A medida que avanzaban los minutos, los jadeos y suspiros de Física se hacían cada vez más audibles. Gold Jr podía apreciar perfectamente el rubor en las mejillas de su primo. La ropa estaba en el suelo, sus cuerpos cálidos se juntaban de a poco sin detener los besos y caricias, siendo el menor quien más participaba en eso, ya que el de ojos azules parecía no poder reaccionar del mejor modo para seguir cooperando.

—G-Gold...—Gimió Física con algo de timidez cuando sintió la lengua de su primo en su cuello, junto a una pequeña mordida, pero que aún así, podría dejar una buena marca en su cuello que sería difícil de ocultar.

—Física...—El menor si bien no sabía muy bien como hacerlo o actuar, al menos lo que había escuchado y visto de sus padres iba a darle una pequeña gran ayuda.

El rubio tenía el cabello suelto y revuelto entre las sábanas de la cama del ojiplatino, se miraron a los ojos y casi por instinto sonrieron levemente juntando sus frentes otra vez.

—¿Debería continuar...?—Preguntó Jr, lamiéndose los labios abrazando al mayor por la cadera riendo un poco al notarlo tan nervioso.

—Yo creo que si...—Respondió, suspirando y abrazándolo por los hombros besó su mejilla—Quien sabe que vaya suceder... Yo quiero quedarme contigo siempre...

—Física... Te amo...

—Lo sé... Yo también lo hago...

Retomaron los besos y las caricias cariñosas por todo su cuerpo, sin temor a nada, dejaban marcas en el cuerpo ajeno, querían disfrutar ahora que tenían la oportunidad, pese a que había sido una confesión más por instinto que por otra cosa, como si ya supieran lo que sentía el otro y sólo jugaban a desconocer los sentimientos, quizá pensando que tendrían más tiempo.

El cumpleaños de Física número 18 estaba cerca, más de lo que a todos les gustaría admitir. Y nadie tenía más miedo que los mismos que ahora, estaban entregándose en el placer prohibido al ser familia, al tener ese lazo de sangre.

Era algo difícil de describir, el amor que podían llegar a sentir por alguien con sus rasgos similares, alguien que conocían incluso antes de tener memoria para recordarlo, como si sólo fueran capaces de pensar en el otro antes y después de conocerse. Gold Jr siempre tuvo ese cariño especial por el mayor, era el único que le daba razones para continuar con su vida y para Física, su amado primo solitario era un golpe de realidad, quizás no tan dura como la realidad que vivía en su casa cada que sus padres comenzaban a pelearse, pero lo era.

¿Que tan enfermo estaría para ese anciano, si supiera que además de afeminado, era el amante de su propio primo? Pese a que era consciente de todo lo que la sociedad diría de él, de ellos, de su familia. Simplemente, no importaba otra cosa que no fueran ellos mismos, al menos no en ese momento.

Las embestidas que daba el menor de los dos eran cada vez más rápidas, casi en sincronía con los gemidos del rubio. La boca de Gold Jr se encargaba de dejar multiples marcas alrededor del cuello y hombros del mayor, mientras que el rubio sólo se dedicaba a gemir, arañando un poco la espalda de su primo, con pequeñas lágrimas de placer en sus ojos azules cristalizados.

Mismas lágrimas que luego bajaban por su mejilla, se sentía bien, placentero. Cada movimiento era algo que los hacía sentir bien a ambos, aunque la habitación tuviera un ambiente algo caluroso en esos momentos, mientras que afuera casi parecía que iba a comenzar a llover.

Mientras ellos seguían en lo suyo, Gold y Fred estaban llegando a la que era su casa. Se detuvieron en la entrada cuando escucharon los gemidos, al inicio y durante 5 segundos se habían asustado, pero luego reconocieron ese tipo de sonidos.

Gold ya conocía los sentimientos de ambos por el otro, así que sólo le quedó suspirar y convencer al azabache de que les dejase terminar al menos. Cosa que el menor aceptó casi a regañadientes, sentándose en el sofá de la sala mientras suspiraba. Sabía que su hijo quería mucho a su sobrino, pero no pensó que sería tanto como para que llegase a ser un amor, pese a que tenían ciertos riesgos al ser familiares.

Unos crueles lazos de sangre que quieran o no, iban a terminar rompiéndose. Sólo dependía de una persona, si Física y Gold Jr podrían superar las cadenas de la discriminación que estaba por imponer el anciano. Ella, sólo ella.

Gloria estaba algo insegura.

En esos momentos estaba en una oficina bastante elegante de colores dorados y blancos, frente a ella estaba un hombre ya de edad, y un contrato en el escritorio, tenía la pluma en mano y temblaba un poco, suspirando sin saber si debía firmar o no.

—¿No quieres saber quien es tu padre...?—Decía aquel hombre con una voz sería, sonriendo con victoria cuando la morena asintió.

—Pero... Física y Jr...—Ella sabía de los sentimientos de ambos, no era ten distraída, no quería hacerles daño a sus mejores amigos.

—Son primos y nada más... Cuando quieras pides separarte, pero ahora... ¿No quieres saber quien es tu padre? Entonces firma... y lo sabrás muy pronto...

La voz del señor era convincente para la menor de cabellos rojizos, quien temblando debido al temor y la indecisión, terminó por firmar aquellos papeles El contrato estaba hecho, ahora sólo le quedaba esperar a que a Física le dieran la noticia. Aún insegura la morena salió de aquella oficina, comenzando a caminar de regreso a su hogar, donde su madre la esperaba con el almuerzo ya listo, tenía trabajo que hacer.

Terminar con lo del concurso y quizá comenzar a buscar un vestido de novia para la boda que habría...

Entre ella y Física.