Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capitulo XI

Lauren

Estoy totalmente caliente, mi corazón bombea fuertemente, intento disimular, espero que esto no se me salga de control, dentro de dos horas saldremos comer al restaurante y ahora mismo tengo a Abel frente a mí, desnudo y dispuesto a todos mía antojos.

Intento mantener mi cordura, sus hombros está un poco rojos por sol, ahora mismo se veía enorme a comparación conmigo, sus brazos estaban apoyados a la pared, dejándome poco espacio para moverme.

Mi cuerpo comenzaba a palpitar bajo su ardiente mirada.

Me doy la vuelta quedando a espaldas a el, paso la esponja por mi cuerpo, desde los hombros por mis pechos, el abdomen y por último mi vagina; sus manos se posan en mi cintura y me atrae hacia él, su pecho se pega a mi espalda, mi trasero a su entrepierna ya tensa.

¡Que calor!

—Vamos a jugar un poco, Abel— susurro lentamente, volviéndome hacia él.

Vierto jabón en la esponja, la pasó por el cuerpo del rubio, primero por sus hombros, sigo a sus pectorales, luego voy por sus abdominales, bajo hasta la pelvis y cuando estoy llegando a su miembro me detengo, un suspiro brota de su garganta, muevo en círculos las esponja, justo en esa área, rozo con mis dedos levemente, sus ojos azules me miran, hurgan en mi mente intentado adivinar mis siguientes pasos.

—Laure...

—Shhh— lo interrumpo.

Fijo mi vista en su pene, es precioso, está circuncidado por lo que deja ver su apetecible glande rosa, lo tiene como una piedra y las bolas igual o mas rosadas que todo el.

Llevo mi mano libre a sus bolas, acarició un poco y este se tensa, llevo mi otra mano a su glande, acarició suavemente.

Mis ojos se encuentran con los de él, se nota que se esta aguantando, como si no quisiera continuar con la mandíbula apretada, pero al mismo tiempo esta aquí, desnudo, en la misma ducha, sin dejarlo pensar mas lo pegó contra la pared, beso su pecho y comienzo a bajar, lamo un poco su vientre, hasta quedar de rodillas frente a él.

Lo observo desde mi posición, su ojos azules me miran sin perderse cada uno de mis movimientos, el azul ahora era intenso y penetran, obscuro.

Acerco mi lengua a su glande, lamo delicadamente, Abel jadeo, vuelvo a lamer enroscando mi lengua esta vez, lamo el líquido trasparente que aparece, enrollo mi lengua en su miembro, un sabor un poco salado queda en mi boca, vuelvo a lamer, pero está vez lamo desde sus bolas hasta el glande, continuó así, escuchando lo jadeos de Abel, una y otra vez.

Paso al siguiente nivel, comenzó succionando suave y uso mi lengua al mismo tiempo, torturándolo, su miembro era tan grande que no podía meterlo completo en mi boca.

Lo disfruto y lo miro mientras lo hago, poco a poco voy tomando ritmo, cada vez más rápido, echa su cadera hacia delante, intentando meter toda su verga en mi boca, uso mis manos acaricio sus bolas sin perder el ritmo de mi boca, como toda un experta.

Él empieza a perder la cordura, me agarra el cabello, inmovilizándome, mueve sus caderas, dando estocadas certeras y rápidas, una y otra vez sin parar, jadea fuerte y con su otra mano me agarra la barbilla, mientras yo sostengo a sus caderas para darle más estabilidad.

—¡Oh Dios! ¡Lauren! — gime.

Entonces su pene vibra en mi boca, vierte todos sus fluidos en mi garganta, trago rápidamente y siento como a sus deja una sensación pegajosa.

—¡Ah! —bota un sonido gutural de satisfacción.

Continuamos en la misma posición, clava más su pene en mi boca, haciendo que una arcada venga de forma inesperada y lo empujo fuera de mi boca.

Me pongo de pie y me recuesto del otro lado de la pared, mientras que él se estabiliza.

—Tienes un poco— acerca su dedo a mi labio y limpia restos de semen que se había escurrido.

—Aun no hemos terminado— digo un poco autoritaria.

—¿Quién dijo lo contrario? —acerca su cuerpo al mío, me acorrala con su cuerpo— ahora me toca devolverte el favor.

