Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Mi voluntad en la tuya señor

                           Nechystyy 
—Hola, no estoy acostumbrado a hablar contigo ni buscarte para lo que sea, pero hoy siento que necesito de tu ayuda para salvar a mi chica. No sé cómo llamarte, ¿señor? ¿Dios? ¿Yahweh? ¿Allah? —presiono mis manos juntas. Tengo veinte minutos de rodillas, buscando las palabras correctas para abordar al poderoso al que rezaba mi familia. Yo nunca antes lo había hecho, nunca antes había tomado tiempo para rezar— No importa cómo te llamas, te agradezco por todo lo que hiciste hasta ahora, hasta te agradezco por haber abandonado a mi familia cuando más necesitaban de tí. 

Mis padres, mis hermanos y mis primos creían mucho en la divinidad. Yo era el único de la familia que faltaba en las misas y los servicios de la iglesia, yo era el único que terminaba de comer aun antes de que mi padre empezara a rezar. A veces me digo que esa es la razón por la cual yo soy el único de mi familia que se quedó en vida después del asalto de los Rusos.

—Aunque los otros dicen que eres el Dios que regala, yo pienso lo contrario. Pienso que tú no das sin estar seguro de que podrás recibir algo en cambio, prometo rezar cada noche si no me quites a la mujer con quien me siento más hombre —Sé que suena raro, porque tal como una mujer no necesita un hombre para que sea mujer, un hombre no necesita una mujer para ser hombre, pero para mí es diferente. Siento como si antes de ella yo no era ni más ni menos que una máquina de sexo. 

—No es tu oración que la salvará, debemos llevarla a su campo —dice Alexei con una voz ruda. 

—Acuérdate ese favor, y yo le rezaré cada noche hasta que Strashnyy esté bien —sigo rezando sin hacerle caso a Alexei—. No olvido que no soy el único humano en la tierra, pero tampoco olvido que tiras tu fuerza de nuestra fe en tí. Hazme feliz y yo te haré feliz señor.

—¡No lo puedo creer! Ahora no puedo saber si está rezando o si simplemente está hablando con uno de sus subalternos —piensa Alexei en voz alta.

—No diré que tú no existes, diré que tú abandonaste a la mayoría de los que creen firmemente en tí —digo para recordarle que dejó morir a mi familia—. Te estoy dando la oportunidad de alimentar mi fe en tí, de tener unos segundos en mi tiempo, no lo desperdicies. 

—¿Y el amén? —pregunta Alexei, quien siento que no me va a dejar en paz por querer estar con su supuesta novia. 

—Que así sea tu voluntad —continúo para terminar diciendo—: O mejor decir, que así sea mi voluntad en la tuya. 

Me levanto del suelo y camino directamente hacia la cabaña donde yo mismo había llevado a Strashnyy para que descanse en un lugar más cómodo. La vista del cuarto me dejó con pensamientos cochinos que hicieron subir mi cólera hacia Alexei. 

—Un soplido de viento me dijo que alguien está celoso por lo que acaba de pasar entre mi novia y yo antes de que él venga a poner sus patas —se burla, chasquea los dedos y cruza los brazos—. ¡Qué delicia es saborear el fuego infernal de la deliciosa fuerza con la que ella me tomaba! ¿Sabes lo que más me gustó?

Tengo que calmarme para no contestar con malas palabras o simplemente para no cortarle la lengua. No creo que ella me quiera como enemigo, estoy totalmente cierto que ella no lo quiere.

—Sus gemidos debajo de mí —contesta aunque no contesté—, sus quejidos cuando se venía por una tercera vez y que ya no soportaba no tenerme encima. Deberías ver como sostenía mi cabeza para que yo pueda comer su gata bien rasurada, se debilitaba, pero seguía presionando su puño con fuerza en mi cabello. 

Miro el pecho de Strashnyy subirse y bajarse regularmente, Alexei tiene razón, Strashnyy debe llegar en su campo para que puedan hospitalizarla. No soy médico, ya le di los primeros auxilios, ahora toca que la vea un doctor de verdad. 

—La voy a llevar al campo, tú te quedas aquí o te vas en el campo —digo sin mirarla, no tengo ganas de ver su cara satisfecha después de haber podido pasar un momento íntimo con Strashnyy. 

—¿Para que puedas disfrutar de ella sin que nadie lo sepa? ¡Oyee! —grita cuando mis manos hacen quemar su mejilla izquierda con una bofetada. 

—Yo no soy ningún maldit0 vi0lad0r, te prohíbo volver a decir eso de mí —digo enfurecido. Sus palabras revivieron una horrible escena que mi cerebro había escondido muy lejos. Sé que no importa mi trauma, eso no me da derecho a brutalizar a los demás, pero no me he podido controlar—. Yo no la voy a forzar, ella es mía y seguirá siendo mía. 

—Bien, puedes irte, asegúrate de que llegues bien —Me dice.

—Tenga los ovarios de decirme en frente lo que tienes que decir Alexei, no tengo tiempo para decodificar tus nulas amenazas —Cruzo los brazos esperando que me diga algo—. Ya sabía yo que lo único que puedes hacer es hablar e inventar cosas que no son, como tu relación con Strash. 

Digo eso para asegurarme de que, en realidad, no tuvieron ninguna relación sexual. No quiero ni imaginar a Strash satisfecha de las caricias de Alexei. 

Para pasar desapercibido, yo había elegido un carrito de helado Chino que ambos países dejan pasar de vez en cuando entre sus fronteras. Pongo unas maderas entre Strashnyy y el frigorífico que contiene los helados, así ella está a salvo, y por ende yo también. 

Alexei nos mira irnos con una sonrisa sarcástica sobre sus labios, mi instinto me dice de tener cuidado al camino que tomaré y no puedo permitir que Strashnyy pague por sus celos. 

¿Qué me está pasando? ¿Por qué me siento tan atraído por ella? Ósea, nunca en mi vida había querido estar cerca de un negro, ¿tiene ella el mismo don que yo? No creo, porque si fuera tal caso, yo hubiera podido sacarme de su encanto una vez que ella tiene los ojos en otra parte.

Miro su rostro severo, aún inconsciente su carácter no la deja de lado. Espero que al menos no sea eso su encanto, porque me pongo cachondo solo al fantasear con ella vestida sexy, acariciando su cuerpo sin cambiar su rostro severo. 

Evito el camino que desde el principio quería tomar, solo por el hecho de que Alexei lo sabe, y entro en otro camino para llegar un poco más cerca del campo militar ruso. A medio camino, justamente encima de una pendiente empinada, veo a una niña herida. Freno y baja del carrito para poder ayudarla, no antes de agregar unas piedras para impedir que el carrito se vaya deambulando por la montaña. 

—Niña, ¿quieres que te ayude? ¿Con quién estás? —pregunto mirando por todos lados.

—Hola bomboncito —dice girando la cabeza, lo que me hace dar dos pasos detrás—. No tengas miedo papi chulo, solo les vamos a llevar a los sargentos para que puedan darnos la recompensa. 

En realidad, no es una niña, es una bendita enana quien se hacía pasar por una niña para que yo pudiera caer en la trampa. Ella me apunta con su arma, levanto los brazos al escuchar otras personas detrás de mí. 

—Verás, no te hará falta llegar allí como un vendedor de helado —dice un hombre de talla mediana, lleva un gorro y usa una camiseta para cubrir su rostro de la misma manera que todos los cuatro otros lo tienen—. Nosotros te llevaremos como presa, ganaremos la recompensa y ellos harán lo que quieren de tí. 

—Ya tomé todos los helados que había —dice uno más, saliendo detrás del carrito—. De esa cosa no nos hace falta. 

Y sin darme tiempo de reaccionar, quita una de las piedras y da una patada a la otra. 

—¡Maldito! —grito sosteniendo el delantero del carrito, pero un golpe en la cabeza me hace perder el equilibrio. 

Alguien me tira por un lado, escucho el ruido de las ruedas deambulando por la pendiente y luego nada. Mi corazón empieza a latir fuertemente, siento poseerme una fuerza de león. Me levanto del suelo, jalo al que tengo más cerca de mí y me sirve de antibalas. Tomo el arma del cadáver y acabo con la vida de cada uno de ellos, ni siquiera dejo a la enana en vida. Si no fuera por ella, nada de esto hubiera pasado. 

Corro hacia la pendiente y lo que veo me deja sin ninguna gana de seguir creyendo en el estúpido Dios. El carrito está hecho cenizas, y mi Strashnyy dentro.

—¿¡Por qué!? —grito cayendo en rodillas— ¿Por qué tienes que quitarme todos los que les tengo cariño? Tú… tú no quieres que yo sea bueno, ¿verdad? ¿Tú no quieres que yo sienta lo que es amor? Está bien… está bien, has ganado… me rindo. De aquí en adelante, no tendré piedad por nadie, y empezaré por terminar con la general de Rusia después de terminar con Alexei. 

Como para mostrar su ira contra mis palabras, un rayo cae a unos kilómetros de mí y empieza a llover con fuertes vientos.

—Espérenme chicas, caeré como un rayo en sus corazones y los dejaré hecho polvo —digo entre dientes. Todas pagarán por el acto de Alexei, todas—. Les voy a dar ocasiones para demostrar la sonoridad que hay entre vosotras mujeres.


¡Hola amilectores! No olviden dejar un me gusta al capítulo, si les gustó claramente.

¿Qué piensan de Nechystyy? ¿Él será peor que como estaba antes o podrá calmarse después de que pase su cólera?

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro