Uno
⚠︎ : Alteración de apellidos, edades y nacionalidades.
Hold on - Chord Overstreet.
He Mele No Lilo - Lilo & Stitch La película, Disney.
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▕ Capítulo Uno: ❝ Hula frente a la camioneta negra ❞
No... por favor, no te vayas. Aguanta sólo un poco más. Todavía te quiero. Todavía te necesito.
Yo no hablaba. Mis labios no se movían. Mi lengua permanecía quieta dentro de mi boca. Habría estado en total silencio de no ser por el llanto que interrumpía mi respiración. Aun así, para las demás personas en la sala de emergencias de aquel hospital yo no emitía palabra alguna, pero mi mente sí.
En mi cabeza rebotaban esas palabras en feroces gritos como olas en la marea alta. Lloraba en silencio hasta que ese horrible nudo en mi garganta dejara de hacer doler mi cabeza. Hasta que mi ommi saliera de ahí y me envolviera en uno de sus dulces y cálidos abrazos, y dijera con esa sonrisa apenada "Cariño, vamos a casa".
Todavía en mi mente de niño sabía que eso estaba lejos de pasar. Habíamos llegado al hospital hace escasos minutos, ommi en esa camilla rodeada de gente y mi mamá siguiéndola de cerca conmigo en brazos. Me sento en una de las incómodas sillas de plástico y puso su bufanda, esa que olía a su perfume, alrededor de mi cuello, murmurando un "Abrígate, hace frío esta noche, ¿mh?".
Veía a mamá caminar de aquí para allá por el pasillo. Incluso cuando murmuraba muchos "Todo va a estar bien", que no sabía si eran para mí o para sí misma, ambos estábamos conscientes de que la situación de ommi era delicada.
Después de verla... así, era difícil tener paciencia y la esperanza se nos iba entre los dedos. Aún cuando la sala estaba en un frío silencio, yo sentía que las emociones fuertes y el dolor empañaban las ventanas sucias.
Cuando mamá sacó un cigarro del bolsillo de su abrigo, con los dedos temblorosos, y discutió con aquellas enfermeras que la regañaron por fumar dentro de un hospital; yo comencé a rezar.
Recé y recé, mis manos entrelazadas tiritaban de lo heladas que estaban y mis pequeños dedos yacían rojos. Pero seguí rezando, recordando al Padre de la iglesia cerca de casa y sus sermones en las misas de cada domingo.
"Dios escucha, Dios protege y Dios consuela"
El humo llegó a mi nariz cuando mamá se acercó a mí, luciendo tan demacrada como siempre. Ojeras bajo los ojos, piel pálida y labios resecos. Me revolvió el pelo, y murmuró con amargura.
─No reces. ¿A quién le estás pidiendo cosas? Nadie está escuchando. ─Ella rio sin gracia, como si estuviera asqueada─. Esto. Tu ommi. Depende de ti y de mí, ¿eh? ¿Escuchaste bien? ─Señaló al techo con la misma mano que sostenía el cigarrillo encendido─. No hay nada allá arriba. Nadie va a resolver tus problemas sólo porque llores y se lo pidas, mocoso ingenuo...
Eso último salió de su boca con rabia, decepcionada. Me encogí en mi sitio y mis ojos acuosos se abrieron, sorprendidos, cuando vi su mano alzarse hacia mi rostro.
Aunque jamás tocó mi mejilla, ya que se detuvo a mitad de camino, suspiró y se marchó del pasillo, dejándome solo; se sintió como si lo hubiese hecho. Mamá nunca me golpeó, pero vaya que me hizo daño.
No hubo golpe, pero mi mejilla sí ardió. La lana de la bufanda rozando mi moflete se sintió arder.
Esa sensación no puedo olvidarla. No podría. Ni aunque quisiera con todas mis fuerzas.
Por eso, ahora... en la actualidad, trece años después, en la exposición de la facultad de artes de mi universidad. Mientras mi cuerpo se une en armonía y mis ojos rinden tributo al hermoso cielo de medio día al bailar el "Hula"*, las hojas de fantasía rozándome los muslos desnudos en pequeñas cosquillas, todos esos adornos de flores colgando de mi cabello, brazos y piernas, y el calor de las antorchas de pie formando un círculo alrededor, irradiando en mi piel. No puedo evitar recordar ese día. Esa noche en el hospital, ese ardor en mi cara.
