝘰𝘴 𝘺 𝘭𝘪𝘴𝘵𝘢 𝘱𝘢𝘳𝘢 𝘢𝘵𝘢𝘤𝘢𝘳 𝘴𝘪 𝘦𝘳𝘢 𝘯𝘦𝘤𝘦𝘴𝘢𝘳𝘪𝘰.
— 𝘔𝘪 𝘰𝘫𝘰 𝘮𝘦 𝘭𝘰 𝘥𝘪𝘤𝘦 𝘵𝘰𝘥𝘰 —𝘳𝘦𝘴𝘱𝘰𝘯𝘥𝘪𝘰́ 𝘤𝘰𝘯 𝘶𝘯𝘢 𝘤𝘢𝘭𝘮𝘢 𝘪𝘳𝘳𝘪𝘵𝘢𝘯𝘵𝘦, 𝘨𝘰𝘭𝘱𝘦𝘵𝘦𝘢𝘯𝘥𝘰 𝘴𝘶 𝘱𝘢𝘳𝘤𝘩𝘦 𝘤𝘰𝘮𝘰 𝘴𝘪 𝘧𝘶𝘦𝘳𝘢 𝘭𝘰 𝘮𝘢́𝘴 𝘯𝘰𝘳𝘮𝘢𝘭 𝘥𝘦𝘭 𝘮𝘶𝘯𝘥𝘰—. 𝘚𝘦́ 𝘴𝘰𝘣𝘳𝘦 𝘓𝘶𝘤𝘪𝘶𝘴 𝘺 𝘭𝘰𝘴 𝘱𝘢𝘭𝘢𝘥𝘪𝘯𝘦𝘴.
𝘚𝘦𝘯𝘵𝘪́ 𝘲𝘶𝘦 𝘦𝘭 𝘢𝘪𝘳𝘦 𝘴𝘦 𝘮𝘦 𝘢𝘵𝘰𝘳𝘢𝘣𝘢 𝘦𝘯 𝘭𝘢 𝘨𝘢𝘳𝘨𝘢𝘯𝘵𝘢. «¿𝑄𝑢𝑒́ 𝑑𝑒𝑚𝑜𝑛𝑖𝑜𝑠...?».
— ¿𝘘𝘶𝘦́? ¿𝘊𝘰́𝘮𝘰 𝘦𝘴 𝘱𝘰𝘴𝘪𝘣𝘭𝘦? —𝘭𝘢𝘴 𝘱𝘳𝘦𝘨𝘶𝘯𝘵𝘢𝘴 𝘣𝘳𝘰𝘵𝘢𝘳𝘰𝘯 𝘥𝘦 𝘮𝘪𝘴 𝘭𝘢𝘣𝘪𝘰𝘴 𝘢𝘯𝘵𝘦𝘴 𝘥𝘦 𝘲𝘶𝘦 𝘱𝘶𝘥𝘪𝘦𝘳𝘢 𝘤𝘰𝘯𝘵𝘦𝘯𝘦𝘳𝘭𝘢𝘴. 𝘌𝘴𝘵𝘦 𝘵𝘪𝘱𝘰... ¿𝘲𝘶𝘪𝘦́𝘯 𝘳𝘢𝘺𝘰𝘴 𝘦𝘳𝘢?
— 𝘕𝘦𝘤𝘦𝘴𝘪𝘵𝘢𝘯 𝘷𝘰𝘭𝘷𝘦𝘳𝘴𝘦 𝘮𝘢́𝘴 𝘧𝘶𝘦𝘳𝘵𝘦𝘴 𝘱𝘢𝘳𝘢 𝘭𝘰𝘨𝘳𝘢𝘳 𝘥𝘦𝘳𝘳𝘰𝘵𝘢𝘳𝘭𝘰 —𝘦𝘴𝘲𝘶𝘪𝘷𝘰́ 𝘮𝘪 𝘱𝘳𝘦𝘨𝘶𝘯𝘵𝘢, 𝘥𝘪𝘳𝘪𝘨𝘪𝘦́𝘯𝘥𝘰𝘴𝘦 𝘩𝘢𝘤𝘪𝘢 𝘦𝘭 𝘰𝘵𝘳𝘰 𝘴𝘶𝘫𝘦𝘵𝘰 𝘲𝘶𝘦 𝘮𝘰𝘷𝘪́𝘢 𝘴𝘶𝘴 𝘮𝘢𝘯𝘰𝘴 𝘴𝘰𝘣𝘳𝘦 𝘦𝘭 𝘱𝘦𝘴𝘤𝘢𝘥𝘰 𝘲𝘶𝘦 𝘮𝘢𝘯𝘵𝘦𝘯𝘪́𝘢 𝘢 𝘈𝘴𝘵𝘢 𝘤𝘰𝘯 𝘷𝘪𝘥𝘢—. 𝘊𝘶𝘢𝘯𝘥𝘰 𝘈𝘴𝘵𝘢 𝘴𝘦 𝘳𝘦𝘤𝘶𝘱𝘦𝘳𝘦 𝘭𝘦𝘴 𝘤𝘰𝘯𝘵𝘢𝘳𝘦́ 𝘭𝘰 𝘥𝘦𝘮𝘢́𝘴.
— 𝘕𝘰 𝘳𝘦𝘴𝘱𝘰𝘯𝘥𝘪𝘴𝘵𝘦 𝘮𝘪 𝘱𝘳𝘦𝘨𝘶𝘯𝘵𝘢 —𝘭𝘦 𝘳𝘦𝘤𝘳𝘪𝘮𝘪𝘯𝘦́, 𝘱𝘰𝘯𝘪𝘦́𝘯𝘥𝘰𝘮𝘦 𝘥𝘦 𝘱𝘪𝘦. 𝘌𝘴𝘵𝘢𝘣𝘢 𝘩𝘢𝘳𝘵𝘢 𝘥𝘦 𝘵𝘢𝘯𝘵𝘰 𝘮𝘪𝘴𝘵𝘦𝘳𝘪𝘰.
É𝘭 𝘴𝘰𝘭𝘰 𝘴𝘰𝘯𝘳𝘪𝘰́, 𝘷𝘰𝘭𝘷𝘪𝘦𝘯𝘥𝘰 𝘢 𝘴𝘦𝘯̃𝘢𝘭𝘢𝘳 𝘴𝘶 𝘦𝘴𝘵𝘶́𝘱𝘪𝘥𝘰 𝘱𝘢𝘳𝘤𝘩𝘦. «¡𝐴𝑔ℎℎ! ¡𝑄𝑢𝑒́ 𝑡𝑖𝑝𝑜 𝑚𝑎́𝑠 𝑖𝑟𝑟𝑖𝑡𝑎𝑛𝑡𝑒!».
— 𝘏𝘶𝘮𝘪𝘵𝘰, 𝘤𝘶𝘢𝘯𝘥𝘰 𝘴𝘢𝘯𝘦𝘯 𝘴𝘶𝘴 𝘩𝘦𝘳𝘪𝘥𝘢𝘴 𝘭𝘭𝘦́𝘷𝘢𝘭𝘰 𝘤𝘰𝘯𝘮𝘪𝘨𝘰 —𝘰𝘳𝘥𝘦𝘯𝘰́ 𝘤𝘰𝘯 𝘶𝘯 𝘨𝘦𝘴𝘵𝘰 𝘤𝘢𝘴𝘶𝘢𝘭. 𝘌𝘭 𝘰𝘵𝘳𝘰 𝘵𝘪𝘱𝘰 𝘢𝘴𝘪𝘯𝘵𝘪𝘰́ 𝘴𝘪𝘯 𝘥𝘦𝘤𝘪𝘳 𝘱𝘢𝘭𝘢𝘣𝘳𝘢—. 𝘠 𝘵𝘶́, 𝘕𝘰𝘦𝘭𝘭𝘦, 𝘯𝘦𝘤𝘦𝘴𝘪𝘵𝘢𝘴 𝘳𝘦𝘭𝘢𝘫𝘢𝘳𝘵𝘦. 𝘚𝘪𝘨𝘶𝘦𝘴 𝘮𝘶𝘺 𝘢𝘭𝘵𝘦𝘳𝘢𝘥𝘢. 𝘐𝘤𝘩𝘪𝘬𝘢 𝘵𝘦 𝘮𝘰𝘴𝘵𝘳𝘢𝘳𝘢́ 𝘦𝘭 𝘭𝘶𝘨𝘢𝘳 𝘮𝘪𝘦𝘯𝘵𝘳𝘢𝘴 𝘵𝘢𝘯𝘵𝘰.
«¡¿𝐴𝑙𝑡𝑒𝑟𝑎𝑑𝑎?! ¡¡𝑃𝑜𝑟 𝑠𝑢𝑝𝑢𝑒𝑠𝑡𝑜 𝑞𝑢𝑒 𝑒𝑠𝑡𝑜𝑦 𝑎𝑙𝑡𝑒𝑟𝑎𝑑𝑎!! ¡𝐴𝑠𝑡𝑎 𝑐𝑎𝑠𝑖...!». Mordí 𝘮𝘪 𝘭𝘢𝘣𝘪𝘰, 𝘤𝘰𝘯𝘵𝘦𝘯𝘪𝘦𝘯𝘥𝘰 𝘭𝘢𝘴 𝘱𝘢𝘭𝘢𝘣𝘳𝘢𝘴 𝘲𝘶𝘦 𝘢𝘮𝘦𝘯𝘢𝘻𝘢𝘣𝘢𝘯 𝘤𝘰𝘯 𝘦𝘴𝘤𝘢𝘱𝘢𝘳. 𝘕𝘰 𝘭𝘦 daría 𝘭𝘢 𝘴𝘢𝘵𝘪𝘴𝘧𝘢𝘤𝘤𝘪𝘰́𝘯 𝘥𝘦 𝘷𝘦𝘳 𝘤𝘶𝘢́𝘯𝘵𝘰 𝘮𝘦 afectaba 𝘵𝘰𝘥𝘰 𝘦𝘴𝘵𝘰.
𝘋𝘦 𝘭𝘢 𝘱𝘶𝘦𝘳𝘵𝘢 𝘦𝘮𝘦𝘳𝘨𝘪𝘰́ 𝘶𝘯𝘢 𝘮𝘶𝘫𝘦𝘳 𝘲𝘶𝘦 𝘳𝘰𝘣𝘰́ 𝘱𝘢𝘳𝘤𝘪𝘢𝘭𝘮𝘦𝘯𝘵𝘦 𝘮𝘪 𝘢𝘵𝘦𝘯𝘤𝘪𝘰́𝘯. 𝘌𝘳𝘢 𝘣𝘢𝘫𝘪𝘵𝘢, 𝘮𝘢́𝘴 𝘲𝘶𝘦 𝘈𝘴𝘵𝘢 𝘪𝘯𝘤𝘭𝘶𝘴𝘰 –𝘺 𝘦𝘴𝘰 𝘺𝘢 𝘦𝘴 𝘮𝘶𝘤𝘩𝘰 𝘥𝘦𝘤𝘪𝘳–, 𝘢𝘵𝘢𝘷𝘪𝘢𝘥𝘢 𝘤𝘰𝘯 𝘶𝘯 𝘬𝘪𝘮𝘰𝘯𝘰 𝘯𝘦𝘨𝘳𝘰 𝘲𝘶𝘦 𝘭𝘦 𝘲𝘶𝘦𝘥𝘢𝘣𝘢 𝘢𝘭𝘨𝘰 𝘨𝘳𝘢𝘯𝘥𝘦. 𝘚𝘶 𝘱𝘦𝘭𝘰, 𝘯𝘦𝘨𝘳𝘰 𝘤𝘰𝘮𝘰 𝘦𝘭 𝘦́𝘣𝘢𝘯𝘰, 𝘦𝘴𝘵𝘢𝘣𝘢 𝘳𝘦𝘤𝘰𝘨𝘪𝘥𝘰 𝘦𝘯 𝘶𝘯𝘢 𝘵𝘳𝘦𝘯𝘻𝘢 𝘱𝘦𝘳𝘧𝘦𝘤𝘵𝘢𝘮𝘦𝘯𝘵𝘦 𝘵𝘦𝘫𝘪𝘥𝘢. 𝘗𝘦𝘳𝘰 𝘭𝘰 𝘲𝘶𝘦 𝘮𝘢́𝘴 𝘮𝘦 𝘭𝘭𝘢𝘮𝘰́ 𝘭𝘢 𝘢𝘵𝘦𝘯𝘤𝘪𝘰́𝘯 𝘧𝘶𝘦𝘳𝘰𝘯 𝘴𝘶𝘴 𝘳𝘢𝘴𝘨𝘰𝘴... había 𝘢𝘭𝘨𝘰 𝘦𝘯 𝘦𝘭𝘭𝘰𝘴 𝘲𝘶𝘦 𝘮𝘦 𝘳𝘦𝘴𝘶𝘭𝘵𝘢𝘣𝘢 𝘦𝘹𝘵𝘳𝘢𝘯̃𝘢𝘮𝘦𝘯𝘵𝘦 𝘧𝘢𝘮𝘪𝘭𝘪𝘢𝘳, 𝘴𝘰𝘣𝘳𝘦 𝘵𝘰𝘥𝘰 𝘦𝘴𝘰𝘴 𝘰𝘫𝘰𝘴 𝘢𝘭𝘢𝘳𝘨𝘢𝘥𝘰𝘴 𝘲𝘶𝘦 𝘮𝘦 𝘮𝘪𝘳𝘢𝘣𝘢𝘯 𝘤𝘰𝘮𝘰 𝘴𝘪 𝘺𝘰 𝘧𝘶𝘦𝘳𝘢 𝘶𝘯 𝘣𝘪𝘤𝘩𝘰 𝘳𝘢𝘳𝘰.
— 𝘙𝘺𝘶𝘺𝘢-𝘴𝘢𝘮𝘢 —𝘭𝘢 𝘮𝘶𝘫𝘦𝘳 𝘩𝘪𝘻𝘰 𝘶𝘯𝘢 𝘱𝘦𝘲𝘶𝘦𝘯̃𝘢 𝘳𝘦𝘷𝘦𝘳𝘦𝘯𝘤𝘪𝘢 𝘢𝘭 𝘥𝘦𝘭 𝘱𝘢𝘳𝘤𝘩𝘦—. 𝘝𝘪𝘯𝘦 𝘵𝘢𝘯 𝘳𝘢́𝘱𝘪𝘥𝘰 𝘤𝘰𝘮𝘰 𝘮𝘦 𝘧𝘶𝘦 𝘱𝘰𝘴𝘪𝘣𝘭𝘦.
— 𝘛𝘦𝘯𝘦𝘮𝘰𝘴 𝘪𝘯𝘷𝘪𝘵𝘢𝘥𝘰𝘴 —𝘳𝘦𝘴𝘱𝘰𝘯𝘥𝘪𝘰́ 𝘙𝘺𝘶𝘺𝘢 𝘤𝘰𝘯 𝘦𝘴𝘦 𝘵𝘰𝘯𝘰 𝘥𝘦𝘴𝘱𝘳𝘦𝘰𝘤𝘶𝘱𝘢𝘥𝘰 𝘲𝘶𝘦 𝘤𝘰𝘮𝘦𝘯𝘻𝘢𝘣𝘢 𝘢 𝘴𝘢𝘤𝘢𝘳𝘮𝘦 𝘥𝘦 𝘲𝘶𝘪𝘤𝘪𝘰—. 𝘔𝘶𝘦́𝘴𝘵𝘳𝘢𝘭𝘦 𝘢 𝘕𝘰𝘦𝘭𝘭𝘦 𝘦𝘭 𝘭𝘶𝘨𝘢𝘳.
— 𝘊𝘰𝘮𝘰 𝘶𝘴𝘵𝘦𝘥 𝘰𝘳𝘥𝘦𝘯𝘦, 𝘙𝘺𝘶𝘺𝘢-𝘴𝘢𝘮𝘢 —𝘤𝘰𝘯𝘵𝘦𝘴𝘵𝘰́ 𝘦𝘭𝘭𝘢 𝘤𝘰𝘯 𝘰𝘵𝘳𝘢 𝘳𝘦𝘷𝘦𝘳𝘦𝘯𝘤𝘪𝘢.
𝘊𝘶𝘢𝘯𝘥𝘰 𝘙𝘺𝘶𝘺𝘢 𝘱𝘰𝘳 𝘧𝘪𝘯 𝘴𝘦 𝘭𝘢𝘳𝘨𝘰́, 𝘭𝘢 𝘵𝘢𝘭 𝘐𝘤𝘩𝘪𝘬𝘢 𝘴𝘦 𝘮𝘦 𝘲𝘶𝘦𝘥𝘰́ 𝘮𝘪𝘳𝘢𝘯𝘥𝘰 𝘧𝘪𝘫𝘢𝘮𝘦𝘯𝘵𝘦, 𝘤𝘰𝘮𝘰 𝘦𝘷𝘢𝘭𝘶𝘢́𝘯𝘥𝘰𝘮𝘦. 𝘔𝘦 𝘱𝘶𝘴𝘦 𝘵𝘦𝘯𝘴𝘢, ¿𝘲𝘶𝘦́ 𝘵𝘢𝘯𝘵𝘰 𝘮𝘦 𝘷𝘦𝘪́𝘢?
— 𝘈𝘤𝘰𝘮𝘱𝘢́𝘯̃𝘢𝘮𝘦 —𝘴𝘰𝘭𝘵𝘰́ 𝘢𝘴𝘪́ 𝘴𝘪𝘯 𝘮𝘢́𝘴, 𝘥𝘢́𝘯𝘥𝘰𝘴𝘦 𝘭𝘢 𝘷𝘶𝘦𝘭𝘵𝘢 𝘺 𝘴𝘢𝘭𝘪𝘦𝘯𝘥𝘰 𝘥𝘦 𝘭𝘢 𝘤𝘢𝘣𝘢𝘯̃𝘢 𝘴𝘪𝘯 𝘦𝘴𝘱𝘦𝘳𝘢𝘳𝘮𝘦. «¡𝑃𝑒𝑟𝑜 𝑞𝑢𝑒́ 𝑚𝑜𝑑𝑎𝑙𝑒𝑠!».
