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Capítulo 4

Un largo camino después, donde decidieron hablar sobre temas triviales y donde hubo una parada obligatoria para comprar unos bocadillos de judías dulces que captaron la atención de peliblanco, llegaron a la casa que el pelinegro adoptó como refugio.

Y la sorpresa al verla fue bastante grande en Ulquiorra, quien estaba impresionado del cambio en aquel lugar que daba mal aspecto antes de irse y que ahora, si bien no estaba del todo arreglado, era mucho mejor.

El ex Espada no había encontrado una casa pequeña después de todo, arreglarla por completo tomaría mucho tiempo, pero de momento sería más agradable habitarla ahora que tenía más arreglos.

En primera, todas las malas hierbas habían sido quitadas dejando un jardín bastante lindo al descubierto, el techo ya tenía la mayoría de los agujeros cubiertos y las ventanas caídas ya estaban en su sitio, la puerta corrediza de la parte de atrás también estaba arreglada, la cocina y estancia eran las que más limpias lucían de la casa en general, e incluso se encontró con un juego de té muy similar al que los Espada solían usar, algo de té y un futon grande donde ahora podría descansar en lugar del sucio suelo.

Ichigo y compañía en verdad se habían esforzado por ayudarle a que ese lugar fuera por demás agradable para él, cosa que no le hacía saber cómo debía comportarse, qué debía sentir o decir, pero estaba bien, se encontraba experimentando una sensación cálida y reconfortante en su pecho gracias al gesto tan amigable y amable de parte de ellos.

Hitsugaya también se sorprendió del sitio pero ya había sido avisado de lo que fue hecho en el lugar, aunque verlo igual era digno de admirar, además de que le daba una idea sobre con qué podría ayudar más adelante, de momento era mejor alimentarse pues incluso si trató de disimularlo, su estómago emitió un audible gruñido de aviso sobre el hambre que ya sentía.

Cifer miró con una ceja arqueada al peliblanco que bajó la mirada brevemente avergonzado y después levantó la vista avisando que era mejor entrar antes de que una lluvia les cayera encima, pues el día soleado comenzó a nublarse en lo que arribaron a la casa y miraban desde el marco de la puerta los arreglos que esta tenía.

No te avergüences del gruñido de tu estómago, no es el único que suena así. —En un tono más tenue que el gruñido del ojiazul, el estómago de Ulquiorra también hizo notar que tenía hambre.— Es normal.

Toshiro parpadeó un par de veces antes de soltar una risilla que cubrió con su mano, entendía las intenciones de Ulquiorra, viéndolo era obvio que trataba de mostrar la normalidad de los gruñidos de un estómago hambriento, sin embargo, el que dejara que el suyo los emitiriera para comprobar su punto hizo que esa risilla se le escapara sin desearlo.

Pero por ello, Ulquiorra experimentó por un momento lo que era la pena y vergüenza, y no lo entendía, no fue algo fuera de lo común lo que hizo su estómago, sin embargo al ver que no existía una mala intención tras la risa del pequeño capitán, fue capaz de dejar de lado esa vergüenza.

Tienes razón, es normal. Es mejor comer pronto antes de que nuestros estómagos vuelvan a gruñir. —Toshiro pocas veces, por no decir que rara vez, se mostraba tan sereno y relajado ante alguien.

Pero no es que fuera serio todo el tiempo, simplemente estaba rodeado de gente demasiado escandalosa o que le hacían comportarse con seriedad porque ellos no lo hacían.

Toshiro normalmente gritaba cuando estaba con Matsumoto pues esta solo se la pasaba de vaga y tenía que reprenderla seguido, con Momo solía estar un poco más calmado pero últimamente estaba preocupado y tenso por no haberla protegido y por haberla dañado, había tomado cierta distancia de momento hasta que fuera lo suficientemente fuerte como para cuidarla.

Con su escuadrón no había problemas pero no se llevaba excesivamente bien con alguno de ellos, lo mismo con el resto de los capitanes, el trato justo y poco más.

Así que era agradable poder hablar tan serenamente con alguien, el estar relajado era una situación que no tenía precedentes dado su historial de convivencia.

Situación similar en Cifer, jamás convivió con alguien que no le temiera o que estuviese obligado a hacerlo. Quizá con Orihime, pero ni siquiera eran similares las condiciones, nadie estaba retenido a la fuerza, no había un conflicto que les hiciera hablar antes de luchar a muerte, era una convivencia pura nacida de la casualidad y de el deseo real de hablar entre si.