De todas formas, tan doloroso recuerdo no es transmitido en el baile. Mi cabeza echa un lío sólo logra que me concentre con más pasión en la melodía. Con todas esas personas mirando mi espectáculo, mis pies descalzos creando un pequeño eco en lo hueco del escenario debajo de mí, los flashes de las cámaras tomándome fotos y la mirada orgullosa de mi profesor de danza en la universidad, entre la multitud.
«Ka pua nani a'o Hawai'i» (La hermosa flor de Hawái)
Sonrío, mis ojos cerrándose y mis caderas balanceándose con amor por mi cultura.
«O Kalākaua he inoa» (Kalākaua es su nombre)
Reprimo una risa ante los gritos eufóricos de mi mejor amigo, Jeongin, a los pies del escenario. El resto del público aplaude de igual forma al ritmo del compás de la canción, apoyándome. El coro a mis espaldas hace un trabajo hermoso con la melodía y los chicos que golpean los tambores guían a mi cuerpo. Más gritos y vulgares silbidos de Innie y mi sonrisa crece.
«O Ka pua mae'ole i ka lā» (La flor que nunca se desvanece en el sol)
«Ka pua maila i ka mauna» (La flor que florece en la montaña)
«I ke kuahiwi 'o Mauna Kea» (En la alta colina de Mauna Kea)
Bailar hula es una de mis cosas favoritas. La universidad suele pedirme hacerlo, ya que lo practico desde que mi cuerpo tuvo el equilibrio necesario para mantenerme de pie, soy el único en Seúl que sabe lo que hace. De pequeño me presentaba en la iglesia del pueblo, en el colegio y en las actividades en la plaza central. Ahora, de grande, lo he bailado en múltiples ocasiones.
Hoy se debía a la exposición de la facultad de artes, mi facultad. Danza, fotografía, música, pintura... la lista es larga. Cada estudiante tuvo que presentar algún proyecto ya sea en grupo o individualmente. Por mi parte, un hula con vestimenta tradicional y mi persona haciendo ambos roles, femenino y masculino, con la canción de la película Lilo & Stitch*, "He Mele No Lilo", para llamar la atención del público y de los niños en sí.
Aunque fuera una canción de una película infantil, tuvo su magia. Bailar hula no trata de sacudir las caderas y mover las manos como la Bruja Escarlata*; es transmitir con cada parte del cuerpo, conectar con las energías de la tierra y el cielo, hablarle a la naturaleza y a los dioses, seguir los latidos del corazón como ritmo y comunicarse a través de la música.
Por eso adoro bailarlo, me libera. Irónicamente trae a mí recuerdos no tan adorados de infancia, pero me ayuda a estar en paz. Es como... recordar algo triste pero sin sentir tristeza. Es liberador para alguien que no puede leerse a sí mismo diariamente.
Además, la película de Lilo & Stitch es buenísima. ¿Quién te conoce, Stranger Things*?
Exactamente dos horas después de mi presentación en el escenario, me encuentro caminando por el campus de mi universidad con Jeongin a mi lado. Es algo tarde, el sol se esconde lentamente y una brisa fresca revuelve mis cabellos rubios un tanto húmedos por la reciente ducha en los baños del gimnasio.
La ropa tradicional hawaiana ya no cubre mi cuerpo. De hecho, ahora tengo mucha más ropa encima.
Pantalones negros ajustados de cuero que se aprietan deliciosamente a mis muslos delgados y trabajados. Mi jersey favorito tejido a crochet de hombros caídos y mangas holgadas color rosa chillón, que combina a la perfección con mi piel pálida y la gargantilla de oro sencilla alrededor de mi cuello. Las perforaciones en mis orejas del mismo material y el elegante y costoso reloj en mi muñeca, regalo de mi tía Adelaida para mis recientes diecinueve años.
Señoras y señores, Park Beomgyu en su máximo esplendor.
Y eso que no me gusta presumir. Hum, hum.
─¡Beomgyu, qué linda presentación! Cuídate, hasta la otra semana ─Mientras me acercaba al estacionamiento del campus, mi profesor de danza me vio a lo lejos y gritó aquello mientras subía a su auto.
Le sonreí, alzando mi mano como despedida.
─¡Gracias, hyung! ¡No fue nada! ¡Nos vemos!
Por supuesto que Jeongin no demoró en burlarse.
