Capítulo 34. El Plan pt 2- ¿Funcionó? Funcionó.
El sol ya comenzaba a ocultarse una vez más, indicio de que el tercer día ya estaba terminando.
Indicio de que la joven fallecida todavía no daba ni una señal de despertar como un vampiro.
No se escuchaba nada en su ataúd.
Solo había un cadáver frío, siendo llorado por todos sus familiares y amigos.
Paola, a unos metros de la lápida de la joven, apretaba sus puños con fuerzas al ver al padre de la joven llorar desconsoladamente, arrodillado, pidiendo por su hija mientras que la madre estaba en una especie de shock, parada mirando solamente el nombre escrito de su bebé en esa piedra fría y gris, mientras era abrazada por lo que parecian ser sus amigas/tias de la joven.
—¿Fue algo... así?— preguntó en un susurro, con su garganta rota por querer llorar, sus orbes brillantes por las lágrimas que jamás caerían de sus cuencas al ver a esas personas tan miserables.
No podía evitar pensar que sus padres estuvieron así.
—Algo así.— respondió vagamente Lucas, mirando solamente a su hermana, preocupado por el estado emocional de la pelinegra.— No creo que vaya a despertar Pao.
—Pero... ¿Si es así?— preguntó esperanzada.— Por ahí... si llega a despertar va a querer ir con su familia y puede que... puede que ella...
—Como dijo la rubia.— interrumpió el menor.— Ella no eres tú Paola.
》¿No crees que sería mejor que descansara en paz? ¿No seria mejor que no se transformara en un vampiro? Recuerda los tres meses que estuviste sola Pao... no la pasaste tan bien.《
—Si pero... estuve sola.— se defendió, decidida a apartar sus ojos de esas personas para mirar a su hermano.— Ella no estaría sola, me tiene a mi y a Jane y a los Vulturi...
—Sabemos muy bien cómo son los Vulturi Pao.— volvió a hablar seriamente, intentando que deje de pensar en la probabilidad de que esa chica despertara como su hermana.— Apenas lograste estar con ellos y si no fuera por la conexión con ese castaño, Marcus, te habría sido muy difícil el estar allí...
Paola bajó la mirada, sabiendo muy bien dentro suyo, que su hermano tenía razón.
—Las personas están empezando a irse.— susurró Lucas, avisando a su hermana para que entregara las flores.
Paola suspiró, sin la necesidad de hacerlo, y se armó de valor para acercarse a la tumba de la chica. Con pasos temblorosos, se acercó y leyó con claridad el nombre de la joven y la dedicatoria.
》Freya D'Amato - 2007 - 2022
15 años
Una gran amiga e hija
Que tu luz brille en los cielos, mi linda Rapunzel.《
Paola tapó su boca en un intento de tragar su sollozo, sintiendo su muerto corazón ser aplastado ante esas palabras.
¿Por qué?
¿Por qué le hicieron eso?
¿Por qué la torturaron de tal forma?
¿Por qué...
—¿También fuiste amiga de mi hija?
La voz de la mujer la sobresaltó y la miró de reojo, conteniendo cada músculo de su cuerpo para no abalanzarse y matar a esa pobre mujer, que estaba a su lado mirando aún la pálida de su hija.
Paola solamente asintió con la cabeza.
—Raro... conocí a todas las amigas de mi hija.— susurró aún con su mirada en la tumba.— Y no recuerdo que mi niña tuviera de amiga un monstruo.
Paola se tensó y miró aterrada a la mujer, que ésta en ningún momento separó su mirada de su hija.
—Pero... eres diferente a los otros...— susurró.— estas acá para darle flores a mi hija y no mataste a ninguno que estuvo aquí presentes... eso me hace tener esperanza de que... eres distinta... tienes humanidad...
Y la vio a los ojos.
Unos ojos hermosos ojos miel como el de la joven adolescente, sabiendo de quien había sacado esa dulce mirada...
Pero los ojos de la señora estaban oscuros... vacíos...
—Yo...— mordió su lengua por un segundo y continuó.— Lo que le sucedió a su hija... me afectó bastante...
—Mmm... veo...— susurró.— Creo que a todas las mujeres les afectaría... no creí que me pasaría... pero aquí estoy, enterrando a mi bebé... mi hija fue una víctima más de esos crímenes del monstruo...
Paola frunció el ceño al oír aquello.
—¿Una víctima más? Lo habla como si fuese tan...
