*Capítulo 38*
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La tarde fría pero tranquila en uno de los parques de la ciudad de Londres. Mia y George habían regresado a la ciudad después de las fiestas con sus respectivas familias.
Desde ese día en que George y Mia habían solucionado y hablado acerca de la verdad que ocultaba el pelirrojo, las cosas fueron mejorando al punto en que la castaña le pedía que le explicara como era la vida de los magos y brujas.
—Es como todas... —había dicho George mientras armaban un mono de nieve, Mia solo ladeo la cabeza —Hablo en serio, nuestras vidas no son tan distinta a la de ustedes...
—Lo es, tu puedes hacer magia y yo no...Vamos George, cuéntame como es. ¿Tienen colegios? ¿cómo es que se ocultan? ¿el gobierno sabe de ustedes?
—Wow...Calma —rio el pelirrojo y observó a su alrededor para luego acercarse a Mia y susurrarle —Prometo contarte todo, pero no aquí...
La castaña comprendió y siguió armando el mono de nieve junto a George moldeando la cabeza, para luego buscar dos pequeñas piedras y ponerlas como si fuesen los ojos. El pelirrojo observó como ella arrugaba el ceño al ver que no había quedado tan bien como esperaba.
—Es horrible...
—Es solo un mono de nieve, Anderson. No tiene que ser perfecto —murmuró mientras la abrazaba por detrás y le daba un pequeño beso en su cien.
—Pero podrías dejarlo perfecto ¿no? Digo...Ya sabes, con magia —susurró la última palabra.
George alejó un poco su rostro de ella y la observó un tanto sorprendido por sus dichos.
—Mia...De verdad no puedo hacer magia, aunque quiera no puedo—aclaró.
—¿Por qué no? Además, nadie está viendo...
—Pero podrían...No se nos permite hacer magia frente a muggles—murmuró observándola.
—¿Muggles? —arrugó el ceño confundido —¿Qué es eso?
El pelirrojo suspiró y desvió su mirada observando a un grupo de niños lanzándose bolas de nieve. El viento rozó su mejilla provocando que volviera su mirada a Mia quien lo observaba expectante por su respuesta.
—Es como le decimos a las personas sin magia... —musitó mientras comenzaba a caminar entrelazando su mano con la de Mia.
—oh...Entiendo
El silenció volvió a ellos mientras caminaban por las calles de Londres. El espíritu navideño de días atrás ya se había ido y tan solo quedaban las decoraciones, pero aquello no impedía que la felicidad permaneciera en la ciudad, faltando solo la festividad de año nuevo.
Caminaron de vuelta al departamento mientras el cielo nublado y los pequeños copos de nieve continuaban cayendo de forma delicada. Al llegar al edificio en donde residían George se quitó los guantes mientras mía hacia lo mismo y comenzaba a buscar las llaves de su departamento mientras esperaban el ascensor para subir.
—No Mia, iremos a mi departamento y te explicaré todo.
—Con todo te refieres a...
—Exacto... —murmuró sin dejar que termine la frase.
El ascensor llegó al primer piso y entraron junto a un matrimonio de ancianos, quienes iban tomados de la mano y el abuelo besaba la mejilla de su esposa. George apretó ligeramente la mano de Mia y le indicó con un movimiento de cabeza la escena, a lo que ella sonrió al verlos y luego mirar a George quien le devolvió la sonrisa.
Un piso antes los dos ancianos bajaron del ascensor. Al llegar al quinto piso, las puertas se abrieron y ambos bajaron y caminaron en dirección al departamento de George. Él busco las llaves y abrió la puerta permitiendo que Mia pasara primero y luego él cerrando la puerta.
—¿Eres el Grinch o algo parecido? —preguntó mientras se quitaba el abrigo, bufanda y gorro.
—¿De qué hablas? —preguntó George quien también se quitaba la chaqueta, bufanda y gorro, dejándolos colgados en el perchero junto a Mia.
—No adornaste para navidad tu departamento —mencionó observando la sala y la cocina que estaba conectada.
La risa de George era suave y luego movió la cabeza de lado a lado. Él no era de adornar, más bien ¿Por qué hacerlo si no había pasado la festividad en su hogar?
—Porque pase Navidad en casa de mis padres —se encogió de hombros —¿para que hacerlo?
—Porque es lindo —agregó Mia acercándose a él y abrazarlo de la cintura.
