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22. Dos por uno.

ADELA

Martes 16, Febrero 2016.

Miro el techo de mi cuarto y respiro juntando las ganas para levantarme porque tanto como amo dormir, también amo a mis amigas. A veces hay que decidir entre dormir un poco más y llevar a tu amiga porque tuvo problemas con su pareja.

Aylen tuvo otra discusión con su esposo de la cual no sé nada porque no ha querido compartir esa información, por lo que estoy ciega y tratando de no decir cosas que toquen fibras sensibles. Ha tenido tantas estos últimos meses que he perdido totalmente la cuenta; no lo conozco mucho, creo que lo he visto pocas veces y no lo mire mucho. Pero de una cosa estoy segura y es que Lorenzo Bilodeau es un pedazo de vidrio en el medio del trasero de Aylen ahora mismo.

Ingreso en el estacionamiento y dejo el auto estacionado cerca de la puerta del elevador, me bajo con la mirada de Aylen en mí en todo momento.

—Gracias por traerme, no es necesario que te quedes y me lleves a casa. De todos modos tengo que enfrentar a Lorenzo yo sola. —Cuando subimos nos detenemos en la máquina de café en el pasillo que comunica a las diferentes cabinas de radio y estudios que transmiten diferentes programas en otros horarios.

—Oh, tonta, no lo hago solo por ti. Hoy vuelve Brisa y los chicos dijeron que prepararon una sorpresa para ella —digo mientras nos acercamos a nuestro estudio, ambas escuchamos risas y gritos—. Parece que todos están de buen humor y eso es muy bueno, Brisa de mal humor y lo que vamos a hacer no iba a ser una buena idea.

Lo primero que soy capaz de ver es a Miles haciéndole caras graciosas a Brisa como si fuera una nena de 6 años. Aaron no está distraído leyendo su celular como siempre sino que se encuentra atrás de Brisa haciéndole cosquillas.

—No sabía que esto se había vuelto una guardería, June.

—Sí, Adela, cuidamos niños de 20 a 30 años, así que ya sabes si conoces a alguna madre que tenga niños así—contesta con una sonrisa traviesa y saca de atrás suyo unos tubos de espuma—. Solo por si quieren divertirse.

Un cartel cae en el medio de la sala diciendo "BIENVENIDA A CASA" y Erick con Philip empiezan a tirar por todos lados espuma, Jordan observa desde lejos y nos asiente. Noto que Celine no está por ningún lado. Pero la alejo de mis pensamientos por un momento, me acerco a los chicos y les tiro espuma tambien.

— ¡Paren! ¡Miren como me dejaron! —Brisa nos frunce el ceño.

—Oh vamos Brisa, trabajamos en una radio. Como te ves, o no ves, no es importante en nuestro trabajo. —Aaron se encuentra de pies a cabeza humero y con espuma. Sacude su cabello como si fuera un perro—. ¿Ves? No es nada estar un poco mojado.

—Tú, amigo mío, te ves bien aun si estuvieras cubierto con mierda de rinoceronte blanca —respondo tirando la lata de espuma y sacudiendo mis manos.

—En cambio, tú te vez demasiado limpia —dice Miles sonriéndome demasiado, se acerca despacio y observo sus manos llenas de espuma—, te ayudare a ahorrar en jabón.

—Tú tambien no te puedes salvar. —Aaron trata de atrapar a Aylen cuando ella intenta salir del estudio. Su grito se escucha en el pasillo—. ¡Tengo a Aylen!

Yo en cambio no intento ni siquiera moverme, cierro los ojos y dejo de Miles me abrace con entusiasmo; Erick y Philip están abrazando a Brisa que todavía se limpia la cara de espuma, sus ojos tienen lagrimas felices que están acompañadas con una sonrisa cálida.

—Gracias chicos, los extrañe. —Brisa le devuelve el abrazo a los chicos, me mira atraves de los brazos—. Y ustedes perras, seguro sabían de esto, ¡no me lo dijeron!

—Se suponía que fuera una sorpresa, Brisa. —Le contesta Aylen aun con Aaron rodeándola y la remera húmeda—. ¿Alguien me ayuda con esta pulga?

—Aquí tienen toallas, séquense porque no entraran a la radio todos mojados. —Aria nos entrega toallas pequeñas, se queda con una en la mano que Jordan toma—. Bienvenida, Brisa.

—Sí, todos aquí te extrañamos. —Jordan dobla la toalla y la pone en su bolsillo—. Cuando estén listos Teo los buscara.

Aria escapa de los chicos que tratan de atraparla. Cuando va a saludar a Brisa, ella ríe y les saca la lengua. June se va silenciosamente del cuarto, le hace señas a Brisa de que luego la saluda y Brisa asiente.

—Miedosas —murmura Miles mientras me suelta y comienza a secarse—. Te ves muy bien con la remera mojada.

—Lo sé. Más cuando tengo una remera blanca, ¿no? —Mi pelo será un asco durante todo el día. Tendré que ir a casa inmediatamente—. Doy una buena vista seguro.

—Tú lo dijiste, no yo. Okey, yo estoy listo, voy a ir al baño ya vuelvo. —Miles tira su toalla sobre la cabeza de Brisa, ella patalea un poco pero termina riendo.

— ¿Te quedas, Ela? Nosotros iremos a tomar un desayuno a lo grande y volveremos, ¿te unes? —Erick pone uno de sus brazos alrededor mío—. Hoy no tenemos programa, así que podemos relajarnos.

—Seguro, esperen que veo cómo arreglar mi pelo —contesto mirando a uno de los espejos que tenemos en la pared—. La espuma no es tan divertida ahora.

—Toma, usa mi gorro. —Philip me lo tira y sonrió cuando oculta el desastre abajo del mismo—. Bueno Brisa, disfruta tu hermosa bienvenida, que tengas un hermoso día. Nos vemos cuando volvamos.

Erick me tiende su suéter de cuello alto para que me lo ponga en lugar de la remera. Tomo prestada la oficina de Jordan unos minutos y vuelvo a salir.

— ¿Has visto a Celine? —Jordan me detiene y sus ojos me analizan—. He notado que no ha venido a la despedida.

—Pensé lo mismo, no he oído de ella —contesto honestamente. Le sonrió de costado—. Por ahí quedo atascada en el tráfico.

—Sí, tal vez —murmura Jordan devolviéndome una sonrisa tensa—. Pásenla bien.

Jordan se mete en su oficina pero no cierra la puerta. Le doy una sonrisa a June, quien se encuentra afuera en su escritorio.

Erick y Philip se encuentran hablando con Brisa y Aaron. Noto que Aylen y Miles están hablando en voz baja más alejados del resto.

—Realmente espero que nos hayas dicho la verdad acerca de Leo el día de San Valentín, porque te ves de buen humor últimamente. —Los brazos de Brisa me rodean y mira a Erick y Philip—. Sáquenle toda la información que ambos puedan de ella, luego díganmela. Es una orden.

—Sí, señora.

—Claro que sí, madame —contesta Philip pasándole unos papeles a Aaron—. Esto es lo que me pediste, dime si necesitas algo más o si lo necesita Emily.

Aaron mira por un momento los papeles, con lentitud asiente y nos da una pequeña sonrisa. Lo saludo con un beso en la mejilla.

—Metete en tu vida amorosa, por favor —digo abrazando a Brisa, ella bufa—. Ah cierto que no tienes.

—Eres mala, Ela. Mala —contesta sonriéndome. Saludo de lejos a los dos restantes.

Cuando estamos esperando el ascensor, miro de reojo a Philip.

— ¿Qué necesitan ellos de ti?

—Algo de la boda, necesitaban un contacto que yo si tenía —responde levantando los hombros—. Da la casualidad de que tengo algunos amigos que son organizadores de evento.

— ¿Van a empezar a planearla? Aaron no quería apurarse.

—Pues parece que cambio de opinión, ustedes las mujeres siempre lo hacen —responde Erick apoyándose en el espejo del elevador—. Tal vez quiere hacer feliz a Emily.

—O tal vez solo van a ver. Ya sabes, como cuando entras a una tienda pero no compras. —Philip me dirige a su auto en cuanto salimos—. No me dijo mucho, solo le conseguí los números.

—Corrección: de chicas con las que se acostó que son organizadoras de eventos, quienes les van a bajar el presupuesto porque Philip uso su linda cara para seducirlas —dice Erick abriendo la puerta y dejándome pasar—. De todos modos deberíamos estar contentos por ellos, ¿no? Digo, ¡Aaron se casa!

— ¡Hey! También tengo amigos hombres que se dedican a ello. —Philip se abrocha el cinturón, nos da una sonrisa de costado—. Aunque sí, la mayoría de la lista eran mujeres.

— ¡Lo sabía!

—Sí, deberíamos estar felices y lo estamos —digo riendo, aunque en mi mente pasa la conversación que tuvimos hace varias semanas. Suspiro y retuerzo mis dedos—. Todavía no me dijeron a dónde vamos.

—Bueno no podemos decirte realmente a donde vamos —contesta Erick mirándome dándose la vuelta. Él va en el asiento de copiloto—. Tenemos instrucciones específicas.

—Pero esas instrucciones son también secretas —aclara Philip manejando, sus ojos se encuentran momentáneamente con los míos en el espejo retrovisor—, así que no insistas.

—No estoy insistiendo, ahora quiero insistir.

—Lamentamos no poder darte otra respuesta —dice Erick levantando las manos—, prometimos no decir nada.

— ¿A quién le tienen más lealtad? ¿A esa persona de la que hablan o a mí?

—A ti, por supuesto. —Philip sonríe divertido—. Pero no somos de romper promesas.

—A parte la otra persona de la que hablamos nos contactó por medio de una persona en la cual confiamos mucho. En la cual tú confías mucho.

—Están siendo muy raros, más de lo normal.

—Digamos que hoy se trata de ti. Confía en nosotros.

—Exacto, Ela. Confía en nosotros —dice Erick guiñándome un ojo—. No querrás perderte esta sorpresa.

—Ustedes dos organizaron ya una hoy.

—Bueno, tenemos promoción solo por este día —dice Philip, choca el puño con Erick.

—Dos por uno. Lo mejor de lo mejor.

—Entonces, ¿no me dirán a dónde vamos?

— ¡Qué no! ¡Es sorpresa, mujer! —Ambos suenan divertidos al ver mi mueca.

—No me gustan las sorpresas.

—Mentirosa, te estas retorciendo de las ganas que tienes de saber qué es.

—Eso es normal, Erick —respondo rodeando los ojos. Le sonrío cuando él me ve—. Espero que sea buena.

—Ya lo verás. Tú relájate.

—Espero, de verdad, no arrepentirme de subir a este auto.

—No lo harás, bella Ela. Te lo prometo —responde Philip mostrándome su dedo menique—, y yo siempre cumplo las promesas.

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