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Capítulo 10

1 mes después.

Después de un mes completo de luna de miel, Layne y yo regresamos más que plenos y contentos a nuestro departamento.

Desempacando la ropa de nuestro equipaje, saqué el tierno osito de felpa, que Layne me había regalado en uno de los tantos paseos de nuestra luna de miel. Lo tomé con cariño y pensé en Layne con amor.

Aquel osito era tan bonito y tierno, que en cuanto lo vi en esa tienda me enamoró y Layne me lo compró y regaló con todo su cariño. Desde ese momento no lo he apartado de mí, y viéndolo, sonreí y me llené de suspiros y lo abrasé a mi pecho.

-Layne, mi vida. Cuanto te amo.

Él me vio abrazando a mi querido osito y esbozó una tierna sonrisa y se me acercó; me tomó por la espalda y yo me estremecí y vibré por completo.

Layne intenso, y con afán, me abrazó por la cintura y se acercó a mi oído derecho.

-Te amo - más me derretí y cerré los ojos con añoranza y alegría.

-Y yo a ti, amor mío.

Levanté la cabeza para mirarlo y Layne me contempló apasionado, fijo a los ojos y nos dimos un largo beso con lengua. Hicimos tronar los labios con nuestro apasionado beso y Layne tomó mi mano y siguió besándome.

Nos miramos perdidamente enamorados, y él fijo en mí, acarició mi rostro.

-¿Te sientes bien, ternura? Estás pálida.

-¿Pálida? - siguió viéndome fijo.

-Si.

-Quizás estoy agotada por el viaje - me sonrió y volvió a acariciar mi rostro.

-Tal vez sea eso. Ahora yo terminaré de desempacar nuestra ropa. Ve y descansa - le sonreí con ternura.

-Bueno.

-Después ¿Te parece que salgamos y vayamos al parque de la ciudad? - amé la idea y más le sonreí.

Layne amaba verme sonreír.

-¡Si! Quiero ir al parque. Hace mucho tiempo que no vamos allá - acarició mi mejilla y me sonrió.

-Genial. Terminaré de desempacar, para que vayamos pronto.

-¿Y puedo llevar con nosotros mi osito? - Layne me miró tierno y volvió a sonreírme.

Le provoqué mucha ternura aquello y después rio.

-Claro, mi amor. Ven aquí - me dijo y me abrazó con todo su cariño, protección y besó mi cabeza.

-¿Cómo no voy a amarte? Si eres tan tierna. Cada día me vuelves más loco por ti.

-Mi amor. No sé qué haría si no te tuviese conmigo - Layne más me abrazó.

-Eso no pasará, amor mío. Yo siempre estaré a tu lado, siempre...

Con su suéter rojo, con rayas negras, quería lucir bien, como siempre acostumbraba y yo me le quedé viendo embelesada. Amaba como lucía; amaba todo de él.

Layne me sonrió y me dio un tierno beso en los labios. Yo acaricié su cabello y le acomodé el cintillo; él me miró con detenimiento, muy enamorado.

-Estás tan bonita, ternura - le sonreí con pudor y Layne me sonrió con destellos.

-Ven aquí.

Me cargó con todo cariño en sus brazos, y yo más que feliz, él me dio una pequeña vuelta y los dos nos sonreímos plenos y perdidamente enamorados.

Tomados de la mano, salimos del departamento y nos fuimos caminando hasta el parque de la ciudad, sin darnos cuenta que alguien nos vigilaba.

Maciel sonrió y llamó a mi padrastro a su celular.

-Halo.

-Acaban de salir del departamento.

-Perfecto. Cuando llegue el momento, yo te avisaré...

Caminábamos tranquilos hacia el parque, y tomados de la mano, Layne volteó a verme y sonrió.

-¿Trajiste de casualidad tu reproductor de MP3? - le sonreí.

-Si - me detuve para buscarlo en mi pequeña cartera y lo saqué - Mira - Layne sonrió de oreja a oreja.

-¿Qué escuchamos?

-¿Te parece primero Van Halen y después una balada de Prince?

-Perfecto.

Ambos nos sonreímos y yo encendí mi reproductor; nos pusimos un audífono en una de nuestras orejas, y sin movernos tanto para que ninguno de los dos audífonos se cayera, volvimos a tomarnos de la mano y caminamos lento y tranquilos por las calles, escuchando la primera canción, que empezaba a reproducirse en mi aparato, mientras que el cálido sol nos acompañaba.

Llegamos al parque y ambos escuchando "Heros", de David Bowie, en mi reproductor, nos miramos y reímos.

-Me gusta esto. Hay que hacerlo más seguido.

-Estoy de acuerdo contigo ¿Quién diría que mi reproductor de MP3 serviría para estos tipos de paseos? Tan improvisados y románticos - sus ojos brillaron con destellos y tomó mi rostro en sus manos.

-Te amo tanto - lo miré amándolo con todo mi corazón. Solo quería que me besará.

-Mi Layne mío. Yo también te amo. Te amo con todo mi corazón.

El corazón se le aceleró de dicha e ilusión y los dos nos besamos bajo la sombra de un gran árbol.

Mi padrastro y madre en nos vieron sentados, desde su auto, bajo aquel enorme árbol y Pedro llamó a Maciel.

-Diga.

-Ahora... - Maciel sonrió.

-Perfecto. No se imagina cuanto he esperado hacer esto...

Pedro cortó la llamada, y mi madre histérica, lo tomó del brazo.

-Espera, Pedro, detengamos esto. Es muy peligroso.

-Peligroso es que ese infeliz siga al lado de Margarita y no me importa si no estás de acuerdo, pero yo haré lo que sea, para alejarla de ese imbécil.

-...

-Y te lo advierto Lucía. No te atrevas a traicionarme en esto, porque si lo haces, te va a pesar y muy caro.

-...

Mi mamá asustada, se exasperó y solo pensó en mí y Pedro volvió a mirarnos por la ventana del auto.

Con añoro me recargué de su hombro y Layne me contempló con cariño y besó mi cabeza. Amaba sentirlo así tan junto a mí, y suspirando, él también suspiró y los dos miramos el parque.

Pensé en aquello y esbocé una sonrisa de ilusión. Layne me miró y tomó mi mano con cariño.

-Te amo.

Me dijo y yo levanté la cabeza para mirarlo y le sonreí y acaricié las orejas de mi osito de peluche. Layne sonrió enternecido y también lo tocó.

Lo miré perdidamente y solo pensé en aquello con amor e ilusión.

-Yo también te amo, mi Layne, con todo mi corazón - sus ojos brillaron y sin dejar de sonreírme, besó mis labios.

Besándonos, yo tomé su rostro y él tomó mi cabeza. Fue un beso tan dulce y especial.

Nos vimos locamente enamorados, sonreímos y Layne acarició mi mentón.

-Lo sé, ternura. Sé cuanto me amas, lo que me hace amarte aún más día a día - lo vi con emoción.

-Layne, mi amor. Tengo que decirte algo - él me sonrió y acarició con ternura mi mejilla.

-¿Qué cosa?

-Es que tengo la leve sospecha de que estoy...

-Hola, Margarita - la voz de mi madre nos sacó de nuestro momento y la miramos abruptos y sorprendidos.

-Mamá...

Layne frunció el ceño y se puso en la actitud de defenderme, sí mi madre se empecinaba en atacarme y querer llevarme con ella, por lo de nuestro matrimonio. No obstante, ella solo lo miró.

-Hola, Layne - ese saludo nos desconcertó a ambos.

-... Hola, señora Lucía.

-¿Qué haces aquí? - le pregunté en seco, sin entender sus verdaderas intenciones.

-Bueno, solo quería, queríamos felicitarlos por su matrimonio.

-¿Queríamos?

-Si, Margarita. Tú madre dice la verdad - dijo de pronto Pedro y yo lo vi con desconcierto y exaspero.

Layne lo miró serio y molesto.

-¿Y usted a que ha venido a nosotros, más bien, ambos? - preguntó Layne en seco y mi madre se incomodó.

-Tienes razón en desconfiar de nosotros, muchacho.

-Claro que desconfío de ambos, más ahora ¿Cómo rayos sabían que mi esposa y yo estábamos aquí en el parque?

-... Pasábamos de casualidad por aquí, en nuestro auto, y justo te vimos, hija.

-... - yo solo miré a mi madre, y detrás de Layne, tomé con exaspero su mano. No me sentía muy bien.

-Vámonos, cariño, por favor - Layne me miró.

-Si, mi vida. Es lo mejor - miró ofuscado a mi madre y a Pedro -

Con permiso...

A punto de irnos, mi madre nerviosa, me tomó del brazo, lo que me asustó.

-Hija, espera. No se vayan aún.

-Suéltame, mamá, en serio - Layne se enfureció.

-¡Suéltala!

