Capítulo 5
El tiempo pasa en un abrir y cerrar de ojos sin que uno pueda hacer algo al respecto.
O al menos ahora así era la percepción de Ulquiorra cuando presenció el pasar de las estaciones a través de la ventana de su nuevo hogar compartido.
Un hogar que compartía con Toshiro cuando este tenía asuntos pendientes en el mundo humano y debía quedarse un tiempo.
En ese momento preciso la nieve caía afuera de su casa y le gustaba observarla por el grato recuerdo que le traía a la mente sobre el pequeño capitán que era capaz de invocarla con un agitar de su zanpakuto.
Aunque su tranquilo pensamiento fue interrumpido cuando escuchó los gritos de una chica que le exigía salir pronto al patio trasero para entrenar por última vez antes de que se fuera a celebrar con sus amigos navidad.
- ¡Saca tu trasero de esa casa rápido o yo misma te sacare a patadas de allí calvo! -Hiyori era quien había gritado eso mientras golpeaba la puerta trasera con insistencia pues el frío le estaba calando y deseaba irse tan pronto acabaran el entrenamiento.
Por sorprendente que pareciera, Hiyori empezó a ir a casa de Ulquiorra cuando Toshiro contactó con ella teniendo la sospecha de que el pelinegro pudiera usar sus poderes hollow como lo hacía ella.
Dandose así la convivencia entre ellos mediante entrenamientos rigurosos, pues el controlar los poderes de un Espada con un entrenamiento común no sería suficiente.
Pero Ulquiorra era buen aprendiz, acataba mejor las órdenes y enseñanzas de Hiyori, así que ya tenía mejor dominio de ello.
Aunque los entrenamientos aún eran necesarios porque en ocasiones los recuerdos de su primer descontrol, cuando Toshiro le salvó de ese ataque que debía ser para él, aparecían en su mente y le arrebataba el control de si mismo.
Quizás inicialmente Ulquiorra no tenía necesidad de entrenar, él no tenía un motivo para pelear, pero si alguna vez volvía a suceder que Toshiro necesitara ayuda, él quería estar allí y no volver a ser un estorbo.
- No tienes que gritar tanto, te escuché al primer grito. -Aunque era claro que la convivencia entre ellos no era la mejor, pero no se odiaban, simplemente sus personalidades no eran tan compatibles.
El pelinegro ya tenía su espada en mano y solo fue cuestión de caminar algo lejos de su casa cuando escuchó como un Cero le iba a ser disparado a quemarropa por la espalda. Pero sus reflejos eran suficientes para evadirlo justo a tiempo dando un salto hacia atrás y en pleno aire hacer aparecer su máscara, ocultando por completo su rostro.
Aunque su habilidad completa no residía allí, solo cuando pudo ser capaz de invocar su máscara a voluntad fue cuando pudo hacer que la Resurrección en su espada respondiera y pudiera liberarse.
Entonces su máscara se transformaba a como debía ser durante ello y sus alas negras brotaban de su espalda sin crear más cambios.
Pero de momento solo practicaba sin la Resurrección. Desenvainó su espada con las intenciones de protegerse pues Hiyori ya tenía su máscara y se lanzó con todo a por él.
Incluso si realmente la batalla no era a muerte, era tan intensa que podía parecerlo, pues las ondas de choque entre las espadas agitaba la tierra y hacía que la nieve se alejara de ellos por momentos mientras que los Cero se veían en el cielo como si de un espectaculo de luces se tratara.
Por supuesto, incluso si la fuerza estuviera de lado de Ulquiorra por ser un Espada, Hiyori tenía más tiempo usando el poder su máscara de esa manera en la que el pelinegro recién aprendía, y sobre la fuerza bruta, la experiencia podía predominar, así que ella aún podía con él.
Una vez más sus espadas chocaron durante su arduo entrenamiento, pero antes de alejarse para un siguiente ataque un copo de nieve cayó entre ambas y floreció una flor de hielo que impidió el próximo movimiento de ambos.
- Veo que el entrenamiento va bien, pero deberían parar por hoy. -Hitsugaya recién llegaba mediante un senkaimon y tan pronto había cruzado usó el Hyoten Hyakkaso para detener la pelea pues de otra manera no hubiera podido hablar sin distraer a Ulquiorra.- Perdón la tardanza Cifer, no podía deshacerme de Matsumoto, insistía en acompañarme porque cree que estoy saliendo con alguien y por eso vengo tanto al mundo humano.
En cuanto acabó de hablar deshizo su ataque liberando ambas zanpakuto y de esa manera permitir que el pelinegro bajara rápido quitándose en el proceso su máscara, cosa que Hiyori también hizo mientras se quedaba medio alejada de ellos porque cuando ellos se veían de nuevo luego de un tiempo tenían un aura que hacía que uno se sintiera dejado de lado.