—¿Seguido? Cada seis meses se encuentran chicas del mismo estado de mi hija... todas con la misma edad...— susurró con desprecio.— La policía finge el buscar al asesino cuando todos sabemos que es un monstruo, los políticos hacen oídos sordos ante los casos y nosotros... solo podemos rezar y evitar que los chicos salgan a las calles...
》Yo... debí ser más dura, debí prohibirle irse... debí...《
—No hubiera funcionado, hubiese sido peor.— interrumpió Paola, llevando suavemente su mano hacia el hombro de la mujer que esta tembló ante el frío de la pelinegra.— Yo... su hija necesita que esté fuerte, tiene que seguir luchando por su hija...
—No tengo fuerzas.— susurró.— No tengo fuerzas para buscar justicia...
—Paola.
La pelinegra se sobresaltó y miró detrás suyo, encontrándose a Jane, a varios metros de distancia mirándola seriamente. Por un momento se asustó ante el destino de la mujer, sabiendo que la rubia no dejaría vivir a la humana al saber de su identidad.
—Ella... ¿podrá cumplir mi deseo?— preguntó mirando en la misma dirección que Paola, hacia Jane.— ¿Podré estar con mi hija?
—No.— gruñó Paola, mirándola seriamente.— No lo hará, no lo permitiré y no permitiré que se rinda... ¡Debe pelear por ella! ¡Su hija no le gustaría que estuviese así por su culpa! ¡No te quiero ver hundir mamá!
—Pao..— susurró Lucas, volviendo aparecer a su lado.
La mujer la miró sorprendida a la pelinegra y esta solamente tragó su sollozo y la abrazó sin llegar a lastimarla.
Ni siquiera le interesaba su aroma.
No le interesaba su sangre ni su sed.
Solamente quería el abrazo de una madre.
La mujer dudó pero la abrazó con fuerzas.
No sabía cuánto tiempo estuvo abrazando a la mujer, que en ningún momento lloró, pero tomó valor y se separó de la humana.
—Siga adelante... su hija la estará acompañando aquí.— habló tocando el corazón de la señora y obligó a sus pies a alejarse de la zona, yendo hacia Jane.
Al estar en frente de ella, su cuerpo tembló ante la mirada seria de la rubia sobre ella para luego mirar detrás de ella, hacia la humana.
Chasqueó la lengua y dijo.
—Voy a ignorar su conversación y lo que sucedió.— le dio la espalda a la pelinegra.— Pero ten en cuenta que no se podrá ocultar de Aro.
—No me importa.— habló seriamente, pasando por al lado de la rubia.— No voy a permitir que lastimen a un humano inocente...
Ya habían pasado cuatro días en total.
Paola había buscado en Internet los casos de las chicas desaparecidas, encontrándose con el hecho de que todas aparecían de la misma forma que Freya.
Pero no había nada más.
Ningún rastro de lo que o quien podría haberle hecho esas atrocidades a las jóvenes.
Pero algo había llamado la atención...
Todas eran rubias de diferentes tonos... pero rubias...
Necesitaba buscar más información pero no podía porque estaba en el bosque, sin señal.
Paola pateó una piedrita molesta.
—¿Por qué estamos aquí?
Jane la miró sobre su hombro para luego ignorarla al ver el puchero en los labios de la pelinegra y decidió volver a conectar sus sentidos y recordar esa noche que encontró a la humana.
—Claro, ignorame.— masculló por lo bajo, cuando algo llama su atención. Se acercó y se acuclilló, encontrándose con la forma de una pisada, de un pie.
—Jane...— llamó Paola, mirando de reojo a la rubia cuando todo su alrededor cambió, no estando en un bosque sino en un campo.— No estamos solas...— susurró al oler un aroma a los suyos.
La pelinegra miró hacia todos lados, sabiendo en donde estaba y en vez de asustarla, de entrar en pánico y de horror, solamente le causó furia.
Estaba en el campo.
En aquel lugar donde la tiraron.
—¡Ya! ¡Mostrate, hijo de puta!
Silencio.
Su mirada siguió recorriendo por todo el lugar, dándose cuenta que la rubia también había desaparecido de su visión. Era como... si ella sola estuviese ahí.
—Otra vez no...— susurró molesta al estar una vez más en la misma situación.
Sin embargo, el grito desgarrador de Jane causó que se asustara y la buscara por todos lados.
Su cuerpo picaba al oír los sollozos de Jane, doliendole en su pecho los gritos de dolor de la rubia y a la vez furiosa por hacer sufrir a la sádica.
—Ya han jugado con mi mente..— susurró con sus ojos cerrados, para luego abrirlos.— y no terminaron muy bien.
Sus orbes brillaron de blancos y un relámpago estalló en el cielo, provocando que el campo que la rodeaba se rompiera como un espejo y el bosque apareció una vez más.
Estando sola.
No estaba Jane.
—Otra vez jugaron con mi mente y mis sentidos se enfocaron solamente en lo que yo veía...— susurró.— No fue como el de aquella vez... que lo sentía muy real... pero fue parecido... ¿Por qué carajos juegan con mi mente? Hijos de puta...
Chasqueó la lengua y miró a su alrededor buscando el aroma de la rubia, que podía oler también otro aroma.
Otra sanguijuela.
—¡Jane!
Al oír los gritos de la rubia, corrió en esa dirección encontrándose a la rubia tirada en el suelo siendo desnudada por una mujer encima de ella, una mujer de cabellos castaños.
—¡Dejala ir!— rugió furiosa Paola, abalanzandose, cuando cae de rodilla ante el dolor que estaba sintiendo.
Jane estaba usando su don contra ella.
—Eso es mi Jane...— susurró cerca del oído de la rubia, provocando náuseas en Paola.
La pelinegra no entendía.
Jane parecía estar en un trance, mirándola a ella como el enemigo cuando esa vampira estaba encima de la rubia.
—No creí que salieras tan rápido de mi don...— susurró la mujer, mientras acariciaba la mejilla de la rubia que parecía no darse cuenta de su situación.— Creí que con el trauma que tenías no saldrías nunca de aquel lugar... ya que, bueno fue gracioso el espectáculo que hiciste por esa humana...
Paola rugió furiosa e intentó moverse pero el don de Jane lograba tumbarla en el suelo.
La pelinegra no entendía que trauma la estaba siendo ver a la rubia para que la mirara como el enemigo y usara su don contra ella.
No la reconocía.
Literalmente era su enemigo.
—¿Te estás preguntando cual es el trauma de mi Jane?— preguntó con una sonrisa en sus labios, provocando que Paola gruñera ante esas palabras.— Es aquel día... en que casi la queman en la hoguera... ella miraba a todos con un profundo odio, queriendo que todos sufrieran el dolor que estaba sintiendo...
》Mi bella Jane, tan poderosa aun siendo humana...《
—¿Qué... querés de... Jane?— cuestionó Paola mirando fijamente a esa vampira, que parecía ser que se conocían de antes.
La vampira la ignoró y comenzó a desabrochar la parte de arriba, de la camisa empezando a ver una gran parte de piel de la rubia.
—La quiero a ella.— susurró acariciando su nariz en el cuello de la rubia, provocando que Paola se sacudiera furiosa.— No creí que tendría la oportuna de volverla a ver... esperaba que los asesinatos de todas esas niñas, llamara la atención de los Vulturi pero nunca aparecían hasta ahora...
》¡Vino mi Jane! ¡Vino hacia mi!《
—Ella... ni siquiera... te registra.— se burló Paola, intentando ponerse de pie que a dura penas logró estar arrodillada.
—¡CÁLLATE!— rugió furiosa aquella vampira y sacó de un tirón la camisa de la rubia provocando que Paola rugiera con furia al verla como desnudaba a la sádica y ésta seguía en el trance, cada vez peor gracias a que el dolor que estaba sintiendo era peor que antes.—¡ELLA SI SABE DE MI! ¡FUIMOS VECINAS! ¡FUIMOS AMIGAS!
》¡PERO DESDE QUE ENTRÓ EN ESOS VULTURI JAMÁS ME PRESTÓ ATENCIÓN! ¡JAMÁS VOLVIÓ A MI! ¡YO, QUE LA CUIDE MAS QUE NADIE CUANDO ESOS IDIOTAS LA MOLESTABAN! ¡YO!— se señaló.— ¡YO LA DEFENDI, PELEÉ CONTRA ESOS INHUMANOS QUE QUERIAN QUEMAR A MI CHICA! ¡HICE MUCHAS COSAS POR ELLA Y... ¡¿CÓMO ME PAGO?! ¡ALEJANDOSE DE MI!《
—¡Jane, DESPERTÁ!— gritó, cayéndose hacia un lado, teniendo mas dificultad para moverse y apretando con fuerzas su labio inferior para no gritar del dolor.
