*Capítulo 27*
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La conversación con Andrómeda Tonks había sido satisfactoria, pero, aun así, lo había dejado ansioso de no poder mencionarle a Mia y mucho menos a Thompson lo que había investigado esa tarde. Comprendía la razón de la mujer, pero no la compartía en absoluto, al final de cuentas, Narcissa Malfoy no merecía que la protegiera a ese nivel. Y estaba claro, es su hermana menor, pero no merecía ser protegida de esa manera. Y si, le había dicho a Andrómeda que haría lo mismo por sus hermanos, pero ¡Por Merlín! Ellos no eran como la señora Malfoy, estaban demasiado lejos de serlo.
—¿Qué harías en mi lugar Freddie? —preguntó observando el techo de su habitación, solo iluminado por la débil luz de las farolas de las calles y de la luna.
Ya era entrada la noche, pero con lo sucedido no podía conciliar el sueño. Ese era uno de los momentos en que necesitaba a Fred. Él le hacía ver las cosas de una forma más simple, sencilla y no tan "perfecta" como las veía él. Por qué Fred siempre fue alguien mucho más relajado que él, mucho más divertido y a quien se le ocurrían las mejores bromas.
Suspiró y pasó una de sus manos por su rostro con exasperación procurando olvidarse del tema por un momento. Por más vueltas que le diera al asunto, no tenía una solución. Así por más que quisiera contarle a Mia sobre lo que había investigado, se prometió olvidar el tema y seguir adelante con su vida.
Poco a poco sus parpados se fueron cerrando, hasta que el sueño lo venció de forma rápida, provocando que la misma sensación familiar de estar flotando, la volviera a percibir.
El exquisito aroma a lavanda inundo sus sentidos, sintió una pequeña brisa cálida acariciando su rostro y parte de su coronilla. Al abrir sus ojos, observó que Fred se encontraba de espaldas a él, observando el extenso campo de lavanda que era iluminado de forma tenue por la luna y las estrellas.
—¿Fred? —preguntó observando a su gemelo sin recibir respuesta —¿Estas bien?
George se levantó y se acercó a su gemelo. Lo observó y pudo darse cuenta de que tenía semblante preocupado. Los dos permanecieron en silencio, hasta que Fred lo observó y le sonrió de forma débil.
—Georgie... —musitó —No te preocupes por el pasado de alguien que ni siquiera conociste en vida, solo preocúpate de ti y de ella.
—No comprendo. ¿A qué te refieres?
—Deja que esa historia caiga por su propio peso, George.
George lo observó por un momento y asintió, para luego observar el extenso campo de lavanda que su hermano había estado contemplando hasta hace un momento atrás. Analizó las palabras de su hermano, y de alguna u otra manera, tenía razón.
—Es solo que...Es importante que lo sepan, Fred.
—Mejor piensa en Mia, hermanito. Ella te necesita.
—Solo quiero ayudarlas. Artemisa merece saber la verdad acerca de su familia. Si ella lo sabe, Mía ya no estaría tan preocupada...
Fred movió su cabeza lado a lado a la vez que bajaba la mirada por un momento y masajeaba su cuello.
—Entiéndelo...No sigas investigando, deja que las cosas caigan por su propio peso.
—¿Porqué? Debe de haber una razón de peso. ¡Ya dímela Fred!
—La única razón, es que si lo dices, tendrás que entrar a explicar todo, George. —dijo observándolo de forma seria —Y créeme, no es el momento para decirles que eres un mago. Sería demasiada información para asimilar en un solo momento.
George mordió la uña de su dedo pulgar, mientras analizaba las palabras de su hermano. Él mismo había pensado en que con solo decir que era un mago y que la magia existía, ya era demasiado para que un muggle lo asimilara. Además, si le mencionaba a Artemisa acerca de Alphard Black, sería demasiado. Sin contar que los Black habían sido una de las familias más antiguas y conocidas de todo el mundo mágico. Esta vez, le daba la razón a Fred.