- No esta del todo equivocada, sales con él ¿no? -Ciertamente Hiyori tenía motivos para creer ello, había cosas que lo hacían parecer así, pero no sabía nada realmente, solo eran sus suposiciones.
- Nosotros no estamos saliendo. -Fue la respuesta de ambos al mismo tiempo, algo que dejo a Hiyori shockeada por unos momentos antes de pegar un grito de incredulidad.
Pero antes de reclamar su celular sonó, y al ser Shinji quien le llamaba, se distrajo gritándole a él y diciendo que ya iba a donde se encontrarían para festejar Navidad.
Hiyori ni siquiera se despidió como tal, solo dijo que después de año nuevo retomarían los entrenamientos y se marchó dejándolos solos.
Así ellos se miraron por un momento y ciertas preguntas rondaron su mente, una en especial hacía eco:
¿Ellos en verdad daban la impresión de estar en una relación?
- Es mejor entrar, la comida que traje se enfriara y además hay algo que quiero darte. -Fueron las palabras del peliblanco mientras empezaba a caminar en dirección a la casa.
Mientras Toshiro caminaba y Ulquiorra iba detrás suyo, la mente del pelinegro quiso rebobinar por todo lo que había pasado para saber qué era lo que hizo pensar a Hiyori que él y el pequeño capitán estaban en ese tipo de relación.
Al entrar en casa Hitsugaya dejó una bolsa con la comida que había traído en la pequeña mesa con las intenciones de ir pronto por platos y para preparar el té, mientras Ulquiorra iba a cambiarse pues su ropa tenía algunas rasgaduras cortesía de la zanpakuto de la chica gritona de las coletas.
Pero mientras se cambiaba aún pensaba en aquello que negó al unisono junto al pequeño capitán.
Ellos no habían tenido ningún tipo de acercamiento íntimo que pudiera catalogarlos como pareja, pero si pensaba de sentimientos quizá podría haber algo de su parte.
Pero no estaba seguro.
Tiempo atrás, poco después de que Ichigo perdiera su reiatsu y ya no fuera capaz de percibir nada, Orihime fue a visitarlo y hablar con él.
De su platica surgió el hablar sobre las cosas que el "corazón" podía sentir, la mujer habló entonces de lo que sentía por Ichigo, sentimientos que la hacían a veces avergonzarse ante él pero a su vez la hacían querer estar a su lado, protegerlo para nunca perderlo.
De hecho había comenzado a entrenar en algo para ahora ser ella quien protegiera a Ichigo.
Cuando ella relataba sobre lo que sentía con Ichigo, sus pensamientos sobre él, Ulquiorra se preguntaba si su corazón podría sentir lo mismo y de ser así con quién se sentiría así.
Al pensarlo más y más, así como Orihime hablaba de Ichigo el quería hablar de Toshiro, y de hecho ya lo hacía, porque era él quien invadía su mente cuando la mujer hablaba sobre cuidar y proteger, de estar a su lado, de apreciarlo.
De quererlo.
Así que sus dudas surgían allí, no estaba seguro si sus sentimientos eran distintos a los de amistad con los que comenzaron y en algún momento se tornaron romanticos, o simplemente todo se trataba de una confusión suya al no saber mucho aún.
Pero lo cierto era que Ulquiorra Cifer quería estar a lado de Hitsugaya Toshiro conviviendo por muchos años porque su compañía lo hacía feliz y no necesitaba algo más para sentir que su corazón estaba bien.
Salió de la habitación luego de cambiarse y miró la comida ya servida, un par de platillos tipicos de las fechas, nada tan elaborado pero que igual despertaban su apetito. Aunque hubo un detalle que captó su atención, el peliblanco tenía las manos tras su espalda y le esperaba de pie junto a la mesita, no estando sentado frente a esta como acostumbraba cuando iban a comer juntos.
- Sé que aún no es media noche y debería esperar hasta entonces. Pero me gustaría dartelo de una vez, además, no hay un árbol de navidad donde dejarlo... Y temo por el árbol ¿sabes?, quizá una persona se aviente encima si lo ve allí indefenso.
- A veces creo que jamás debí contarte eso, Toshiro.
- Lo siento, lo siento. El asunto es que me gustaría darte esto, no soy bueno con este tipo cosas, pero creo que sería un buen detalle de decoración. -Con lentitud dejó ver que detrás de su espalda ocultaba un rosa hecha de hielo puro que no se derretía aunque su aspecto parecía ser frágil, dicho regalo fue extendido hacia Ulquiorra que lo aceptó mientras Toshiro miraba avergonzado al suelo.- ...No estas obligado a aceptarlo si no te gusta.