—¡Usa tu don Pao!
—N-No puedo...— jadeó, en un intento de poder responder a su hermano.— no puedo concentrarme y si lo uso podría lastimar a Jane...
Lucas bufó y decidió intervenir... pero esta vez, con esa rubia que le daba miedo.
Estaba muy orgulloso que su hermana saliera por si sola de esa ilusión, había crecido y de a poco iba sanando sus heridas emocionales que no desaparecerían por completo quedando una cicatriz pero si estaría cerrada.
Y eso de a poco... lo comenzaba a aliviar.
Mientras tanto, Jane forcejeaba contra esos humanos que la tenían atada, le tiraban tomate, agua sucia y la empujaban para que caminara más rápido hacia su muerte.
—¡Déjenme! ¡Suéltame!— se sacudió con fuerzas, sintiendo otra vez miedo, horror al ver aquel lugar donde la quemaría.—¡No! ¡Basta! ¡Van a sufrir!
Jane al estar ya atada en el poste comenzando a sentir el fuego bajo sus pies y el calor, comenzó a mirar a todos con odio, con un profundo odio queriendo que todos sufran, que todos sientan el dolor que ella estaba sintiendo en ese momento.
Los odiaba.
Quería que sufrieran.
No se los perdonaría jamás.
¿Por qué? ¿Que fue lo que hizo?
Siempre fue buena, siempre fue educada y amable...
Entonces, ¿Por qué?
¿Por qué sus padres le tuvieron tanto terror?
¿Por qué la miraban sin arrepentimiento?
¡Estaban a punto de matar a su propia hija!
Pero ellos mismos fueron la que la sentenciaron a muerte.
Solo se había enojado una vez... y fue en ese momento que uso su poder sin querer.
¿Cómo era posible que no la defendieran ni a ella ni a su hermano?
Su hermano...
Su mellizo...
Miró hacia su costado y no estaba ahí, con ella, como lo recordaba.
—¡Che! ¡No es real!
Frunció el ceño al oír la voz de un niño y miró hacia el frente, en el medio de la multitud que la señalaban y le tiraban consas, un joven con rasgos diferentes y ropa distinta que la miraba desesperado.
—¡No es real rubia! ¡Ni siquiera está tu mellizo diabólico con vos!
Esa forma de hablar...
Le recordaba a alguien...
—¡Podes apurarte de reaccionar, estas lastimando a mi hermana conchuda!
Si... esa asquerosa forma de hablar... le recordaba a cierta chica de pelos oscuros...
Paola.
Jane gruñó y se sorprendió al no sentir el fuego bajo sus pies, ni el calor, ni el dolor. Es más, ya no estaba atada al poste y ya no había ninguna multitud que la lastimara.
Estaba sola y con ese niño que suspiró aliviado.
—¿Quién diablos eres?— le cuestionó a la defensiva, pareciéndole familiar.
—¿Yo? Tu futuro cuñado, un gusto rubia.— sonrió ladinamente, provocando un tic en el ojo a la sádica, cuando se sorprende al oírle gritar.— ¡Paola, ahora!
Y Jane despertó.
La rubia jadeó como si buscara aire, cuando ni siquiera lo necesitaba, aun recostada en el suelo. Sin embargo, se sorprendió al estar en los brazos de Paola que la sujetaba con fuerzas desde la cintura pegada a la anatomía de la pelinegra. Levantó su mirada enojada por el agarre de la ex neófita cuando se sorprende la mirada furiosa de ésta misma, con sus ojos rojos brillando de odio, mostrando sus colmillos y rugiendo como un león marcando su territorio.
—Ah... Mi Jane, despertaste...— jadeó llena de felicidad una nueva voz, provocandole escalofríos y asco a la rubia.— No quería que lo hicieras pero... es bueno que nos volvamos a ver ¿No?
Jane frunció el ceño por tres razones:
1) No sabía quién diablos era esa mujer.
2) El agarre de Paola se volvía cada vez más fuerte provocandole cosquillas.
3) ¿Por qué carajos estaba semidesnuda? ¿Que diablos le había sucedido a su camisa negra?
La rubia la ignoró a aquella sanguijuela y miró a Paola.
—Me puedes soltar.
—No.
Jane alzó una ceja ante aquella respuesta, ignorando el cosquilleo en su estómago ante la voz demandante de la pelinegra y volvió a decir.
—Suéltame, ahora.
Paola bufó y la soltó lentamente sin apartar la mirada en la otra vampira, atenta ante cualquier movimiento y le susurró.
—Ella te quiere a vos.— arrugó la nariz de desagrado.— Ha matado a tantas niñas humanas inocentes de cabellos rubios solamente para llamar la atención de los Vulturi... o mejor dicho de vos.
》Dice que te conoce desde tu época humana.— continuó, tensando a la rubia.— Y que se transformó cuando los Vulturi fueron a rescatarte junto con Alec cuando estaban muriendo, en realidad era la cena de uno de las sanguijuelas que estaban en ese momento pero no terminó bien su comida y acá esta esa maldita enferma, hija de mil puta.《
Jane entendía el odio en la voz de la pelinegra.
Por esa sanguijuela habían matado a muchas chicas inocentes... que en parte la rubia tenía razón, pero había otro punto en el cual Paola estaba furiosa.
—Jane amor...
—No se quien eres.— habló seriamente la rubia, provocando un jadeo de dolor en esa vampira.— Pero me voy a hacer responsable por las muerte de todas esas chicas que mataste injustamente...
》Dolor.《
Sin embargo, tanto Paola como Jane se sorprendieron y le dieron asco al ver cómo en vez de gritar de dolor o retorcerse como un gusano, jadeba de placer y sonreía de punta a punta mientras gritaba el nombre de la rubia pidiendo más y diciéndole cuanto la amaba y la había esperado.
Jane estaba completamente sorprendida.
Y Paola se le transformó la cara a una completamente seria, sus orbes brillaron en blancos y antes de que esa vampira pudiera reaccionar, un trueno cayó del cielo en un segundo, despedazandola y prendiendo fuego cada extremidad.
Jane se sorprendió aún más ante la acción de la pelinegra y con la seriedad en su rostro.
—No te metas con mi hermana perra.— insultó esa voz, que llamó la atención de Jane, lograndolo ver un segundo al lado de la pelinegra.— Chau rubia teñida, no creo que nos veamos de vuelta...
Y Jane frunció el ceño al verlo desaparecer, sin darle tanta importancia el como la llamó. Sin embargo, si se sorprendió al sentir una prenda caerse encima suyo y miró confundida al ver esa estúpida campera negra y roja que antes tenía puesto la pelinegra.
Levantó su mirada con una ceja alzada, encontrándose a la pelinegra dándole la espalda.
—Ponete eso... te recuerdo que estas solo con un corpiño y vos...— le habló hacia un costado.— mira hacia otro lado pendejo.
Jane entrecerró los ojos y agarró con dudas la campera que olía perfectamente a Paola, su olor a chocolate. Estuvo a punto de hablar cuando el ruido de un teléfono celular las sorprende a la dos ante el silencio en el que estaban.
—Si.— atendió Paola.—¿Qué? ¿De qué me estás hablando Dimitri?
Silencio.
Mientras Jane se ponía la campera y se subia el cierre, a su vez que escuchaba la conversación por teléfono.
—¿Plan? ¿Que plan?— volvió a cuestionar, ya dándole atención a la rubia que sonrió al ver que le quedaba bien su campera y ya no iba a oler a esa asquerosa sanguijuela. Hasta que frunció el ceño y volvió a prestar atención a las palabras de Demetri.—
¿Las reinas? ¿No había un vampiro? Pero si la acabamos de rematar... Si, Demetri... la recalcada concha de tu hermana, te estoy diciendo que recién la acabo de descuartizar.. ¿No me crees? ¿Que te pase con Jane? ¡Ya vas a ver Demetri!— gritó lo último al haber sido el teléfono arrebatado por Jane.
—Demetri, la vampira ya no está.— habló seriamente.— La misión ya terminó y los amo sabrán lo que sucedió.
Y le cortó.
Jane guardó el teléfono en el bolsillo de su pantalón y miró a la pelinegra al ver cómo refufuñaba como niña pequeña por las palabras de Demetri.
Rodó los ojos y llamó su atención, dudando de la respuesta que le dará la pelinegra.
—También lo quiero.
Paola prestó atención y le preguntó.
—¿Querer qué?
—Quiero lo que los otros tienen.— susurró mirando hacia otro lado, sin soportar la mirada curiosa de la pelinegra sobre ella.— La campera.
—Ah.— sonrió ladinamente.— También querés una campera de egresados.
Jane no dijo nada.
