Capítulo 2
Ulquiorra Cifer, el antiguo 4to Espada, ahora vivía en el mundo humano, pero lejos de ellos, pues sabía que su presencia alteraría demasiado el mundo y se volvería un objetivo de la Sociedad de Almas.
Llevaba más de 4 meses viviendo en una pequeña casa abandonada no muy lejos del sitio donde vio al pequeño capitán por última vez. Por lo menos de frente, porque en ocasiones lo divisaba en el cielo luchando contra hollows y Arrancar que brotaban de Gargantas un poco distintas a las que él estaba acostumbrado.
La casa en la que habitaba estaba en malas condiciones en general, hierbas incluso crecían dentro de la misma, pero pudo habilitarla para pasar allí las noches y no vivir en la intemperie como lo hacía antes en Hueco mundo, donde tenía que estar alerta porque sino sería atacado.
Pero volviendo con las ocasiones en que veía a Hitsugaya, la verdad se cuestionaba porque era solo él quien estaba allí protegiendo la zona cuando le dijo que podría haber más shinigamis.
Pero se cuestionaba aún más cuando de la nada cerca de su casa caían pequeñas bolsas con algún bocadillo de judías dulces y algo útil para poder seguir viviendo allí justamente cuando el peliblanco sobrevolaba por su casa, supuestamente siendo atacado por un enemigo que a leguas se veía débil y que no le costaría derrotar si quisiera el menor.
Aunque no era ningún estúpido, Cifer sabía de sobra que esas acciones eran a propósito, pues si fuera un error, el menor iría en busca de ello, pero aún así no las entendía.
Al principio no negaba que desconfiaba de aquello y tardaba días en probar lo que las pequeñas bolsas contenían, pero pronto supo que esos bocadillos de sabor dulce no tenían más que eso, un sabor dulce. Por eso cuando escuchaba el mínimo ruido y sentía el reiatsu del capitán Hitsugaya, salía de su hogar para tratar de verlo y, de paso, atrapar la bolsa que este siempre dejaba caer.
Ese día, a pesar de que inicialmente el día se mostraba soleado, el clima cambió mientras la temperatura del ambiente descendía de manera brusca, Ulquiorra ni siquiera se tuvo que esforzar mucho para darse cuenta que esta vez el pequeño capitán estaba luchando en serio.
Entonces experimentó algo distinto a la emoción que sentía normalmente al detectar el reiatsu de Toshiro.
Con los semanas supo que era "alegría" lo que sentía, pues iba a verle en el cielo azul y se le dejaría algo dulce de regalo.
Pero esta vez no era así, sentía intranquilidad, quería verle cuanto antes pues el choque de reiatsu era intenso y quizá algo podría pasarle al menor.
"Preocupación" susurró una voz en su cabeza.
Ese era el nombre de lo nuevo que sentía y derivado de ello tuvo un extraño impulso de salir a buscarlo.
Algo que hizo tras tomar su zanpakuto donde, supuestamente, permanecía sellada su Resurrección, Murciélago.
Pero eso es algo que ni siquiera había comprobado y tarde se dio cuenta, cuando llegó a donde Toshiro peleaba con un Arrancar que tenía una fuerza comparable al de un Espada de su nivel, pues al tratar de liberar la Resurrección nada pasaba.
— ¡¿Qué estas haciendo aquí?! ¡Vete, no te necesito! —Toshiro estaba molesto por verle, o eso quiso aparentar, la verdad estaba sorprendido pero no era el mejor momento para ello.
Mucho menos cuando el Arrancar al que se enfentraba estaba fuera de control y al notar la presencia de Ulquiorra arrojó un poderoso y mortal ataque hacia él.
Una nueva sensación brotó en el pecho del ojiverde cuando escuchó como el peliblanco le gritaba aquello, desilusión siendo exactos, mas se transformó abruptamente cuando en cámara lenta vio que un ataque se aproximaba hacia su persona, pero, en el último instante, Toshiro se interponía recibiendo el impacto del ataque.
Solo pudo enfocarse en el peliblanco cayendo delante suyo y quedando inerte en el suelo.
Ulquiorra siempre había sido sereno desde que se había transformado en un Vasto Lorde, ni siquiera en las confrontaciones contra Ichigo había mostrado una actitud desbocada e impaciente.
Hasta ese momento en donde perdió el control de sí, donde su parte hollow se manifestaba en una implacable bestia muy similar a cuando Ichigo revivió una vez más por los llantos y suplicas de Orihime.
●●●
En la lejanía, Toshiro escuchaba como grandes estruendos hacían resonar el cielo y la tierra, escuchaba los gritos de dos bestias descontroladas peleando a muerte que con cada ataque hacían temblar la tierra.
Y de pronto solo se escuchaba a uno, se escuchaba como una y otra vez un cero era disparado, por las vibraciones del suelo y el sonido, todos en el mismo punto.
