*Capítulo 31*
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El viento frio seguía en auge, provocando que los Londinenses se abrigara aún más de la cuenta, y es que el invierno se acercaba a pasos agigantados. Aquella estación en donde los copos de nieve comenzarían a caer y cubrirían la ciudad de blanco.
George suspiró, provocando que su respiración se volvieran una pequeña bruma por el frío del exterior. Siguió su camino hasta la pastelería Kowalski, en dónde se encontraría con Mía. Y es que, en el último encuentro con Lee, le había dado varias ideas para impresionar a la joven.
Al llegar a la pastelería y abrir la puerta, el calor del lugar lo abrazó por completo junto al exquisito aroma a café de grano y algo de canela; aromas que por un momento lo transportaron a su infancia (sobre todo al de canela) y a las celebraciones de Halloween, la cual había olvidado por completo.
Al entrar, observó como los escaparates y ventanas estaban adornadas con temática de noche de brujas. Sonrió con pesar y se dirigió a una de las mesas sentándose junto a la ventana, mientras se quitaba su bolso, bufanda y guantes. Observó la mesa la cual contaba con la figura de una pequeña bruja junto a un gato negro y su escoba, la cual era muy similar a una Barredora.
—Bienvenido—mencionó un camarero acercándose —. ¿Puedo tomarle su orden?
—Claro —tomó la carta que le ofrecía el camarero y leyó lo que ofrecían, aunque gran parte no lo conocía. —Un rollito de canela y una taza de té...Normal.
—En seguida —respondió en cuanto terminó de escribir y se dirigía al mesón, dejando a George solo.
Volvió a observar a su alrededor y le pareció un tanto curioso que los muggles adornaran de esa forma: brujas con sombreros puntiagudos, calabazas, murciélagos, calaveras, telas de araña...Aunque tenían un concepto casi cercano del concepto de la magia, tenía ciertos errores.
En ese momento el sonido de la campanilla de la puerta volvió a sonar, y George volteó. Al ver a la persona, sonrió y se puso de pie en cuanto Mia hizo contacto visual con él para luego acercarse.
—Hola—exclamaron al unisonó para luego reír. —¿Te hice esperar demasiado? —preguntó Mia mientras se quitaba el abrigo, guantes, bufanda y gorro; dejando las prendas a un costado de su puesto.
—No, para nada...—respondió sin dejar de observarla con una pequeña sonrisa, mientras ella se sentaba y dejaba un mechón de su cabello tras su oreja,
En ese momento el mesero llegó con la orden de George, para luego darle la bienvenida a Mia y tomar su pedido.
—El aroma a canela me recuerda a esas tardes lluviosas junto al fuego cuando era niña —comenzó a hablar Mia en cuanto percibió el aroma del rollo de canela de George —. Es uno de mis recuerdos favoritos.
—Es un lindo recuerdo —respondió él, a la vez que cortaba un trozo y se lo ofrecía a Mia quien lo observó un tanto confusa —. Pruébalo —la alentó.
—Está bien —asintió para tomar el trozó que George le ofrecía.
George observó como los ojos de Mia se cerraban al percibir el sabor y relajaba los hombros por completo. El pelirrojo siguió prestando atención a cada expresión en el rostro de la joven, provocándole una sensación de ternura y cariño genuino.
—Delicioso, pero no cambio los brownies.
—Ya lo creo—soltó una pequeña risa a la vez que el mesero se volvía acercar a la mesa, está vez con la orden de Mía.
—Gracias—dijo ella recibiendo una sonrisa del mesero y alejarse de ellos.
Mía trozó el brownie y le dio a probar ella misma de aquel trozo. George sonrió un tanto avergonzado, para luego tomar de su mano mientras acercaba sus labios al brownie.
El sabor del chocolate inundo sus papilas gustativas, llevándolo a recordar ciertos momentos, especialmente los navideños. Su mente comenzó a viajar hasta la víspera de navidad de 1996, la última antes de la guerra.
—Harían linda pareja —Había dicho Fred observándolo con burla.
—Es linda, pero....Es muggle y no creo que sea un buen momento.
—¿En serio estoy hablando con mi gemelo Feorge Weasley? —inquirió deteniéndose en lo alto de la colina. El rostro de Fred lo observaba con total incredulidad, mientras el frio viento movía su cabello junto a una de sus bufandas al estilo "Weasley" —¿Desde cuándo te preocupa lo que Lord Kakadura haga?
—No me preocupa lo que él haga, Gred. Lo que sí, es lo que pueda suceder por su culpa —suspiró — Por Merlín. Es muggle y si quisiera tener algo con ella en este momento, solo la pondría en peligro por algo en donde no tiene nada que ver —puntualizó.
—Aunque no estes con ella, de igual forma corre peligro —argumentó Fred observándolo con las cejas alzadas y reanudando el camino hacia la madriguera.
—Tal vez, pero estando con ella el peligro es aún mayor—dijo mientras sentía como el viento aumentaba su intensidad.
Los dos hermanos siguieron su camino en completo silencio. Solo sintiendo la fría brisa, mientras el cielo se oscurecía y el largo césped se movía junto al viento. Ambos encendieron sus varitas, a la vez que apresuraban el paso.
Al llegar a las afueras de la madriguera, sintieron las voces de su familia y el característico aroma de las delicias que su madre preparaba. Aromas desde canela, vainilla, galletas de jengibre, pero por, sobre todo, chocolate.
—Sigo pensando en que harían linda pareja —agregó Fred observándolo para luego entrar a la Madriguera.
La voz de su gemelo se escuchó por todo el hogar Weasley mientras exclamaba: «El hermano e hijo más exitoso acaba de llegar». En ese momento, las risas y exclamaciones no se hicieron esperar dándole una grata bienvenida.
George por su parte había quedado afuera, pensando en la pequeña conversación que acababa de tener con Fred. En ese momento, la voz de su madre, preguntando por él se hizo oír entre la de los demás, lo que le dio aviso a que era momento de entrar y abrazarla.
—George —Mia hizo tronar sus dedos frente a él, sacándolo de sus recuerdos —¿Estas bien?
—Si estoy bien —respondió mientras pasaba una de sus manos por su mejilla y se percataba que unas lágrimas recorrían su rostro. Arrugó el ceño quitándolas y volvió su mirada a ella con una sonrisa.
—Si quieres podemos pedir para llevar y...
—No como crees Anderson. Este día es para ti.
—¿Qué quieres decir? —parpadeó un tanto confundida.
George suspiró y se mantuvo en silencio por unos momentos buscando las palabras precisas para comenzar a expresarle lo que de verdad pensaba sobre ella. Observó por un momento la calle, y como algunos transeúntes caminaban con sus manos en los bolsillos, y otros reían entre ellos.
—Mia... —tomó sus manos entre las de él, provocando que los dos se sonrojaran —Creo que en estos días te has dado cuenta de que, no solo somos vecinos o amigos —ella asintió —Para mí eres una persona muy especial e importante —arrugó un poco el ceño y continuo —Me has ayudado y estado junto a mí en momentos cruciales —Mia siguió observándolo expectante —. Lo que quiero decir con esto es...Mereces disfrutar de cada momento —finalizó a la vez que sacaba de su bolsillo de su pantalón, un folleto muggle de un centro de ski a algunos kilómetros de la ciudad.
Mia lo tomó entre sus manos y George pudo observar como a medida que avanzaba la lectura y observaba las imágenes del lugar, sus ojos brillaban y su sonrisa comenzaba a aparecer en su rostro.
—¿Es en serio? —él asintió —Pero... ¿por qué?
—Bueno...Te lo mereces Anderson.
—Pero...¡Por Dios! —exclamó observando el afiche, y luego volver su mirada a él —¡Un fin de semana en el centro de Ski Glenshee?
Gleenshe es el centro de Ski más grande de Escocia. Se encuentra en el parque nacional Gairngorm.
—Ya te lo dije, te lo mereces.
Los ojos de Mia brillaron con entusiasmo y George sonrió con infinita alegría al ver su reacción, lo que provocaba que comenzara a asentir una sensación cálida en su pecho. Era la misma sensación que tiene el consumir chocolate después de haber combatido a los dementores.
— No sé qué decir...De verdad te lo agradezco, Weasley. Pero aun no entiendo el motivo de todo esto.
—Ya te lo dije, te lo mereces.
—No —movió su cabeza de lado a lado y observó por largos segundos a George de forma seria, provocando que el nerviosismo en él, aumentara —. Hay algo más, estoy segura de ello.
—Bueno... —bebió de su té y continuó —Si, lo hay, pero no lo puedo decir por ahora —Al ver el rostro de Mia algo decepcionada agregó —Te lo diré ese fin de semana.
Mia hizo un pequeño puchero para luego asentir con resignación. George continuó observándola unos segundos más, para luego beber de su café y comer del rollo de canela que había pedido.
La tarde seguía siendo fría, mientras las hojas ya caídas de los árboles cercanos volaban por la ciudad. El otoño poco a poco comenzaría a despedirse de la ciudad, para darle paso al invierno. Pero antes de ello, la celebración de noche de brujas comenzaría.
Y fue en ese momento en que se preguntó si los muggles celebraban aquella tradición y si lo hacían, ¿De qué forma? Observó a Mia comer de su brownie y sonreírle al darse cuenta de su mirada. Podría preguntarle, pero ¿Cómo hacerlo sin sonar un completo...ignorante? George bebió de su té bajando su mirada por un momento, para comenzar a hablar:
—¿Te gusta esta festividad? —Mia lo observó para luego fijar su mirada en el pequeño adorno de la mesa que George movía con su mano.
—Pues...Cuando niña si, con mis primos salíamos a pedir caramelos o alguna que otra travesura —respondió a la vez que su mirada se perdía en algún recuerdo —La última vez, pintamos una puerta con una gran equis roja con pintura, solo porque no nos abrieron...¿Por qué lo preguntas?
—Curiosidad —se encogió de hombros, pero Mia enarcó una ceja —Es en serio, Anderson —agregó reprimiendo las risas.
—¿A ti te gusta? —preguntó ella dejando su tenedor a un costado de su brownie.