─Ni fi nidi. Ajá, tú siempre tan humilde. ─Dice en tono sarcástico, resoplando.
Le doy un golpe suave con mi codo, él se queja y sostiene su costado, mirándome mal.
─Ser humilde es mi especialidad. Además, bailar hula no es la gran cosa. ¿No debería agradecerle por los halagos de educación? ─Me mofo, fingiendo inocencia en mis palabras.
Claro que es la gran cosa, soy el único en Seúl que lo hace y como lo practico de niño soy realmente bueno. Mover las caderas y agitar hojas trae grandes resultados consigo, quién lo diría.
─Ah, sí. Sí es la gran cosa. Tu hula-hula te dará la nota máxima en los exámenes finales. Hawaiano creído. Mientras los mortales debemos sufrir con materia y evaluaciones generales ─Me codea de vuelta, es mi turno de sisear entre dientes y quejarme.
─Mahalo* por tu cariño y buenos deseos, mejor amigo. ─Sarcasmo, sí. Jeongin se echa a reír, y al mirarle de reojo veo lo sonrosado en sus mejillas por el frío.
Siento un sentimiento cálido en el pecho por su sonrisita, sin que lo pueda entender bien. Así que sólo me dejo llevar por mis instintos y lo atraigo en un abrazo al ponerme de puntillas y rodear sus hombros con mi brazo izquierdo. El bolso que llevo apegado a la cadera, con las cosas que usé en la exposición, se desliza molestamente hacia mi espalda baja. Innie lo nota y agarra la correa para quitármelo y cargarlo él, de esa forma liberándome y abrazándome por los hombros por igual.
Ahora que estamos mucho más pegados, le molesto pellizcando sus costillas.
─No creas que no me di cuenta que faltaste a la sesión con la psicóloga. ─Ante eso, él se tensa─. Te dije que estaba bien, Innie. No tienes que venir a todas mis presentaciones. Te daba el tiempo justo para presentar tu trabajo de fotografía rupestre e irte al centro. ¿Por qué te quedaste? ¿Ah? Mocoso irresponsable.
Él gira la cabeza para mirarme con indignación. Le veo boquear y regreso la mirada desafiante, pero ninguno suelta el abrazo.
─¿Cómo que mocoso? Tss, tú eres el mocoso irrespetuoso. Te gano por un año, soy tu mayor. ¡Tu hyung! Debes tenerme respeto. Y como soy el mayor no tengo que darte explicaci- ¡Au, Beomgyu!
Luego de pegarle en la nuca, vuelvo a pegarle un manotazo en el hombro. Claro, controlando mi fuerza. Un regaño como el que da su abuela cuando nos pillaba empapados por la lluvia al volver del colegio. Jeongin se queja y se encoge en su lugar, alejándose un poco.
─¿No debes darme explicaciones? ¡Ja! ¿Qué? ¿Acaso quieres morir? Hablándole así al heredero del grupo Park, pff. ─Amenazo, resoplando, fingiendo estar igual de indignado.
Cuando por dentro me aguanto la risa porque sé lo mucho que le molesta a Jeongin mi frase de niñito mimado y rico. Pero siempre es divertido molestarlo, aunque nos desviemos del tema importante.
─Ahí vas con tu estatus social, Barbie. ¿A quién le importan tus millones?
Vuelvo a pegarle en la nuca, él chilla.
─¡A mí me importan! ¡Y no me digas Barbie! ─Agh, de verdad me enoja que me diga Barbie, y lo sabe.
Bueno, touché.
Antes de que pueda responder, y aprovechando que se ríe con maldad, vuelvo a preguntar.
─Anda, respóndeme lo de antes. No pienses que olvidaré el tema. ¿Por qué no fuiste con la psicóloga? ─La seriedad en mi voz logra que deje de reírse y me mira con vergüenza, tratando de bajarle el perfil al fingir una sonrisa como siempre hace.
Gestos falsos. Ah, ¿cuándo aprenderá que sé mucho más que él de eso?
─Primero, perdón por usar el apodo. Es mi arma mortal que guardo para momentos como este. Y en mi defensa toda la universidad te dice así, además de que te queda el nombre. Siempre vistes de rosa, eres rubio, todos tus novios son guapos como Ken, tienes voz chillona y mucho dinero, y- ¡Ya, ya, pararé! ─Vuelve a chillar cuando alzo mi mano, amenazando con pegarle otra vez.