Su boca impacta con la mía, de forma ardiente, nuestras lenguas chocan.

Me dejo llevar por Abel.

Su boca se pasea por mis pechos, loa agarra con sus manos, mientras chupa y lame cada pezon, entonces me agarra y ma carga, hasta que me deposita en un mueble alto.

El hombre abre mis piernas, dejándome por primera vez totalmente expuesta ante sus ojos oceánicos, con sus grandes manos agarra mi pie, comienza mordiendo y chupando mis dedos, para después subir con un recorrido de besos, los escalofríos recorren mi piel, desde ese punto hasta lo mas profundo de mi ser.

Cuando llega a la entrepierna pasa su lengua, tentando y anticipando a su contacto, jadeo cuando lo siento rozar por encima.

Con sus dos manos me jala por las nalgas dejándome mas al borde y justo ahí es cuando su legua comienza a recorrer cada punto sensible.

Me devora sin descanso, me besa, me chupa y me lame hasta el ultimo rincón, dejo ir incontables veces sobre su boca.

—¡Abel!— siseo desesperada tratando de evitar hacer ruido.

Pero él me ignora totalmente, el chico comienza a meter sus dedos dentro de mi, primero uno y luego otro, formando una C, tocando en ese lugar mas sensible, mis piernas comienzan a vibrar de una forma inexplicable y el placer se acumula hasta hacerme explotar, gimo silenciosa, para así dejarme ir en su boca.

Sin prestar atención a lo que pasa, Abel me carga llevándome con el hasta la cama, me acuesta boca arriba y el me ve desde arriba sin acostarse sobre mí.

—¿Puedo...?— jadea alterado

—No, aun no— susurro entrecortado.

Me siento aturdida, por el extraordinario orgasmo de hace un momento y sin saber por qué, respondo:

—Si— sigo alterada.

Me quedo expectante mientras busca algo en su maleta, entonces lo veo en un mano, un preservativo.

Vuelve a mí y me besa, me chupa los labios hinchados.

—No, no puedo— digo en susurros— soy alérgica a eso.

—Oh entonces, no podemos— responde mientras me sigue besando.

—Si podemos— ronroneo.

—No me voy a arriesgar, Lauren— y solo hace falta esas palabras para quedarme en blanco.

—Por supuesto, es muy riesgoso— digo seca.

Lo quito de un empujón, poniéndome de pie de inmediato, la molestia es notoria, me meto al baño sin importancia y este no me sigue, dejándome mi espacio, vuelvo a ducharme rápido.

Comienzo a arder de la rabia, una lagrima sale de mis ojos, como se le ocurre decir que no se va a arriesgar.

¿¡Qué carajos le sucede!?

Me cepillo los dientes, vuelvo a la habitación y Abel está sentado en la cama aun aturdido, pero lo ignoro totalmente, me quito la toalla del cuerpo sin importarme que se encuentre aquí o que me este observando.

Busco entre mi ropa, me pongo un vestido blanco suelto, pero ajustado en la cintura, con mangas y escote en V, agarro unas sandalias sin tacón muy elegantes, luego aplicó unas cremas para hidratar mi rostro, busco en mi estuche mi labial hidratante de coco y sobre este me pongo uno color nude.

La rabia viene a mi cuerpo de nuevo, cómo cree que yo sería capaz de mantener relaciones sexuales sin protección, sí soy alérgica a los preservativos y vamos a tener sexo... Obvio que tengo algún tipo de protección.

Hombre tenia que ser

Y lógicamente tampoco tengo ningún tipo de ETS.

Por ultimo me aplicó un perfume y salgo de la habitación.

Ninguno de los chicos se encuentra abajo, así que busco mi teléfono y me centro en él, reviso las fotos que me tome con las chicas temprano, comienzo a editar las fotos y luego la subo una etiquetando a mis amigas, rápidamente comienzan a llegar los like; reviso mi WhatsApp, tengo varios mensajes una de Marcelo, otro de mi padre, algunos de personas poco importantes y por último uno que me llama mi atención.

Elizabeth Collins

Hola hija, buenos días, espero que la estén pasando bien en tu viaje, te lo merecías, me llegaron tus calificaciones, felicidades, aún que no lo crees, te amo, recuerda que estuviste ocho meses y medios en mi vientre.

