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Capítulo 29. Tensión y demostración





























Paola sentía que todo su cuerpo se partiría por la mitad, su piel abriéndose como si un cuchillo le clavara, formándole tajos en toda su anatomía, era un dolor inmenso.

Un quejido salió de sus labios al sentir también su cabeza palpitar como si se hubiera tomado una gran cantidad de vodka la noche pasada y despertara con resaca.

En conclusión, estaba hecha mierda.

—Estas despierta.

La voz baja de alivio llamó la atención de Paola que parpadeó varias veces hasta abrir sus ojos y giró su rostro encontrándose los orbes de Marcus que la miraban aliviados y con una sonrisa suave en sus labios.

—Me duele todo.— susurró sonriéndole.— hola papá.

Marcus acarició con cuidado la mejilla de la pelinegra temiendo lastimarla y suspiró algo molesto.

—Usaste tu don...— murmuró disconforme Marcus.— es peligroso para ti.

》No quiero que lo uses.《

—¿Me estas jodiendo?— se levantó alarmada, sacándole un gran quejido de dolor, volviéndose a acostar y miró molesta al castaño que la miraba con desaprobación y preocupación.—Hace unos meses me estaban rompiendo las pelotas que debía despertar un don y ahora... ¡Ahora no quieren que la use!

》¡¿Quién carajo los entiende?!《

—Te lastima Pao.— contestó molesto Marcus.— te deja inconsciente.

》Por suerte solo fueron tres días pero...《

—¡¿Tres días?!— chilló sorprendida.— fuaa... ni cuando era humana dormía tanto.

—Paola.— la llamó severamente.— no quiero que vuelvas a usar tu don.

—¡Pero está vez fueron tres días!— exclamó indignada y molesta al no poder mover su mano para hacer el símbolo tres.— Escúchame Marcus si...

—No, no te escucharé.— interrumpió el castaño.— entiende... no, no puedo soportar verte en la cama sin moverte.

》Es... es como si realmente estuvieras muerta y yo... yo no puedo soportar la idea de que algún dia no despiertes.《

Paola aplanó los labios molesta por las palabras de Marcus. Justo su Marcus la estaba prohibiendo usar su don cuando él mismo le daba fuerzas y motivos para encontrar su poder y unirse a la estúpida guardia real.

—Pao...

La pelinegra miró hacia otra dirección ignorando los orbes preocupados del castaño sobre ella.

No caería.

—Ya desperté, estoy bien.— masculló con la mandíbula tensa.— puedes irte y avisar a los demás.

—Pao... por favor, entiéndeme.

—Te entiendo.— respondió cortante volviendo a mirar a Marcus con sus orbes negros ante la falta de alimentación.— pero vos no me entendes a mí.

》Y perdón amo Marcus, pero lo desobedeceré... usaré mi poder, lo controlaré, buscaré la manera de no caer inconsciente pero para eso debo entrenar, por lo tanto lo haré.《

—Paola.— advirtió el castaño levantándose de la silla al lado de la cama de la pelinegra con una mirada enojada en él.— soy tu rey, tu amo, no puedes desobedecerme.

》No usarás tu don, si lo haces...《

—¿Qué?— preguntó cortante, alzando la barbilla queriendo mover sus brazos que le estaba costando.— ¿Me van a torturar?

》Adelante, no tengo miedo.《

—Paola.— gruñó Marcus apretando sus manos en puños, comenzando a temblar.

—El don de Jane ya lo viví dos veces, no le tengo miedo.— respondió cortante con una sonrisa ladina en sus labios.— el de Alec sería la primera vez pero me da igual, tampoco le tengo miedo.

》Entonces que me torturen porque yo no pienso dejar de usar mi poder cuando por fin soy alguien importante, cuando por fin puedo ganarme el respeto de los demás, que me dejen de mirar como si fuese poca cosa, como si fuera una puta tuya. Estoy harta de que esas personas me vean así y si demostrando, entrenando mi poder me gano su respeto hasta incluso miedo, que así sea. Porque a mí no me jode nadie, tengo un límite de paciencia y se me terminó.《

Silencio.

Un terrible y tenso silencio abordó en esas cuatro paredes provocando que el muerto corazón de la pelinegra doliera.

—Nadie te va a torturar.— murmuró Marcus levantándose de su asiento sin mirar a la pelinegra.— iré avisar a los demás que despertaste.

Paola aplanó los labios al verlo salir de su habitación. Gruñó furiosa sintiendo sus orbes llorosos y esa presión en su pecho que dolía, se incrementó. Giró su rostro hacia su mesita de noche encontrándose una cajita que recordaba bien.

Era la cajita que contenía el collar de la guardia real.

No. No iba a hacerle caso a Marcus, ni a Aro ni mucho menos a Caius aunque no creía que se metiera en el problema. De hecho estaba segura que estaría de su lado con tal poder que tenía.

Suspiró.

—Sabes que estoy de tu lado ¿No?

Paola giró su rostro encontrándose a su hermano menor sentado en la cama, en la zona de sus piernas que la miraba con una sonrisa en sus labios.

—Gracias Lucas.

—Bueno... te contaré los chismes que pasaron estos tres días que estuviste inconsciente.

—Uy... chisme... dale contame.






























































—¡Hace tiempo que lo nuestro termino oh oh... Debía decírteloooo...— canturreó moviendo sus cabeza mientras cosía unas telas.— ¡Que ha llegado el verano y recuerdo muy bien... que ese bronceadito te quedaba de diez..! ¡Lo nuestro fue mágico... Cómo podré olvidarloooo!

》¡Y si me tomo una cerveza, vuelves a mi cabeza y empiezo a recordarteeeee!— chilló.— ¡Es que me gusta cómo besas con tu delicadeza...
Puede ser que..!《

—¡Tú y yo, somos el uno para el otro..!— cantó a todo pulmón.— ¡Que no dejo de pensarteeeee! ¡Quise olvidarte y tomé un poco y resultó extrañarte, yeah!

》¡Somos el uno para el otro que no dejo de pensarte, quise olvidarte y tomé poco y resulto extrañarteeeee!《

Paola dejó de cantar a todo pulmón al escuchar dos golpes en su puerta. Bufó molesta al igual que su hermano que se quejó ante la interrupción de la canción que estaba disfrutando acostado en la cama de su hermana y miró hacia la dirección de la puerta en donde la pelinegra abrió encontrándose a la rubia.

—¡Becca!— chilló emocionada Paola.— ¿Que pasó?

—Ya te olvidaste ¿No?— se burló la rubia de rizos, entrando a la habitación de la pelinegra para ir hacia el ropero y buscar un conjunto de ropa deportiva.— el amo Caius te está esperando.

—¡Mierda! ¡Me re olvidé!— gritó aterrada de la futura mirada del rubio teñido sobre ella al llegar tarde.

— No me di cuenta.— se burló la rubia, tirándole un conjunto de ropa que le sonrió al notar todas las telas tiradas en el suelo, los moldes y cierre esparcido por la cama y gran parte de la habitación.— Cuando te pones a coser te pierdes en tu mundo.

》Y más si te pones a escuchar música.《

—Ya...— refufuñó la pelinegra intentando no ensuciar nada, ni que se rompiera algo ni que se arruinara su trabajo y se fue hacia el baño que tenía, al pedo, pero tenía y se cambio allí. Apenas estuvo lista, salió haciéndose una coleta bien alta para que no le molestara en el entrenamiento y fue hacia su celular para parar la música de YouTube.— lista.

—Vamos.

Ambas salieron de la habitación que su hermano la seguía para ver los avances de su don, cuando el cuerpo de la pelinegra se tensa como la cuerda de un violín al tener unos tres pares de ojos sobre ella.

Sabia quiénes eran.

Pero Paola los ignoró y entrelazando su brazo con su amiga y posible futura esposa, se encaminó hacia el gimnasio en donde seguro la esperaba Caius para entrenar con su don.

Como lo había supuesto, Caius la apoyaba en entrenar con su poder.

—Ssss... siempre me siento incómoda.— murmuró Rebecca con una mueca en sus labios.— y más cuando cruzo miradas con Jane.

—Ignora a esa perra.— respondió Paola sin importarle si la escuchaba o no, aún enojada con ella, con Alec, con Demetri y con Félix por lo que había pasado unos tres meses atrás, que para su diversión, ellos estaban enojados con ella no solo por como había tratado a Jane sino también por como había tratado a Marcus cuando despertó y de cómo se comportó, enfrentándose a Aro y al castaño, junto a las reinas ante la sobreprotección con ella de no volver a usar su don cuando fue a hablar con ellos apenas pudo levantarse de la cama.— en serio solo ignórala, como yo lo hago.

—Y lo haces muy bien.— respondió Rebecca aún incómoda.— No se como haces para ignorar sus dagas invisibles.

—¿Dagas invisibles?— se burló Paola.

—En serio.— se quejó la rubia, separando su agarre de la pelinegra para cruzarse de brazos.— ¿No sientes como te taladra la nuca?

》Y no solo ella, Félix y Demetri también... Hasta me atrevo agregar a las reinas pero ellas disimulan más.《

—¿Quieres que te diga la verdad? Nop, no lo siento.

—¡Pao!— se quejó la rubia con un puchero.— No se como lo haces...

》La tensión que hay entre todos ellos contigo es... asfixiante y triste... y en alguna parte... sexual con ya sabes quién...《

—¿Eh? ¿Tensión sexual?— preguntó sorprendida y confundida la pelinegra ganándose una mirada de Rebecca llena de incredulidad.— ¿Con quien?

—No me estas preguntando en serio ¿O si?.— bramó indignada y sorprendida la rubia que al ver el ceño fruncido de la neófita llevó su mano hacia su frente y dijo.— No-puede-ser...

—¿Que?

—¡¿En serio Paola?!

—¡¿Por que me gritas?!— chilló asustada la pelinegra alejándose de la rubia al tener la mirada furiosa sobre ella.

—¡No puedo creer que seas tan despistada mujer!

—No comprendo.— se quejó Paola con un puchero.— ¿Tensión sexual? ¿Con quién?

—¿Con quien va a ser?

—¿Con vos?

—Podrías dejar de coquetearme... ¡Por tan solo cinco minutos!

—Ya pero no es para que te enojes.— refufuñó la pelinegra cruzándose de brazos, doblando en una esquina, encontrándose para su mala suerte a Marcus a lo lejos junto con Aro y Caius, que éste último al tener la presencia de la neófita junto con la rubia, se separó de los demás para acercarse a ellas, pudiendo sentir las miradas de los otros dos sobre ella que ignoró por completo.

Ahí si pudo sentir la tensión entre los reyes ya que Caius estaba yendo en contra de las órdenes de Aro y Marcus, que aunque por lo menos se dirigían la palabra, las miradas fulminantes y el tono de voz cortante se podía ver y escuchar.

— ¿No has pensado en hablar con el amo Marcus?— susurró bien bajo Rebecca para que no escuchara los demás.

—No voy a hablar con el.— respondió cortante, mirando a Caius en frente suyo.— No hasta que pueda demostrar el control de mi don.

—Espero ver tus avances neófita.— habló Caius con su típica mirada de enojo, de seriedad.— Hoy... tendremos público.

Paola rodó los ojos y se burló cruzándose de brazos.

—Siempre hay público.— respondió con una sonrisa ladina, sintiendo como por a su lado, mirando de reojo como Jane junto con Alec, Demetri y Félix pasan caminando hasta llegar a Marcus y a Aro, que también se les sumó las reinas.— esperando mi fracaso.

