*Capítulo 20*
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George nunca había observado con detenimiento el departamento de sus vecinas, pero en cuanto Mia lo hizo pasar agradeciéndole que haya asistido, el pelirrojo comenzó a prestar mayor atención a su alrededor. Varios chicos de su edad se encontraban conversando y riendo en la sala: algunos sentados en el piso, otros en el sofá y otros permanecían de pie, observando hacia la calle principal; todos con un vaso en la mano, mientras las luces de la sala se reflejaban en pequeños destellos sobre las ventanas. El pelirrojo siguió observando a su alrededor, percatándose en ese momento de los pequeños arreglos florales que se encontraban en un mueble cercano a la entrada junto a una fotografía, la cual no se movía.
Es extraño...
—Ven te presentaré algunas personas. —dijo Mia tomando uno de los brazos del pelirrojo quien solo sonrió.
Cruzaron el pequeño tramo de la sala, caminando hasta donde se encontraban algunos amigos de Mia. Los jóvenes al notar la presencia de la festejada sonrieron para luego, prestarle la debida atención a George.
Por un momento se sintió intimidado, como si fuera una especie de objeto extraño nunca antes visto. A lo mejor, no había sido una buena idea en ir al cumpleaños, aquello le recordó a cuando había ido al callejón Diagon después de mucho tiempo y sintió como todos los magos y brujas lo observaban con curiosidad.
—Chicos, les presento a George Weasley. Vive en el departamento del frente.
Una exclamación de asombro seguida de una risa de incredulidad fue lo primero que hoyó el pelirrojo.
—Tu eres Weasley ¿no? —preguntó uno de los chicos apuntándolo con su dedo —¿El mismo Weasley que golpeo a...
—¡Por Dios Mike!, ya olvida eso —lo interrumpió con el ceño fruncido, mientras deslizaba su mano por el brazo de George. El pelirrojo observó el recorrido de la delgada mano femenina hasta detenerse en su muñeca y apartarse de él. —Creo que eso ya no viene al caso. —agregó con una ceja alzada.
—Lo siento Mia —rió el joven de cara redonda y cabello castaño. —Mike O'Connor. Compañero de clase —agregó estrechando la mano de George.
—Es un placer.
—Peter O'Donner —se presentó el segundo chico que se encontraba junto a Mike. —Amigo de Mia. —agregó estrechándole la mano.
—Bien. Los dejaré, iré a ver que no falte nada. —dijo Mia —. Por poco lo olvido —se volvió a George — los bebestibles están por allá junto a los bocadillos. Disfruten de la fiesta. —agregó dejando a los hombres.
Los tres jóvenes se observaron por algunos segundos, para luego desviar sus miradas como si observaran por primera vez a su alrededor. George se sintió algo incomodo, hacia bastante tiempo que no sociabilizaba de esa forma, hace algo más de un año que no lo hacía. Al caer en cuenta de la cantidad de tiempo, el mismo se sorprendió y se percató el por qué le costaba tanto hacerlo en ese momento. Trató de relajarse y comenzar una conversación trivial, previniendo a que los dos chicos, le hicieran preguntas que no podría responder.
—¿Hace mucho que conocen a Anderson?
Y aquella simple pregunta dio paso a que la conversación, entre los tres jóvenes, tuviera una atmosfera mucho más agradable. Mike comenzó a contar de la forma en que había conocido a Mia el primer día de clases. Luego fue el turno de Peter, este último se explayó un poco más, llegando a contar parte de su vida e historia familiar.
—Vivo con mi hermano mayor. Hace un poco más de un año, nuestros padres murieron y desde entonces, solo somos los dos. —dijo para luego beber de su vaso.
—Esa fuga de gas fue totalmente inesperada. —argumentó Mike con tono pensativo —. Aunque no fue la única en ese entonces, ¿no?
—No. Hubo muchas más...Y eso, es lo extraño —continuo Peter —. A pesar de que fueron varias las familias afectadas, el gobierno nunca nos dio una respuesta clara y mucho menos quisieron admitir responsabilidad.
—Eso era de esperarse ¿Quién querría admitir responsabilidad? —Mike bufó y movió la cabeza de lado a lado —Fue un año en que muchas cosas extrañas sucedieron y no solo en Londres. —argumentó con las cejas alzadas.