Mi menta comienza procesar todo, mi madre, Elizabeth Collins, me escribió un mensaje de WhatsApp, para saber de mí. Mi corazón se infla de emoción.

Decido responder:

Hola madre, estoy muy bien, gracias por preocuparte, ya estamos hospedados en Maldivas con una hermosa vista al mar. Espero que tú y papá estén bien, también los amo. Besos.

Después de escribir aquello una sonrisa se estampa en mi cara, quizás después de todo ella y yo podamos arreglar nuestras diferencias.

—Lauren— escucho su voz, vuelvo a mi estado anterior.

—Dime— digo sin voltear a verlo.

—¿Todo está bien? —la preocupación se notas en su voz, volteo a verlo.

—Todo bien, ¿Por qué?— respondo indiferente.

—Estabas furiosa, lo podía notar— dice un poco frustrado — no sé que dije que te pudo molestar— se hace el inocente.

Claro, ya me comí el cuento, él que no sabe ahora, ¡Pobrecito Abel!

—Jamás tendría sexo con un hombre sin protección, Abe, ni siquiera contigo, jamás arriesgaría mi futuro, por un polvo— espeto.

—Lauren, yo no...

—No me interesa lo que tengas que decirme, Abel, creo que eres lo suficientemente maduro para suponerlo— le corto— yo no soy una cría como con las que te acuestas. Soy una mujer y las mujeres nos cuidamos de tener un embarazo no desea o en su defecto algún tipo de transmisión sexual, así que lo que tengas que decir resérvatelo, porque no me interesa— hablo sin tomar un respiro.

Se queda callado observando mis movimientos, bufo, volteo mi vista y sigo con mi teléfono, reviso el mensaje de Marcelo.

¿Qué haces, preciosura?

Quiero verte.

Debería concluir lo que tengo con él, debería mejor enfocarme en otras cosas, quizás solo ignore sus mensajes y ya.

—Lauren— vuelvo el chico parado a mi lado.

—¿Qué? —espetó.

Vuelvo mi vista hacia él, entonces viene a mí y se me encima, acerca su cara a la mía, intenta besarme, pero volteo mi rostro.

—Solo dime ¿Cómo coño se supone que sepa que tomas algún tipo de anticonceptivo? —dice calmado o por lo menos lo intenta, se nota que está ¿Frustrado?

—No lo podías saber, Abel, es cuestión de confianza— digo enfrentándolo.

Mi nariz choca la suya, lo reto con la mirada.

—¿Confianza?

—Si, Abel, confianza, no soy una niñata, por favor— digo exasperada— ¿Quién crees que soy? ¿Amber? —pregunto incrédula— yo no quiero amarrarte teniendo un hijo, ni siquiera quiero tener una relación amorosa contigo, para mí esto es solo sexo— su cara se contrae, boto veneno por la boca y si él sigue no me voy a detener.

—Nunca en mi vida lo he hecho con una mujer sin usar el condón— la sinceridad se nota en sus palabras.

—De acuerdo, pero ese no es mi asunto, yo no puedo hacerlo, soy alérgica, así que...— me encojo de hombros— es mejor que se acabe esto.

—Yo no he dicho qué no lo iba a hacer —me mira expectante.

—Será en otra oportunidad, amigo, ya perdiste tu pase— digo seca y mi mente grita que me calme.

Abel sé aleja, así dándome mi espacio personal, suspiro de forma pesada, sigo revisando mi teléfono, de reojo lo veo, tiene las manos metidas en sus pantalones, lleva una camisa de botones gris con un pantalón negro que queda completamente acoplado a sus piernas y unos zapatos negros, se a peinado el cabello rubio y su porte varonil me encanta.

Sonrió de medio lado, de verdad que lo estoy provocando, no sé cuánto tiempo pueda durar con este juego, la sensación de satisfacción recorre mi cuerpo.

Van llegando poco a poco los chicos, algunas las chicas llevan sexys vestidos escotados, mientras que los chicos se ven hermosos con su ropa elegante.

Salimos de la casa mientras caminamos por el resort, había un restaurante al otro lado, con la misma vista al mar, pero ofrecían distintos servicios.

Mi mente no paraba de darle vueltas en mi cabeza a lo que había tenido lugar esta tarde, me iba acercando poco a poco a el, sin darme cuenta, pero tampoco me sentía incomoda, así que seguiré con esto, mientras sea seguro.