- Tranquilo, me gusta. Es un rosa de belleza inigualable y muy realista para estar hecha de hielo, en verdad me gustó Toshiro. -Teniendo gran cuidado sostuvo su regalo y observó a detalle lo exacta que era su representación de una rosa real.
La contempló por varios segundos, sonriendo por tener un detalle así por parte de alguien a quien apreciaba tanto. Al poco tiempo levantó la vista en busca de un sitio donde ponerla, divisando en la cocina que había un florero pequeño y luego el mueble en el que reposaban unos cuantos libros y la única foto que él y Hitsugaya se tomaron hacia ya unos meses.
Dejó la rosa de hielo en aquel mueble junto a la foto y contemplo ambas cosas.
- No se va a derretir ¿o sí?
- Fue hecha con el hielo de Hyorinmaru, no se derretira hasta que mi zanpakuto desaparezca.
- Entiendo.
Estando de buen humor y sonriendo un poco, Ulquiorra volvió a su lugar para finalmente cenar junto Hitsugaya.
Poco permanecieron en silencio pues pronto comenzaron aquella tranquila charla sobre el día de cada uno, siendo Toshiro quien más hablaba, o que más bien, se quejaba, pero el pelinegro jamás se molestaba de ello.
Al contrario, escuchaba atento las quejas de siempre, que si Matsumoto esto o lo otro, era gracioso a su parecer, aunque tenía claro una cosa, jamás le gustaría ser un capitán que tuviera de teniente a Matsumoto.
Él no la soportaría.
Pero para su fortuna, Cifer no era shinigami y estaba libre de lidiar con Matsumoto.
Lo bueno era que su navidad fue tranquila en compañía del pequeño capitán que se quedó unos días con él.
●●●
A palabras de Hiyori, Ulquiorra podía ser muy tonto a veces, especialmente si Toshiro estaba involucrado, y no porque juntos cometieran tonterías, de hecho, a su parecer eran los más cuerdos que conocía, sino porque Cifer solo prestaba genuina atención al capitán del décimo escuadrón.
Al resto los miraba como si fuera peor que la basura, aunque solo era la mirada, en realidad hablaba lo más educado posible.
Eran inicios de abril cuando estaban en los últimos entrenamientos pues el pelinegro ya dominaba casi a la perfección el uso de su máscara hollow y la Resurreción mediante ella, cuando a media batalla Hiyori decidió preguntar sobre lo que él sentía respecto al peliblanco.
La pregunta fue tan repentina que Ulquiorra se distrajo y recibió una fuerte patada que lo mando directo al río que estaba en las cercanías de donde entrenaban.
La respuesta jamás llegó pero Hiyori pudo deducirlo bajo esa seria expresión que el ex-espada tenía por defecto mientras salía del agua mirandola con cierto enojo contenido.
Y ahora allí estaba aguantando un regaño a gritos por parte del pequeño capitán que estaba molesto porque ahora Ulquiorra estaba en cama enfermo.
- ¡Deja de gritarme calvo, no es mi culpa que tu noviecito se distraiga tan fácil y no aguante una patadita y un chapuzón en el río! -La chica había soportado lo suficiente, también empezó a gritar y se marchó cuando se cansó de ello.
Y aunque Toshiro seguían con las intenciones de reclamarle por tantas cosas, escuchar que el pelinegro comenzaba a toser le hizo preocupar y fue a la habitación a revisarlo.
Ulquiorra trataba de dormir pero la tos constante no le permitía descansar del todo, aunque la fiebre alta lo mantenía en la cama forzandolo a tratar de dormir.
En cuanto Cifer sintió como el paño en su frente era remplazado por uno más fresco, abrió sus ojos y su vista topó con la mirada preocupada del peliblanco.
Algo que no le gustó en lo absoluto.
Emitió un pequeño quejido mientras trataba de sentarse pues su cuerpo se sentía realmente adolorido, pero Toshiro lo detuvo porque estaba siendo muy brusco para tratar de sentarse, así que le ayudó a acomodarse teniendo gran cuidado.
- Debes reposar aún, estas demasiado enfermo. -El pequeño capitán le retiró por un momento el paño húmedo de la frente y se fue a por las pastillas y vaso de agua que había dejado cercas para darselas una vez el pelinegro despertara.
- Nunca me había sentido así, es tan extraño. -Confesó el ex-Espada mientras aceptaba los medicamentos con muy pocos ánimos. Tras tomarlos volvió a ser recostado con todo el cuidado del mundo, notándose que Toshiro estaba siendo muy atento con él.- Disculpame por darte tantas molestias, yo puedo cuidarme a partir de ahora, seguramente estas ocupado.
- En lugar de balbucear tanto, descansa, si necesitas algo aquí estaré.
- Pero...
- Nada de peros, no me interesa si te crees capaz de cuidarte tú solo, estoy preocupado por ti y no me movere de aquí hasta que estes sano.
Era obvio que tratar de que Toshiro desistiera de su idea de cuidarlo era tan difícil como hacer que dejara de ser responsable.
Y aunque Ulquiorra no quiso decirlo, se sentía feliz por las atenciones, pero le hacía desconocerse en más de una ocasión.
Aquellos días donde estaba solo en Hueco Mundo parecían ya tan distantes, casi como si nunca hubieran existido, no había un punto de comparación al presente que vivía donde ahora lo tenía todo.
Incluso el "corazón" que tanto anhelo, ahora estaba allí, podía sentir tantas cosas, tantas emociones que le permitían sentirse parte de algo, ya no había vacío en él.
Todo gracias a Toshiro.
Todo gracias a la oportunidad que le dio.
- Gracias Toshiro. -Murmuró con voz un tanto rasposa por tanto toser, pero que fue entendible porque el peliblanco estaba a su lado. - Gracias por tanto.
Las palabras de cierta manera alteraron al ojiazul, su tranquilidad tambaleó ante esas palabras de agradecimiento, por lo que permaneció en silencio largos minutos donde Ulquiorra se enfocó en observarlo con una sutil sonrisa que solo empeoraba las cosas en la mente de Hitsugaya.
Aunque para su suerte, Ulquiorra comenzó a tener tos nuevamente y la fiebre aún no bajaba, así que pudo usar eso de excusa para obligarlo a dormir y que ya no tuviera que soportar como su propio corazón parecía querer salir de su pecho por latir como loco.
Sin embargo ahora tenía que lidiar con Ulquiorra enfermo, y es que al comienzo de la enfermedad todo parecía estar normal con el pelinegro, pero conforme los días pasaban, como la fiebre alta seguía, había momentos donde ello causaba algún que otro delirio.
Una faceta bastante más adorable por parte de el ex-espada era expuesta ante el pequeño capitán, quien se armaba de valor para no caer rendido ante Cifer.
Y es que para Toshiro era difícil negarse cuando en esos delirios hacían que Ulquiorra se comportara como un niño pequeño que adoraba tener toda clase de atenciones, desde comidas en específico hasta el pedir que durmieran juntos, pues, a palabras del pelinegro, Hitsugaya estaba fresco y era agradable abrazarlo para dormir cómodamente sin dejar de cubrirse con la cobija.
Sin embargo, cuando la fiebre bajaba, Ulquiorra olvidaba todos esos comportamientos de su parte, o al menos eso le decía a Toshiro y este al verlo no sabía si era una mentira para ocultar su vergüenza o realmente lo olvidaba.
Aunque si había algo que no olvidó fue el mal rato que pasó cuando llamaron a un doctor para que atendiera mejor al pelinegro, y no es que fuese un mal doctor, el problema radicaba en quién era el doctor.
Dicho doctor fue llevado hasta allí por Orihime, pues también se había preocupado por la salud del ex-espada, así que lo llevó con sus mejores intenciones, pero lo único que hizo el doctor fue llevarse a Toshiro para platicar con él pues se trataba del ex-capitán del décimo escuadrón, y padre de Ichigo.
El reencuentro consumió casi todo una tarde en la que la atención del actual capitán del décimo escuadrón se fue en hablar con el ahora doctor y Ulquiorra tuvo que aguantar ese tiempo escuchando algunas risas y comentarios de todo tipo que Isshin hacía respecto a Toshiro.
Llegó un momento donde simplemente ya no soportó más y sin ninguna razón coherente, con todo el esfuerzo que su débil cuerpo enfermo podía hacer, se levantó para salir de la cama en busca del pequeño capitán, el encontrarlo en brazos de Isshin siendo cargado como niño pequeño tan solo le hizo sentir más molesto y no le importó su condición, hizo aparecer su máscara hollow para atacar al doctor pero en el primer paso se tambaleó y la máscara se rompió de inmediato.
Toshiro se safó de los brazos de Isshin y se apresuró a auxiliar a Ulquiorra, dejando pensativo al Kurosaki mayor, quien ayudó a llevar de vuelta a su cama al enfermo.
Tan pronto lo dejó allí, hizo el debido chequeo médico y dejó los medicamentos correspondientes, con los cuales por supuesto Ulquiorra se curó pronto y finalmente podía salir de su habitación para valerse por si mismo, a la vez de que finalmente Hitsugaya podría volver a la sociedad de almas, pues su presencia era realmente necesaria.
Algo estaba por pasar y todo indicaba que quizás las cosas no estarían en calma por un tiempo.
- Cuidate mucho Toshiro, no cometas ninguna imprudencia.
- Estaré bien, no te preocupes.
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