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*Capítulo 40*

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¿Quién se iba a imaginar que después de lo sucedido las cosas darían un pequeño cambio? O tal vez él era un tanto ingenuo al pensar que todo seguiría igual después de la visita al ministro de magia.

En cuanto George salió del ministerio, su hermano Percy lo vio abandonar el lugar. Poco tiempo transcurrió para que su padre, madre y demás hermanos supieran lo sucedido y el por qué de su visita a Kingsley.

Así que, a pesar de que la noche estaba tranquila y las estrellas iluminaban el cielo nocturno de la ciudad; George seguía sosteniendo el vociferador con manos temblorosas. Y no es que le dé miedo oír lo que Molly Weasley tuviera que decir, cuando estaba en Hogwarts siempre le llegaba como mínimo 2 a la semana junto a Fred, pero no quería quedar en vergüenza frente a Mia.

La castaña lo observó expectante—¿No lo vas abrir?—preguntó sin quitarle la mirada.

—Prefiero que explote en mis manos—respondió con nerviosismo. Ella lo observó con el ceño arrugado—No te preocupes, no es una explosión grande—agregó tratando de tranquilizarla con una pequeña risa nerviosa que no funcionó.

—Oh vamos...No puede ser tan malo—. Se acercó a él y le quitó el sobre de las manos.

—No Mía, no lo abras...

Pero ya era demasiado tarde, el vociferador se había abierto y la voz de Molly Weasley comenzó a oírse por toda la habitación.

¡George Weasley!

¿En qué estabas pensando? Hacer magia en frente de una muggle? ¡Ahora tu papá y tu hermano pasan vergüenza en el trabajo y todo por tu culpa! Creí que eras un adulto responsable! Si vuelvo a enterarme que haz cometido otro delito como ese, yo misma te llevaré a Azkaban!

En ese momento la carta se hizo pedazos por si sola, y George solo mantenía su mirada en los pequeños trozos del vociferador que caían lentamente hasta tocar la alfombra. Sentía que los nervios y vergüenza del momento se apoderaban de su cuerpo: sus manos temblorosas, respiración irregular y su boca seca no lo ayudaban a superar ese momento el cual deseaba que no existiera.

Se mordió el labio al ver que los pies de Mia se acercaban hasta donde él se encontraba. Levantó su mirada, la castaña lo observaba confundida y un tanto preocupada al verlo en ese estado de nerviosismo.

—¿Estas bien? —George asintió —¿Qué fue todo eso ? Y...¿Cómo es que...

—Eso es un vociferador —respondió mientras caminaba por la habitación aun avergonzado —. Más bien era un vociferador...

—Pero como es que....

—Mia de verdad estoy avergonzado —musitó —. Me siento como si volviera a tener cinco años. — Mia rió suavemente y George la observó como una ceja alzada mientras sus mejillas se sonrojaban aun más —No le encuentro la gracia...

—Lo siento pero...No es algo tan malo George. Tu madre solo esta preocupada por ti.

—Una cosa es estar preocupada y otra es...Tratarme como un niño pequeño y avergonzarme —respondió cruzándose de brazos haciéndolo ver realmente como un niño pequeño.

Mia suspiró un tanto divertida y George solo la observó con seriedad. ¿Cómo es que no se daba cuenta que es verdaderamente vergonzoso para él? Mas aún cuando algo como eso sucede justo en frente de la chica que tanto le gustaba y la cual era su novia.

Se dejó caer en la cama y observó hacia la mesita de noche que estaba a su lado, en donde se encontraba un envoltorio de uno de los surtidos Salta clases, provocando que su mente se perdiera en los recuerdos de ese año cuando con su hermano comenzaban a incursionar en el mundo de los negocios y las bromas de forma más seria.

Solo eran dos chicos de dieciséis años cuando habían decidido formar su propio negocio y aplicar sus habilidades en la magia en algo que de verdad les apasionaba. Al principio les había costado adquirir gran parte de los ingredientes que necesitaban para sus productos, pero no por ello iban a dejar ese gran sueño que tenían. Luego tuvieron la suerte de que Harry les obsequiara el premio de mil galeones del Torneo de los tres magos y ya...El resto es historia.

Suspiró al final de cuentas las travesuras y el meterse en problemas era parte de su vida y de su propia personalidad, tanto que, si fuera por el humor, no sabría a que se habría dedicado en su vida. Siguió observando el envoltorio y lo tomó entre sus dedos.

—Desde que tengo uso de razón, recuerdo haberme metido en problemas junto a Fred. Crecimos escuchando a mamá enfadada por algo que habíamos hecho —mencionó sintiendo la mano de Mia sobre la suya —Tanto nos gustaban las bromas, que nos llamábamos Gred y Feorge —soltó una pequeña carcajada —. Lo hicimos solo por diversión.

—¿Gred y Feorge? —rio —Es...Creativo —George sonrió débil —¿por qué dices que te gustaban las bromas? ¿ya no es así?

—No es que no me gusten, pero sin Fred las cosas no son las mismas, Mia. Solo con él podía tomar la vida de forma despreocupada —la observó —. Este George que conoces, no es el mismo de hace un año o dos...Soy un George más retraído, que piensa las cosas y que su mente no deja de recordarle momentos dolorosos...

—No tienes que seguir hablando si no quieres —lo interrumpió Mia al ver sus ojos llorosos.

—Lo sé....pero necesito que lo sepas—mencionó poniéndose de pie. Buscó entre sus cosas una pequeña caja en dónde guardaba algunas cosas, al encontrarla la abrió y sacó un folleto—Este fue uno de los primeros folletos que creamos con Fred antes de abrir la tienda, cuando recién no estábamos dando a conocer.

George le entregó el folleto a Mia y está la tomó y lo observó por varios segundos sin decir palabra.

—Era un folleto muy bueno...Digo, no tenían idea de Marketing o publicidad y aun así, supieron captar la atención de los clientes potenciales —mencionó levantando su mirada y fijarla en George.

—Supongo que eso es bueno... —murmuró esbozando una débil sonrisa.

—Lo es —asintió ella

—¿Sabes por qué guardo ese folleto? —ella negó —Porque es lo único que me recuerda a los momentos felices que tenía con mi hermano; a no olvidar de la idea principal de todo esto.

—¿Cuál es esa idea principal?

—Hacer reír... Que las personas olviden sus problemas por unos segundos, minutos...El tiempo suficiente para luego volver a enfrentarlos. ¿No crees que el humor es importante también?

—Si ya lo creo —asintió Mia sin dejar de observarlo —. Pero ¿que hay de ti? —George la observó sin comprender — Ya sabes...El humor, ¿te ha ayudado a sobrellevarlo?

George se pusó de pie y se alejó un poco de Mia. Sentía su mirada sobre él y eso lo puso un poco nervioso. Suspiró y meditó por un momento sus palabras antes de responder.

—No...El humor para mí no causa el mismo efecto que en los demás. Desde que...En fin, no es lo mismo. Porque para que lo fuera, deberíamos seguir siendo Gred y Feorge —rió con pesimismo —. Y ahora solo soy Feorge —murmuró girándose para observarla.

—Deberías tratar de...

—¿Volver? No, no esta en mis planes volver al negocio y mi amigo Lee lo sabe. Mientras el pueda sobrellevarlo, no tengo intenciones de volver.

—Pero ese negocio es tuyo y de tu hermano. Nadie mas que tú sabe las fortalezas y debilidades de tu local.

—No me digas eso...Si te estoy contando todo esto, es por que eres mi novia y...Quiero compartir lo que siento y pienso contigo en relación a mi negocio.

El silencio los acogió como un manto, no era incomodó ya que ambos estaban sumidos en sus propias reflexiones acerca del tema. George sabía que algún día debía de volver al negocio, observar el local y volver a tomar el camino de su vida.

Suspiró y se acercó a la ventana que daba a la calle principal. Las faroles seguían iluminando las calles de Londres. Las luces de los edificios y algunos hogares, hacían ver la ciudad algo más cálida. No supo por qué, pero aquella iluminación le hizo recordar los primeros fuegos pirotécnicos que habían creado con Fred, sobre todo cuando dejaron Hogwarts, no sin antes provocar una rebelión en contra de Umbridge.

Aquellos recuerdos lo hicieron sonreír débilmente.

—De seguro tienes muchos recuerdos lindos junto a tu hermano. Deberías aferrarte a ellos —murmuró abrazándolo por la espalda. George suspiró y acarició sus delicadas manos.

—Lo sé. Pero cada vez que lo recuerdo yo...

—Se como se siente, de verdad lo comprendo. Pero una vez me dijeron que...Sin tristeza ¿Cómo llegas a la felicidad? ¿Cómo sabrías como es la felicidad si nunca has estado triste?

—¿Qué quieres decir cariño?

—Quiero decir que...Si estas triste, llora. Llorar hace bien, pero en los momentos de nostalgia solo recuerda los buenos, recuerda como reías con él, las bromas que ambos hacían a los demás...Eso es lo importante.

—Lo entiendo—pasó una de sus manos por su cabello, descendiendo hasta su cuello—Me encantaría ser el mismo de antes pero....

—Pero no puedes sin él. —Lo interrumpió y George asintió—Todos hemos cambiado de alguna u otra forma. Los cambios no son malos cariño, muchas veces son necesarios.

—No cuando la persona más importante para ti, ya no está...

—George escúchame —suspiró mientras el pelirrojo se giraba a ella —Vivir en un duelo constante por la pérdida de un familiar, no es bueno. No hay un tiempo adecuado, más bien depende de cada uno, pero...Se que, si te quedas y enfocas solo en la perdida, la tristeza será tan abrumadora que te costará salir de ella. Te lo digo por experiencia.

George la observó sintiéndose un tonto, había olvidado por completo que ella también había perdido a su hermano de forma trágica. ¿Cómo se había enfocado tanto en su mismo? ¿Cómo había siquiera pensado en que ella no comprendía su situación?

Acarició la mejilla de la castaña quien transmitía nostalgia, no había que ser un genio para darse cuenta que durante la conversación había sucumbido ante el recuerdo de su hermano y su experiencia ante su perdida.

La abrazó y acarició su espalda de forma delicada, sintiendo las pequeñas manos de Mia corresponder a su abrazo.

—Perdóname —susurró junto a su oído —. Se qué me dices las cosas a través de tu experiencia, y....También sé que lo haces porque no quieres que pase por lo mismo que tu pasaste —La abrazó apretándola un poco más a su cuerpo e inhalando su aroma, aquel aroma que siempre lo tranquiliza y le recuerda a ella.

—Prométeme que no te encerraras en ti mismo...No quiero que te hundas en esa horrible sensación.

Sintió como ella apretaba su abrazo y cerraba los puños alrededor de su ropa, ahí supo que Mia estaba llorando en silencio. Acaricio su cabello, sus dedos deslizándose entre los finos mechones castaños mientras asentía y posicionaba su mentón sobre la cabeza de ella.

—Lo prometo —musitó.

George permaneció abrazándola, sintiendo su pequeño cuerpo aferrado a él como si quisiera alejar todo mal de sus pensamientos. Cerró los ojos por un momento dejándose llevar por las sensaciones de cariño y comodidad que ella le hacía sentir.

Mantuvieron el abrazo por varios minutos hasta que Mia se separó un poco de él y le devolvió una mirada tranquila, aunque sus mejillas tenían rastro de lágrimas derramadas. George las limpio con su pulgar y luego besó su frente.

—Deberías descansar —Mia negó —Mia...

—No...aún debo terminar de leer algunas cosas de la universidad...

—Ho vamos, sabes que necesitas descansar. Además, ya estás de vacaciones ¿no? —acarició ambos brazos de Mia y uno de sus pulgares trazo círculos en uno de ellos —. Ambos lo necesitamos, olvidarnos por un momento de lo que nos hace sufrir y....Supongo que salir adelante.

Mia sonrió de forma débil y suspiró para luego asentir resignada.

—Tienes razón.

—Acomódate y yo iré a prepararte una taza de té.

George besó la frente de Mia y salió de la habitación hacia la cocina. Él la mayoría de las veces era quien necesitaba de alguien en sus momentos de vulnerabilidad y dolor al recordar a Fred. Se sentía egoísta siendo que su novia (vaya, suena lindo hasta pensarlo) también tiene esos momentos en donde solo necesita de un abrazo y mucho cariño de quienes la rodean.

Calentó el agua en la tetera mientras buscaba una taza en el mueble junto al té favorito de Mia. En ese poco tiempo que llevaban conociéndose, George se dio cuenta que ella siempre bebía té de naranja cuando se sentía agobiada, cosa que le recordó a su gemelo. Suspiró, el agua ya se había calentado lo suficiente; tomó la tetera y vertió el agua dejando que las hojas de té con naranja reposaran por un momento en el difusor.

Tomo la taza y se dirigió a su habitación, pero al llegar se dio cuenta que Mia se había quedado dormida. George sonrió de forma débil al verla dormida, tan tranquila como una pequeña niña. Dejó la taza de té sobre la mesa de luz que estaba junto a su cama y se recostó junto a ella, tapándose ambos con la manta que se encontraba a los pies de la cama. La abrazó de la cintura y besó su frente para luego apoyar su mejilla sobre la cabeza de ella mientras aspiraba su aroma: Lavanda.

Comenzó a cerrar los ojos y a dejar llevar por aquella sensación de infinita paz y tranquilidad, poco a poco comenzó a caer en u profundo sueño, uno que hacía varios días que no tenía y que ya extrañaba.

Esa sensación se mantuvo, salvo que sentía su cuerpo ligeramente más liviano, además de sentir el viento rozar sus mejillas. al abrir los ojos se encontraba bajo el mismo árbol que daba a la panorámica de una gran extensión de plantas de Lavanda. Se puso de pie y observó como algunas aves surcaban el cielo, mientras que algunos pájaros cantaban en una de las ramas del árbol y el sol se abría paso entre ellas.

George dio unos pasos hacia el campo de lavanda, pero se detuvo en cuanto sintió una mano posarse en su hombro izquierdo. Se giró y vio a Fred con su amplia sonrisa de siempre, esa que indicaba alguna idea, la misma sonrisa con que lo tranquilizaba cuando estaba nervioso y le aseguraba que todo estaría bien. Lo abrazó y sintió como las preocupaciones se iban de su mente. Ninguno de los dos dijo alguna palabra, solo disfrutando de ese abrazó y momento.

El viento sopló con un poco de intensidad haciendo que las plantas de lavanda se movieran y su aroma llegara hasta donde ambos se encontraban. George se separó un poco de su hermano y lo observó devolviéndole la misma sonrisa.

—Al parecer alguien me extrañó. Hola Feorge

—Hola Gred. 
















Nota de aurora:
Hola, primero disculparme por no haber actualizado en todo este tiempo, se que muchos de uds se preguntaban si seguiría o no con la historia, algunos hasta me escribían en el muro y...debo decir que nunca pensé en abandonarla, menos en este punto en que solo quedan dos capítulos para el final. De verdad, lamento haberlos hecho esperar y hacerlos sentir ansioso.

Ahora pasando al tema del capítulo, cómo escritora disfrute escribiendo el momento en que George y Mia se abrazaron, sentí una conexión muy linda con ambos personajes, además que la inspiración llegó de forma precisa mientras oía a una de mis cantantes favoritas para esos momentos de relajo: Nina Nesbitt. Se las recomiendo mucho, sobre todo su último trabajo( canción 'Pages' y 'Mansion') con el cual me ayudó a escribir este capítulo.

Sinceramente, gracias por seguir con la historia, los quiero.

Caro✨💕

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