Estoy a cinco cuadras de mi casa y comienzo a correr, quiero llegar rápido y tirarme en mi cama. 

Necesito desahogarme, soltar todo. No entiendo como puede pasarme esto de un rato a otro.

Llego a mi casa y abro la puerta. No hay nadie, ya que, mi hermano está en la universidad.

Subo a mi habitación y me tiro en mi cama. Lloro por un buen rato y cuando me calmo, escucho mi celular. Veo la pantalla y es Emilio quien me está llamando. Contesto y...

-Hola, Laura- dice Emilio

-Hola Emilio- contesto tratando de tener mi voz normal.

-¿Llegaste bien a tu casa?

-Sí, estoy bien y tú ¿cómo está la fiesta?

-No hay ninguna novedad. Los chicos siguen bebiendo sin control. 

-Oh, bueno.

-Bueno, ¿Te... te gustaría ir a comer conmigo?

-¿Qué?

-No tiene que ser ahora, puede ser más tarde u otro día.

-es... está bien, si quieres puedes venir dentro de 30 minutos.

-Bien, estoy en tu casa en 30 minutos- dice emocionado- Hasta pronto - cuelga.

Genial, espero que no note que lloré o me hará muchas preguntas que no quiero responder.

Ahora, ¿qué voy a usar? No soy una chica que tiene su armario lleno de vestidos lujosos o preciosos. 

Ahora que lo pienso, nunca dijo que sería una cita, entonces, para que preocuparme.

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Usaré... estos leggins... esta blusa blanca... estos zapatos negros, no mejor los blancos... Sí, ya estoy lista, me veo ¿bien? Creo que sí.

Mi teléfono vibra y entiendo que Emilio ya está aquí. Bajo y abro la puerta. Él me ve de arriba a abajo y abre la boca formando una "o" perfecta.

-¿Qué?- le pregunto algo incomoda.

-Nada, es solo que te ves muy linda. Más linda de lo normal.

-Amm... gracias- algo sonrojada.

Silencio.

-Bueno... te parece si nos vamos.

A lo que yo solo asiento.

Camino hacia su auto y cuando voy a abrir la puerta Emilio me alcanza y la abre por  mí, como todo un caballero, (suspiro fangirl) le digo que no se preocupe, que yo puedo abrir la puerta sola mientras me siento en el lado del copiloto. Emilio va al lado del piloto y se sube.

Pasamos un rato en silencio, un silencio incómodo...

-¿A dónde vamos?

-Es una sorpresa.

-Pero ya hemos tardado bastante.

-Tranquila, ya casi llegamos.

-Bien.

Saco mi celular para ver la hora y resulta que llevamos media hora en el auto. Siento mis ojos pesados así que los cierro por un segundo.

-Oye... Laura, ya llegamos.

-Ah, ¿qué paso?

-Bueno, te dormiste.

-Ah, lo siento.

-No te disculpes, no tienes porqué hacerlo- dice rascando su nuca- te parece si entramos.

-Sí, vamos.

Emilio me tomo de la mano por sorpresa cuando estábamos en la entrada y unas señoritas, creo que las ayudantes de cocina, nos ataron un lazo en la muñeca a ambos, uniendo nuestras manos. Yo estaba confundida y miré a Emilio esperando una respuesta y Él solo sonrío cerrando sus ojos y haciendo notar unos hermosos y pequeños hoyuelitos adornando sus mejillas. Aparte la mirada y miré al frente solo para toparme con muchas personas bailando y tomando, las parejas estaban atadas de las muñecas. ¿Esto es un bar? ¿Qué está pensando Emilio al traerme aquí?

-Emilio, ¿en dónde estamos?

-En el mejor bar de la ciudad.

-¿Te parece que me gusta estar en bares o en lugares con muchas personas?

-¡VAMOS! diviértete una vez en tu vida- dice gritando por lo alto que está la música.

-No quiero estar aquí Emilio, vamos a otro lado.

-¡NO! quiero que te diviertas, al menos una sola vez en tu vida.

-¿Estás diciéndome aburrida?

-Eso no importa, hoy vas a divertirte y ya- dice algo enojado.

-Diviértete tú. Yo me voy.

-No puedes, estamos atados.

Ignoro su comentario y veo a una señorita.

-Disculpe señorita, ¿Podría desatar mi muñeca de la de él?

-Sí, con gusto. 

-Gracias.

La señorita estaba desatando mi muñeca y Emilio estaba mirándome enojado. Cuando la señorita desató nuestras muñecas, Emilio empezó a alegarme. Me decía que era una aburrida, que por eso estaba sola y que nadie me quería, que por eso era una apuesta. 

Cuando dijo lo de la apuesta se tapo la boca con ambas manos.

-¿Cómo que una apuesta? ¿A qué te refieres?- le pregunto con la voz quebrada.