Le doy una mala mirada, afilada.
─Ya, ¿y segundo...?
Ahora suspira, y por un segundo siento un poco de tristeza por su expresión de culpabilidad.
─Sabes que odio ir a la psicóloga, y hoy era un día especial. Estuviste conmigo en mi presentación, así que quise estar contigo en la tuya. He visto todos tus bailecitos con hojas, no me iba a perder este por ir con esa señora. Simplemente... preferí quedarme aquí.
Es mi turno de suspirar. Rompo el abrazo para cruzarme de brazos, pero él no deja de abrazarme, así que caminamos pegados por un rato, entre todos los caros autos estacionados bajo la luz del atardecer.
─Irás a la otra sesión, sin falta. Yo te llevaré. Y, por favor, esto se repetirá muchas veces. Por tu tratamiento no podrás estar siempre presente en las actividades de la facultad, te pido que respetes lo que hablamos. ─Le siento asentir con la cabeza, balanceándola juguetonamente. Como siempre hace cuando finge escucharme─. Hablo en serio, Jeongin. Hablamos esto cada noche desde hace una semana, te dije que estaba bien si no venías a mi presentación. No es la última vez que bailaré hula.
Su pecho se infla al aspirar aire en abundancia, y lo suelta graciosamente entre dientes, inflando las mejillas. Desvía la mirada, la luz del sol golpeando ahora su perfil.
─Estoy agradecido de ceder a mis caprichos y quedarme. Lo hiciste muy bien, me gustó verte y grabarte. Se lo mostraré a noona Ade. Muy lindo, estudiante Park. ─Obviamente eso último lo dice con burla, imitando la voz del profesor Hong de hace un rato.
El profesor Hong Jisoo es joven a comparación de los demás maestros de la facultad de artes, es muy guapo y se expresa de forma jovial y fresca con sus estudiantes. Me llevo especialmente bien con él al ser el mejor en mi clase de danza, por eso suele tratarme con cariño. Sé que la situación es fácil de malinterpretar, mi fama promiscua y los rumores dicen que me he acostado con él, y aunque no niego que ganas no me faltan por supuesto que es mentira. Él es demasiado bueno para hacer esas cosas. Pero, a la gente le encanta hablar de vidas que no son suyas, así que el rumor está bastante presente en los pasillos. Jeongin lo sabe y suele emparejarme con el profesor Hong, obviamente con el afán de molestar.
─Lapuwale* ─Es lo único que digo, pero con una sonrisa triunfante.
Jeongin se echa a reír y me empuja con suavidad.
─Idiota tú. Te he escuchado insultar en hawaiano los últimos tres años, sé cuándo debería indignarme.
Entonces, me suelta del abrazo, afianza el agarre de su mochila y mi bolso en su hombro y hace un coqueto movimiento de caderas antes de apurar el paso y dejarme atrás.
Me echo a reír de igual forma y corro para alcanzarlo. ¡Es tan mezquino el idiota!
─¡Woah, ven aquí! ¡Tienes el honor de caminar con el heredero del grupo Park y lo desperdicias! ¡Mis millones y mis abogados me permiten insultarte en todas las lenguas que quiera! ¡Ya, Jeongin, no te enojes!
Chillo todo eso, persiguiéndolo entre risotadas por el estacionamiento. Jugueteamos un rato, correteándonos alrededor de un AUDI R8 de un negro brillante, hasta que algo llama mi atención.
Cerca de la reja que da a la calle principal, junto a otro autos comunes veo a un ¿carro de policía? Dejo de perseguir a Jeongin y me paro en medio del cemento a mirar el peculiar vehículo.
Es decir, no tiene nada de raro, sólo es la policía patrullando. ¿Pero qué hace estacionado ahí? El evento acabó hace más de una hora, y no suelen verse por acá ya que siempre patrullan por el centro a unas calles más abajo.
Bah, estarán perdiendo el tiempo, como siempre.
Con eso en mente me encojo de hombros y lo dejo pasar, no he robado nada así que de seguro no vienen por mí. Mi tía es muy ingenua como para andar en negocios sucios, tampoco puede tratarse de eso.
Me giro para buscar a Jeongin, pero lo que veo me petrifica. Escucho el sonido en seco de su mochila y mi bolso golpeando el piso cuando los suelta, seguido de sus rodillas impactándose en el cemento al caer.