𝘔𝘦 𝘲𝘶𝘦𝘥𝘦́ 𝘥𝘶𝘥𝘢𝘯𝘥𝘰 𝘤𝘰𝘮𝘰 𝘶𝘯𝘢 𝘪𝘥𝘪𝘰𝘵𝘢, 𝘮𝘪𝘳𝘢𝘯𝘥𝘰 𝘥𝘦 𝘳𝘦𝘰𝘫𝘰 𝘦𝘭 𝘱𝘦𝘴𝘤𝘢𝘥𝘰 𝘨𝘪𝘨𝘢𝘯𝘵𝘦 𝘥𝘰𝘯𝘥𝘦 𝘧𝘭𝘰𝘵𝘢𝘣𝘢 𝘈𝘴𝘵𝘢. 𝘕𝘰 quería 𝘥𝘦𝘫𝘢𝘳𝘭𝘰 𝘴𝘰𝘭𝘰, 𝘱𝘦𝘳𝘰 𝘏𝘶𝘮𝘪𝘵𝘰 𝘮𝘦 𝘩𝘪𝘻𝘰 𝘶𝘯 𝘨𝘦𝘴𝘵𝘰 𝘤𝘰𝘯 𝘭𝘢 𝘤𝘢𝘣𝘦𝘻𝘢 𝘤𝘰𝘮𝘰 𝘥𝘪𝘤𝘪𝘦𝘯𝘥𝘰𝘮𝘦:"ve, tranquila". 𝘙𝘦𝘴𝘪𝘨𝘯𝘢𝘥𝘢, 𝘴𝘢𝘭𝘪́ 𝘵𝘳𝘢𝘴 𝘦𝘭𝘭𝘢, 𝘦𝘯𝘤𝘰𝘯𝘵𝘳𝘢́𝘯𝘥𝘰𝘮𝘦𝘭𝘢 𝘦𝘯 𝘭𝘢 𝘦𝘯𝘵𝘳𝘢𝘥𝘢 𝘤𝘰𝘯 𝘤𝘢𝘳𝘢 𝘥𝘦 𝘱𝘰𝘤𝘰𝘴 𝘢𝘮𝘪𝘨𝘰𝘴. 𝘠 así, 𝘴𝘪𝘯 𝘮𝘦𝘥𝘪𝘢𝘳 𝘱𝘢𝘭𝘢𝘣𝘳𝘢 –𝘱𝘰𝘳𝘲𝘶𝘦 𝘢𝘱𝘢𝘳𝘦𝘯𝘵𝘦𝘮𝘦𝘯𝘵𝘦 𝘭𝘢 𝘴𝘦𝘯̃𝘰𝘳𝘪𝘵𝘢 𝘦𝘳𝘢 𝘥𝘦𝘮𝘢𝘴𝘪𝘢𝘥𝘰 𝘪𝘮𝘱𝘰𝘳𝘵𝘢𝘯𝘵𝘦 𝘱𝘢𝘳𝘢 𝘩𝘢𝘣𝘭𝘢𝘳 𝘤𝘰𝘯𝘮𝘪𝘨𝘰–, 𝘦𝘮𝘱𝘦𝘻𝘢𝘮𝘰𝘴 𝘢 𝘤𝘢𝘮𝘪𝘯𝘢𝘳.
— 𝘚𝘦 𝘯𝘰𝘵𝘢 𝘲𝘶𝘦 𝘯𝘰 𝘦𝘳𝘦𝘴 𝘥𝘦 𝘱𝘰𝘳 𝘢𝘲𝘶𝘪́ —𝘤𝘰𝘮𝘦𝘯𝘻𝘰́, 𝘮𝘪𝘳𝘢́𝘯𝘥𝘰𝘮𝘦 𝘥𝘦 𝘢𝘳𝘳𝘪𝘣𝘢 𝘢𝘣𝘢𝘫𝘰—. ¿𝘋𝘦 𝘥𝘰́𝘯𝘥𝘦 𝘷𝘪𝘦𝘯𝘦𝘴?
— 𝘋𝘦𝘭 𝘛𝘳𝘦́𝘣𝘰𝘭, 𝘥𝘦𝘭 𝘳𝘦𝘪𝘯𝘰 𝘥𝘦𝘭 𝘛𝘳𝘦́𝘣𝘰𝘭 —respondí 𝘴𝘦𝘤𝘢𝘮𝘦𝘯𝘵𝘦. 𝘕𝘰 𝘮𝘦 𝘨𝘶𝘴𝘵𝘢𝘣𝘢 𝘯𝘢𝘥𝘢 𝘴𝘶 𝘢𝘤𝘵𝘪𝘵𝘶𝘥.
— 𝘗𝘶𝘦𝘴, 𝘣𝘪𝘦𝘯𝘷𝘦𝘯𝘪𝘥𝘢 𝘢𝘭 𝘗𝘢𝘪́𝘴 𝘥𝘦𝘭 𝘚𝘰𝘭, 𝘦𝘹𝘵𝘳𝘢𝘯𝘫𝘦𝘳𝘢 —𝘴𝘶 𝘵𝘰𝘯𝘰 𝘥𝘦𝘴𝘵𝘪𝘭𝘢𝘣𝘢 𝘤𝘪𝘦𝘳𝘵𝘢 𝘪𝘳𝘰𝘯𝘪́𝘢—. 𝘙𝘺𝘶𝘺𝘢-𝘚𝘢𝘮𝘢 𝘴𝘶𝘦𝘭𝘦 𝘪𝘯𝘵𝘦𝘳𝘦𝘴𝘢𝘳𝘴𝘦 𝘱𝘰𝘤𝘰 𝘦𝘯 𝘤𝘰𝘮𝘱𝘭𝘦𝘵𝘰𝘴 𝘥𝘦𝘴𝘤𝘰𝘯𝘰𝘤𝘪𝘥𝘰𝘴.
— 𝘙𝘺𝘶𝘺𝘢, ¿𝘵𝘦 𝘳𝘦𝘧𝘪𝘦𝘳𝘦𝘴 𝘢𝘭 𝘵𝘪𝘱𝘰 𝘤𝘰𝘯 𝘦𝘭 𝘱𝘢𝘳𝘤𝘩𝘦? —𝘱𝘳𝘦𝘨𝘶𝘯𝘵𝘦́ 𝘴𝘪𝘯 𝘱𝘦𝘯𝘴𝘢𝘳.
𝘓𝘢 𝘮𝘶𝘫𝘦𝘳 𝘴𝘦 𝘥𝘦𝘵𝘶𝘷𝘰 𝘦𝘯 𝘴𝘦𝘤𝘰, 𝘤𝘰𝘮𝘰 𝘴𝘪 𝘭𝘦 𝘩𝘶𝘣𝘪𝘦𝘳𝘢 𝘥𝘢𝘥𝘰 𝘶𝘯𝘢 𝘣𝘰𝘧𝘦𝘵𝘢𝘥𝘢. 𝘚𝘰𝘭𝘵𝘰́ 𝘶𝘯 𝘣𝘶𝘧𝘪𝘥𝘰 𝘥𝘦 𝘪𝘯𝘥𝘪𝘨𝘯𝘢𝘤𝘪𝘰́𝘯 𝘲𝘶𝘦 𝘮𝘦 𝘩𝘪𝘻𝘰 𝘢𝘳𝘲𝘶𝘦𝘢𝘳 𝘶𝘯𝘢 𝘤𝘦𝘫𝘢.
— ¡𝘔𝘢́𝘴 𝘳𝘦𝘴𝘱𝘦𝘵𝘰, 𝘦𝘹𝘵𝘳𝘢𝘯𝘫𝘦𝘳𝘢! —𝘦𝘹𝘤𝘭𝘢𝘮𝘰́, 𝘢𝘭𝘻𝘢𝘯𝘥𝘰 𝘭𝘰𝘴 𝘣𝘳𝘢𝘻𝘰𝘴 𝘢𝘭 𝘤𝘪𝘦𝘭𝘰 𝘤𝘰𝘮𝘰 𝘶𝘯𝘢 𝘤𝘰𝘮𝘱𝘭𝘦𝘵𝘢 𝘭𝘶𝘯𝘢́𝘵𝘪𝘤𝘢—. ¡𝘙𝘺𝘶𝘺𝘢-𝘴𝘢𝘮𝘢 𝘯𝘰 𝘦𝘴 𝘯𝘪𝘯𝘨𝘶́𝘯 "𝘵𝘪𝘱𝘰" 𝘤𝘰𝘮𝘰 𝘵𝘶́ 𝘥𝘪𝘤𝘦𝘴! —𝘩𝘪𝘻𝘰 𝘶𝘯𝘢 𝘱𝘰𝘴𝘦 𝘵𝘢𝘯 𝘳𝘪𝘥𝘪́𝘤𝘶𝘭𝘢 𝘲𝘶𝘦 𝘵𝘶𝘷𝘦 𝘲𝘶𝘦 𝘮𝘰𝘳𝘥𝘦𝘳𝘮𝘦 𝘦𝘭 𝘭𝘢𝘣𝘪𝘰 𝘱𝘢𝘳𝘢 𝘯𝘰 𝘳𝘦𝘪́𝘳𝘮𝘦—. ¡𝘙𝘺𝘶𝘺𝘢-𝘴𝘢𝘮𝘢 𝘦𝘴 𝘶𝘯𝘢 𝘱𝘦𝘳𝘴𝘰𝘯𝘢 𝘮𝘢𝘳𝘢𝘷𝘪𝘭𝘭𝘰𝘴𝘢, 𝘧𝘶𝘦 𝘦𝘭 𝘲𝘶𝘦 𝘴𝘢𝘭𝘷𝘰́ 𝘢 𝘦𝘴𝘵𝘦 𝘱𝘢𝘪́𝘴 𝘥𝘦 𝘭𝘢 𝘥𝘦𝘴𝘨𝘳𝘢𝘤𝘪𝘢! 𝘚𝘪𝘦𝘮𝘱𝘳𝘦 𝘦𝘴𝘵𝘢𝘳𝘦́ 𝘦𝘯 𝘥𝘦𝘶𝘥𝘢 𝘤𝘰𝘯 𝘦́𝘭.
«¿𝑃𝑒𝑟𝑜 𝑞𝑢𝑒́ 𝑙𝑒 𝑝𝑎𝑠𝑎 𝑎 𝑒𝑠𝑡𝑎 𝑡𝑖𝑝𝑎?». 𝘚𝘦𝘯𝘵𝘪́ 𝘶𝘯𝘢 𝘷𝘦𝘳𝘨𝘶̈𝘦𝘯𝘻𝘢 𝘢𝘫𝘦𝘯𝘢 𝘵𝘦𝘳𝘳𝘪𝘣𝘭𝘦 𝘢𝘯𝘵𝘦 𝘴𝘦𝘮𝘦𝘫𝘢𝘯𝘵𝘦 𝘦𝘴𝘱𝘦𝘤𝘵𝘢́𝘤𝘶𝘭𝘰.
— 𝘊𝘭𝘢𝘳𝘰... 𝘤𝘰𝘮𝘰 𝘵𝘶́ 𝘥𝘪𝘨𝘢𝘴 —𝘮𝘶𝘳𝘮𝘶𝘳𝘦́, 𝘳𝘦𝘵𝘰𝘮𝘢𝘯𝘥𝘰 𝘦𝘭 𝘱𝘢𝘴𝘰 𝘱𝘢𝘳𝘢 𝘦𝘷𝘪𝘵𝘢𝘳 𝘰𝘵𝘳𝘰 𝘢𝘳𝘳𝘢𝘯𝘲𝘶𝘦 𝘥𝘳𝘢𝘮𝘢́𝘵𝘪𝘤𝘰.
𝘓𝘢 𝘰𝘣𝘴𝘦𝘳𝘷𝘦́ 𝘥𝘦 𝘳𝘦𝘰𝘫𝘰 𝘮𝘪𝘦𝘯𝘵𝘳𝘢𝘴 𝘤𝘢𝘮𝘪𝘯𝘢́𝘣𝘢𝘮𝘰𝘴, 𝘵𝘰𝘥𝘢𝘷𝘪́𝘢 𝘴𝘰𝘳𝘱𝘳𝘦𝘯𝘥𝘪𝘥𝘢 𝘱𝘰𝘳 𝘴𝘶 𝘤𝘢𝘮𝘣𝘪𝘰 𝘵𝘢𝘯 𝘳𝘦𝘱𝘦𝘯𝘵𝘪𝘯𝘰 𝘥𝘦 𝘢𝘤𝘵𝘪𝘵𝘶𝘥. «𝐿𝑒 𝑡𝑖𝑒𝑛𝑒 𝑞𝑢𝑒 𝑡𝑒𝑛𝑒𝑟 𝑏𝑎𝑠𝑡𝑎𝑛𝑡𝑒 𝑎𝑝𝑟𝑒𝑐𝑖𝑜 𝑎𝑙 𝑡𝑎𝑙 𝑅𝑦𝑢𝑦𝑎... 𝑜 𝑒𝑠𝑡𝑎́ 𝑐𝑜𝑚𝑝𝑙𝑒𝑡𝑎𝑚𝑒𝑛𝑡𝑒 𝑙𝑜𝑐𝑎».
— ¿𝘘𝘶𝘪𝘦́𝘯 𝘦𝘴 𝘙𝘺𝘶𝘺𝘢 𝘦𝘹𝘢𝘤𝘵𝘢𝘮𝘦𝘯𝘵𝘦? —𝘮𝘦 𝘢𝘵𝘳𝘦𝘷𝘪́ 𝘢 𝘱𝘳𝘦𝘨𝘶𝘯𝘵𝘢𝘳, 𝘦𝘴𝘱𝘦𝘳𝘢𝘯𝘥𝘰 𝘯𝘰 𝘥𝘦𝘴𝘢𝘵𝘢𝘳 𝘰𝘵𝘳𝘢 𝘦𝘴𝘤𝘦𝘯𝘢.
— ¡𝘙𝘺𝘶𝘺𝘢 𝘦𝘴 𝘦𝘭 𝘚𝘩𝘰𝘨𝘶𝘯 𝘥𝘦 𝘦𝘴𝘵𝘢 𝘯𝘢𝘤𝘪𝘰́𝘯! —𝘤𝘩𝘪𝘭𝘭𝘰́ 𝘤𝘰𝘯 𝘵𝘢𝘯𝘵𝘢 𝘦𝘮𝘰𝘤𝘪𝘰́𝘯 𝘲𝘶𝘦 𝘮𝘦 obligo a 𝘴𝘰𝘯𝘳𝘦𝘪𝘳𝘭𝘦 𝘧𝘰𝘳𝘻𝘢𝘥𝘢𝘮𝘦𝘯𝘵𝘦—. ¡𝘌𝘴 𝘭𝘢 𝘮𝘢́𝘹𝘪𝘮𝘢 𝘢𝘶𝘵𝘰𝘳𝘪𝘥𝘢𝘥 𝘦𝘯 𝘦𝘭 País 𝘥𝘦𝘭 𝘚𝘰𝘭!, c𝘰𝘯 𝘴𝘶 𝘰𝘫𝘰 𝘥𝘦 𝘭𝘢 𝘤𝘭𝘢𝘳𝘪𝘷𝘪𝘥𝘦𝘯𝘤𝘪𝘢 𝘯𝘰𝘴 𝘨𝘶𝘪́𝘢 𝘢 𝘵𝘰𝘥𝘰𝘴 𝘯𝘰𝘴𝘰𝘵𝘳𝘰𝘴.
«¿𝑂𝑗𝑜 𝑑𝑒 𝑙𝑎 𝑐𝑙𝑎𝑟𝑖𝑣𝑖𝑑𝑒𝑛𝑐𝑖𝑎? 𝐺𝑒𝑛𝑖𝑎𝑙, 𝑒𝑠𝑜 𝑐𝑟𝑒𝑎 𝑚𝑎́𝑠 𝑝𝑟𝑒𝑔𝑢𝑛𝑡𝑎𝑠 𝑞𝑢𝑒 𝑟𝑒𝑠𝑝𝑢𝑒𝑠𝑡𝑎𝑠. ¿𝐸𝑛 𝑞𝑢𝑒́ 𝑐𝑙𝑎𝑠𝑒 𝑑𝑒 𝑙𝑢𝑔𝑎𝑟 𝑟𝑎𝑟𝑜 𝑣𝑖𝑛𝑒 𝑎 𝑝𝑎𝑟𝑎𝑟?».
— 𝘓𝘢 𝘮𝘢́𝘹𝘪𝘮𝘢 𝘢𝘶𝘵𝘰𝘳𝘪𝘥𝘢𝘥 —repetí sus palabras— ... 𝘤𝘰𝘮𝘰 𝘦𝘭 𝘙𝘦𝘺 𝘔𝘢𝘨𝘰 —𝘦𝘴𝘢 𝘮𝘦𝘯𝘤𝘪𝘰́𝘯 𝘮𝘦 𝘩𝘪𝘻𝘰 𝘢𝘱𝘳𝘦𝘵𝘢𝘳 𝘭𝘰𝘴 𝘱𝘶𝘯̃𝘰𝘴 𝘺 𝘭𝘰𝘴 𝘥𝘪𝘦𝘯𝘵𝘦𝘴. 𝘌𝘭 𝘴𝘰𝘭𝘰 𝘳𝘦𝘤𝘰𝘳𝘥𝘢𝘳 𝘢 𝘦𝘴𝘦 𝘮𝘢𝘭𝘥𝘪𝘵𝘰 𝘵𝘳𝘢𝘪𝘥𝘰𝘳 𝘮𝘦 𝘳𝘦𝘷𝘰𝘭𝘷𝘪́𝘢 𝘦𝘭 𝘦𝘴𝘵𝘰́𝘮𝘢𝘨𝘰.
— ¿𝘌𝘭 𝘙𝘦𝘺 𝘔𝘢𝘨𝘰?
— 𝘋𝘦 𝘥𝘰𝘯𝘥𝘦 𝘷𝘦𝘯𝘨𝘰, 𝘦𝘭 𝘙𝘦𝘺 𝘔𝘢𝘨𝘰 𝘦𝘴 𝘭𝘢 𝘮𝘢́𝘹𝘪𝘮𝘢 𝘢𝘶𝘵𝘰𝘳𝘪𝘥𝘢𝘥 𝘵𝘢𝘮𝘣𝘪𝘦́𝘯 —𝘴𝘰𝘭𝘵𝘦́ 𝘤𝘰𝘯 𝘢𝘮𝘢𝘳𝘨𝘶𝘳𝘢.
— 𝘐𝘯𝘵𝘦𝘳𝘦𝘴𝘢𝘯𝘵𝘦.
— 𝘈𝘶𝘯𝘲𝘶𝘦 𝘦𝘯 𝘦𝘴𝘵𝘦 𝘮𝘰𝘮𝘦𝘯𝘵𝘰, 𝘦𝘭 𝘙𝘦𝘪𝘯𝘰 𝘦𝘴 𝘶𝘯 𝘤𝘢𝘰𝘴 𝘵𝘰𝘵𝘢𝘭 —𝘷𝘪 𝘤𝘰́𝘮𝘰 𝘤𝘢𝘱𝘵𝘢𝘣𝘢 𝘴𝘶 𝘢𝘵𝘦𝘯𝘤𝘪𝘰́𝘯 𝘺 𝘤𝘰𝘯𝘵𝘪𝘯𝘶𝘦́—. 𝘙𝘦𝘴𝘶𝘭𝘵𝘢 𝘲𝘶e "El Rey Mago" —𝘦𝘴𝘤𝘶𝘱𝘪́ 𝘭𝘢𝘴 𝘱𝘢𝘭𝘢𝘣𝘳𝘢𝘴 𝘤𝘰𝘮𝘰 𝘴𝘪 𝘧𝘶𝘦𝘳𝘢𝘯 𝘷𝘦𝘯𝘦𝘯𝘰—, 𝘪𝘯𝘵𝘦𝘯𝘵𝘰́ 𝘮𝘢𝘵𝘢𝘳𝘯𝘰𝘴 𝘺 𝘢𝘩𝘰𝘳𝘢 𝘦𝘴 𝘯𝘶𝘦𝘴𝘵𝘳𝘰 𝘦𝘯𝘦𝘮𝘪𝘨𝘰 𝘢 𝘷𝘦𝘯𝘤𝘦𝘳.
— ¿𝘗𝘰𝘳 𝘦𝘴𝘰 𝘵𝘦𝘳𝘮𝘪𝘯𝘢𝘳𝘰𝘯 𝘢𝘲𝘶𝘪́? —𝘪𝘯𝘲𝘶𝘪𝘳𝘪𝘰́ 𝘐𝘤𝘩𝘪𝘬𝘢, 𝘤𝘶𝘳𝘪𝘰𝘴𝘢—. 𝘛𝘶́ 𝘺 𝘵𝘶...
— 𝘈𝘮𝘪𝘨𝘰, 𝘮𝘪 𝘢𝘮𝘪𝘨𝘰 —𝘭𝘢 𝘪𝘯𝘵𝘦𝘳𝘳𝘶𝘮𝘱𝘪́ 𝘳𝘢́𝘱𝘪𝘥𝘢𝘮𝘦𝘯𝘵𝘦, 𝘴𝘪𝘯𝘵𝘪𝘦𝘯𝘥𝘰 𝘦𝘭 𝘤𝘢𝘭𝘰𝘳 𝘴𝘶𝘣𝘪𝘳 𝘢 𝘮𝘪𝘴 𝘮𝘦𝘫𝘪𝘭𝘭𝘢𝘴. «¡𝑀𝑎𝑙𝑑𝑖𝑡𝑎 𝑠𝑒𝑎! ¿𝑃𝑜𝑟 𝑞𝑢𝑒́ 𝑚𝑒 𝑝𝑜𝑛𝑔𝑜 𝑎𝑠𝑖́ 𝑠𝑜𝑙𝑜 𝑝𝑜𝑟 𝑚𝑒𝑛𝑐𝑖𝑜𝑛𝑎𝑟𝑙𝑜?»—. 𝘕𝘰 𝘴𝘦́ 𝘦𝘹𝘢𝘤𝘵𝘢𝘮𝘦𝘯𝘵𝘦 𝘤𝘰́𝘮𝘰 𝘵𝘦𝘳𝘮𝘪𝘯𝘢𝘮𝘰𝘴 𝘢𝘲𝘶𝘪́... —𝘮𝘪 𝘷𝘰𝘻 𝘴𝘦 𝘤𝘰𝘯𝘷𝘪𝘳𝘵𝘪𝘰́ 𝘦𝘯 𝘶𝘯 𝘴𝘶𝘴𝘶𝘳𝘳𝘰 𝘮𝘪𝘦𝘯𝘵𝘳𝘢𝘴 𝘭𝘢 𝘱𝘳𝘦𝘰𝘤𝘶𝘱𝘢𝘤𝘪𝘰́𝘯 𝘮𝘦 𝘪𝘯𝘷𝘢𝘥𝘪́𝘢—. 𝘌𝘴𝘱𝘦𝘳𝘰 𝘲𝘶𝘦 𝘭𝘰𝘴 𝘤𝘩𝘪𝘤𝘰𝘴 𝘦𝘴𝘵𝘦́𝘯 𝘣𝘪𝘦𝘯...
𝘐𝘤𝘩𝘪𝘬𝘢 𝘥𝘦𝘵𝘶𝘷𝘰 𝘴𝘶 𝘢𝘯𝘥𝘢𝘳, 𝘮𝘪𝘳𝘢́𝘯𝘥𝘰𝘮𝘦 𝘥𝘦 𝘱𝘪𝘦𝘴 𝘢 𝘤𝘢𝘣𝘦𝘻𝘢 𝘥𝘦 𝘮𝘢𝘯𝘦𝘳𝘢 𝘢𝘭𝘵𝘢𝘯𝘦𝘳𝘢.
— 𝘠𝘢 𝘷𝘦𝘰 —𝘮𝘦 𝘦𝘷𝘢𝘭𝘶𝘰́ 𝘤𝘰𝘯 𝘰𝘫𝘰 𝘤𝘳𝘪́𝘵𝘪𝘤𝘰—. 𝘕𝘰 𝘭𝘢 𝘱𝘢𝘴𝘢𝘳𝘰𝘯 𝘣𝘪𝘦𝘯. 𝘗𝘰𝘳 𝘭𝘰 𝘲𝘶𝘦 𝘥𝘪𝘤𝘦𝘴, 𝘦𝘴 𝘤𝘰𝘮𝘰 𝘴𝘪 𝘙𝘺𝘶𝘺𝘢-𝘴𝘢𝘮𝘢, 𝘥𝘦 𝘭𝘢 𝘯𝘰𝘤𝘩𝘦 𝘢 𝘭𝘢 𝘮𝘢𝘯̃𝘢𝘯𝘢, 𝘦𝘴𝘵𝘶𝘷𝘪𝘦𝘳𝘢 𝘦𝘯 𝘤𝘰𝘯𝘵𝘳𝘢 𝘯𝘶𝘦𝘴𝘵𝘳𝘢.
— ¿𝘗𝘰𝘳 𝘲𝘶𝘦́ 𝘥𝘪𝘤𝘦𝘴 𝘦𝘴𝘵𝘢𝘳 𝘦𝘯 𝘥𝘦𝘶𝘥𝘢 𝘤𝘰𝘯 𝘦́𝘭? —𝘱𝘳𝘦𝘨𝘶𝘯𝘵𝘦́, 𝘪𝘯𝘵𝘦𝘯𝘵𝘢𝘯𝘥𝘰 𝘥𝘦𝘴𝘷𝘪𝘢𝘳 𝘭𝘢 𝘤𝘰𝘯𝘷𝘦𝘳𝘴𝘢𝘤𝘪𝘰́𝘯. 𝘕𝘰 𝘲𝘶𝘦𝘳𝘪́𝘢 𝘱𝘦𝘯𝘴𝘢𝘳 𝘦𝘯 𝘦𝘴𝘰, 𝘯𝘰 𝘢𝘩𝘰𝘳𝘢. 𝘕𝘰 𝘤𝘶𝘢𝘯𝘥𝘰 𝘈𝘴𝘵𝘢 𝘢𝘱𝘦𝘯𝘢𝘴...—. 𝘊𝘰𝘯 𝘙𝘺𝘶𝘺𝘢.
— 𝘗𝘰𝘳𝘲𝘶𝘦 𝘙𝘺𝘶𝘺𝘢-𝘴𝘢𝘮𝘢 𝘮𝘦 𝘴𝘢𝘭𝘷𝘰́ —𝘳𝘦𝘴𝘱𝘰𝘯𝘥𝘪𝘰́ 𝘴𝘪𝘯 𝘥𝘶𝘥𝘢𝘳 𝘶𝘯 𝘴𝘦𝘨𝘶𝘯𝘥𝘰—. 𝘚𝘪𝘦𝘮𝘱𝘳𝘦 𝘦𝘴𝘵𝘢𝘳𝘦́ 𝘦𝘯 𝘥𝘦𝘶𝘥𝘢 𝘤𝘰𝘯 𝘦́𝘭. Solo eso tienes que saber.
𝘋𝘦𝘵𝘶𝘷𝘪𝘮𝘰𝘴 𝘯𝘶𝘦𝘴𝘵𝘳𝘰 𝘢𝘯𝘥𝘢𝘳 𝘦𝘯 𝘶𝘯𝘢 𝘤𝘰𝘭𝘪𝘯𝘢 𝘺, 𝘮𝘪𝘦𝘳𝘥𝘢, 𝘭𝘢 𝘷𝘪𝘴𝘵𝘢 𝘮𝘦 𝘥𝘦𝘫𝘰́ 𝘤𝘰𝘯 𝘭𝘢 𝘣𝘰𝘤𝘢 𝘢𝘣𝘪𝘦𝘳𝘵𝘢. 𝘌𝘳𝘢 𝘵𝘰𝘥𝘰 𝘵𝘢𝘯... 𝘥𝘪𝘧𝘦𝘳𝘦𝘯𝘵𝘦. 𝘕𝘢𝘥𝘢 𝘲𝘶𝘦 𝘷𝘦𝘳 𝘤𝘰𝘯 𝘭𝘰 𝘲𝘶𝘦 𝘦𝘴𝘵𝘢𝘣𝘢 𝘢𝘤𝘰𝘴𝘵𝘶𝘮𝘣𝘳𝘢𝘥𝘢. 𝘓𝘰𝘴 𝘵𝘦𝘤𝘩𝘰𝘴 𝘥𝘦 𝘭𝘢𝘴 𝘤𝘢𝘴𝘢𝘴 tenían 𝘶𝘯𝘰𝘴 𝘢́𝘯𝘨𝘶𝘭𝘰𝘴 𝘳𝘢𝘳𝘰𝘴, 𝘤𝘰𝘮𝘰 𝘤𝘶𝘳𝘷𝘢𝘥𝘰𝘴 𝘩𝘢𝘤𝘪𝘢 𝘢𝘳𝘳𝘪𝘣𝘢, 𝘱𝘦𝘳𝘰 𝘯𝘰 𝘴𝘦 veían 𝘮𝘢𝘭. 𝘈𝘭 𝘧𝘰𝘯𝘥𝘰 𝘴𝘦 𝘢𝘭𝘻𝘢𝘣𝘢 𝘶𝘯 𝘤𝘢𝘴𝘵𝘪𝘭𝘭𝘰 𝘦𝘯𝘰𝘳𝘮𝘦 𝘲𝘶𝘦, 𝘴𝘶𝘱𝘶𝘴𝘦, debía 𝘴𝘦𝘳 𝘥𝘰𝘯𝘥𝘦 vivía 𝘦𝘭 𝘵𝘢𝘭 𝘙𝘺𝘶𝘺𝘢. «𝑉𝑎𝑦𝑎, 𝑎𝑙 𝑚𝑒𝑛𝑜𝑠 𝑡𝑖𝑒𝑛𝑒𝑛 𝑏𝑢𝑒𝑛 𝑔𝑢𝑠𝑡𝑜 𝑝𝑎𝑟𝑎 𝑙𝑎 𝑎𝑟𝑞𝑢𝑖𝑡𝑒𝑐𝑡𝑢𝑟𝑎».
— 𝘠𝘢 𝘦𝘴𝘵𝘢𝘮𝘰𝘴 𝘱𝘰𝘳 𝘭𝘭𝘦𝘨𝘢𝘳 —𝘢𝘯𝘶𝘯𝘤𝘪𝘰́ 𝘐𝘤𝘩𝘪𝘬𝘢.
𝘠 𝘢𝘩𝘪́ 𝘦𝘮𝘱𝘦𝘻𝘰́ 𝘢 𝘴𝘰𝘭𝘵𝘢𝘳 𝘶𝘯 𝘮𝘰𝘯𝘵𝘰́𝘯 𝘥𝘦 𝘪𝘯𝘧𝘰𝘳𝘮𝘢𝘤𝘪𝘰́𝘯 𝘤𝘰𝘮𝘰 𝘴𝘪 𝘧𝘶𝘦𝘳𝘢 𝘶𝘯𝘢 𝘮𝘢𝘦𝘴𝘵𝘳𝘢 𝘥𝘢𝘯𝘥𝘰 𝘤𝘭𝘢𝘴𝘦. 𝘔𝘦 𝘦𝘹𝘱𝘭𝘪𝘤𝘰́ 𝘴𝘰𝘣𝘳𝘦 𝘭𝘰𝘴 𝘙𝘺𝘶𝘻𝘦𝘯, 𝘲𝘶𝘦 𝘢𝘭 𝘱𝘢𝘳𝘦𝘤𝘦𝘳 𝘴𝘰𝘯 𝘢𝘭𝘨𝘰 así 𝘤𝘰𝘮𝘰 𝘭𝘰𝘴 𝘤𝘢𝘱𝘪𝘵𝘢𝘯𝘦𝘴 𝘥𝘦 𝘢𝘤𝘢́. 𝘓𝘶𝘦𝘨𝘰 𝘮𝘦 𝘩𝘢𝘣𝘭𝘰́ 𝘥𝘦𝘭 𝘑𝘰𝘳𝘪𝘰𝘬𝘶, 𝘲𝘶𝘦 𝘩𝘢𝘤𝘪𝘦𝘯𝘥𝘰 𝘴𝘪𝘮𝘱𝘭𝘦𝘴 𝘤𝘢́𝘭𝘤𝘶𝘭𝘰𝘴, 𝘷𝘪𝘦𝘯𝘦 𝘢 𝘴𝘦𝘳 𝘤𝘰𝘮𝘰 𝘯𝘶𝘦𝘴𝘵𝘳𝘰 𝘮𝘢𝘯𝘢́, 𝘺 𝘵𝘢𝘮𝘣𝘪𝘦́𝘯 𝘮𝘦 𝘤𝘰𝘯𝘵𝘰́ 𝘴𝘰𝘣𝘳𝘦 𝘦𝘭 𝘱𝘰𝘥𝘦𝘳 𝘥𝘦 𝘩𝘦𝘤𝘩𝘪𝘤𝘦𝘳𝘪́𝘢 𝘲𝘶𝘦 𝘷𝘦𝘯𝘥𝘳𝘪́𝘢 𝘴𝘪𝘦𝘯𝘥𝘰 𝘤𝘰𝘮𝘰 𝘯𝘶𝘦𝘴𝘵𝘳𝘰 𝘱𝘰𝘥𝘦𝘳 𝘮𝘢́𝘨𝘪𝘤𝘰. 𝘈𝘩, 𝘺 𝘱𝘰𝘳 𝘴𝘪 𝘧𝘶𝘦𝘳𝘢 𝘱𝘰𝘤𝘰, 𝘵𝘢𝘮𝘣𝘪𝘦́𝘯 𝘶𝘴𝘢𝘯 𝘱𝘦𝘳𝘨𝘢𝘮𝘪𝘯𝘰𝘴 𝘦𝘯 𝘷𝘦𝘻 𝘥𝘦 𝘨𝘳𝘪𝘮𝘰𝘳𝘪𝘰𝘴. «¿𝑁𝑜 𝑝𝑜𝑑𝑖́𝑎𝑛 ℎ𝑎𝑐𝑒𝑟𝑙𝑜 𝑚𝑎́𝑠 𝑐𝑜𝑚𝑝𝑙𝑖𝑐𝑎𝑑𝑜?». 𝘈𝘶𝘯𝘲𝘶𝘦, 𝘴𝘪𝘦𝘯𝘥𝘰 𝘩𝘰𝘯𝘦𝘴𝘵𝘢, 𝘯𝘰 𝘦𝘳𝘢 𝘵𝘢𝘯 𝘥𝘪𝘧𝘪́𝘤𝘪𝘭 𝘥𝘦 𝘦𝘯𝘵𝘦𝘯𝘥𝘦𝘳. 𝘛𝘢𝘮𝘣𝘪𝘦́𝘯 𝘴𝘦 𝘱𝘶𝘴𝘰 𝘢 𝘩𝘢𝘣𝘭𝘢𝘳𝘮𝘦 𝘥𝘦 𝘭𝘢 𝘨𝘦𝘯𝘵𝘦 𝘺 𝘥𝘦 𝘭𝘢 𝘤𝘪𝘶𝘥𝘢𝘥𝘦𝘭𝘢 𝘲𝘶𝘦 𝘵𝘦𝘯𝘪́𝘢𝘮𝘰𝘴 𝘦𝘯𝘧𝘳𝘦𝘯𝘵𝘦. Mencionó lugares y comercios.
𝘊𝘶𝘢𝘯𝘥𝘰 𝘱𝘰𝘳 𝘧𝘪𝘯 𝘵𝘦𝘳𝘮𝘪𝘯𝘰́ 𝘴𝘶 𝘤𝘢́𝘵𝘦𝘥𝘳𝘢, 𝘐𝘤𝘩𝘪𝘬𝘢 𝘮𝘦 𝘮𝘪𝘳𝘰́ 𝘥𝘦 𝘳𝘦𝘰𝘫𝘰 𝘺 𝘤𝘰𝘯 𝘶𝘯 𝘨𝘦𝘴𝘵𝘰 𝘥𝘦𝘴𝘱𝘳𝘦𝘰𝘤𝘶𝘱𝘢𝘥𝘰 𝘥𝘦 𝘴𝘶 𝘮𝘢𝘯𝘰, 𝘴𝘰𝘭𝘵𝘰́:
— 𝘊𝘶𝘦́𝘯𝘵𝘢𝘮𝘦 𝘮𝘢́𝘴 𝘢𝘤𝘦𝘳𝘤𝘢 𝘥𝘦𝘭 𝘙𝘦𝘪𝘯𝘰 𝘥𝘦𝘭 𝘵𝘳𝘦́𝘣𝘰𝘭, 𝘦𝘹𝘵𝘳𝘢𝘯𝘫𝘦𝘳𝘢.
— 𝘔𝘪 𝘯𝘰𝘮𝘣𝘳𝘦 𝘦𝘴 𝘕𝘰𝘦𝘭𝘭𝘦 𝘚𝘪𝘭𝘷𝘢, 𝘯𝘰 "𝘦𝘹𝘵𝘳𝘢𝘯𝘫𝘦𝘳𝘢" —𝘭𝘦 𝘦𝘴𝘱𝘦𝘵𝘦́, 𝘤𝘳𝘶𝘻𝘢́𝘯𝘥𝘰𝘮𝘦 𝘥𝘦 𝘣𝘳𝘢𝘻𝘰𝘴. ¿𝘘𝘶𝘪𝘦́𝘯 𝘴𝘦 𝘤𝘳𝘦𝘪́𝘢 𝘦𝘴𝘵𝘢 𝘵𝘪𝘱𝘢?
𝘌𝘭𝘭𝘢 𝘳𝘰𝘥𝘰́ 𝘭𝘰𝘴 𝘰𝘫𝘰𝘴 𝘤𝘰𝘯 𝘧𝘢𝘴𝘵𝘪𝘥𝘪𝘰, 𝘺 𝘱𝘳𝘰𝘤𝘦𝘥𝘪́ 𝘢 𝘤𝘰𝘯𝘵𝘢𝘳𝘭𝘦 𝘴𝘰𝘣𝘳𝘦 𝘦𝘭 𝘳𝘦𝘪𝘯𝘰. 𝘓𝘦 𝘦𝘹𝘱𝘭𝘪𝘲𝘶𝘦́ 𝘵𝘰𝘥𝘰: 𝘭𝘢 economía, 𝘦𝘭 𝘳𝘰𝘭𝘭𝘰 𝘥𝘦 𝘭𝘢 𝘫𝘦𝘳𝘢𝘳𝘲𝘶𝘪́𝘢 𝘺 𝘦𝘴𝘢𝘴 𝘤𝘰𝘴𝘢𝘴 𝘢𝘣𝘶𝘳𝘳𝘪𝘥𝘢𝘴 𝘲𝘶𝘦 𝘵𝘢𝘯𝘵𝘰 𝘭𝘦𝘴 𝘪𝘮𝘱𝘰𝘳𝘵𝘢𝘯 𝘢 𝘭𝘰𝘴 𝘯𝘰𝘣𝘭𝘦𝘴 y 𝘲𝘶𝘦 𝘢 𝘮𝘪, 𝘮𝘦 𝘪𝘮𝘱𝘰𝘳𝘵𝘢𝘯 𝘶𝘯 𝘣𝘭𝘦𝘥𝘰. 𝘛𝘢𝘮𝘣𝘪𝘦́𝘯 𝘭𝘦 𝘩𝘢𝘣𝘭𝘦́ 𝘥𝘦 𝘭𝘢𝘴 𝘰́𝘳𝘥𝘦𝘯𝘦𝘴 𝘥𝘦 𝘤𝘢𝘣𝘢𝘭𝘭𝘦𝘳𝘪́𝘢 𝘺 𝘤𝘶𝘢𝘯𝘥𝘰 𝘮𝘦𝘯𝘤𝘪𝘰𝘯𝘦́ 𝘭𝘢 𝘮𝘪́𝘢 –específicamente 𝘢𝘭 𝘤𝘢𝘱𝘪𝘵𝘢́𝘯 𝘠𝘢𝘮𝘪–, 𝘴𝘶 𝘤𝘢𝘳𝘢 𝘤𝘢𝘮𝘣𝘪𝘰́ 𝘤𝘰𝘮𝘰 𝘴𝘪 𝘩𝘶𝘣𝘪𝘦𝘳𝘢 𝘷𝘪𝘴𝘵𝘰 𝘶𝘯 𝘧𝘢𝘯𝘵𝘢𝘴𝘮𝘢, 𝘱𝘢𝘭𝘪𝘥𝘦𝘤𝘪𝘰́ 𝘱𝘰𝘳 𝘤𝘰𝘮𝘱𝘭𝘦𝘵𝘰.