Algo que secretamente anheló pero que debido al miedo jamás se dio.

Así que allí estaban, ya dentro de la casa sentados en el suelo a punto de comer las dichosas hamburguesas que estaban grandes y apetitosas a simple vista.

Aunque ahora suponía un reto para Ulquiorra el comer algo así, de reojo durante la espera a que les entregaran su orden había logrado ver como se comían, pero ciertamente no le parecía sencillo. Así que espero hasta que el pequeño capitán se dispusiera a comer primero y así ver de frente como debían comerse.

¿No tenías hambre también? —Preguntó Hitsugaya tras su primer bocado y mirando que Ulquiorra no comía aún.

Sintiendo un poco de presión, el pelinegro imitó la manera en que el contrario sujetaba la hamburguesa y trató de morderla con demasiadas dudas.

El primer mordisco sin dudas sería digno de recordar, no solo por el buen sabor que aquella comida tenía, sino porque al alejar de su boca la hamburguesa su rostro estaba manchado de mejilla a mejilla por catsup, mayonesa y algo de mostaza.

Era de mencionar que aquella imagen fue demasiada para Hitsugaya, que miró a un lado tratando de mantener la calma para no reír. Cosa que consiguió porque supo comprender la situación, así que solo extendió una servilleta hacia Cifer, que la aceptó sin saber aún el porqué.

Te haz manchado un poco. —Acompañando sus palabras, el ojiazul hizo señas para indicarle al ojiverde en donde se encontraba manchado.— Suele pasar, hay más servilletas por si necesitas.

La comida continuo de manera silenciosa luego de eso, el ex Espada ya casi al acabar con su hamburguesa fue cuando dejó de mancharse tanto y ya no sentía tan complicado el comer con las manos aquello.

Fue cuando se pusieron a comer las papas que acompañaban sus hamburguesas cuando retomaron la platica.

Quisiera saber ¿Cómo debería llamarte? —Ulquiorra quería tener una manera de referirse al peliblanco pero al presenciar que este le reclamaba a Ichigo por decirle "Toshiro" en lugar de "Capitán Hitsugaya" estaba inseguro sobre como debía llamarle.— No sé como debería llamarte sin que te molestes.

Toshiro está bien, tú no tienes que decirme "capitán". Cuando nos conocimos no me juzgaste y de cierta manera reconociste que era fuerte a pesar de mi apariencia, así que está bien si me llamas por mi nombre. —Ni el propio ojiazul sabía a ciencia cierta los verdaderos motivos que le hicieron permitir aquello, pues nunca dejaba que le llamaran así, solo a Momo le permitía salirse con la suya aunque igual la reprendía si no le decía "Capitán Hitsugaya", pero sentía que Ulquiorra era alguien que podría nombrarle así y no se molestaría.— ¿Está bien si yo te llamo Cifer? La verdad es que me cuesta un poco pronunciar tu nombre.

Sí, está bien, puedes llamarme así, Toshiro. —El nombrarlo de esa manera tan informal le había dado un agradable pensamiento de que eran cercanos, algo que le alegraba.— ...¿Puedo preguntar por qué me ayudaste a sobrevivir en estos meses?

La pregunta tomó desprevenido al ojiazul, tanto que casi se atragantaba con la papa que estaba comiendo en el momento en que se la hicieron.

Con prisa tomó de su bebida y buscó calmar la tos que lo atacaba pero estaba costandole, ¿Cómo iba a responder aquello? ¿Cómo explicaría sus razones?

No lo sabía.

No lo sabía pero no tenía excusa para evitar responder, y aunque negarse era una opción, no quería ser descortés, si Ulquiorra quería saber, él le respondería con la verdad.

O al menos gran parte de ella.

●●●

Ulquiorra sabía de primera instancia lo que era desconfiar, lo hizo al principio de recibir ayuda por parte de Toshiro.

Así que escuchar como este en primer lugar, luego de dejarle libre, se puso a observarlo en busca de alguna mala intención que pudiera significar un riesgo para todos y que así matarlo estuviera justificado, no le causó impresión alguna.

De ello no obtuvo ninguna sorpresa si era sincero, incluso lo comprendía pues habría hecho lo mismo, o hasta hubiese matado sin dar una oportunidad.

La sorpresa derivó de lo siguiente que escuchó.

El pequeño capitán había notado su soledad, había escuchado sus preguntas sobre el corazón mientras se desvelaba en vano esperando una respuesta que nadie le daría, pudo ver que también era desconfiado pero que eventualmente tomó confianza, vio aspectos de él y quiso acercarse.

Hitsugaya quería acercarse a él por su propia voluntad, quería conocerlo.

Ese es el porqué de mis acciones. Lamento haber sido tan desconfiado al principio, hoy me doy cuenta que en verdad eres alguien agradable a quien me gustaría poder considerar como... un amigo en un futuro no muy lejano. —Toshiro finalmente terminó de contar sus motivos pero omitiendo la platica que tuvo con Ichigo, pues esa no tenía cabida en la conversación, además de que le apenaba de cierta manera el contarlo, así que su mejor decisión al respecto era omitirla. — ¿Quieres preguntar algo más?

No tienes que disculparte por desconfiar, yo también lo hice. Y de haber estado en tu lugar ni siquiera hubiese pensado en dar una oportunidad, directamente hubiera atacado a matar. Así que una vez más te agradezco no haberme matado. —Las gracias que dio eran las más sinceras que pudo haber dado en su vida, Ulquiorra en verdad estaba agradecido pero no solo por eso, sino porque Hitsugaya deseaba ser su amigo. Ahora solo quedaba hacer una pregunta más para sentir que todas sus dudas estaban resueltas.— Y sí, tengo una sola pregunta más.

¿De qué se trata tu pregunta?

En verdad te encantan las judías dulces ¿cierto?

¿Se nota mucho? Bueno, la verdad es que sí, son mi comida favorita, mi abuela solía darme muchas judías dulces cuando era más joven. Todos los bocadillos que te dejaba eran de los que ella mandaba para mí. —Sin darse cuenta, sonrió al recordar a su abuela y todo lo que hacía para él.— Perdón si solo te daba de esos bocadillos, no quería que Matsumoto me preguntara porque llevaba comida variada en lugar de los bocadillos de mi abuela.

No me quejé, eran buenos. Solo quería saber si realmente te encantaban, ya veo que es así. —Ulquiorra terminó su porción de papas para ese momento y comenzó a levantar la poca basura que se generó por los envoltorios teniendo en mente la idea de que en algún momento debía compensar al capitán por lo que hizo y por lo que estaba por pedirle.— Toshiro ¿Puedo pedirte algo?

Claro, ¿qué necesitas?

No estoy seguro de si sea posible, pero quisiera que me enseñaras sobre el corazón y quisiera también saber más de ti.

Por un momento el silencio reinó en el lugar, más no había algún indicio de que las cosas fueran incómodas o de que el ambiente se tornara tenso, simplemente había sorpresa en la expresión del peliblanco.

Sorpresa y algo de dudas.

Dudas porque Toshiro no creía tener las capacidades de poder enseñar algo sobre el corazón, aunque aquella petición no era algo a lo que pudiese negarse.

Conocía lo que ya sabía el pelinegro, pues en su platica con Ichigo este le contó lo que la propia Orihime habló con el Espada en sus tiempos de cautiverio, podía guiarse con ello, pero aún había dudas.

Lo segundo era más sencillo de complacer pero aún así sería la primera vez que hablaría de si mismo para que alguien lo conociera bien, para que lo conocieran por completo.

Toshiro prefirió ser sincero respecto a sus dudas en si mismo, sobre lo poco que podría enseñar sobre el corazón, aún así Ulquiorra quería escuchar lo que el pequeño capitán podría decirle al respecto, pero por el momento decidió que primero le permitiera conocerlo y él a cambio también le permitiría conocerle.

Y así una tarde y noche completa se fueron en una charla donde había relatos de todo, primeras misiones, cómo era la vida en hueco mundo antes de que Aizen llegara, cómo llegaron a ser Capitán y Espada, era tan hilarante como sin darse cuenta cayeron rendidos ante el sueño luego de horas donde Toshiro conoció como fue la vida de Ulquiorra y viceversa.

El conocerse era apenas un inicio de lo que el futuro aguardaba para ellos, un futuro donde pasarían tanto tiempo juntos y en que más de un lazo se crearía de su convivencia.

Y pensar en el futuro era algo que Ulquiorra no hubiese hecho antes cuando vagaba solo por Hueco Mundo, no había motivos cuando se sentía tan vacío, pero ahora era distinto.

Sería distinto.

Lo sería porque en su persona sentía que el vacío era llenado poco a poco.

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