—Tu eres linda —La rodeó de la cintura con una sonrisa y acercó su rostro para besar su frente. —¿Quieres algo? Creo que me queda té...
—Té estaría bien. Gracias.
George se dirigió a la cocina y comenzó a preparar el té mientras Mia se sentaba en el sofá de la sala. El pelirrojo mientras esperaba el agua hervir, observó como ella tomaba la fotografía en donde salía Fred y él sonriendo a la cámara, el mismo día que habían inaugurado oficialmente Sortilegios Weasley. La castaña no quitaba la mirada del portarretrato, sobre todo a la extraña pero graciosa edificación que se alzaba detrás de ellos. George sonrió y se giró a la estufa en cuanto sintió que el agua comenzaba a hervir. Sirvió dos tazas de té y se acercó hasta donde se encontraba Mia.
—Él es Fred, mi gemelo —mencionó dejando ambas tazas de té sobre la mesa de centro y volver su atención a Mia quien le devolvía la mirada —Y lo que se ve detrás, es nuestra tienda de bromas.
—Oh...Y ¿cuál de los dos se supone que es Fred? —arrugó el ceño al no poder diferenciarlos en la fotografía.
—Él —indicó con su dedo índice a Fred —¿Acaso no notas que yo soy mucho más guapo? —acotó en tono de broma.
—Vaya...No creí que fueras tan egocéntrico —le devolvió la fotografía a George y tomó su taza de té mientras reía.
George movió el cabeza divertido mientras se sentaba a su lado y bebía un poco de su té. Se mantuvieron en silencio, hasta que George se puso de pie y fue en dirección a su habitación bajo la mirada confundida de Mia. Buscó en su ropero, aquella caja alargada que guardaba al fondo, hasta que la encontró y la llevó consigo de vuelta a la sala.
—Se que...Te dije que te explicaría todo —comenzó a hablar George mientras sostenía la caja y acariciaba la cubierta un tanto nervioso —Bueno...Comenzaré desde el principio —aclaró sentándose junto a Mia y entregándole la caja. —Ábrela.
Mia asintió y abrió la caja viendo el contenido. Arrugó ligeramente el ceño y observó a George.
—Pero esto es...
—Es una varita mágica de verdad...Es lo que nos ayuda a los magos y brujas canalizar la magia y realizar un sinfín de hechizos.
—¿Podrías mostrarme?
—No lo creo... —murmuró dudoso —Desde que Fred murió no he podido realizar ningún hechizo —aclaró mientras tomaba la varita entre sus manos y sentía esa sensación familiar que lo inundo cuando fue a comprarla junto a su gemelo—Intenté algunas veces hacer magia, pero...ya no es lo mismo—agregó con pena.
—Lo siento...—murmuró Mia mientras lo observaba y apretaba ligeramente el hombro de George—Aun no me has respondido... ¿El gobierno sabe de uds?
—Bueno...El primer ministro muggle es el único que sabe de nuestra existencia.
—¿Y cómo es que no lo ha comentado?
—Cariño...—Mia se ruborizó— ¿De verdad piensas que alguien le creería si lo dijera?
—Pues...—se mantuvo pensativa algunos segundos—Para nada... Si fuera yo, creerían que estoy loca.
—Exacto...Para uds los muggles, los magos y brujas solo vivimos dentro de lo que ustedes llaman fantasía. No existimos.
—Pero lo que aun no entiendo, es ¿cómo pueden permanecer ocultos? —Preguntó mientras George la observaba y bebía un poco de su té, para luego volver a dejar su taza sobre la pequeña mesa de centro.
—¿Alguna vez oíste hablar de la caza de brujas en Salem?
—Si, Pero eso es solo una historia. Hoy en día se sabe que las "brujas" solo eran mujeres con conocimientos en plantas medicinales y...La caza solo era por rumores infundados.
George soltó una risa suave, para luego mover la cabeza de lado a lado y volver su atención a ella—La caza de brujas fue cierta, no solo en Salem, sino que también aquí en Europa. Las mujeres que atrapaban eran brujas de verdad, Mia. Algunas si, murieron, pero otras pudieron arrancar. Luego de ese periodo, se creó el «estatus del secreto» en dónde lo ocurrido comenzó a tomar la forma de una historia con matices distintos, la historia que tú y tantos otros muggles saben.
—Ahora tengo muchas más dudas...
—Adelante, pregunta lo que quieras —Bebió otro poco de su té sin quitar su mirada de ella.
—¿Como es que la historia pudo cambiar, si todos sabían que las brujas y magos de esa época de verdad existieron? Y ¿Qué es el estatus del secreto?
—Hay un hechizo con el cual puedes modificar la memoria de las personas —Se encogió de hombros —. Tal vez lo hicieron de esa forma, no se tiene muy en claro esa parte de la historia. Pero siguiendo esa línea, después de ese periodo el ministerio de magia creó el estatus del secreto, el cual nos obliga a vivir escondidos de uds, como también, se nos prohibe hacer magia en su presencia o tan solo mencionarles de nuestro mundo....
George la observó con algo de nerviosismo. Sabía que el comentarle todo eso, podría meterlo en problemas, el ya haberle dicho que era un mago y que la magia existía, era demasiada información.
—Si el estatus del secreto es como me dices... ¿Estas en problemas por comentarme esto? —George asintió —Lo siento...No debí presionarte, no quiero que tengas problemas por mi culpa —murmuró con preocupación.
—No te preocupes por eso... —acarició una de sus manos para tranquilizarla —Supongo que...Tarde o temprano debía de contarte como es todo. Además, una de las cosas que odio es ocultarle las cosas a las personas que quiero...Aunque algunas veces es necesario —murmuró las últimas palabras pensativo, recordando lo que sabía acerca del parentesco de Alphard Black y Artemisa. Se mantuvo unos segundos sin hablar, para luego volver su atención a Mia —Solo prométeme algo.
—Lo que quieras.
—Prométeme que no le comentaras a nadie lo que te dije. Mia por favor...Si alguien se llega a enterar y lo difunde...Estoy perdido.
—No te preocupes. No sé lo contaré a nadie, te doy mi palabra.
George la observó por varios segundos sin apartar su mirada de Mia. Tal vez otras personas pensarían que haberle comentado algo así era muy apresurado, pero confiaba en ella.
Acarició su mejilla con su pulgar provocando que Mia sonriera débilmente y dejara escapar un pequeño suspiro. Tocar su piel suave y verla sonreír, era como magia para él, una que lo hacía sentir cálido después de una tormenta de nieve, casi igual a lo que sintió en la guerra cuando debió de invocar su patronus para alejar a los dementores , al fin y al cabo, Mia era su patronus en ese momento.
George le sonrió en cuanto ella comenzaba a ruborizarse por aquella muestra de afecto. Él se acercó su rostro y rozo sus labios con los de ella, besándola de forma cálida y afectuosa, para luego separarse unos centímetros de su rostro y observarla con cariño.
—Te quiero—dijo de forma afectuosa.
—Y yo a ti—murmuró aún sonrojada pero con una sonrisa que transmitía sinceridad.
Ese momento especial, fue interrumpido por el picoteo de una lechuza en la ventana. George al verla, se puso de pie y abrió dejando que el ave se posara sobre el respaldo de una de las sillas del comedor. Le quitó la carta del pico y el ave permaneció un momento descansando. Él sonrió levemente y volvió su mirada a la carta, observó el sobre dándose cuenta que era de Ron, la abrió y comenzó a leerla.
Querido George:
¿Todo bien en el mundo muggle? Espero que si y todo vaya de maravilla. Hace unos dias le envié una carta a mamá y respondió de vuelta con un vociferador ¿Te das cuenta la vergüenza que pasé con los padres de Hermione? ¡Merlin! Y fue solo porque no avise que no pasaría las festividades con ustedes. Por un momento me recordó a cuando estaba en segundo año y me envió uno ¿lo recuerdas? vaya mujer...
Cierto no te había comentado, con Hermione ya encontramos a sus padres y pudimos revertirle la memoria. No estuvieron muy contentos cuando les mencionamos lo que sucedió, pero comprendieron porque Hermione lo hizo.
En fin...Solo quería saber cómo estabas, Charlie algo me comentó de una vecina tuya ¿Es linda? No me quiso decir más...Solo que es una chica muy agradable.
Espero que te encuentres bien, creo que con Hermione y sus padres pasaremos año nuevo aquí en Australia, asi que...nos vemos el próximo año.
Abrazos, Ron.
George sonrió al terminar de leer la carta, la dobló y guardó en su bolsillo. Al volver su mirada a Mia pudo notar que ella acariciaba la cabeza de la lechuza sin dejar de observar al animal el que se encontraba exhausto por tan largo viaje.
—Descansa amiguito... —murmuró al ave, para luego observar a Mia —Viene desde Australia.