¿Pero qué...? ¿Qué le pasó, qué ocurrió? ¡Sólo me voltee un segundo!
Corro hacia él, a lo lejos veo a un par de chicos subirse a una camioneta y mirando la escena con rareza. Un chico medio desmayado en medio del estacionamiento es bastante extraño, si me preguntan a mí.
Me agacho a su lado y sostengo sus hombros antes de que su torso se incline hacia delante y caiga también. Trato de mirar su rostro, veo su pecho subir y bajar erráticamente, su respiración sin orden alguno. Acuno su rostro y pillo su piel fría, demasiado para tratarse de Jeongin. Uno nuestras miradas, sus ojos están acuosos y parece a punto de estallar en llanto.
─Innie, dime qué ocurre. Por favor, ¿Qué te pasa? ─Me ahorro el "¿Estás bien?", claramente no lo está─. Oye, ¿es una de tus crisis de ansiedad? Ah, carajo, qué debería hacer...
Él parece desenfocado del mundo real, pero por un segundo me busca con la mirada y alza su tembloroso brazo, señalando con su dedo la reja a mis espaldas, esa que también da a la calle.
─La... la cam-mioneta negra... me quieren llevar, no dejes que me lleven, por favor... por favor, Gyunnie...
Su murmullo me desconcierta, y mi corazón duele al oír el primer sollozo. Miro por encima de mi hombro casi rompiéndome el cuello al girar la cabeza tan rápido, y, en efecto, hay una camioneta bastante sospechosa estacionada. Una Van negra, enorme, con vidrios templados. De todas formas no puedo entender así de rápido por qué mi amigo se ha puesto así con sólo verla, no tiene nada muy especial, hay miles de autos así en las calles día a día.
Quizá... ¿Su ansiedad tendrá que ver? No entiendo, estábamos bien hace unos segundos.
─E mālie, e ka meli*. Nada malo te pasará, sólo es un auto ─Trato de ayudar, pero sólo logro que su llanto finalmente culmine y se abrace a mi cuello, como ocultándose. Permito que se refugie allí y lo rodeo con fuerza, mordiéndome la boca de lo nervioso que estoy.
Qué hago, qué hago. No tiene sus pastillas cerca, ni siquiera tengo un dulce para que se calme y parece no tener intención de soltarme.
Siento pasos a mi lado, y el mismo tipo de la camioneta se acerca.
─¿Qué le pasa? ─Pregunta, como si estuviera preocupado. El resto de sus amigos lo escoltan, todos murmurando con cara de asustados.
Frunzo el ceño.
─¿Qué le pasa a tu cara? ─Lo borde de mi voz le sorprende, puesto que se echa para atrás y me mira molesto. Ja, ¿no que estabas tan preocupado?
─Oye, cálmate. Sólo quería saber si necesitabas algo, él no se ve bien.
─Sí necesito algo, que te largues.
En medio de la mini discusión, Jeongin tira del borde de mi jersey y, con sus labios temblando, me susurra, casi rogándome.
─Horae... q-quiero a Horae, llévame con él, por favor, por favor. Horae... Am... A- Horae, lo quiero.
Su respiración empeora, sus labios se tornan violáceos al igual que sus uñas y sus ojos se hunden en las bolsas oscuras de su piel canela.
Se le va el aire. ¡Ay, por Dios! ¡Se le va el aire! ¡Ansiedad hija de perra!
Asiento a su petición. Haría lo que fuera por él, si lo necesita, lo tiene. Ignoro al otro tipo y trato de pararme con Jeongin en brazos e ir a mi auto, pero mis piernas se detienen a medio camino.
¿Quién diablos es Horae? ¿Ir a dónde?
Mierda. ¿Ahora qué hago?
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1. Hula: Baile tradicional de Hawái,
acompañado de cánticos o canciones.
2. Lilo & Stitch: Película de Disney.
infantil/aventura.
3. Bruja Escarlata: Superheroína
ficticia que aparece en los cómics
publicados por Marvel Comics.
4. Stranger Things: Serie de televisión
transmitida en Netflix, bastante
popular.
5. Mahalo: Gracias.
6. Lapuwale: Tonto/Idiota.
7. E mālie, e ka meli: Cálmate, cariño.
Si ven algún error, avísenme para corregirlo por fa.
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