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*Capítulo 30*

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—¿Un mago? —inquirió extrañada Mía.

—Si, un mago—corroboró—. Es lo que mi madre dijo. Supongo que es de esos tipos de magos que van a los cumpleaños—agregó con tono pensativo.

—¿Tú crees?

—¿Conoces otro tipo de magos? Bueno fue lo único que me pudo decir, en ese momento llegó mi padre y ya sabes cómo son, a los cinco minutos comenzaron a discutir.

Tanto George como Charlie seguían oyendo la conversación, pero está vez se observaron un tanto tranquilos.

Se dirigieron a la habitación de George y cerraron la puerta. Charlie se dejó caer en la cama y le dio otro mordisco a su sandwich, mientras que George se mantuvo en pie analizando lo que acababan de oír.

—¿Te das cuenta Charlie? —comenzó a hablar George mientras caminaba por la habitación.

Charlie asintió mientras tragaba lo que tenía aun en la boca, para luego hablar:

—Me parece insólito que los muggles no se den cuenta de las cosas cuando es muy obvio. ¿por qué negar lo evidente? ¿miedo?

—Más bien miedo a lo desconocido —argumentó George arrugando el ceño —. A los muggles les llama la atención los temas que para ellos no tienen "lógica" pero cuando tienen pruebas de algo fuera de su lógica, tratan de buscar argumentos "razonables" para explicarlo. Es extraño ¿no?

—Se ve que los has estado observando muy de cerca —puntualizó Charlie levantando las cejas con picardía, a lo que George se sonrojo —. Si..., ya lo creo.

—Como sea... ¿Que hay de ti? ¿Cómo va lo del Dragon de Gringotts?

Charlie rio y movió su cabeza de lado a lado.

—Está bien, no tomaré el tema de Mia —dijo observándolo con una sonrisa —. Podría ir mejor... Pero ya sabes como son los duendes —Se encogió de hombros —. Bill me ha estado ayudando con ellos.

—Ventaja de tener un hermano que trabaja para Gringotts.

—Hermano y cuñada —aclaró recordando a Fleur.

—Cierto.

Observó uno de los libros que estaban sobre la cama y lo tomó. Abrió una página al azar y leyó unas pocas líneas que hablaban acerca de la publicidad y de algunas notas escritas al pie de página. La letra era clara y redonda; después de haber estado una semana con Mia, viendola escribir y estudiar, ya podia diferenciar su letra.

Paso sus dedos por aquella caligrafía y una pequeña sonrisa se asomó en su rostro.

En ese momento un patronus entro por la ventana del dormitorio, posándose frente a Charlie, era de Bill:

—Charlie tengo malas noticias. Ven de inmediato al Ministerio.

Dicho eso el patronus se esfumó dejando al pelirrojo con mirada seria y a un George preocupado por lo que acababa de oír.

Charlie se puso de pie, no sin antes observar a George.

—Se trata del asunto del dragón de Gringotts —explicó de forma rápida, para luego dirigirse a la puerta de la habitación pero antes de salir, giro a observar a su hermano —. No creo que llegue hoy —aclaró guiñandole un ojo y abandonar la habitación.

Por un momento quedó de pie en medio de la habitación y observó su alrededor. Los libros de Mia seguían apilados sobre la cama, pero su habitación en general era un desastre: ropa a medio camino del ropero, almohada en el suelo, pergaminos esparcidos sobre el escritorio... Por lo cual, comenzó a ordenar. Se dirigió a la ventana y la abrió junto a las cortinas, dejando que el aire fresco entrara a la habitación y comenzar a recoger las prendas que se encontraban esparcidas en el suelo y apilar los libros de Mia, dejándolos a un costado del escritorio.

Ordenó todo en completo silencio, lo que le tomó bastante tiempo sin magia. En casos como ese, extrañaba poder realizar un hechizo simple y rápido. ¿Será que nunca mas podría emplear la magia? Era una pregunta que constantemente rondaba en su mente y cada respuesta, lo asustaba. A pesar de vivir en el mundo muggle y haberse acostumbrado a algunos que haceres sin magia, extrañaba poder emplearla. Suspiró y siguió guardando su ropa en el ropero, para luego seguir con la cama.

—¿Ordenando Weasley?

George se sobresaltó y levantó su mirada hacia Mia, quien se encontraba en el alfeizar de la puerta con una pequeña sonrisa. Él la observó un tanto aturdido, perdido en el rostro de ella, para luego asentir.

—Si —respondió y reanudo lo que estaba haciendo —. Necesitaba hacerlo, aunque... —observó a su alrededor y arrugó el ceño —No pensé que sería demasiado.

Ella rió y se acercó ayudándolo a estirar la última frazada. La risa de Mia provocó que las palpitaciones de George aumentaran, colocándolo un tanto nervioso y torpe con sus acciones. El pelirrojo tomó una de las almohadas y con ello, la mano de Mia acariciándola por algunos segundos, en donde provocó que ella se sonrojara y sonriera con algo de nerviosismo, observándolo por algunos segundos, para luego quitar su mano y tomar un cojín que se encontraba a sus pies.

Mia guardó sus libros en su mochila, mientras que George seguía ordenando su escritorio. Tomó todos los pergaminos que se encontraban esparcidos y los guardó en su bolso, dejando solo la pluma y el tintero junto a la lámpara.

—No creí que te gustara la antigüedad.

—¿Antigüedad? —No sabía a qué se refería Mia.

—Si —asintió y observó el escritorio a la vez que George observaba en la misma dirección —. Es curioso que en pleno siglo XX tengas pluma, tintero y pergaminos.

George no pudo reaccionar de forma inmediata, sintió que su cuerpo se paralizaba como si le hubieran lanzado un petrificus totalus. Tragó con dificultad y comenzó a titubear en cuanto Mia se acercó hasta donde se encontraba él. La joven observó con curiosidad el tintero y tomó entre sus manos la pluma a la vez que sonreía.

El viento frio y otoñal provocó que las mejillas del pelirrojo se entumecieran y con ello, pudiera salir del pequeño trance en el que se encontraba.

—Me gustan las antigüedades —afirmó a la vez que Mia acariciaba la pluma y sonreía de forma amplia —. Pero al parecer a ti te gustan mas.

Ella levantó su mirada un tanto sorprendida para luego asentir.

—Me encantan.

—Te la regalo —dijo de forma espontánea a lo que ella lo observó incrédula —. Es tuya —agregó colocando sus manos en los bolsillos de su pantalón y encogerse de hombros.

—Gracias —sonrió.

El viento sopló fuerte y provocó que la cortina ondeara de forma brusca y le diera en pleno rostro a Mia, quien trataba de alejar la de su rostro, sin éxito provocando una gran risa por parte de la castaña y un dejo de preocupación en George quien apartaba la tela del rostro femenino. En cuanto la pudo apartar, Mia lo observó con una sonrisa para luego volver a reír y dar un pequeño traspie hacia atrás, siendo atrapada de la cintura por George.

La mano de George no se apartó de la cintura de Mia, y mucho menos sus miradas entre ellos. El pelirrojo volvió a sentir sus palpitaciones mucho más rápidas de lo normal, a la vez que una de sus manos comenzaba a temblar por el nerviosismo, pero aun así, ninguno de los dos se alejó uno del otro.

La mirada de Mia transmitía cariño y tranquilidad, provocando que George sonriera de forma leve, mientras que una de las manos de ella, acariciaba el cuello masculino y con su pulgar, parte de su mejilla, lo que hizo que George cerrara los ojos por unos segundos.

George acercó su rostro al de Mia observando los labios femeninos para luego volver a la mirada de ella. Sus respiraciones se mesclaban, provocando que el ambiente se tornara algo mágico para ambos. El pelirrojo sintió como Mia tomaba su rostro con ambas manos acercándola aún más a ella para así besar la comisura de sus labios, manteniendo el beso por algunos segundos.

El pelirrojo cerró los ojos con resignación y soltó un suspiro. Se sentía un tonto al dejarse llevar de esa manera. Arrugó el ceño y escondió su mirada de Mia, alejándose poco a poco de ella.

—Lo siento...No quise... —musitó él.

—También lo siento... —murmuró ella dando pequeños pasos hacia atrás y esta vez observando donde pisaba —Me llevaré los libros...

—Te ayudo con eso —mencionó acercándose a ella, pero negó.

—Gracias, pero no es nada, puedo sola —respondió con una pequeña sonrisa, para luego girar, tomar el bolso en donde había guardado sus cosas y salir de la habitación, seguida de George—. Le dije a Artemisa que estaría con ella...

—No tienes que darme explicaciones, Anderson. —La interrumpió a la vez que pasaba una de sus manos por su sien—. Ambos se detuvieron en la entrada y se volvieron a observar por algunos segundos.

—¿Estarás bien? —preguntó con preocupación— No me gusta dejarte solo aun sabiendo que tu estado anímico no es del todo estable.

Al oír aquellas palabras se sintió un bueno para nada. El dueño de uno de los negocios más famosos del mundo mágico y que pretendía tener una franquicia de Sortilegios Weasley alrededor del mundo, a los ojos de la chica que le gustaba, era un débil.

—No tengo cinco años ¿o sí? —espetó un tanto cansado —Y aunque te diga lo contrario, ¿seguirás preocupándote?

—Si. Como siempre, Weasley —respondió con seguridad en sus palabras. Suspiró un tanto ruborizada por la situación y agregó —. Cualquier cosa que necesites, sin importar la hora sabes que puedes buscarme.

—Claro...

—En todo caso... —mencionó con su mano en la perilla de la puerta —. Vendré más tarde.

Volvieron a despedirse, pero esta vez George fue quien besó la comisura de los labios femeninos, provocando que Mia volviera a sonrojarse. Se separaron y la castaña salió del apartamento aun avergonzada y musitando un "nos vemos más tarde" para luego salir y cerrar la puerta tras de sí.