George solo oía lo que los dos chicos hablaban y su mente comenzaba hacer conjeturas. Por el tiempo que había transcurrido desde lo sucedido con los padres de Peter, daba por hecho que no era nada de lo sucedido como los muggles creían; todo había sido obra de Voldemort y sus mortífagos.
Desde que el innombrable había conseguido su apogeo, muchos de sus amigos y familiares debieron de ocultarse para llevar a cabo la resistencia. Aun recordaba cuando a Lee se le había ocurrido realizar un programa radial, después de que El Profeta fuera un mero títere del Ministerio. Pottervigilancia había sido la única forma de informar a los magos y brujas de los últimos movimientos del innombrable, de aconsejar a que se protegieran y mantuvieran unidos; y seguir resistiendo ante una guerra que no veía un final cercano en ese momento.
—Si, fue un año en que muchas muertes en circunstancias extrañas, estaban sucediendo en todo el país. —asintió Mike con pesar —. Muertes y desapariciones.
—Weasley, ¿podría hacerte una pregunta sin que te incomodes? —inquirió Peter tratando de disipar el aura de desesperanza que habían convocado con el tema.
—Claro...
—¿Qué sucedió con tu oreja?
Mike lo observó con atención y arrugó ligeramente el ceño.
—No me digas que eres fanático de Van Gogh...¡auch! —exclamó sobándose la coronilla y mirando de mala forma a su amigo. —eso dolió.
—¿Por qué siempre eres tan inoportuno? Disculpa Weasley. —dijo observando al pelirrojo.
—No te preocupes...Lo de mi oreja es una larga historia.
En ese momento desvió su mirada de los dos hombres quienes discutían entre ellos por tal atrevimiento y visualizó a su alrededor. Todos reían y conversaban, hasta que sus ojos se posaron en Mia. La joven hablaba de forma animada con otras jóvenes, hasta que giró su cabeza a él y le sonrió, siendo correspondida por el pelirrojo. En ese momento las luces de la sala se apagaron y desde la cocina Artemisa llevaba un pastel con varias velas encendidas, mientras caminaba hacia su mejor amiga. La canción de cumpleaños no se hizo esperar, mientras los invitados rodeaban a Mia sin dejar de cantar. Al término de la canción, todos volvieron aplaudir.
—No olvides pedir tres deseos, Mia. —dijo Artemisa impidiendo que soplara las velas antes de tiempo.
—¡Por poco lo olvido! —exclamó entre risas.
¿Los muggles pedían deseos? Aquello le pareció lo más extraño a George, porque en el mundo de la magia, no tenían esas creencias, es más, si querían tener un buen día lo más probable es que bebieran un poco de Felix Felicis o suerte liquida. Por otro lado, los deseos eran más de otras culturas mágicas (egipcia) en donde se hablaban de los genios de lámparas o eso recordaba haber estudiado alguna vez para el profesor Binns. En resumidas cuentas, el solo pedir algo no tenía ninguna lógica mágica como para que llegara a cumplirse por sí sola.
En cuanto Mia soplo las velas, todos volvieron aplaudir volviendo a felicitarla y abrazarla. George por su parte se mantuvo algo alejado del festejo, esperando que todos volvieran a felicitarla. Poco a poco todos se disipaban, mientras Artemisa, llevaba la torta de vuelta a la cocina y comenzaba a rebanar varias porciones.
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La fiesta poco a poco amenizaba, algunos de los invitados comenzaban a irse y quienes no, se les reflejaba el cansancio en sus rostros, pero, aun así, seguían conversando o por lo menos hacían el esfuerzo de mantener el tema a flote, entre ellos, Mike.
—Ajam...Concuerdo. —dijo el joven de cara redonda mientras pestañaba de forma lenta.
—Bien, creo que es hora de irnos. —respondió Peter al ver que su amigo hacia un gran esfuerzo por no dormirse. —Vamos, te llevaré a casa.
Mike no replicó y se levantó del sofá, para luego buscar su chaqueta junto a algunas amigas de Mia quienes también se preparaban para irse.
—Chicas, ¿también se van? —preguntó Peter levantándose del sofá en dirección a las jóvenes quienes asintieron —Si quieren puedo llevarlas, no tengo problema.
—Eso sería genial. Muchas gracias Peter. —dijo una de ellas.
—Bueno, fue un placer conocerte Weasley. —dijo volteándose a George quien se puso de pie. —Espero volver a verte. Bueno es obvio que nos veremos, considerando que eres vecino de Mia. —agregó entre risas.
—Si ya lo creo. —asintió el pelirrojo con una pequeña sonrisa.
Tanto los dos jóvenes como las tres chicas, se despidieron de George, Mia y Artemisa y salir del departamento. La joven cumpleañera al cerrar la puerta y voltearse, arrugó levemente el ceño para luego soltar un suspiro.
—Mia..., ¿te importa si te ayudo mañana a limpiar? Estoy cansada y solo quiero mi cama. —mencionó con tono somnoliento.
—No hay problema, ve a descansar.
—Gracias... —musitó reprimiendo un bostezo. —Buenas noches.
—Buenas noches. —dijeron al unisonó Mia y George.
En cuanto Artemisa se fue a su cuarto, Mia y George se observaron con nerviosismo. El pelirrojo por su parte se rascó la nuca y bajó su mirada por algunos segundos, momento en el cual Mia se dirigió a la cocina y tomo una bolsa de basura para comenzar a ordenar.
—Deja eso. —dijo acercándose a ella —. Eres la festejada. Yo lo haré —mencionó apartando la bolsa de las manos femeninas.
—¿Qué? Como crees Weasley. Eres mi invitado. —mencionó tratando de tomar la bolsa, pero siendo impedido por George.
—Ya te lo dije, Anderson. —aclaró observándola con una sonrisa —¿Qué te parece si... —observó a su alrededor buscando un pretexto que no llegó —Si te sientas mientras yo limpio?
Mia rodó los ojos y George solo reprimió una risa, para luego observar como ella suspiraba con resignación ante su negativa. La castaña se sentó en una silla cercana y observó mientras él recogía algunos globos, serpentinas, platos y demás depositándolos en la gran bolsa negra.
—Nunca conocí a un chico que le gustará hacer los que haceres del hogar. —comentó mientras lo observaba recoger algunos globos. —Es algo que, lamentablemente no se ve a menudo.
—Crecí en una familia numerosa, por lo cual, todos debíamos ayudar a mamá. —argumentó observándola —Con siete hijos, no habría sido justo para ella hacer todos los que haceres sola.
—¿Siete hijos? —preguntó anonadada —Wow...Con mayor razón debían de ayudarla.
—Así es. —respondió asintiendo sin dejar de limpiar. —¿Qué hay de ti, Anderson? ¿tienes hermanos?
Pero la respuesta no llego, lo que le causó extrañeza al pelirrojo. Se volteó a observarla y visualizó una mirada pensativa, o más bien, como si estuviera perdida en algún recuerdo de antaño.
—¿Estas bien? —preguntó dejando la bolsa a un lado y acercarse a ella. —¿Anderson?
—Lo siento... —musitó reaccionando —Si, tengo un hermano. Es mayor que yo —sonrió débilmente. —Pero cuéntame de ti, Weasley —agregó algo más animada.
—¿Qué quieres saber? —preguntó sin dejar de observarla, lo que provocó un leve sonrojo en ella.
—Bueno...Recuerdo que la primera vez que nos vimos, mencionaste que no eras de Londres... ¿De dónde eres? O ¿Dónde creciste?
George quien seguía levantando la basura, se detuvo por un momento, para luego reanudar su labor. Todo bajo la mirada atenta de Mia.
—Crecí en el campo —respondió con un dejo de añoranza hacia la madriguera. —Era muy divertido. Teníamos mucho espacio para jugar y hacer travesuras. —mencionó entre risas.
—¿Era? —inquirió con extrañeza —¿Por qué ya no lo es?
George la observó y se encogió de hombres para decir:
—Supongo que todos crecimos y...En fin, ya no es lo mismo. —aclaró ante el recuerdo de Fred, lo que hizo que su semblante cambiara a uno más retraído.
Mia se mordió el labio inferior a la vez que George seguía ordenando y acomodando algunas cosas. El ambiente entre ellos se había vuelto algo incomodo, pero ninguno de los dos decía algo para que aquello cambiará. El silencio permaneció y Mia se acercó a George quitándole la bolsa de las manos y guiándolo al sofá, en donde aún quedaban algunas guirnaldas sobre el respaldo.
—Yo crecí en el campo —George levantó las cejas incrédulo —Mas bien, crecí en un pueblo. Ottery St. Catchpole. ¿Lo conoces?
¿Conocerlo?, de cierta manera había crecido ahí, lo visitaba cada vez que podía o por lo menos lo hacía cuando Fred estaba vivo. ¿Cómo era posible que el mundo fuera tan pequeño? Mia Anderson había vivido prácticamente a su lado y nunca la había visto ¿o sí?
—Es un pueblo muy lindo y pintoresco —comenzó a decir ella con una sonrisa —El lugar es como sacado de un cuento. Personalmente me encanta y en vacaciones visito a mis padres. Son dueños de una librería y uno de mis tíos, tienen una de periódicos.
—¿En serio? —ella asintió.
—Si —rió ante un recuerdo y luego agregó —Pero lo mejor del lugar, son las personas. Hace aproximadamente dos años, en vacaciones de navidad, estuve ayudando a mis tios con su negocio. Y recuerdo a un chico que quería impresionarme. ¡y lo hizo! Hacia un truco de cartas que, de verdad, parecía magia. Aunque siendo sincera, si no hubiera sido guapo, no me habría impresionado....
Pero George ya no oía. Sintió como un gran peso caía sobre él y recordó los sueños con Fred, pero, ¿Cómo era posible? ¿Acaso el destino quería jugar con él? O peor ¿su hermano se estará burlando de él en ese momento? Nunca había creído en el destino, y mucho menos en los oráculos o cualquier tema que estuviera relacionado con la adivinación (mucho menos si la clase la impartía Trelawney).
Él también recordaba aquella navidad. Había sido la última en donde toda la familia estuvo reunida disfrutando de una gran cena. Ese día, Ron y Harry se encontraban pelando repollitos de bruselas como lo hacían los muggles, y él junto a Fred habían ido a molestarlos un poco como lo hacían siempre. Su hermano menor siempre había sido muy temperamental (los genes Weasley eran así) y cuando ellos les pidieron que los ayudaran con magia y se rehusaron hacerlo, Ron había lanzado su cuchillo en dirección a Fred, quien, con un movimiento de varita, lo transformo en un avión de papel.
—No, no puedo hacerlo —dijo Fred con seriedad —. Aprender a pelar repollitos de bruselas sin utilizar la magia fortalece el carácter y te ayuda a valorar lo difícil que es la vida de los muggles y los squibs.
—Y cuando quieras que alguien te dé una mano, Ron — añadió George lanzándole el avión de papel — Mas vale que no le lances cuchillos. Te daré una pista: Nos vamos al pueblo. Una chica muy bonita que trabaja en la tienda de periódicos opina que mis trucos de cartas son algo maravilloso ... casi como magia real ...
Ante ese recuerdo, observó como Mia seguía hablando y moviendo sus manos para darle mayor énfasis a las palabras, pero él, se odió por no haberla recordado con anterioridad ¿Cómo era posible que hubiera olvidado el rostro de la chica de la tienda de periódicos?
Nota de Autora:
Hola a todos..
Espero que les haya gustado este capítulo. Primero quiero aclarar una pequeña cosita. El título se llama "La chica de la papelería" pero en algunas traducciones del sexto libro, también pueden encontrarlo como "Tienda de periódicos"...Es por eso que quise agregar las dos forma de la traducción, por si encuentran que es algo extraño. En fin.
Capítulo inspirado en el sexto libro, o mas bien, la historia. Desde que leí el capítulo 16 "Una navidad glacial", quise saber mas de esa chica muggle, imaginé muchas posibilidades y una era esta...La historia: Lavanda para George. ¿no les parece que con poco, imagino mucho? xD.
Como siempre, si desean dejen sus impresiones, me encantaría leerlas.
Caro.
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