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*Capítulo 17*

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George sintió la burla de su hermano de forma distinta, como si le estuviera haciendo un cumplido. Y es que el aroma a lavanda del lugar inunda su sentido del olfato, lo que provocaba los efectos de calma y tranquilidad ante cualquier circunstancia ¿será que también le gusta la lavanda?

El silencio entre los dos permaneció al igual que la burla reflejada en el rostro de Fred, quien seguía observando a George.

—Hace tiempo que no hablábamos.

—Creí que no necesitabas de mí, y que habías comprendido todo, Georgie.

—Siempre necesitaré de ti, Freddie. —dijo acomodándose en su lugar para observarlo de mejor manera —. Siempre lo haré.

—Si sigues en la misma dinámica, nunca podrás conocerla lo suficiente —respondió Fred, poniéndose de pie y caminar hacia una de las plantas de lavanda más cercana —. Nunca pensé que sería tan linda.

A esas alturas, George estaba completamente confundido ¿de qué estaba hablando su hermano? Cada vez que lo "veía", las conversaciones se volvían extrañas, algo que lo dejaba totalmente confundido.

—¿De qué hablas? —preguntó mientras se ponía de pie y se acercaba a él.

—La lavanda, George. Nunca me percaté que era una planta tan linda. —respondió a la vez que cortaba un tallo de este y se la acercaba a la nariz para aspirar su aroma —¿Sabías que los muggles la utilizan para los perfumes y aceites?

—¿Cómo sabes eso? —inquirió a la vez que Fred le tendía la planta, la cual acepto.

—Es cosa de observar —respondió con una pequeña sonrisa observándolo. —. Algo que deberías de hacer más seguido, pero también, prestar atención a los detalles.

George lo siguió observándolo con extrañeza. Por más que tratara de comprender lo que su hermano le quería decir, no les encontraba sentido alguno a sus palabras. Fred al ver la confusión en la mirada de su hermano, rió para luego volver su mirada al campo de lavanda y soltar un suspiro.

—Prométeme una cosa, Georgie. —dijo sin apartar su vista del campo de lavanda.

—Claro.

—Por más que quieras encerrarte en la soledad, no lo hagas. Necesitas conocerla aún más. —dijo girándose a su hermano —. Es ella, Georgie. —agregó para luego empujarlo de forma violenta.

George despertó de un salto. Abrió los ojos y pasó sus manos por su rostro sudoroso, sentía el aroma a lavanda en sus fosas nasales, lo que le hizo recordar el sueño. ¿Por qué Fred seguía hablado de una mujer?, ¿es que acaso se preocupaba de su situación sentimental? Y ¿Por qué hacerlo en esos momentos cuando nunca antes lo había hecho? No tenía respuesta para aquellas preguntas y tampoco estaba de ánimos para analizarlas y buscarle una.

Se levantó y encaminó hacia el baño. Se observó en el espejo, viendo un reflejo que no esperaba. Seguía igual de pálido que de costumbre, las ojeras seguían igual bajo sus ojos, pero lo que más le impacto de su propio cuerpo, fue la pérdida de peso que había sufrido sin siquiera darse cuenta. ¿Por eso Bill había estado empecinado en que comiera? Pasó sus dedos sobre su clavícula, que, a esas alturas, era demasiado notario para un hombre de su complexión y estatura. Además, sus mejillas ya casi no se notaban y en su lugar, podía observar los huesos de su rostro. A simple vista, parecía un inferi.

Giró y abrió la llave de la ducha, y se quitó la ropa; necesitaba despejar su mente de alguna forma. Al sentir el contacto del agua sobre su piel, sintió como sus músculos comenzaban a relajarse, pero no así sus pensamientos. Su mente seguía dándole vueltas al último sueño que había tenido con Fred. El campo de lavanda, la conversación acerca de no encerrarse en la soledad...Acaso, ¿Fred quería que lo olvidara? Eso no sucederá Frederick Weasley.

Salió de la ducha envuelto en una toalla y llevando consigo la ropa que había dejado en el suelo. Caminó hasta su cuarto, en el momento en que un pequeño golpe en su ventana lo alertó. Se dirigió a ella, dejando la ropa que aun llevaba en sus brazos, sobre la cama, para abrir la ventana. Era la lechuza de su hermano Ron, Pigwidgeon; que venía de un largo viaje, lo pudo notar porque al entrar a la habitación y tenderle la carta, se posó por un rato sobre el escritorio para descansar.

George arrugó el ceño, se sentó sobre la cama que aún estaba desecha y comenzó a leer la correspondencia.

Querido George:

¿Cómo has estado? ¿Cómo va todo en tu nuevo hogar? Bill me comentó que se encontraron en el callejón Diagon y que luego fue a conocer tu apartamento. Dice que tiene una vista muy linda del Londres muggle ¡eso es fantástico! ¿has conocido más sobre sus costumbres? ¿Cuáles son los artefactos que más usan? Bueno, ya me contaras.

Tu madre está mucho más tranquila después de haber recibido tu carta. Desde que te fuiste había estado preocupada por tu salud. ¿De verdad estas bien, hijo? Sabes que cualquier cosa que necesites estamos nosotros y si quieres volver a la madriguera, puedes hacerlo cuando quieras, esta sigue siendo tu hogar.

¿Sabes?, desde que te fuiste, tu madre se ha sentido mucho más sola. Tu hermano Ron, dos días después, se fue a Australia junto a Hermione para ayudarla a encontrar a sus padres. Solo hemos recibido dos cartas desde entonces, afirmándonos que se encuentran bien y que siguen en la búsqueda de los señores Granger. Por otro lado, Ginny y Harry pasen mucho más tiempo en el ministerio junto Kingsley, las investigaciones siguen su curso, lo que tomará bastante tiempo ya que, todos exclaman inocencia, sobre todo los Malfoy. Y bueno, el trabajo ha aumentado después de todo lo sucedido.

Esperando que te encuentres bien, te quiere tu padre.

Arthur Weasley.

PD. Espero que Pigwidgeon haya llegado con la carta.

George observó a la pequeña lechuza y le tendió una galleta, la cual agradeció dándole un picoteo en uno de sus dedos. Se puso de pie y comenzó a buscar ropa limpia para vestirse de forma rápida y responder cuanto antes a su padre. Pero antes de que pudiera terminar con la playera, llamaron a la puerta. Por un momento se paralizó, no esperaba a nadie, lo que hizo que sus latidos de su corazón aumentaran, estaba nervioso.

Caminó con paso sigiloso hasta la sala, mientras que con su mirada buscaba su varita y terminaba de ponerse la playera. A pesar de que no podía hacer magia, la guerra le había enseñado a mantenerse en alerta ante la más mínima e inesperada provocación. Observó su varita estaba junto al retrato que tenía junto a Fred, la tomó y se acercó a la puerta.

—¿Quién es? —preguntó con su mano sobre el picaporte, pero sin abrirla aún.

—Weasley soy Anderson. —respondió Mia desde el otro lado.

—¿Anderson? —inquirió con fingido tono de no recordarla.

—La chica que te salvo de casi ser arrollado por un bus rojo de dos pisos. Tu vecina de enfrente ¿Ya me recuerdas?

George soltó un suspiro de alivio y rápidamente puso su varita en la parte trasera de su pantalón, escondiéndola bajo su playera.

—Anderson... ¿Cómo estas? —dijo al verla. —Adelante...

—¿Estas bien? —preguntó entrado al apartamento sin dejar de observarlo —Por poco creí que habías perdido la memoria o algo así. —arrugó el ceño.

—Solo...Es cansancio, nada fuera de lo común. —dijo con un poco de nerviosismo.

Mia asintió sin dejar de observar el apartamento, provocando que George se tensara al darse cuenta que la castaña había fijado su mirada en la fotografía en movimiento en donde salía junto a Fred. Rápidamente se acercó hasta la pequeñe mesa, dejando el portarretrato hacia abajo y rogando a Merlín que ella no hubiera alcanzado a observarla detenidamente.

—Y.... ¿A qué se debe tu visita? —preguntó con algo de nerviosismo.

Mia arrugó el ceño y movió su cabeza de lado a lado. Observó a George algo confundida.

—Ho, si...Lo siento. —dijo reaccionando —Venía hacerte una invitación.

—¿Invitación? —inquirió a la vez que le indicaba que se sentara.

—Si —respondió sentándose a un lado de él. —Sucede que estaré de cumpleaños el cinco de septiembre...Haré algo pequeño en mi departamento, solo estará Artemisa y algunos compañeros de clase, nada grande en verdad... —agregó observando el rostro de George quien arrugaba ligeramente el ceño —. Pero si no puedes asistir, lo comprenderé. No hay problema. En fin, solo venía a eso.

Mia se puso de pie con mirada resignada. George por su parte se sentía un idiota insensible, pero ¿Qué más le habría dicho? De verdad, no estaba de ánimos para celebraciones de ningún tipo. Además, no quería arruinarle la celebración a Anderson por culpa de su estado anímico. Desde su punto de vista, era lo mejor.

—Lo siento, Anderson. Solo que no estoy de ánimo para celebraciones.

—No te preocupes, está bien. —sonrió, pero, aun así, George pudo percatarse que la había desilusionado.

Mia se dirigió a la puerta no son antes despedirse de George. Al momento de cerrar, el pelirrojo soltó un suspiro y se dejó caer en el sofá, para luego levantar el retrato y dejarlo en la posición original. Observó como la imagen de Fred le sonreía de forma burlona.

—Estuvo cerca, Freddie.

Ese día las cosas hubieran seguido igual de tranquilas, de no ser porque durante la tarde, una lechuza llegaba a su hogar. La conocía demasiado bien, era de la tienda Sortilegios Weasley. Aún recordaba la adquisición de esta. Cuando el negocio comenzaba a surgir y con ello las ganancias, junto a Fred, habían decidido comprar dos lechuzas, ya que los envíos por correspondencia habían aumentado y con ello, también los negocios en distintas partes de Inglaterra. Así es que, para que todo fuera más expedito, habían decidido comprarlas.

George se acercó con el ceño fruncido a la lechuza y quitó la carta que traía amarrada. El animal no dejó de observarlo en ningún momento, lo que provocó que el pelirrojo apretara los labios. No se iría hasta que él escribiera una respuesta y la enviará de vuelta.

Sabía de aquello porque Fred fue quien la eligió. El encargado del emporio de las lechuzas, les había informado que ese animal era algo singular. Si le enseñabas una orden, la lechuza lo aprendía rápidamente y cuando necesitaba ejecutarla lo realizaba sin parar hasta conseguir lo que su dueño quería. En este caso, Fred le enseño que cuando enviara una carta a los futuros inversionistas, los siguiera en todo momento y le picoteara la mano, hasta conseguir una respuesta y enviarla de vuelta.

George bufó al recordar aquello, claramente su hermano no había pensado en la posibilidad de que esas personas, fuera uno de ellos. Mientras se dirigía a su cuarto, la lechuza lo siguió a la vez que picoteaba una de sus manos. El pelirrojo, a pesar de que la apartaba del ave, esta seguía con su cometido.

—Lo sé, lo sé —dijo con exasperación mientras tomaba lugar en su escritorio —. Pero si sigues haciendo eso, no podré responder. —agregó observándola con reproche.

El ave lo observó y se elevó levemente para posarse sobre el escritorio. George lo observó por un momento cerciorándose que la lechuza no siguiera picoteando su mano y desdobló la carta para comenzar a leerla.

Querido señor Weasley.

Nos agrada informarle que fue aceptado en el colegio Hogwarts de magia y hechicería....¡Por Merlín! Me habría encantado ver tu cara al leer la primera línea, Weasley. Imagina, ¿volver a repetir todos los cursos de Hogwarts? ¡sería un martirio! En fin, pero no te escribo para eso.

Sucede que necesitamos un nuevo trabajador para que nos ayude en la creación de pirotecnia. Los que realizaste en su momento con Fred, aun se siguen vendiendo, pero debemos de crear nuevas formas. Y aquí es donde te necesito amigo: Hace unos días, reclutamos a magos y brujas que se dedican a eso y ya elegimos a un nuevo empleado para la tienda, Seamus Finnigan, el compañero de Ron. ¿recuerdas que siempre tenía dificultades con las tareas y por alguna extraña razón, siempre explotaba algo?, bien, la cosa es que, hoy en día se dedica a eso (era de esperarse) y debo decir que tiene ideas maravillosas, muy acordes a lo que la tienda busca. Pero para poder contratarlo, necesito de tu aprobación, George. Si necesitas ver su trabajo, podemos visitarte o juntarnos en el caldero chorreante. Te nombro esos dos lugares porque sé que, aunque mencione la tienda, no vendrías.

Espero que te encuentres bien y que no te sigan golpeando por defender lindas muggles.

Jordan Lee.

Pd. Perdón por enviarte a la lechuza más exasperante, pero necesito tu respuesta.

Al terminar de leer la carta, tomó un trozo de pergamino y respondió la correspondencia.

Querido Jordan:

Buen intento con la broma, pero no fue gracioso. ¿crees que volvería a Hogwarts? Ni en mis más locos sueños. Además, no creo que a McGonagall le gustara volver a verme.

Respondiendo al asunto del negocio, ¿te gustó el trabajo de Seamus?, ¿crees que sería un aporte? Pero, por último, ¿de verdad sus ideas son brillantes? Si todas estas preguntas tienen una respuesta positiva, adelante puedes contratarlo, confío plenamente en tu criterio. No es necesario que vea su trabajo, pero si eso te deja más tranquilo, podemos juntarnos mañana en el caldero Chorreante a las 10 Am.

George Weasley.

Pd. ¿De verdad enviaste a "Sorti"?

Dobló la carta, tomó un trozo de lazo y la amarró de forma cuidadosa a la pata de la lechuza quien rápidamente salió por la ventana de la habitación.

George se recostó en la silla, mientras observaba el atardecer. Los rayos anaranjados daban un contraste cálido a las pálidas edificaciones del Londres muggle. A pesar de que llevaba poco tiempo viviendo en el lugar, tenía la sensación de que podría pasar el resto de su vida en ese departamento. La mayoría de los muggles eran agradables, además, le encantaba observar el día a día de ellos para ir a sus trabajos o llegar a sus hogares. Esas personas muchas veces no se tomaban el tiempo para apreciar lo maravilloso del paisaje que tenían frente a ellos.

Algunas veces pensaba que Voldemort solo había deseado destruirlos por el mero hecho de sentir envidia. Envidia de que las personas sin magia podían ser felices aun con lo más mínimo, cosa que el innombrable nunca comprendió o tal vez, el odio venía desde mucho antes en él. Sea como sea, eso ya había terminado y la paz volvía en el mundo de la magia, pero ¿a qué costo?

Suspiró y desvió la mirada del exterior para volverla a su escritorio y percatarse que aún no respondía la carta a su padre. Tomó otro trozo de pergamino que tenía sobre la mesa, y comenzó a escribir algo más relajado y tranquilo, comentando como había estado su día y lo fascinante que era la vida muggle.

La soledad en ese momento era su grata compañera, nunca pensó que le gustara tanto, pero al fin de cuentas, muchas cosas habían cambiado en su vida y en su persona. Solo deseaba que aquellos acontecimientos tan abruptos solo trajeran a su vida cosas buenas. Porque para ser sincero, aun no veía lo positivo a todo lo que había vivido, mucho menos en la muerte de Fred ¿Acaso la muerte puede traer algo bueno?

Terminó de escribir la carta, la doblo y guardó en un sobre dejándola sobre el escritorio. Mañana volvería al callejón Diagon a dejar su respuesta, y se encontraría con Lee junto a Finnigan para ver el trabajo del chico.

Se recostó en la cama volviendo a observar el paisaje, mientras los rayos de sol cada vez eran más débiles, dándole paso a la oscuridad y al silencio que comenzaban a esparcirse por la ciudad. 





























Nota de autora:

Holaa, espero que les haya gustado el capítulo. Si, es un poco mas largo de lo habitual, pero algunas comentarios en ciertos capítulos lo sugerían.

¿Qué les pareció la invitación de Mia?, yo la encontré tierna, pero debo decir que odié a George por habérsele negado ¡Enserio! Bueno, ya veremos que sucede con eso... Por otro lado, ¿Qué les pareció al nuevo empleado de sortilegios Weasley? siempre pensé que Seamus, seria perfecto para trabajar con George xD.

Como siempre, espero leer sus comentarios  y reacciones del capítulo.

Los/as quiero.

Caro.

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