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La temperatura de la ciudad poco a poco descendía y al pasar los días, cada vez eran más bajas. Definitivamente el invierno comenzaba a acercarse a pasos agigantados, pero aquello no fue impedimento para que George fuera hasta el Caldero Chorreante a juntarse con su mejor amigo, Lee. Y es que después de que Mia dejara el departamento, George le escribió una nota (con un bolígrafo que Mia había olvidado) a Jordan pidiéndole que se juntaran ese mismo día.

Al llegar, como siempre Tom le dio una cálida Bienvenida y le ofreció algo de beber o comer, eligiendo el pelirrojo la primera opción. Se sentó en la barra mientras esperaba su pedido y observó El Profeta que se encontraba a su lado.

Narcissa y Draco Malfoy absueltos de toda culpabilidad.

Durante horas de la mañana, Narcissa Malfoy y su único hijo fueron absueltos de los cargos que se les imputaba, no así su esposo y padre, Lucius Malfoy.

En declaraciones del primer ministro Kingsley Shacklebolt, se debe a que ellos ayudaron en momentos específicos de la segunda guerra mágica, no así el señor Malfoy quien fue enjuiciado y llevado a Azkaban terminada la audiencia.

Fijó su mirada en la fotografía de Narcissa y Draco, quienes se mostraban con semblantes altivos, pero con mirada devastada por todo el proceso que habían llevado adelante desde terminada la guerra.

—¿Increíble no? —La voz de Tom hizo que George levantará la mirada, mientras el tabernero dejaba la cerveza de mantequilla y jengibre frente a él —De seguro Harry Potter tuvo sus razones para ayudarlo.

—Seguro que si —corroboró alejando el periódico y beber de su cerveza.

—Creí que sabrías algo más de esto... —George lo observó extrañado —Bueno, eres cuñado de Harry y...

—Para nada Tom —respondió de forma rápida, dejando su cerveza frente a él —. Con Harry no hemos hablado nada sobre la guerra.

—Ya veo...Bueno, seguiré atendiendo —George asintió y volvió a observar el profeta.

Siguió la lectura de la noticia, para luego ojear el profeta. En cada página se hablaba de los Malfoy y en la sección "Cartas al director" muchos magos y brujas exigían una respuesta ante la decisión que habían tomado en el juicio. Muchos no estaban de acuerdo y era de esperarse, gran parte de ellos, habían sido víctimas de los mortífagos.

—Perdón por la tardanza —La voz de Lee hizo que George volteara a verlo y se levantara de su asiento para abrazarlo. —. Hay mucha demanda desde que se lanzó un nuevo producto pirotécnico.

—¿En serio? —Su amigo asintió —Me alegra saber que Finnigan sea un verdadero aporte.

—El contratarlo ha sido la mejor decisión —agregó con una sonrisa —¿y tú? ¿te encuentras mejor? —George lo observó sin comprender, en el momento en que Tom volvía a tomarle el pedido a Lee; en cuanto se fue, el moreno siguió hablando —Charlie me mencionó algo de lo que te sucedido...

—¿Cómo es posible que no se pueda confiar en tu propio hermano? —dijo un tanto enfadado a la vez que volvía a sentarse frente a la barra, siendo imitado por su amigo —¿Qué fue lo que te dijo? —inquirió observándolo.

—Solo que...Tuviste una recaída, pero que estabas en buenas manos —agregó con una sonrisa cómplice —Me alegra saber que te están cuidando de maravilla —mencionó en cuanto Tom dejó la cerveza de mantequilla frente a él y se retiró.

—También yo... —musitó siendo observado por Lee quien sonrió de forma amplia.

—Al parecer las cosas van más allá que un simple "es mi vecina" —mencionó con algo de burla y beber de su cerveza siendo replicado por George —Supongo que es por eso que me enviaste una lechuza a sortilegios.

Lee lo conocía demasiado bien y eso era lo mejor de su amistad. Con unas cuantas palabras, podía percatarse lo que estaba sucediendo y ser lo más discreto posible cuando las cosas lo ameritaban.

George escondió su mirada y sonrió, para luego volver a observar a su mejor amigo, quien le devolvió la sonrisa.

—¿Podrías ayudarme a buscar un lugar muggle bonito y....especial?

Lee rió y asintió con suma alegría, mientras que George le devolvía una mirada de resignación. Y es que después de todo lo que ha hecho ella por él, merecía tener a alguien que le demostrara lo valiosa que ella era; y estaba decidido en ser él quien se lo demostrara. 



















Nota de autora:

Si, sigo viva a pesar de todo. Siento la demora en publicar este capítulo, de verdad. 

Hablando del capítulo como tal ¿será que pasaron muchas cosas en un solo capítulo? tengo esa sensación ajajaj, pero al leerlo, creo que todo esta como debe ser...Sobre todo con Mia y George. Esa pequeña escena de acercamiento, me costó demasiado, hace bastante tiempo que no escribía algo... romántico, pero bueno, ya era hora de que comiencen a experimentar un poco mas de acercamiento. Me gustó mucho el juego de ambos de "te beso pero no" jajajaj¿a quien no le ha sucedido? Anyway. 

Espero que hayan disfrutado de este capítulo. Los quiero.

Caro.

PD. 1/13

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