—Tienes razón —asintió de forma lenta —. Pero supongo que en algún momento...
—Si, lo sabrán —finalizó con una pequeña sonrisa —. Solo deja que las cosas sucedan por si solas... —dijo tomando uno de los hombros de George, a la vez que el viento comenzaba a soplar con mayor intensidad —. Te estaré vigilando, Weasley.
George sintió como si lo arrastraran con tal grado de fuerza que se encontró volando, para luego caer. Al despertar, se incorporó en la cama con la respiración agitada. Sintió su corazón latir de forma rápida y el pecho algo apretado. Odiaba cuando soñaba que caía a un abismo en dónde no podía gritar.
Se mantuvo sentado en la cama, tratando de calmar su respiración por algunos minutos, hasta que decidió ir por un vaso de agua.
Caminó en la penumbra de su habitación, tropezando con uno de sus zapatos que había dejado a medio camino antes de acostarse. Se dirigió a la cocina y observó como la sala a pesar de estar con las cortinas cerradas, la iluminación de las farolas de la calle las traspasaba.
Tomó un vaso que había sobre un lavabo y se sirvió agua, para luego beberla de un sorbo. Cerró los ojos y suspiró. Al momento de abrirlos fijó su mirada en la fotografía en movimiento que mantenía sobre una pequeña mesa al costado del sofá. Al observarla desde su lugar, sonrió de forma débil. Tal vez su hermano lo único que quería era que no se metiera en problemas, aunque aquello sería demasiado hipócrita de su parte.
Siguió observando la fotografía y comenzó a sentir como poco a poco el dolor y pena que había estado manteniendo a raya y creyendo que lo superaría, volvían a embriagarlo. Por un momento, había creído que ese dolor no volvería, que la muerte de Fred poco a poco la asimilaría, pero se había equivocado. Había vuelto a su estado de vulnerabilidad, el mismo de hace unos meses cuando Ron, lo había obligado a dejar sortilegios Weasley y volver a la Madriguera.
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El sol poco a poco comenzaba a abrirse paso en el cielo, los pequeños rayos del amanecer a pesar de ser aun débiles comenzaban a entrar entre un pequeño espacio que las oscuras cortinas no habían ocultado, llegando al rostro de George.
El pelirrojo murmuró entre sueños, a la vez que arrugaba la frente. Pasó sus manos por su rostro y abrió los párpados de forma lenta. Su vista aún estaba algo nublada, por lo cual se esforzaba en enfocarla en el reloj de pared que se encontraba en la cocina, al cabo de un momento, pudo visualizar la hora. Aún era demasiado temprano.
—No seas perezoso, Weasley—murmuró.
En ese momento, una lechuza comenzó a picotear la ventana de la sala. George se levantó y dejó que el ave entrara para luego tomar la carta que traía en el pico.
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Tomó sus cosas y salió del departamento. En ese momento, sintió un extraño escalofrío recorrer su espalda. Observó a su alrededor, pero no había indicios de algún tipo de corriente de aire.
—Buenos días Weasley—lo saludó Artemisa con una sonrisa mientras movía su mano—Hacen días que no te veía.
—Buenos días, Thompson. He estado algo...Ocupado—respondió con una sonrisa débil tratando de escapar de la situación.
—Comprendo. Me sucede con la Universidad—se encogió de hombros a la vez que se acercaba a él—Ya casi no tengo vida social.
—La que no tiene vida social soy yo—dijo Mía a la vez que cerraba la puerta del departamento—Buenos días, George.
—Buenos días, Mía.
—¡Alto los dos! ¿Se puede saber de qué me perdí? —inquirió con sorpresa—¿Hay algo que no me has contado, Mía? ¡Anderson soy tu mejor amiga!
George escondió la mirada de ambas mujeres y soltó un suspiro. Sintió como Mía lo observaba, y en efecto, al levantar su mirada se topó con la de Anderson y luego con la de....
—¿Fred? —musitó observando por sobre el hombro de Mía.
—¿Qué dices? —preguntó la castaña observándolo con preocupación al igual que Artemisa.
George observó a ambas mujeres para luego volver su mirada al sitio donde había visto a su gemelo, pero ya no estaba. Arrugó el ceño y movió su cabeza de lado a lado, tratando de disipar toda confusión.
—Nada.... —respondió con una sonrisa débil —Si me disculpan, debo irme. Nos vemos
—Nos vemos Weasley —respondió Artemisa.
Tomó el ascensor bajó la atenta mirada de ambas mujeres. En el momento en que las puertas del elevador se abrieron, se escabullo de forma rápida manteniendo su mirada baja. No deseaba que lo vieran llorar. Y no es que fuera machista, no lo era; pero no le gustaba que lo vieran en ese estado de vulnerabilidad, a excepción de su familia.
El elevador bajó sin ninguna parada en pisos inferiores. Al sentir que se detuvo y las puertas se abrían, salió y caminó de forma apresurada hasta la salida. Sintió el frio viento otoñal en su rostro, lo que lo ayudó a sentirse un poco tranquilo, aunque aún con la viva experiencia de haber visto a su hermano en el corredor del quinto piso. Caminó con las manos en los bolsillos de su chaqueta, mientras que el viento ondeaba parte de su bufanda con los colores de Gryffindor.
Sin darse cuenta, se detuvo frente al Caldero Chorreante. Entró a la taberna y se sentó en la barra, para ser atendido por Tom.
—Buenos días, George. ¿Algo de beber? —George asintió —Te traeré cerveza de mantequilla...oh ¿prefieres algo más fuerte?
—Me da igual Tom, gracias —respondió cabizbajo mientras sacaba la carta que traía guardada en su bolso y comenzaba a leerla.
Querido George.
Hace mucho que no se de ti ¿Todo bien en Londres muggle? Aquí en la reserva todo sigue igual que siempre, aunque debo confesar que últimamente hemos estado con mucho mas trabajo que de costumbre. Estos días han sido caóticos, hemos tenido durante toda la semana, nacimientos de Dragones los cuales necesitan cuidados extras hasta que puedan sobrevivir por si solos.
En fin...por cosas del trabajo, tendré que viajar a Londres muy pronto. Espero verte George.
Charlie.
PD. ¿Quién es Mia?
Se consideraba un mal hermano por no responderle la carta a Charlie, pero sentía que no tenía nada que comentarle. Su vida era casi monótona de no ser por Mia y por la conversación en casa de Andrómeda. Además, no podía siquiera mencionar el hecho de haber visto a Fred en el corredor del edificio. Lo creerían un completo demente cuan Lockhart.
—Tom. ¿podrías prestarme pergamino y tinta por favor? —preguntó en cuanto Tom dejó la cerveza de mantequilla frente a George.
—Claro —agitó su varita y en una fracción de segundos, un pedazo de pergamino, pluma y tinta se posicionaron junto a George. —Permiso, seguiré atendiendo las mesas.
—Gracias Tom —En cuanto Tom abandonó la barra, George comenzó a escribir.
Querido Charlie.
El mundo muggle sigue igual de atractivo que de costumbre. A pesar de que llevo poco tiempo viviendo entre ellos, no me ha costado adaptarme. He conocido algunas pastelerías, lugares y pasatiempos de algunos muggles...
Han sucedido algunas cosas desde la última vez que te escribí. ¿Supiste sobre el juicio de los Malfoy? Estuve ahí y nunca pensé que llegaría ver a Draco Malfoy tan avergonzado y nervioso como ese día (sin mencionar a Narcissa y Lucius Malfoy) Además, Harry fue demasiado condescendiente con Narcissa y Draco, sinceramente yo no lo hubiera hecho.
Espero verte pronto.
George W.
PD. Mia es mi vecina.
Al terminar de escribir, leyó la carta por última vez para luego comenzar a doblarla y guardarla en un sobre, el cual ya tenía con anterioridad, escrito el destinatario. Guardó la carta en el bolsillo de su chaqueta y comenzó a beber de su cerveza.