Lo vuelto a observa, dos botones de su camisa están desabrochados, sonríe literalmente y su vista fija hacia el frente.

Es una tentación, exquisito, imposible que no mojes tus bragas estando cerca de él, vuelve su vista a mi, sus impactante ojos oceánicos me observan, pero yo retiro mi mirada.

Estoy enfadada, colérica, excitada, la lujuria fluye por torrente sanguíneo y con ella el enojo, quiero tenerlo entre mis piernas, justo ahora, con furia y drenar toda esta rabia que siento hasta que mi útero quede dolorido.

Inevitablemente sonrió, sí que estoy loca, siento una mano que se acerca a la mia, volteo a verlo.

Abel me sonríe, sé que intenta relajar el ambiente, pero no, no estoy dispuesta a darle ese beneficio, si vamos a comenzar este juego, no puedo permitir que desconfié de mí.

Quito mi mano disimuladamente y llevándola a mi cabellera suelta.

Justo hace unas horas atrás, había decidido tomarme unos cuantos tragos, para tener la valentía de follarme a este glorioso hombre, dispuesta a todo lo que venía con ello y ahora me encuentro aquí, ardiente de furiosa, el sabor agridulce se cuela en mis glándulas salivales.

Puta mierda.

Llegamos a un restaurante, luego de sentarnos en una gran mesa, cada uno pide lo que se le apetece comer, pasó un rato de charlas y bromas, aún las chicas tenían el licor en la sangre, se les nota por encima.

Luego de la cena, los chicos proponen ir a la zona de fiesta, todos accedemos a ir, así que después de comer, todos nos encaminamos al lugar donde se encuentra ubicada, inmediatamente nos vamos a la zona Vip, por nuestra parte pedimos Smirnoff y lo chicos prefieren tomar Whisky. Bailamos. Reímos. Conocemos a unas personas que se están quedando aquí, entramos en el ambiente.

Pasadas las cuatro decidimos marchamos, Neko ya estaba muy mal, había vomitado en el baño, por otra parte, Hannah estaba un poco intensa y Laura se mantenía en la misma posición que yo, bebidas pero no fuera de control.

Al llegar a nuestro townhouse, todos van a sus habitaciones, exceptuándome. Me quito las sandalias y voy a la piscina, me siento en la orilla, para luego meter mis pies en el agua.

El cielo me da una vista hermosa, las estrellas y la luna y ese punto en el que el mar y el cielo se encontraban, la tranquilidad es palpable, el azul ahora oscuro me da calma, sonrió para mis adentro.

—¿Qué haces aquí, L?

—Existir— respondo automatico.

—¿Todo bien? —pregunta posicionándose a mi lado.

—Si, estoy bien.

—Lauren, a mí no me engañas, estuvimos juntas, dentro de nuestra madre, agarrando nuestras manos— dice sentándose a mi lado.

—¿Por qué no estás dormida, Laura?

—Fui a buscar agua y te vi.

—Vale.

Nos quedamos en silencio un rato, observando el cielo, recuesto mi cabeza en su hombro.

—¿No quieres dormir con él? —pregunta entonces.

—No, no es eso.

—¿Qué pasa?

—Nada, solo que... —suelto un suspiro —necesito distancia con él.

—¿Por que?

—Sabes porque— digo ironica.

—¿Quieres dormir conmigo?

—Seria maravilloso, pero no, ya resolveré esto sola.

—Lauren, no estás sola.

—Claro que lo estoy, ya estamos grandes, no nos necesitamos tanto como antes, tú vas a hacer tu vida con Hiro y eso está bien, no voy a ser siempre la gemela con la que tienes que cargar, yo haré mi vida, no te preocupes tanto por mí, L— digo todo lo que se cruza por mi mente

—Se que ahora estamos un poco separadas, pero...— la interrumpo.

—No, jamas vamos a estar separadas, L— digo para calmarla— vamos a dormir— me pongo de pie.

—Estabas pensando en él— me dice y no entiendo —en nuestro hermano. Siempre piensas en él.

—Siempre lo hago.

—El parece más tu gemelo que yo— le sonrío.

En eso tenia razón.

Sin decir ninguna palabra Laura se pone de pie y se va, dejándome sola, camino por las escaleras y entro a la habitación, Abel no se encuentra por ninguna parte así que me desvisto y me coloco el pijama, para quedar plácidamente dormida.

