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Capítulo 14. Ayúdame Jane.









































Paola caminaba de un lado a otro con su libro de matemáticas entre sus brazos, paró de caminar y miró con dudas la puerta en frente suyo, para luego volver a caminar de un lado a otro.

Habían pasado cinco horas exactas de que los reyes y parte de la guardia se habían ido, dejando aquí a una furiosa rubia sádica que no había salido de su habitación desde que los demás se fueron. Y sabia que Jane no iría a su habitación para enseñarle.

Ni siquiera creía que le ayudara.

Pero realmente quería avanzar con la materia.

Vamos pendeja.— habló una voz masculina,  mirando a su hermano menor apoyado contra la pared al lado de la puerta de la rubia.— encontrá tus ovarios y toca la maldita puerta.

—Oye cuida tu lenguaje.

¿Y tu quien te crees? ¿El capipaleta?

—¿Y tú Iron Man?

—¿Con quien demonios estas hablando?

Paola saltó del susto y sonrió inocentemente a la rubia, que había abierto la puerta de repente dejándose ver un rostro serio.

—Estaba hablando sola.

—Oh.— miró hacia otro lado con aburrimiento, notando que realmente estaba sola.— si, escuché algo de eso.

Paola frunció el ceño.

—¿Lo escuchaste?

— Demetri me ha dicho que varias veces te ha visto hablar sola.— volvió su atención a la pelinegra encontrándose a Paola, balanceándose adelante y hacia atrás, con el libro de matemática.— ¿Y?

—Y... ¿Qué?

Jane gruñó decidida a cerrarle la puerta en la cara cuando Paola interviene.

—¡Espera!— puso su mano contra la puerta, intentando que no cierre.— se que no quieres, yo tampoco quiero... pero, por favor, por favor, por favor...

》Ayúdame, Jane.《

La rubia rodó los ojos ante la carita de perro mojado que le estaba dando la neófita, que se veía patética y abrió la puerta corriéndose a un lado.

Paola saltó como niñita pequeña sonriendo de oreja a oreja cuando recibió una mirada de muerte por parte de la rubia que inmediatamente borró su sonrisa y con cuidado, entró a la habitación.

—Permiso.— susurró mirando a su alrededor.

No era tan diferente a la habitación de Alec.

¡Hasta tenía un balcón!

Paola quería un balcón.

—Si yo... realmente logro entrar a la guardia real.— murmuró mirando sobre su hombro a la rubia que había cerrado la puerta.— ¿Tendré mi propio balcón?

—Si.

Paola asintió con la cabeza parada como estatua sin saber como moverse. Parecía que estaba en una zona de explosivos, que si movía un pie en una dirección errónea la rubia la atacaría con todo su poder.

—Vamos.

Jane pasó por un lado de Paola, yendo hacia el balcón que la pelinegra caminando como un robot, la siguió. La rubia abrió la ventana hacia un lado y se sentó en el sillón que había allí. Paola la imitó, sentándose en otro sillón, y con dudas dejó el libro sobre la mesita de vidrio que tenía en frente suyo, al lado de otro libro.

Una novela de terror.

—¿Y?— preguntó la rubia, cortando el silencio mientras agarraba el libro que estaba leyendo antes de que la interrumpiera.— ¿Qué es lo que no  entiendes?

—Mmm...

Jane la miró de reojo mientras abría el libro, encontrándose a Paola moviendo la pierna frenéticamente de arriba a abajo.

Nerviosa.

—¿Y ahora que?— preguntó irritada la rubia.

—Nada.— sonrió tensa.

—¿Nada?

—Nada.

—¿Entonces? ¿Que es lo que no entiendes?— volvió su atención al libro.— y deja de mover la pierna.

Paola lo hizo.

—No encuentro la Z.

Jane dejó de prestar atención a lo que estaba a punto de leer para mirar con una ceja alzada a la pelinegra tensa y su sonrisa habitual de incomodidad.

—¿No encuentras la Z?

—Sip.— respondió.— ¿Por qué hay una Z? ¿Donde está la X?

》¿Por que tengo que encontrar la Z y la X? ¿Por qué hay dos letras en una ecuación de números? ¿Acaso se separaron y se deben encontrar?《

Jane la miró irritada y algo sorprendida ante el bombardeo de preguntas, patéticas, de la pelinegra.

—Déjame ver.— cerró el libro de golpe, para dejarlo en la mesita y agarro el de matemáticas, abriendo justo en la página exacta.— ¿Sabes resolver una ecuación normal?

Paola bufó molesta y respondió con obviedad.

—Si.

—Bien, resuelve estas primero.

Paola miró con curiosidad como señalaba una lista larga de ecuaciones simples.

La pelinegra frunció el ceño y dijo.

—Pero ya se resolver esas.

—Entonces si tanto sabes.— señaló de mala gana la rubia, otra lista de ecuaciones.— resuelve estas.

Paola tragó saliva al ver la lista de ecuaciones de tres letras. Miró una vez más, a la rubia, que ahora la estaba ignorando leyendo el libro demasiado concentrada en donde  la opción de decirle 》Esto no es enseñar.《 la mataría.

Estaba seguro que la mataría.

Respiró profundamente dándose ánimos, decidida a demostrarle a esa rubia que podría resolverlos.

Mierda.— pensó dándose cuenta que se había olvidado un lápiz y la goma.

Miró de reojo a la rubia que seguía leyendo y lloró en su interior sin saber que hacer. O se levanta y busca en la habitación de la rubia un lápiz y goma o...

—En mi escritorio encontrarás lo que estás buscando.

Paola saltó del susto al escuchar la voz de la rubia, que la miró encontrándola con la mirada en el libro, que parecía que la ignoraba pero no fue así.

—¿Te vas a quedar ahí como estúpida o vas a buscar el maldito lápiz y la goma?

Paola aplanó los labios disgustada ante el insulto pero se mantuvo callada y se levantó del lugar, entrando de vuelta al cuarto. Se acercó hasta el escritorio en frente de la cama y buscó lo que estaba necesitando, agarrando el lápiz y la goma. Giró sobre sus talones y observó a través de la ventana a la rubia, con su rodete elegante, sentada en el sillón concentrada en su libro, al igual que aquella vez que fue a buscar a Alec.

Parpadeó varias veces y miró más allá de la rubia, encontrándose con el parque de flores que a veces las reinas visitaban, recordando ese día que le había pedido perdón.

FLASHBACK

Paola caminaba maravillada al ver todo el jardín lleno de flores de diferentes colores y distintos tipos. El aroma abundaba siendo tan dulce que la ponía feliz.

Entrecerró un poco los ojos al chocar los rayos del sol sobre su piel, notándose esos pequeños cristales en su piel y brillando como bola de disco.

—Paola.

La pelinegra giró sobre sus talones encontrándose a su espalda, a Athenedora sentada debajo del árbol sonriéndole con amabilidad.

—¡Mi reina!— sonrió corriéndo hacia la sombra, parando a unos metros de la peliblanca.— ¿Como está?

—Muy bien.— sonrió.— feliz de verte.

Paola sonrió coqueta.

—¿En serio?— parpadeó varias veces.— digo lo mismo mi reina.

Athenedora rió negando con la cabeza

—Hace mucho que no me reía.— suspiró tranquila, mirando con curiosidad a Paola que miraba hacia todos lados buscando a alguien.— ¿A quién buscas?

Paola miró sorprendida a la peliblanca y sonrió nerviosa moviendo sus manos de un lado a otro.

—Ah bueno.. estoy buscando a Jane.

Athenedora abrió los ojos sorprendida y sonrió divertida.

—A Jane...

—Ay vos no, por favor.— rezongó Paola, cruzándose de brazos avergonzada.— soporté a Marcus con sus sonrisas rompe paredes y tuve que aguantarme los golpes de Alec.

—¿Hablaste con Alec?— preguntó sorprendida la peliblanca, levantándose del suelo.

—Si.. él me dijo que estaba por aquí.

—Así es.— respondió sonriendo, comenzando a caminar y señaló hacia la izquierda.— está por allí.

》Dile por favor que volveré adentro.《

—¿¡Que!?— chilló nerviosa Paola, colocándose al lado de la peliblanca mirándola con pánico.— ¿Me dejarás sola con ella?

—¿Quieres que me quedé a escuchar su conversación?

Paola no dudó.

—No.

—Bueno, me voy.— sonrió acariciándole la cabeza.— espero no escuchar tus gritos de dolor.