Su cuerpo dolía demasiado, tanto que por mucho que su mente gritara que debía despertar y levantarse antes de que la Sociedad de Almas mandara a buscarlo, no le era posible.
No podía, sus esfuerzos solamente le sirvieron para abrir un poco sus ojos, que reflejaron cierto temor al ver como un tipo de Vasto Lorde reducía a cenizas a un Arrancar mediante inumerables Ceros consecutivos.
— D... deten...detente. —Murmuró Hitsugaya tratando de empuñar su Zanpakuto y de usar un ataque.— Hyo...ten Hyakkaso...
Su fuerza era tan poca que solo un copo de nieve cayó sobre la máscara hollow de Ulquiorra.
El copo floreció al mismo tiempo en que Hitsugaya perdía la consciencia una vez más y la máscara se fragmentaba en dos dejando ver el rostro de un muy sorprendido ojiverde que solo pudo ver lentamente todo a su alrededor.
Destrucción sin fin, algunos árboles en llamas, grandes hoyos en el suelo, su cuerpo cubierto de sangre ajena, su máscara partida en dos...
El cuerpo seriamente herido de Hitsugaya en el suelo.
En ese momento Ulquiorra se desconoció completamente, "¿qué había hecho?" Se cuestionó varias veces antes de que un quejido de dolor por parte de Toshiro le hizo salir de ese momentaneo trance lleno de culpas y miedo asi mismo.
No supo qué hacer ni a dónde ir, tan solo cargó con el cuerpo del menor y caminó hacia su casa, lo dejó con cuidado sobre unas mantas desgastadas que encontró para evitar ponerlo directamente sobre el suelo y por varios minutos solo vio como Hitsugaya tenía dificultades para respirar y la sangre manchaba las mantas.
¿Cuántas emociones nuevas estaba experimentando en ese momento? Demasiadas sin pensarlo mucho. Miedo, incertidumbre, desesperación, pánico, impotencia, tantas a la vez que ni siquiera se detenía a pensar que todo ello se debía al pequeño lazo que su corazón había comenzado a crear con el peliblanco.
Pero no estaba en condiciones de pensar en ello, a su mente en ese momento solo llegaba la imagen de la mujer que le había enseñado lo que era el corazón.
No lo pensó más y se apresuró a buscarla, pues ella podría curar al pequeño capitán.
— Resiste, volveré pronto —Pidió el ojiverde a Toshiro, quien solo se retorció por el dolor que le torturaba el cuerpo incluso durante su inconsciencia.
Con eso último Ulquiorra se apresuró sin importar sus condiciones, estaba con la ropa hecha tirones y sucia, nada tenía que ver con su yo pasado, pero eso era lo de menos, él tenía una sola cosa por hacer, traer a Orihime hasta donde Hitsugaya y pedirle que lo curara.
Sin embargo, en su estado de exaltación, ni siquiera pensó en la reacción de ella al verle, no pensó en nada.
Solo en salvarlo a él.
Cuando dio con ella y estuvo delante suyo, las lágrimas brotaron en Orihime mientras extendía su mano en dirección a Ulquiorra, susurrando palabras que ni siquiera entendió pero que no importaban, que no le importaban.
— Vendras conmigo, te necesito, necesito de tu poder para curar a alguien —Su tono de voz fue brusco, nada que ver con su voz usual o con la que alguna vez se dirigió a ella.
No dejó que Orihime se expresara, no tenía tiempo para eso, tan solo la tomó y se la llevó, y aunque ella no tuviera miedo, por tantas preguntas y la sorpresa de ser llevada una vez más por Ulquiorra, hizo que se alterara de manera que su reiatsu intranquilo alertara a sus amigos.
Para cuando llegaron a la casa de Orihime ella simplemente no estaba y su reiatsu era imposible de detectar porque ya estaba muy lejos, viendo con horror lo mal que estaba Hitsugaya.
— ¿Tú... le hiciste esto? —Se atrevió a preguntar al ya estar sentada junto al menor ordenando a sus poderes que lo curaran.— ...Yo creí que estabas mu...
— No lo hice yo, fue un arrancar fuera de control.
Fue la única respuesta que accedió a dar por el momento. Pues miraba con preocupación a Toshiro, algo que por supuesto la mujer notó sin mucho esfuerzo.
¿Cómo es que se conocieron? ¿Qué relación había entre ellos? ¿Qué pasó con Ulquiorra que le hizo tener ese cambio tan drastico tanto fisico como emocional? Esas y más preguntas se hizo Inoue mientras seguía en su labor, alternando su mirada entre el peliblanco y el pelinegro.
El tiempo pasó tan tortuosamente lento para Ulquiorra que en cierto punto comenzó a impacientarse demasiado y deseaba cuestionar a la mujer por la tardanza que estaba teniendo para sanar a Toshiro, pero no lo hizo.
No quiso interrumpirla.
Pero eso no dejó de hacerle sentir desesperado, ni dejó de hacerle cuestionar qué sucedía con él, con su pensar y actuar.
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