Las conversaciones que mantenían los magos y brujas en la taberna se mesclaban entre si, al igual que los aromas de algunas comidas que comenzaban a servirse; lo que estaba provocando que George comenzará a sentirse algo ahogado. Observó a su alrededor y vio como unos magos desviaban su mirada.
Bebió un largo sorbo y dejo unas monedas sobre la mesa, para luego salir por la puerta trasera y golpear los ladrillos correspondientes. En unos segundos, el Callejón Diagon le dio la bienvenida como siempre.
Caminó con la cabeza gacha perdiéndose entre los magos y brujas que caminaban en distintas direcciones. Se dirigía al correo a dejar la carta de Charlie cuando oyó que alguien gritó:
—¡George!
George levantó la mirada y comenzó a buscar a la persona, pero no observaba a nadie conocido o que se dirigiera hasta donde él se encontraba. Tal vez llamaban a otro George y no precisamente a él.
Arrugó el ceño y siguió su camino hasta la oficina de correos. Al llegar, se encontraban algunos magos entregando sus cartas. Esperó a que lo atendieran y observó a su alrededor, percatándose que había lechuzas que no había visto la última vez.
—Adelante.
George caminó hasta el mostrador y entregó la carta al joven mago que lo estaba atendiendo. Indicó el lugar hacia donde iba dirigida y pagó, para luego salir de la oficina de correos.
En cuanto salió del lugar, caminó hacia el caldero Chorreante. El Callejón Diagon no estaba tan lleno como de costumbre (comparándolo con los días previos al 1 de Septiembre)
El viento otoñal comenzó a acariciar su coronilla, provocándole un leve escalofrío recorrer su espalda. Y a pesar de que se encontraba distraído, lo vio cruzar a una tienda.
—¿Fred? —inquirió con extrañeza observando a su gemelo que caminaba de forma apresurada —¡Espera! —exclamó comenzando a correr detrás de él.
Por más que gritó y llamó por su nombre, no se detenía. El pelirrojo seguía caminando de forma apresurada sin prestar mayor atención a su alrededor, mientras que George seguía corriendo tras él, intentando alcanzarlo hasta que, en una de las tiendas, pudo hacerlo.
—Fred, te estuve llamando...
El hombre pelirrojo volteó a él y no era precisamente su gemelo. Lo observó con el ceño fruncido y algo confundido por aquello, para luego retirarse y seguir su camino sin oir las disculpas de George.
—Lo siento... —musitó.
Bajó su mirada y arrugó la frente sintiéndose un completo idiota. ¿Cómo era posible que estuviera viendo a Fred en cada lugar que visitaba? Tal vez aun negaba su muerte, a pesar del tiempo transcurrido y haber estado en la ceremonia fúnebre, no quería asimilarlo del todo.
Se apoyó en la pared del negocio y un aroma tan característico lo envolvió de forma repentina. Sonrió con pesar levantando su mirada y fijándola en la planta que se encontraba junto a él: un gran ramo de lavanda se movía de forma tranquila por el viento, provocando que el aroma se dispersara.
George rió por lo bajo y recordó las palabras de su gemelo: Te estaré vigilando, Weasley.
Nota de autora:
Aquí dejándoles un nuevo capítulo de Lavanda para George. Pero antes de seguir escribiendo acerca del capítulo, quiero agradecer a cada lector que esta agregando la historia a sus listas de lecturas. Hace poco agradecí en el muro que estuviesen llegando nuevos lectores, y lo vuelvo hacer aquí, de verdad ¡Muchas gracias!
Paso a disculparme con la demora en actualizar, pero había tenido un pequeño bloqueo de escritor.
Por ultimo, ¿Qué opinan del capítulo? lamentó que George este retrocediendo , pero debía hacerlo (más adelante sabrán por qué ) Me encantaría leer sus impresiones, de verdad.
Caro.
PD. Las alucinaciones, pueden ser: olfativas, auditivas o visuales. En este caso, fueron auditivas y visuales.
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