— 𝘕𝘰 𝘷𝘶𝘦𝘭𝘷𝘢𝘴 𝘢 𝘮𝘦𝘯𝘤𝘪𝘰𝘯𝘢𝘳 𝘦𝘴𝘦 𝘯𝘰𝘮𝘣𝘳𝘦 𝘦𝘯 𝘮𝘪 𝘱𝘳𝘦𝘴𝘦𝘯𝘤𝘪𝘢 —𝘴𝘦 𝘥𝘦𝘵𝘶𝘷𝘰 𝘦𝘯 𝘴𝘦𝘤𝘰 𝘺 𝘮𝘦 𝘭𝘢𝘯𝘻𝘰́ 𝘶𝘯𝘢 𝘮𝘪𝘳𝘢𝘥𝘢 𝘲𝘶𝘦 𝘱𝘰𝘥𝘳𝘪́𝘢 𝘤𝘰𝘯𝘨𝘦𝘭𝘢𝘳 𝘦𝘭 𝘪𝘯𝘧𝘪𝘦𝘳𝘯𝘰—. ¿𝘘𝘶𝘦𝘥𝘰́ 𝘤𝘭𝘢𝘳𝘰?
«¿𝑃𝑒𝑟𝑜 𝑞𝑢𝑒́ 𝑏𝑖𝑐ℎ𝑜 𝑙𝑒 𝑝𝑖𝑐𝑜́?». 𝘈𝘳𝘲𝘶𝘦𝘦́ 𝘢𝘮𝘣𝘢𝘴 𝘤𝘦𝘫𝘢𝘴, 𝘴𝘰𝘳𝘱𝘳𝘦𝘯𝘥𝘪𝘥𝘢 𝘱𝘰𝘳 𝘴𝘦𝘮𝘦𝘫𝘢𝘯𝘵𝘦 𝘳𝘦𝘢𝘤𝘤𝘪𝘰́𝘯.
— ¿𝘓𝘰 𝘤𝘰𝘯𝘰𝘤𝘦𝘴? —𝘭𝘦 𝘱𝘳𝘦𝘨𝘶𝘯𝘵𝘦́ 𝘴𝘪𝘯 𝘢𝘤𝘩𝘪𝘤𝘢𝘳𝘮𝘦. 𝘕𝘰 𝘪𝘣𝘢 𝘢 𝘥𝘦𝘫𝘢𝘳 𝘲𝘶𝘦 𝘮𝘦 𝘪𝘯𝘵𝘪𝘮𝘪𝘥𝘢𝘳𝘢—. 𝘈𝘩𝘰𝘳𝘢 𝘲𝘶𝘦 𝘭𝘰 𝘱𝘪𝘦𝘯𝘴𝘰... —𝘤𝘰𝘭𝘰𝘲𝘶𝘦́ 𝘶𝘯𝘢 𝘮𝘢𝘯𝘰 𝘦𝘯 𝘮𝘪 𝘮𝘦𝘯𝘵𝘰́𝘯, 𝘱𝘦𝘯𝘴𝘢𝘵𝘪𝘷𝘢— 𝘦𝘭 𝘤𝘢𝘱𝘪𝘵𝘢́𝘯 𝘴𝘪𝘦𝘮𝘱𝘳𝘦 𝘲𝘶𝘦 𝘱𝘶𝘦𝘥𝘦 𝘢𝘯𝘥𝘢 𝘩𝘢𝘣𝘭𝘢𝘯𝘥𝘰 𝘥𝘦𝘭 𝘗𝘢𝘪́𝘴 𝘥𝘦𝘭 𝘚𝘰𝘭.
— 𝘚𝘰𝘺 𝘴𝘶 𝘩𝘦𝘳𝘮𝘢𝘯𝘢... —𝘦𝘴𝘤𝘶𝘱𝘪𝘰́ 𝘭𝘢𝘴 𝘱𝘢𝘭𝘢𝘣𝘳𝘢𝘴 𝘤𝘰𝘮𝘰 𝘴𝘪 𝘧𝘶𝘦𝘳𝘢𝘯 𝘷𝘦𝘯𝘦𝘯𝘰.
«𝑉𝑎𝑦𝑎, 𝑒𝑠𝑜 𝑒𝑥𝑝𝑙𝑖𝑐𝑎 𝑚𝑢𝑐ℎ𝑎𝑠 𝑐𝑜𝑠𝑎𝑠».
— ...𝘦𝘴𝘦 𝘴𝘶𝘫𝘦𝘵𝘰 𝘦𝘴 𝘶𝘯 𝘮𝘰𝘯𝘴𝘵𝘳𝘶𝘰 𝘥𝘦𝘴𝘢𝘭𝘮𝘢𝘥𝘰... —𝘐𝘤𝘩𝘪𝘬𝘢 𝘢𝘱𝘳𝘦𝘵𝘰́ 𝘭𝘰𝘴 𝘭𝘢𝘣𝘪𝘰𝘴, 𝘺 𝘱𝘰𝘳 𝘶𝘯 𝘴𝘦𝘨𝘶𝘯𝘥𝘰 𝘮𝘦 𝘱𝘢𝘳𝘦𝘤𝘪𝘰́ 𝘷𝘦𝘳 𝘳𝘦𝘴𝘦𝘯𝘵𝘪𝘮𝘪𝘦𝘯𝘵𝘰 𝘦𝘯 𝘴𝘶𝘴 𝘰𝘫𝘰𝘴— 𝘢𝘴𝘦𝘴𝘪𝘯𝘰́ 𝘢 𝘯𝘶𝘦𝘴𝘵𝘳𝘰 𝘤𝘭𝘢𝘯, 𝘢 𝘯𝘶𝘦𝘴𝘵𝘳𝘢 𝘧𝘢𝘮𝘪𝘭𝘪𝘢, 𝘺 𝘭𝘶𝘦𝘨𝘰 𝘴𝘦 𝘧𝘶𝘦, 𝘦𝘴𝘤𝘢𝘱𝘰́ 𝘤𝘰𝘮𝘰 𝘶𝘯 𝘮𝘢𝘭𝘵𝘪𝘥𝘰 𝘤𝘰𝘣𝘢𝘳𝘥𝘦 𝘲𝘶𝘦 𝘯𝘰 𝘲𝘶𝘪𝘦𝘳𝘦 𝘱𝘢𝘨𝘢𝘳 𝘭𝘢𝘴 𝘤𝘰𝘯𝘴𝘦𝘤𝘶𝘦𝘯𝘤𝘪𝘢𝘴 𝘥𝘦 𝘴𝘶𝘴 𝘢𝘤𝘤𝘪𝘰𝘯𝘦𝘴.
𝘔𝘦 𝘴𝘢𝘭𝘪𝘰́ 𝘶𝘯𝘢 𝘳𝘪𝘴𝘪𝘵𝘢 𝘯𝘦𝘳𝘷𝘪𝘰𝘴𝘢. 𝘛𝘦𝘯𝘪́𝘢 𝘲𝘶𝘦 𝘴𝘦𝘳 𝘶𝘯𝘢 𝘣𝘳𝘰𝘮𝘢, ¿𝘷𝘦𝘳𝘥𝘢𝘥? 𝘗𝘦𝘳𝘰 𝘤𝘶𝘢𝘯𝘥𝘰 𝘷𝘪 𝘴𝘶 𝘦𝘹𝘱𝘳𝘦𝘴𝘪𝘰́𝘯 𝘰𝘴𝘤𝘶𝘳𝘦𝘤𝘦𝘳𝘴𝘦 𝘢𝘶́𝘯 𝘮𝘢́𝘴, 𝘦𝘭 𝘢𝘪𝘳𝘦 𝘴𝘦 𝘮𝘦 𝘢𝘵𝘰𝘳𝘰́ 𝘦𝘯 𝘭𝘢 𝘨𝘢𝘳𝘨𝘢𝘯𝘵𝘢.
— ¿𝘓𝘰 𝘥𝘪𝘤𝘦𝘴 𝘦𝘯 𝘴𝘦𝘳𝘪𝘰? —𝘮𝘪 𝘳𝘪𝘴𝘢 𝘮𝘶𝘳𝘪𝘰́ 𝘦𝘯 𝘦𝘭 𝘢𝘤𝘵𝘰, 𝘥𝘢𝘯𝘥𝘰 𝘱𝘢𝘴𝘰 𝘢 𝘶𝘯 𝘴𝘪𝘭𝘦𝘯𝘤𝘪𝘰 𝘴𝘦𝘱𝘶𝘭𝘤𝘳𝘢𝘭, 𝘵𝘢𝘯 𝘥𝘦𝘯𝘴𝘰 𝘲𝘶𝘦 𝘴𝘦 𝘱𝘰𝘥𝘳𝘪́𝘢 𝘤𝘰𝘳𝘵𝘢𝘳 𝘤𝘰𝘯 𝘶𝘯 𝘤𝘶𝘤𝘩𝘪𝘭𝘭𝘰—. 𝘋𝘪𝘨𝘰, 𝘦𝘭 𝘤𝘢𝘱𝘪𝘵𝘢́𝘯 𝘠𝘢𝘮𝘪 𝘦𝘴 𝘶𝘯 𝘪𝘮𝘣𝘦́𝘤𝘪𝘭 𝘤𝘢𝘣𝘦𝘻𝘢 𝘩𝘶𝘦𝘤𝘢, 𝘱𝘦𝘳𝘰 𝘯𝘰 𝘦𝘴 𝘶𝘯 𝘢𝘴𝘦𝘴𝘪𝘯𝘰...
𝘕𝘰 𝘵𝘦𝘳𝘮𝘪𝘯𝘦́ 𝘥𝘦 𝘩𝘢𝘣𝘭𝘢𝘳 𝘤𝘶𝘢𝘯𝘥𝘰, ¡𝐵𝐴𝑀! 𝘚𝘢𝘭𝘪́ 𝘷𝘰𝘭𝘢𝘯𝘥𝘰 𝘤𝘰𝘮𝘰 𝘶𝘯𝘢 𝘮𝘶𝘯̃𝘦𝘤𝘢 𝘥𝘦 𝘵𝘳𝘢𝘱𝘰 𝘺 𝘮𝘦 𝘦𝘴𝘵𝘢𝘮𝘱𝘦́ 𝘤𝘰𝘯𝘵𝘳𝘢 𝘶𝘯𝘰 𝘥𝘦 𝘭𝘰𝘴 𝘮𝘶𝘳𝘰𝘴 𝘥𝘦 𝘭𝘢 𝘤𝘪𝘶𝘥𝘢𝘥𝘦𝘭𝘢. 𝘌𝘭 𝘪𝘮𝘱𝘢𝘤𝘵𝘰 𝘮𝘦 𝘥𝘦𝘫𝘰́ 𝘷𝘪𝘦𝘯𝘥𝘰 𝘦𝘴𝘵𝘳𝘦𝘭𝘭𝘪𝘵𝘢𝘴. «¿¡𝑄𝑢𝑒́ 𝑚𝑖𝑒𝑟𝑑𝑎!?». 𝘊𝘰𝘯 𝘭𝘢𝘴 𝘱𝘪𝘦𝘳𝘯𝘢𝘴 𝘵𝘦𝘮𝘣𝘭𝘰𝘳𝘰𝘴𝘢𝘴 𝘮𝘦 𝘱𝘶𝘴𝘦 𝘥𝘦 𝘱𝘪𝘦, 𝘱𝘢𝘳𝘱𝘢𝘥𝘦𝘢𝘯𝘥𝘰 𝘷𝘢𝘳𝘪𝘢𝘴 𝘷𝘦𝘤𝘦𝘴 𝘱𝘢𝘳𝘢 𝘢𝘤𝘭𝘢𝘳𝘢𝘳 𝘮𝘪 𝘷𝘪𝘴𝘪𝘰́𝘯 𝘣𝘰𝘳𝘳𝘰𝘴𝘢. 𝘓𝘢 𝘤𝘢𝘣𝘦𝘻𝘢 𝘮𝘦 𝘮𝘢𝘳𝘵𝘪𝘭𝘭𝘦𝘢𝘣𝘢 𝘤𝘰𝘮𝘰 𝘴𝘪 𝘵𝘶𝘷𝘪𝘦𝘳𝘢 𝘶𝘯𝘢 𝘳𝘦𝘴𝘢𝘤𝘢 𝘥𝘦 𝘭𝘰𝘴 𝘮𝘪𝘭 𝘥𝘦𝘮𝘰𝘯𝘪𝘰𝘴, 𝘱𝘦𝘳𝘰 𝘦𝘴𝘵𝘢𝘣𝘢 𝘭𝘪𝘴𝘵𝘢 𝘱𝘢𝘳𝘢 𝘥𝘦𝘷𝘰𝘭𝘷𝘦𝘳𝘭𝘦 𝘦𝘭 𝘨𝘰𝘭𝘱𝘦 𝘢 𝘦𝘴𝘢 𝘮𝘢𝘭𝘯𝘢𝘤𝘪𝘥𝘢... pero 𝘭𝘢 𝘮𝘶𝘺 𝘥𝘦𝘴𝘨𝘳𝘢𝘤𝘪𝘢𝘥𝘢 𝘯𝘪 𝘴𝘪𝘲𝘶𝘪𝘦𝘳𝘢 𝘴𝘦 𝘥𝘪𝘨𝘯𝘢𝘣𝘢 𝘢 𝘮𝘪𝘳𝘢𝘳𝘮𝘦, 𝘴𝘦𝘨𝘶𝘪́𝘢 𝘢𝘩𝘪́ 𝘱𝘢𝘳𝘢𝘥𝘢 𝘥𝘢́𝘯𝘥𝘰𝘮𝘦 𝘭𝘢 𝘦𝘴𝘱𝘢𝘭𝘥𝘢 𝘤𝘰𝘮𝘰 𝘴𝘪 𝘺𝘰 𝘯𝘰 𝘧𝘶𝘦𝘳𝘢 𝘯𝘢𝘥𝘢.
— 𝘊𝘢́𝘮𝘣𝘪𝘢𝘵𝘦, 𝘦𝘴𝘰𝘴 𝘵𝘳𝘢𝘱𝘰𝘴 𝘴𝘶𝘤𝘪𝘰𝘴 𝘲𝘶𝘦 𝘤𝘢𝘳𝘨𝘢𝘴 𝘦𝘯𝘤𝘪𝘮𝘢 𝘯𝘰 𝘦𝘴 𝘶𝘯𝘢 𝘷𝘦𝘴𝘵𝘪𝘮𝘦𝘯𝘵𝘢 𝘢𝘱𝘳𝘰𝘱𝘪𝘢𝘥𝘢 —𝘴𝘰𝘭𝘵𝘰́ 𝘤𝘰𝘯 𝘥𝘦𝘴𝘱𝘳𝘦𝘤𝘪𝘰 𝘮𝘪𝘦𝘯𝘵𝘳𝘢𝘴 𝘤𝘰𝘮𝘦𝘯𝘻𝘢𝘣𝘢 𝘢 𝘢𝘭𝘦𝘫𝘢𝘳𝘴𝘦—. 𝘝𝘦 𝘤𝘰𝘯 𝘵𝘶 𝘯𝘰𝘷𝘪𝘦𝘤𝘪𝘵𝘰 𝘮𝘰𝘳𝘪𝘣𝘶𝘯𝘥𝘰. 𝘓𝘶𝘦𝘨𝘰 𝘳𝘦𝘨𝘳𝘦𝘴𝘢𝘳𝘦́ 𝘢 𝘰𝘤𝘶𝘱𝘢𝘳𝘮𝘦 𝘥𝘦 𝘶𝘴𝘵𝘦𝘥𝘦𝘴 —𝘴𝘦 𝘨𝘪𝘳𝘰́ 𝘢𝘱𝘦𝘯𝘢𝘴 𝘱𝘢𝘳𝘢 𝘭𝘢𝘯𝘻𝘢𝘳𝘮𝘦 𝘶𝘯𝘢 𝘮𝘪𝘳𝘢𝘥𝘢 𝘲𝘶𝘦 𝘮𝘦 𝘩𝘦𝘭𝘰́ 𝘭𝘢 𝘴𝘢𝘯𝘨𝘳𝘦—. 𝘠 𝘤𝘶𝘪𝘥𝘢 𝘦𝘴𝘢 𝘴𝘶𝘤𝘪𝘢 𝘣𝘰𝘤𝘢 𝘲𝘶𝘦 𝘵𝘪𝘦𝘯𝘦𝘴.
𝘠 𝘢𝘴𝘪́ 𝘴𝘪𝘯 𝘮𝘢́𝘴 𝘤𝘩𝘢́𝘤𝘩𝘢𝘳𝘢, 𝘴𝘦 𝘭𝘢𝘳𝘨𝘰́, 𝘥𝘦𝘫𝘢́𝘯𝘥𝘰𝘮𝘦 𝘢𝘩𝘪́ 𝘱𝘢𝘳𝘢𝘥𝘢 𝘤𝘰𝘮𝘰 𝘶𝘯𝘢 𝘪𝘥𝘪𝘰𝘵𝘢. 𝘓𝘢 𝘴𝘢𝘯𝘨𝘳𝘦 𝘮𝘦 𝘩𝘦𝘳𝘷𝘪́𝘢 𝘥𝘦 𝘳𝘢𝘣𝘪𝘢 𝘺 𝘩𝘶𝘮𝘪𝘭𝘭𝘢𝘤𝘪𝘰́𝘯. «¿¡𝑄𝑢𝑖𝑒́𝑛 𝑑𝑒𝑚𝑜𝑛𝑖𝑜𝑠 𝑠𝑒 𝑐𝑟𝑒𝑒 𝑞𝑢𝑒 𝑒𝑠 𝑝𝑎𝑟𝑎 𝑡𝑟𝑎𝑡𝑎𝑟𝑚𝑒 𝑎𝑠𝑖́!? ¡𝑌 𝑒𝑛𝑐𝑖𝑚𝑎 𝑚𝑒𝑛𝑐𝑖𝑜𝑛𝑎𝑟 𝑎 𝐴𝑠𝑡𝑎...!». 𝘈𝘱𝘳𝘦𝘵𝘦́ 𝘭𝘰𝘴 𝘱𝘶𝘯̃𝘰𝘴 𝘤𝘰𝘯 𝘧𝘶𝘦𝘳𝘻𝘢, 𝘵𝘳𝘢𝘨𝘢́𝘯𝘥𝘰𝘮𝘦 𝘭𝘢𝘴 𝘨𝘢𝘯𝘢𝘴 𝘥𝘦 𝘨𝘳𝘪𝘵𝘢𝘳𝘭𝘦 𝘶𝘯𝘢𝘴 𝘤𝘶𝘢𝘯𝘵𝘢𝘴 𝘷𝘦𝘳𝘥𝘢𝘥𝘦𝘴.