El día siguiente pasa sin mucha cosa, las chicas esta vez están menos pegada a sus novios, se podría decir que menos ebria y pasamos todo rato agradable, decidimos pasear por maldivas, vamos a Atolón South Ari, donde nadamos con tiburones ballenas, al principio entro en pánico, pero al ver que todos lo hacían y no pasaba nada, decidí acompañarlos, después hacemos Snorkel y al llegar la tarde decidimos volver a donde nos estábamos hospedando, no sin antes ir a probar lo que acostumbran a cenar en maldivas, en la noche vuelto a quedarme en la piscina un rato, veo las estrellas, espero a que el sueño ataque mi sistema y voy a la habitación, únicamente a dormir.

—Buenos días— escucho a mi espalda.

Me acomodo en la cama y volteo la vista, Abel se encuentra al otro lado de la cama, acostado, ve el techo y luego a mí.

—Buenos días— respondo aún con las sábanas pegada al cuerpo.

Las ganas de orinar me invaden así que me pongo de pie y voy al baño, antes de salir cepillo mis dientes. Al volver a la habitación me percato de que el sol no entra radiante por la ventana, se ve un poco nublado, así que me vuelvo acostar en la cama.

—¿Vas a seguir ignorándome? —pregunta él.

—No te estoy ignorando— volteo a verlo.

—Si que lo haces— voltea su cuerpo al mío.

—No te acerques, Abel. —le advierto.

—¿Por qué no?

—Quiero mantener distancia....

Se acerca hasta nuestras narices chocan, su aliento a menta pega en mis fosas nasales, lleva mas tiempo despierto que yo.

—No te alejes, L— susurra —yo no te voy a lastimar, solo deja que todo fluya.

—No puedo — mi voz es casi inaudible.

Sus ojos conectan con los míos, me hundo en ellos, como el mar arropa la arena, me arrastra, algo tenia seguro, sus ojos ya habían tocado mi alma, mucha antes que su cuerpo.

Sus manos tocan mi mejilla, electrizante, escalofríos recorre desde ese punto, hasta lo más profundo de mi ser.

Me dejo llevar por la marea, suspiro, su cuerpo me atrae y no podía escapar de él y sus envolventes ojos.

Sin evitarlo acerco mi mano a su mentón, lo acarició, vellos rubios recorre su cuerpo, acompañado de innumerables pecas, su nariz respingada llena de ellas y sus labios apetecibles, hacen que este hombre sea una obra de arte, una exquisitez para el paladar. Mis dedos recorren su rostro, seguidos de mis ojos, vuelvo mi vista a sus pobladas cejas, y luego sus ojazos azules.

Nos quedamos así, un momento, un interminable instante, me acomodo, pegó mi cuerpo al suyo y un majestuoso olor hombre inunda mis fosas nasales.

Su olor.

Mi nariz roza la suya, su pecho baja y sube al mismo ritmo que el mío, mi corazón comienza a palpitar fuertemente, retumba en mi pecho.

El sabia que yo le estaba dando permiso.

Acerca su boca a la mía, acaricia levemente sus labios con los míos, un roce electrizante, vuelve a acercarse y esta vez si me besa, pero de una forma más profunda, me dejo llevar por él, dejo que tome el control de mí.

Un beso explosivo, carnal, no cabe duda de ello, después de sentir el impacto de su boca contra la mía y saborear el dulce elixir pasional, sin pausa, sin contemplación, es como si su boca estaba hecha para besar la mía.

Me aferro a él con vehemencia, jadeo, su mano recorre mi muslo descubierto, una estela de calofríos a su paso, mi corazón palpita.

Besarnos era flotar en el inmenso vacío del océano, en calma, húmedos, relajados, rompiendo con cada uno de nuestros pensamientos y dejándonos llevar a su ritmo.

Su cuerpo reacción ante mí y el mío ante el de él.

La marea sube y se posiciona sobre mí, con su pierna abre paso entre las mía, pegando cada centímetro uno del otro.

Disfrutamos el momento, sin apuros.

La ropa comienza a sobrar, lentamente nos vamos deshaciendo de las prendas, entre caricias, quedamos totalmente desnudo, sus ojos me miran con veneración, sus manos tocan delicadeza, mientras su boca me besa con total devoción.

El deseo y las ansias comienzan a trascender, el afán de la cercanía, mezclado con el calor corporal.

Me estremezco bajos su enorme e imponente masculinidad, estaba húmeda, lista para él, esperándolo con anhelo.

Mi cuerpo comienza a palpitar, con sus beso y caricias, retumba sin cesar, cierro los ojos mientras deja un recorrido de besos por todo mi cuerpo.

—Mírame— dice ronco.

Abro los ojos y me consigo con su mirada, esa que me pide permiso, que espera mi aceptación antes de hacer cualquier cosa.

Se acomoda, quedando en mi humedad y entonces lo hace, se hunde lentamente en mí, gimo ante el contacto, entra abriéndome dandole paso, se siente apretado, caliente, duro.

Jadeo acostumbrándome a su inmensidad, bombea lentamente.

—Abel— susurro de una forma casi inaudible.

Como una ola, me arrastras con él, hundiéndome hasta lo mas profundo de mi ser, entra lentamente, sale al mismo ritmo, mi calor lo arropa, lo pone mas dure, jadeo, se clava con potencia en mí, me hace chillar, con sus grandes brazos me abraza, para afincarse mas dentro.

—Esto es maravilloso— siseo ronco.

Toma fuerza, me lleva más profundo, doloroso y delicioso, al mismo tiempo, gimo, bombea sin parar.

La sensación es completamente placentera, lo siento más apretado, más apasionado, más grande, mas caliente; toma ritmo, se hunde más en mí.

Una y otra vez, lo siento dentro de mi, me traspasa, mi clítoris palpita antes su contacto, mis piernas tiemblan, corrientes eléctricas viajan por mi cuerpo, mis vellos de puntas, los músculos de mi pelvis se contraen, palpita dentro de mí.

—¡Ah! ¡ABEL! —siseo en su oido.

Me colapso, mi cuerpo vibra, mis piernas tiemblan, un enorme orgasmo me arrastra, lagrimas ruedan por mis ojos, digo su nombre, siento todo mi cuerpo enrojecido. Sale de mí, provocando que me erice, jadeo.

Voltea mi cuerpo como si pesara lo mismo que el pétalo de una rosa, sus manos se meten por debajo de mi pelvis, mi trasero queda al aire, mis piernas flaquean por un momento, me sostiene, me acaricia el culo expuesto.

—Espero que estés lista, L— susurra con la voz ronca, agarra mis dos manos y las posiciona en la espalda.

Su mano libre, me agarra las caderas y vuelve a hundirse en mí, jadea, esta vez retumba sobre mí y grito, choca con mi cuerpo, estocadas certeras, estoy perturbada, siento su cuerpo por todas partes, jadeos, chillo aturdía, mientras siento como me atraviesa son compasión.

Nos movemos como un mar turbio, los truenos creados por nuestro choque, resuenan en la habitación, mis gemidos lo acompañan, una y otra vez me penetra, me traspasa.

—¡Vamos, L! — su voz se escucha agitada, mucho más que la mía.

Nos venimos juntos, se escurre dentro de mí, mis piernas flaquean, Abel queda tendido sobre mi cuerpo, su pecho se pega a mi espalda. La respiración y mi corazón acelerados, me quedo estática, en el mismo lugar, debajo él, el olor a sexo llega a mis fosas nasales, siento sus labios sobre mi hombro, mis manos acarician mi costado.

Intento calmarme, pero aún me siento aturdida, me dirijo al baño con Abel, nuestros fluidos recorren mis piernas, mientras camino. Me meto en la ducha junto a él, para quitarme el sudor y limpiarnos.

No paramos de besarnos y acariciarnos cada que podemos, enjabona mi cuerpo, me besa los hombros, me masajea, hago lo mismo con él, limpio su pecho desde su espalda, pego mi cuerpo al suyo, al salir me enrollo en una toalla y para luego volver a la habitación, la cama está desordenada, y húmeda, sin importarme, me acuesto boca abajo, siento a Abel, recostarse a mi lado antes de quedarme completamente dormida.



Nota de autora: ¡¡Nuevo Capítulo!!

No sé ustedes, pero a mí siempre me emociona publicar un nuevo capítulo.

¿Que les pareció este capítulo nuevo?

@crystalslipper.K en Instagram

K.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro