13. La verdad.
ADELA
Martes 26, Enero 2016.
Mi alarma suena al mismo tiempo que lo hace mi celular, apago mi alarma y decido no atender.
Aún sigo pensando en lo que paso ayer, en cómo se dieron las cosas y en Jayden.
Él no trato de endulzarme los oídos, no quiso recuperarme... nuestro anterior encuentro fue malo, creo que yo no estaba preparada. No era el lugar, y yo estaba en negación. Bueno ayer aún seguía en negación aunque ayudo que no haya espectadores, solo nosotros.
Hay parte de mí que sigue estancada, en esa iglesia, en ese altar y en ese hospital en donde me dieron la peor noticia de mi vida.
Ayer me acompaño a mi casa, tomamos unas copas más de vino como en los viejos tiempos, y conversamos. Quiero creer que hicimos las paces, por lo menos yo ya no lo odio, no tanto. Los recuerdos siguen doliendo, eso nunca va a cambiar. Puedo intentar vivir con ello sin dejarme absorber.
No fue mi culpa, y no me creo en el lugar de culparlo; por más que quiera señalar a alguien no puedo. No soy quien para señalar y culpar.
Mi celular empieza nuevamente a sonar y con cansancio, ruedo en la cama hasta llegar a la otra mesita de luz, contraria a la cual está la alarma.
— ¿Era muy necesario llamarme a esta hora?
—No puedes quejarte, son las 10 de la mañana, mujer —contesta Miles.
Escucho voces y recuerdo que hoy él trabaja en la radio con Aaron, Brisa y Aylen.
Nuestro programa es siempre a la mañana hasta el mediodía, luego sigue otro programa; hablamos de diferentes temas, aunque normalmente es depende del día que escuches la radio. Si están Brisa y Aylen, hoy seguro se habló de moda y deportes; pero si escuchas cuando estamos Erick y yo, dos temas que no faltaran serán el cine y la música del momento.
—Aaron pregunta si quieres venir a almorzar con nosotros, Erick y Philip han dicho que no porque se han ido de fiesta ayer mientras que Celine no contesta el celular.
— ¿Resaca? —Me levanto de la cama y busco mis pantuflas que nunca encuentro, miro debajo de la cama—. Solo a ellos se les ocurre salir en medio de la semana.
—Ya sabes como son. —Aaron parece gritarle algo desde atrás, Miles se distrae por un momento y en menos de dos segundos me encuentro con que Brisa le robo el celular.
—Hola, Ela. Buenos días.
—Por suerte tú si me saludas, Miles no tuvo esa decencia. —Ella ríe suavemente—. Aunque bueno, yo tampoco.
— ¿Entonces vienes? Nos encantaría que almorzaras con nosotros, tenemos mucho de qué hablar.
— ¿Cómo de qué? —Mi voz suena entre rasposa y curiosa; no recuerdo que tengamos que hablar de algo específico.
—Puede que haya estado un poco tomada en la fiesta pero sé o estoy muy segura con quien te desapareciste por un momento...
—No eres quien para hablar, tú tenías un chupón si mal no recuerdo.
—Yo te cuento si tú me dices pero debes venir...
—Ya sé, voy a ir, tranquila —respondo, busco mi café en la cocina y me preparo unas tostadas. Siempre dejo el café haciendo la noche anterior, para no tener que esperar mucho a la mañana—. Nos vemos.
Corto para poder seguir con mi rutina, desplazándome despacio por mi casa, tratando de despertarme. Miro mis redes sociales, tambien espero ver alguna noticia sobre mi encuentro con Jayden pero no hay nada. Suspiro con alivio.
Aunque no voy a mentir que tambien espero ver un mensaje de Leo, como la anterior vez; alejo su nombre de mi mente y decido que si él quiere hablarme, lo hará. Eventualmente. Mientras tanto no voy a esperar que lo haga.
Me coloco maquillaje y decido llevar un cómodo atuendo: jeans, remera y zapatillas. Nada del otro mundo. Agarro las llaves del auto y salgo de mi casa.
Me llega una notificación de una aplicación de noticias.
"Leo Prince se encuentra de vuelta en Londres, nuestro cantante favorito..."
***
Me despido de mis amigos con la mano antes de entrar a mi edificio, le sonrió al encargado y le deseo una buena noche.
Pase todo mi día libre con Miles, Aaron, Brisa y Aylen, fuimos a comer y luego estuvimos paseando por la ciudad. Miles y Aaron se encargaron de ser lo choferes por el día, aunque nos tomamos la licencia de ir a un bar para cerrar nuestra salida. Brisa parecía no querer soltar el tema de Leo, le conté casi todo y no quedo satisfecha. Sinceramente yo tampoco lo estaba. Aylen estuvo callada todo el día, bueno, más de lo que acostumbra; dijo que estaba cansada, las bolsas debajo de sus ojos lo confirmaban. Además de que había tenido peleas con su esposo.
Sí, Aylen era la única casada del grupo, se casó bastante joven, a los 22 años. Y no es que la juzgue por ello, él parecía ser un buen hombre. Aaron era el que más lo conocía al vivir en el mismo edificio que Aylen y él.
Suspiro y sacudo mi cabeza. Pensar que si Jayden y yo nos hubiéramos casado, hubiéramos sido infelices... tendríamos un hijo, quien sufriría un matrimonio roto.
Mi teléfono suena con una canción de Madonna, atiendo y resoplo sabiendo quien es.
— ¿Qué horas son estas para llamarme, tía Elena? Deberías estar durmiendo.
—Ela querida, sabes muy bien que de las dos, la que parece una abuelita ¡eres tú! Nunca sales, no te diviertes, no tienes sexo...
— ¡Oh, no! No voy a hablar contigo de eso. —La corto. Ella ríe fuerte—. ¿A que debo el placer de tu llamada?
—Tu madre, siendo honesta. No para de querer que nos reunamos, pero ya sabes yo ando por donde sea, tus hermanos están en Nueva York contigo... —Mientras la escucho, me saco mis zapatos y tomo una manzana de mi mostrador.
—No los he visto mucho, sé que iban a ir al show de Leo Prince pero por el trabajo de Derek. Seguramente están haciendo de las suyas —respondo comiendo la manzana; anoto mentalmente hablar con mis hermanos pronto.
—Me imaginaba, Holanda puede ser una perra insistente cuando quiere.
— ¡Hey! Que es mi madre de la que hablas, tía. —Río ante su comentario.
Mi mamá y mi tía Elena son muy unidas, aun cuando son demasiado diferentes. Mamá tuvo a Derek con solo 19 años mientras estaba estudiando su carrera de instrumentadora quirúrgica; papá tenía un año más que ella y estudiaba abogacía. Ambos recibieron la ayuda de mis abuelos tanto paternos como maternos, más cuando dos años después, nos tuvieron a Axel y a mí.
En cambio Elena es un alma libre, nunca atada a nada. No tiene planes de tener hijos o eso dice ella; mamá cuenta que Elena nunca presento a un novio a nuestros abuelos, tampoco hablaba mucho de sus novios con ella cuando era adolescente. Recién lo hizo en la universidad. Elena tiene 33 años, siendo solamente 6 años mayor que Derek. Ella es explosiva, de una buena forma.
Tambien tenemos a una tía llamada Belén, hermana de papá. Ella tiene 34 años y se lleva muy bien con Elena, la única diferencia entre las dos es que Belén es tranquila y paciente donde Elena es impulsiva y fiestera.
No tenemos primos de parte de ellas pero si de por nuestro tío John, quien tiene 40 años y es el hermano de mi mamá. Rachel Britton es su hija y mi prima, que tiene solamente 12 años y es la luz de los ojos de mi tío. Los vemos muy poco ya que viven lejos, aparte de que a ellos mucho la ciudad no les gusta; la cena familiar que mamá planea podría hacer que ellos vengan a visitarnos, porque mamá no dejara que ninguno se saltee la cena.
—Entonces tus padres han decido obligarnos a ir a visitarlos el 5 de febrero; no importa si puedes o no pero es una orden directa. O eso dijo Bruce.
Bruce Parker, el hombre más santo del mundo, tiene la costumbre de darle todos los gustos a mamá y no me quejo. Mamá se merece que le bajen las estrellas y más, aun cuando esto implique hacernos dejar nuestros trabajos por el capricho de vernos.
—No sabes cómo se puso Belén cuando lo hablamos... quiere matar a tu padre, y eso es poco decir. Tus abuelos están muy entusiasmados con la idea, quieren ver a sus nietos, incluyendo a Rachel. John no ha dejado de mandarme mensajes sobre todos los trofeos de natación que tiene ella y como de orgulloso está.
—Sabes que John tiene que usar babero cada vez que habla de mi prima, ella es extraordinaria. Extraño verlos, te aseguro que mis hermanos tambien extrañamos estar en familia pero no podemos simplemente abandonar todo. Axel está cursando su primer año en el posgrado de Psiquiatría y Derek siempre tiene algo que hacer.
— ¿Y tú? Ambas sabemos que los sábados no trabajas y como será una cena el viernes no tendrás que volver volando a Nueva York.
—No trates de arrastrarme a mi... tú tampoco deberías tener muchos problema para ir, estás de vacaciones en Italia ¿o no?
—No te hagas la graciosita conmigo, Adela Parker. Soy tu tía, me debes respeto. —Trata de que su voz suene autoritaria pero fracasa, haciéndome reír—. Iré porque Holanda no para de pedírmelo, aparte John ha dicho que va y si él va es porque es un milagro enviado del cielo.
—Si lo pones así... lo pensare.
—Bruce te llamara cuando esta llamada termine y ahí no tendrás que pensarlo mucho —contesta Elena.
—Soy la niña de sus ojos, será piadoso conmigo —respondo con voz de nena. Ambas reímos y seguimos hablando de temas triviales.
Lo cierto es que luego de tres horas hablando con mi tía, mi papá llama, tal y como lo predijo Elena. Niego con la cabeza y atiendo la llamada de Skype.
—Hola papá. —Saludo con voz rasposa, él nota que tengo sueño y su mirada se endulza.
Papá siempre ha sido mi confidente, es decir, amo a mamá con todo el alma. Pero Bruce Parker podría derretir el corazón de cualquiera y comprender cualquier dolor o situación.
—Hola cielo, un día cansador, ¿no? No quería molestarte.
—Lo sé, y tambien sé porque llamas...
—No solo llamo por eso, lo hago porque te extraño con una locura paternal tremenda. A los tres. Holanda dice que estoy sintiendo lo que ella sintió cuando se fueron, "el nido vacío". —Él hasta gesticula las comillas e imita a mamá.
—Tambien los extraño.
—Entonces vendrás a la cena, ¿no? Derek y Axel han aceptado, Belén me ha dicho que hará lo imposible para venir, John y Rachel ya confirmaron. Tus abuelos no tuvieron otra opción que aceptar, tu madre los estaba torturando; hasta su padre no la soporto más.
— ¿El abuelo Drew? Él les tiene devoción a sus dos hijas, no puedo creer que haga callar a mamá.
—Sí, créeme. Ambos quedamos sorprendidos.
La conversación toma otro rumbo, me cuenta sobre su trabajo y yo del mío, sobre mamá y los abuelos. De cuando nos quiere ver a los tres.
Para el final, ya me ha convencido de pasar el viernes y el sábado en casa; me dan ganas de hasta pedirme una semana para irme con ellos. Pero sé que tengo responsabilidades, que amo mi trabajo y que no podría dejar colgado a Jordan.
—Sí papá, iré a la cena. Nos vemos. Te amo.
—Okey cariño, te esperamos. Te amo. —Y creo que una lágrima se desliza por mi mejilla de solo pensar en ver a mis padres.
Creo que es el momento de decirles la verdad.
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