𝘛𝘦𝘳𝘮𝘪𝘯𝘦́ 𝘳𝘦𝘨𝘳𝘦𝘴𝘢𝘯𝘥𝘰 𝘢 𝘳𝘢𝘴𝘵𝘳𝘢𝘴 𝘤𝘰𝘯 𝘏𝘶𝘮𝘪𝘵𝘰 –𝘴𝘪𝘯𝘵𝘪𝘦́𝘯𝘥𝘰𝘮𝘦 𝘤𝘰𝘮𝘰 𝘶𝘯𝘢 𝘮𝘪𝘦𝘳𝘥𝘢– 𝘮𝘪𝘦𝘯𝘵𝘳𝘢𝘴 𝘮𝘦 𝘴𝘰𝘣𝘢𝘣𝘢 𝘦𝘭 𝘳𝘰𝘴𝘵𝘳𝘰 𝘢𝘥𝘰𝘭𝘰𝘳𝘪𝘥𝘰. 𝘌𝘴𝘦 𝘨𝘰𝘭𝘱𝘦 𝘲𝘶𝘦 𝘮𝘦 𝘱𝘳𝘰𝘱𝘪𝘯𝘰́ 𝘭𝘢 𝘮𝘶𝘺 𝘥𝘦𝘴𝘨𝘳𝘢𝘤𝘪𝘢𝘥𝘢 𝘴𝘪́ 𝘲𝘶𝘦 𝘧𝘶𝘦 𝘱𝘰𝘵𝘦𝘯𝘵𝘦. «𝐽𝑢𝑟𝑜 𝑞𝑢𝑒 𝑠𝑒 𝑙𝑜 𝑑𝑒𝑣𝑜𝑙𝑣𝑒𝑟𝑒́ 𝑒𝑙 𝑡𝑟𝑖𝑝𝑙𝑒 𝑑𝑒 𝑓𝑢𝑒𝑟𝑡𝑒», 𝘱𝘦𝘯𝘴𝘦́ 𝘧𝘶𝘳𝘪𝘰𝘴𝘢 𝘮𝘪𝘦𝘯𝘵𝘳𝘢𝘴 𝘦𝘯𝘵𝘳𝘢𝘣𝘢 𝘥𝘦 𝘯𝘶𝘦𝘷𝘰 𝘢 𝘭𝘢 𝘤𝘢𝘣𝘢𝘯̃𝘢, 𝘴𝘰𝘭𝘰 𝘱𝘢𝘳𝘢 𝘥𝘦𝘴𝘤𝘶𝘣𝘳𝘪𝘳 𝘲𝘶𝘦 𝘈𝘴𝘵𝘢 𝘯𝘰 𝘦𝘴𝘵𝘢𝘣𝘢 𝘢𝘩𝘪́.
— 𝘛𝘳𝘢𝘯𝘲𝘶𝘪𝘭𝘢, 𝘯𝘰 𝘵𝘦 𝘢𝘭𝘵𝘦𝘳𝘦𝘴 —𝘤𝘶𝘢𝘯𝘥𝘰 𝘏𝘶𝘮𝘪𝘵𝘰 𝘷𝘪𝘰 𝘮𝘪 𝘴𝘦𝘮𝘣𝘭𝘢𝘯𝘵𝘦, 𝘯𝘦𝘳𝘷𝘪𝘰𝘴𝘰, 𝘢𝘨𝘪𝘵𝘰́ 𝘭𝘢𝘴 𝘮𝘢𝘯𝘰𝘴 𝘤𝘰𝘮𝘰 𝘴𝘪 𝘦𝘴𝘵𝘶𝘷𝘪𝘦𝘳𝘢 𝘦𝘴𝘱𝘢𝘯𝘵𝘢𝘯𝘥𝘰 𝘮𝘰𝘴𝘤𝘢𝘴—. Él 𝘴𝘦 𝘦𝘯𝘤𝘶𝘦𝘯𝘵𝘳𝘢 𝘤𝘰𝘯 𝘦𝘭 𝘚𝘩𝘰𝘨𝘶𝘯, 𝘺𝘢 𝘦𝘴𝘵𝘢́ 𝘤𝘰𝘮𝘱𝘭𝘦𝘵𝘢𝘮𝘦𝘯𝘵𝘦 𝘳𝘦𝘤𝘶𝘱𝘦𝘳𝘢𝘥𝘰. 𝘈𝘩𝘰𝘳𝘢 𝘦𝘴𝘵𝘢́ 𝘨𝘶𝘢𝘳𝘥𝘢𝘯𝘥𝘰 𝘳𝘦𝘱𝘰𝘴𝘰.
𝘜𝘯 𝘴𝘶𝘴𝘱𝘪𝘳𝘰 𝘥𝘦 𝘢𝘭𝘪𝘷𝘪𝘰 𝘴𝘦 𝘮𝘦 𝘦𝘴𝘤𝘢𝘱𝘰́ 𝘴𝘪𝘯 𝘲𝘶𝘦𝘳𝘦𝘳. «𝐴𝑙 𝑚𝑒𝑛𝑜𝑠 𝑒𝑠𝑡𝑎́ 𝑏𝑖𝑒𝑛...». 𝘠 𝘫𝘶𝘴𝘵𝘰 𝘦𝘯 𝘦𝘴𝘦 𝘮𝘰𝘮𝘦𝘯𝘵𝘰, 𝘏𝘶𝘮𝘪𝘵𝘰 𝘮𝘦 𝘦𝘯𝘵𝘳𝘦𝘨𝘰́ 𝘶𝘯𝘢𝘴 𝘱𝘳𝘦𝘯𝘥𝘢𝘴 𝘥𝘰𝘣𝘭𝘢𝘥𝘢𝘴, 𝘥𝘦 𝘦𝘴𝘢 𝘳𝘰𝘱𝘢 𝘳𝘢𝘳𝘢 𝘲𝘶𝘦 𝘦𝘭𝘭𝘰𝘴 𝘭𝘭𝘢𝘮𝘢𝘯 𝘬𝘪𝘮𝘰𝘯𝘰𝘴.
— 𝘛𝘦𝘯, 𝘤𝘢́𝘮𝘣𝘪𝘢𝘵𝘦.
— 𝘕𝘰 𝘮𝘦 𝘱𝘰𝘯𝘥𝘳𝘦́ 𝘦𝘴𝘰 —𝘴𝘰𝘭𝘵𝘦́ 𝘤𝘰𝘳𝘵𝘢𝘯𝘵𝘦, 𝘤𝘳𝘶𝘻𝘢́𝘯𝘥𝘰𝘮𝘦 𝘥𝘦 𝘣𝘳𝘢𝘻𝘰𝘴—. «𝑁𝑖 𝑚𝑢𝑒𝑟𝑡𝑎 𝑙𝑒 𝑑𝑎𝑟𝑒́ 𝑒𝑙 𝑔𝑢𝑠𝑡𝑜 𝑎 𝑒𝑠𝑎 𝐼𝑐ℎ𝑖𝑘𝑎».
𝘏𝘶𝘮𝘪𝘵𝘰 𝘴𝘦 𝘭𝘭𝘦𝘷𝘰́ 𝘶𝘯𝘢 𝘮𝘢𝘯𝘰 𝘢 𝘭𝘢 𝘯𝘶𝘤𝘢 𝘺 𝘴𝘰𝘭𝘵𝘰́ 𝘶𝘯𝘢 risilla 𝘯𝘦𝘳𝘷𝘪𝘰𝘴𝘢.
— 𝘉𝘶𝘦𝘯𝘰, 𝘵𝘶 𝘳𝘰𝘱𝘢 𝘦𝘴𝘵𝘢́ 𝘦𝘴𝘵𝘳𝘰𝘱𝘦𝘢𝘥𝘢...
𝘉𝘢𝘫𝘦́ 𝘭𝘢 𝘮𝘪𝘳𝘢𝘥𝘢 𝘺 𝘭𝘢 𝘤𝘳𝘶𝘥𝘢 𝘳𝘦𝘢𝘭𝘪𝘥𝘢𝘥 𝘮𝘦 𝘨𝘰𝘭𝘱𝘦𝘰́: 𝘮𝘪 𝘷𝘦𝘴𝘵𝘪𝘥𝘰, 𝘢𝘯𝘵𝘦𝘴 𝘪𝘯𝘮𝘢𝘤𝘶𝘭𝘢𝘥𝘢𝘮𝘦𝘯𝘵𝘦 𝘣𝘭𝘢𝘯𝘤𝘰, 𝘢𝘩𝘰𝘳𝘢 𝘦𝘴𝘵𝘢𝘣𝘢 𝘪𝘳𝘳𝘦𝘤𝘰𝘯𝘰𝘤𝘪𝘣𝘭𝘦. 𝘓𝘢 𝘵𝘦𝘭𝘢 𝘦𝘴𝘵𝘢𝘣𝘢 𝘮𝘢𝘯𝘤𝘩𝘢𝘥𝘢 𝘤𝘰𝘯 𝘵𝘪𝘦𝘳𝘳𝘢 𝘩𝘶́𝘮𝘦𝘥𝘢, 𝘱𝘳𝘦𝘴𝘦𝘯𝘵𝘢𝘣𝘢 𝘥𝘦𝘴𝘨𝘢𝘳𝘳𝘰𝘴 𝘪𝘳𝘳𝘦𝘨𝘶𝘭𝘢𝘳𝘦𝘴 𝘦𝘯 𝘭𝘰𝘴 𝘣𝘰𝘳𝘥𝘦𝘴, 𝘱𝘦𝘳𝘰 𝘭𝘰 𝘲𝘶𝘦 𝘮𝘢́𝘴 𝘮𝘦 𝘱𝘦𝘳𝘵𝘶𝘳𝘣𝘢𝘣𝘢 𝘦𝘳𝘢 𝘭𝘢 𝘴𝘢𝘯𝘨𝘳𝘦... 𝘭𝘢 𝘴𝘢𝘯𝘨𝘳𝘦 𝘥𝘦 𝘈𝘴𝘵𝘢 𝘲𝘶𝘦 𝘢𝘶́𝘯 𝘤𝘰𝘯𝘴𝘦𝘳𝘷𝘢𝘣𝘢 𝘦𝘴𝘦 𝘵𝘰𝘯𝘰 𝘤𝘢𝘳𝘮𝘦𝘴𝘪́ 𝘣𝘳𝘪𝘭𝘭𝘢𝘯𝘵𝘦, 𝘥𝘦𝘭𝘢𝘵𝘢𝘯𝘥𝘰 𝘴𝘶 𝘧𝘳𝘦𝘴𝘤𝘶𝘳𝘢. 𝘜𝘯 𝘦𝘴𝘤𝘢𝘭𝘰𝘧𝘳𝘪́𝘰 𝘮𝘦 𝘳𝘦𝘤𝘰𝘳𝘳𝘪𝘰́ 𝘭𝘢 𝘦𝘴𝘱𝘢𝘭𝘥𝘢 𝘢𝘭 𝘳𝘦𝘤𝘰𝘳𝘥𝘢𝘳... «𝑁𝑜, 𝑛𝑜 𝑝𝑖𝑒𝑛𝑠𝑒𝑠 𝑒𝑛 𝑒𝑠𝑜 𝑎ℎ𝑜𝑟𝑎». 𝘈𝘱𝘢𝘳𝘵𝘦́ 𝘭𝘢 𝘷𝘪𝘴𝘵𝘢 𝘣𝘳𝘶𝘴𝘤𝘢𝘮𝘦𝘯𝘵𝘦 𝘺, 𝘴𝘪𝘯 𝘮𝘦𝘥𝘪𝘢𝘳 𝘱𝘢𝘭𝘢𝘣𝘳𝘢, 𝘵𝘰𝘮𝘦́ 𝘦𝘭 𝘺𝘶𝘬𝘢𝘵𝘢 𝘲𝘶𝘦 𝘮𝘦 𝘰𝘧𝘳𝘦𝘤𝘪́𝘢 𝘏𝘶𝘮𝘪𝘵𝘰.
𝘔𝘦 𝘳𝘦𝘧𝘶𝘨𝘪𝘦́ 𝘦𝘯 𝘶𝘯𝘢 𝘩𝘢𝘣𝘪𝘵𝘢𝘤𝘪𝘰́𝘯 𝘢𝘱𝘢𝘳𝘵𝘢𝘥𝘢, 𝘥𝘰𝘯𝘥𝘦 𝘭𝘢 𝘱𝘳𝘪𝘷𝘢𝘤𝘪𝘥𝘢𝘥 𝘮𝘦 𝘱𝘦𝘳𝘮𝘪𝘵𝘪𝘰́ 𝘥𝘦𝘴𝘱𝘰𝘫𝘢𝘳𝘮𝘦 𝘥𝘦 𝘢𝘲𝘶𝘦𝘭𝘭𝘢𝘴 𝘱𝘳𝘦𝘯𝘥𝘢𝘴 𝘲𝘶𝘦 𝘮𝘦 𝘤𝘰𝘮𝘦𝘯𝘻𝘢𝘣𝘢𝘯 𝘢 𝘢𝘵𝘰𝘳𝘮𝘦𝘯𝘵𝘢𝘳. 𝘈𝘭 𝘵𝘦𝘳𝘮𝘪𝘯𝘢𝘳 𝘥𝘦 𝘷𝘦𝘴𝘵𝘪𝘳𝘮𝘦, 𝘮𝘦 𝘦𝘯𝘤𝘰𝘯𝘵𝘳𝘦́ 𝘤𝘰𝘯 𝘮𝘪 𝘳𝘦𝘧𝘭𝘦𝘫𝘰 𝘦𝘯 𝘭𝘰 𝘲𝘶𝘦 𝘱𝘢𝘳𝘦𝘤𝘪́𝘢 𝘴𝘦𝘳 𝘶𝘯 𝘢𝘯𝘵𝘪𝘨𝘶𝘰 𝘦𝘴𝘱𝘦𝘫𝘰 𝘥𝘦 𝘱𝘢𝘳𝘦𝘥. 𝘌𝘭 𝘺𝘶𝘬𝘢𝘵𝘢 𝘦𝘳𝘢 𝘱𝘳𝘦𝘥𝘰𝘮𝘪𝘯𝘢𝘯𝘵𝘦𝘮𝘦𝘯𝘵𝘦 𝘣𝘭𝘢𝘯𝘤𝘰 𝘩𝘶𝘦𝘴𝘰, 𝘤𝘰𝘯 𝘥𝘦𝘵𝘢𝘭𝘭𝘦𝘴 𝘦𝘯 𝘳𝘰𝘴𝘢 𝘪𝘯𝘵𝘦𝘯𝘴𝘰 𝘲𝘶𝘦 𝘣𝘰𝘳𝘥𝘦𝘢𝘣𝘢𝘯 𝘦𝘭 𝘤𝘶𝘦𝘭𝘭𝘰 𝘦𝘯 𝘧𝘰𝘳𝘮𝘢 𝘥𝘦 𝘝 𝘺 𝘭𝘢𝘴 𝘮𝘢𝘯𝘨𝘢𝘴. 𝘜𝘯 𝘰𝘣𝘪 𝘯𝘦𝘨𝘳𝘰 𝘥𝘦𝘤𝘰𝘳𝘢𝘥𝘰 𝘤𝘰𝘯 𝘶𝘯 𝘦𝘭𝘦𝘨𝘢𝘯𝘵𝘦 𝘭𝘢𝘻𝘰 𝘺 𝘱𝘦𝘲𝘶𝘦𝘯̃𝘰𝘴 𝘣𝘳𝘰𝘤𝘩𝘦𝘴 𝘮𝘦𝘵𝘢́𝘭𝘪𝘤𝘰𝘴 𝘤𝘦𝘯̃𝘪́𝘢 𝘮𝘪 𝘤𝘪𝘯𝘵𝘶𝘳𝘢, 𝘢𝘤𝘦𝘯𝘵𝘶𝘢𝘯𝘥𝘰 𝘭𝘢 𝘴𝘪𝘭𝘶𝘦𝘵𝘢. 𝘔𝘪 𝘢𝘩𝘰𝘳𝘢 𝘭𝘢𝘳𝘨𝘰 𝘤𝘢𝘣𝘦𝘭𝘭𝘰 𝘱𝘭𝘢𝘵𝘦𝘢𝘥𝘰, 𝘳𝘦𝘤𝘰𝘨𝘪𝘥𝘰 𝘦𝘯 𝘥𝘰𝘴 𝘤𝘰𝘭𝘦𝘵𝘢𝘴 𝘢𝘭𝘵𝘢𝘴 𝘢𝘥𝘰𝘳𝘯𝘢𝘥𝘢𝘴 𝘤𝘰𝘯 𝘭𝘢𝘻𝘰𝘴 𝘪𝘨𝘶𝘢𝘭𝘮𝘦𝘯𝘵𝘦 𝘳𝘰𝘴𝘢𝘴, 𝘤𝘰𝘯𝘵𝘳𝘢𝘴𝘵𝘢𝘣𝘢 𝘱𝘦𝘳𝘧𝘦𝘤𝘵𝘢𝘮𝘦𝘯𝘵𝘦 𝘤𝘰𝘯 𝘦𝘭 𝘤𝘰𝘯𝘫𝘶𝘯𝘵𝘰. 𝘓𝘰𝘴 𝘵𝘰𝘯𝘰𝘴 𝘥𝘦𝘭 𝘺𝘶𝘬𝘢𝘵𝘢, 𝘦𝘯 𝘴𝘶 𝘴𝘪𝘮𝘱𝘭𝘪𝘤𝘪𝘥𝘢𝘥, 𝘤𝘳𝘦𝘢𝘣𝘢𝘯 𝘶𝘯𝘢 𝘤𝘰𝘮𝘣𝘪𝘯𝘢𝘤𝘪𝘰́𝘯 𝘦𝘭𝘦𝘨𝘢𝘯𝘵𝘦 𝘦𝘯𝘵𝘳𝘦 𝘦𝘭 𝘣𝘭𝘢𝘯𝘤𝘰 𝘥𝘰𝘮𝘪𝘯𝘢𝘯𝘵𝘦 𝘺 𝘭𝘰𝘴 𝘵𝘰𝘲𝘶𝘦𝘴 𝘳𝘰𝘴𝘢𝘥𝘰𝘴. 𝘔𝘦 𝘨𝘶𝘴𝘵𝘢𝘣𝘢 𝘤𝘰́𝘮𝘰 𝘮𝘦 𝘷𝘦𝘪́𝘢. 𝘔𝘪𝘴 𝘱𝘪𝘦𝘴 𝘥𝘦𝘴𝘤𝘢𝘯𝘴𝘢𝘣𝘢𝘯 𝘴𝘰𝘣𝘳𝘦 𝘶𝘯𝘢 𝘦𝘴𝘱𝘦𝘤𝘪𝘦 𝘥𝘦 𝘴𝘢𝘯𝘥𝘢𝘭𝘪𝘢𝘴, 𝘰 '𝘨𝘦𝘵𝘢' –𝘤𝘰𝘮𝘰 𝘭𝘦 𝘥𝘪𝘤𝘦𝘯 𝘢𝘲𝘶𝘪́–, 𝘵𝘳𝘢𝘥𝘪𝘤𝘪𝘰𝘯𝘢𝘭𝘦𝘴 𝘥𝘦 𝘮𝘢𝘥𝘦𝘳𝘢 𝘱𝘶𝘭𝘪𝘥𝘢, 𝘲𝘶𝘦 𝘴𝘰𝘳𝘱𝘳𝘦𝘯𝘥𝘦𝘯𝘵𝘦𝘮𝘦𝘯𝘵𝘦 𝘳𝘦𝘴𝘶𝘭𝘵𝘢𝘳𝘰𝘯 𝘮𝘢́𝘴 𝘤𝘰́𝘮𝘰𝘥𝘢𝘴 𝘥𝘦 𝘭𝘰 𝘲𝘶𝘦 𝘢𝘱𝘢𝘳𝘦𝘯𝘵𝘢𝘣𝘢𝘯.
