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Seis


CAPÍTULO 6

Había cuatro razones para exigirles a ese par de extraños chicos una explicación:

Ashton Baker derribando la puerta de la cabaña sin miramientos.

Cian Mackenzie lanzándole un cuchillo carnicero a la cabeza.

Ambos dirigiéndose la palabra como si se conocieran de mucho tiempo.

Y un segundo después, el suelo bajo sus pies se movió de un lado a otro y su visión se oscureció por completo hasta perder el conocimiento una vez más.

Le molestó muchísimo haber recobrado la consciencia en medio de la recámara de la cabaña donde se hospedaba con Elise a mitad de la madrugada. ¿Cómo era posible que se hubiese desmayado tan fácilmente?

Aruma apretó los puños, observando en medio de la oscuridad la puerta que dividía a Ashton Baker de sus golpes.

De no ser de madrugada, ella ya lo hubiera confrontado de la manera más cruda y cruel. Estresada, se obligó a conciliar nuevamente el sueño para tener las fuerzas suficientes al día siguiente de darle una paliza.

-Elise, ¿Cómo demonios llegué a la cabaña? –cuando despertó, lo primero que hizo fue interrogar a la rubia, quién hizo pucheros entre sueños hasta que abrió los ojos a regañadientes.

-Ashton te encontró sola cerca de las cabañas y no dudó ni un instante en traerte de vuelta—contestó, adormilada.

- ¿Me encontró sola? –rio con sequedad—es un idiota, pero me las va a pagar ahora mismo.

Saltó de la cama hecha una fiera y salió de la habitación, con la intención de sorprender a Ashton de una patada. Pero en la sala estaban otro chico durmiendo, no él.

Pero eso no la detuvo. Tomó al chico de las solapas de su pijama y lo movió hacia adelante y hacia atrás con extrema violencia hasta hacerlo despertar horrorizado. Sus ojos se entornaron al verla muy de cerca. Era uno de los mejores amigos de Marlon Wilson y tragó saliva, sabiendo que Aruma no lo había despertado para algo bueno.

- ¿Dónde está Baker? –le gritó a la cara, apretándole con fuerza la ropa y parte de la piel, lastimándolo. Él hizo una mueca de dolor, pero estaba tan paralizado como para quejarse—dímelo, Zac, ¿A dónde ha ido Ashton Baker?

-Yo... yo... no lo sé. Ayer no se quedó a dormir o al menos no recuerdo haberlo visto volver a la cabaña—tartamudeó.

-Si me entero que me estás mintiendo, te mataré—le espetó y dándole un empujón, se levantó y fue directamente a la puerta.

Salió al exterior y fulminó a cada persona que estuvo en su campo visual con la mirada. Buscó todo a su alrededor, pero no halló ningún rastro de Baker por ningún lado.

Divisó a Sally Adams almorzando fresas con crema en compañía de sus amigas al borde del lago con los pijamas puestas, al parecer, acababan de levantarse.

A Aruma jamás le había importado absolutamente nada que tuviera a su alrededor, pero en ese momento, detestó ver feliz al trío de féminas; por lo que decidió usar el pretexto de buscar a Baker solo para molestarlas.

- ¿No creen que es muy temprano para asustar a las personas con sus caras hinchadas por la mañana? –les dijo, plantándose detrás de ellas.

- ¿Disculpa? ¿Qué es lo que acabas de decir? –masculló Sally, lanzándole las fresas a los pies. Aruma esbozó la primera sonrisa enfrente de ella.

-Nada más que la verdad—se encogió de hombros sin borrar la sonrisa de sus labios, que destilaba malicia.

- ¿Quién te crees que eres? –la empujó, pero Aruma no se movió ni un milímetro.

- ¿Acaso te has vuelto loca, Kirkpatrick? –le reclamó otra de ellas.

-Eres un caso perdido, idiota. Mejor aléjate de nosotros—dijo la tercera, mirándola con cara de pocos amigos.

-Si me dicen a dónde ha ido Ashton Baker, dejaré de molestarlas—negoció.

Sally la miró como si estuviera idiota y se cruzó de brazos.

- ¿Por qué habríamos de decírtelo, claro, si en caso lo supiéramos? –la enfrentó.

-Porque no hay otra opción. Si saben algo, solo tienen esta oportunidad de confesármelo.

-Estás demente, aléjate de nosotras.

- ¿Saben algo de él o no? –las presionó, exasperada.

- ¡No! Él nunca volvió anoche, ¿entiendes? Tal vez se quedó en alguna parte—le contestó de tajo—ahora márchate, Kirkpatrick. Tu sola presencia me incomoda.

Aruma, satisfecha, asintió con una enorme sonrisa, puesto que sabía que ese trío no sabía nada de Baker con tan solo verlas, pero quería fastidiarlas.

Continuó su recorrido por el lago Grant, en su búsqueda. Ni si quiera los profesores estaban a la vista para preguntarles.

No obstante, optó por sentarse al borde del lago a remojar sus pies mientras contemplaba el cielo en silencio, pensando en los sucesos del día anterior para estar preparada en el momento que se presentara la ocasión de exigir respuestas.

Horas después, cuando ya se había puesto el sol, Aruma no paraba de pensar en el paradero de Ashton Baker. Él no había aparecido en todo el día, y tampoco los profesores, era como si se hubieran ido a alguna parte juntos.

Cuando llegó el anochecer, el profesor Marshall y Cash hicieron acto de presencia en las cabañas, pero Ashton brillaba por su ausencia.

-Creo que estás exagerando. Él debió volver al pueblo, Aruma. Cuando te trajo era demasiado tarde como para preguntarle algo, y de haber sabido que se marcharía, lo hubiera detenido.

-Tengo que hablar con Marshall, en un momento regreso—le dijo antes de correr detrás de él, dejando a Elise atrás.

El docente iba charlando animadamente con Amelie Cash, y Aruma aceleró el paso hasta interceptarlos a mitad de la noche, rumbo a las cabañas.

-Eh, profesor Marshall, ¿puedo hablar con usted un segundo?

-Hola, Aruma, claro, por supuesto, ¿Qué ocurre?

Amelie Cash se adelantó, dejándolos a solas, tal como Aruma había querido.

- ¿Por qué Ashton Baker no está con nosotros? Es decir, ¿fue a alguna parte? Desde que amaneció no lo he visto y necesito hablar con él de algo importante.

-El joven Baker se ofreció como voluntario para cazar aves silvestres con los otros profesores, señorita Kirkpatrick, volverá él y los demás a primera hora de la mañana—contestó, con una rebosante sonrisa— o lo más probable el miércoles o pasado mañana a más tardar. Cazar no es fácil.

- ¿Está permitido cazar en esta zona? Tengo entendido que es una reserva ecológica.

-Lo es, Aruma, pero han ido más allá del bosque Chugach, por lo que no hay problema—la tranquilizó y le acarició la cabeza—ahora cenaremos en la recepción, reúnete con los compañeros que están, ya que gran parte de ellos avisaron que regresarían mañana. Hacer buenas amistades en un pueblo tan bello como este tiene sus ventajas.

El profesor Marshall se encaminó hacia la recepción con una tenue sonrisa. Aruma se quedó de pie, observándolo. ¿Acaso Baker había huido de ella para no tener que darle una explicación?

Pasaron tres días, y los profesores como Baker no daban indicios de regresar. Nadie estaba preocupado por ellos, solo Aruma, pero no por su seguridad, sino porque la tentación de ir a buscarlo por su cuenta no la dejaba respirar o pensar con claridad, sin contar que también deseaba ir a buscar a Cian para que él le diera las respuestas que ella solicitaba, ya que él estaba implicado en ese asunto extraño.

Elise, por su parte, la obligó a relajarse y a que la acompañara a una de las cabañas que contaba con un SPA para que se tranquilizara, y a regañadientes sucumbió a sus exigencias. Desde la mañana del miércoles entraron al SPA; donde pudieron tener horas de relajación metidas en una especie de sauna con vapor, pero que estaba hecha de piedra maciza con agua caliente, que provenía directamente del lago, pero manipulada para calentarse.

Todas las chicas llegaban a pasarla bien un rato y luego se retiraban, pero Aruma y Elise pretendían quedarse por horas en el agua.

-Se me antoja un masaje ahora, ¿no te molesta si voy a hacerme uno? Estaremos a una pared de distancia—dijo la rubia, colocándose la toalla a su alrededor.

Ellas habían sido las únicas que usaron ropa interior dentro del agua por el pudor, las demás se metieron completamente desnudas.

-Por supuesto, ve. Yo estaré aquí un poco más.

Absorta y enfrascada de aquella relajación, cerró los ojos y recargó la cabeza en el borde, con los brazos recargados con desgana en la misma. El vapor le había ayudado mucho en deshacer los nudos de los músculos y tendones de todo el cuerpo a causa de la tensión y el estrés acumulado por años. Escuchaba los pasos, ir y venir, correr, cuchichear, y reír por todas partes, pero no le molestaba en lo absoluto. De hecho; ni si quiera tenía pensado salir de ahí ni si quiera para comer.

-Aruma, es hora de irnos. Has estado metida en el agua por casi seis horas—le dijo Elise al cabo de un tiempo.

Abrió los ojos tenuemente y vio a la rubia con su ropa puesta, el cabello lo tenía húmedo y varias chicas a lo lejos se cambiaban para marcharse también. Se podía decir que solamente Aruma quedaba ahí.

- ¿Hasta a qué hora dejan estar aquí? –quiso saber.

-No lo sé, supongo que hasta en la noche—contestó Elise y frunció el ceño, leyéndole la mente—no pensarás quedarte más tiempo, ¿o sí?

-Estás en lo correcto—Aruma sonrió, adormilada—no quiero irme de aquí jamás.

-Por Dios, tus dedos parecen pasas y dentro de poco también el resto de tu cuerpo—exclamó su amiga—no dejaré que tardes más tiempo, vámonos.

Intentó sacarla a la fuerza, pero Aruma se resistió, aferrándose al borde de la pequeña piscina de piedra.

- ¡No, suéltame, Elise! –gimoteó—este es el único lugar donde conseguí la tranquilidad que necesitaba.

-Ya van a dar las seis de la tarde, ¿no entiendes?

-No, no entiendo. Así que déjame en paz—masculló y se alejó nadando hasta el otro extremo.

-Bien, pues quédate. Solamente no digas que no te advertí que era mala idea quedarte más tiempo—dijo la rubia con molestia—nos vemos en la cabaña.

En cuanto lo dijo, se dio media vuelta y abandonó la estancia rápidamente.

Azorada, apretó los labios y se sumergió por completo durante varios segundos, pensando en Cian Mackenzie y en Ashton Baker. La paranoia de Elise podía irse por un tubo, ella no sabía nada de lo que había pasado entre ese par de chicos y no comprendería; y sabía que ni, aunque se lo contara. Lo que Aruma necesitaba urgentemente era tener la mente en blanco, fría y tranquila para poder afrontar la verdad.

En el momento que no pudo seguir aguantando la respiración, sacó la cabeza y parpadeó, visualizando bien a su alrededor, puesto que percibió la presencia de alguien. El agua le impidió un poco ver de manera clara a la persona que acababa de meterse al lugar y que todavía se había tomado la molestia de cerrar la puerta de cristal sin el consentimiento de nadie.

No obstante, se aclaró la vista rápidamente y como si su cuerpo hubiera reunido toda la fuerza del mundo gracias al coraje que sintió en ese momento, se impulsó fuera del agua para darle una paliza a Ashton Baker, que se hallaba frente a ella con una bermuda puesta nada más y el torso desnudo.

-Eres un cretino, ¡Te desapareciste por días para no darme la cara! –le gritó, saliendo del agua con un alto riesgo de resbalarse, pero no le importó.

Entonces él la tomó de los hombros, haciéndola retroceder.

-No me toques, ¡Te golpearé! –luchó contra Ashton, pero solo provocó que él volviera a sumergirla en el agua.

El chico se metió también y ella se le fue encima, acorralándolo en un rincón. Ni si quiera se fijó que, en el movimiento brusco que ejecutó para inmovilizarlo del cuello, se sentó a horcadas de él, muy cerca de todo su perfecto cuerpo.

-Infeliz, ¡Cobarde! –vociferó, furiosa y le dio una bofetada en la mejilla, haciendo que el rostro del chico girara violentamente hacia un costado, pero cuando tomó la iniciativa de darle otra, él la sujetó de la muñeca con fuerza—espero tengas una maldita explicación de lo que pasó el sábado.

-Primero que nada—miró hacia sus muslos, justo donde ella estaba sentada—quítate de encima, estás en una posición provocadora y aquel que se le ocurra entrar, va a pensar mal.

Aruma enrojeció completamente y se movió, quedando demasiado cerca para no dejarlo escapar.

Los ojos azules de Ashton se postraron en ella por un segundo y Aruma vio lo roja que le había dejado la mejilla al golpearlo.

- ¿Qué mentiras tienes que decir para justificar el maldito show que montaste en la cabaña de ese chico? –le espetó, encolerizada. Estaba haciendo lo posible para no golpearlo una vez más.

Por su parte, Ashton se mantuvo en silencio, mirando sus manos a través del agua, probablemente meditando las palabras que diría a continuación.

-No te he mentido, jamás lo he hecho y no será la primera vez—dijo, alzando la cabeza para mirarla—pero quiero que comprendas que todavía no estás lista para saber la verdad de todo.

-No estás siendo sincero.

-Pero tampoco mentiroso.

- ¿Cuándo estaré lista para saber la verdad que tanto temes decirme?

-Pronto.

- ¡Esa respuesta es muy vaga! Quiero saber por qué demonios se hablaron con tanta confianza Cian y tú, si apenas se conocieron.

Ashton hizo una mueca.

-Nos conocemos de hace muchísimo tiempo, Aruma—contestó con vehemencia, escrutándole el rostro, en busca de alguna reacción demencial de su parte—y es lo único que necesitas saber por ahora.

-Me niego a aceptar solo esa vaga y mediocre explicación, Baker. No resuelve mis dudas, solo brotan más.

-El destino no se puede cambiar. Aunque yo haga lo posible para evitar que suceda, terminan ocurriendo de manera sorprendente. Tantos años he luchado para evitarlo y he fracasado—dijo él, con la mirada perdida—pero tengo la corazonada que esta vez es diferente. Tú eres diferente al resto. Sé que no serás como las demás.

-Espera, ¿Qué? ¿De qué estás hablando? –se irritó por sus palabras sin fundamento alguno, era como si se hubiera sumido en sus recuerdos.

Entonces la miró, esperanzado. Sus ojos azules brillaron de anhelo.

-Si prometes quedarte a mi lado a partir de ahora, te doy mi palabra que romperemos esta maldición y el destino cambiará por completo. Nunca más tendremos problemas.

-Me estás asustando, Ashton. Dime de qué hablas.

-Solo prométemelo.

-No puedo prometerte nada hasta que me expliques qué pasa—se acercó más a él y sintió como el chico se tensaba—por favor, Ashton.

Él movió el brazo y su mano se deslizó por debajo del agua hasta situarse en la cintura de ella, acercándola más a su cuerpo.

-He fracasado tantas veces, que temo que esta esperanza que tengo en ti se esfume y volvamos al principio—se lamentó con una inmensa tristeza en su mirada. Aruma se compadeció de su depresión y suspiró. Y solo porque Ashton le inspiraba paz, se atrevió a abrazarlo. Sintió como el chico le correspondía al gesto y rozaba su nariz en su cuello con suavidad.

Su caricia le provocó una descarga eléctrica por todo el cuerpo y cerró los ojos, disfrutando de su abrazo. Era parecida a la sensación que sentía cada vez que Cian la tocaba, pero con menor potencia, aunque igual de placentera.

-Escucha, Ashton, dejaremos por la paz este asunto hasta que volvamos a casa, ¿estás de acuerdo? –él asintió—pero tienes que prometerme que vas a contarme todo estando allá.

-Te lo prometo.

Estuvieron un rato más en esa posición hasta que se separaron. Ashton se relajó y cerró los ojos unos minutos, mientras que ella se dio a la tarea de observarlo en silencio.

Así como Cian la hechizaba con su carácter, actitud y hermoso y atractivo rostro, Ashton la hechizaba con su hermosura corporal y la manera angelical que se miraba.

-Aruma—la llamó sin abrir los ojos.

- ¿Sí? –se inclinó un poco a él para escucharlo.

-Si te digo que no vayas a despedirte de Cian Mackenzie, ¿lo harías?

-Eh, pretendo despedirme porque fue bueno conmigo.

-Eso forma parte del trato para contarte lo que quieres saber—dijo con firmeza y abrió los ojos para mirarla—solo así puedo estar tranquilo de contártelo.

- ¿Tiene algo que ver Cian en todo eso?

-Sí.

- ¿Qué tanto está involucrado él?

-De hecho, él es el problema.

Aruma entornó los ojos, perpleja.

- ¿Qué?

-Y también los parientes que viven con él.

- ¿Sus primos?

-Exacto. Pero un trato es un trato, Aruma. Tómalo o déjalo—carraspeó. Se levantó y cogió una toalla para secarse el cuerpo—ahora vamos a la cabaña a comer algo, muero de hambre.

Ya en la cabaña, después de comer, se reunieron con Elise y algunas chicas y chicos que eran los menos ridículos y que se mantenían alejadas de Sally Adams y Marlon Wilson para jugar a la botella alrededor de una fogata que hicieron un poco apartados de las cabañas.

Por supuesto, Ashton quiso sentarse junto a Aruma, pero Elise y las demás chicas lo enviaron al lado opuesto, quedando frente a frente.

El fuego de la fogata iluminaba tétricamente el rostro de todos, dándole un tono naranja y rojo, como si fueran algún tipo de monstruo.

-Jugar a la botella es simple. Es una bendición que seamos cinco chicas y cinco chicos, perfecto para el juego—dijo Olive, la más risueña del salón, que se llevaba con todos.

-Si van a hacer castigos como besar a otros, entonces yo paso—dijo Aruma antes de que comenzara.

-Ay, no seas aguafiestas. De eso se trata—le dijo Elise, riéndose.

-Yo no juego—Aruma hizo el ademan de levantarse, pero su amiga se lo impidió.

-Elise tiene razón. No seas aguafiestas. Además, será un beso de roce de labios, pero si aceptas decir la verdad, no tienes por qué besar a nadie—canturreó Olive y todos gritaron de emoción—es simple: verdad o reto. Y obvio que el reto es un beso, así que más les vale ser honestos.

- ¿Y si acepto el reto y me toca besar a otra chica? –musitó Aruma—mandaría al carajo todo.

-No. Tranquila, si te toca chica siendo chica, entonces será un reto diferente y eso va también para los chicos—explicó Olive y todos estuvieron de acuerdo.

Tragando saliva con nerviosismo, Aruma abrazó sus rodillas y miró con atención la botella que Olive colocó en el centro. La chica soltó una carcajada e hizo girarla con fuerza.

El juego comenzó. Todos los chicos, excepto Ashton, aceptaban el reto y besaban a las chicas gustosos. Tanto a Ashton y a Aruma no les había tocado pasar y observaban con incertidumbre a los demás. Incluso Elise aceptó el reto para poder besar a Guan Chen, el compañero asiático que tenían en el salón, que era de origen taiwanés. Era atractivo a su manera y su amiga parecía estar muerta de ganas por probar sus labios.

Sin embargo, luego de besar a Guan Chen, Elise giró la botella y justamente se detuvo en medio de Ashton y de Aruma; siendo presas de los gritos eufóricos de sus compañeros.

Aruma tragó saliva por sexta vez en todo el juego y Ashton pareció intimidado.

-A ver, Aruma, ¿verdad o reto? –preguntó Olive, sonriendo maliciosamente.

-Verdad—contestó ella.

-Bien, veamos—Olive se quedó en silencio, formulando la pregunta y sonrió—a ver, ¿cuándo y con quién perdiste la virginidad?

Estupefacta, abrió los ojos como platos, insegura. ¿Qué clase de pregunta era esa? ¿Acaso estaba loca? No podía decir la verdad. Ella jamás en la vida había besado a alguien y mucho menos haber tenido relaciones sexuales. Si decidía no responder, le pondrían el reto de besar a Ashton, pero si ventilaba su vida sexual inactiva, sería el hazmerreír; puesto que nadie de veintidós años era virgen en ese tiempo. Ni si quiera Elise.

- ¿Qué ocurre? ¿Tanta vergüenza te da contarnos tu primera experiencia? –le preguntó Patrick y todos hicieron bulla—a nadie le gusta recordar la primera vez, así que no te preocupes, cuéntalo con confianza.

-No creo poder contestar la pregunta—dijo con suspicacia.

-Entonces acepta el reto y besa a Ashton Baker—sentenció Olive con aires de arrogancia.

-Olive, creo que no... —Elise intervino, pero Olive le hizo una seña para que se callara. Todos tenían la atención en Aruma.

Aruma se mordió el labio inferior, mirando asustada a Ashton, pero este le guiñó el ojo, dándole valor de hacerlo.

-De acuerdo, acepto el reto—dijo por fin, con la frente en alto y la barbilla elevada, desafiando a Olive.

Los gritos de locura se incrementaron y tanto Ashton como Aruma se levantaron de la hierba, poniéndose frente a frente, a la vista de todos y a su merced. Elise se había tapado la boca con las manos al presenciar la escena.

Ashton avanzó a ella y la tomó de las manos con confianza. Aruma temblaba de miedo y de vergüenza. ¿Por qué le tocaba dar su primer beso enfrente de la bola de inútiles de su universidad?

Y lo más importante, ¿Por qué con Ashton Baker?

De pronto, sintió la mano de él acomodarle el cabello detrás de la oreja con delicadeza y a continuación, la tomó de la barbilla, tirando de su cintura con la mano que tenía libre para tenerla lo suficientemente cerca y tener algo más de ambiente tranquilo; y para que ella no mirara a los demás, solo a él.

Los ojos de Aruma y los de él se cruzaron; manteniéndose lo más tranquilos posible; evitando a toda costa que todos se dieran cuenta del palpitar de sus corazones.

Poco a poco, Ashton se fue acercando e inclinando la cabeza en el ángulo perfecto, percibiendo su cálido aliento acariciarle las mejillas a medida que se aventuraba cada vez más a su boca; hasta que, por fin, los suaves labios de él se posicionaron sobre los suyos con sutileza. Y se suponía que el beso sería de un simple roce, pero Ashton se atrevió a abrirle los labios delicadamente, acariciando su lengua de manera apasionada.

Dejaron de besarse solo por la falta de oxígeno y cuando se separaron, la conmoción de los demás universitarios los atormentó un momento.

-Vaya, vaya, ¡Eso si fue un beso! –gritó Olive.

Aruma no podía controlar el bochorno y salió corriendo de la fogata en dirección a la cabaña. Elise se levantó y la siguió. Ashton intentó correr tras ella, pero Olive lo detuvo del brazo.

-Déjala. Dale su espacio, esto sucede cuando uno de los dos está enamorado del otro—le dijo. Él frunció el ceño y se sentó, sin dejar de mirar por donde Aruma se había ido.

Dentro de la cabaña, se encerró en la habitación con el corazón latiéndole muy fuerte. ¿Por qué? ¿Por qué tenía que ser por él y por qué se sentía así? ¿Cómo iba a mirarlo a la cara a partir de ahora?

Si tan solo hubiese mentido sobre esa estúpida pregunta, no lo hubiera besado y menos frente a todos.

- ¡Aruma! Por favor, ábreme, soy Elise.

-Quiero estar sola, déjame en paz—le gritó, abrazando la almohada.

-Tendrás que abrirme porque es también mi habitación.

-Ve a la fogata y déjame sola un rato más—le ordenó.

La puerta se abrió y la rubia entró de lleno a la recámara con una llave en sus manos.

-Suerte que de las dos, a mí me confiaron la llave, ahora dime, ¿Qué pasó? –se sentó a su lado, dándole palmadas en el omoplato izquierdo.

Aruma se hizo un ovillo y negó con la cabeza.

-Anda, puedes decírmelo. ¿Es porque en serio no querías besarlo o porque te dio mucha vergüenza?

-Ambas cosas—respondió con la voz apagada y hundió más la cara en la almohada.

-Tranquila, no es que hubiera sido tu primer beso—bromeó, pero al ver que Aruma se encogía aún más, se desconcertó—oh no... ¡Fue tu primer beso!

- ¡Cállate! –le lanzó la almohada en la cara— ¿quieres que todos se enteren?

-No sabía que ese sería tu primer beso, Aruma, de haberlo sabido, lo habría evitado a toda costa—se lamentó—lo siento.

-No saldré de esta cabaña hasta que sea el día que nos marchemos—puntualizó—y más te vale no contárselo a nadie.

-Mi boca es una tumba. Te estaré trayendo comida para que estés más tranquila.

Los días posteriores, Aruma cumplió fielmente a su palabra de no poner un pie fuera de la estancia hasta que fuera el momento de regresar a Montana. Era sábado en la noche, y el vuelo del día siguiente estaba programado para el medio día, pero tampoco tenía ganas de enfrentarse a Ashton Baker ni a nadie más que a Elise.

Y lo que más le motivaba era que pronto estaría con Asiel, su perro, relajados en su departamento comiendo comida chatarra sin problemas. Sin embargo, cuando recordó a su amigo canino, también se le vino a la mente Ashton Baker y su amigo Mickey, quién se estaba haciendo cargo de él; puesto que para conseguir de vuelta a Asiel, tenía que hacer contacto con los dos y no le apetecía.

Elise entró a la habitación con la intención de dormir, y dejando la puerta entre abierta, fue al sanitario mientras que Aruma continuaba enfrascada en el juego de Hogwarts Mystery en su teléfono.

La puerta se abrió lentamente y un segundo después, Ashton apareció a los pies de la cama, observando detenidamente a Aruma. Ella sintió su presencia y dirigió sus ojos grises al recién llegado.

Lívida e inmóvil, dejó el teléfono en la cama y se abrazó las rodillas, pegándose lo más posible a la cabecera.

- ¿Qué haces aquí? –le gruñó a la defensiva.

- ¿Y dices que yo soy el cobarde por haberme ido por días para no darte la cara? –inquirió, sonriendo.

-No me compares contigo, ahora largo.

Y como si lo hubiera invitado a sentarse, tomo asiento al borde de la cama y postró nuevamente su mirada en ella, tratando de fastidiarla.

-Acerca del beso...

- ¡Silencio! ¡No lo repitas! –negó con la cabeza, tapándose las orejas.

-Solo fue un beso, Aruma, nada del otro mundo—dijo, aunque ella se negaba a escucharlo—y quiero que sepas que no pretendo nada.

-Entonces, ¿a qué viniste? ¿a molestarme nada más?

-No, he venido a platicar contigo sobre lo que pasó.

-No hay nada que decir. Solo fue culpa de ese estúpido juego.

-Vamos a caminar un rato por el lago. Te sentirás mejor—le ofreció la mano con sencillez. Ella dudó.

En el baño, se escuchó la cadena del WC, señal de que Elise estaba a punto de salir en cualquier segundo.

-Está bien, Baker, vamos—le agarró la mano, se puso el abrigo y salieron de la cabaña.

Afuera, Ashton había colocado un par de sillas de plástico con vista al lago, donde las estrellas se reflejaban con exactitud en el agua. Ella se sentó y él se mantuvo de pie.

-Espera un momento, ahora vuelvo—anunció.

Aruma lo observó correr hacia la cabaña de la recepción y luego regresar con bebidas calientes en las manos.

-Pensé que tal vez querrías calentarte un poco mientras estamos aquí—le dijo, entregándole un vaso térmico con café.

-Gracias—murmuró y le dio un sorbo, lo cual le cayó de perlas.

Estuvieron en silencio alrededor de diez minutos, contemplando el lago y admirando la belleza nocturna, deleitándose también de los sonidos de la noche en la lejanía, hasta que, por fin, el chico rompió el momento y se volvió hacia ella con la mirada muy penetrante.

- ¿Alguna vez has escuchado hablar de El Libro de Enoc?

- ¿Tiene que ver con la biblia?

Él asintió.

-He oído con vaguedad sobre ese libro, pero no sé al respecto de qué trata—replicó con honestidad. Le parecía el colmo que también Ashton se le diera por hablar sobre cosas bíblicas en momentos como ese.

-Los rumores dicen que ese libro es como la biblia, que narra lo que no aparece con exactitud en la misma, pero otros dicen que explica todo acerca de los ángeles caídos que fueron renegados por Dios y de cómo se convirtieron en demonios, a merced del fuego del infierno—le explicó con seriedad.

- ¿Y cuál es la versión correcta? –aunque no le interesaba en absoluto esa conversación, le siguió la corriente porque el café la había animado bastante.

-Existe una tercera versión—acotó—y esa es la verdadera.

-No comprendo por qué me estás hablando de eso, Ashton. Es interesante, pero no entiendo la razón. Sé que esta no es una conversación casual.

-Es fundamental que tengas noción sobre esto—hizo una pausa para frotarse el puente de la nariz con exasperación—es importante para ti que estés preparada.

Ella lo miró como si hubiera perdido la razón.

- ¿Preparada para qué? Solo me estás diciendo las cosas a medias.

- ¿Qué piensas sobre los ángeles? –le preguntó de repente.

- ¿Qué?

-Sí, dime, ¿Qué piensas de los ángeles? –repitió. Se le habían dilatado por completo las pupilas y se sintió intimidada.

- ¿Cian Mackenzie y tú se pusieron de acuerdo para preguntarme lo mismo?

Ashton frunció el ceño al escucharla mencionar el nombre de ese chico y lanzó el vaso térmico con molestia hacia la oscuridad. Se arrodilló frente a Aruma y acercó su rostro al suyo con insistencia.

- ¿Qué te ha preguntado él? ¿De qué hablaron mientras estaban juntos? –más que celos, denotaba preocupación excesiva.

-Nada importante, pero me hizo la misma pregunta que tú—lo apartó sutilmente y él se sentó en el suelo, mirándola de frente.

- ¿Y qué le respondiste?

-Bueno, me preguntó si que prefería, ángeles y demonios y le dije que ambos—se encogió de hombros.

Ashton resopló y recargó la mejilla sobre su mano empuñada.

-Ahora responde lo que te pregunté yo.

Elevando los ojos al cielo, Aruma se cruzó de piernas y pensó en la pregunta. "¿Qué piensas sobre los ángeles?".

-Me agradan—contestó luego de un largo silencio, haciendo que él sonriera—porque los considero muy hermosos y celestiales. Además, admiro el respeto que le tienen a Dios y esas cosas.

-Excelente respuesta—dijo, complacido— ¿y qué me dices de los ángeles caídos, o demonios?

-También me agradan—su respuesta desconcertó al chico, pero continuó hablando—es decir, tenían sus propios intereses, y me alegro que hayan luchado para alcanzarlo, pero siento pena por ellos, ya que eso ocasionó que rompieran las reglas del cielo y fueran desterrados.

- ¿Estás diciendo que apoyas a ambos bandos?

-No apoyo a ninguno, Ashton, solo te estoy respondiendo a tus preguntas fuera de lugar y sumamente raras, porque, si no lo has notado, desde que te conocí me han pasado cosas extrañas.

Ashton convirtió la fina recta de sus labios a una reluciente sonrisa, como si le hubiera dicho un cumplido.

-A su tiempo, sabrás que no todo lo que está ocurriendo es por mi culpa—dijo—pero piénsalo bien.

- ¿Pensar qué?

-Que, si se da el caso, elegirás a los ángeles celestiales en vez de los caídos.

Aruma por poco se atragantó con el café luego de escucharlo hablar semejante demencia. ¿Acaso se había vuelto loco? ¿Habías escapado de un manicomio y pretendía hacerla su discípula?

-Creo que nuestra charla nocturna ha terminado—zanjó la conversación de manera tajante—y te prohíbo que te me acerques a decir nuevamente algo como esto. Si vas a hablarme, que sea de algo coherente, por favor.

-Solo piénsalo, querubín. No pierdes nada con eso—le guiñó el ojo, y la agarró de la mano cuando ella se puso de pie.

Lo miró por encima del hombro y alcanzó a notar el brillo anhelante de los ojos del chico.

-Ashton, me estás confundiendo y asustando cada vez más—confesó, absorta en su mirada.

-Conmigo no tienes nada que temer—le acarició el dorso de la mano con el pulgar—elígeme. Por favor. Elígeme a mí.

- ¿Elegirte?

-Sí, elígeme cuando llegue el momento.

- ¿Cómo sabré cuando llegue el momento? –le siguió la corriente con tal de sacarle información. Él apretó los labios e intensificó la dulzura en su mirada.

-Medítalo en los días posteriores, ¿sí?

-Lo haré, pero tengo que despedirme de Cian. Esa es mi condición.

La mirada dulce y anhelante desapareció por completo de los ojos de él, para ensombrecerse.

-No—añadió con enfado—no te dejaré acercarte otra vez a él.

-Entonces no te elegiré jamás—sentenció.

Ashton inhaló profundo, apretándole con fuerza la mano. Aruma hizo una mueca de dolor, pero se mantuvo firme.

-Iré contigo a despedirte. No vas a ir sola—musitó él—y esa es mi última palabra, querubín.

La soltó con desesperación y se levantó de la silla sin dejar de mirarla.

-No me llames querubín.

-Tendrás que aguantarte, porque a partir de ahora te llamaré así—a pesar de su mirada oscura, le regaló una sonrisa traviesa.

Quedándose sola a mitad de la noche, vio como él se alejaba hacia la cabaña con aire arrogante. Pretendió olvidar su mirada iracunda y oscura; y pensar en sus hermosos ojos azules llenos de calidez que siempre tenía. Ashton se había enfadado otra vez, haciéndolo ver irreconocible, casi parecido a Cian Mackenzie.

Sacudió la cabeza y se abrazó a sí misma, sentándose un rato más a pensar lo que acababa de hablar con él.

Ángeles y demonios.

¿Por qué ambos chicos estaban obsesionados con en ese tema? ¿Acaso tenían en común haber estado dentro de un culto religioso o satánico? O peor aún, ¿Elegir a Ashton Baker? ¿Elegirlo para qué?

Dentro de su cabeza se formó un revoltijo de pensamientos profundos y estúpidos. ¿Por qué tenían que meterla a ella en sus asuntos? Sally Adams hubiera estado más que complacida de estar en medio de esos dos chicos sin pensarlo. Incluso Elise.

Pero, ¿por qué a ella, Aruma Kirkpatrick, la menos indicada para pensar en tonterías?

Probablemente les había atraído su físico y personalidad tan tétrica. ¿Qué chica podría vestirse como ella, y tener un look tan extravagante?

Considero esa idea como absurda. Tal vez se trataba simplemente de un par de chicos con el mismo gusto. Se rio a sí misma al pensar en aquella teoría. En ningún momento ellos le hicieron ver su gusto o atracción por ella de manera abierta; por lo que una tercera teoría le resultó más lógica: Notaron en ella algo diferente a las demás y por eso se acercaron.

-Aruma, ¿Qué haces aquí? Me asustaste.

Giró los ojos hacia su amiga y le dio unas palmadas a la silla donde Ashton había estado. La rubia se sentó con desgana y miró con malicia el vaso térmico que él dejó abandonado.

-Baker me invitó a venir a contemplar el lago, pero se marchó hace un rato—le explicó, antes que Elise formara historias patéticas en su cabeza.

-Algo así como una cita nocturna, ¡Muy romántico!

-Elise—masculló.

-Ya, bien. No diré nada más—alzó las palmas de sus manos como muestra de paz.

Las dos féminas se quedaron largo rato disfrutando de ese momento en silencio. Aruma iba a echar de menos el lago Grant y el bosque Chugach; y a Cian Mackenzie, por más extraño que fuera. Sabía que, si en caso ella volvía de vacaciones, él estaría esperándola. Aunque por un instante le emocionó la idea de que Cian se mudara a Montana, se preguntó la razón por la cual él se contradijo en decir que ansiaba hallar la oportunidad de marcharse de ahí y que ingresar a su universidad era lo que buscaba, pero después le dijo que no, porque no podía abandonar a sus primos. En resumen, Cian Mackenzie tenía serios problemas en elegir decisiones en su vida y, por ende, se contradecía.

Le echó un vistazo a su amiga y le reconfortó verla en la silla siguiente, observando con los ojos bien abiertos el movimiento suave del agua con una sonrisa enorme en sus labios. Comenzaba a quererla muchísimo.

-Elise, ¿puedo hacerte una pregunta? –ella volteó a verla y asintió—pero promete que me contestarás con honestidad.

-Por supuesto que sí, siempre he sido honesta contigo, Aruma.

-Bien, espero no me tomes a loca, pero, ¿Qué eliges tú, ángeles o demonios?

Se sintió idiota por repetir esa pregunta. Incluso se imaginó en un manicomio con Ashton Baker y Cian Mackenzie como compañeros, metidos en una camisa de fuerza, preguntándoles a todos los demás la misma pregunta.

Pero Elise no parecía extrañada o sorprendida por la pregunta, de hecho, se quedó pensativa, reflexionando su respuesta.

-La verdad, no creo mucho en eso, pero si se diera el caso, elegiría a los ángeles celestiales.

- ¿Por qué?

-Porque son buenos—se encogió de hombros—son seres de luz que te protegerán. En cambio, los demonios no, ellos harán lo posible por llevarte a la ruina y apoderarse de tu alma.

-Que profundo—silbó, pensando en sus palabras.

-Mi familia es muy religiosa y algo se me pegó—dijo entre risas— ¿y a qué se debe esa pregunta?

-Nada en particular—echó la cabeza hacia atrás y se dispuso a mirar el cielo estrellado.

Al otro día, Aruma se maldijo en voz baja por no haber alistado sus valijas en la noche, puesto que la mayoría ya tenía su equipaje fuera de la cabaña, listos para partir al aeropuerto en cualquier momento. Tanto ella como Elise, estaban histéricas guardando sus pertenencias.

- ¿Necesitan ayuda? –preguntó Ashton en el umbral de la puerta. Él había sido listo al mantener todo bajo control en su maleta desde el principio.

-Yo sí, mi maleta no cierra—Elise solicitó su ayuda y él entró a la habitación, directamente hacia la valija de la rubia, que estaba a reventar.

-Debiste haber doblado la ropa—observó él chico, cerrando con facilidad el cierre—hubiera sido menos incómodo, pero ya está.

-Muchas gracias, Ash.

Enseguida, él posó su mirada en Aruma, quién forcejeaba también con la suya, pero su orgullo no la dejaba pedirle ayuda, así que se limitó a observarla con una sonrisa divertida, incluso se cruzó de brazos y se recargó en el marco de la puerta, esperando el momento donde ella se doblegaría.

Y para su sorpresa, ese momento nunca llegó. Aruma logró cerrar la maleta por sí sola y le envió una mirada petulante y llena de egocentrismo.

-Vaya, parece que solo Elise necesitó ayuda, eh—le lanzó la indirecta muy directa. Ashton sacudió la cabeza y rio; sin cambiar de posición.

-La caballerosidad no morirá nunca, a menos que las mujeres decidan el machismo—añadió él, encogiéndose de hombros; y dirigiéndose a Elise, agregó—si necesitas ayuda para llevar tus maletas, llámame, estaré afuera.

Aruma le sacó la lengua cuando el chico se dio la vuelta y se alejó caminando.

-A mí me parece que Ashton Baker está enamorado de ti, me cuesta admitirlo, pero es cierto—murmuró Elise con tristeza—y también ese chico de la montaña que conociste. ¿Cuándo encontraré el amor yo?

-Ashton no está enamorado de mí—puntualizó, alejando esa posible idea de su mente—y tampoco Cian. Aunque me gustaría que él si lo estuviera, pero no.

-Ya no me contaste como te la pasaste ese día con él, Aruma. He estado controlándome para no preguntártelo.

Ante los recuerdos del sábado, Aruma esbozó una sonrisa coqueta, imaginando el atractivo y masculino rostro de Cian Mackenzie.

-El día fue perfecto, de inicio a fin. Los detalles los omitiré porque quiero atesorarlos solo para mí—dijo. Elise estuvo de acuerdo y chilló de la emoción—me di cuenta que él, a pesar de vivir en la montaña, puede darse ciertos lujos carísimos.

- ¿A qué te refieres?

-Tiene una Hummer negra muy elegante, Elise. Me llevó en ella por una carretera hacia el lago Grant, pero lejos de estas cabañas. Y la verdad me sorprendió muchísimo.

-Oh por Dios, ¡Qué locura! Y era obvio, Aruma—chasqueó la lengua y se acercó a ella.

- ¿Obvio qué?

-Un chico como ese no podía andar a pie o en un coche deprimente.

-No es millonario, Elise. Su casa es humilde, es una cabaña.

-Pero es un leñador y cazador. Debe ganar muy bien vendiendo pieles o cortando madera.

-En eso tienes razón, pero en verdad, quedé fascinada con él—miró con tristeza el reloj de su teléfono. Eran las ocho de la mañana. Tenía menos de cuatro horas para correr a despedirse de él o marcharse sin decirle nada.

-Ay, amiga, ¿y qué te dijo cuándo te despediste de él?

- ¿Despedirme?

-Sí, es decir, ¿no te dijo nada más cuando le dijiste que ya regresas a Montana?

Aruma se mordió el interior de las mejillas, dándole la espalda a la rubia. Prefería mirar por la ventana que a los ojos azules de su amiga llenos de curiosidad.

-No me digas que no le dijiste cuando nos íbamos—la tomó del brazo para que le diera la cara. Aruma se rehusó y Elise no tuvo más remedio que deslizarse hasta la ventana y verla cara a cara.

-No, no lo hice. Y ni si quiera sé si debo despedirme. Lo mejor es marcharme sin decir nada, ya que después de todo, no es que nos gustáramos. Solo fue una amistad efímera, parecida a las películas.

- ¡Te has vuelto loca! Tu baja autoestima te impide ser feliz, Aruma—la regañó de manera histérica. Era la segunda vez que miraba esa faceta suya, la primera fue cuando se enfrentó a Sally Adams para defenderla.

-La realidad me impide ser feliz—la corrigió entre dientes.

- ¿Y qué esperas?

- ¿Qué espero para qué? –no comprendió a lo que se refería su amiga.

- ¡Para ir a buscarlo, despedirte y pedirle su número de teléfono!

-Sueñas, Elise—dijo, pero la mera idea le resultaba excitante, no obstante, Ashton Baker le vino a la mente—nuestro nuevo compañero de clase impedirá que vaya a buscarlo. Ambos se detestan.

- ¿Qué? –se horrorizó—ellos dos... ¿se conocieron?

-Sí. Larga historia, pero el caso es que se odiaron a morir y no quiero que vuelvan a verse, ya que, si voy a ver a Cian, Ashton no dudará en seguirme.

-Baker—espetó Elise con furia y estrechó los ojos, en dirección a donde él se había ido, luego la miró a ella—me encargaré personalmente de detenerlo para que vayas corriendo a buscar a Cian, ¿okey?

-No es buena idea, lo digo en serio.

-Yo también hablo en serio. Es la primera vez que te veo feliz y emocionada por alguien, Aruma. Y me niego a que eso se desvanezca—acotó con firmeza—siempre había querido ser tu amiga cercana y ahora que estoy yendo por ese camino, debo apoyarte.

- ¿Y si Cian no siente nada por mí y solo fue amable?

-Él se lo perdería, pero sé que no es así. Demasiada amabilidad no es normal, a menos que esté interesado.

- ¿Has tenido novio alguna vez?

Elise se sonrojó.

-Por supuesto. Uno en toda mi vida, terminé con Will en tercer semestre de la universidad, él iba de salida y había conseguido un empleo en Washington, por lo que rompimos. Con ese chico experimenté demasiadas cosas hermosas, y quiero que también tú.

-Jamás me di cuenta de que tuvieras novio—confesó.

-Fuimos discretos, además, los dos éramos muy tímidos, por lo que tener audiencia a nuestro alrededor nos cohibía. Pero tú ten más valor y ve por él.

-Tienes razón, voy a ir a buscarlo ahora mismo—sentenció con todo el valor que reunió, aunque fuera mínimo.

-Y deja que me encargue de Ashton.

Las dos se encaminaron al exterior con la frente en alto y los hombros firmes.

De repente, Aruma sintió un codazo proveniente de Elise y la miró con recelo. Y se dio cuenta que su amiga tenía la boca abierta, mirando con los ojos entornados algo o alguien detrás de ella con suma sorpresa y estupefacción. Pero no era solo su amiga, sino todas sus compañeras del salón estaban petrificadas u otras chillando de locura.

- ¿Qué sucede? –preguntó Aruma con el ceño fruncido.

Pero Elise la agarró de los hombros y la hizo girar sobre sus talones para que ella también fuera parte del momento.

Con una gabardina negra, larga hasta las rodillas, Jeans vaqueros oscuros, botas negras, y el cabello azabache un poco desordenado, Cian Mackenzie le regaló una magnifica sonrisa de oreja a oreja y una mirada llena de picardía. En sus manos llevaba un ramo de rosas rojas con orquídeas.

-Buenos días, belleza, no quería que te fueras sin antes despedirme de ti.

Una de sus cejas se elevó, denotando autoridad y testosterona a kilómetros. Extendió los brazos y depositó el obsequio en sus manos.

Por su parte, Aruma estaba en shock.

-Cian—logró decir y tragó saliva, siendo consciente del cuchicheo por parte de sus compañeras— ¿Cómo te enteraste que me iría hoy?

-No era difícil adivinar cuando mi jefe me entregó el contrato del convenio y me platicó que hoy mismo se marchaban—se relamió los labios y miró a las féminas, sonriéndoles; y entre ellas, divisó a Elise, a quién le guiñó el ojo y le regaló una orquídea que sacó de su gabardina.

-Gracias, Cian—agradeció la rubia, alucinada por lo que estaba pasando.

-Eh, ¿no quieres ir por algo de tomar a la cabaña de la recepción? Porque si te quedas un minuto más aquí, mis compañeras podrían atacarte—bromeó Aruma con nerviosismo.

-Seguro, vamos, belleza—aceptó y comenzaron a caminar. Con mucha confianza, la llevó de la cintura como si fueran pareja, haciendo que Aruma fuera la envidia de todas.

Entraron a la recepción y llegaron a la cafetería, donde continuó el escrutinio, incluido de los chicos y profesores. Y la verdad era que Cian Mackenzie ya no lucía como una persona de las montañas, parecía un supermodelo o un artista famoso.

Pidieron hot cakes con nutella y café caliente.

Ella dejó cuidadosamente el ramo de rosas y orquídeas sobre la mesa, mientras su desayuno venía en camino. Cian se sentó frente a ella, rozando a propósito su rodilla con la suya hasta ponerla más nerviosa. ¡Se miraba tan guapo que resultaba doloroso mirarlo y no parecer idiota!

-Es agradable aquí—le oyó decir.

-En las dos semanas que estuve aquí, solo vine un par de veces y fue por órdenes de mis profesores.

-Comprendo—asintió y se dedicó a observar a su alrededor, como si buscara a alguien.

- ¿Buscas a Ashton?

- ¿Al engreído de tu amigo? –ella asintió—no, pero estoy marcando mi territorio por si en caso aparece.

- ¿Marcando tu territorio? ¿A qué te refieres?

-Él no puede entrar a esta cabaña a menos que yo se lo permita.

-El sábado Ashton derribó tu puerta sin miramientos y dijo que no le habías dejado percibirme, ¿Qué quiso decir con ello?

-Quiso decir que, si estás conmigo, él no puede acercarse—sonrió, arrogante.

-Ashton está cerca, es extraño que no se encontraran cuando apareciste.

-Hablé con él para que me permitiera venir a verte—comentó con hostilidad—pero ahora es mi turno de mantenerlo alejado mientras estés conmigo.

- ¿Qué? ¿Y cómo es posible prohibirse eso y obedecerse?

-Pronto lo entenderás, pero por ahora, déjame deleitarme con tu presencia—dijo y a continuación, la agarró de las manos.

Esa mañana olvidó maquillarse y le avergonzaba que él la mirara con la cara lavada, y como tenía el cabello como chico, le dificultaba cubrirse el rostro o pasar desapercibida, ya que los ojos mieles de él parecían querer atravesarla.

-Luces realmente bien vestido así. Dejaste inmovilizadas a mis compañeras—dijo, riéndose, haciendo lo posible para no quedarse en silencio.

-Las dejé imaginando querer ser tú—sonrió de lado y le acarició las manos

-De seguro me odian más de lo habitual—rodó los ojos.

-Envidia.

-Más bien sería odio—se encogió de hombros—no pueden envidiarme de nada. Es absurdo.

-Te equivocas. Percibió la envidia tan fermentada que me da comezón en la nariz—arrugó el entrecejo y miró a Sally Adams que se hallaba sentada hasta el otro extremo de la cafetería sin despegarles la mirada—la chica que está al fondo irradia envidia por los poros, más que las demás.

-Ella es con la que peor me llevo—susurró.

Entonces Cian alargó la mano y le acomodó dulcemente el cabello por detrás de la oreja, dejándola helada por su tacto repentino.

-Ahora voltea a verla discretamente—le ordenó.

Aruma la miró de soslayo y se sorprendió verle el rostro rojo y flagelado de coraje a Sally Adams por lo que acababa de pasar. Estaba furiosa y llena de envidia.

-No soporta verte feliz—dijo él con amargura—pero no porque te odie.

- ¿Entonces por qué? ¿O como lo sabes?

-Puedo leer lo que tienen en su interior con solo mirarlos a la cara—contestó—y ella no te odia, Aruma, te envidia. Y siempre quiso ser tu amiga, pero jamás te abriste a la posibilidad, ya que te enfrascaste en tu soledad acompañada de libros.

-Eso no tiene sentido.

-Para ella lo tiene. Quería ser tu amiga y como vio que no estabas interesada, decidió fastidiarte.

-Imposible. No puedo creer lo que dices. Ni si quiera pensarlo suena lógico. Sally Adams queriendo ser mi amiga, claro—rio con ironía.

-Supongamos que te creo—musitó— entonces, ¿por qué querría ser mi amiga, si no comparto los mismos intereses que ella?

-De hecho, tienen mucho en común—se mordió el labio, dubitativo—pronto te darás cuenta.

Negando con la cabeza, Aruma resopló y miró al techo un segundo, intentando apaciguar sus pensamientos.

-Cian.

- ¿Sí?

- ¿Por qué te contradijiste?

- ¿Sobre qué? –frunció el ceño.

-Acerca de querer transferirte a mi universidad y luego no.

-Oh, es que lo pensé mejor y la verdad no es buena idea, a menos que...

- ¿A menos qué...? –le instó a continuar, pero él guardó silencio.

-Olvídalo. No tiene importancia.

-No, dímelo.

Cian se pasó la lengua por los labios, hipnotizándola.

-A menos que esté seguro que en Montana voy a conseguir lo que quiero.

- ¿Y qué es lo qué quieres? –preguntó de manera inocente.

El brillo en los ojos de él la perturbaron por un momento, pero estaba tan ensimismada con ese chico, que le resultó muy atractivo la oscuridad que irradiaba.

-Quiero que me elijas a mí.




Y ESTE ES GABRIEL, AMIGO DE ASHTON BAKER: 

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