Hechizada
Ekaterina
—¿Soldada? Pensé que te habíamos perdido —digo sentándome a su lado como si días antes no estuviéramos peleando como locas por una estúpida venganza.
—Estuve meditando sobre lo que pasó —contesta con una mueca—, y me di cuenta de que no tuvimos nada que ver con la muerte de los chicos, y ellos tampoco.
Me parece raro que Strashnyy cambie de idea, pero supongo que ella está pensando lo que dice. No me cabe duda de que después de pasar casi una semana sin dar noticias suyas, viene un poco cambiada.
—Me alegro de que pienses así Strashnyy, no me gusta discutir contigo. Espera —digo al acordarme de que Strashnyy sabe que es Alexei quién ha solicitado el orden de explosión—, ¿me estás diciendo que tampoco piensas que es la culpa de Alexei?
Estamos sentadas sobre unas pilas de sacos llenos de arena, mirando el sol y bebiendo un té de ginebra que yo le había llevado. Ella toma un trago y sonríe tímidamente, como si estuviera enamorada.
—¿Me estás ocultando algo malyshka? —pregunto dándole un golpe de codo en el brazo.
—Pues no, solo siento que me está atrayendo el color naranja —responde tomando otro trago.
—No te creo, ¿quién es el suertudo? —pregunto burlona.
—La —corrige haciéndome un guiño—. La suertuda.
Termina su té y me deja sola con el sol desapareciendo del cielo. Nunca hubiera pensado que Strashnyy era, ósea, es lesbiana, aunque no me pareció ser tampoco alguien a la que le gustan los hombres.
Me imagino que ella siempre lo supo, pero que no quería decírmelo para que yo no me sienta en peligro, ósea incómoda, cuando estoy cerca de ella. Ahora que tiene alguien en la mira, ella sabe que ya no me sentiría igual porque ella siempre es fiel.
—¿Me vas a decir cómo se llama? —pregunto una vez acostada en mi cama.
—Descansa Ekaterina —me contesta desde su cama, que está arriba de la mía.
En la mañana siguiente, a las dos de la madrugada precisamente, nos levantamos con el silbido del capitán Adolf. Tenemos entrenamiento duro hasta las seis de la mañana, después nos toca comer unos bocadillos y arreglar nuestras armas.
Hoy no vamos a pelear con ningún Ucraniano, tenemos en nuestra disponibilidad armas electrónicas dispuestas a erradicar cualquier Ucraniano vivo, pero como dice el dicho, el mejor para el final.
Hoy Strashnyy se vistió diferentemente, ya no lleva el uniforme como de costumbre, lleva puesto un pantalón negro de algodón que es chic y que ayuda con el frío, una camisa de la misma tela, pero de color naranja. Lleva botas negras y guantes negros, se hizo un mono en su cabeza que la hace parecer demasiada atractiva.
—Casi me haces dudar que soy heterosexual Strashnyy —le digo con un siseo.
—Ni se te ocurra —contesta arreglando su cinturón y tomando unas poses para que Garald le tome en foto—, ¿vamos?
—Sí, claro, ¿quieres conducir? —le enseño la moto y la llave.
Ella sonríe, sacude la cabeza y me enseña sus propias llaves y una BMW parecida a la mía, la única diferencia es que lleva un inicial de C con un M en su interior.
—Ya veo —digo admirando algunos cambios que percato en la moto—, ¿de quién es el regalo?
—De un Neutre (neutro) —contesta sin más. Sube en su moto y me incita a hacer, igualmente, lo que yo hago sin pensarlo dos veces—. ¿Te apetece un concurso?
—Ni concurso ni nada, voy con una de vosotras —dice Adolf saliendo del cuarto de los capitanes vestido de pantalones y camisas normales.
—Te llevo, y la general te llevará de vuelta —dice rápidamente Strashnyy.
Sin poder discutir de nada, veo al capitán Adolf subirse detrás de Strashnyy y agarrarse a las dos extremidades traseras de la moto. Una sonrisa burlona se aparece en el rostro de Strashnyy haciéndome saber que está a punto de hacer una tontería.
—Agáchate capitán, no me gustaría dejarte en camino —dice haciendo zumbar el motor de su moto.
—La última a llegar es una zorra —le digo a Strashnyy.
Arrancamos ambas con velocidad, sin hacer caso a los gritos del capitán Adolf al ver que no nos molesta que esté con nosotras para seguir con nuestro concurso.
Unas horas después, llegamos a un parque donde unos chicos nos analizan para ver si no llevamos armas y, claramente, no encontraron nada, ya que no llevamos nada.
—Ese gilipollas se puso a vomitar —me dice Strashnyy al llegar unos minutos más tarde que yo—. Los chicos me dijeron que llamarán a alguien para ocuparse de él.
—Acepta que eres una zorra Strash y ya, te he ganado —digo burlándome de ella.
Después de dejar nuestras motos en un sitio, entramos en el bosque siguiendo a otras personas que habían llegado antes que nosotras. Nos topamos con soldados Ucranianos, pero hacemos como si nada porque estando en territorio neutro, los de Neutre pueden matarnos a ambos por ser aguafiestas.
—Hola, bienvenidas —nos dice una chica con un collar de un caballo un poco raro en el cuello—, espero que lo pasarán bien. Sé muy bien quiénes son y espero de todo corazón que no busquen problemas, porque les puedo asegurar que preferimos disfrutar de este día entre todos antes de volver a asuntos nuestros.
Strashnyy no contesta, sus ojos pasan de persona en persona hasta fijarse en un sitio exacto. Al girarme, veo a la zorra pelirroja charlando con una de las chicas de Neutre.
—Tranquila, no haremos nada malo —declaro antes de seguir los pasos de Strashnyy que se dirige directamente hacia Alexei.
Al llegar cerca de las dos chicas, veo que Nechystyy estaba sentado entre las dos, pero que no se le podía ver. Al verme se pone rígido, pero después su expresión se cambia en una sonrisa encantadora. Estoy tan perdida en sus ojos y sus labios que no me doy cuenta de que Strashnyy me está hablando hasta que me toque el hombro.
—Veo que estás sintiendo más que pasión por el general —me susurra en modo de burlas.
—Tal como tú para su soldada —contesto con el mismo tono.
—Disfruten de la noche —nos desea la chica de Neutre antes de irse.
—Es raro estar todos aquí sin máscaras y que ellos se tapan hasta los ojos —pienso en voz alta.
La chica de Neutre se da la vuelta al escuchar mis palabras, por una razón extraña, tengo la impresión de que está riéndose.
—Yo soy omega Lonbraj —dice enseñando su collar que tiene una forma rara, como si fuera una sombra—, por si necesitas de mi ayuda. No tenemos derecho de decir nuestros nombres. Con su permiso.
Se aleja sin agregar nada más, pasando entre las personas, casi sin tocarlas y saludando con un gesto de la cabeza.
—No sabía que ustedes iban a estar aquí —dice Alexei mirándonos de reojo—. ¿Ya se cansaron de invadir nuestra tierra?
—Nosotros no nos cansamos nunca, en la guerra… como en el amor —contesta Strashnyy.
El cambio en el rostro de Nechystyy me dice que él también se dio cuenta en la dulzura que salió en la voz de Strashnyy al hablar del amor y en la manera que ella mira a Alexei.
—Te quedaría mejor el rojo —declara Nechystyy mirando a Strashnyy de los pies a la cabeza.
—¿Qué quieres? —contesta con el mismo tono enamorado— Me convertí en vegetariana y la zanahoria se convirtió en mi fruta favorita.
¿Qué fue eso? Ósea, Strashnyy se enamoró de Alexei, eso no puede ser posible. No es posible que ella se enamore de la persona que está responsable de la muerte de los niños. Aunque bueno, es entendible, el amor puede con todo.
—Strashnyy, ¿podemos hablar un rato? —digo enseguida.
Nos alejamos de Nechystyy y Alexei y nos sentamos en una mesa de tres personas.
—¿A qué estás jugando Strashnyy? —pregunto una vez asegurarme que ellos siguen en su mesa.
—Los latidos del corazón son sin fronteras Tete —me dice con una sonrisa antes de levantarse y dejarme aquí plantada para ir a hablar con Alexei.
Strashnyy está actuando sin pensarlo bien, alguien puede verle y delatarla como una traicionera. Es verdad que quiero coger al general de Ucrania, pero no tanto como para exponerme a una muerte segura por traicionera.
Tengo que hacer algo, tengo que alejarla de Alexei antes de que el capitán Adolf o alguien más les vea juntas.
—¿Estás buscando a tu amiguita? —me pregunta Nechystyy acercándose demasiado cerca de mí— Creo que se fue con Alexei a buscar a la chica Lonbraj.
El muy idiota no se dio cuenta de los sentimientos de Strashnyy. Sacudo la cabeza para eliminar la imagen de las dos torturadas en mi mente.
—Lo que ella fue a buscar es el corazón de tu maldita zorra —digo entre dientes.
—¿Strash es gay? —pregunta con una pizca de tristeza, cosa que me confunde un poco. Me arrastra de mis pensamientos al acercarse más de mí— ¿Lo eres también?
Tengo la impresión que hay un imán en él que me está arrastrando en un sitio donde pedía ir en secreto, pero que al mismo tiempo sé que no debería estar ni pensando en ir.
—No, no lo soy —escucho mi voz decir, aunque ni me doy cuenta de cuando abro la boca de tan perdida que vuelvo a estar en sus ojos y labios.
—Perfecto, ahora eres mía —dice con una voz con mezcla de ronca y melosa—. Repítelo, ahora eres mía y de nadie más.
Las ganas de decirle que no soy de nadie y de que no seré de nadie me queman los labios, pero mi voz no quiere salir.
—Yo soy tuya, solo tuya y de nadie más —digo como hechizada.
No sé lo que está pasando, pero sé que algo va mal. Impresión que se hace realidad cuando alguien me hace girar sobre mí y me da una bofetada que no estoy a punto de olvidar.
¡Hola amilectores! ¿Qué tal están hoy? Espero que les gustó el capítulo. Gracias por leerme.
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