𝘈𝘭 𝘳𝘦𝘨𝘳𝘦𝘴𝘢𝘳 𝘢 𝘭𝘢 𝘩𝘢𝘣𝘪𝘵𝘢𝘤𝘪𝘰́𝘯 𝘱𝘳𝘪𝘯𝘤𝘪𝘱𝘢𝘭, 𝘮𝘦 𝘦𝘯𝘤𝘰𝘯𝘵𝘳𝘦́ 𝘤𝘰𝘯 𝘏𝘶𝘮𝘪𝘵𝘰 todavía 𝘵𝘳𝘢𝘣𝘢𝘫𝘢𝘯𝘥𝘰. 𝘌𝘴𝘵𝘢 𝘷𝘦𝘻 𝘯𝘰 𝘦𝘳𝘢 𝘈𝘴𝘵𝘢 𝘲𝘶𝘪𝘦𝘯 𝘧𝘭𝘰𝘵𝘢𝘣𝘢 𝘦𝘯 𝘦𝘴𝘦 𝘦𝘹𝘵𝘳𝘢𝘯̃𝘰 𝘱𝘦𝘻 𝘥𝘦 𝘢𝘨𝘶𝘢, 𝘴𝘪𝘯𝘰 𝘓𝘪𝘦𝘣𝘦. 𝘌𝘭 𝘱𝘦𝘲𝘶𝘦𝘯̃𝘰 𝘥𝘦𝘮𝘰𝘯𝘪𝘰 dormía 𝘱𝘭𝘢́𝘤𝘪𝘥𝘢𝘮𝘦𝘯𝘵𝘦 𝘮𝘪𝘦𝘯𝘵𝘳𝘢𝘴 𝘱𝘦𝘴𝘤𝘢𝘥𝘪𝘵𝘰𝘴 𝘥𝘦 𝘢𝘨𝘶𝘢 𝘥𝘢𝘯𝘻𝘢𝘣𝘢𝘯 𝘢 𝘴𝘶 𝘢𝘭𝘳𝘦𝘥𝘦𝘥𝘰𝘳.
— ¿𝘌𝘴𝘵𝘢́ 𝘣𝘪𝘦𝘯? —𝘱𝘳𝘦𝘨𝘶𝘯𝘵𝘦́, 𝘢𝘤𝘦𝘳𝘤𝘢́𝘯𝘥𝘰𝘮𝘦 𝘤𝘰𝘯 𝘤𝘢𝘶𝘵𝘦𝘭𝘢. 𝘌𝘭 𝘺𝘶𝘬𝘢𝘵𝘢 𝘮𝘦 𝘩𝘢𝘤𝘪́𝘢 𝘴𝘦𝘯𝘵𝘪𝘳 𝘳𝘢𝘳𝘢, 𝘱𝘦𝘳𝘰 𝘢𝘭 𝘮𝘦𝘯𝘰𝘴 𝘦𝘴𝘵𝘢𝘣𝘢 𝘭𝘪𝘮𝘱𝘪𝘢.
— 𝘕𝘶𝘯𝘤𝘢 𝘩𝘢𝘣𝘪́𝘢 𝘵𝘳𝘢𝘵𝘢𝘥𝘰 𝘢 𝘶𝘯𝘢 𝘤𝘳𝘪𝘢𝘵𝘶𝘳𝘢 𝘢𝘴𝘪́ —𝘳𝘦𝘴𝘱𝘰𝘯𝘥𝘪𝘰́ 𝘏𝘶𝘮𝘪𝘵𝘰, 𝘮𝘰𝘷𝘪𝘦𝘯𝘥𝘰 𝘴𝘶𝘴 𝘮𝘢𝘯𝘰𝘴 𝘦𝘯 𝘱𝘢𝘵𝘳𝘰𝘯𝘦𝘴 𝘦𝘹𝘵𝘳𝘢𝘯̃𝘰𝘴 𝘴𝘰𝘣𝘳𝘦 𝘦𝘭 chibi ese—. 𝘌𝘴... 𝘤𝘰𝘮𝘱𝘭𝘪𝘤𝘢𝘥𝘰.
— 𝘒𝘦, 𝘬𝘦, 𝘬𝘦... ¿𝘈𝘩𝘰𝘳𝘢 𝘵𝘦 𝘱𝘳𝘦𝘰𝘤𝘶𝘱𝘢𝘴 𝘱𝘰𝘳 mí 𝘺 𝘯𝘰 𝘱𝘰𝘳 𝘵𝘶 𝘱𝘳𝘪𝘯𝘤𝘦𝘴𝘰? —𝘭𝘢 𝘷𝘰𝘻 𝘣𝘶𝘳𝘭𝘰𝘯𝘢 𝘥𝘦 𝘓𝘪𝘦𝘣𝘦 𝘮𝘦 𝘴𝘰𝘣𝘳𝘦𝘴𝘢𝘭𝘵𝘰́. 𝘌𝘭 𝘮𝘶𝘺 𝘥𝘦𝘴𝘨𝘳𝘢𝘤𝘪𝘢𝘥𝘰 había 𝘦𝘴𝘵𝘢𝘥𝘰 𝘥𝘦𝘴𝘱𝘪𝘦𝘳𝘵𝘰 𝘵𝘰𝘥𝘰 𝘦𝘭 𝘵𝘪𝘦𝘮𝘱𝘰.
— ¡𝘕-𝘕𝘰 𝘵𝘦 𝘩𝘢𝘨𝘢𝘴 𝘪𝘭𝘶𝘴𝘪𝘰𝘯𝘦𝘴, 𝘣𝘪𝘤𝘩𝘰 𝘧𝘦𝘰 𝘺 𝘢𝘥𝘰𝘳𝘢𝘣𝘭𝘦! —𝘭𝘦 𝘦𝘴𝘱𝘦𝘵𝘦́, 𝘤𝘳𝘶𝘻𝘢́𝘯𝘥𝘰𝘮𝘦 𝘥𝘦 𝘣𝘳𝘢𝘻𝘰𝘴—. 𝘚𝘰𝘭𝘰 𝘲𝘶𝘦 𝘴𝘪 𝘢𝘭𝘨𝘰 𝘵𝘦 𝘱𝘢𝘴𝘢, 𝘦𝘭 𝘉𝘢𝘬𝘢𝘴𝘵𝘢 𝘴𝘦 𝘱𝘰𝘯𝘥𝘳𝘪́𝘢 𝘪𝘯𝘴𝘰𝘱𝘰𝘳𝘵𝘢𝘣𝘭𝘦, 𝘴𝘪 𝘦𝘴𝘰.
𝘓𝘪𝘦𝘣𝘦 𝘴𝘰𝘯𝘳𝘪𝘰́ 𝘤𝘰𝘯 𝘮𝘢𝘭𝘪𝘤𝘪𝘢, 𝘦𝘹𝘵𝘦𝘯𝘥𝘪𝘦𝘯𝘥𝘰 𝘴𝘶 𝘱𝘢𝘵𝘪𝘵𝘢 𝘢 𝘵𝘳𝘢𝘷𝘦́𝘴 𝘥𝘦𝘭 𝘢𝘨𝘶𝘢.
— 𝘋𝘢𝘮𝘦 𝘨𝘢𝘭𝘭𝘦𝘵𝘢𝘴 𝘰 𝘭𝘦 𝘥𝘪𝘳𝘦́ 𝘢 𝘈𝘴𝘵𝘢 𝘴𝘰𝘣𝘳𝘦 𝘵𝘶𝘴 𝘮𝘪𝘳𝘢𝘥𝘪𝘵𝘢𝘴 𝘦𝘯 𝘭𝘰𝘴 𝘦𝘯𝘵𝘳𝘦𝘯𝘢𝘮𝘪𝘦𝘯𝘵𝘰𝘴 —𝘤𝘢𝘯𝘵𝘶𝘳𝘳𝘦𝘰́ 𝘦𝘭 𝘮𝘶𝘺 𝘤𝘩𝘢𝘯𝘵𝘢𝘫𝘪𝘴𝘵𝘢, que, ¿acaso me miraba como una fábrica de galletas?, no soy Charmy, y si lo fuera tampoco le daría sus condenadas galletas.
— ¡𝘑𝘢! 𝘐𝘯𝘵𝘦́𝘯𝘵𝘢𝘭𝘰 𝘺 𝘵𝘦 𝘢𝘩𝘰𝘨𝘢𝘳𝘦́ 𝘦𝘯 𝘶𝘯𝘢 𝘣𝘶𝘳𝘣𝘶𝘫𝘢, ¿𝘮𝘦 𝘰𝘪́𝘴𝘵𝘦? —𝘭𝘦 𝘢𝘮𝘦𝘯𝘢𝘤𝘦́. «𝐸𝑠𝑡𝑒 𝑒𝑛𝑎𝑛𝑜 𝑐ℎ𝑖𝑏𝑖 𝑑𝑒𝑙 𝑑𝑒𝑚𝑜𝑛𝑖𝑜...».
𝘚𝘶 𝘴𝘰𝘯𝘳𝘪𝘴𝘢 𝘴𝘦 𝘥𝘦𝘴𝘷𝘢𝘯𝘦𝘤𝘪𝘰́ 𝘶𝘯 𝘱𝘰𝘤𝘰 𝘺 𝘴𝘰𝘭𝘵𝘰́:
— ¿𝘊𝘰́𝘮𝘰 𝘦𝘴𝘵𝘢́ 𝘦́𝘭? —𝘱𝘳𝘦𝘨𝘶𝘯𝘵𝘰́, 𝘺 𝘦𝘴𝘵𝘢 𝘷𝘦𝘻 𝘴𝘶 𝘵𝘰𝘯𝘰 𝘦𝘳𝘢 𝘥𝘪𝘧𝘦𝘳𝘦𝘯𝘵𝘦, 𝘦𝘴𝘵𝘢𝘣𝘢 𝘨𝘦𝘯𝘶𝘪𝘯𝘢𝘮𝘦𝘯𝘵𝘦 𝘱𝘳𝘦𝘰𝘤𝘶𝘱𝘢𝘥𝘰—. No puedo comunicarme con Asta.
𝘚𝘶𝘴𝘱𝘪𝘳𝘦́, 𝘥𝘦𝘫𝘢́𝘯𝘥𝘰𝘮𝘦 𝘤𝘢𝘦𝘳 𝘦𝘯 𝘶𝘯 cojín 𝘤𝘦𝘳𝘤𝘢𝘯𝘰.
— 𝘌𝘴𝘵𝘢́ 𝘣𝘪𝘦𝘯 —respondí 𝘦𝘯 𝘷𝘰𝘻 𝘣𝘢𝘫𝘢—. 𝘊𝘢𝘴𝘪... 𝘤𝘢𝘴𝘪 𝘭𝘰 𝘱𝘦𝘳𝘥𝘦𝘮𝘰𝘴, 𝘱𝘦𝘳𝘰... —𝘮𝘪𝘳𝘦́ 𝘢 𝘏𝘶𝘮𝘪𝘵𝘰, 𝘲𝘶𝘪𝘦𝘯 𝘴𝘦𝘨𝘶𝘪́𝘢 𝘤𝘰𝘯𝘤𝘦𝘯𝘵𝘳𝘢𝘥𝘰 𝘦𝘯 𝘴𝘶 𝘵𝘳𝘢𝘣𝘢𝘫𝘰—. 𝘌𝘴𝘵𝘢 𝘱𝘦𝘳𝘴𝘰𝘯𝘢 𝘭𝘰𝘴 𝘴𝘢𝘭𝘷𝘰́.
— 𝘏𝘮𝘱𝘩, 𝘮𝘢́𝘴 𝘭𝘦 𝘷𝘢𝘭𝘦 𝘦𝘴𝘵𝘢𝘳 𝘣𝘪𝘦𝘯 —𝘮𝘢𝘴𝘤𝘶𝘭𝘭𝘰́ 𝘓𝘪𝘦𝘣𝘦—. 𝘌𝘴 𝘶𝘯 𝘪𝘥𝘪𝘰𝘵𝘢, 𝘱𝘦𝘳𝘰 𝘦𝘴 𝘮𝘪 𝘪𝘥𝘪𝘰𝘵𝘢.
𝘔𝘦 𝘲𝘶𝘦𝘥𝘦́ 𝘦𝘯 𝘴𝘪𝘭𝘦𝘯𝘤𝘪𝘰 𝘶𝘯 𝘮𝘰𝘮𝘦𝘯𝘵𝘰, 𝘰𝘣𝘴𝘦𝘳𝘷𝘢𝘯𝘥𝘰 𝘭𝘰𝘴 𝘱𝘦𝘴𝘤𝘢𝘥𝘪𝘵𝘰𝘴 𝘥𝘢𝘯𝘻𝘢𝘳 𝘦𝘯𝘤𝘪𝘮𝘢 𝘥𝘦𝘭 𝘤𝘩𝘪𝘣𝘪 𝘦𝘴𝘦.
— 𝘌𝘴𝘵𝘰𝘺 𝘦𝘯 𝘥𝘦𝘶𝘥𝘢 𝘤𝘰𝘯𝘵𝘪𝘨𝘰 —𝘮𝘶𝘳𝘮𝘶𝘳𝘦́ 𝘧𝘪𝘯𝘢𝘭𝘮𝘦𝘯𝘵𝘦, 𝘮𝘪𝘳𝘢𝘯𝘥𝘰 𝘢 𝘏𝘶𝘮𝘪𝘵𝘰 𝘥𝘪𝘳𝘦𝘤𝘵𝘢𝘮𝘦𝘯𝘵𝘦—. 𝘚𝘪 𝘯𝘰 𝘧𝘶𝘦𝘳𝘢 𝘱𝘰𝘳 𝘵𝘪...
— 𝘕𝘰 𝘦𝘴 𝘯𝘢𝘥𝘢 —𝘳𝘦𝘴𝘱𝘰𝘯𝘥𝘪𝘰́ 𝘦́𝘭 𝘤𝘰𝘯 𝘶𝘯𝘢 𝘴𝘰𝘯𝘳𝘪𝘴𝘢 𝘢𝘮𝘢𝘣𝘭𝘦, 𝘴𝘪𝘯 𝘥𝘦𝘫𝘢𝘳 𝘥𝘦 𝘮𝘰𝘷𝘦𝘳 𝘴𝘶𝘴 𝘮𝘢𝘯𝘰𝘴 𝘴𝘰𝘣𝘳𝘦 los pescados de agua—. 𝘌𝘴 𝘮𝘪 𝘵𝘳𝘢𝘣𝘢𝘫𝘰.
— ¿𝘊𝘰́𝘮𝘰 𝘧𝘶𝘯𝘤𝘪𝘰𝘯𝘢 𝘦𝘹𝘢𝘤𝘵𝘢𝘮𝘦𝘯𝘵𝘦? —𝘱𝘳𝘦𝘨𝘶𝘯𝘵𝘦́, 𝘨𝘦𝘯𝘶𝘪𝘯𝘢𝘮𝘦𝘯𝘵𝘦 𝘤𝘶𝘳𝘪𝘰𝘴𝘢—. 𝘘𝘶𝘪𝘦𝘳𝘰 𝘥𝘦𝘤𝘪𝘳, 𝘵𝘶... 𝘫𝘰𝘳𝘪𝘰𝘬𝘶.
𝘏𝘶𝘮𝘪𝘵𝘰 𝘱𝘢𝘳𝘦𝘤𝘪𝘰́ 𝘢𝘯𝘪𝘮𝘢𝘳𝘴𝘦 𝘢𝘯𝘵𝘦 𝘭𝘢 𝘱𝘳𝘦𝘨𝘶𝘯𝘵𝘢.
— 𝘌𝘭 𝘢𝘨𝘶𝘢 𝘦𝘴 𝘶𝘯𝘰 𝘥𝘦 𝘭𝘰𝘴 𝘦𝘭𝘦𝘮𝘦𝘯𝘵𝘰𝘴 𝘮𝘢́𝘴 𝘱𝘰𝘥𝘦𝘳𝘰𝘴𝘰𝘴 𝘱𝘢𝘳𝘢 𝘭𝘢 𝘴𝘢𝘯𝘢𝘤𝘪𝘰́𝘯 —comenzó—. 𝘕𝘰 𝘴𝘰𝘭𝘰 𝘤𝘶𝘳𝘢 𝘩𝘦𝘳𝘪𝘥𝘢𝘴, 𝘴𝘪𝘯𝘰 𝘲𝘶𝘦 𝘵𝘢𝘮𝘣𝘪𝘦́𝘯 𝘳𝘦𝘨𝘦𝘯𝘦𝘳𝘢 𝘦𝘭 𝘤𝘶𝘦𝘳𝘱𝘰. 𝘊𝘰𝘯 𝘶𝘯 𝘣𝘶𝘦𝘯 𝘥𝘰𝘮𝘪𝘯𝘪𝘰, 𝘪𝘯𝘤𝘭𝘶𝘴𝘰 𝘱𝘶𝘦𝘥𝘦𝘴 𝘳𝘦𝘷𝘪𝘵𝘢𝘭𝘪𝘻𝘢𝘳 𝘭𝘰𝘴 𝘧𝘭𝘶𝘪𝘥𝘰𝘴 𝘤𝘰𝘳𝘱𝘰𝘳𝘢𝘭𝘦𝘴, 𝘴𝘪𝘮𝘪𝘭𝘢𝘳 𝘢 𝘭𝘰 𝘲𝘶𝘦 𝘩𝘢𝘤𝘦 𝘦𝘭 𝘴𝘶𝘦𝘳𝘰 —𝘦𝘹𝘱𝘭𝘪𝘤𝘰́, yo le presté más atención—. 𝘋𝘦𝘴𝘥𝘦 𝘲𝘶𝘦 𝘵𝘦𝘯𝘨𝘰 𝘮𝘦𝘮𝘰𝘳𝘪𝘢, 𝘩𝘦 𝘥𝘦𝘥𝘪𝘤𝘢𝘥𝘰 𝘮𝘪 𝘷𝘪𝘥𝘢 𝘢 𝘱𝘦𝘳𝘧𝘦𝘤𝘤𝘪𝘰𝘯𝘢𝘳 𝘦𝘭 𝘢𝘳𝘵𝘦 𝘥𝘦 𝘭𝘢 𝘤𝘶𝘳𝘢𝘤𝘪𝘰́𝘯. 𝘊𝘢𝘥𝘢 𝘥𝘪́𝘢 𝘪𝘯𝘵𝘦𝘯𝘵𝘰 𝘳𝘦𝘧𝘪𝘯𝘢𝘳 𝘮𝘢́𝘴 𝘮𝘪𝘴 𝘵𝘦́𝘤𝘯𝘪𝘤𝘢𝘴 𝘱𝘢𝘳𝘢 𝘢𝘺𝘶𝘥𝘢𝘳 𝘢 𝘭𝘢 𝘮𝘢𝘺𝘰𝘳 𝘤𝘢𝘯𝘵𝘪𝘥𝘢𝘥 𝘥𝘦 𝘱𝘦𝘳𝘴𝘰𝘯𝘢𝘴 𝘱𝘰𝘴𝘪𝘣𝘭𝘦s.
— 𝘛𝘪𝘦𝘯𝘦 𝘴𝘦𝘯𝘵𝘪𝘥𝘰 —𝘢𝘴𝘦𝘯𝘵𝘪́, 𝘳𝘦𝘤𝘰𝘳𝘥𝘢𝘯𝘥𝘰 𝘢 𝘤𝘪𝘦𝘳𝘵𝘰 𝘴𝘢𝘯𝘢𝘥𝘰𝘳—. 𝘌𝘯 𝘦𝘭 𝘙𝘦𝘪𝘯𝘰 𝘥𝘦𝘭 𝘛𝘳𝘦́𝘣𝘰𝘭, 𝘖𝘸𝘦𝘯 𝘵𝘢𝘮𝘣𝘪𝘦́𝘯 𝘶𝘴𝘢 𝘮𝘢𝘨𝘪𝘢 𝘥𝘦 𝘢𝘨𝘶𝘢 𝘱𝘢𝘳𝘢 𝘤𝘶𝘳𝘢𝘳.
«𝑌 𝑀𝑖𝑚𝑜𝑠𝑎 𝑐𝑢𝑟𝑎 𝑖𝑛𝑐𝑙𝑢𝑠𝑜 𝑚𝑒𝑗𝑜𝑟... 𝑎𝑢𝑛𝑞𝑢𝑒, 𝑒𝑙𝑙𝑎 𝑢𝑠𝑎 𝑙𝑎 𝑚𝑎𝑔𝑖𝑎 𝑑𝑒𝑓𝑖𝑛𝑖𝑡𝑖𝑣𝑎 𝑐𝑜𝑛 𝑠𝑢 𝑐𝑢𝑟𝑎𝑐𝑖𝑜́𝑛 —𝘱𝘦𝘯𝘴𝘦́, 𝘴𝘰𝘳𝘱𝘳𝘦𝘯𝘥𝘪𝘥𝘢 𝘥𝘦 𝘲𝘶𝘦 𝘏𝘶𝘮𝘪𝘵𝘰 𝘱𝘶𝘥𝘪𝘦𝘳𝘢 𝘭𝘰𝘨𝘳𝘢𝘳 𝘳𝘦𝘴𝘶𝘭𝘵𝘢𝘥𝘰𝘴 𝘴𝘪𝘮𝘪𝘭𝘢𝘳𝘦𝘴 𝘴𝘪𝘯 𝘯𝘦𝘤𝘦𝘴𝘪𝘥𝘢𝘥 𝘥𝘦 𝘦𝘭𝘭𝘰, 𝘥𝘪𝘨𝘰 𝘈𝘴𝘵𝘢 𝘦𝘴𝘵𝘢𝘣𝘢 𝘢 𝘱𝘶𝘯𝘵𝘰 𝘥𝘦 𝘮𝘰𝘳𝘪𝘳, 𝘪𝘨𝘶𝘢𝘭 𝘲𝘶𝘦 𝘎𝘢𝘪𝘢 𝘦𝘯 𝘢𝘲𝘶𝘦𝘭𝘭𝘢 𝘰𝘤𝘢𝘴𝘪𝘰́𝘯 𝘦𝘯 𝘭𝘢 𝘗𝘪𝘤𝘢. Aún 𝘯𝘰 𝘴𝘦́ cómo 𝘎𝘢𝘪𝘢 𝘭𝘰𝘨𝘳𝘰́ 𝘢𝘨𝘶𝘢𝘯𝘵𝘢𝘳 𝘵𝘢𝘯𝘵𝘰 𝘢𝘭 𝘣𝘰𝘳𝘥𝘦 𝘥𝘦 𝘭𝘢 𝘮𝘶𝘦𝘳𝘵𝘦».
— ¿𝘠 𝘲𝘶𝘦́ 𝘩𝘢𝘺 𝘥𝘦 𝘭𝘰𝘴 𝘶𝘴𝘶𝘢𝘳𝘪𝘰𝘴 𝘥𝘦 𝘮𝘢𝘨𝘪𝘢 𝘧𝘭𝘰𝘳𝘢𝘭, digo de yorioku floral? —𝘱𝘳𝘦𝘨𝘶𝘯𝘵𝘦́, 𝘳𝘦𝘤𝘰𝘳𝘥𝘢𝘯𝘥𝘰 𝘭𝘢𝘴 𝘩𝘢𝘣𝘪𝘭𝘪𝘥𝘢𝘥𝘦𝘴 𝘤𝘶𝘳𝘢𝘵𝘪𝘷𝘢𝘴 𝘥𝘦 𝘔𝘪𝘮𝘰𝘴𝘢—. 𝘏𝘦 𝘷𝘪𝘴𝘵𝘰 𝘲𝘶𝘦 𝘱𝘶𝘦𝘥𝘦𝘯 𝘴𝘢𝘯𝘢𝘳 𝘩𝘦𝘳𝘪𝘥𝘢𝘴 𝘣𝘢𝘴𝘵𝘢𝘯𝘵𝘦 𝘨𝘳𝘢𝘷𝘦𝘴.
— 𝘈𝘩, 𝘦𝘴 𝘶𝘯𝘢 𝘦𝘹𝘤𝘦𝘭𝘦𝘯𝘵𝘦 𝘰𝘣𝘴𝘦𝘳𝘷𝘢𝘤𝘪𝘰́𝘯 —𝘴𝘰𝘯𝘳𝘪𝘰́ 𝘮𝘪𝘦𝘯𝘵𝘳𝘢𝘴 𝘮𝘢𝘯𝘪𝘱𝘶𝘭𝘢𝘣𝘢 𝘦𝘭 𝘢𝘨𝘶𝘢 𝘦𝘯𝘵𝘳𝘦 𝘴𝘶𝘴 𝘮𝘢𝘯𝘰𝘴, 𝘵𝘳𝘢𝘣𝘢𝘫𝘢𝘯𝘥𝘰 𝘦𝘯 𝘦𝘭 𝘦𝘯𝘢𝘯𝘰—. 𝘓𝘢 𝘮𝘢𝘨𝘪𝘢 𝘧𝘭𝘰𝘳𝘢𝘭, como tú le dices, 𝘵𝘪𝘦𝘯𝘦 𝘶𝘯𝘢 𝘤𝘰𝘯𝘦𝘹𝘪𝘰́𝘯 𝘯𝘢𝘵𝘶𝘳𝘢𝘭 𝘤𝘰𝘯 𝘭𝘢 𝘷𝘪𝘥𝘢 𝘮𝘪𝘴𝘮𝘢, 𝘭𝘰 𝘲𝘶𝘦 𝘭𝘢 𝘩𝘢𝘤𝘦 𝘦𝘹𝘵𝘳𝘢𝘰𝘳𝘥𝘪𝘯𝘢𝘳𝘪𝘢 𝘱𝘢𝘳𝘢 𝘭𝘢 𝘳𝘦𝘨𝘦𝘯𝘦𝘳𝘢𝘤𝘪𝘰́𝘯 𝘤𝘦𝘭𝘶𝘭𝘢𝘳. 𝘚𝘪𝘯 𝘦𝘮𝘣𝘢𝘳𝘨𝘰, 𝘦𝘭 𝘢𝘨𝘶𝘢 𝘵𝘪𝘦𝘯𝘦 𝘶𝘯𝘢 𝘷𝘦𝘯𝘵𝘢𝘫𝘢 𝘶́𝘯𝘪𝘤𝘢: 𝘦𝘴𝘵𝘢́ 𝘱𝘳𝘦𝘴𝘦𝘯𝘵𝘦 𝘦𝘯 𝘤𝘢𝘥𝘢 𝘱𝘢𝘳𝘵𝘦 𝘥𝘦𝘭 𝘤𝘶𝘦𝘳𝘱𝘰. 𝘔𝘪𝘦𝘯𝘵𝘳𝘢𝘴 𝘭𝘢 𝘮𝘢𝘨𝘪𝘢 𝘧𝘭𝘰𝘳𝘢𝘭 𝘤𝘳𝘦𝘢 𝘯𝘶𝘦𝘷𝘢 𝘷𝘪𝘥𝘢 𝘱𝘢𝘳𝘢 𝘴𝘢𝘯𝘢𝘳, 𝘯𝘰𝘴𝘰𝘵𝘳𝘰𝘴 𝘱𝘰𝘥𝘦𝘮𝘰𝘴 𝘮𝘢𝘯𝘪𝘱𝘶𝘭𝘢𝘳 𝘥𝘪𝘳𝘦𝘤𝘵𝘢𝘮𝘦𝘯𝘵𝘦 𝘭𝘢 𝘦𝘴𝘦𝘯𝘤𝘪𝘢 𝘷𝘪𝘵𝘢𝘭 𝘲𝘶𝘦 𝘺𝘢 𝘦𝘹𝘪𝘴𝘵𝘦 𝘥𝘦𝘯𝘵𝘳𝘰 𝘥𝘦 𝘤𝘢𝘥𝘢 𝘴𝘦𝘳.
— 𝘌𝘯𝘵𝘰𝘯𝘤𝘦𝘴... ¿𝘢𝘮𝘣𝘰𝘴 𝘱𝘰𝘥𝘦𝘳𝘦𝘴 𝘥𝘦 𝘩𝘦𝘤𝘩𝘪𝘤𝘦𝘳𝘪́𝘢 𝘴𝘰𝘯 𝘪𝘨𝘶𝘢𝘭 𝘥𝘦 𝘦𝘧𝘦𝘤𝘵𝘪𝘷𝘰𝘴? —𝘪𝘯𝘴𝘪𝘴𝘵𝘪́, 𝘱𝘦𝘯𝘴𝘢𝘯𝘥𝘰 𝘦𝘯 𝘤𝘰́𝘮𝘰 𝘱𝘰𝘥𝘳𝘪́𝘢 𝘤𝘰𝘮𝘱𝘭𝘦𝘮𝘦𝘯𝘵𝘢𝘳 𝘮𝘪𝘴 𝘩𝘢𝘣𝘪𝘭𝘪𝘥𝘢𝘥𝘦𝘴 𝘥𝘦 𝘤𝘰𝘮𝘣𝘢𝘵𝘦 𝘤𝘰𝘯 𝘴𝘢𝘯𝘢𝘤𝘪𝘰́𝘯.
— 𝘊𝘢𝘥𝘢 𝘶𝘯𝘢 𝘵𝘪𝘦𝘯𝘦 𝘴𝘶𝘴 𝘧𝘰𝘳𝘵𝘢𝘭𝘦𝘻𝘢𝘴. El poder de hechicería 𝘧𝘭𝘰𝘳𝘢𝘭 𝘦𝘴 𝘮𝘢́𝘴 𝘪𝘯𝘵𝘶𝘪𝘵𝘪𝘷o 𝘱𝘢𝘳𝘢 𝘭𝘢 𝘤𝘶𝘳𝘢𝘤𝘪𝘰́𝘯, 𝘱𝘦𝘳𝘰 𝘦𝘭 𝘢𝘨𝘶𝘢... 𝘦𝘭 𝘢𝘨𝘶𝘢 𝘱𝘶𝘦𝘥𝘦 𝘭𝘭𝘦𝘨𝘢𝘳 𝘢 𝘭𝘶𝘨𝘢𝘳𝘦𝘴 𝘲𝘶𝘦 𝘭𝘢𝘴 𝘧𝘭𝘰𝘳𝘦𝘴 𝘯𝘰 𝘱𝘶𝘦𝘥𝘦𝘯 𝘢𝘭𝘤𝘢𝘯𝘻𝘢𝘳 —explicó, mientras introducía a Liebe en un pececillo de agua, ¡se miraba muy adorable el condenado!—. 𝘊𝘰𝘯 𝘴𝘶𝘧𝘪𝘤𝘪𝘦𝘯𝘵𝘦 𝘤𝘰𝘯𝘵𝘳𝘰𝘭, 𝘱𝘶𝘦𝘥𝘦𝘴 𝘱𝘶𝘳𝘪𝘧𝘪𝘤𝘢𝘳 𝘭𝘢 𝘴𝘢𝘯𝘨𝘳𝘦, 𝘳𝘦𝘥𝘶𝘤𝘪𝘳 𝘭𝘢 𝘧𝘪𝘦𝘣𝘳𝘦, 𝘰 𝘪𝘯𝘤𝘭𝘶𝘴𝘰 𝘳𝘦𝘴𝘵𝘢𝘶𝘳𝘢𝘳 𝘦𝘭 𝘦𝘲𝘶𝘪𝘭𝘪𝘣𝘳𝘪𝘰 𝘪𝘯𝘵𝘦𝘳𝘯𝘰 𝘥𝘦𝘭 𝘤𝘶𝘦𝘳𝘱𝘰. 𝘌𝘴 𝘮𝘢́𝘴 𝘥𝘦𝘴𝘢𝘧𝘪𝘢𝘯𝘵𝘦 𝘥𝘦 𝘥𝘰𝘮𝘪𝘯𝘢𝘳, 𝘱𝘦𝘳𝘰 𝘭𝘢𝘴 𝘱𝘰𝘴𝘪𝘣𝘪𝘭𝘪𝘥𝘢𝘥𝘦𝘴 𝘴𝘰𝘯 𝘪𝘯𝘧𝘪𝘯𝘪𝘵𝘢𝘴.
𝘔𝘦 𝘮𝘰𝘳𝘥𝘪́ 𝘦𝘭 𝘭𝘢𝘣𝘪𝘰, 𝘥𝘶𝘥𝘢𝘯𝘥𝘰 𝘶𝘯 𝘮𝘰𝘮𝘦𝘯𝘵𝘰 𝘢𝘯𝘵𝘦𝘴 𝘥𝘦 𝘴𝘰𝘭𝘵𝘢𝘳:
— ¿Podrías... podrías 𝘦𝘯𝘴𝘦𝘯̃𝘢𝘳𝘮𝘦 𝘢𝘭𝘨𝘶́𝘯 𝘩𝘦𝘤𝘩𝘪𝘻𝘰 𝘤𝘶𝘳𝘢𝘵𝘪𝘷𝘰? —𝘭𝘢𝘴 𝘱𝘢𝘭𝘢𝘣𝘳𝘢𝘴 𝘴𝘢𝘭𝘪𝘦𝘳𝘰𝘯 𝘢𝘵𝘳𝘰𝘱𝘦𝘭𝘭𝘢𝘥𝘢𝘮𝘦𝘯𝘵𝘦—. 𝘛𝘢𝘮𝘣𝘪𝘦́𝘯 𝘴𝘰𝘺 𝘶𝘴𝘶𝘢𝘳𝘪𝘢 𝘥𝘦 𝘮𝘢𝘨𝘪𝘢 𝘥𝘦 𝘢𝘨𝘶𝘢.
𝘏𝘶𝘮𝘪𝘵𝘰 𝘴𝘰𝘯𝘳𝘪𝘰́ 𝘺 𝘢𝘴𝘪𝘯𝘵𝘪𝘰́ 𝘦𝘮𝘰𝘤𝘪𝘰𝘯𝘢𝘥𝘰, 𝘺 𝘓𝘪𝘦𝘣𝘦 𝘴𝘰𝘭𝘵𝘰́ 𝘶𝘯𝘢 𝘳𝘪𝘴𝘪𝘵𝘢 𝘥𝘦𝘴𝘥𝘦 𝘴𝘶 𝘱𝘦𝘴𝘤𝘢𝘥𝘪𝘵𝘰.
— 𝘒𝘦, 𝘬𝘦, 𝘬𝘦... ¿𝘓𝘢 𝘱𝘳𝘪𝘯𝘤𝘦𝘴𝘪𝘵𝘢 𝘲𝘶𝘪𝘦𝘳𝘦 𝘢𝘱𝘳𝘦𝘯𝘥𝘦𝘳 𝘢 𝘤𝘶𝘳𝘢𝘳? —𝘤𝘢𝘯𝘵𝘶𝘳𝘳𝘦𝘰́ 𝘤𝘰𝘯 𝘴𝘰𝘳𝘯𝘢.
— ¡𝘊𝘢́𝘭𝘭𝘢𝘵𝘦, 𝘣𝘪𝘤𝘩𝘰 𝘥𝘦𝘭 𝘥𝘦𝘮𝘰𝘯𝘪𝘰! —𝘭𝘦 𝘦𝘴𝘱𝘦𝘵𝘦́, 𝘴𝘪𝘯𝘵𝘪𝘦𝘯𝘥𝘰 𝘦𝘭 𝘤𝘢𝘭𝘰𝘳 𝘴𝘶𝘣𝘪𝘳 𝘢 𝘮𝘪𝘴 𝘮𝘦𝘫𝘪𝘭𝘭𝘢𝘴—. ¡𝘚𝘰𝘭𝘰 𝘲𝘶𝘪𝘦𝘳𝘰 𝘴𝘦𝘳 𝘮𝘢́𝘴 𝘶́𝘵𝘪𝘭, 𝘦𝘴𝘰 𝘦𝘴 𝘵𝘰𝘥𝘰!
Desde que llegamos al País del Sol, he visto nuevas facetas en Noelle que nunca había notado antes. La he visto llorar sin contenerse, la he visto reír sin ocultar su sonrisa detrás de esa personalidad rara que tiene. Cuando se quebró en mis brazos como una niña pequeña, sentí algo diferente, algo que no había sentido antes. Ver a Noelle, siempre tan fuerte y orgullosa, mostrar ese lado tan vulnerable... me hizo sentir cosas extrañas.
Y ahora, lo que se suponía que era un simple entrenamiento se había convertido en algo más. La manera en que Noelle miraba a Ichika me dejaba claro que esto no era una práctica. Nunca la había visto así, con esa ferocidad en su ki, con una mueca que enseñaba un poco sus dientes, los cuales tenía muy apretados, y esos ojos... esos ojos de depredador que me recordaron a los de la señora Mayoraleon cuando se enoja, ojos que parecían poder cortar el aire mismo. Esta también era una faceta nueva para mí, una Noelle fúrica.
