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Capítulo 30. Reconciliación














































Aro y Marcus caminaban hacia uno de los salones privados donde a veces se reunían para hablar de otros temas importantes, fuera del alcance de la guardia real. Sin embargo, grande fue su sorpresa al entrar a aquel salón al encontrarse con las reinas, la guardia real y a Caius junto con Rebecca.

—¿Qué sucede aquí?— cuestionó Aro con intriga pero cauteloso. La relación con su hermano aunque se hablaban era tensa debido a la neófita  y ni se diga la relación entre Marcus y Caius que se lanzaban dagas invisibles, más por parte del castaño hacia el rubio que en otra situación se habría burlado de su ex-cuñado al ver lo infantil que estaba siendo al tener esos sentimientos.

Porque sí... Marcus estaba celoso de Caius.

Ahora Caius tenía la completa atención de Paola y le hablaba con tanta familiaridad que a Marcus le irritaba de sobremanera, ya que antes el rubio no soportaba la presencia de la neófita y ahora si.

¡Que hipócrita!

Solo porque ahora su hija tenía un gran, increíble y poderoso don, le caía de maravilla.

Maldito falso e hipócrita.

Marcus gruñó al cruzar miradas con Caius que éste rodó los ojos ante los celos infantiles del castaño.

Estaba cansado.

Caius, el mas sádico y temible de los Reyes Vulturis, estaba harto, cansado del ambiente ridículo que había a su alrededor entre su hermano, el castaño y hasta con su mujer, ¿Por quién?

¡Por la neófita!

¡Por Paola!

Su adorada y hermosa esposa, no le hablaba y hasta estaba indignada porque Paola le hablaba a él y no a ella.

¿Qué culpa tenía él de que la neófita decidiera ignorarla?

¿Por qué no creyeron en ella en vez de estar preocupados excesiva y ridículamente por su estado?

Toda esta situación... ¡Era ridícula!

¡Estaba harto!

¡Y estaba harto de soportar a la neófita!

Desde que Paola dejó de hablarle a Aro, a Marcus, a su esposa y cuñada, y a los de la guardia Real, la neófita se había concentrado en hablarle a él, a Rebecca y a .

Pero principalmente, lo buscaba a él.

Y ya estaba cansado.

Cansado de oírla.

》Caius esto.. Caius lo otro... ¡Oh mira Caius! Abuelo Caius...《

Abuelo...

Le había dicho 》abuelo《

¡A-BU-E-LO!

Basta.

Basta.

¡Basta!

BASTA.

Ya no la soportaba más.

Caius quiere y desea que todo sea como antes. Él ya no tiene paciencia para niños, de hecho nunca la tuvo, y Paola en vez de tener 17 años parece una niña de cinco años.

¡5 años!

No la aguantaba más.

¡Que se vaya a molestar a su padre y que lo deje en paz a él!

—¿Y bien?— volvió hablar Aro con intriga hacia su hermano y Rebecca que esta se removía incómoda en su lugar, detrás del rubio que parecía tener un duelo de miradas con Marcus.

Pero Rebecca al notar que el Rey Caius no iba a hablar, decidió tomar el asunto entre sus manos intentando en no volver a morir ante las dagas asesinas de Demetri, Félix, Alec y principalmente de Jane.

—Bueno...— carraspeó la rubia dando un paso al frente, teniendo la atención de los demás.— Están aquí por Paola.

—¿Que pasa con la neófita?— cuestionó Félix.

—Paola ha estado muy mal.— siguió explicando la rubia.— No se está alimentando bien, pasa constantemente encerrada en su habitación, crea ropa que... ni siquiera se para quienes son...

》Y estoy segura que en cualquier momento, abrirá un local aquí mismo, en el castillo, y venderá sus prendas como souvenir.《

Silencio.

Rebecca no pensó que sería tan difícil en volver a establecer esa relación que tenía la neófita con las personas en frente suyo.

¿Cómo era posible que fuesen tan orgullosos y tercos para volver a hablar entre sí?