—Entonces demuestra lo contrario.—  ordenó Caius con una sonrisa peligrosa en sus labios.

—Y eso es lo que haré, amo Caius.— también sonrió peligrosamente la pelinegra.

—Ok... ustedes juntos... me dan miedo.— susurró Rebecca queriendo desaparecer ante la mirada de la neófita y del rey Caius.— no dije nada...

—Entremos.— ordenó Caius, caminando hacia el gimnasio siendo seguida por Paola y por Rebecca.— He leído los informes de Rebecca que te ha acompañado en el entrenamiento, por lo tanto lo quiero ver con mis propios ojos.

—¡Se va a caer de culo Caius!

—¿Que?

—So.— se burló la pelinegra recibiendo un gruñido por parte del rubio que masajeaba sus sienes del enojo y cansancio.— Oh vamos... ya se que me quiere...

—Solo... comienza.— suspiró resignado Caius.

—Poneme la canción de Rocky Balboa.— ordenó Paola a Rebecca que le había dado su celular para que ponga música.— Como motivación.

》No, espera... poneme otra canción... estoy con muchas ganas de escuchar una cumbia.《

—¡Comienza!

—Sin música no arranco.— se quejó la pelinegra cruzándose de brazos ante la orden del rubio.— La música me ayuda a no perder el control.

—Así que es verdad.— habló el rubio, sabiendo que los otros, que se encontraban del otro lado del gimnasio lo estaban escuchando.— Puedes controlar tu don con la música.

—Sipi, bueno... algo parecido.

—¿Esta te parece bien?— preguntó Rebecca subiendo el volumen a todo lo que da, que lo había conectado a los parlantes del gimnasio que la pelinegra puso con la ayuda de la rubia y de Seira que se encontraba al lado de su amiga, con permiso del rubio.

—¡Piola!— alzó los dos pulgares.— ¡Temoooon!

》¡Precaución que llegaron los perros salvajes!— gritó a todo pulmón moviendo su brazo derecho como si estuviera rapeando.— ¡No nos culpen de lo que pase, la presión va subiendo cuando llegue el encaje! ¡La pillamos fuera de base!《

—¿Vas a bailar o vas mostrarme tu avance?

Paola imitó en silencio haciendo gesto con su mano 》bla, bla, bla《las palabras de Caius sacándole un gruñido de molestia.

—¡Mira!

Paola se preparó mentalmente y se concentró, separando sus piernas a la altura de sus hombros para luego llevar sus manos hacia adelante y chasquear los dedos de su mano derecha, saliendo pequeños rayos, rodeando sus dedos.

—¡Ta-da!— chilló emocionada Paola con una sonrisa de oreja a oreja, sin inmutarse ante la mirada furiosa del rubio sobre ella.—¡A que te impresioné! ¡¿No?!

—¡No!— rugió furioso el rubio, sacando un puchero a la pelinegra.— ¡¿Solamente puedes hacer eso?!

—Che, espera un cacho.— se quejó la pelinegra, sonriendo aun más al hacer que esos pequeños rayos comenzaran a rodear su mano hasta llegar a su codo que también chasqueó los dedos de la mano izquierda haciendo lo mismo que su brazo derecho.— ¡Ta-da!

》Y estoy bien, no me siento cansada.《

—Bueno...— murmuró algo inconforme el rubio.— lo puedes usar como defensa.

—¡Y como ataque!— sonrió peligrosamente la pelinegra para luego estirar su brazo derecho señalando hacia un espacio en específico del gimnasio y formando una pistola con su mano dijo.— ¡Pium, pium!

Y dos rayos salieron desde las puntas de sus dedos que apenas chocaron con la pared al no haberlas enviado con fuerza.

—¿Por que no chocaron contra la pared?— preguntó curioso el rubio.

—Oh... porque decidí que no tenga... tanta fuerza, me contuve.

—Bien...— murmuró arrugando la nariz, viendo esos pequeños rayos rodear rodear los brazos de la neófita y volvió su mirada en los orbes rojizos con pequeñas chispas blancas en ella y le ordenó.— no te contengas.

》Destruye esa estatua.《

—¿Seguro?

—Si.

—¿Segurísimo?

—Que si.

—¿Seguro, seguro, segurísimo?

—¡Que si mujer!

—Apa... nos levantamos bravos.— se quejó la neófita con un puchero en sus labios girando hacia la estatua de anda saber de que autor es, y llevó sus manos hacia el frente y gritó.— ¡Impaktrueno!

Y dos grandes rayos salieron de los dedos índices destrozando por completo la estatua hasta causó que el edificio temblara ante el fuerte ruido de los rayos.

—Nada mal.— halagó Caius viendo como la neófita se estaba divirtiendo en disparar rayos de sus dedos pero estos eran más pequeños.— ¿Como te sientes?

—Ya estoy comenzando a sentir pequeños espasmos, o como cosquilleos en mis brazos y dedos.— respondió con sinceridad la neófita, que Caius levantó la mano indicando que parara que la pelinegra le hizo caso.— pero todavía puedo seguir.

》Ya que... no ha visto lo mejor.《

Caius alzó una ceja ante aquel comentario y más al ver la sonrisa gigante en los labios de la neófita, emocionada, que movía de arriba a abajo las cejas.  Sus orbes rojizos pararon en Rebecca que sonreía divertida ante el comportamiento de la menor del clan y también clavó su mirada en Seira que miraba interesada en el don de la neófita. Que a decir verdad, varios para no decir todos, se encontraban mirando intrigados por el poder de la neófita que hasta podía escuchar algunos murmullos desfavorables hacia la pelinegra, ya que en los tres meses que había estado entrenando no había conseguido ningún avance espectacular como lo de ahora. Caius rodó los ojos ante lo falsos que eran la mayoría de la guardia y comprendió porque la neófita realmente quería ganarse el respeto y que hasta lograría que le teman como Jane y Alec, si lograba demostrar su terrible don.

Sonrió.

—Bien, muéstrame.

—Creo que ya es suficiente.— interrumpió una tercera voz, amarga y apagada.

Paola frunció el ceño molesta hacia Marcus que claramente le hablaba a ella pero miraba a Caius que éste estaba a punto de hablar cuando la neófita lo interrumpió.

—Puedo seguir.

—Caius...— intervino Aro seriamente.

—La neófita dijo que puede seguir.

—¿Para que?— volvió a hablar molesto Marcus, frunciendo el ceño.— ¿Para que quede en cama, inconsciente, por más de un mes?

》He dicho que es suficiente... ya ha demostrado lo que puede hacer.《

—Pero no todo.— respondió molesta Paola comenzando a enojarse, provocando que el cielo azul, que era tapado por el techo del gran castillo, se empezara a nublar.— Puedo seguir amo Caius.— le habló esta vez al rubio que miraba entre el castaño y la pelinegra como si fuera un partido de pin pon.

—Caius.— advirtió enojado Marcus.

—Que desconfianza le tienes a la que dices llamar hija.— se burló el rubio, recibiendo un gruñido furioso por parte del castaño mientras que su esposa, Athenedora, lo miraba severamente.— Si ella dice que puede seguir, adelante.

》Ella sabe las decisiones que está tomando... no es una niña.《

—Caius.— llamó esta vez Aro, seriamente que el rubio lo ignoró por completo y miró a la neófita que estaba esperando su orden.

—Adelante Paola.

La pelinegra sonrió al escucharlo llamar por su nombre e intentó en ignorar todo el enojo y la frustración que estaba sintiendo en estos momentos concentrándose en la música y en el ambiente, alejándose bastante de ellos para que no salieran lastimados.

Podía sentir como los cosquilleos comenzaba a recorrer todo su cuerpo y como los vellos de sus brazos, o mejor dicho de todo su cuerpo, comenzaba a erizarse. Podía sentir como el ambiente en el gimnasio comenzaba a bajar, como una gran ventisca empezaba a recorrer a cada uno cuando es un lugar completamente cerrado, hasta podía escuchar como las nubes en el cielo, ante el aire caliente y frío se mezclaban comenzando a oscurecerse sobre sus cabezas, imaginándose que los humanos estarían completamente asustados al ver el cielo oscurecerse como si estuviera a punto de caer una gran tormenta.

Tormenta.

Sonrió emocionada y gritó.

—¡Shazam!

Y un gran relámpago cayó del cielo hacia el castillo de los Volturi asustando a los vampiros al ver como perforó el techo por completo cuando varios jadean sorprendidos y una gran sonrisa sale de los labios de Caius al ver a la pelinegra elevada del suelo con sus cabellos negros elevados y sus orbes completamente blancos siendo rodeada por varios rayos en su cuerpo.

Se veía magnífica.

Poderosa.

Hasta que hizo una patética pose de héroe.

—¡Tráiganme a Thanos!— rugió emocionada Paola alzando sus brazos lanzando hacia el techo otros dos rayos, para luego caer en pose de héroe al suelo, con una rodilla flexionada.— ¡Ta-da!

》¡¿Y?! ¡¿Que te pareció?! ¡¿Eh?! ¡A qué me veo como toda una diosa asgardiana!《

—¿Tráiganme a que..?

—¿Que? Siempre quise decir esa frase.— se quejó Paola con un puchero, volviendo a la normalidad de a poco.— ¿Y solo vas a decir eso?

》¿No vas a decir que te pareció los rayos? ¿Viste mis ojos? ¡Son blancos! ¡Y mis cabellos se elevan! ¡Se elevan Caius!《

—Si, si, lo vi...— interrumpió el rubio ante el vómito verbal de la pelinegra y le sonrió orgulloso.— Nada mal...

》Eso fue grandioso, espectacular. Realmente te mereces estar en la guardia real y hasta diría entre nuestras joyas Vulturi.《

—Solo puedo aguantar unos minutos en esa forma.— le explicó a Caius, sentándose en el suelo al sentirse terriblemente cansada.— pero no me desmayé... es un avance.

—Claramente lo es.— respondió el rubio, acariciando la cabeza de la menor.— te felicito por tu gran trabajo Paola, nunca había visto a un vampiro trabajar tan duro con su don.

》En tres meses lograste esto, eres una chica decidida y capaz.《

—Gracias amo Caius.

—Será mejor que vayas a descansar.— ordenó el rubio, que miró sobre su hombro a Rebecca que esta entendió rápidamente el mensaje y fue hacia la neófita para ayudarla a levantarse del suelo, mientras  miró a los demás que se encontraban terriblemente sorprendidos por el don de la pelinegra.— ¿No dirán nada hermanos?

》¿No le dirás nada a tu hija Marcus? ¿No la felicitarás?《

Paola abrazando por los hombros a su amiga Rebecca, miró hacia el castaño que éste miraba el suelo. Aplanó los labios intentando en no llorar al ver como se daba la vuelta, dándole la espalda, y se marchaba del gimnasio sin decirle una sola palabra.

—Muy... Muy buen trabajo Paola.

La pelinegra miró de reojo a Aro y le asintió con la cabeza sin poder encontrar su voz, odiando tener un nudo en su garganta de querer llorar por tal estupidez de haber querido que Marcus la volviera a mirar con orgullo y que le dirigiera una mísera palabra de felicitación.

No lo necesitaba.

Para nada.

Estaba bien.

Estaba perfecta.

No lo necesitaba.

—Vamos Becc.— respondió con su mentón en alto comenzando a caminar hacia la salida del gimnasio, ignorando los orbes de los demás sobre ella, incluso ignorando por completo las dagas invisibles de Jane sobre su nuca.














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