Sus manos brillaban con ese resplandor azul característico de su magia, mientras su armadura de agua estaba hecha pedazos en la zona del abdomen, dejando ver su piel blanca ahora cubierta de heridas. Tenía heridas en el rostro y sangre en el labio que goteaba por la comisura de su boca. Sus brazos mostraban varios cortes, aunque ninguno parecía grave. Su largo cabello plateado, libre de las coletas que normalmente lo sujetaban, le caía hasta los muslos como una cascada brillante. «Se ve diferente así», pensé sin querer.
Del otro lado, Ichika tampoco la estaba pasando bien. La mitad de su cara estaba cubierta de sangre y parecía que había perdido la visión de un ojo. Su mascara estaba rota, su pelo, normalmente tan ordenado en esa trenza, ahora era un desastre. Era obvio que ese golpe brutal que Noelle le había dado la estaba afectando más de lo que quería admitir.
Me fui acercando poco a poco, dudando con cada paso, quería pelear con ella, a su lado. Pero entonces Noelle me clavó esa mirada que me heló la sangre. No necesitó decir nada, sus ojos me lo dijeron todo: "Aléjate, esta no es tu pelea". No me quedó más remedio que retroceder, aunque me costara hacerlo.
Las dos comenzaron a moverse en círculos como depredadores, sin quitarse los ojos de encima ni por un segundo. Usaban una roca grande como eje de su andar, creando un círculo invisible mientras se estudiaban mutuamente.
De repente, sentí cómo el ki de Ichika se disparaba hasta las nubes. «¡Oh no, viene otro Zetten!». En menos de un parpadeo, lanzó su ataque, pero Noelle ya estaba lista. Se cubrió con su nido del dragón del mar justo a tiempo, y aunque la barrera de agua tembló como gelatina por el impacto, aguantó el golpe. La cara de Ichika fue un poema, nunca se esperó eso. «La magia defensiva de Noelle es impresionante».
— Puedes ser mucho más rápida que yo —la voz de Noelle resonó desde dentro de su burbuja, con ese tono que usa cuando está segura de sí misma—, pero esos ataques tuyos no me alcanzarán.
— Ese jorioku defensivo no está nada mal —respondió Ichika mientras escupía sangre y se tronaba el cuello como si nada—. Veamos cuánto resiste.
«Esto se va a poner feo», pensé, mientras sentía los ki's de ambas chocar. Pareciera que sus ki's luchaban también, me imagine a uno como un dragón enorme y al otro como una sombra igualmente grande.
Ichika comenzó a lanzar espadazos como una lluvia contra la burbuja de agua de Noelle. Era impresionante ver cómo su katana se movía tan rápido que apenas podía seguirla con la vista. Pero lo que más me llamó la atención fue la expresión de Noelle: se mantenía tranquila, como si supiera exactamente lo que hacía. Pude notar pequeñas alteraciones en su ki, estaba concentrándose en algo. De repente, cerró los ojos y cuando los abrió, su expresión cambió, al igual que su ki, el cual se fue al cielo y al mismo tiempo, unos rayos rosados brillantes salían de sus ojos.
«¡Lo está intentando! ¡Va a usar el Zetten!», pensé emocionado mientras observaba la escena.
Ichika también debió notarlo porque justo cuando Noelle lanzó su ataque con la lanza, ella lo bloqueó con la hoja de su katana. A primera vista parecía que no había pasado nada especial, pero entonces me di cuenta: los pies de Ichika estaban enterrados en la tierra, y su brazo temblaba visiblemente por el impacto. Noelle había logrado conectar un golpe brutal, y la pequeña sonrisa de satisfacción en su rostro lo confirmaba.
Pero esa victoria le duró poco. Ichika se impulsó fuera del agujero donde había quedado atrapada y, con un movimiento que pareció sacado de uno de los entrenamientos del capitán Yami, le asestó una patada giratoria a Noelle que la mandó volando por los aires. No le dio ni un segundo para recuperarse; se impulsó hacia arriba como un rayo y la interceptó en pleno vuelo.
— ¡En un duelo de Zetten nunca me ganarás! —gritó Ichika antes de golpearla con un Zetten tan potente que mandó a Noelle directamente contra el suelo, creando un cráter por el impacto—. ¡Ríndete!
«¡Mierda, esto se está poniendo feo!». Y como si eso no fuera suficiente, Ichika descendía como una bala hacia donde Noelle estaba tendida, sin darle tiempo ni para respirar.
Justo cuando Ichika estaba por tocar tierra, un enorme dragón de agua la atrapó entre sus colmillos.
— ¡Ni lo sueñes! —exclamó a todo pulmón—, yo... ¡¡¡NO ME RENDIRÉ‼!, ¡¡Jamás‼
«Noelle... —escucharla decir eso, me hizo sentir muchas cosas en simultaneo: emoción, admiración, impresión y muchos cosquilleos en mi piel como si insectos caminarán rápidamente sobre mí, esa sensación de cosquilleo también se replicó en mi estomago y en mi pecho, ya era la segunda vez en un día que la escuchaba decir eso...».
Ichika comenzó a forcejear como loca intentando liberarse, pero Noelle ya se le había adelantado: había usado su magia de atadura para inmovilizarla por completo. El dragón se elevó hacia el cielo, subiendo más y más hasta que se perdió entre las nubes.
Me quedé observando a Noelle, que mantenía su brazo estirado y una mirada super concentrada. «Está muy lastimada...». Gran parte de su armadura de agua había desaparecido, y su yukata, que antes era blanco como la nieve, ahora estaba todo manchado de sangre. Tenía cortadas por todo el cuerpo: en el abdomen, los brazos y las piernas, y la tela estaba desgarrada en varios lugares. Aun así, se mantenía firme, sin mostrar ni un rastro de debilidad.
De repente, el dragón que se había perdido en las nubes comenzó a descender a toda velocidad, como un meteorito directo hacia nosotros. Pero cuando por fin pudimos verlo bien, me di cuenta de algo: Ichika ya no estaba entre sus fauces. «¿Dónde diablos...?».
— ¡Noelle, cuidado! —grité con todas mis fuerzas al sentir el ki de Ichika acercándose a una velocidad brutal. Mi corazón se detuvo por un segundo, pensando que no llegaría a tiempo.
Pero Noelle, me sorprendió. La vi sonreír mientras invocaba ese hechizo que usó para salvarme, cuando todo parecía perdido:
— ¡Nexos marinos! —su voz resonó con fuerza y en un parpadeo desapareció, reapareciendo a varios metros de distancia.
De repente, el campo de batalla se llenó de esferas de agua gigantes, debían ser unas 35 o más, todas lo suficientemente grandes como para que Noelle pudiera meterse en ellas. Era impresionante ver cómo flotaban por todo el lugar, como si fueran burbujas de jabón gigantes. «¡Increíble!, ¡ese hechizo es genial! como ella...».
Ichika, furiosa, lanzó un espadazo que partió una de las esferas por la mitad, pero para su sorpresa, el agua se volvió a juntar como si nada hubiera pasado. La cara que puso no tenía precio.
— Eres igual de testaruda que tu hermano —se burló Noelle, apareciendo detrás de ella desde otra esfera. Su tono era juguetón, como si estuviera provocándola a propósito.
— ¡¡¡Te había dicho que no lo volvieras a mencionar, extranjera!!! —Ichika rugió como una fiera, cortando otra esfera con tanta fuerza que el aire silbó. Pero fue inútil, Noelle ya había desaparecido dentro de otra burbuja—. ¡¡A ese maldito asesino, que mató a su familia!!
Me quedé helado al escuchar esas palabras. Era como si me hubieran echado un balde de agua fría encima. «¿El capitán Yami? ¿Un asesino? ¿De su propia familia?». No tenía sentido, nada de esto lo tenía. El capitán podía ser muchas cosas: rudo, aterrador cuando se enoja, adicto al baño... pero ¿un asesino? Imposible.
«Cuando todo esto termine, necesito preguntarle qué está pasando aquí —pensé mientras observaba la pelea—. Tiene que haber una explicación para todo esto».
— Tsk... —el sonido de molestia de Noelle fue seguido por un cambio brutal en su ki. De repente, comenzó a saltar entre las esferas de agua como si fuera un rayo, apareciendo y desapareciendo tan rápido que apenas podía seguirla con la vista.
Ichika se estaba desesperando, lo podía ver en su cara. Lanzaba cortes al aire como loca al igual que tajos oscuros que parecían, cuchillas, pero era inútil: cada vez que su katana partía una esfera o uno de sus ataques oscuros lo hacía, Noelle ya había saltado a otra. Era increíble ver cómo controlaba todo el campo de batalla. Había convertido las tres docenas de esferas gigantes en una especie de laberinto improvisado, haciéndolas girar y cambiar de posición a una velocidad que me mareaba solo de verla. Su largo pelo plateado ondeaba como una bandera mientras se movía, dejando estelas brillantes en el aire.
— ¡Cobarde! —el grito frustrado de Ichika resonó por todo el lugar.
Ese fue su error. En el momento exacto que abrió la boca, Noelle apareció frente a ella como un relámpago y le asestó un Zetten con su lanza directo al estómago. El impacto fue tan brutal que Ichika cayó de rodillas, escupiendo sangre. Rápido se incorporó, pero Noelle regresó a su laberinto de burbujas.
«¡Increíble! ¡Noelle es asombrosa!».
— ¡Eres una hipócrita! —el grito de Noelle resonó por todo el lugar mientras se movía como un rayo entre las esferas de agua. Nunca la había visto así de furiosa—. ¿¡Cómo te atreves a juzgar al capitán Yami cuando ni siquiera sabes la verdad!?
«¡Increíble!». Las esferas de agua comenzaron a transformarse una por una. Ya no eran simples burbujas gigantes, sino cabezas de dragón que rugían y se movían como si estuvieran vivas.
— ¡Solo eres una cobarde que prefiere creer mentiras antes que enfrentar la realidad! —Noelle seguía gritando mientras saltaba de dragón en dragón. Los treinta y cinco dragones danzaban alrededor de Ichika como una tormenta viviente—. ¡El capitán podrá ser un idiota insoportable, pero jamás, JAMÁS, sería capaz de asesinar a su propia familia! ¡Todos los Toros Negros somos su familia también!
Vi a Ichika intentar escapar, corriendo lo más rápido que podía para alejarse de los dragones que se formaban, pero era inútil, y ella, al parecer se dio cuenta. Escuché cómo invocaba su "estrella negra", lo que generó múltiples esferas oscuras que intentaban absorber a los dragones, pero estos eran más fuertes. En cuestión de segundos, las esferas negras desaparecieron como si nunca hubieran estado ahí «¿Sera esa la mana zone de Noelle?». Noelle no le daba ni un respiro; aparecía y desaparecía entre sus dragones mientras esquivaba los ataques de oscuridad: tajos negros, esferas, espadazos. Pero Noelle la estaba mareando; cada vez se teletransportaba más rápido, y los ataques de Ichika se convertían de a pocos en ataques desesperados.
— ¡Y si tanto te importa la verdad! —el grimorio de Noelle comenzó a brillar con tanta fuerza que tuve que entrecerrar los ojos—. ¿Por qué no le preguntas directamente en vez de atacar a la gente por la espalda!
«Oh no...». Ichika agarró su katana con ambas manos, y sentí cómo su ki se disparaba hasta las nubes. Una aura entre morada y oscura la envolvió por completo mientras se preparaba para su ataque final.
— ¡ZETTEN! —rugió Ichika.
— ¡¡¡CATACLISMO DE LOS DRAGONES ACUÁTICOS!!! —la voz de Noelle hizo temblar el aire mismo.
Los treinta y cinco dragones se lanzaron contra Ichika como una avalancha imparable. Uno tras otro, comenzaron a impactar creando explosiones tan brutales que me dejaron parcialmente sordo. Solo podía escuchar ese molesto <piiiiii> que te queda cuando algo explota demasiado cerca de tus oídos y te afecta el tímpano. «¡Mierda, esto es una locura!».
El ataque fue tan devastador que desde el primer impacto, todo comenzó a volar por los aires. Los bambús salían disparados como si fueran palillos, partidos en mil pedazos. Decenas de metros a la redonda quedaron completamente destrozados en cuestión de segundos. Las ondas de choque eran tan potentes que se perdían en el océano, creando enormes olas que se alzaban como gigantescas paredes de agua. El cielo mismo pareció abrirse ante la fuerza del impacto, las nubes se dispersaron dejando ver el cielo estrellado por pocos segundos.
Tuve que clavar a Danma en el suelo con todas mis fuerzas y aferrarme a ella para no salir volando como una hoja al viento. El aire estaba tan cargado de energía que podía sentir el ki de Noelle chisporroteando a mi alrededor.
A través del caos, pude ver a Ryuya y Humito cerca de nosotros. Los pobres intentaban sujetarse a unos bambús que amenazaban con arrancarse del suelo en cualquier momento. «¡Tengo que hacer algo!».
— ¡Liebe! —grité, llamándolo mientras corría hacia ellos—. ¡Necesito tu ayuda!
«¡Ya era hora de que pensaras en algo, idiota!».
Activé todas mis espadas de una vez y, con la ayuda de Liebe, las hicimos girar a nuestro alrededor como un torbellino de metal negro. Las hojas cortaban las ondas de choque que venían hacia nosotros, creando una barrera protectora que nos mantuvo a salvo a los cuatro.
El rugido de las explosiones era ensordecedor, y el minuto que duró el ataque se sintió como una eternidad. «¡Increíble! Noelle se ha vuelto muchísimo más fuerte». Cuando todo terminó, el lugar parecía haber sido arrasado por un huracán
Cuando todo el caos terminó, comenzó a llover. No era una lluvia normal, sino los residuos del ataque brutal de Noelle que caían del cielo como una llovizna. El campo de batalla quedó en silencio, solo interrumpido por el sonido de las gotas al caer y una respiración demasiado agitada.
Noelle estaba de pie, pero apenas. Sus piernas temblaban tanto que parecía que se iba a caer en cualquier momento, y su respiración estaba tan agitada que podía escucharla desde donde estaba. Su ki estaba peligrosamente bajo; había usado casi toda su magia en ese último ataque. «Es increíble lo fuerte que se ha vuelto».
Ichika, por otro lado, también estaba de pie con las manos sobre su cabeza, como si intentara protegerse. Su armadura oscura había desaparecido por completo, y su kimono estaba hecho jirones y empapado en sangre. Una especie de capa oscura la cubría, que supongo amortiguó parte del impacto. Rápido, se puso en posición de combate nuevamente... era increíble que siguiera de pie y con esa mirada desafiante. La expresión de Noelle era un poema, y yo estaba igual, «¿cómo pudo aguantar eso?».
Pero, cuando hizo un movimiento, su cuerpo cayó al suelo, desplomándose como un saco de papas, quedando completamente inconsciente
Vi a Noelle tambalearse y corrí hacia ella justo a tiempo para atraparla en mis brazos. Su cuerpo temblaba mucho contra el mío, y podía sentir su pulso acelerado. La batalla había destrozado gran parte de su armadura de agua junto a su yukata, y su largo cabello plateado se pegaba a su piel por el sudor de la batalla. «Se ve bien con el pelo suelto».
— ¡Ese hechizo fue increíble, Noelle! —le dije con toda la emoción que sentía—. No te mentí cuando te dije que eres la mujer más fuerte y tenaz que conozco.
La vi pasar por un montón de emociones diferentes en cuestión de segundos. Primero me sonrió, y juro que sus ojos rosados brillaron de una manera que me hizo sentir algo raro en el estómago. Luego, como siempre hace, apartó la mirada mientras apretaba los labios y fruncía el ceño de esa forma tan suya.
— Bu-bueno, es normal después de todo, porque soy de...
— La realeza —terminé su frase, riéndome un poco. Ya me sabía de memoria esa parte.
Murmuró algo ininteligible y escondió su rostro en mi hombro. Su cabello plateado, me hacía cosquillas en el cuello, y el aroma como a lluvia y vainilla que emanaba, me hizo sentir bien, bastante cómodo. Aunque era raro tenerla así de cerca, normalmente ella ya me habría apartado de un empujón, pero esta vez...
— Lograron un gran progreso en el Zetten —Ryuya se acercó a nosotros con esa sonrisa misteriosa suya—. Asta, te falta seguridad, dudas demasiado cuando lo lanzas. Y Noelle —se giró hacia ella, que seguía en mis brazos—, debo felicitarte por esa batalla, lograste derrotar a Ichika. Aunque en el Zetten, te falta precisión. Animo chicos, están muy cerca de dominarlo.
De repente, sentí un cosquilleo por todo el cuerpo. Un montón de pececitos brillantes nos rodearon, curando nuestras heridas, el cuerpo de Ichika levitó, envuelta en un pescado gigante. Humito había llegado al campo de batalla con su magia curativa. Era increíble ver cómo las heridas desaparecían poco a poco.
Noelle empezó a retorcerse en mis brazos mientras se recuperaba y sus heridas desparecían. Sus mejillas estaban super rojas, como siempre que está cerca de mí.
— Bá-bájame —tartamudeó, evitando mirarme directamente.
La dejé con cuidado en el suelo, asegurándome de que pudiera mantenerse en pie por sí misma. Noté cómo su armadura desaparecía poco a poco, revelando más de lo que debía, mucho más. En ese momento, una necesidad imperiosa me invadió: evitar que Noelle pasara vergüenza, proteger su dignidad. Sin dudarlo, me quité la parte superior de mi yukata y se la ofrecí. En cuestión de un par de segundos, ella hizo el resto.
— Asta —Ryuya me llamó, acercándose—, ve con Yosuga a terminar tu entrenamiento Zetten, él es el Ryuzen más fuerte —no tenía idea de quién era ese tal Yosuga, pero antes de que pudiera preguntar más, se dirigió a Noelle—. Y tú, ve con Humito.
Vi cómo los ojos de Noelle se abrían como platos.
— ¿Cómo...? —comenzó ella, pero Ryuya la interrumpió.
— Quieres aprender a usar tu magia para sanar, ¿no? —sonrió con ese aire de sabelotodo que tiene—. Eso te ayudará también con la precisión que te hace falta para dominar el Zetten.
En ese momento apareció un tipo enorme, con una cicatriz que le cruzaba la cara y más cicatrices por todo el torso, que llevaba al descubierto. Descansaba una katana sobre sus hombros como si no pesara nada. «Este debe ser Yosuga», pensé emocionado, ante la idea de entrenar con alguien tan fuerte.
Pero entonces escuché a Ryuya murmurar algo, tan bajo que apenas pude captarlo: "Ellos ya vienen, él ya viene...".
Un escalofrío me recorrió la espalda. «¿A quién se refiere? ¿Será...?». No pude evitar pensar en Lucius y los paladines.
¿Estarían por encontrarnos?
Espero que hayan disfrutado la lectura de este capítulo.
Me encantaría conocer sus impresiones y pensamientos sobre este capítulo.
Si les gustó, les agradecería muchísimo que dejaran su estrella ⭐. Su apoyo me motiva a seguir escribiendo.
Nos vemos en el próximo. 😁
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro