Avalancha
Nechystyy
Me despierto con un dolor agudo detrás de la cabeza, esta zorra me ha pegado y me va a pagar. No abro los ojos porque sé que estoy con ella y con su amiga que parece menos severa que ella. Estoy seguro de que si me hago gentil, esa negra del diablo me ayudará a salvarme.
Siento una sombra sobre mí y después unos dedos fríos acarician mi mejilla. Sin pensarlo dos veces, le tomo la mano y le tiro al suelo. La mujer deja escapar un gruñido seguido de un puñetazo en mi cara.
-Te salvo y es como me agradeces, ¡maldito desagradecido! -grita una voz que conozco muy bien.
Le quito la máscara y deposito un beso sobre sus labios. Para mí no significa literalmente nada ese beso, pero estoy seguro de que para ella sí. ¡Idiotas sin cerebro! Es lo que son las mujeres de hoy en día, en lo único que piensan es en sus cuerpos, sus defectos y hacerse un sitio en el reino de los hombres.
Cosas que ni siquiera es necesario, la mujer es poder desde el principio, solo que no supieron como desarrollarlo. Si las mujeres decidieran todas unirse en un único movimiento para destronar la sociedad masculina, hubieran ganado, pero bueno... El poder también es un vicio.
-Te haré morder el polvo uno de esos días -dice empujándome con demasiada delicadeza-. Si pudiste tirarme al suelo es porque yo no me esperaba a que...
-Eso es tu problema -le corto sin hacer caso a su queja-. Tú siempre esperas que los otros actúan antes de actuar. Estamos viviendo en una jungla modernizada, y la ley es fácil mujer. O eres la cazadora o eres la presa, en ambos casos debes matar primero.
-Es fácil para tí. Eres un general y yo ni me hubieran aceptado si mi madre no hubiera tenido una conversación importante con el jefe.
Lo que dice es verdad. Alexei no es, según las reglas de nuestros campos militares, apta para entrar en el ejército, pero la influencia de su madre o lo que sea lo que su madre haya dicho al jefe ha cambiado su destino.
La razón por la cual ella quiso insertar el ejército es porque yo mismo estoy. Nos conocimos cuando yo tenía quince años y a los diecisiete mis padres me pusieron en el ejército por haber quemado el coche del abuelo en un accidente. Después de unos cinco años, pasé de joven delincuente al puesto de general de ejército.
-Tampoco veo por qué estás aquí, ni puedes defenderte -digo haciendo alusión al hecho de que he podido tirarla de espalda al suelo-. Deberías volver a tu casa y utilizar la influencia de tu madre para sacarte del país. Lo digo por tu bien.
-Hi ni hi (no, no, no), ni en sueños pienso dejarte solo aquí -dice como si ella fuese la que está protegiendo mis nalgas-. Imagínate si yo no hubiera estado aquí hoy, no hubiera podido salvarte.
-Es verdad -acepta mi mano tendida y se pone de pie. Esta escena me recuerda a la maldita zorra esta, pero elimino esa imagen de mi mente-, pero todavía no me dijiste cómo pudiste salvarme y de quién.
Creo que nota el tono de burlas en mi voz porque me da la espalda y hace oídos sordos. Alexei es de complexión muy fina, mide un metro setenta y es pelirroja, lo que es una de las razones por las cuales no podían aceptar a Alexei en el ejército.
Tiene unos ojos grises muy bonitos, ojos que me hubieran gustado si eran de otra persona. Tiene una nariz recta perfecta y unos labios finos bien seductores. Aun así, ella está lejos de ser la persona por la cual mi razonamiento se perderá delante de mi corazón.
-морква (Morkva) (Zanahoria) deja de ser tan niña y dime cómo pudiste salvarme.
-¿Acaso no puedo luchar contra dos zorras y alejarlas de tí? -pregunta con cierto orgullo en la voz- ¡Ya deja de llamarme zanahoria que no es gracioso!
Gira para mirarme y me enseña una pulsera rota en su mano. Me acuerdo haber visto esta pulsera en los brazos de la general del ejército de Rusia, ¿será que Alexei ha podido realmente deshacerse de ellas?
-¿Dónde están? -pregunto mirando alrededor esperando ver las dos chicas amarradas en un rincón, pero no, no están- Espero que no las mataste sin quitarles informaciones.
-¿Han podido quitarte informaciones? -me echa una mirada llena de preguntas.
-Alexei, no estoy jugando. Ellas son de altos rangos en el campo enemigo, lo que significa que pueden darnos informaciones importantes si las torturamos -grito con impaciencia-. ¿Dónde mierda están, Alexei?
-¿Qué quieres que sepa yo? En el camino, en su campo, salvando sus malditas vidas... ¡Yo qué sé Nechystyy! -grita a su turno- ¡La única cosa que quería era salvarte desgraciado! Parecías tan mal que no he querido seguirlas.
-¡Eres una maldita idiota estúpida Alexei! ¡Aquí lo que importa es el país y no una persona! ¡Y menos tu maldito sentimiento hacia mí joder! -agrego furioso.
Lágrimas brotan de sus ojos y bajan sobre sus mejillas antes de cambiarse en cristales de hielo. No me arrepiento de haberla dicho la verdad, me arrepiento de que sea tan estúpida para pensar que ella y yo seremos algo un día.
Estamos en enero, hace tanto frío que hasta las montañas parecen temblar. Alexei no hace excepción a la regla. Aun llevando el jersey con forro polar, los guantes, las botas y los calcetines gruesos de montaña, parece estar a punto de convertirse en hielo humano.
-A lo que veo, ya se están discutiendo por ser dos tontos -escucho decir la voz de la mujer que la ébana llamó general. Volteo para ver dónde está, pero no la veo-. No me busques bombón, te será difícil verme.
Escucho un disparo y sin pensarlo tomo Alexei en los brazos y me lanzo con ella detrás de una piedra.
-¡Un salto digno del circo! -exclama- La próxima vez apuntaré a tu noviecita y la mataré, ya sabes por qué Белое небо (beloye nebo) (cielo blanco).
-Alexei, tienes que irte de aquí -digo sabiendo que ella está hablando de su promesa. Si piensa que Alexei es mi novia, ella no dudaría en matarla para hacerme suya-. Haré diversión, tú, corre cuando te diga.
Alexei no parece querer irse, pero es mi deber protegerla. Levanto las manos en señal de redención, pero ella vuelve a disparar.
-¿¡A qué estás jugando!? -grito para que pueda escucharme, no importa dónde sea que está- Me estoy rindiendo.
Hago señas a Alexei disimuladamente para que se prepare a correr. Cuando estoy asegurado de que tengo toda la atención de la general, le hago señas a Alexei para que se fuera.
-¡Maldita! -grita Alexei al recibir una bala en el pie izquierdo.
Otra persona había disparado, ¿quién? ¿Es la ébana o ella está acompañada de otros de su ejército?
-¿Me crees idiota? -escucho el eco repetir su última palabra y siento como si eran indirectas hacia mí- ¿Piensas que no me hubiera dado cuenta de que estás intentando salvarla?
-Me quieres a mí, déjala irse. Ella no te será de ninguna utilidad -digo esperando que me crea. No podré perdonarme si pierdo a Alexei después de que me hubiera salvado Dios sabe cómo.
Siguiendo los ojos desorbitados de Alexei, veo dónde ella se está escondiendo. El rayo de sol infiltrado en el cristal de lo que debe ser el telescopio de su arma me permite localizarla. Apunto y disparo.
-Soldado... Soldado... ¡Strash! -la escucho gritar.
-Alexei, es hora de correr, ¡vamos! -digo levantándola en mis brazos antes de ponerme a correr.
-He cambiado de idea beloye nebo, no te mataré -la escucho decir entre dientes-. No, te haré sufrir antes de que tú súplicas a la muerte de cogerte.
Escucho un disparo, la bala cayó muy lejos de mí. Supongo que la que he herido o matado es la ébana, la denominada Strash. Un segundo disparo cae en la nieve en mi cabeza.
-¡Pensaba que podías apuntar mejor! -grito después de esconderme con Alexei detrás de una roca para saber lo que está haciendo.
El hecho de que se quede en silencio no me gusta en nada. Miro la pulsera en la mano de Alexei, ahí debe estar el altavoz miniatura que ella está utilizando para comunicarse con nosotros. Definitivamente, la tecnología de Rusia está muy avanzada.
-Apunto superbien -responde con una risa sarcástica-. Nunca he errado el blanco... Nunca.
Me pongo a reír también, estoy vivo y Alexei también lo está, no veo como que no ha errado su tiro.
-Debes estar ciega por la pérdida de tu amiguita, ¿no? -espeto con una risita siniestra- Porque mi "noviecita" como dijiste y yo estamos en vida. No podemos decir lo mismo de tu amiguita.
Su cólera que he estado buscando explota al final, la escucho disparar todas las balas que debe tener en stock con unos gritos de furia.
《 Perdiste chernyy sneg. Nadie gana al general en un juego de manipulación de la mente》, pienso ayudando a Alexei a ponerse de pie.
En realidad, la bala solo había frotado el pie de Alexei, no había penetrado su piel como si ella no tuviera la intención de matar a Alexei como me hizo pensarlo.
-Te lo he dicho beloye nebo, yo nunca nunca erro el blanco -dice al mismo tiempo que siento la tierra temblar debajo de mis piernas.
-¡Por los cojones de Zeus! -exclamo al ver lo que ella estaba haciendo durante todo el momento- Corre... ¡Corre Alexei!
Pero es demasiado tarde, en nuestras cabezas, la nieve ya se había hecho enemiga nuestra y bajaba hacia nosotros con una velocidad sorprendente.
Nos ponemos a correr, pero somos frenados por disparos que provienen del otro lado de la montaña, lo que significa que la tal Strash sigue viva.
Alexei me abraza justo antes de que la avalancha nos atrape. Y allí quedamos, un general y una soldada de Ucrania debajo de la nieve, esperando que la muerte no se demora en acogernos en su mundo.
¡Hola amilectores! Espero que lo hayan disfrutado. Gracias por apoyarme después de cada capítulo.
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