-Lo siento... Es que tu padre, perdón, Pedro y yo en verdad estamos muy arrepentidos por todo el daño que le hemos causado.

-...

-Tú madre tiene razón. Estábamos tan obsesionados con que estuvieses bien y feliz, que no medimos las consecuencias de nuestros actos.

-... - Layne no dejaba de mirarlos molesto y con desconfianza.

-Es por que te pedimos, les pedimos a ambos que nos perdonen. En verdad estamos muy arrepentidos - nos dijo Pedro.

-Solo queremos verlos felices en su matrimonio.

-No volveremos a meternos en su relación.

-...

Yo mareada, Layne advirtió que yo no me sentía bien y me tomó en sus brazos.

-Cariño ¿Qué pasa?

-... No me siento bien, mi amor - él se preocupó.

-Tranquila, ahora nos vamos para que descanses.

-Si, por favor...

Layne me recargó de su brazo, y a punto de irnos, nos volteamos y Maciel se nos acercó intimidante. Yo más me asusté y abrasé fuerte a Layne; él lo miró en seco y enfadado.

-¡Vaya! Miren a quien vengo a encontrarme por aquí.

-Maciel ¿Qué haces tú también aquí?

-Paseando como todos ustedes, pero ahora que te veo con tu "esposita" se me antoja hacerte un regalo especial por tu matrimonio.

-Layne - le dije con pavor y más lo abrasé.

-No recibiré nada que venga de ti, idiota. - Maciel se aproximó más a Layne.

-Sí que lo recibirás, imbécil.

Le dijo Maciel con sorna y de forma sorpresiva le puso una pistola en su estómago y le disparó.

Aquel disparo agudizó en mis oídos y corazón y Layne con los ojos perplejos en Maciel, este le sonrió y él solo pensó en mí.

-¡NO!

Grité desquiciada y mi madre y Pedro me alejaron de Layne.

-¡NO! ¡SUÉLTENME! ¡LAYNE! ¡DEJÉNME!

Layne sin poder moverse, Maciel lo miró fijo, y no satisfecho, volvió a dispararle en el estómago y Layne cayó con los ojos abiertos y tiesos al suelo.

-¡NO! ¡LAYNE!

Mi mundo y corazón se quebrantaron, la agonía, dolor y desesperación me invadieron al ver a mi amado esposo tirado, lleno de sangre en el suelo, y llorando, Maciel estalló de risa y le dio una rápida mirada a Pedro y él se la devolvió.

-¡Y ustedes, si no quieren ser los próximos, es mejor que se larguen de aquí! - más me desesperé.

-¡NO! ¡MI MARIDO! ¡LAYNE!

Me solté de los brazos de mi madre y Pedro y corrí a ver a Layne, el que no reaccionaba y Maciel me apuntó con la pistola.

-¡Si te acercas, te mueres junto con él! ¡¿Me oíste?!

-¡No!

Pedro llegó junto a mí y me tomó en sus brazos.

-No, por favor. No le haga daño a mi hija.

-¡Solo un movimiento y les disparo sin contemplación, como lo hice con este infeliz!

-¡No!

Layne no reaccionaba y yo llorando desquiciada, la gente comenzó a llegar al lugar, lo que alarmó a Maciel.

-Esto le pasa a los que me traicionan - miró el cuerpo de mi amado esposo -¡Ustedes ya están advertidos, si hablan de esto, terminaran muertos como este infeliz!

Nos amenazó y huyó entre los árboles del parque y yo grité con agonía sobre el cuerpo de Layne.

-¡AYÚDENME! ¡MI ESPOSO ESTÁ DESANGRANDOSE!

-¡No hay tiempo, hija! ¡Tenemos que irnos de aquí! ¡Ya oíste a ese sujeto!

-¡No me importa! ¡Llamen por favor a la ambulancia! ¡Mi esposo! ¡LAYNE, DESPIERTA! ¡POR FAVOR!

Mi madre desecha, Pedro la miró nervioso y ambos me alejaron del cuerpo de Layne y yo rehusándome, grité fuera de control.

-¡NO! ¡DÉJENME! ¡DEJÉNME CON MI ESPOSO! ¡LAYNE!

Ya no pude más y me desmayé.

-¡Margarita!

-Rápido, llevémosla al auto, antes que despierte...

Pedro y mi madre me llevaron con ellos en su auto, dejando sin contemplación, tirado en aquel parque a mi amado y querido esposo, Layne.

La gente que se había acercado, no lo comprendió y socorrió a Layne, quien ya no tenía signos vitales.

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