—Si. Es divertido sobre todo por los caramelos y esas cosas —respondió a la vez que los dos reían.
—Debió de ser divertido para ti. Digo, celebrar Halloween teniendo tantos hermanos —argumentó con interés en la conversación.
—Si, de verdad si —asintió con entusiasmo, a la vez que una pequeña sonrisa asomaba en sus labios —Aunque lo mejor eran las delicias que preparaba mamá ese día —agregó recordando las recetas de Molly Weasley para Halloween, cuando aún no podía asistir a Hogwarts.
Cuando pequeño, disfrutaba del Halloween con sus hermanos. Pero ya cuando los mayores comenzaron a asistir a Hogwarts, la fiesta tenía otro sentido para él y Fred, y es que deseaban celebrarlo en el castillo, comer golosinas y hacer bromas a los profesores y demás alumnos.
—Se me acaba de ocurrir una idea —dijo Mia dejando su taza de té sobre el plato —¿Te parece si celebramos Halloween?, eso sí, sin pedir dulces por las casas estamos algo grandes para eso —agregó entre risas.
—¿Entonces? —preguntó apoyando una de sus mejillas sobre su puño, sin perder el interés en ella.
—Bueno... —Se aclaró la garganta y sus mejillas volvieron a sonrojarse —Podríamos ver películas de terror y comer algunas golosinas. Si quieres, invitamos a tu hermano Charlie y a Artemisa.
George meditó por un momento la idea le agradaba, nunca había celebrado Halloween con una persona muggle y la verdad sentía curiosidad, sobre todo el ver "feliculas" o lo que dijo Mia en ese momento.
—Me agrada la idea —afirmó con una pequeña sonrisa a la vez que Mia sonreía de forma amplia —No tengo problema si...
—Haremos la celebración en mi departamento ¿te parece? —agregó interrumpiéndolo.
—Claro.
La tarde siguió su curso, y con ello la agradable conversación acerca de la celebración. George oía con suma atención las anécdotas de Mia en relación con la festividad, mientras que él hacia lo mismo, omitiendo los detalles importantes acerca de la magia.
La cafetería poco a poco bajaba la afluencia de público, lo que George notó y observó el reloj que había al fondo de la cafetería. Faltaba una hora para el cierre del local, por lo cual decidió pagar.
—Fui yo quien te invitó Anderson —dijo evitando que Mia pagara lo consumido —No tienes por qué hacerlo.
—Weasley — dejó algunos billetes sobre la mesa y lo observó —Suficiente fue con el regalo del fin de semana en Gleenshe.
—Tú lo has dicho, es un regalo.
—Y lo agradezco, de verdad. Pero ni siquiera somos novios y aunque lo fuéramos, tampoco es motivo para que tu pagues todo —Continuó observándolo con las cejas alzadas.
George cerró los ojos por un momento y soltó un suspiro. Al abrirlos, observó como Mia comenzaba a ponerse su abrigo y con ello, daba por terminada la conversación.
Le gustaba como era Mia: tenía carácter, pero también era una chica muy empática y, lo que conocía de ella, bondadosa. Aspectos que el George de antes no hubiera considerado en primera instancia, pero que ahora, eran importantes.
Los dos salieron de la cafetería mientras que el sol ya casi se ocultaba en totalidad. El frio viento les dio la bienvenida en el exterior provocando pequeños espasmos en sus cuerpos. Caminaron por algunos segundos en completo silencio, observando como gran parte de las tiendas ya estaban adornadas con temática de Halloween.
—¿Crees que debamos adornar tu departamento? —preguntó George rompiendo el silencio entre ambos.
Mia lo observó un tanto confusa.
—Oh...Claro que si—respondió cayendo en cuenta a lo que se refería George, observándolo sin percatarse por donde caminaba—No sería Halloween sin adornos ¿No? Ade...¡ay!
Mia había tropezado con el pequeño desnivel que separaba la acera de la calle. George la tomó de la cintura y la atrajo a su cuerpo, protegiéndola de que no callera por donde circulaban los automóviles y buses.
Se mantuvieron abrazados por algunos segundos, hasta que Mia se separó de él para observarlo y sonrojarse en el proceso. George le apartó un mechón de cabello que ocultaba su mirada y acarició una de sus mejillas, provocando que ella se pusiera aún más nerviosa. Se acercó aún más a su rostro y besó la mejilla femenina por largos segundos, sintiendo el aroma del perfume de Mía.
Al separarse siguieron caminando mientras que sus manos rozaban entre ellas. Los dedos de George buscaron los de Mia, hasta que se encontraron y entrelazaron sin querer apartarse, por lo menos hasta llegar al edificio en dónde eran vecinos.
Nota de autora:
Hola hola...Aquí dejándoles un nuevo capítulo de Georgie y Mia ¿Qué les pareció? Espero que les haya gustado. Debo admitir que me costó un poco escribir este capítulo, por eso la demora en publicarlo.
Espero que hayan disfrutado del capítulo, los leo en comentarios.
Caro
PD. La historia llegó a los 21K de lecturas ¡Gracias por el amor que le dan!
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