—¿Australia? —preguntó impresionada por el recorrido del ave —pobrecito, debe tener hambre.
—Si...Debo tener algo por aquí —murmuró dirigiéndose a la alacena de la cocina y buscar algunas de las galletas que tenía para lechuzas —Aquí esta... —Se acercó al ave y a Mia y partió una de las galletas para dárselas a la lechuza bajo la atenta mirada de ella.
—¿Crees que pueda dársela? —preguntó con de entusiasmo y una pequeña sonrisa.
—Claro...No veo por qué no —respondió George dándole la galleta a Mia para que le de de comer a la lechuza —Deja pequeños trozos en la palma de tu mano, así no te muerde los dedos.
—Vaya...hace un poco de cosquillas —dijo entre risas mientras la lechuza comía de la palma de su mano.
—Si, pero es mejor que tener cicatrices en los dedos —respondió mientras una suave risa salía de sus labios y movía sus dedos de la mano derecha mostrándole las pequeñas cicatrices.
Ambos se observaron por algunos segundos; George beso la frente de Mia y luego se separó de ella observando cómo le daba de comer a la lechuza.
—¿Te importa si te dejo sola un momento? Iré a responder la carta de mi hermano Ron.
—Para nada, ve.
Le sonrió y se dirigió a su habitación. Sacó la carta del bolsillo de su pantalón y la desdobló para luego acercarse al escritorio que tenía en una esquina de su habitación frente a su cama, abrió los cajones buscando un trozo de pergamino junto a alguna pluma y el tintero, para luego comenzar a escribir.
No era de esas personas que siempre respondía la correspondencia, con sus hermanos no habituaban hacerlo, pero para George comenzaba a ser algo necesario. No es que quisiera plasmar lo que sentía desde la muerte de Fred y la llegada de Mia a su vida, pero dado todo lo que había sucedido, comenzaba a creer que era bueno ser un poco más cercano con el resto de sus hermanos; al final nadie sabía lo que podría suceder el día de mañana.
George siguió escribiendo la respuesta a Ron, comentándole de forma vaga acerca de Mia y de algunas cosas acerca del Londres muggle. Al terminar, George dobló la carta y la guardó en un sobre, para luego dejarla bajo el tintero, ya el día de mañana iría al callejón diagon y enviaría su carta.
Suspiró y se mantuvo sentado observando como el sol comenzaba a esconderse, perdiéndose entre los destellos anaranjados. En ese momento sintió como los brazos femeninos de Mia lo envolvían desde atrás, sintiendo su aliento cálido cerca de su cuello y su aroma tan particular a lavanda.
—La lechuza ya se fue... —murmuró ella posando su mentón en uno de los hombros de George.
—Si esta bien...No hay problema —respondió sin dejar de observar el atardecer y mantener el silencio entre ambos.
—¿En que piensas? —musitó en su oído para luego besarlo en la mejilla.
—En que esto...es magia de verdad —respondió sin apartar su mirada del atardecer.
George se puso de pie y se giró a Mia, observándola detenidamente. Acercó una de sus manos a su mejilla y la acarició provocando una pequeña sonrisa en el rostro de ella.
—Si lo dices de esa forma, pensaré que te estas arrepintiendo de haberme contado sobre tu mundo.
—¿mi mundo? —preguntó un tanto sonriente y ella asintió —Cariño, nunca me arrepentiría de haberte contado, una pequeña parte de "mi mundo".
—¿Pequeña parte? —inquirió asombrada.
—Ni lo imaginas... —respondió con certeza y un tanto sonriente ante su incredulidad.
La mirada de Mia fue de sorpresa y George solo le devolvió la sonrisa pensando en que, con aquellas palabras, Mia comenzaría a tener aún más dudas, llevándolo a que la conversación acerca de la magia, magos y brujas pudiese alargarse aún más, pero aquello no era problema para él, tenía la confianza y certeza de que Mia por más información nueva que tuviera acerca de la magia, no la divulgaría, le había dado su palabra y se lo había prometido.
Nota de autora:
Hola amado lector\a : Por fin actualizó este capítulo que, debía de haber terminado hace dos días pero me bloque. Lo importante es que hoy lo terminé. yay! :)
¿Qué opinan de este capítulo? ya George le comentó acerca de la magia, mas bien respondió de algunas dudas que Mia tenía.
Espero que hayan disfrutado de este capítulo y gustado mucho también. Me encantaría leer sus comentarios. Los quiero.
Caro
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