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31. Mucho más.

LEO

Domingo 13, Marzo 2016.

Su pregunta me sorprende por unos segundos, unos segundos que ella aprovecha para darnos vuelta y quedar encima de mí; su pelo le cae por los costados de su cara cuando ella baja para abrirme la camisa que tengo. Adela se toma el tiempo de abrir botón por botón, haciendo que mis manos la ayuden. Sus manos cubren mi torso inclinándose para adelante, presionando sus caderas con las mías y un leve gruñido sale de mi boca. Tomo su cuello con mi mano derecha y acerco sus labios a los míos, sus rodillas están al lado de mi cintura y yo la levanto para tener más contacto. Para que sienta lo que me hace.

Nuestro beso es lento y apasionado, sus labios se abren más, dejándome tomar el control de él. Siento que no puedo tomar lo suficiente de ella, mi boca baja por su mandíbula mordiendo y besando todo el camino hasta su cuello. Nuestros cuerpos son fuego y nos estamos quemando juntos. Adela se separa abruptamente, pensando que se iba a levantar pongo mis manos en su cintura y la acerco a mí; un gemido alto sale de sus labios entreabiertos y mueve sus caderas en círculo, haciendo que esté a punto de perder el control.

Ella toma su remera y la saca por su cabeza, su corpiño de encaje azul tiene toda mi atención. No dejo que se lo saque tomando sus manos y poniéndolas al lado de mi cabeza. Bajo los breteles, las copas se sueltan un poco, eso ayuda a que pueda moverlo lo suficiente para ver uno de sus pezones duros y lamerlo. Mis manos vuelan a su culo que se restriega sobre mí, no puedo sentir más que pasión y a ella. Ella me está consumiendo.

Trato de sacarle el jean pero es imposible sin separarnos, Adela nota el problema y se para muy lentamente al lado de la cama; con sus ojos puestos en mi cremallera se baja el short con calma para no caerse, yo saco mi pantalón largo de pijama y lo pateo lejos de la cama. Tal vez cae en la lámpara o arriba del televisor en mi cuarto, no lo sé, no me interesa.

Cuando Adela quiere sacarse sus bragas me siento en el borde y la atraigo hacia mí, hundo mi nariz en su estómago y muerdo los costados, donde los huesos de sus caderas son apenas notables. Mis dedos agarran los costados de su ropa interior, deslizándola hacia el piso mientras mis pulgares acarician cada vez más cerca de su montículo. Adela niega con la cabeza y se sienta arriba mío, ambos gemimos sabiendo que no vamos a aguantar mucho más.

Ela toma un condón del segundo cajón de la mesita de luz, yo me entretengo con sus pezones, rozándolos y mordiéndolos con mi boca; ella trata de romper el paquete de aluminio pero no puede. Río brevemente cuando me lo tiende y lo abro yo, se levanta un poco para darme espacio y colocármelo. Con una de mis manos tomo su mejilla y la beso al mismo tiempo que ella desciende sobre mí, tomando todo de mí con lentitud y paciencia.

Parece una eternidad, un tiempo infinito que en realidad, son segundos para que empiece a subir y a bajar. La habitación se siente muy caliente, nuestras pieles tienen sudor y mis manos se aferran a ella; las suyas aprietan mis bíceps anclándose y dándose apoyo. Su boca se separa de la mía y busca aire, dándome espacio para besar, chupar y mordisquear su cuello a mi placer. Cuando la siento cerca al igual que yo, la ayudo a llegar y siento que ambos tocamos algo muy cercano al cielo.

Me dejo caer de espaldas a la cama con su cuerpo dejándose apoyar completamente sobre el mío, suspiro tratando de respirar con normalidad, la siento besar mi pecho y sonrió.

—Eso fue... inexplicable —susurra contra mi piel, sus manos recorren mis brazos, tratando de suavizar las marcas de sus uñas, las cuales miro y noto que son superficiales, nada de sangre ni grave—. Realmente nos dejamos llevar.

—Tú empezaste —respondo en broma, quiero quedarme en esta posición pero sé que no es bueno ni tiene nada de higiene. Adela se levanta y yo me ocupo del condón—. Ven cariño, un baño nos vendría estupendo, ¿no?

—Sí, creo que estamos un poco... sucios, que cliché —responde divertida.

—Es más fácil de este modo, no te muevas, Adela —advierto besándola en los labios. Entro con ella en mis brazos y sus piernas rodeándome, la dejo en el suelo del baño para que empiece a preparar la ducha. Busco dos toallas del armario. Al volver, Adela ya se encuentra adentro; me sonríe—. No me esperaste.

—Y saldré antes de ti si no te apuras —contesta guiñándome un ojo con picardía.

—Eso ya lo veremos.

Nos bañamos juntos con algunos besos y caricias, sabiendo que estamos cansados y solo queremos disfrutar de estar juntos. Al salir, nos secamos y yo salgo del baño para alcanzarle su pijama. Ella se toma un tiempo más adentro y luego sale justo cuando termino de ponerme el pantalón largo pero no me pongo la remera.

Me acuesto en la cama viéndola colgar su toalla en la silla de mi escritorio y venir hacia mí. Su cabeza encuentra un lugar cómodo en mi hombro y ella suspira relajándome.

— ¿Estás cómoda? —pregunto apoyando mi mentón en su cabeza.

—Sí, muy cómoda. Tú eres muy cómodo, Leo. —Mis brazos la rodean y la acercan a mi cuerpo, ella se encarga de taparnos con las frazadas.

—Y tú eres muy bella, locutora. —Río bañándola de besos en la cara, ella ríe y trata de devolvérmelos—. Sabes que esto no es algo temporal para mí, ¿no?

—Para mí tampoco, ya tuve suficiente de relaciones así. Y si bien no me gusta planear las cosas a futuro... me encantaría tenerte en él.

—Enfrentemos el destino y el futuro juntos, locutora. Sin planes, ni peros, ni presiones... solo nosotros.

—Me gusta el no plan —murmura contra mis labios. Nos besamos un poco más y termino por apagar las luces de las mesitas de luz.

—No es un plan porque estos pueden cambiar ni una simple promesa porque a veces se romper, es un hecho y un compromiso —digo con seguridad y sin apartar mis ojos de Adela, quien asiente y apoya su cabeza en el hueco entre mi hombro y cuello—. Te quiero mucho más, Adela.

—Yo también... —Se detiene y mueve sus dedos contra mis abdominales. Me tenso esperando su respuesta—. Te quiero mucho más, Leo Prince.

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