—Vaya... que fe que me tienen.— susurró tragando saliva, comenzando a caminar hacia donde se encontraba la rubia.

Caminó y caminó rodeada de flores, hasta que se detuvo, sorprendida al ver a Jane, acuclillada, concentrada en plantar una flor.

Se veía tan diferente relajada.

Se veía más... bonita.

Paola agitó la cabeza de un lado a otro sorprendida al haber tenido ese pensamiento raro de la rubia, cuando se asusta al tener los orbes rojizos de la rubia sobre ella.

—Hey.— movió su mano como saludo.

La rubia la ignoró por completo y pasó por un lado de la pelinegra, sorprendiendole el comportamiento, que instintivamente la agarró del brazo.

—Mmm... yo, quiero hablar contigo.— la soltó inmediatamente al ver la mirada intimidante por parte del rubia.— yo...

—No quiero.

—¡Espera!— se puso en frente de la rubia, deteniendo su avance.— por favor escúchame.

—No quiero escucharte.— respondió, rodando los ojos.— Debo ir con la reina Athenedora.

—Oh bueno... sobre ella.— habló Paola, logrando llamar su atención.— ella dijo... que te dijera... que se iba adentro.

Jane bufó y volvió a ignorarla comenzando a caminar hacia al castillo.

—¡Espera!— volvió a ponerse en frente de la rubia.

—¿Que quieres?— preguntó con la mandíbula tensa.

—Yo quiero disculparme.

Jane frunció el ceño confundida.

—¿Disculparte?— preguntó.— ¿Por qué te disculpas?

—Porque... te besé...— susurró avergonzada y nerviosa al ver como la rubia se tensaba.— yo... hice mal en besarte a la fuerza.

》Lo siento.《

—Me da igual.— bufó, pasando por un lado de la pelinegra, provocando que en la neófita un pequeño pinchazo apareciera en su pecho pero que lo ignoró por completo.— no fue nada.

》¿Por qué te haces tanto problema?《

Paola tragó saliva sin saber muy bien que decir.

—Es que... se que te pusiste incómoda...

—Ya pasó.— le habló, siguiendo su camino.— olvídalo.

Paola aplanó los labios al verla desaparecer en el interior del edificio sintiendo un sabor amargo en su boca.

¿Por qué se sentía así?

Realmente debía olvidarlo.

Pero... por alguna rara razón... no podía.

FLASHBACK

—¿Te vas a quedar parada todo el día?

La voz de Jane provocó que volviera a la realidad, teniendo la mirada rojiza sobre ella que le sonrió avergonzada al recordar ese día.

Rápidamente volvió a su lugar, sacó las hojas que había dentro del libro y comenzó a realizar esos malditos ejercicios.

Pasaron varios minutos y Paola no pudo avanzar con la ecuación. Avanzaba y borraba.

Avanzaba y borraba.

Hasta rompió un pedazo de la hoja.

Paola saltó del susto al escuchar con fuerza el cierre del libro. Miró sorprendida a Jane que la miraba con un ceño fruncido.

—Quiero ver.

—Pero no lo...

—Ahora.

Paola hizo un puchero y le dio la hoja lleno de goma y oscura con un pequeño agujero. Jane la agarró y observó la mitad de la ecuación que realizó dándose cuenta inmediatamente del error.

—Los signos están mal.— le señaló.— y no puedes pasar este número hacia el otro lado.

Paola abrió la boca sorprendida y le preguntó.

—Oh... ¿Y como lo resuelvo?

Jane agarró de la mano de la pelinegra el lápiz y comenzó a hacer el ejercicio mientras le explicaba mientras Paola se acercaba cada vez más a la rubia para ver como lo resolvía.

—Oh...— susurró.— así que es un más.

—Si.— respondió, siguiendo la cuenta debajo del agujero de la hoja.— y ahora tienes que pasar este...

Paola siguió escuchando con atención  hasta que cierto mechón rubio le estaba molestado provocando que se distrajera. Miró a su costado, notando que estaba demasiado cerca de la rubia, pudiendo ver con claridad lo pálida que es, sus pestañas bien curveadas, las cejas bien prolijas, la nariz respingona pero chiquita y sus labios finos pero suaves.

Era como una muñeca.

Muy linda.

