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Capítulo 13

Seis meses después...

Débil, abrió lento y con pesar los ojos y Jerry, su mejor amigo, sorprendido, sonrió y se le acercó.

Él desorientado, no sabía dónde rayos se encontraba, hasta que se vio en una extraña habitación de hospital y se alarmó. Jerry trató de calmarlo.

-Tranquilo, Layne. No te muevas, por favor - él lo miró anonado.

-¿Qué ocurrió? ¿Por qué estoy aquí?

-... Porque un infeliz desgraciado te hirió de muerte con dos disparos en el estómago.

-¿Qué?

-Así es amigo. Has estado en coma los últimos seis meses hasta ahora, que por fin has despertado.

-No puede ser...

Dijo pasmado y recordó todo lo de aquel día y pensó en mí y se alarmó.

-¡¿Y Margarita?! ¡¿Dónde está mi esposa?! ¡¿Por qué no está aquí?! - Jerry bajó la mirada con desanimo y Layne más se exasperó.

-¿Qué ocurre, Jerry? ¿Por qué Margarita no está aquí?

-...Desgraciadamente, desde que nosotros te trajimos grave aquí, ella no ha venido a verte - el corazón de Layne se quebrantó y no lo comprendió.

- Pero ¿Por qué? No es posible.

-Todo es aún muy confuso, tanto para ti, como para todos nosotros.

-...

-Aquel día alguien nos llamó por lo que te había pasado y al llegar al parque, te vimos tirado y herido, medio muerto y corrimos para traerte aquí.

-¿Y Margarita? ¿Qué hay con ella? Ella estaba conmigo cuando el infeliz de Maciel me disparó ¡Sus padres! - más se alarmó y quiso levantarse, pero Jerry se lo impidió.

-Espera, aún estás débil, no puedes levantarte.

-Margarita, mi esposa ¡Ahora lo entiendo todo! ¡Ella está en peligro con esas malas personas! ¡Tengo que salvarla de esos dos!

-Amigo, aún estás convaleciente. Si intentas algo te costara más el recuperarte.

Layne desesperado, solo pensó en mí y rogó porque esas dos crueles personas no me hubiesen lastimado y miró a su amigo con exaspero.

-Jerry, por favor, ve a donde Margarita y aléjala de esas malas personas.

-Pero no sé dónde viven...

-... Es cierto... Ni yo lo sé. Entonces, ve a mi departamento. Quizás y espero que esté allí - Jerry le sonrió y le tomó la mano.

-Así lo haré. No te preocupes, amigo. Margarita está bien - Layne le sonrió y apretó su mano en señal de su amistad.

-Muchas gracias, Jerry...

Recostada en nuestra cama, abrí el relicario de corazón, que colgaba de mi cuello y miré con amor su fotografía. Aquel relicario lo había mandado a hacer para que él, de alguna manera, me acompañara siempre.

Me perdí en su tierna sonrisa, su rostro angelical y sus cautivadores ojos celestes, los que aún amo con toda mi alma y los que anhelaría poder volver a ver y que me viesen, al menos por una vez más; toqué sus labios, su nariz y me llené de suspiros y locas fantasías, con que estuviese en ese momento junto a mí y sentí que más lo quise y amé y acaricié mi enorme barriga, solo pensando en él.

-Mi amor, mi amado Layne... Si supieras cuanto te extraño, te extrañamos. Que te sigo amando entrañablemente.

Se me llenaron los ojos de lágrimas y sentí una pequeña patadita de nuestra bebe y con cariño le di un beso con la mano.

-Mi bebita linda. Nuestra bebe, Layne, la que de seguro tú también hubieses esperado con mucha ilusión y amor. Me hubiera encantado tanto que te enterarás que estoy embarazada de ti, que vamos a tener una bebita producto de nuestro amor.

Volví a mirar su fotografía en mi preciado relicario y solo deseé y anhelé que volviera a mí.

Habían pasado largos seis meses de que Layne había partido de mi lado y que tristemente no alcanzó a enterarse de que íbamos a tener un bebe, lo que me destruye en ocasiones.

Lamentablemente, con la denuncia que hice a los criminales de mi madre y al cerdo de Pedro, la ley solo dictó una orden de alejamiento en contra de ambos, por falta de pruebas, ya que el desgraciado de Maciel se había dado a la fuga, lo que complicó toda la investigación y con pesar, tuve que resignarme y conformarme por mi bienestar y el de mi bebita.

No podía vengar la muerte de mi amado esposo y eso me carcomía junto con su insuperable partida.

A veces, cuando la tristeza me consumía por completo, mi corazón me decía que él no estaba muerto, que aún vivía, pero yo reaccionaba. Era imposible, porque lo vi desangrarse aquel jodido día, pero mi corazón seguía diciéndome que él vivía.

-Un sueño, una falsa esperanza. A eso solo quiero aferrarme...

De pronto, vi la hora y me enderecé. Tenía cita con la matrona.

Mi embarazo era de alto riesgo, porque tenía problemas de presión alta, de modo que tenía que tener el máximo de reposo.

Gracias a mi antiguo hogar, este se lo había arrendado a un matrimonio joven y con ese dinero vivía tranquilamente.

Más que acelerado, Jerry llegó al departamento de Layne y se acercó a la recepción.

-Hola, buenas tardes.

-Buenas tardes.

-¿La esposa del señor, Layne Staley, está quedándose de casualidad aquí en su departamento? - el guardia lo miró por unos segundos y Jerry le dio una sonrisa ansiosa - Por favor, soy amigo de Layne.

-Si, la muchacha vive aquí - Jerry sonrió feliz por Layne y le agradeció al guardia.

Sin soltar el oso de felpa, que él me había regalado, lo sujetó con cariño, mientras miraba ido por la ventana. Se sentía impotente de estar en esa cama y no poder estar a mi lado.

Pensaba en mi con todo su ser y me amaba profundamente, con toda la fuerza del mundo.

-Amor mío, me pregunto como estarás... Te amo tanto, mi Margarita.

Miró el osito, tocó una de sus orejas con afecto y esbozó una sonrisa de melancolía al recordar que yo siempre se las tomaba con cariño y suspiró.

-Mi vida. Solo quiero verte y que estemos juntos de nuevo. Necesito saber de ti, si estás bien...

De pronto, Jerry entró y a Layne se le aceleró la respiración.

-¿Qué pasó? ¿Pudiste averiguar algo de mi esposa, Jerry? - él le sonrió.

-Tu esposa está en tu departamento, amigo. Ha estado todo este tiempo viviendo allí - los ojos de Layne brillaron y sonrió inmensamente feliz.

-Lo sabía, mi hermosa Margarita ¿Pudiste verla?

-No, el guardia me dijo que había salido. Parece que tenía cita con el doctor - Layne se extrañó.

-¿Con el doctor?

-Si, pero el guardia no me quiso dar más información.

Layne preocupado, le dio vueltas a aquello de mi visita con el doctor, y ansioso, se enderezó.

-Espera, amigo. Sabes que aún no puedes levantarte.

-No me importa. Tengo que ir con mi esposa. Ella debe estar sufriendo mucho por mí y no se merece ese sufrimiento.

-Pero Layne - él se puso de pie.

-No Jerry. Ya no puedo seguir en este lugar. Lo he estado por seis meses y Margarita debe estar destruida, además ya me siento bien.

-¿En serio? ¿Qué hay de tu herida?

-Jerry, en serio, quiero estar con mi esposa. Necesito verla, estar a su lado. Algo me dice que me necesita mucho y yo tengo, deseo solo verla y estar con ella.

-...

-Jerry, necesito que me apoyes en esto.

-De acuerdo, pero si comienzas a sentirte mal avísame, Layne, en serio, avísame y te traigo de vuelta aquí - Layne le sonrió.

-Te lo prometo, amigo.

-Ok...

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