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Esa mujer es mía

Alexei 


—¿Por qué lo hiciste Nechystyy? —grito empujándolo lejos de Strashnyy agonizando— Te prohibo tocarla ni siquiera un pelo más. 

Él tiende la mano para hablar conmigo, pero le empujo otra vez. Es la primera vez que veo tanto miedo en sus ojos y supongo que es la primera vez que él ve tanto odio para él en mis ojos. 

—Solo fue un accidente Alexei, yo… yo quiero ayudarla, déjame ayudarla —dice tendiendo otra vez la mano—. Ella está perdiendo demasiada sangre, morirá de hemorragia.

Me quito y le dejo pasar, solamente porque no me gustaría tener sobre mi conciencia la muerte de la mujer que amo más en el mundo. No puedo decir que es hasta más o hasta menos que mi madre, porque el amor de los hijos a sus padres es totalmente diferente del amor de una persona a su pareja. 

—Ve a buscar algo para prender fuego, necesito esterilizar la herida —ordena sin levantar la cabeza—, por favor Alexei, ¡apresúrate!

La rabia está hirviendo en mi cerebro, pero tengo que calmarme porque él es el único que puede ayudar a Strashnyy. Strash tiene razón, yo soy una traicionera y no merezco su amor.

—¡No la toques! —Abofeteo a Nechystyy, él se queda mirándome sorprendido— ¿Cómo te atreves a tocar a mi novia?

La mano derecha de Nechystyy se queda suspendido sobre el rostro de Strashnyy que estaba acariciando, pero sus ojos no dejan de mirarme con burla.

—¿Tu novia Alexei? Acabaste de venderla sobre una bandeja de plata, ¿y hablas de novia? ¿Conoces el significado de amar? —grita— ¡No puedes hablar de amor cuando tienes los ovarios de traicionar al amor de tu vida Alexei!

Sus gritos rompen mi corazón en millones de pedazos, él tiene razón, él siempre tiene razón. Le dejó ocuparse de ella y entro en la cabaña.  Me siento cerca de la ventana para poder verlos y escuchar todo lo que está pasando. 

—¿Sabes qué? Tienes razón Strash, los latidos del corazón son sin fronteras —Nechystyy acaricia su rostro y deposita un beso en su frente—. No entendía el amor antes de conocerte, antes de verte renunciar al tuyo solo para salvar a Alexei. No quiero compartirte con nadie, Strash, te quiero solo para mí. 

¡No me lo puedo creer! Él, quien estaba pegándome con su moral de soldado fiel a su país, ahora está confesando su amor a su enemiga. 

—No te lo voy a permitir Nechystyy, no permitiré que tu amor llegue a Strashnyy —digo entre dientes—. Haré todo para que Strash odie hasta escuchar tu nombre. 

El vidrio de la ventana refleja mi rostro que parece el de un psicópata, parece no tener expresiones, pero en mis ojos puedo observar todo el odio que siento hervir en mí. Sonrió a mi reflejo, una sonrisa tan amargada como la idea que tengo para alejar a Nechystyy de mi chica.

—¿Sabes? En realidad me encanta cuando me llamas Wistiti —dice el imbécil sonriendo—. Suena tan dulce que me da ganas de arrancar el apodo en tus labios, llevarlo hasta tu corazón y convertirlo en amor. 

Presiono mi puño para no romper la ventana y herirme en el acto. Ni se cree que le voy a permitir abrazarla, de probar a sus labios cuando yo no he podido probarlo después del beso que ella me dio y que dejó mis sentimientos salir a la luz. Strashnyy es mía, la única que tiene derecho a besarla y a disfrutar de su amor, soy yo.

—Creo que aunque me arrancan la memoria, no podré olvidar este beso apasionado que nos dimos —Él se inclina y toma los labios de Strash en los suyos, tengo la impresión de que mis ojos salieron de sus órbitas—. Es literalmente diferente cuando tú respondes a mis besos mi cempasúchil. 

Cempasúchil, la flor de la vida y de la muerte, eso será lo que tendrá como regalo si no deja a mi novia en paz. Ekaterina es la única quien podrá ayudarme, pero tengo que ser prudente para que ella piense que la idea es suya. Ambos estarán felices, Nechystyy porque le estoy ayudando a llevar Ekaterina en su trampa, Ekaterina porque le estoy ayudando a tener un momento de pasión con Nechystyy como tanto lo desea y yo por quitar a esos dos idiotas de mi camino. 

Lo único que me importa es que Nechystyy se quede lejos de Strash, que Strash odie a Nechystyy y que la zorra de Ekaterina pague por haber intentado impedir que Strash y yo seamos novias. 

—A partir de ahora te llamaré Cempasúchil y si no te gusta buscaré otro apodo para darte —Nechystyy se quita su Jersey y lo pone sobre el cuerpo de Strashnyy—. Te voy a contar una historia… pfff… Es la primera vez que lo cuento a alguien, no sé por dónde empezar. 

Él echa un vistazo a la ventana y me ve parada, sonríe y me hace señas de venir. Para no levantar sospechas, cambio mi rostro vengativo por uno preocupado. Nechystyy no debe saber lo que estoy planeando, él no debe saber que estoy planeando destruir su vida poco a poco. 

—Siento haberte gritado Alexei, no he podido controlar mi ira —Me siento a una distancia de él, pero hago oídos sordos a sus palabras—. No quería, y no quiero, que tú y yo seamos enemigos Alexei. 

—Yo tampoco lo quiero —digo sin despegar los ojos de los pechos de Strashnyy que suben regularmente—, por eso te perdono de haber disparado a "mi" novia.

No hice ningún gesto de comillas diciendo esto, pero sí se puede notar el tono en mi voz. Quiero que él sepa que ella es mía y que nadie podrá cambiar nada.

—Ella ya no es tu novia Alexei, tú misma la abandonaste… 

—No la abandoné, seguimos aquí, no es demasiado tarde —digo entre dientes. 

—Sí que lo es Alexei. Lo es porque yo estoy aquí y que no te voy a dejar tenerla como tuya —La determinación en sus ojos me da miedo, pero para el amor de mi vida estoy dispuesta a afrontar ese miedo—. Has pescado la luna y la colgaste en un hilo como un globo, el viento la llevó de vuelta al cielo y el sol se enamoró de ella. No podrás tener la luna una segunda vez porque el sol está dispuesto a quemar a todos los que se acercarán a ella para intentar seducirla. 

—Nechystyy…

—Nechystyy nada, Alexei —dice con una sonrisa sarcástica—. La luna es del sol, lo que las olas son del mar, lo que la arena seca es del desierto, lo que la lava es del volcán, lo que los años son del tiempo… No importa cuantas cosas insignificantes que tuvieron un momento efímero entre el sol y la luna, ellos seguirán siendo complementarios hasta el día que terminarán estando juntos. Y tú, Alexei, eres una de esas cosas insignificantes. 

Esta vez él fue demasiado lejos, prefería cuando él era un maldito alexitimico sin sentimientos que cambiaba de mujer como los meses cambian de día. Yo no soy la que se puso entre dos amantes, él es el intruso en la historia de amor que hay entre Strashnyy y yo. No me importa el rol que he jugado en la historia, si tengo que ser la villana para proteger a mi relación, lo haré.

—Creí que querías que Ekaterina se enamore de tí para sacarle informaciones importantes —Sonrío dejándolo pensar lo que se le da la gana sobre mis intenciones—. No sería bueno si ella aprendiera que, en realidad, tú estás enamorada de su mejora amiga. 

Él estalla en carcajadas y aplaude sin dejar de reír, se levanta del suelo, se acerca a mí, se inclina y me toma por el brazo derecho para levantarme del suelo. 

—¡No me toques! —vocifero con ira, intento empujarlo, pero se quedó quieto como si yo no tuviera bastante fuerza para empujarlo.

Pone el dedo índice sobre mis labios y me susurra de no decir nada más. Luego, se prosterna unas cuantas veces como si estuviera adorando a una deidad. No entiendo lo que está haciendo y no quiero entender, así que me doy la vuelta para volver a sentarme. 

—¿Quién te dio permiso para sentarte? —Giro para decirle cosas que ya no me acuerdo porque al instante lo único que veo son sus hermosos ojos azules océanos y su sonrisa encantadora sobre sus labios que tengo ganas de besar— ¿Quieres que te dé el permiso?

《¿El permiso de besarte? ¡Obvio que quiero que me lo des! Quiero que me des permiso para hacer más que besarte, quiero que me des permiso para sofocar con tu biberón echando leche en mi garganta, quiero que me des permiso para una acapella de gemido, quiero tu permiso para montar a caballo y que tú seas mi caballo… 》, pienso sin poder quitar mis ojos de sus ojos desorbitados. 

—¡Por los hilos de la bandera! Pero, ¡qué cochina eres Alexei! —exclama alejándose de mí— Del permiso que yo hablaba es de dejarte sentarte, ¡por los dientes del tridente!

—¡Idiota! —grito tirándole un ramo que recoge en el suelo— ¡No tienes derecho a utilizar tu encanto sobre mí!

Sonríe y hace como si iba a acercarse, por lo que recojo un ramo más fuerte para golpearlo si se atreve a dar un paso más. 

—Tú no me interesas Alexei —dice mirándome de lado—, tenía que enseñarte de lo que soy capaz para tener a Ekaterina como mi marioneta. No intentes separar la luna del sol, porque sí que te vas a quemar Alexei… Será mejor para tí que te quedes lejos de Strash, porque te puedo asegurar que mis llamas son peores que las llamas eternas del infierno. 

—Ya veremos quién se quedará con Strashnyy, Nechystyy…

—Ya estás mirando a la persona, solo que todavía no quieres creer en tu propio razonamiento Alexei. 

—Strashnyy es mía —digo orgullosa. 

—Strashnyy es mía —dice con determinación.



¡Hola amilectores! Espero que están bien y que hayan podido disfrutar del capítulo.

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