Sin embargo Paola pudo leer los sentimientos de vergüenza y timidez.
—Está bien.— respondió avanzando, sorprendiendo a la rubia.— te voy a hacer uno.
》Cuando lleguemos, vayamos a mi estudio y te hago la campera de egresados.《
EN VOLTERRA...
—Mis joyas...— habló Aro con una sonrisa tensa.— Bienvenidas...
Paola y Jane se miraron de reojo para luego mirar a sus amos.
Marcus, Aro y Caius estaban tensos.
Las reinas estaban nerviosas.
Y lo de las guardias junto con Rebecca estaban literalmente temblando.
¿De qué?
No sabían.
Jane estuvo a punto de hablar cuando, la reina Sulpicia habló o mejor dicho gritó...
—¡Lo sentimos tanto!— asustó a Jane y a Paola.— ¡Solamente queríamos que se arreglaran! ¡Por favor no nos odien!
—¿Qué?— cuestionaron las dos.
—Esposa mía, cálmate por favor.
—¿Estás bien Sulpicia?
—Paola.— llamó seriamente Jane, al hablarle tan informal a sus reinas.
Paola rodó los ojos cuando frunce el ceño al ver cómo todos las miraban sorprendidos.
¿Que les pasaba?
—Mi querida Jane.— habló Marcus, sorprendiendo a las dos y al todo el público escucharlo hablar.— ¿Qué es lo que tienes puesto?
Jane alzó una ceja y se miró.
Sulpicia y Athenedora quisieron sonreír como el gato de Alicia en el País de las Maravillas.
—Es mi campera...— respondió esta vez Paola y señaló a la rubia.— Si nos dejaran mostrar lo que pasó, verán por qué lleva mi campera de egresados.
Aro inmediatamente se paró de su trono, al tener dos pares de agujas sobre su nuca, siendo su esposa y de la esposa de Caius y estiró su mano, ansioso por saber que pasó.
Jane entregó su mano.
Aro leyó los pensamientos de lo que sucedió.
Todos esperaban expectantes, intrigados por los gestos de su rey que eran desde confusión, para pasar de sorpresa para luego terminar en una llena de enojo.
—Paola, también quiero leerlo desde tu punto de vista.— habló Aro mientras soltaba la mano de Jane para querer agarrar la mano de Paola.
La pelinegra frunció el ceño pero igual dio su mano.
Y pasó lo mismo que con Jane.
Los mismos gestos.
—Muy bien hecho mis niñas.— felicito el pelinegro.— Y pensar que estuvo causando caos por tanto tiempo... y estaba obsesionado contigo mi querida Jane...
—¿Hermana?— llamó preocupado Alec, acercándose inmediatamente a su melliza mirándola de arriba a abajo por alguna herida.— ¿Qué fue lo que pasó?
—Decía conocernos en nuestra época humana.— comenzó a hablar Jane.— Dijo que fuimos amigas, sin embargo... no la recuerdo... estaba obsesionada conmigo, mató a un montón de chicas de mi parecida apariencia para llamar solo mi atención...
—Por suerte no fuiste sola.— interrumpió Aro y sonrió hacia la pelinegra.— Muy buen trabajo Paola, el escapar de aquel don de esa vampira y terminar con su existencia al salvar a Jane, muy buen trabajo.
—A-Ah... bueno, gracias...— susurró tímida al ser felicitada en persona.— Y ya habían jugado con mi mente... no iba a caer de vuelta.
—Vayan a descansar.— habló Caius.— Se lo merecen.
— Si, amo.— hablaron las dos e inclinaron sus cabezas.
Paola y Jane se fueron, tomando esta vez el mismo camino.
Silencio en el salón, mirándose uno a los otros.
—Quién diría que realmente había un vampiro causando alboroto...
—¿Funcionó?
—Por supuesto que si.— hablaron a la vez Sulpicia y Athenedora.— fue nuestro grandioso plan, obviamente iba a funcionar.
Aro y Caius sonrieron divertidos al ver la altanería en sus esposas cuando hace varios días atrás estaban llorando, preocupadas por el posible odio de Jane y Paola hacia ellas por sus mentiras.
Marcus solo sonrió y recordó con curiosidad el hilo violeta que vió un poco más sólido en los meñiques de Jane y Paola.
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¡Hola!
Maratón 3/3
Y acá finaliza.
Vuelvo a desaparecer.
¿Les gustó?
Cuídense.
Saludos.
~M.
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