Hasta había insistido con Paola en que se animara a hablarle a Aro, a Marcus o hasta algunas de las reinas pero fue un completo fracaso. Por lo tanto, le había pedido ayuda al Amo Caius para reunir a los presentes y tratar de convencer a ellos de que volvieran a tener esa relación pero jamás imaginó este resultado.

Silencio.

¿Que demonios estaba pasando?

—Bueno...

—Están aquí para que dejen de actuar como idiotas y vayan a arreglar su estúpida y ridícula relación con la neófita.— interrumpió Caius con la paciencia en la estratosfera mientras que Rebecca se encontraba sorprendida por lo brusco y directo que fue.— Ya ha pasado tiempo, Paola ya controla el 85% de su don... ¡Su maldita preocupación es excesivamente exagerada!

Silencio.

Nadie habló.

Ni mucho menos Athenedora que estaba indignada que su esposo la haya insultado indirectamente.

—Lo que el Rey Caius quiere decir.— apaciguó Rebecca intentando que el ambiente se calmara, sin entender como es posible que sea cada vez más tensa.— Es que Paola los extraña demasiado, extraña a sus amigos.— miró a Demetri, a Félix, a Alec y esquivó la mirada de Jane.— extraña las reuniones de tomar mate con sus mejores amigas.— miró a las reinas  que éstas bajaron la cabeza donde ellas realmente tambien la extrañaban.— extraña al Maestro Aro y extraña muchísimo más a usted Amo Marcus.

Marcus apretó la mandíbula y miró hacia otro lado al oír aquellas palabras.

Él también la extrañaba.

Demasiado.

Extrañaba a su hija.

Pero ella era tan terca.

¡Igual que Dydime!

¿Por qué no entiende que solamente está preocupado por ella? ¿Por qué no entiende lo peligroso que es su don?

¿Por qué no puede comprender que si ella no logra despertar, él vuelve a morir otra vez?

No lo soportaría.

No podría vivir... con ese dolor otra vez.

No puede.

Ni quiere imaginar vivir así otra vez.

—Si nos extraña tanto como dice.— habló Félix, sacándolo del sufrimiento mental a Marcus.— ¿Por qué nos ignora?

—Ella fue la que se alejó de nosotros.— continuó Demetri cruzado de brazos y con el mentón en alto.— Además, nunca le pidió disculpas a Jane por lo que le dijo.

Jane alzó una ceja al oír como la mencionaban en la conversación, que sinceramente, se había olvidado por completo las palabras que le había dicho la neófita. Que si, en su momento, realmente le dolió las palabras dichas por Paola pero con el pasar de las horas, para su mala suerte no se podía sacar esas frases de su cabeza, y comenzó a darse cuenta que un punto tenía razón.

Pero... ¿Que podía hacer?

Ella era así, siempre fue así y fue su manera de proteger sus sentimientos y emociones ante la horrible y desastrosa vida que tuvo cuando era humana. Y cuando por fin se dio cuenta que ya no era una niña, humana, débil, sin poder defenderse, utilizó su don con placer y venganza, demostrando que ya no era esa niña que podían insultarla, maltratarla, pegarle y todos los horrores que le hicieron a ella y a su hermano en su vida pasada.

Bufó mentalmente, molesta e incómoda, ya que Paola desde que llegó al clan lo único que ha hecho fue darle unos increíbles dolores de cabezas y sentimientos confusos entre querer matarla o dejarla vivir.

Estaba a punto de hablar cuando la "amiguita" de Paola la interrumpió.

—Bueno... sí, las palabras de Paola fueron desubicadas, pero digamos que Jane tampoco actuó bien.— defendió Rebecca a Paola, que instintivamente quiso desaparecer del lugar al tener los ojos de Jane sobre ella.— Creo que... ahí deberían arreglar entre ellas dos y el Amo Marcus también debería hablar con ella.

》Yo no entiendo que fue lo que pasó para que ustedes tres.— señaló a Demetri, Félix y a Alec.— al igual que las reinas, dejaran de hablar con Paola... pero podrían empezar ustedes en... volver a hablarse.《

—Creo que nuestra querida Rebecca tiene razón.— habló Aro, ganándose la atención de los demás donde Caius casi estaba festejando al oír a su hermano decir eso.— Ya ha pasado más de tres meses... Paola ya controla su don... Creo que deberíamos estar allí apoyándola, oírla de verdad...

》Ahora, lo que haya pasado entre ustedes dos.— miró a Marcus y a Jane.— deberían hablarlo a solas y tener una profunda y larga charla.《

Los mencionados no dijeron nada.

Mientras tanto las reinas fueron directamente a buscar a la neófita para volver a arreglar su querida y hermosa amistad.























⚡⚡⚡






























Había pasado una semana y Paola se sentía un poco mejor después de tanto meses que había pasado y todo se debía gracias a sus BFF.

A Athenedora y a Sulpicia.

Increíblemente un día, las Reinas, entraron a su habitación como Pancho por su casa y le gritaron directamente, en la cara, que la extrañaban y querían volver a tener su reunión de chismes, de sacar el cuero a algunas personas, de tomar mate y principalmente de tener sus pijamadas y ver películas de Marvel.

Paola, en ese momento, se había congelado en el lugar mirando los rostros de las reinas que en ellas se veía claramente sus sentimientos.

Ellas la extrañaban como ella las extrañó.

Y Paola estuvo a punto de decirles que todo podía volver  a la normalidad, cuando ellas la interrumpen con una sugerencia increíblemente maravillosa que, por supuesto, Paola no desaprovechó.

Las Reinas, con el terror de no volver a tener su hermosa amistad con la neófita, las dos tanto Sulpicia como Athenedora se vendieron exclusivamente como 》modelos《 para los diseños de Paola.

Y obviamente a la neófita, eso fue el premio mayor.

Por lo tanto, allí estaba, en su propio estudio de diseño creando ropa para sus reinas.

Esperen, lo leyeron bien.

Paola tiene su propio estudio.

Regalo, chantaje, de exclusivamente de Aro.

Hasta el tío Aro, sí lo iba a llamar así, le había gustado la sugerencia de poner una tienda boutique de ropa dentro del castillo.

Paola casi llora de la felicidad.

Uno de sus grandes sueños se estaban volviendo realidad.

—Demetri deja de jugar con la cinta y alcanzame la tela roja.— ordenó Paola mientras estaba con la máquina de coser.— Félix tráeme los moldes que dejé en mi cuarto porfa.

—¡Pero es que me aburro!— se quejó Demetri dándole la cinta a la neófita.

—Pues busca con que desaburrirte.— le respondió concentrada en su trabajo.— Y no, mis cosas no son juguetes.

Demetri bufó y se cruzó de brazos.

—Desde que te volviste toda una mujer de negocios te has vuelto aburrida.

—Pero cerrá el orto querés.— le respondió con una sonrisa burlona en sus labios.— Sigo siendo la misma de siempre, solo con trabajo.

》Además dejá de quejarte, que esto es para vos.《

—¡¿En serio?!

—Que si, ahora déjame concentrarme.

—¡Si, jefa!

Si.

Unos días después de que las reinas y Aro le hablaran y volviera a tener su relación como antes, Félix y Demetri le fueron a hablar.

O mejor dicho...

A cantar.

FLASHBACK

—¡Y es otra noche llorándoteeeeee!— comenzó a cantar Demetri, asustando a Paola que estaba poniendo un alfiler a los ajustes del vestido de Sulpicia en el maniquí siendo ayudada por Rebecca. La pelinegra miró confundida hacia la entrada de su estudio, encontrándose a Demetri y a Félix cantar, horriblemente, una canción en español.— ¡Y son las cosas que no dijeeeeee!

》¡Y sé que el tiempo no me deja más, y no me deja verte...Me está matando no poder tenerte... Y dueleeeee.— gritó a los cuatro vientos Demetri.— ¡Y no te miento, dueleeeeeeee!《

—¡Y es otra noche llorándote!— ahora fue el turno de Félix, con una hoja en su mano, mientras que Demetri tenía su celular en su mano donde allí estaba la música.— ¡Y son las cosas que no dije!

》¡Y sé que el tiempo no me deja más, y no me deja verte.— continuó Félix leyendo más la letra que cantando con el ritmo.—Me está matando no poder tenerte, y duele...Y no te miento, duele.《

Paola miró de reojo a Rebecca preguntándole silenciosamente...

¿Que mierda estaba pasando?

Pero Rebecca se encogió de hombros y siguió grabando a escondidas la completa humillación de esos dos.

Paola se lo agradeció mentalmente, y volvió orbes a esos dos con una sonrisa divertida en sus labios.

—¿Y qué? Y que somos tal para cual, tú no puedes negarlo.— empezó a rapear Demetri moviendo las manos exageradamente mientras que Félix se había puesto una gorra, de anda saber de donde lo sacó, y se lo puso al revés moviendo su cabeza de arriba a abajo, apoyando a Demetri.— Sientes lo mismo que yo, así que dale mambo..

—Si no tienes tiempo para mí, yo no tengo tiempo pa ti.— le siguió Félix.—Búscate otra que se busque, papi, todos tus reclamos...

—¿Aló? Tú me tienes psy-psy-psycho
Luzco para arriba, papi, luzco para abajo...— continuaron los dos juntos.—Busco la salida, no encuentro na más... Solo sabe la luna dónde quiero llegaaar

—¡Y es otra!— interrumpió Paola agitando las manos hacia arriba, acercándose a esos dos, cantando a todo pulmón, sorprendiendo a los dos.—¡Otra noche que paso pensando, que tú no estarás con la otra!

》¡Y me duele en el pecho saber que terminó lo que una vez empezó!— siguió cantando, moviéndose al ritmo de la canción.—¡Y te juro que el peso, no me lo quita naaaadieeee!《

—¡Y como dice!— gritó Paola a todo pulmón, abrazando por los hombros a Demetri y a Félix por la cintura, donde los tres siguieron cantando.— ¡Es otra noche, llorándoteeeeeeee!

FLASHBACK

Y así... volvieron a ser los mismos de antes.

Y aunque estaba feliz de volver a tenerlos, todavía tenía una espina en su corazón, un gran peso en su pecho al no tener a Marcus con ella. Hasta inconscientemente le había creado ropa para él, donde varias veces quiso dárselo pero se retractó con miedo y vergüenza de mirarlo a los ojos luego de haberle hablado de aquella manera.

Pero... ¿Por qué debía sentirse así cuando él fue que no la apoyó cuando más lo necesitó?

¿Por qué él no podía ponerse en su lugar?

¿Por qué Marcus no entendía que, ahora, que por fin tiene un don y que debe controlarlo para poder  protegerlo?

Paola suspiró mientras la máquina de coser hacía su trabajo. Concentrada en su obra, escuchó la puerta de su estudio abrirse y sabiendo que era Félix, le ordenó.

—Deja los moldes arriba de esa mesa Félix.

—No... soy Félix.

Paola saltó en su lugar al haberse sorprendido y asustado al reconocer aquella voz, que como consecuencia, unos pequeños rayos salieron de sus dedos afectando a la máquina de coser donde comenzo a salir humo de ésta.

—Y... se quemó.— susurró en voz baja con un puchero en sus labios.

—Lo siento.— se disculpó Marcus parado por delante de la puerta cerrada del estudio de la neófita. Parado, como una estatua, observó como Paola otra vez se sobresaltaba y se apartaba de la máquina para mirarlo por primera vez, hasta notó como abría y cerraba su boca como un pez fuera del agua.

—¿Ah? Esto.— señaló a la máquina, incómoda.— No te preocupes... ya estoy acostumbrada, de hecho, es la cuarta que rompo...

Marcus parpadeó varias veces procesando lo dicho.

—¿La cuarta?

—Si.— respondió en voz baja, moviendo su cabeza de arriba a abajo con sus manos en la cintura, mirando fijamente a la máquina que seguía saliendo humo.

—¿La cuarta que rompes?

—Si.

—¿Que pasó con las otras?

Paola aplanó los labios, balanceándose de adelante hacia atrás y dijo las palabras de Macri.

—Pasaron cosas.

—Bien... ¿Que cosas?

—Bueno... no controlo mi fuerza ¿Si?— resopló comenzando a caminar de un lado a otro, moviendo sus manos exageradamente.— Y la primera, al pisar el pedal... lo destruí... la segunda no andaba cierta parte y me enojé y lo destruí, y con la tercera... pasó lo mismo que con el cuarto, me emocioné al terminar mi primer prenda y bueno... pequeños rayos salieron de mis dedos y se quemó.

》Pero, tranquilo, tengo más máquinas por allá.— señaló en una esquina donde se podía apreciar unas 16 máquinas de coser.— Los voy a cuidar mejor, lo prometo.《

Marcus soltó una risita y negó con la cabeza divertido.

—Se que lo harás.

Paola sonrió sintiéndose menos culpable de haber roto la cuarta máquina, que a decir verdad esta vez no fue por completo su culpa y miró fijamente a Marcus, preguntándose ahora porqué estaba allí.

¿Y donde estaba Demetri? Hace menos de cinco minutos estaba con ella y ahora desapareció.

Maldito... la dejó sola.

—Yo... debo seguir trabajando.—  susurró Paola yendo a buscar otra máquina sintiendo los orbes rojizos de Marcus sobre ella.— ¿Necesitabas algo?

Marcus suspiró y rápidamente se puso adelante de Paola, frenandola de su acción. La pelinegra sorprendida, levantó la cabeza para mirar a Marcus y ver sus orbes rojizos llenos de... soledad y tristeza, su corazón dolió aun más al saber que ella era la causante.

—Amo Marcus.

—Perdón.

Paola parpadeó sorprendida al oír aquellas palabras donde inmediatamente negó con la cabeza al igual con sus manos y dijo.

—No, no, no... yo, yo debo disculparme...

—Yo no te apoyé como debí haberlo hecho.

—Estabas preocupado y lo entiendo...

—Si, pero eso no es excusa para haberme alejado.— frunció el ceño molesto consigo mismo.— Debí estar contigo, acompañandote. Se que debió haber sido duro tu entrenamiento y se  como te esfuerzas, además que me enteré que no te has estado alimentando bien, jovencita.— regañó suavemente a Paola que esta apartó la mirada avergonzada.— por eso debí haber estado contigo, cuidándote.

》Quiero que sepas que valoro tu esfuerzo y realmente estoy orgulloso de como pudiste controlar tu don...《

Marcus no terminó de hablar al sentir un peso encima suyo, siendo nada más ni nada menos que Paola abrazándolo como un oso de peluche. El castaño estaba anonadado, pero feliz. Una vez más estaba sintiendo su corazón latir como si estuviera vivo y una calidez rodear todo su cuerpo. Inmediatamente el castaño la abrazó con fuerzas, donde Paola realmente, después de varios meses sintiéndose sola, cansada y llena de tristeza, volvía a sentirse como ella misma.

Feliz de estar una vez más en los brazos de la persona que consideraba como un padre.

Feliz de estar cómoda y sentirse como si estuviera en casa.

Porque sí... ahora a los Vulturi los consideraba como una familia y Volterra su hogar.

Y eso... lo pudo notar, al verlo unos metros suyo, cierto niño que sonreía con paz.













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¡Hola! ¿Que tul?

Tanto tiempo. :)

Solo vengo a actualizar y a desaparecer de vuelta.

Por ahí, dentro de unos días me anime a actualizar CAÍN y Hechicera.

Muchísimas gracias por su paciencia, por casi llegar a las 200 mil lecturas y por sus votos <3

Los quiero.

Cuídense.

Besitos.

~M.





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