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Alexei cautiva

Nechystyy


Alexei está tan inconsolable que no comió desde el día anterior. Siendo Ucranianos, no podemos ir al campo militar de los Rusos y preguntar si realmente murieron Ekaterina, Strashnyy y el otro tipo. Sé que estuve presente cuando les dispararon a estas tres personas, pero no puedo afirmar que son ellos.

—Apenas empezábamos a salir juntas —Las lágrimas de Alexei no paraban. Ella no deja de decir que entre ella y Strash había algo muy fuerte, cosa que no entiendo—. Ella me había prometido dejar el ejército para que podamos huir de la guerra. 

—¿Huir de la guerra? ¿Quieres decir que estabas a punto de deshonrar a tu país? ¿A tu bandera? ¡Es un escándalo! —grito sosteniéndole por los hombros y sacudiéndole— ¿Cómo has podido pensar en algo tan horrible? 

—La amo… —dice estallando en lágrimas. 

—¿Amar? Eres una Ucraniana Alexei, una Ucraniana que ellas matarían si sus jefes les habían ordenado hacerlo —digo entre dientes—. Eres una bendita soldada Ucraniana, tenlo en cuenta en tu cabecita. 

No puedo permitir esto, no estoy tratando de liberar mi país de la injusticia de Rusia para que un estúpido sentimiento venga a impedirme lograr mi objetivo. 

—Ve a preparar tus cosas, esta tarde cambiarás de campo militar. 

—Pero no quiero ir lejos de…

—¡Es una orden soldada Alexei! —vocifero— Sabes muy bien a qué punto odio que mis soldados pongan en cuestión mis órdenes. Acuérdate de tu rango, ¡me obedeces y ya!

Ella se seca las lágrimas y me da una mirada asesina, se levanta del taburete sobre el que estaba sentada y me apunta con el índice. 

—Intenta cambiarme de campo y verás —me amenaza—. Les diré a los jefes que yo no soy la única que se enamoró de una Rusa. 

Aplaudo al mismo tiempo que río irónicamente, ella puede decir lo que quiere, no podrá hacerme perder la confianza que me tienen los superiores. 

—¡Bien, bien, bien! Ya sabes que estamos viviendo en un tiempo muy avanzado con la tecnología, allí dentro encontrarás unos celulares para poder llamar a los jefes —digo sarcásticamente—, pero asegúrate de no molestarlos por algo que ya saben. 

Parece sorprenderse por lo que acabo de decir, seguro que hasta ella creyó en mi falso enamoramiento. 

—¿Ellos saben que estás saliendo con ella y no dijeron nada? —repite lo obvio— ¡Es absurdo! Nunca hubieran aceptado esto si lo sabían. 

—Te lo voy a decir por qué me voy a asegurar de que tú no te quedes aquí ni por un día más —digo jalándola por el brazo—. La única relación que puedo tener con Ekaterina es la de un soldado y el cadáver de su enemigo. 

Su rostro parece querer descomponerse al escucharme decir tal cosa, presiono mi agarre en su brazo hasta que el dolor se apropie de su rostro. Ella nunca me gustó como mujer, ahora más que nunca la odio por haber sido la que Strashnyy ha preferido. En Strashnyy no veo la Rusa, en Strashnyy veo una hermosa mujer negra, ósea, veía. 

—Antes de que esa estúpida llamada Ekaterina se hubiera dado cuenta de que la estoy utilizando para obtener informaciones confidenciales, estaría bailando con las hormigas en un ataúd —digo fríamente—. Es la única razón por la cual me acerqué a ella.

Deseo no haber conocido a Strashnyy de paso, hubiera sido una verdad lo de decir a Alexei que me acerqué a Ekaterina solo para las informaciones. 

—Estamos en guerra Alexei, no podemos amar a nuestros enemigos, sobre todo cuando ellos fueron los que iniciaron la guerra —digo suavizando mi voz—. Puede que hubiera sido diferente, que hubiéramos podido disfrutar de una hermosa relación con las chicas, pero así no es.

—Al menos están muertas y no pueden escuchar lo que estás diciendo ahora, porque estoy segura de que le hubieras dañado el corazón a Ekaterina —dice sin poder impedir que las lágrimas se derramen—. La única que no quería ver ni tu sombra era Strashnyy. 

Esta última frase me duele hasta en el alma, definitivamente Strashnyy no paraba de demostrar su odio hacia mí cada vez que nos encontramos. 

—Ve y haz tu saco Alexei, despídete de la niña antes de irte —digo dejándola plantada. 

Me encierro en mi despacho, dejando que la tristeza me consuma. Aunque me comporto duramente con Alexei, saber que ya no estará para acordarme los mínimos detalles de nuestros planes de combates me entristece, saber que ya no veré en el retrovisor a esos pelos naranjas flotar en el aire cuando ella sube detrás de mí en la moto. 

—Las lágrimas no te van a quemar, no debes tener miedo de llorar —me dice la dulce voz de Kái, la niña del ejército, mi niña.

—No tengo miedo de las quemaduras, pero de las palabras maduras que salen de tus labios, niña —digo abriendo los brazos para que pueda darme un abrazo. 

No espera que yo le repita, ella corre y se deja caer en mis brazos. Sus pequeñas manos intentan rodear mi cuerpo y eso me hace derramar más lágrimas. 

—Papá, te tengo una pregunta…

—Te prometo contestarte a todas las preguntas que empezaron con un "papá" delante —digo orgulloso de escuchar que me he ganado el apodo de papá cuando todos aquí son tíos y tías. 

Toma un tiempo sin decir nada como si estuviera creando la pregunta en su mente. Se despega de mí y me mira de la misma manera que Strashnyy me miró cuando me sorprendió espionando a Alexei y a ella.

—Papá, tía Daya me defraudó, ¿debo alejarme de ella para siempre? —pregunta mirándome fijamente— Ella no merece mi perdón, ¿a qué sí, papá?

Sacudo la cabeza para quitar los pensamientos negativos que atraviesan mi mente desde la muerte de las chicas, si realmente están muertas. Definitivamente, no quiero el mismo futuro para Alexei. 

—Kái niña, ¿cómo puedes pensar así? —la tomo en mis brazos y la hago sentarse sobre mi mesa de trabajo— Existe un verbo que se llama "perdonar", se utiliza cada vez que alguien te defrauda. 

Se queda pensativa un rato, es tan tierno verla pasar sus dedos en su barbilla y rascar su cabeza de vez en cuando. 

—Pues puedes utilizar este verbo para que tía Alexei pueda quedarse, ¿no papá? —pregunta con sus ojos brillando de malicia, no había visto venir esto.

—Ya lo hice cielo, ya perdoné a tu tía Alexei —contesto. 

—¿Eso significa que tía Alexei se va a quedar? —pregunta casi chillando de alegría. 

—No mi montaña rusa —su sonrisa se desvanece tal como había aparecido, en un instante—. Perdonar no significa permitir a la persona de volver al mismo lugar que antes, perdonar no significa olvidar. 

Suspira y baja de la mesa sin pedirme ayuda, parece estar enfadada, pero no puedo hacer nada por ella.

—¿Por qué me llamaste montaña rusa? —chilla como si fuera ese el verdadero problema. 

—Por este carácter que tienes, niña —contesto enseñando la puerta—, ve a despedirte de tu tía antes de que sea tarde. 

Tomo un sobre de hojas que encontré en el despacho esta mañana, estoy segura que es Kái quién me lo hizo. Desgraciadamente no puedo darle lo que ella quiere. 

—Todos queremos que tía Alexei se quede —dice Kái parándose en medio de la puerta. 

Una vez que se fue, abro el sobre y me sorprende ver una carta al interior. Aunque es casi imposible de leer, la escritura fina y despegada de la carta no pertenece a Kái. 

—¿Ititsiw? Eso no tiene significado —digo después de leer la única palabra que hay en la carta—. Al menos que sea…

Pego un salto y salgo corriendo del despacho, la única que me llamó así es ella y si la carta llegó está mañana significa que… No, debe ser una broma. 

—Escúchame Wistiti… —Tengo la impresión de seguir escuchándola amenazarme. 

He sido tan tonto para divulgar a Alexei la verdad sobre mi acercamiento a Ekaterina, ahora tengo que impedir que se vaya en otro, sino puedo estar segura que ella me traicionará una vez que sepa que Strash está bien viva.

—Kái —La llamo viéndola jugar en un rincón del búnker, ella no me contesta y la entiendo, la he decepcionado—. Kái, ¿dónde está tu tía Alexei?

—Tía Adalesh, dile a tu general que no tengo la respuesta a su pregunta —dice antes de levantarse para irse. 

—Kái amor, necesito tener una charla importante con tu tía —Los soldados me dijeron que la última con quien estuvo Alexei es Kái—. Es algo muy importante para ambos…

—Tía Adalesh —dice como si no me hubiera escuchado hablar—, tengo sueño, voy a dormir. Cuando vuelva la tía Daya después de llevar a la tía Alexei al otro campo me despiertas, ¿sí?

—Adalesh, ¿ya se fueron las chicas? —pregunto a Adalesh quien tampoco parecía querer contestarme. 

—Su orden era clara general —contesta formalmente—, la soldada Alexei no quería defraudarlo más.

Espero sinceramente que Alexei estará tan lejos de Strashnyy que no podrán ni pensar la una en la otra, sino puedo decir adiós a mi plan de tener más informaciones sobre los Rusos. 

—General —Daya está manchada de sangre, tiene heridas en los brazos y en los pies—. Nos han atacado, capturaron a Alexei. 

El juguete que sostenía Kái hace un ruido al caer al suelo, sé muy bien que tengo la culpa de todo esto. 

—¿Quiénes eran? —pregunto— Les iré a cazar como los animales que son y les mataré con mis propias manos. 

Daya mira a Adalesh de reojo, sus ojos pedían ayuda a lo que tuve que gritar su nombre para saber si sigue conmigo. 

—No eran, era… fue una mujer con una katana naranja y negra —termina diciendo con miedo.

Mi corazón da un brinco de felicidad al escuchar esto, porque eso significa que Strash está verdaderamente viva, pero también significa que…

—¡Por los hilos de la bandera Alexei! —exclamo furioso. 




¿A qué ya sabemos con quién se fue Alexei?

¡Hola amilectores! Espero que disfrutaron del capítulo de hoy.

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