¿Siempre había sido así?

¿Por qué nunca le había prestado atención?

Sabia que si aún fuera humana, su corazón se encontraría latiendo rápidamente y sus mejillas estarían rojas hasta las orejas que, agradecía, ser en este momento, un vampiro y que ella no pudiera ver su estado.

Tragó saliva nerviosa al conectar con la mirada rojiza de Jane que la miraba expectante con su ceja perfecta alzada.

—¿Me estas escuchando?

Paola rió nerviosa alejándose de repente y negó con la cabeza.

—Lo siento... me perdí cuando pasaste el siete para al otro lado.— susurró que al ver la mirada oscura de la rubia, le gritó.— ¡No me tortures!

Jane bufó molesta arrojando el lápiz de mala gana al libro y dijo.

—No pienso usar mi don con alguien que no vale la pena.

—Oye... eso me dolió más.

—¿Quieres que use mi don contigo?— le preguntó que al ver la negación rápida de la pelinegra, respondió.— bien, entonces cállate y deja de decir estupideces.

》Ahora... ¿Por qué no estabas prestando atención?《

Paola abrió la boca para luego cerrarla sin saber muy bien que decir.

—¿No vas a hablar?

—Estaba... recordando una escena de una película...

—¿Cual película?

—No creo que la hayas visto...

—Tal vez si.— respondió seria.— dime.

Paola tenía en ese momento la mente en blanco.

¡Tres meses viendo películas de Disney y Marvel y ahora no se le aparecía ninguna a la cabeza! ¡Ni siquiera podía recordar los diálogos!

¿¡Que mierda le estaba pasando?

—La película se llamaba...— se mordió con fuerzas el labio inferior, ignorando la mirada acusadora de la rubia y susurró lo primero que se le vino a la cabeza.— La rubia... de las flores.

—¿La... rubia de las flores?— preguntó con una ceja alzada.— ¿Así se llama?

—Sip.

—Ajá... la buscaré.

Paola giró el cuello hacia la rubia como el exorcista, mirándola con pánico.

—No creo que la encuentres.— se rió nerviosa.

—¿Que? ¿Es una porno?

Paola estaba segura que si su corazón estuviera latiendo en ese mismo momento le hubiera agarrado un infarto.

Y seguro que sus mejillas hubieran explotado del rojizo y caliente, si aún fuera humana.

—¡No!— chilló sorprendida.— no lo es.

—¿Por que te alteras?

—P-porque.. porque... ¡No se! Es raro escuchar la palabra nopor de una niña.

Paola se calló inmediatamente al sentir el aura asesina de la rubia. Y se hizo bolita para resistir el dolor de Jane.

—¿Niña?— preguntó con la mandíbula tensa.— ¿Me acabas de llamar niña?

—Lo siento... es que...

—¿Es qué?— cerró con fuerzas el libro, asustando a la pelinegra.— tengo más de cien años, soy una mujer adulta...

》Aquí la niña eres tú.《

Paola tragó saliva y asintió con la cabeza.

—Si...

—Ahora vete.

—¿Qué?

—Que te vayas.— respondió volviendo a agarrar su libro de lectura que al ver que la pelinegra abría la boca y la cerraba como un pez fuera del agua, rodó los ojos y dijo mientras abría el libro.— no voy a seguir perdiendo el tiempo con alguien que no me presta atención y me miente, y más cuando le estoy enseñando algo tan simple.

》Arreglate tu sola.《

Paola abrió la boca indignada y dijo enojada.

—Bien, puedo hacerlo sola.— habló, levantándose del sillón y agarrando su libro de matemáticas.— gracias por tu inutilidad en enseñarme.

》Menos mal que no eres profesora porque te habría ido muy mal... maldita estúpida.《

Llevó el libro hacia su pecho y salió de allí rápidamente dando un fuerte portazo.

El hilo que estaba apareciendo...

Desapareció por completo.


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Maratón 2/3

Si.. ¿Dos Banner? Es que no me decido jsjsjs.

¿¡Que les pareció!?

¿¡Les gustó!?

¿Que piensan sobre los pensamientos de Paola con Jane?

Dios, las shippeo mal.

¡Voten y comenten!

Como el anterior no llegó, 150 ⭐ y 100 comentarios y publico el otro.

~M.

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